Preciosa muerte de los justos, y cuánto les importa ser atribulados en esta vida.
REVELACIÓN 35

No temas, hija, dice Jesucristo, que no morirá esa enferma por quien ruegas, porque sus obras me son agradables. Murió la enferma, y volvió a decir a la Santa Jesucristo: Hija, te dije la verdad, porque no ha muerto, y su gloria es grande; pues la separación del cuerpo y del alma de los justos es solamente un sueño, porque van a despertar a la vida eterna; pero debe llamarse muerte, cuando el alma separada del cuerpo, pasa a la muerte eterna.

Muchos hay que no considerando el porvenir, desean morir con muerte tranquila. Pero ¿qué es la muerte cristiana, sino morir del modo que yo he muerto; esto es, inocente, por mi voluntad y con paciencia? ¿Por ventura, quedé yo deshonrado, porque mi muerte fué ignominiosa y dura? ¿O han de ser tenidos por necios mis amigos, porque sufrieron afrentas? ¿O fué esta disposición del acaso o del curso de las estrellas? No, por cierto; sino que yo y mis escogidos padecimos trabajos, para enseñar con palabras y obras que era penoso el camino del cielo, y para que continuamente se pensase cuánta purificación necesitan los malos, si los escogidos e inocentes padecieron tales tribulaciones.
Ten, pues, entendido, que muere afrentosa y malamente, el que habiendo pasado una vida disoluta, fallece con propósito de seguir pecando; el que siendo dichoso según el mundo, desea vivir más tiempo, y no da gracias a Dios por lo mucho que le debe. Pero el que ama a Dios de todo corazón, y es atribulado inocentemente despreciando la muerte, o es afligido con una larga y penosa enfermedad, éste vive y muere felizmente; porque la muerte dura disminuye el pecado y su pena, y aumenta la corona. Con este motivo te recuerdo dos que a juicio de los hombres murieron con muerte afrentosa y dura, los cuales no se hubieran salvado, si por mi gran misericordia no hubiesen tenido semejante muerte; pero consiguieron la gloria, porque Dios no castiga dos veces a los contritos de corazón.
Por tanto, no deben contristarse los amigos de Dios, si son afligidos temporalmente o si tienen una muerte penosa; porque es mucha dicha llorar de presente y ser afligido en el mundo, para no tener más riguroso purgatorio, de donde no habrá medio de escapar hasta que todo se pague, ni tiempo para hacer buenas obras.