Dícele san Juan evangelista a santa Brígida, que nínguna obra buena quedará sin premio. Háblale también de la excelencia de la Biblia. |
LIBRO CUARTO - REVELACIÓN PRIMERA |
Aparecióse a santa Brígida un hombre, que parecía tener los cabellos cortados afrentosamente. Su cuerpo estaba untado con aceite y del todo desnudo, aunque nada deshonesto, y dijo a la santa: La Escritura que llamáis santa vosotros los que vivís, dice que ninguna obra buena quedará sin premio. Esta es la Escritura llamada por vosotros Biblia, pero nosotros los bienaventurados la llamamos sol más resplandeciente que el oro, que fructifica como la semilla que da ciento por uno. Porque como el oro aventaja a los demás metales, así la Escritura que vosotros llamáis santa, y nosotros en el cielo la llamamos de oro, excede a todas las demás escrituras; porque en ella se honra y predica el verdadero Dios, se recuerdan las obras de los Patriarcas y se explican los vaticinios de los profetas. Y porque ninguna obra ha de quedar sin su debida remuneración, atiende a lo que voy a decirte:
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