Dichos de los Sabios de Israel: 19. La Humildad y 20. Juzga a cada Hombre favorablemente
E. JIMENEZ
HERNANDEZ
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1. La humildad se calza con el temor de Dios
2. La humildad engendra felicidad
3. La falta de humildad lleva a la violencia
4. La humildad da paz al corazón
1. LA HUMILDAD SE CALZA CON EL TEMOR DE DIOS
Rabbí Pinjás ben Yair solía decir: La diligencia (en
el estudio de la Torá) conduce a la inocencia, la inocencia a la pureza,
la pureza a la santidad, la santidad a la humildad, la humildad al temor
del pecado, el temor del pecado a la piedad, la piedad al espíritu santo
y el espíritu santo a la resurrección de los muertos.
Y R. Maná comentaba respecto a la humildad: Tal como
la sabiduría hizo una corona para su cabeza, la humildad hizo una
sandalia para su pie. La sabiduría hizo una corona para su cabeza, como
está escrito: “El comienzo de la sabiduría es el temor de Dios” (Sal
111,10). La humildad hizo una sandalia para su pie, como está escrito:
“La base (el pie) de la humildad es el temor de Dios” (Pr 22,4).
2. LA HUMILDAD ENGENDRA FELICIDAD
Rabbán Yojanán b. Zakkay solía decir: Si has
trabajado mucho en el estudio de la Torá y la has abarcado toda, no te
enorgullezcas por ello, porque para eso fuiste creado: para ocuparte de
la Torá.
Y enseña a los miembros de tu familia la humildad.
Porque cuando un hombre es humilde y los miembros de su familia también
lo son, si llega un pobre y se para a la puerta del dueño de la casa y
pregunta:
-¿Está dentro vuestro padre?
Ellos le responderán:
-Sí, ven, entra.
E, incluso antes de que entre, hay una mesa preparada
para él. Y una vez que ha entrado, ha comido y bebido, bendice el nombre
de los cielos y una gran felicidad le es concedida al dueño de la casa.
3. LA FALTA DE HUMILDAD LLEVA A LA VIOLENCIA
Pero cuando un hombre no es humilde y los miembros de
su familia son irascibles, si llega un pobre, se para a su puerta y les
dice:
-¿Está aquí vuestro padre?
Le contestan:
-¡No!
Lo reprenden y lo echan violentamente.
4. LA HUMILDAD DA PAZ AL CORAZON
Otra interpretación de “Enseña a los miembros de tu
familia la humildad”:
Cuando un hombre es humilde y los miembros de su
familia también lo son, si él tiene que partir
allende el mar podrá decir:
-Oh Yahveh, Dios mío, te doy gracias porque mi mujer
no se pelea con otras y mis hijos no se pelean con otros.
Su corazón no temerá por ello y su mente permanecerá
tranquila hasta su vuelta.
5. LA FALTA DE HUMILDAD CREA INQUIETUD
Cuando un hombre no es humilde y los miembros de su
familia son coléricos, si él parte allende el mar, dirá:
-Hágase tu voluntad, oh Yahveh, Dios mío. Que mi
mujer no se pelee con otras y que mis hijos no se peleen con los demás.
Su corazón temerá por ello y su mente no permanecerá
tranquila hasta el momento de su vuelta.
Todo el que es humilde, cuya mujer es humilde, sus
hijos son humildes, los miembros de su familia son humildes e incluso
sus perros no son dañinos, puede viajar tranquilo. Cuando vuelve a su
casa encuentra paz en ella. De lo contrario, viaja preocupado y cuando
vuelve encuentra discordia en su casa.
R. Yosé dice: Desciende para subir y sube para
descender. Todo el que se envanece por las palabras de la Torá acabará
siendo humillado; mas todo el que se humilla por las palabras de la Torá
acabará siendo exaltado.
Ningún hombre debe ponerse por propia iniciativa una
corona en la cabeza, sino que son los otros los que deben ponérsela,
según está dicho: “Alábete el ajeno y no tu boca, el extraño y no tus
labios” (Pr 30,32).
Dijo R. Aqiba: Todo el que se envanece por las
palabras de la Torá, ¿a qué se parece? A una carroña (nblh)
arrojada al camino. Todo transeúnte se pone la mano en la nariz, se
aleja de ella y se va, según se ha dicho: “Si obras neciamente (nblt),
envaneciéndote, y maquinas algo, pon mano en boca” (Pr 30,32).
R. Yehudah contaba: Para todo el que me decía antes
de subir yo al poder: “Sube”, no tenía más que un deseo: ¡perseguirlo
hasta la muerte! Pero una vez que he subido, no tengo más que un deseo
para todo el que me dice que me baje y me vaya: ¡derramar sobre él una
olla de agua hirviendo! Pues es difícil ascender al poder, pero más
difícil descender de él. Por eso, respecto a Saúl, encontramos que
cuando se le dijo: “Sube a la realeza”, se escondió, según está escrito:
“Y dijo Yahveh: Ahí está oculto entre los bagajes” (1S 10,22). Pero
cuando le dijeron: “Desciende de ella”, persiguió a David para matarlo.
7. QUIEN TE ADULA ES TU ENEMIGO
Considera, igualmente, enemigo tuyo a quien te adula
en público, según se ha dicho: “Al que bendice a su prójimo a grandes
voces...puede reputársele como una maldición” (Pr 27,14).
El amigo (!) de un hombre se sienta en la plaza del
mercado y dice a voces: “¡Que el Santo, bendito sea, continúe
favoreciendo a fulano! Hoy metió en su casa tantas medidas de trigo y
tantas de cebada”. Lo oyen unos bandidos, van y rodean la casa y le
quitan todos sus bienes. A la mañana siguiente el hombre no tiene nada.
De tales amigos la Escritura dice: “Al que bendice a su prójimo a
grandes voces... puede reputársele una maldición”.
R. Simón b. Elazar solía decir: Si entre tus
compañeros unos te hacen reproches y otros te alaban, ama a los que te
hacen reproches y odia a los que te alaban, porque el que te hace
reproches te lleva a la vida del mundo venidero y el que te alaba te
saca del mundo.
También decía: Que el hombre sea siempre flexible
como la caña y no duro como el cedro. ¿Por qué como la caña? La caña, en
su pequeñez, cuando todos los vientos soplan contra ella, no se resiste,
sino que se mueve a su compás. Cuando se calman los vientos, la caña
permanece en su lugar. Y ¿cuál es la recompensa de la caña? De ella se
obtiene el cálamo para escribir el libro de la Torá.
Sin embargo el cedro no permanece en su lugar. Cuando
sopla el viento, lo desarraiga y lo derriba. Y ¿cual es el final del
cedro con toda su prestancia? Los leñadores vienen y lo cortan, cubren
con él los techos de las casas y el resto lo arrojan al fuego.
20. JUZGA A CADA HOMBRE FAVORABLEMENTE
Yehosúa ben Perayah acostumbraba decir: “Juzga a cada
hombre favorablemente.
Sucedió una vez que un hombre envió a su hijo a casa
de un amigo suyo, diciéndole:
-Ve y dile: Mi padre me ha dicho: préstame una medida
de trigo.
Fue el hijo y lo encontró midiendo trigo. Le dijo:
-Mi padre te dice que le prestes una medida de trigo.
El hombre le contestó:
-Te juro que el trigo no es de mi propiedad.
El hijo volvió a casa y dijo a su padre:
-Padre, lo encontré midiendo trigo y me dijo: Te juro
que el trigo no es de mi propiedad.
Respondió el padre:
-Quizás sea el trigo destinado para el segundo
diezmo.
De nuevo mandó el padre a su hijo a casa del amigo a
pedirle prestado, esta vez, una mina.
El hijo fue y lo encontró contando monedas. Le dijo:
-Mi padre te pide que le prestes una mina.
Le contestó.
-Te juro que ni un solo as es de mi propiedad.
El hijo volvió a casa y lo refirió todo al padre.
Este dijo:
-Quizás se trate de dinero que tiene en depósito.
Cuando los dos hombres se encontraron en el mercado,
le preguntó el amigo:
-Cuando vino tu hijo a mi casa y me encontró midiendo
trigo y no le di nada o contando dinero y no te presté nada, ¿qué
pensaste de mí?
-Pues que el trigo estaría destinado al segundo
diezmo y que el dinero lo tendrías sólo en depósito.
Le abrazó su amigo, diciéndole:
-Te juro que no te desviaste ni a la derecha ni a la
izquierda, pues así era. Y del mismo modo que me has juzgado
favorablemente, así también te juzgará favorablemente el Omnipotente.
Había una vez en Asquelón, ciudad pagana de mala
reputación, una mujer a la que ninguna de las hijas de Eva superaba en
belleza. Fue R. Yehosúa a hablar con ella y, al llegar junto a su
puerta, se despojó de su manto y se quitó las filacterias. Cuando entró,
cerró la puerta tras él. Cuando salió se sumergió en las aguas para
realizar una ablución ritual. Luego preguntó a sus discípulos:
-¿Qué habéis pensado de mí y qué habéis dicho acerca
de mí?
-Hemos comentado que te quitaste tu manto y
filacterias para que nada puro entrara en contacto con la impureza.
-Y cuando entré y cerré la puerta, ¿qué pensasteis?
-Que no querías que nadie te interrumpiera para poder
decirle cuanto deseabas decirle.
-Y cuando, al salir, realicé una ablución, ¿qué
dijisteis?
-Dijimos que quizás, mientras hablabas con ella, una
gota de saliva de ella te salpicó y por ello te purificaste.
Les dijo:
-En verdad no os habéis desviado ni a derecha ni a
izquierda. Pues así ha sido. Y del mismo modo que vosotros me habéis
juzgado favorablemente, así también os juzgará favorablemente el
Omnipotente.
3. LO QUE DESEAS PARA TI DESEALO PARA LOS DEMAS
R. Yehosúa dice: El ojo envidioso saca al hombre del
mundo. Con este dicho enseña que del mismo modo que un hombre vela por su
casa así debe velar por la casa de su prójimo. Y así como un hombre desea
que no cobre mala fama ni su mujer ni sus hijos, también lo debe desear para
la mujer e hijos de su prójimo. Es decir, del mismo modo que vela por su
honor, el hombre debe velar por el honor de su prójimo; como no desea ver
empañado su honor por una mala reputación, tampoco lo debe desear para su
prójimo.
Enseñaron los sabios, bendita sea su memoria: El que
humilla públicamente a su prójimo es como si hubiese derramado su sangre.
Sobre ello dijo Raw Nachman: Muy bien dicen, pues en
cierta ocasión he visto cómo el rojo abandonó el rostro humillado y su faz
se volvió blanca.
Rabbí Isaac enseñaba: Los calumniadores son como los
que derraman sangre.
Rabbí Eliezer enseñaba: Quien odia a su prójimo es
como quien derrama sangre.
Y Ben Asaj enseñaba: Quien odia a su propia mujer es
como quien derrama sangre.