Santos del mes de marzo
MARZO
3: CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA (1862-1937).
4: SAN CASIMIRO DE POLONIA, 1458-1484
7: LAS SANTAS PERPETUA Y FELICITAS, mártires. 203.
8: SAN JUAN DE DIOS, 1495-1550
9: SANTA FRANCISCA ROMANA,
1384-1440
14: DON VASCO DE QUIROGA,
1470-1565
17: SAN PATRICIO, obispo, 385-461
18: SAN CIRILO DE JERUSALÉN, obispo y doctor de la Iglesia, 313-386
19: SAN JOSÉ, esposo de la Virgen María.
23: TORIBIO DE MOGROVEJO, arzobispo de Lima 1538-1606
3: CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA (1862-1937).
Nació en San Luis Potosí [México] el 8 de diciembre de 1862, hija de Octaviano Cabrera y Clara Arias. Era de clase media, acomodada y pasó los años de su primera juventud entre la ciudad y las haciendas de su familia.
Muy pronto fue favorecida con especiales gracias de Dios, particularmente en lo que se refiere a la vida de oración y de mortificación.
En 1884 se casó con el señor Francisco Armida, del cual tuvo nueve hijos.
Por los años de 1889 y a raíz de unos ejercicios espirituales, su alma sintió mayores anhelos de perfección y tomó como director espiritual al P. Alberto Mir de la Compañía de Jesús.
Una gracia especial recibida en la fiesta del Santo Nombre de Jesús del año 1894, la impulsó a la realización de una serie de obras que luego tomaron el nombre de Obras de la Cruz. La Sra. Armida trataba de infundir en los cristianos un espíritu de conciencia de su misión dentro de la Iglesia, para que vivieran su sacerdocio bautismal en unión con Cristo, sacerdote y víctima, bajo la acción del Espíritu Santo.
Con este espíritu, Mons. Ramón Ibarra, obispo de Chilapa, erigió en su diócesis una asociación que luego se difundió por toda la República Mexicana, con la aprobación concedida por León XIII (1898).
Por otra parte y secundada por su director espiritual, la Sra. Armida fundó la Congregación de las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús (1897).
En 1904, conociendo las cualidades del P. Félix Rougier, por aquel entonces superior de la comunidad de padres maristas en la ciudad de México, le pidió que colaborara en la fundación de religiosos, asunto que no se llevó a cabo hasta 1914, después de muchas vicisitudes y trabajos, en los que resplandecieron las virtudes de paciencia y obediencia, tanto de la Sra. Armida como del P. Félix.
Las especiales gracias místicas que recibió la señora, fueron objeto de estudio y de examen por parte de la autoridad del arzobispo de México, quien encomendó en diversas ocasiones el examen de la persona y de los escritos a destacados eclesiásticos.
A petición de la Sra. Armida, monseñor Ibarra estableció en su arquidiócesis de Puebla otra asociación, con el nombre de Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús, destinada a aquellas personas que no pudiendo abrazar la vida religiosa deseaban, con todo, vivir en el mismo espíritu (1909). Para los sacerdotes, creó el mismo Mons. Ibarra un grupo con el nombre de Liga Apostólica, para fomentar las Obras de la Cruz.
Aprovechando la peregrinación a Roma y Tierra Santa, que en 1913 organizó Mons. Ibarra, para conmemorar la libertad que dio a la Iglesia el emperador Constantino, la señora fue, examinada en Roma y hallada persona de virtud y veracidad incuestionables.
La última etapa de la vida de la Sra. Armida, después de que se desencadenara la cruel persecución religiosa en México (1916-1937), fue de oración y sacrificio, en que ofreció todos sus trabajos por la Iglesia y los sacerdotes.
Además de los opúsculos que ella publicó durante su vida, especialmente para ayudar a las almas en la devoción eucarística (Ante el Altar, Horas Santas, Visitas al Santísimo y otras), dejó un notable acervo de manuscritos, entre los que descuella su Cuenta de Conciencia.
Por gracia concedida por Pío X, desde 1910, la señora Armida murió como religiosa de la Cruz el 3 de marzo de 1937.
Sus restos descansan ahora en la cripta de la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, en el Altillo (Coyoacán) y ha sido introducida la causa de su beatificación.
La señora Armida es un ejemplo de una madre de familia que supo aunar sus deberes de estado con un inflamado amor a la Iglesia y celo apostólico.
(vea un video)
"La obra evangelizadora de la Iglesia en América Latina es el resultado del unánime esfuerzo misionero de todo el pueblo de Dios. Ahí están las incontables iniciativas de caridad, asistencia, educación y de modo ejemplar, las originales síntesis de evangelización y promoción humana de las misiones franciscanas, agustinas, dominicas, jesuitas, mercedarias y otras: el sacrificio y la generosidad evangélicos de muchos cristianos, entre los que la mujer, con su abnegación y oración, tuvo un papel esencial". Documento de Puebla, n. 9.
(textos
y videos)
4: SAN CASIMIRO DE POLONIA, 1458-1484
Casimiro sólo llegó a la edad de 26 años; nunca fue coronado y. sin embargo, es más conocido por el pueblo que cualquiera de sus reyes y gobernantes, porque vivió la devoción y las virtudes de los campesinos polacos. El hombre común y sencillo no siempre ha entendido las elucubraciones intelectuales y religiosas de los reyes obispos, científicos y teólogos; pero, hasta en los últimos poblados,' se sabía que este joven de sangre real se dejaba ver más en las iglesias, que en la corte; se le observaba recogido ante el altar, sin importarle gran cosa el movimiento de los fieles. A menudo se oía que se levantaba, avanzada la noche y ordenaba abrir la capilla para quedarse a solas con Dios; ni el sarcasmo ni las burlas lo podían apartar de sus oraciones.
Las relatos de los evangelistas y las observaciones de los santos padres acerca de la pasión de Cristo, le impresionaban a tal grado que quería, en su vida diaria, participar en la pasión del Señor: llevaba un vestido de penitente, dormía en el suelo y rechazaba los opíparos banquetes de la corte.
San Casimiro aceptó la elección como rey de los Húngaros, sólo para obedecer las órdenes de su padre; la corona le causaba mucha angustia, ya que él pensaba en la corona de espinas que llevó el Señor. Con gran alegría recibió la noticia de que un sector de la población de Hungría, por los devaneos de la política, se pronunció en su contra, por ser un rey impuesto desde el exterior.
Cuando tuvo que ocuparse de la política de Polonia, se preocupaba por hacerles justicia a las viudas, a los pobres, a los huérfanos. Asimismo se propuso lograr que los rutenos cismáticos entraran nuevamente al seno de la Iglesia católica.
Notable era, en verdad, la devoción mariana de san Casimiro: diariamente se arrodillaba ante una imagen de la Virgen María y le cantaba un himno que él mismo había compuesto: "Omni die dic Mariae". (Todo el día invoca a María). Durante su agonía expresó el deseo de que una copia de este himno fuese enterrada con él. Murió en Grodno, el 4 de marzo de 1484.
Fue canonizado en 1521 por el papa León X, en el mismo año en el que Lutero quedó excomulgado y en el que se convirtió san Ignacio de Loyola.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, que nos llamas a servirte para hacernos partícipes de tu Reino, concédenos por intercesión de San Casimiro cumplir siempre tu voluntad con fidelidad y amor. Por nuestro Señor Jesucristo. .. Amén
Se intenta que la oración llegue a convertirse en actitud de vida, de modo que oración y vida se enriquezcan mutuamente: oración que conduzca a comprometerse en la vida real y vivencia de la realidad que exija momentos fuertes de oración. Además de buscar la oración íntima se tiende de modo especial a la oración comunitaria, con comunicación de la experiencia de fe, con discernimiento sobre la realidad, orando juntamente con el pueblo. Documento de Puebla, n. 727.
7: LAS SANTAS PERPETUA Y FELICITAS, mártires. 203.
Quién no conoce las Actas de los mártires, esa incomparable colección de documentos de los primeros tiempos de la Iglesia, que reflejan la voluntad de los césares de destruir a los confesores del cristianismo? Hojeemos esas páginas, y leamos cómo la noble Perpetua, hija de un padre pagano y de una madre cristiana, madre ella misma, afrontó la muerte junto con su es-clava Felicitas.
En la cárcel escribió la historia de su persecución: "Cuando nosotras, cuenta, aún estábamos junto con los alguaciles y mi padre, lleno de amor, no dejaba de hablarme para convencerme de que apostatara, le dije yo: '¿Ves aquel jarrón?' Sí, contestó él, 'lo veo'. Yo seguí preguntando: '¿Se le puede nombrar de otro modo de que le corresponde?' Y él contestó: 'No'. 'Entonces tampoco yo me puedo llamar de modo distinto a lo que soy: Cristiana'"
"Cuando fuimos llevados al interrogatorio, mucha gente se había aglomerado, porque el rumor de que íbamos a comparecer ante los jueces había sido divulgado en la comunidad. Subimos a la tribuna. Todos los demás confesaron su fe. Luego me tocó a mí; en el mismo instante vi llegar a mi lado a mi padre con mi hijo. Mi padre me arrastró escaleras abajo y me dijo: '¡Pide perdón, ten piedad de tu hijo!'."
"El procónsul Hilariano, en cuyas manos se encontraba la jurisdicción sobre la vida y la muerte en aquel tiempo, me dijo: '¡piensa en los cabellos blancos de tu padre, considera la edad tierna de tu hijo; sacrifica por el bien de los césares!' Yo solamente contesté: 'Eso no lo haré'. Luego preguntó Hilariano: '¿Eres tú cristiana?', y yo contesté: 'Sí lo soy'".
"Cuando mi padre trató de arrastrarme de nuevo hacia abajo, fue sacado de la tribuna por orden del juez y azotado con látigos; eso me dolió en el alma, como si fuera yo misma a la que azotaban; tanto me dolió la desdicha del anciano. La sentencia del juez consistió en que nosotras fuéramos arrojadas a los animales salvajes. Alegres, bajamos de nuevo al calabozo".
La persona que hace esta narración, aparentemente fue testigo ocular de su ejecución, el día del cumpleaños del césar. Menciona a la esclava Felicitas: "En cuanto a Felicitas, le tocó la gracia del Señor de esta manera: Estaba encinta desde hacia ocho meses, en ese estado había sido capturada y el día de los juegos se acercaba".
"Esta circunstancia la entristecía profundamente pues, debido a su estado, podría quedarse atrás. Sus compañeros mártires unánimemente rezaron por ella al Señor tres días antes de los juegos. Efectivamente, poco después de la oración, comenzaron los dolores del parto. Cuando ella se quejaba fuertemente a causa del dolor de su parto prematuro, uno de los guardianes le dijo: 'Si ya desde ahora te lamentas en esta forma, ¿qué harás cuando te echen a las bestias?' Ella le contestó: 'Ahora estoy sufriendo yo misma, pero allá habrá otro dentro de mí que sufrirá por mi, porque eso redundará en su gloria'. Felicitas dio a luz una niña a la cual una de nuestras hermanas crió como su hija'".
Luego amaneció el día de la victoria y los mártires caminaron pocos pasos, desde el calabozo hasta el anfiteatro, como si fueran directamente al cielo, alegres y muy bellos. Temblaban de alegría, no de miedo.
Después de superar la ferocidad de las bestias se prepararon para el holocausto. A gritos exigió la multitud ver a los mártires para deleitarse cuando la espada cercenara sus cabezas. Los mártires se levantaron, se besaron para concluir su martirio con un solemne beso de paz y se fueron a la arena. Inmóviles, silenciosos, recibieron el golpe mortal. Sáturo ya había sucumbido al ataque de un feroz leopardo. Fue el primero en entregar su alma a Dios; siguió Felicitas, que fue decapitada por un gladiador. Perpetua, sin embargo, debía sufrir aún más dolores; le clavaron la espada entre las costillas, lanzó un grito y luego ella misma llevó la mano temblorosa del verdugo no adiestrado, a su cuello.
Veintidós años tenía Perpetua cuando su sangre enrojeció la arena de Cartago el 7 de marzo del 203. Las actas de su martirio fueron leídas, desde los tiempos de san Agustín, año por año, el día de su conmemoración en las comunidades cristianas del norte de África, hasta que los ataques de los vándalos y del islamismo convirtieron en ruinas aquellas ricas ciudades marítimas y la tradición cristiana fue enterrada en las arenas del desierto.
La basílica de los mártires cartagineses, sepultada desde hacía miles de años debajo de la arena, ha sido excavada de nuevo. Su tumba ha desaparecido; pero, ¡qué importa eso! En los altares de la Iglesia católica se renueva la memoria de las santas Perpetua y Felicitas diaria-mente, en el Canon Romano, durante el sacrificio de la Misa.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, por cuyo amor las santas mártires Perpetua y Felicitas fueron capaces de resistir persecuciones y tormentos, concédenos por su intercesión la gracia de amarte más, cada día. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén
"En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta, a la cual debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene escrita por Dios en su corazón una ley, que, obedecida, reafirma la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente". Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo actual Gaudium et Spes, n. 16.
8: SAN JUAN DE DIOS, 1495-1550
La vida de este santo es un magnífico ejemplo de evangelización. Vemos a un hombre de 40 años, evangelizado y convertido a Cristo, que se dedicó a evangelizar, a proclamar la buena nueva a los marginados, enfermos mentales, vagabundos y mujeres explotadas por la prostitución.
Nació en Portugal, cerca de Lisboa, en 1495. Desde su niñez abandonó su casa para trabajar como empleado en Castilla, pero a partir de 1522 lo encontramos en el ejército español, peleando contra los franceses y después, contra los turcos en Hungría; influenciado por el ambiente de la soldadesca y alejado de todo contacto con Dios, cayó en graves vicios y pecados.
A los 40 años de edad, lo encontramos otra vez en España, arrepentido de los errores cometidos y anhelando consagrarse a Dios. Decidió liberar a los cristianos de África, presos por los mahometanos, con la esperanza de alcanzar el martirio.
En Ceuta, su confesor lo quiso apartar de ese deseo y lo exhortó a vivir una vida sin exageraciones en España; de manera que, a los 43 anos, en Granada, estableció una pequeña tienda de artículos religiosos.
Con razón en su encíclica "Evangelii Nuntiandi" el papa Pablo VI menciona que "sería un error no ver en la homilía un instrumento válido, apto para la evangelización" (n. 43). Un solo sermón del religioso, beato Juan de Ávila, influyó tanto sobre Juan que lo decidió a implorar la misericordia divina, como penitente, en forma tan espectacular, que tuvo que ser encerrado en el manicomio. El celoso predicador no lo dejó abandonado, sino que buscó el contacto personal (Ev. Nunt. n. 46); lo convenció de que, en adelante, debería manifestar su arrepentimiento, atendiendo material y espiritualmente a los hermanos más necesitados de Cristo, siempre abundantes en la España del siglo XVI.
Empezó en el manicomio de Granada, en donde los enfermos, según la costumbre de entonces, eran atados con cadenas y golpeados como animales. Se puede decir que por el influjo del santo y después de su muerte, por medio de los "Hermanos de san Juan de Dios", se realizó un enorme adelanto en la medicina psiquiátrica, al reconocer la locura como una enfermedad que se puede curar con un método integral físico y espiritual.
En 1540, el santo trabajó en un hospital con 42 camas, en donde él mismo atendía a los enfermos más abandonados y los dirigía espiritualmente. Aun cuando no era sacerdote, rezaba con los sacerdotes y, a la vez les prestaba los servicios más humildes. A los vagabundos y ancianos, viéndolos con los ojos del mismo Cristo, los reunía en un asilo.
A pesar de las burlas y calumnias de los "buenos católicos", se empezó a preocupar por la suerte de las prostitutas de Granada; tenía el consuelo de recibir el total apoyo de su arzobispo y la ayuda generosa de muchas personas que habían captado la santidad heroica de este aventurero de Cristo, en un ambiente todavía impregnado de resabios de feudalismo.
Con toda prudencia, el santo empezó a reunir compañeros dispuestos a ayudar; estos hombres fueron la base de su Congregación, organizada veinte años después de la muerte del fundador. Tiene actualmente su sede principal en la Isla del Tíbar, en Roma, en donde los italianos les dieron el nombre "Fate bene fratelli" (los hermanos que hacen el bien).
Entre los hechos prodigiosos de su vida, que las artes han inmortalizado, se cuenta que salvó personalmente a los enfermos del hospital, en medio de las llamas, sin recibir daño alguno. Extenuado por estos trabajos y por el esfuerzo de rescatar a un hombre que estaba ahogándose, durante una inundación, Juan murió a los 55 años, el 8 de marzo de 1550, arrodillado delante del altar.
En 1690 fue canonizado. El papa León XIII lo declaró, junto con san Camilo de Lelis, "patrono de los hospitales y de los enfermos".
ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso, que concediste a San Juan de Dios un amor solícito por los pobres y por los enfermos, infunde en nosotros un eficaz espíritu de servicio a los necesitados y otórganos un lugar con ellos en tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"Viéndome tan gravado por las deudas, muchas veces no salgo de casa por tanto que debo y, viendo padecer a tantos pobres, hermanos y prójimos míos y con tantas necesidades, así del cuerpo como del alma, como no los puedo socorrer, me pongo muy triste, mas confío en Jesucristo; que él me desempeñará, pues él conoce mi corazón". Cartas de san Juan de Dios.
9: SANTA FRANCISCA ROMANA, l384-l440
En medio de los restos de la Roma pagana, se encuentra la tumba de santa Francisca Romana, en la iglesia de Santa María Nova. Su vida se desenvolvió en medio del ambiente hostil del siglo XIV en Roma, durante el gran cisma de occidente, cuando la sociedad vivía una renovación del paganismo, entre los extremos del desmedido lujo y vanidad de los poderosos y la excesiva pobreza de los humildes. Francisca, con el perfume de sus virtudes, supo aliviar la gran miseria moral de su ambiente.
Nuestra santa nació de una familia romana acaudalada, que la destinó a casase a los 13 años, con el joven Lorenzo Ponciano. Ambos formaron un matrimonio modelo durante 40 años.
Francisca tenía, desde niña, el deseo de dedicar el mayor tiempo disponible a la oración, la visita a los enfermos y la ayuda a los pobres.
Durante este período de desdichas, las grandes basílicas semi-destruídas, servían de refugio a la gente sin techo y hasta a los animales. El hambre y la peste diezmaron la población. Fran-cisca encontró en su cuñada, Venozza, una buena colaboradora para la práctica de los consejos evangélicos, aunque no faltaron las críticas de la sociedad noble sobre la "exagerada" piedad y caridad de las dos parientas; pero sus respectivos esposos las respaldaron en este apostolado.
Francisca defendía y practicaba esta sentencia: "Es magnífica la devoción de una mujer casada, con tal de que no olvide nunca que su principal deber es ser ama de casa; y aunque muchas veces tenga, que abandonar a Dios en el altar, lo encontrará, ciertamente, en el trabajo de la casa". Francisca cuidó el bienestar material y espiritual de sus 3 hijos y de su servidumbre.
Cuando la miseria aumentó a tal grado, que la gente se moría de hambre en las calles, Francisca y Venozza no sólo vendieron sus joyas y vestidos de lujo, sino que hasta pidieron limosna humildemente en los Portones de los palacios romanos, para poder ayudar a sus hermanos menesterosos.
A esto se añadieron las calamidades de la guerra civil. Lorenzo decidió defender al legítimo papa, quien fue atacado por las tropas del rey de Nápoles, partidario del antipapa y al ser ocupada Roma, tuvo que huir. Lorenzo fue herido gravemente, sus bienes fueron confiscados y hasta su hijo, Juan Bautista, fue llevado como rehén por las tropas.
Durante los 7 años de la ausencia de su esposo, Francisca convirtió una parte de su palacio, en hospital para niños pobres y huérfanos. Con la aprobación de su confesor, fundó la tercera orden de benedictinos del Monte Olivete. Después de la muerte de Lorenzo, en 1436, Francisca se asoció a esta comunidad. Fue extraordinaria su devoción y trato familiar con el ángel de la guarda; en realidad ella era un verdadero ángel custodio para innumerables indigentes.
Aureolada con estas virtudes, descansó en el Señor el 2 de marzo de 1440. Al año siguiente se iniciaba el proceso de su beatificación. El papa Pablo V la canonizó en 1608.
ORACIÓN COLECTA
Por intercesión de santa Francisca Romana, que supo cumplir ejemplarmente tu voluntad, tanto en su vida de casada como en su vida de religiosa, concédenos, que sepamos encontrarte y servirte fielmente en cualquier situación de nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"En este barrio, después de su matrimonio, vivió mucho tiempo, antes de fundar las oblatas de la congregación benedictina del Monte Olivete, santa Francisca Romana, nacida en 1384 y muerta en 1440. Ella transformó su rica morada transtiberina en casa para los necesitados y en hospital para los enfermos; iba mendigando de puerta en puerta para los pobres, a través de las calles del Trastévere, ella que estaba emparentada con la noble familia de los Ponziani". Homilía de Juan Pablo II en la Misa celebrada durante la visita pastoral a la parroquia romana de Santa María "in Trastévere", 27 de abril, IV domingo de Pascua 1980.
14:
Santa Matilde Alemania
Reina de Alemania (c.a. 890-968) Hija de Teodorico, conde sajón, nació en
Wesfalia alrededor del año 890. Se educó en el monasterio de Herford. Sus
padres la casan en el año 909 con Enrique el Pajarero -llamado con este
apodo por su afición a la caza con halcones- duque de Sajonia. A la muerte
de Conrado, es elegido Enrique rey de Alemania en el 919. Es un buen
príncipe con sus súbditos y añade a sus territorios Baviera después de
conquistarla.
Matilde se ha convertido en una reina piadosa y caritativa. Está como
alejada de las vanidades de la corte; día y noche reza; conocen los
palaciegos sus costumbres. Gran parte de su tiempo está ocupada con atención
a los desvalidos; visita a los enfermos e intenta dar consuelo a afligidos.
Y esto lo sabe, aprueba y apoya su marido. Así transcurrieron sus 23 años de
matrimonio hasta el año 936 en que muere Enrique. Después de la muerte del
esposo, entrega sus joyas a los pobres, significando la total ruptura con la
pompa del mundo. El matrimonio ha tenido tres hijos: Otón, emperador de
Alemania en el 937 a la muerte de su padre y luego de Roma en el 962 después
de haber vencido a los bohemios y lombardos; Enrique, duque de Baviera y san
Bruno, arzobispo de Colonia.
Sufrió las tensiones y luchas entre sus hijos Otón y Enrique por el poder y
hasta tuvo que soportar la amargura de la conspiración contra ella por parte
de sus hijos que la acusaron injustamente de dilapidar los bienes del
Estado. Es su época de restaurar iglesias y fundar monasterios; sobresalen
sobre todos el de Polden, en el ducado de Brunswich, que llega a albergar
para Dios a trescientos monjes, y el de Quedlimburgo, en Sajonia, donde
murió y reposan sus restos junto a los de su marido que allí los trasladó.
Antes de morir en el año 968, quiso hacer humilde confesión pública de sus
pecados ante los monjes del lugar.
Oremos
Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo
nombre, semejantes a los que diste à Santa Matilde, para que así,
sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo también nosotros te
agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo.
14: DON VASCO DE QUIROGA, l470-l565
Nació de noble familia en Madrigal de las Altas Torres, en Ávila, en 1470 (según otros en 1478). En su juventud hizo una brillante carrera en jurisprudencia y se licenció en cánones, en Valladolid. Fue juez de residencia en Orán y representó a la corona española en los tratados de paz con el rey de Tremecén (1526). Ocupaba un cargo en la cancillería de Valladolid, cuando el emperador Carlos V lo envió a México, formando parte de la Segunda Audiencia que presidía Sebastián Ramírez de Fuenleal.
Contribuyó, pues, como oidor a la pacificación de los ánimos y a la reorganización de la sociedad, tan perturbada por el mal gobierno de la Primera Audiencia, particularmente en la provincia de Michoacán; allí se ganó el afecto y el aprecio de indígenas y españoles, por su trato amable y espíritu de justicia.
Inteligente en conocer las causas de los males sociales y especialmente sensible al mal trato que sufrían los indígenas, ideó una forma adecuada de resolverlos: esta idea la exponía ya en una carta al emperador (14 agosto 1531). Se trataba de los pueblos hospitales, una institución original que educaba al indígena dentro de una convivencia humana y cristiana. Al mismo tiempo, se asistía a los enfermos, se trabajaba en común, se repartían los frutos justamente y se aprendían los principios de la verdadera economía y de lo que podríamos ahora llamar autogestión.
Habiendo sido autorizado para poner en práctica esta obra, en 1532 fundaba el Hospital de Santa Fe, no lejos de la ciudad de México. Poco después y con objeto de restañar las heridas producidas en las poblaciones tarascas por la avaricia y rapiña de Nuno de Guzinan, fundó Don Vasco otro hospital: Santa Fe de la Laguna, cerca de Tzintzuntzan.
Además de esto, poniendo su ciencia de perito en jurisprudencia al servicio de la justicia cristiana, escribió la "Información en Derecho", en donde impugna la real célula de 1434, que volvía a permitir la esclavitud del indígena.
Todos estos méritos le valieron que, siendo solamente un seglar, fuera presentado para regir la recién fundada diócesis de Michoacán, erigida por Pablo III, con sede en la capital tarasca de Tzintzuntzan agosto 1534).
Pasó pues, Don Vasco de Quiroga, a establecer y organizar su diócesis, luego de ser consagrado por el obispo de México, Fr. Juan de Zumárraga.
En 1542 trasladó la sede a Pátzcuaro, en donde fundó la catedral y el Colegio de San Nicolás. Este centro de enseñanza de latín y ciencias teológicas y morales, fue sumamente benéfico para la Iglesia; convivían los jóvenes españoles con los indígenas, y así casi todos supieron hablar en lengua española y tarasca. Basta con decir que, en 1576 eran más de 200 sacerdotes y otros tantos religiosos, egresados de las aulas de San Nicolás.
Bajo la protección de Don Vasco, floreció igualmente la Cara de altos estudios de Tiripetio, para cuya dirección mandó venir al insigne Pr. Alonso de la Vera Cruz.
Fundó curatos y puso las bases de muchos pueblos en las regiones de los actuales estados de Michoacán, Guanajuato y Jalisco, teniendo como principal objetivo la conversión de los indígenas a los que Se Conocieron bajo el denominador común de chichimecas.
Fue a España de 1547 a 1554 para arreglar varios asuntos de su diócesis: y sobre todo, para reclutar escogidos eclesiásticos.
A principios de 1565 se encaminó al pueblo de Uruapan para emprender una serie de visitas pastorales. Ahí entregó su alma a Dios, el 14 de marzo.
Su figura perdura aún viva en el recuerdo de los indígenas que lo llaman simplemente "Tata Vasco", y es para la Iglesia ejemplo vivo del verdadero evangelizador, que procura el bien es-piritual y material de sus ovejas.
"Son lecciones de humanismo, de espiritualidad y de afán por dignificar al hombre, las que nos enseñan Antonio Montesinos, Córdoba, Bartolomé de las Casas, a quienes harán eco también en otras partes, Juan de Zumárraga, Motolinla, Vasco de Quiroga, José de Anchieta, Toribio de Mogrovejo, Nóbrega y tantos otros. Son hombres en los que late la preocupación por el débil, por el indígena, sujetos dignos de todo respeto como personas y como portadores de la imagen de Dios, destinados a una vocación trascendente. De ahí nacerá el primer derecho internacional con Francisco de Victoria". Homiha de papa Juan Pablo II en la misa concelebrada en la Plaza Independencia de Santo Domingo, 26 de enero, de 1979.
17: SAN PATRICIO, obispo, 385-461
Es un hecho providencial que los irlandeses tengan como su santo y misionero más grande, a un hombre que nació en Inglaterra. Fue bautizado y educado como católico hasta la edad de 16 años. En este tiempo fue raptado, con muchas otras personas, por piratas irlandeses todavía paganos. Fue vendido como esclavo y tuvo que trabajar como pastor; sin embargo, Patricio ofreció los 6 años penosos de su juventud, a Dios. Por entonces logró huir y llegar otra vez a Inglaterra. Sentía el llamamiento de Dios para dedicar su vida como misionero en esa "Isla Verde", cuyos habitantes consideró como sus futuros hermanos en el amor de Cristo, ya que conocía perfectamente su lengua y sus costumbres.
Aceptado por el obispo Germanus, de Auxerre (Francia), fue ordenado, y unos años después consagrado "obispo misionero" de Irlanda.
Durante 30 años se dedicó a la evangelización de aquel pueblo, a pesar de que algunos fanáticos paganos y sus hechiceros, trataron de matarlo varias veces.
Su arma era caminar sin armas por este mundo, fundar comunidades de vida monástica y convertir ante todo a los hijos de los príncipes, quienes eran después sus mejores cooperadores.
Diariamente trató de ofrecer a Dios el rezo de los 150 Salmos que figuran en el breviario de los sacerdotes, durante todo un mes. Ofrecía a Dios penitencias voluntarias, en favor del pueblo Irlandés, que finalmente desarrolló una fe tan arraigada, que no ha podido ser quebrantada por todo el poder de la persecución inglesa muy larga, cruel y discriminatoria. Muchos misioneros y emigrantes han llevado la fe católica a los Estados Unidos, a Australia y a varias regiones de misión.
El éxito del catolicismo en los Estados Unidos no se puede explicar sin la abnegación y el heroísmo de los inmigrantes irlandeses, seglares, sacerdotes y religiosos. Por eso, la fiesta de san Patricio se identifica con la fiesta del catolicismo de los Estados Unidos de Norteamérica.
Iglesia y pueblo forman en Irlanda una admirable unidad que ciertamente vencerá las acciones terroristas de un pequeño grupo desobediente a sus pastores y apoyado por grupos terroristas del extranjero.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que enviaste a tu obispo san Patricio a predicar el Evangelio a los habitantes de Irlanda, haz que, por su intercesión, los cristianos anunciemos a todos tu verdad y tu amor con nuestra vida diaria. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén
"Cuando el sucesor de Pedro se encuentra por primera vez en tierra irlandesa, en el suelo de Armagh, no puede dejar de recordar la primera venida aquí, hace más de mil quinientos años, de San Patricio. Desde el día en que fue pastor de Slemish, hasta su muerte en Saúl, Patricio fue un testigo de Jesucristo. No muy lejos de aquí, en la colina de Síane, se dice que él encendió por primera vez en Irlanda el fuego pascual, de tal manera que la luz de Cristo ha iluminado a Irlanda entera y ha unido al pueblo entero en el amor del único Jesucristo.
"Que yo permanezca fiel hasta el fin de mi vida a la luz de Cristo. 'Esta era la oración de san Patricio. Que el pueblo de Irlanda permanezca siempre fiel a la luz de Cristo'. Esta era su oración constante por los irlandeses". Juan Pablo II, 29 de septiembre, 1979
18: SAN CIRILO DE JERUSALÉN, obispo y doctor de la Iglesia, 313-386
De la juventud de Cirilo no sabemos mucho. Probablemente nació cuando el Edicto de Milán devolvió a la Iglesia, en el 313, la libertad. Su estilo cultivado de predicar y escribir hace suponer que había recibido excelente formación literaria.
Hacia el año 350, fue consagrado obispo de Jerusalén. Era creencia general que, entre los escombros de la ciudad destruida, en el Sitio donde había estado la casa en la que Jesús y sus discípulos celebraron la última cena, se había construido un templo cristiano, que fue el escogido por Cirilo para predicar su famosa Catequesis sobre los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
El siglo IV fue una época en la que se desarrollaron las más encarnizadas luchas teológicas sobre la divinidad de Cristo y el misterio de la Santísima Trinidad. En esas discusiones Cirilo expuso su posición. Fue acusado falsamente de inclinarse a la herejía del arrianismo y fue expulsado de su sede episcopal. Tres veces tuvo que abandonar la "Ciudad Santa" por las intrigas de sus adversarios, tanto clericales como políticos. De sus 38 años de episcopado, pasó 16 en el destierro.
A partir del año 378 presidió su diócesis de Jerusalén, de la cual escribía Gregorio de Nisa en el año 378: "En esa mal llamada 'ciudad Santa' no hay crimen como el robo, el asesinato y las calumnias de herejías que no se encuentren".
A pesar de tantos sufrimientos, Cirilo se mostró siempre un obispo pacificador, piadoso y lleno de amor a sus adversarios; jamás los atacó o insultó, sino todo lo contrario, siempre los quiso atraer al amor de Cristo.
En el Concilio de Constantinopla, del 381, se le aplaudió por su heroísmo y sus declaraciones: "El error presenta muchas formas, la verdad una sola cara".
Debemos observar, además, que nuestro santo evitó el error de algunos teólogos de entonces: el menosprecio del cuerpo humano y del matrimonio. Apoyándose en la Sagrada Escritura, San Cirilo encontró la verdadera armonía de todos los valores naturales y sobrenaturales.
En su Catequesis es notable su reverencia a la Eucaristía. Sobre las personas que recibían la Eucaristía en la mano, y entre las cuales algunas lo hacían con poco respeto, San Cirilo escribió lo que hoy vale al pie de la letra: "Hagan de su mano izquierda como un trono en que se apoye la mano derecha que ha de recibir al rey; santifiquen luego sus ojos con el contacto del cuerpo divino y comulguen; no pierdan la menor partícula".
Podemos decir, como conclusión, que al lado de los grandes teólogos que ilustraron el misterio de la Santísima Trinidad, como San Hilario, san Atanasio, san Agustín, etc., figura ciertamente San Cirilo, obispo de Jerusalén, el cual practicó plenamente el mandato de Cristo: "Id y enseñad" (Mt 28, 18).
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por medio de las enseñanzas de San Cirilo de Jerusalén, hiciste com-prender mejor a tu Iglesia el misterio de la salvación, concédenos por sus méritos, conocer y amar más profundamente a Cristo, nuestro salvador, que vive y reina contigo... Amén.
"El Esposo llama a todos sin distinción, ya que su gracia es amplia y liberal; la fuerte voz de sus pregoneros convoca a todos; pero él discierne luego a los que han entrado en aquel banquete de bodas, figura del bautismo.
Que no suceda ahora que alguno de los que han dado su nombre para ser bautizados, llegue a oír aquellas palabras: 'Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de boda?'
'Cada uno de nosotros comparecerá ante Dios, en presencia de un innumerable ejército de ángeles. El Espíritu Santo sellará sus almas como elegidos, para formar parte de la milicia del gran rey". San Cirilo de Jerusalén "catequesis" 3, 1-3; PC 33, 426-430.
19: SAN JOSÉ, esposo de la Virgen María.
Hay en los Evangelios dos genealogías de san José, una en san Mateo (l- 1-16) y la otra en san Lucas (3, 23-38). No pretenden presentar un registro histórico completo de ascendencia, sino que las dos quieren probar lo esencial para la vocación de san José: que era "hijo de David" y que era "el esposo legal de María, de la cual nació Jesús" (Mt 1, 16).
La gran bendición, prometida en la antigua alianza a David y a su descendencia (2 Sam 7, 12), se realiza en este obrero de Nazaret, que transmitió a Jesús el derecho a la herencia de David y que, por ley impone el nombre al niño nacido de María.
La Biblia nos cuenta pocas escenas de la vida de José y María y de la convivencia de ambos con el niño Dios; pero la Biblia no satisface, ciertas curiosidades que quieren penetrar sin reverencia, en la esfera privada de la Sagrada Familia y analizar todo bajo un supuesto control técnico y psicológico.
La Biblia nos dice lo más importante de San José: que ante los ojos de Dios era hombre justo y santo. San Mateo (1, 19) relata cómo José, ya como novio comprometido con María, sin reclamar, sin gritar, sin hacer oír su voz por las calles, pensó despedir a María, quien aparentemente había cometido una grave falta.
Dios le exige a José una fe como la de Abraham, la fe en el milagro, que obliga a José a superar sus propios criterios y sus legítimas esperanzas de hombre. La manifestación del ángel: "Lo concebido en ella viene del Espíritu Santo" (Mt 1, 20), significaba para José la aceptación Y transformación de su vida humana en ofrenda permanente a Dios.
Por gracias muy especiales vemos cómo en el curso de los acontecimientos siguientes, José presta siempre una obediencia a la fe, inmediata e incondicional, que se levanta contra toda clase de obstáculo una obediencia silenciosa y humilde, que convierte a este hombre uno de los santos más grandes del Nuevo Testamento.
Durante los años que vivió en Nazaret, José introdujo al niño. Jesús en las costumbres civiles y religiosas de su tiempo. En su crecimiento humano, Jesús aprendió de José el rezo diario en el hogar y el rezo comunitario en la sinagoga de Nazaret. Recordemos que Jesús, María, José, las personas más sagradas de la tierra, alababan a Dios con los mismos textos sagrados de los Salmos que nosotros.
Jesús aprendió de José, pero también José aprendía cada vez más de Jesús. José experimentó en su vida lo mismo que decía Juan el Bautista: "Es necesario que él crezca y que yo' venga a menos" (Jn 3,30).
Se deben mencionar dos grandes falsificaciones de la vida de San José: la primera se realizó en la literatura apócrifa, por medio de leyendas primitivas que no vale la pena mencionar; la segunda, ha llega hasta nuestros días en gran parte por las manifestaciones del arte cristiano, que nos han presentado a José de avanzada edad o de dudosa virilidad.
La grandeza de este hombre estriba, precisamente, en su libre cooperación a la misión especial que Dios le había confiado, como hombre normal, en la edad normal de un obrero judío que se prepara para He' una digna existencia humana. Desde los tiempos de Cristo, la incomprensión de los hombres se cebó ante el misterio y la grandeza de san José.
La liturgia tardó muchos siglos para darle un sitio apropiado a dignidad. Entre los santos que promovieron su devoción figuran: San Bernardo de Claraval, santa Teresa de Ávila y san Francisco de Sales.
El papa franciscano Sixto IV introdujo su fiesta en el calendario de la Iglesia en 1479. Desde 1919 tenemos el prefacio de San José. El papa Pío XII declaró en 1956 el 1º de mayo como fiesta universal honor de san José obrero. El papa Juan XXIII hizo que se añadiera su nombre en el Canon Romano y casi lo declaró como "santo ecuménico", al recibir a un grupo de peregrinos judíos, presentándose a ellos con palabras: "Soy José, vuestro hermano".
En las letanías dirigidas a san José podemos encontrar una fuente de profunda meditación sobre su vida y virtudes.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, que quisiste poner bajo la protección de José el nacimiento y la infancia de nuestro redentor, concédele a Iglesia proseguir y llevar a término, bajo su patrocinio, la obra de la' redención humana. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.
"El Hijo de Dios, el Verbo encarnado, durante 30 años de su vida terrena permaneció oculto; se ocultó a la sombra de José.
Al mismo tiempo, María y José permanecieron escondidos en Cristo, en su misterio y en su misión. Particularmente José, que como se puede deducir del Evangelio dejó el mundo antes de que Jesús se revelase a Israel como Cristo, y permaneció oculto en el misterio de aquel a quien el Padre celestial le habla confiado cuando todavía estaba en el seno de la Virgen, cuando le dijo por medio del ángel: 'No temas recibir en tu casa a María, tu esposa' (Mt 1, 20).
Eran necesarias almas profundas -como la de santa Teresa de Jesús- y los ojos penetrantes de la contemplación, para que pudieran ser revelados los espléndidos rasgos de José de Nazaret: aquel de quien el Padre celestial quiso hacer en la tierra, el hombre de su confianza". Juan Pablo II, Catequesis, 19 de marzo, 1980.
(vea
también una catequesis del Papa Francisco)
23: TORIBIO DE MOGROVEJO, arzobispo de Lima 1538-1606
[Su fiesta en el Perú es el 27 de Abril].
Toribio Alfonso de Mogrovejo era de la pequeña población de Villaquejida, según algunos biógrafos y, según la mayoría de ellos era de Mayorga, provincia de León, España. Nació el 18 de noviembre de 1538. Primeramente estudió en Valladolid, después en Salamanca y por último en el colegio del Salvador de Oviedo. El año de 1573 obtuvo la licenciatura en derecho. Fue después profesor en leyes en la universidad de Salamanca. Siendo todavía estudiante, repartió parte de su fortuna entre los pobres.
En 1575, a sólo dos años de haber empezado a ejercer su oficio, fue nombrado por Felipe II para presidir la inquisición de Granada, aunque era entonces un simple laico. Durante cinco años desempeñó el cargo de inquisidor a satisfacción de todos, demostrando un gran espíritu de caridad y un celo extraordinario. Tan bien lo hizo, que pronto fue propuesto para arzobispo de Lima, región de América muy necesitada de buenos obispos. Toribio opuso tenaz resistencia a este nombramiento. El rey insistió y, al fin convencido el inquisidor por las razones que le dieron y movido por la gracia divina, resolvió aceptar el puesto y ordenarse de sacerdote.
Después de recibida la consagración episcopal, Toribio se embarcó hacia el Perú y llegó a Lima el año de 1581. Tenía 42 años de edad.
Lima, la capital del virreinato, constituía el centro político y espiritual de Sudamérica. En 1541 había sido erigida como sede episcopal. Desde el 11 de febrero de 1546 formaba la cabeza de la provincia eclesiástica, desde Panamá hasta el Río de la Plata. En su jurisdicción se hallaban las diócesis de Cuzco, Cartagena, Quito, Popayán, Caracas, Bogotá, Santiago, Concepción, Córdoba, Trujillo y Arequipa. Los puntos extremos de norte a sur distaban 5,000 kilómetros, y su área abarcaba cerca de 6 millones de kilómetros cuadrados.
La enorme magnitud de su arquidiócesis (18,000 millas), la tiranía de los conquistadores, las injusticias para con los indígenas, las continuas querellas entre los españoles y la irreligiosidad de muchos clérigos, fueron las principales dificultades con que tropezó Toribio al hacer-se cargo de su oficio. A todo se sobrepuso el arzobispo, trabajando con paciencia y tenacidad como el gran restaurador de la disciplina eclesiástica. Su principal intento fue implantar las re-formas propuestas por el Concilio de Trento, celebrado hacía poco tiempo (1545-1563).
Recorrió tres veces toda su arquidiócesis, casi siempre a pie bautizó y confirmó a unos 500,000 infieles. Su segundo recorrido duró' seis años. Se le acusó ante Felipe II de estar ausente mucho tiempo de la sede episcopal, cosa que corrigió inmediatamente. Construyó caminos escuelas, y hospitales. En 1591 fundó el primer seminario conciliar de' América del Sur.
Predicaba a los indígenas en su propia lengua. Convocó 13 sínodos diocesanos, y 3 concilios provinciales. Entre aquellos a quienes confirió el sacramento de la Confirmación, se cuentan santa Rosa de Lima san Martín de Porres, y el beato Francisco Macías.
Decía misa todos los días y, siguiendo las ideas teológicas de entonces, se confesaba cotidianamente con su capellán. Se preocupaba de una manera especial por los pobres. Defendió con valentía los derechos de la Iglesia. Amabilísimo y humilde con todos, mostraba excepcional energía en los negocios eclesiásticos, aun cuando tuviera que oponerse a beneméritos religiosos.
Cuando contaba 68 años de edad cayó enfermo en Pacasmayo al norte de Lima, mientras hacía la visita pastoral. Conociendo que le llegaba su fin, regaló sus objetos personales a sus criados y el resto de sus propiedades a los pobres Pidió que lo llevaran a la Iglesia y allí recibió el viático y después los santos óleos, en la casa parroquial a las palabras del Salmo: "Iremos a la casa del Señor", entregó su espíritu el día 23 de marzo de 1606. (En el Perú se celebra e 27 de Abril)
Sus restos fueron llevados a Lima el año siguiente Inocencio XI lo beatificó en 1679 Benedicto XIII lo canonizó en 1726 Benedicto XIV lo comparo con San Carlos Borromeo y le dio el nombre de "reformador de las costumbres" y "gran propagandista del amor". [Canonizado el 28 de Setiembre de 1975].
"Por medio de María, Dios se hizo carne; entró a formar parte de un pueblo; constituyó el centro de la historia. Ella es el punto de enlace del cielo con la tierra. Sin María, el Evangelio se desencarna, se desfigura y se transforma en ideología, en racionalismo espiritualista". Documento de Puebla, n. 301.