Palabras de la Virgen instruyendo al justo para el tiempo de la tribulación y para el tiempo del consuelo.
REVELACIÓN 10

Los amigos de Dios, dice la Virgen, andan unas veces envueltos en consuelos y otras en tribulaciones espirituales. Consuelo espiritual es, cuando inspirado por el Espíritu Santo, se deleita uno en la consideración de las maravillosas obras de Dios, la admiración de su paciencia, y otras cosas celestiales. Tribulación espiritual es, cuando contra la propia voluntad molestan al alma pensamientos sucios é importunos, cuando se acongoja de ver que no honran a Dios y que se pierden tantas almas, y cuando el que desea recogerse en las cosas de Dios, se ve en la precisión de mezclarse en los negocios temporales.
Igualmente pueden los amigos de Dios tener, a veces, algún consuelo temporal, como son palabras edificantes, honesto entretenimiento, u otra distracción cualquiera, en que no haya murmuración alguna, ni cosa que no sea muy honesta, lo cual podrás entender, por ejemplo, si consideras lo molesto que a uno sería si siempre tuviera cerrado el puño, o contraídos los nervios, o la mano muy flaca y sin fuerza. De igual manera sucede en las cosas espirituales; pues si el alma estuviese siempre en contemplación olvidándose de sí mismo, le desvanecería la soberbia, o se le disminuiría la corona de gloria. Y por esto los amigos de Dios son unas veces consolados con la inspiración del Espíritu Santo, y otras veces atribulados con permisión de Dios, porque la tribulación saca de raíz los pecados y arraiga los frutos de la santidad.

Pero Dios que ve los corazones y entiende todas las cosas, templa las tentaciones de mis amigos, para que les sirvan de provecho; porque todo lo hace y lo dispone cabalmente en peso y medida. Y como tú, hija mía, has sido llamada al espíritu de Dios, no te inquietes por la longanimidad de Dios, pues está escrito que nadie viene a Dios, si el Padre no lo trajere. Porque como el pastor con el hacecillo de flores lleva tras sí y mete en casa las ovejas, y aunque den vueltas por el establo, no pueden ya salir, porque lo estorban las paredes, el techo es alto, y las puertas están cerradas, y así se acostumbran a comer el heno, y se hacen tan mansas que llegan a comerlo en lo mano del pastor; así también lo que antes te parecía insoportable y difícil, se te ha hecho fácil, hasta tal punto que nada te agrada como Dios.