Maria Exhorta a santa Brigida a que una siempre las alabanzas de la Señora a las de su divino Hijo.
REVELACIÓN 7

Yo soy la Reina del cielo, y véote angustiada y solícita de cómo me has de alabar. Ten por muy cierto, que las ala banzas de mi Hijo son mías propias, y el que a El no lo venera, tampoco me venera a mí; porque de tal manera él me ama a mí y yo a él, como si tuviéramos un mismo corazón. Y aun siendo yo un vaso de tierra me honró tanto, que me ensalzó sobre todos los ángeles. Por tanto, me has de honrar y alabar con las sigulentes palabras que se refieren también a mí: Bendito seáis, Señor Dios, Creador de todas las cosas, que os dignasteis y tuvisteis por bien bajar a las entrañas de María Virgen. Bendito seáis, Señor Dios, que sin serle molesto ni penoso quisisteis habitar en el vientre virginal de María, y tomar en él carne limpia, pura y sin pecado. Bendito seáis, Dios mío, que vinisteis a las entrañas de María con gran gozo de su alma y de todos sus miembros, y con el mismo goza nacisteis de ella, sin rastro de pecado ni corrupción. Bendito seáis, Dios mío, por las continuas consolaciones con que visitasteis a vuestra Madre, la Virgen María, después de vuestra ascensión a los cielos, y con vuestra vista la alegrasteis. Bendito seáis, Señor y Dios mío, pues subisteis al cielo en cuerpo y alma a vuestra Madre la Virgen María, y la honrasteis y pusisteis junto a vuestra divinidad, sobre todos los coros de los ángeles. Tened misericordia de mí, Dios mío, por sus ruegos é intercesión.