Cuanto los pecadores se alejan de Dios, y cómo el Señor les envia sus amigos para que los conviertan.
REVELACIÓN 6

Mis enemigos son como unas ferocísimas bestias que nunca se hartan ni están quietos. Su corazón se halla tan vacío de toda caridad, que jamás entra en él un pensamiento que se refiera a mi Pasión, ni me dieron gracias una vez tan sola, diciendo de todo corazón: Alabámoste, Señor, porque nos redimísteis con vuestra acerba Pasión y muerte. ¿Cómo puede estar mi espíritu con estos tales que no me aman ni se acuerdan de mí, y para cumplir su voluntad, hacen mil traiciones a los más amigos? Tienen un corazón lleno de viles gusanos, esto es, de deseos mundanales. El demonio ha hecho la boca de estos, como el muladar de su basura, y por eso no gustan de mis palabras. Pero, guárdense de mi castigo, que tengo de hacerlos aserrar; porque así como no hay género de muerte más cruel que el de la sierra, así no ha de haber género de tormento que no ejecute el demonio en ellos; y los serrará por medio, y los apartaré lejos de mí como cosa que tanto aborrezco, y no sólo a ellos sino a todos los pecadores, sus allegados. Envío, por tanto, a mis queridos y amigos, para que den noticia de los engaños del demonio, enemigo mío, y como valientes soldados peleen contra ellos; pues los que afligen su carne y se abstienen de pecar, son mis soldados. Su lanza será las palabras que salen de mis labios, su espada será la fe, y en su pecho estará la coraza de la caridad en relación con el amor que cada cual me tiene; traen al lado el escudo de la paciencia para sufrir valerosamente con ella todo lo adverso; como oro purísimo he guardado en un precioso vaso a estos mis queridos, y ahora quiero que salgan y den muestra de sí y de mi verdad. Yo, según lo he justamente ordenado y decretado, no podía entrar con mi humanidad en la majestad de mi gloria, sin haber pasado los trabajos y sufrido las tribulaciones. ¿Cómo, pues, será posible que entren ellos? Si su Señor sufrió azotes, ¿qué mucho que ellos sufran palabras? No tienen que temer, porque yo nunca los desamparo; pues así como no es posible que el diablo toque ni divida el corazón de Dios, del mismo modo no lo es que el demonio los aparte de mí; y si alguna vez los dejo padecer, es para su mayor gloria, porque son como oro purísimo que los purifica el fuego de la tribulación.