Revelación muy provechosa sobre la Pasión del Señor, y modo de imitarle en ella.
REVELACIÓN 10

Dijo el Hijo de Dios a su esposa: Yo soy Creador del cielo y de la tierra, y es mi verdadero cuerpo el que se consagra en el altar. Amame de todo corazón, pues yo te he amado a ti tanto, que de muy buena gana me entregué por ti a mis enemigos, y mi Madre y amigos quedaron en amarguísimo dolor y llanto. Y aunque vi la lanza, los clavos, los azotes y demás instrumentos de mi Pasión, no por eso me acobardé, sino que alegre me entregué a padecer, y a pesar de que mi cabeza estuviese toda atormentada con las espinas de la corona, y la sangre corriese por todas partes; y aunque mis enemigos hiriesen y despedazasen mi corazón, todavía padeceria más que todo esto antes que carecer de ti. Por tanto, eres muy ingrata, si después de tanta caridad no me pagares con gran amor; y para hacerlo advierte que como ves mi cabeza llena de espinas e inclinada por ti en la cruz, así has de humillar la tuya; y como ves mis ojos llenos de sangre y lágrimas, así has de apartar los tuyos de todo cuanto te pueda deleitar; y como mis oídos llenos de sangre oían palabras injuriosas, así has de apartar los tuyos de oir truhanerías ni vanidades; y porque mi boca fué ahelada y avinagrada, la tuya estará cerrada para el mal y abierta para el bien; y porque mis manos fueron extendidas y atravesadas con los clavos, por eso tus obras, que se representan por las manos, deben extenderse a los pobres y a cumplir mis preceptos. Tus pies, esto es, los afectos con que debes venir a mí, deben ser crucificados, absteniéndose de todo deleite, para que así como yo padecí en todos mis miembros, de igual suerte todos los tuyos se empleen en mi servicio; porque dándote yo más gracias que a los otros, quiero que me sirvas más que ellos.