Si cupiera en mí turbación y pesar, dijo Jesucristo, con razón podría decir ahora: Me arrepiento de haber hecho al hombre. Porque este hombre se ha vuelto un animal que por su gusto se pone en la red, y por más voces que se le den, sigue el apetito de su voluntad; y ya no es menester que el demonio tiente con mucha violencia, sino que el hombre mismo se adelanta a la malicia del demonio. Son ya los hombres como los perros de caza, que al principio los llevan de trailla, y acostumbrados después a coger y despedazar los animales, se anticipan a los cazadores en acudir a la presa. Así el hombre que tiene su placer en estar pecando, es más pronto para pecar, que el demonio para tentarlo.
Y no es mucho que los hombres hagan esto, pues aquellos mismos que por su primacía y dignidad eran los que solían y debían aplacar a Dios, han caído mucho de su santidad y buen ejemplo. Y no se considera que Dios, Señor de todas las cosas, se hizo pobre para enseñar a menospreciar todo lo del mundo y amar lo del cielo. Mas el hombre, de suyo pobre, se ha hecho rico con falsas riquezas, y todos quieren seguir este camino, siendo muy pocos los que no lo intentan.
Así, pues, el Omnipotente sapientísimo ennviará é incitará a un labrador para que venga con el arado, el cual no buscará tierras, ni hermosuras corporales, ni temera la fortaleza de los valientes, ni las amenazas de los príncipes, ni será aceptador de personas; sino que sin respeto de nadie, despedazará las carnes de los hombres y dará en el suelo con sus cuerpos, entregándolos a los gusanos, y las almas las pondrá en poder de aquel a quien sirvieron.
Menester es que mis amigos a quienes yo enviare, trabajen varonilmente y con presteza, porque lo que digo no se cumplirá al fin del mundo, como antes anuncié, sino en estos tiempos; y muchos de los que hoy viven, lo verán, y se cumplirá lo que está escrito: Sus mujeres serán viudas y sus hijos huérfanos, y se les quitará todo lo que los hombres más quieren.
No obstante, los que vinieren a mí con humildad, yo los recibo como Dios misericordioso que soy. Y a los que dieren fruto de justicia con sus obras, yo mismo me daré en pago; pues razón es que se limpie la casa donde ha de entrar el rey, se lave el vaso donde ha de beber, se purifique el agua, y el pan sea muy limpio y blanco, y la masa que ha de meterse en el molde, se apriete bien en él, para que su figura salga conforme al mismo molde. Sin embargo, como tras el invierno viene el verano, así yo, en pos de las tribulaciones enviaré el consuelo a aquellos que se humillaren como unos niños, y que aprecien las cosas del cielo más que las de la tierra. Pero así como el hombre no nace y muere a un mismo tiempo, de la misma manera se cumplirá todo ahora a su debido tiempo.
Ten entendido, ademas, que con algunos quiero obrar según el adagio que dice: Dale en el cuello y correrá, y la tribulación les obliga a acelerar el paso. Con otros haré según está escrito: Abre tu boca y la llenaré. Y a los terceros les diré consolándolos é inspirandolos: Venid, ignorantes y sencillos, y os daré lengua y sabiduria, a la cual no podrán oponer resistencia los habladores. Así lo he hecho ya en estos tiempos; pues he llenado con mi sabiduria a los sencillos y confundido a los doctos; he arrancado de raíz a los presumidos y poderosos, y de repente desaparecieron.
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