Enamorados tienen relaciones
Consulta
hola padrecito, es la primera carta que le escribo, la verdad es que
queria escribirle desde hace tiempo, pero tenia un poco de vergüenza.....,
pues ya hice lo que no debia, me refiero a hacer con mi enamorado cosas que
no debo,...
Respuesta
Estimada hermana en Cristo,
¡Que la alegría del Señor esté en tu corazón!
Gracias por la carta y gracias por la confianza. Si sabes que doy palos
sabrás también que luego del jalón de orejas siempre trato de cumplir con el
encargo del Señor para decirte que sus pensamientos son pensamientos de paz
y que te ama como no te lo imaginas.
No critico a los hermanos. Soy demasiado pecador para poder hacer eso. Lo
que odio es el pecado porque, en primer lugar, aleja del amor de Dios, que
es la vida misma, y, en segundo lugar, los condena a los hombres a una vida
sin la luz del Espíritu Santo. Si hablo de manera vehemente es por eso. Pido
al Señor de tener el mismo amor a los pecadores como él lo ha tenido.
Además, experimento que en medio de mis pecados me ama con amor maravilloso
aunque lo haya traicionado mil veces.
¿Por qué entonces los jalones de oreja? Pues Dios ama a sus hijos con una
inefable ternura. Al mismo tiempo es un caballero. No obliga a nadie ni
siquiera a salvarse. Él respeta escrupulosamente la libertad tuya. Lo único
que hace es llamar a la puerta de tu corazón y sólo si escuchas su voz y le
abres entrará y hará fiesta contigo (Apoc 3, 20). Vi una vez una pintura del
Señor que llama a la puerta de una casa que seguramente representaba el
corazón del creyente. La puerta sólo podía abrirse desde adentro. Afuera no
había manija.
El pecado cierra la puerta de tu corazón y te tapa los oídos para que no
escuches su voz. Encima te vuelves ciega. Ya no se ve la presencia del Señor
en la vida. Es perceptible sólo con los ojos de la fe.
Los “palos” y los jalones de oreja no son nada más ni nada menos que hacerte
ver esto. Puesto que hay sordera, ceguera y cerrazón de corazón es necesario
hablar un poco fuerte, zarandear un tanto para que despierten los que están
dormidos. Además la cosa va en muy en serio.
Lee lo que dice San Pablo en la carta a los Efesios en el capítulo 5:
” 1 Como hijos amadísimos de Dios, esfuércense por imitarlo.
2 Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó
por nosotros, como esas ofrendas y víctimas cuyo olor agradable subía a
Dios.
3 Y ya que son santos, no se hable de inmoralidad sexual, de codicia o de
cualquier cosa fea; ni siquiera se las nombre entre ustedes.
4 Lo mismo se diga de la
palabras vergonzosas, de los disparates y tonterías. Nada de todo eso les
conviene, sino más bien dar gracias a Dios.
5 Sépanlo bien: ni el corrompido, ni el impuro, ni el que se apega al
dinero, que es servir a un dios falso, tendrán parte en el reino de Cristo y
de Dios.
6 Que nadie los engañe con razonamientos vacíos, pues son estas cosas las
que Dios se prepara a condenar en los enemigos de la fe:
7 no sea que ustedes compartan su suerte.
8 En otro tiempo ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor.
Pórtense como hijos de la
luz,
9 con bondad, con justicia y según la verdad, pues ésos son los frutos de la
luz.
10 Busquen lo que agrada al Señor.
11 No tomen parte en las obras de las tinieblas, donde no hay nada que
cosechar; al contrario, denúncienlas.
12 Sólo decir lo que esa gente hace a escondidas da vergüenza;
13 pero al ser denunciado por la luz se vuelve claro, y lo que se ha
aclarado llegará incluso a ser luz. 14 Por eso se dice: ”Despierta, tú que
duermes, levántate de entre los muertos y la luz de Cristo brillará sobre
ti.”
15 Examinen, pues, con mucho esmero su conducta. No anden como tontos, sino
como personas responsables...”.
No es necesario explicar esto. Se entiende enseguida.
Además eres inteligente, ¿verdad?
Puedes leer también esto
que he sacado de la primera carta a los Corintios capítulo 6:
” 12 Todo me está permitido, pero no todo me conviene. Todo me está
permitido, pero no me haré esclavo de nada.
13 La comida es para el estómago y el estómago para la comida; tanto el uno
como la otra son cosas que Dios destruirá. En cambio el cuerpo no es para el
sexo, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo.
14 Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su
poder.
15 ¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? ¿Puedo, entonces, tomar
sus miembros a Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡Ni
pensarlo! 16 Pues ustedes saben muy bien que el que se une a una prostituta
se hace un solo cuerpo con ella. La Escritura dice: Los dos serán una sola
carne.
17 En cambio, el que se une al Señor se hace un solo espíritu con él.
18 Huyan de las relaciones sexuales prohibidas. Cualquier otro pecado que
alguien cometa queda fuera de su cuerpo, pero el que tiene esas relaciones
sexuales peca contra su propio cuerpo.
19 ¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de
Dios y que está en ustedes? Ya no se pertenecen a sí mismos.
20 Ustedes han sido comprados a un precio muy alto; procuren, pues, que sus
cuerpos sirvan a la gloria de Dios”.
Son fuertes esas palabras. Pero son verdad.
Soy consciente que te estoy haciendo “cargamontón”. Pero cuando uno camina
hacia el abismo no le hablas bonito: ”Por favor, a lo mejor te puedes hacer
daño. Considera tomar otra dirección”.
No, señor, le gritas: “¡Oye, te vas a matar!”
Así de sencilla es la alternativa. Los que pecan están muertos
espiritualmente y se encuentran en las tinieblas. Han expulsado al Espíritu
Santo de su templo que Jesucristo ha comprado con su sangre. Los que están
con Cristo están en la luz y resucitan de entre los muertos. Llevan dentro
la santidad, la misma presencia del Espíritu Santo.
Te toca escoger dónde quieres estar. No se trata de decir: “¡Qué mala!” como
a una niña que se ha comido una galleta prohibida. Aquí se trata de escoger
entre la vida y la muerte. Tú decides.
Dices que no te sientes bien.
Esto significa que hace tiempo has asfixiado la voz de tu conciencia que es
la voz de Dios dentro de tu corazón. Para lograr eso tenías que dejar todo
lo que te acerca a Dios: oración, Misa, sacramentos. Es como hacer huelga de
hambre a nivel espiritual. El alma se muere por inanición. La voz de la
conciencia ya no resuena.
Además nadie peca por querer hacer algo desagradable. ¡Pecar es agradable,
como no! ¿Y después? ¿Puedes mirar a tus padres con la misma mirada?
Pero la sexualidad una vez despertada, cuando no es una donación, como que
se convierte en una tiranía. El cuerpo pide siempre de nuevo. Y los
pensamientos que deberían girar alrededor de la persona con la cual uno
comparte la vida en el matrimonio se vuelven pensamientos de lujuria. No
importa que digan que se quieren. ¡Cuentos!
El verdadero amor de pareja lo da todo y para siempre. Fuera del matrimonio
no cabe la entrega. No están siquiera con la posibilidad de una entrega
verdadera. ¿Cómo hablar de amor sin mentir? Deberían hablar de pasión,
concupiscencia, satisfacción, orgasmo, caricias pasajeros que sólo apuntan
hacia el coito. El amor que profesan no significa nada más. No puede
significar nada más.
Dios ha pensado a la sexualidad como signo maravilloso de entrega del hombre
y de la mujer para que sean uno, para que se conviertan en imagen y
semejanza. Si lees las primeras páginas del libro del Génesis te darás
cuenta que la imagen y semejanza de Dios es la pareja, la pareja que es uno.
Los encuentros furtivos y fortuitos de la sexualidad ciertamente destruyen
este signo.
El acto sexual entraña, además por su misma naturaleza, la finalidad y la
posibilidad de concebir una nueva vida. Es potencialmente un acto creador.
La sexualidad egoísta tiene que truncar esta finalidad de prolongar la
entrega por medio de una nueva vida. Lo terrible es que por un descuido se
concibe y luego se vuelven asesinos al abortar. Ya a nivel meramente humano
la sexualidad sin entrega total es un desastre.
Lo que debería ser expresión de la unión sacramental del matrimonio en la
santidad de la unión que existe entre Jesucristo y su Iglesia (Ef 5, 32) -
un gran misterio como dice el Apóstol – se convierte en algo que Dios no lo
ha pensado. Y lo que Dios no ha pensado carece de sentido, carece de
felicidad. Es como si te regalaran una casa en medio de un hermoso jardín
para que vivas a la luz del sol y goces de la naturaleza y tú prefieres
vivir en una cueva oscura porque te da unos placeres momentáneos.
Sin duda, la sexualidad fuera del matrimonio es un tipo de ateísmo.
Los dos prácticamente le dicen a su Creador y Redentor: "Tú no tienes nada
que ver aquí. No queremos tu presencia, truncamos la finalidad del acto y no
nos importa que lo hayas pensado como signo de entrega permanente y total.
Nosotros lo declaramos totalmente temporal, estéril y parcial porque nos da
la gana".
Adán y Eva querían ser como Dios, es decir, querían decidir ellos qué cosa
era el bien y qué cosa era el mal. El tiro les salió por la culata. Se
encontraban con la muerte. ¿Te acuerdas del amoroso Adán cuando estaba ante
el juez? "La mujer que me diste me sedujo y comí. Ella tiene la culpa. Yo
sería un santo si ella no me inducía al mal". De paso también le echa la
culpa a Dios porque se la ha dado.
Todo lo que he aconsejado hasta ahora no es nada más resultado de lo que
Dios ha pensado para hacer feliz al hombre y a la mujer. ¿Te das cuenta del
maravilloso designio de Dios para con los hombres? Él quiere que la entrega
mutua del hombre y de la mujer sea imagen de lo que Él es: puro, santo,
entregado, sin condiciones, amor auténtico, para siempre.
Él quiere que la entrega del hombre y de la mujer sea el gran signo-misterio
de la entrega de Jesucristo que ha amado a su esposa, la Iglesia hasta dar
la vida por ella. Cada vez que se unen el hombre y la mujer en el matrimonio
es Cristo que se une a su Iglesia.
Es verdad lo que dije al comienzo. Tú escoges.
Te pongo delante la vida o la muerte. Escoge la vida (Deuteronomio 30, 19).
En su necedad el hombre muchas veces escoge la muerte. Recién se da cuenta
cuando es demasiado tarde. Sin embargo, Dios ha hecho de manera que nunca
sea demasiado tarde mientras que vivamos en esta tierra.
Dios se ha hecho hombre para rescatar al hombre de la muerte. Ha cargado con
tus pecados para que tú seas inocente ante el Padre. Siempre te mirará con
amor. Lo único que quiere es que dejes de pecar y vuelvas a Él. Sólo así
serás verdaderamente feliz. Eso es lo que quiere Él.
Y mira cómo reacciona Dios ante el pecador que vuelve arrepentido:
”Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por 99
justos que no necesitan conversión” (Lc 15, 7). Verdad, Dios se pone feliz y
contento: "Esta hija mía estaba muerta y vive, estaba perdida y la he
encontrado. ¡Había que hacer fiesta!" (Lc 15, 32). ¿Cuál es esa fiesta? La
Eucaristía.
Además el perdón del Señor es potente. La persona que se ha arrepentido y ha
pedido perdón recibe nuevamente el don del Espíritu Santo en su corazón y es
nuevamente templo santo de Dios.
Esto es lo que te deseo y por lo que rezo.
¡Que Dios te bendiga!
Los MSC
Misioneros del Sagrado Corazón
PD Tenemos unas páginas que hablan de la
castidad.