Palabras del Hijo de Dios a la Esposa, manifestándola cómo debemos precaver las tentaciones del diablo comparándosele con los ataques de este enemigo.
REVELACIÓN 39

Cuando el enemigo llamare a nuestra puerta, dice Jesucristo, no habéis de ser como las cabras, que luego se ponen en lo alto del muro; ni como machos cabríos, que levantados sobre sus pies, se dan cornadas unos a otros; sino que habéis de ser como los pollos, que al ver en el aire al ave de rapiña, corren a refugiarse bajo las alas de la madre para esconderse, y aunque una sola pluma de la madre les toque, se alegran al ocultarse debajo de ella.
¿Quién es vuestro enemigo sino el demonio, que tiene envidia de todas las buenas obras, y cuyo oficio es llamar y turbar con tentaciones el alma del hombre? Alborota y llama unas veces con la ira, otras con la murmuración, ya con la impaciencia, ya con la crítica de los juicios de Dios, bien porque no sucedan las cosas a vuestro gusto, bien con otros innumerables pensamientos y tentaciones, todo para apartaros del servicio de Dios, y obscurecer vuestras buenas obras.
Así, pues, cualesquiera que sean vuestros pensamientos, no debéis abandonar vuestro puesto, ni correr al muro como las cabras, esto es, a la dureza de vuestro corazón, ni formar juicios de las obras ajenas, porque muchas veces el que hoy es malo, mañana es bueno; sino que debéis humillaros y temer, teniendo paciencia y rogando a Dios que mejore lo que ha principiado mal.

Tampoco habéis de ser como machos cabríos que se golpean con los cuernos; porque no habéis de volver mal por mal, ni injuria por injuria, sino que habéis de perseverar con paciencia y silencio, esto es, reprimir fuertemente los impulsos de la carne, para que tanto en hablar como en responder, tengáis la debida moderación y os hagáis cierta violencia con gran mansedumbre; porque es propio del varón justo el vencerse a sí mismo, y aun abstenerse de conversaciones lícitas, por evitar el demasiado hablar y el pecado que por lo común resulta de ello; así pues, el que al incomodarse dice todo lo que siente, parece como que en cierto modo se vindica a sí mismo y muestra su liviandad; y obrando así no recibirá por esto la corona, porque no quiso tener paciencia, con la cual habría ganado a su hermano, y hubiera proporcionado para sí mismo mayor recompensa. Porque ¿qué son las alas de la gallina sino la sabiduría y poder Divino? Yo pues, recojo a los que desean mi amparo y mi sombra, como la gallina con sus alas recoge los polluelos, y los defiendo de las redes del demonio con mi poder, y con mi sabiduría les envío inspiraciones para que se salven. Las plumas son mi misericordia, y el que la obtuviere, puede estar tan seguro, como el pollo que se acoge bajo las alas de la madre.
Sed, pues, como polluelos, y acudid a mi voluntad, y en todas vuestras tentaciones y contrariedades, decid de palabra y con obras: Hágase la voluntad de Dios, porque yo defiendo con mi poder a los que en mí confían, los aliento con mi misericordia, los sustenso con mi virtud, los visito con mis consuelos, los alumbro con mi sabiduría, y les pago ciento por uno con mi amor.