Dichos de los Sabios de Israel: 34. Corrección - 35. La Gracia supera el Castigo - Epílogo, Dichos sobre los Sabios
E. JIMENEZ
HERNANDEZ
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3. David sufrió con Absalón y Adonías
4. El Santo, en su
amor, castiga a Israel
6. Muchas son las pruebas del justo
7. El necio no entiende la corrección
35. LA GRACIA SUPERA EL CASTIGO
2. El Señor está en la tribulación
3. El Señor vive el sufrimiento de Israel
EPILOGO: DICHOS SOBRE LOS SABIOS
Enseñan los sabios, bendita sea su memoria: Está
escrito: “Quien escatima la vara, odia a su hijo; quien tiene amor, le
castiga” (Pr 13,24). El que priva a su hijo de la corrección le conduce
a una mala educación y, en consecuencia, le odia.
Así lo encontramos en Ismael que era muy mimado por
su padre Abraham, y éste no le castigaba, de modo que creció mal educado
y Abraham tuvo que rechazarlo y echarlo de su casa sin nada. Cuando Sara
dijo “expulsa a esta esclava y a su hijo” (Gn 21,10), para que mi hijo
no aprenda sus modales, al punto “el asunto resultó muy penoso a
Abraham, pues se trataba de su hijo” (Gn 21,11), que se comportaba mal.
“Pero Dios dijo a Abraham: haz caso a Sara en todo lo que te diga” (Gn
21,21). Y Abraham “madrugó” (21,14) para enseñarte que repudió a Ismael,
que se había conducido inadecuadamente, y lo expulsó de casa sin nada.
Al final, cuando Ismael creció, se dedicó a atacar a
todos, “alzando su mano contra todos” (16,12).
De la misma manera, se dice que “Isaac amaba con
preferencia a Esaú” (Gn 25,28) y, por eso, resultó mal educado, porque
no le corregía, tal como hemos aprendido: Cinco pecados cometió el
malvado Esaú aquel día: sedujo a una joven prometida, mató a una
persona, negó la resurrección de los muertos, renegó de la fe y desdeñó
la primogenitura. Y más aún, deseó la muerte de su padre y planeó matar
a su hermano, tal como está escrito: “se acercan los días de duelo por
mi padre y podré matar a mi hermano Jacob” (Gn 27,41), y obligó a Jacob
a huir de junto a sus padres, y también él se fue hacia Ismael, para
aprender de él la mala conducta y aumentar su maldad, pues está escrito:
“se fue Esaú hacia Ismael” (Gn 28,9).
3. DAVID SUFRIO CON ABSALON Y ADONIAS
Igualmente David, que no corrigió a su hijo Absalón,
tuvo que sufrir, viendo cómo se acostó con sus concubinas. Y este hijo
fue la causa de que David anduviera descalzo y llorando; y de que
murieran millares de israelitas; así hizo que su padre sufriera
penalidades sin fin (Sal 3,1-2).
De igual manera actuó David con Adonías, no
imponiéndole correcciones y, por eso, actuó desviadamente, pues está
escrito “nunca le había corregido su padre preguntándole por qué has
hecho esto. Era, además, muy bien parecido y a él lo había parido su
madre después de Absalón” (1R 1,6).
4. EL SANTO, EN SU AMOR, CASTIGA A ISRAEL
“Quien le tiene amor, le castiga”, como el Santo,
bendito sea, que, puesto que ha amado a Israel, le prodiga castigos. El
Santo, bendito sea, otorgó a Israel tres regalos magníficos, y los tres
fueron concedidos por medio de castigos: La Torá, como está escrito:
“feliz el hombre al que reprendes, oh Yahveh, y le instruyes con tu
Torá” (Sal 94,12); la Tierra de Israel, pues se dice “has de saber en tu
corazón que tal como un padre corrige a su hijo, Yahveh, tu Dios, te
castiga” (Dt 8,5) y a continuación dice “porque Yahveh, tu Dios, te
lleva a un país bueno” (8,7); y la vida del mundo futuro, pues está
escrito “un mandato es como una lámpara y una enseñanza como una luz, y
un camino de vida las amonestaciones de la educación” (Pr 6,23).
Todo el que reprende a su hijo acrecienta en él amor
y respeto por su padre, pues está escrito: “si corriges a tu hijo te
dará descanso y te proporcionará goces” (Pr 29,17). Y el padre
acrecienta su amor hacia él, porque se dice “quien le tiene amor, le
castiga”, es decir, puesto que le castiga es que le ama.
Así está escrito: “Me has seducido, Señor, y yo me he
dejado seducir; me has agarrado y has podido” (Jr 20,7).
Los sabios, bendita sea su memoria, comentan este
texto, colocando a la comunidad de Israel ante el Santo, bendito sea,
diciéndole:
-¡Señor del mundo! Tú me has seducido antes de darme
la Torá, y después has puesto sobre mi cuello el yugo de los
mandamientos, de forma que, si los infringía, sería castigado. Si no
hubiese aceptado la Torá, sería como cualquier otro pueblo, que ni es
premiado ni castigado.
6. MUCHAS SON LAS PRUEBAS DEL JUSTO
El Santo, bendito sea, es llamado “Pastor de
azucenas”, porque su vara sólo se preocupa de las personas que son
delicadas como las flores. ¿Cómo se entiende esto?
Dijo Rabbí Elazar: Se asemeja a un propietario que
tenía dos vacas: una fuerte y otra débil. ¿A cuál de ellas dará más
trabajos?
-Ciertamente a la fuerte.
-Así también el Santo, bendito sea, no pone a prueba
a los malvados.
-¿Por qué?
-Porque no podrían resistir, como está escrito: “Pero
los impíos son como el mar agitado” (Is 57,20).
-¿A quién pone a prueba?
-A los justos, como está escrito: “Al justo escruta
Yahveh” (Sal 11,5).
Dijo R. Yosé ben Janina: Un fabricante de cáñamo no
lo macera demasiado cuando es basto.
-¿Por qué?
-Porque se rompería. Pero si el cáñamo es de buena
calidad, cuando más se lo golpea, mejor resulta.
Así también el Santo, bendito sea, no prueba a los
malvados, porque no podrían resistir, pero prueba a los justos, como
está escrito: “Al justo escruta Yahveh”.
Así, pues, los justos son las flores delicadas, que
el Santo, bendito sea, pastorea con su vara.
7. EL NECIO NO ENTIENDE LA CORRECCION
Rabbí Jiyá enseñó: Se parece a un rey que se enojó
con su hijo y lo entregó en manos de su siervo. ¿Qué hizo el siervo? Se
puso a golpearlo con un bastón y a decirle:
-¡No hagas caso a tu padre!
Pero el hijo le replicó:
-¡Qué necio eres! El único motivo por el que mi padre
me entregó a ti fue por no haberle hecho caso y tú me dices “no hagas
caso a tu padre”.
Así mismo, cuando a causa de las transgresiones de
Israel, el templo fue destruido y los israelitas deportados a Babilonia,
Nabucodonosor les dijo:
-No hagáis caso de la Torá de vuestro Padre que está
en los cielos, sino “arrodillaos y adorad la estatua que he fabricado”
(Dn 3,15).
Le replicaron:
-¡Qué necio eres! El único motivo por el que el
Santo, bendito sea, nos entregó en tus manos fue porque nos postramos
ante una estatua, como está escrito: “Representaciones de caldeos
pintadas con minio” (Ez 23,14) ¡y tú nos dices: “arrodillaos y adorad la
estatua que he fabricado”.
Entonces es cuando el Santo, bendito sea, dijo: “Mi
viña es sólo para mí” (Ct 8,12).
Y Rabbí Natán añadió: Se parece a un rey que se
irritó con algunos de sus vasallos y los encerró en el calabozo. ¿Qué
hizo el rey? Tomó a todos sus oficiales y fue a escuchar qué himno
cantaban.
Entonces oyó que entonaban: “Nuestro señor, el rey,
es nuestra alabanza, él es nuestra vida”. Entonces el rey exclamó:
-Hijos míos, alzad vuestras voces para que todos lo
escuchen.
Así mismo, aunque los israelitas tengan que dedicarse
durante seis días a sus ocupaciones y pasen tribulaciones, el sábado
madrugan y van a la sinagoga y recitan el
Šemá, danzan ante el
armario que guarda los rollos y leen la Torá. Entonces el Santo les
dice:
-Hijos míos, alzad vuestras voces para que todos lo
escuchen.
35. LA GRACIA SUPERA EL CASTIGO
Pero los sabios, bendita sea su memoria, también
enseñaron: La medida de la gracia es quinientas veces mayor que la
medida del castigo. Para el castigo está escrito: “hasta la tercera y
cuarta generación” (Ex 20,5). Sin embargo para la gracia está escrito:
“hasta millares de generaciones” (Ex 20,6). El texto habla de “millares”
(alaphim); el plural significa, al menos, dos: “dos mil
generaciones”. De ello, se deduce que la gracia del Santo, bendito sea,
es quinientas veces mayor que la medida de su castigo.
En verdad, como enseñan los sabios, bendita sea su
memoria, el Santo, bendito sea, no es como los reyes de carne y sangre.
Estos, cuando salen de noche, sus príncipes y siervos van delante de
ellos con teas y antorchas, y durante el día les preceden, dándoles
sombra para defenderlos del sol.
Sin embargo, el Santo, bendito sea, no hace así. El
camina delante de Israel, por el inmenso amor que le tiene. Si no
estuviera escrito, no nos atreveríamos a decirlo. Pero así está escrito:
“Y el Señor iba al frente de ellos, de día en columna de nube para
guiarlos por el camino y de noche en columna de fuego para alumbrarlos,
de modo que pudiesen marchar de día y de noche” (Ex 13,21).
Así está escrito: “Guiaste en tu misericordia al
pueblo que Tú rescataste; lo condujiste con poder a la morada de tu
santidad” (Ex 15,13).
2. EL SEÑOR ESTA EN LA TRIBULACION
Si no estuviera escrito no nos atreveríamos a
decirlo:
Cuando los israelitas fueron exiliados en Egipto, la
Morada fue con ellos, como está escrito: “Y bajaré contigo a Egipto” (Gn
46,4).
Fueron exilados en el mundo, y la Morada fue con
ellos, según está escrito: “Pondré mi trono en el mundo” (Jr 49,38).
Fueron exilados en Babilonia, y la Morada fue con
ellos, como está escrito: “Por amor vuestro he sido mandado a Babilonia”
(Is 43,14).
El Santo, bendito sea, acompaña siempre a Israel,
“como un rey que dijese a su siervo: Si me buscas, estoy con mi hijo”.
Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, la
Morada subió con ellos, como está escrito: “Y Yo mismo te subiré” (Gn
46,4).
Bajaron los hijos de Israel al mar, y la Morada
estaba con ellos, como está escrito: “Y el ángel de Dios que iba al
frente del ejército de Israel, pasó a la retaguardia” (Ex 14,19).
Caminaban por el desierto, y la Morada caminaba con
ellos, como está escrito: “Y el Señor iba al frente de ellos” (Ex
13,21).
3. EL SEÑOR VIVE EL SUFRIMIENTO DE ISRAEL
Durante todo el tiempo que Israel es esclavo, la
Morada es esclava con ellos.
En verdad, -exclama R. Aqiba-, si no estuviera
escrito, no nos atreveríamos a decirlo: Pero Israel puede decir al
Señor: Tú te has redimido a ti mismo, al redimirnos a nosotros, como
está escrito: “¿Quién es ese que viene de Edón, de Bosrá, con vestidos
manchados de sangre?” (Is 63,1).
Al volver Israel del exilio, la Morada volverá con
ellos, como está escrito: “Y volverá el Señor, tu Dios, de tu
cautividad” (Dt 30,3s).
Sí, en verdad se puede decir que el Santo, bendito
sea, “en todas las tribulaciones El es atribulado” (Is 63,9).
“Sí, -dice el Santo, bendito sea-, estoy con él en
las tribulaciones” (Sal 91,15).
Si Israel está en angustia es como si el Señor
estuviera en angustia. Y también, si Israel está alegre, el Señor se
alegra también, como está escrito: “Me he alegrado en tu salvación” (1S
2,1).
Si no estuviera escrito, ¿quién se atrevería a
decirlo? Pero David, mediante el Espíritu Santo, dijo: “Aunque camino
por el valle de la sombra de la muerte, no temeré ningún mal, pues
Tú
estás conmigo” (Sal 23,4).
Ved qué inmensa es la misericordia del Santo, bendito
sea, exclaman los sabios, bendita sea su memoria.
Si no estuviera escrito no nos atreveríamos a
decirlo: Alabado sea el nombre del Santo, bendito sea, por el inmenso
amor que tiene a Israel, que le llama: “hijo mío, mi primogénito” (Ex
4,22).
Si no estuviera escrito no nos atreveríamos a
decirlo: El esclavo es el que viste a su señor, pero el Santo, bendito
sea, viste a Israel, como está escrito: “te puse vestidos recamados” (Ez
16,10).
El esclavo es el que lava a su señor, pero el Santo,
bendito sea, lava a Israel, según está escrito: “Y te lavé con agua” (Ez
16,9).
El esclavo es el que calza a su señor, pero el Santo,
bendito sea, calza a Israel, como está escrito: “Y te puse zapatos de
cuero fino” (Ez 16,10).
Normalmente es el discípulo el que lleva al maestro,
pero el Santo, bendito sea, llevó a Israel, como está escrito: “Os he
llevado sobre alas de águila” (Ex 19,4).
Normalmente el maestro duerme y el discípulo vigila a
su lado, pero el Santo, bendito sea, vela por su pueblo, como está
escrito: “No duerme ni reposa el guardián de Israel” (Sal 121,4).
EPILOGO: DICHOS SOBRE LOS SABIOS
Rabban Yojanan ben Zakkay tuvo cinco discípulos y a
cada uno de ellos lo llamaba con un apodo:
A Eliezer ben Hyrcanos le llamaba: cisterna
impermeabilizada que no pierde gota; es como jarra untada con pez
que guarda su vino.
A Yehosúa ben Janahyah le llamaba: “el hilo triple
que no se rompe de prisa”.
A Yosé el sacerdote le llamaba: “El piadoso de su
generación”.
A Simón ben Netanel le llamaba: “Oasis en el desierto
que se aferra a su agua”.
A Elazar ben Arak le llamó: Río que se desborda,
“manantial que siempre fluye”, cuyas aguas corren siempre y se salen
fuera.
Del mismo modo R. Yehudah el príncipe:
A R. Tarfón le llamaba: “Montón de nueces”. Cuando
alguien coge una de ellas, todas se mueven y se precipitan sobre él. Así
era R. Tarfón: Cuando un discípulo venía a él y le pedía: “enséñame”, R.
Tarfón le recitaba la Escritura, la Misnah, el Midrás, la Halakah y la
Haggadah. Cuando el discípulo salía de su presencia, salía colmado de
bendición y bondad.
A R. Aqiba le llamaba: “Almacén bien provisto”. ¿A
qué se puede comparar R. Aqiba? A un trabajador que coge su cesto y sale
fuera. Encuentra trigo y lo mete en él; encuentra cebada y la mete en
él; habas y las mete en él; lentejas y las mete en él. Cuando llega a su
casa clasifica el trigo por una parte, la cebada por otra, las habas por
otra y las lentejas por otra. Así actuaba R. Aqiba: ordenaba la Torá en
eslabones, formando una gran cadena.
A R. Elazar ben Azaryah le llamaba: “caja de
buhonero”. ¿Y a qué se parece R. Elazar? A un buhonero que coge su caja
y entra en una ciudad. Acude la gente de la ciudad y le pregunta:
¿Tienes buen aceite?, ¿traes ungüento?, ¿traes bálsamos? Y resulta que
tiene de todo. Así era R. Elazar. Cuando los discípulos se presentaban
ante él, si preguntaban sobre la Escritura, él respondía; si acerca de
la Misnah, él respondía; sobre el Midrás, él respondía; sobre la
Halakah, el respondía; sobre la Haggadah, él respondía. Cuando el
discípulo salía de su presencia, partía lleno de bien y bendición.
A R. Yojanán ben Nuri le llamaba “cesto de halakoh”.
A R. Yosé el galileo le llamaba excelente recolector de tradiciones sin
arrogancia alguna, pues mantuvo con firmeza la humildad proveniente del
monte Sinaí y se la inculcó a todos los sabios de Israel.
Isí ben Yehudah solía también dar sobrenombres a los
sabios:
A R. Meir le llamó “Sabio y escriba”. A R. Yehudah:
“Sabio cuando quiere”. A R. Eliezer ben Yacob: “Una pequeña cantidad
pero bien cribada”. A R. Yosé: “Su argumentación va con él”. A R. Simón
ben Gamaliel: “Una tienda llena de preciosa púrpura”. A R. Simón ben
Yojay: “Estudia mucho y olvida poco”, y lo poco que olvida no es más que
el salvado de la enseñanza.