Domingo 4 de Adviento B - 'Hágase en mí según tu palabra': Preparemos en Familia, como Iglesia doméstica, la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
Recursos adicionales para la preparación
Falta un dedo: Celebrarla
1. Introducción a la palabra
1. 1 Primera Lectura: 2 Samuel 7-1-5. 8b-11. 16
Cuando David
después de su muerte llegó al cielo se habrá llevado la sorpresa más grande
jamás vivida. El Hijo de Dios mismo iba a ser su descendiente para salvar a
la humanidad de sus pecados y de la muerte eterna. Escuchemos la profecía
que anuncia esto muchos siglos antes.
1. 2 Segunda Lectura: Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 16,25-27
Muchos no son
conscientes de que son conocedores de un secreto que Dios ha guardado
durante siglos. Escuchemos las palabras de San Pablo y alegrémonos porque
nosotros no solamente conocemos este secreto sino que además participamos
gloriosamente en él.
1. 3 Evangelio: según San Lucas 1,26-38
Dios ha creado a
los hombres para que sean libres y puedan decidir libremente su destino.
¿Puede uno imaginarse que Dios haga depender todo su plan de salvación de la
decisión de una persona humana? Y así lo ha hecho. Escuchemos el Evangelio y
demos gracias a esa persona quien por su “si” nos ha permitido a todos ser
salvados.
2.
Reflexionemos
2. 1 Los
Padres
Estamos viviendo
los últimos días de preparación a la fiesta de Navidad. Recordemos que toda
fiesta litúrgica contiene tres elementos: memorial – presencia - promesa.
Memorial porque recordamos lo que
Dios y la Virgen María han querido hacer: que nazca el Hijo de Dios como
niño. Es el comienzo de nuestra salvación. Dios interviene directamente por
amor nuestro. Presencia porque
todo lo que celebramos en la liturgia se hace realidad. Para expresarlo con
las palabras de un sabio de la edad media: “Aunque Cristo naciera 1000 veces
en Belén, si no nace en tu corazón, en vano habría nacido”. ¿Y cómo nace
Jesús en nuestro corazón? Los católicos somos unos privilegiados porque
Jesús personalmente viene a nosotros en la eucaristía para ser uno con cada
uno de nosotros. Promesa porque esta unión con Jesús en nuestra vida terrena se hará
eterna y total cuando entremos en su reino del cielo. Dispongamos nuestro
corazón para que nazca Cristo en él.
2. 2 Con
los Hijos
Preparamos en la
casa el nacimiento para que la fiesta de Navidad entre también por nuestros
ojos y llene nuestro corazón. Al contemplar en Navidad el niño en el pesebre
sabemos que es el Hijo de Dios que ha querido hacerse hombre por amor
nuestro. Ha querido nacer con un cuerpo para ser semejante a nosotros en
todo menos en el pecado. Ha querido hacerse hombre para poder cargar con
nuestros pecados y estrellarlos en la Cruz en su muerte. Ha querido hacerse
hombre para resucitar y para que nosotros resucitemos también. Es una fiesta
de amor divino y humano. Reflexionemos cómo poder responder a ese amor en
nuestra vida durante los días que faltan para llegar a la Navidad.
3. Conexión
con la Santa Misa
El Hijo de Dios
ha querido nacer como hombre también para poder convertirse en alimento
celestial nuestro para que tengamos vida eterna. Tanto nos ama que quiere
hacerse uno físicamente con los que lo reciben en la Santa Comunión.
4. Vivencia
Familiar
Entre todos
conversamos como podemos prepararnos personalmente y como familia para la
venida del Niño Dios.
5. Nos
habla la Iglesia
Fragmento de la
homilía del Papa Francisco en Santa Marta el 2 de diciembre 2013
En el Adviento
empezamos un nuevo camino, un "camino de la Iglesia... hacia la Navidad".
Vayamos al encuentro del Señor, porque la Navidad no es sólo un
acontecimiento temporal o un recuerdo de una cosa bonita.
La Navidad es
algo más: vamos por este camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad
es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón;
con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe. El Señor, en
la palabra de Dios que escuchamos, se maravilló del centurión: se maravilló
de la fe que el tenia. Él había hecho un camino para encontrarse con el
Señor, pero lo había hecho con fe. Por eso no sólo él se ha encontrado con
el Señor, sino que ha sentido la alegría de ser encontrado por el Señor. Y
este es precisamente el encuentro que nosotros queremos: ¡el encuentro de la
fe!
Pero más allá de
ser nosotros los que encontremos al Señor, es importante "dejarnos encontrar
por Él"
Cuando somos
nosotros solos los que encontramos al Señor, somos nosotros –digámoslo,
entre comillas – los dueños de este encuentro; pero cuando nos dejamos
encontrar por Él, es Él quien entra en nosotros, es Él el que vuelve a hacer
todo de nuevo, porque esta es la venida, lo que significa cuando viene
Cristo: volver a hacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el alma, la vida,
la esperanza, el camino. Nosotros estamos en camino con fe, con la fe del
centurión, para encontrar al Señor y, sobre todo, ¡para dejar que Él nos
encuentre!
Pero se necesita
un corazón abierto:¡para que Él me encuentre! Y me diga aquello que Él
quiere decirme, ¡que no es siempre aquello que yo quiero que me diga! Él es
Señor y Él me dirá lo que tiene para mí, porque el Señor no nos mira a todos
juntos, como una masa. ¡No, no! Nos mira a cada uno a la cara, a los ojos,
porque el amor no es un amor así, abstracto: ¡es un amor concreto! De
persona a persona: el Señor persona me mira a mí persona. Dejarse encontrar
por el Señor es precisamente esto: ¡dejarse amar por el Señor!
En este camino
hacia la Navidad, nos ayudan algunas actitudes:
La perseverancia
en la oración, rezar más;
La laboriosidad en la caridad fraterna, acercarnos un poco más a los que
están necesitados;
y la alegría en la alabanza del Señor.¿
Por tanto: la oración, la caridad y la alabanza, con el corazón abierto para
que el Señor nos encuentre.
6. Leamos
la Biblia con la Iglesia
17
de diciembre |
Gén 49,
1-2.
8-10 |
Mt
1, 1-17 |
18
de diciembre |
Jer
23, 5-8 |
Mt
1, 18-24 |
19
de diciembre |
Jue
13, 2-7. 24-25a |
Lc
1, 5-25 |
20 de
diciembre |
Is 7,
10-14 |
Lc 1,
26-38 |
21 de
diciembre |
Cantar 2,
8-14 |
Lc 1,
39-45 |
22 de
diciembre |
1 Sam 1,
24-28 |
Lc 1,
46-56 |
23 de
diciembre |
Mal 3,
1-4. 23-24 |
Lc 1,
57-66 |
24 de
diciembre (mañana) |
2 Sam 7,
1-5. 8b-12.14a |
Lc 1,
67-79 |
7.
Oraciones
PRECES
Invoquemos
a Cristo, alegría y júbilo de cuantos esperan su llegada, y digámosle:
—
Ven, Señor, y no tardes más.
Esperamos
alegres tu venida,
—
ven, Señor Jesús.
Tú que
existes antes de los tiempos,
-- ven y
salva a los que viven en el tiempo.
Tú que
creaste el mundo y a todos los que en él habitan,
—
ven a restaurar la obra de tus manos.
Tú que no
despreciaste nuestra naturaleza mortal,
—
ven y arráncanos del dominio de la muerte.
Tú que
viniste para que tuviéramos vida abundante,
—
ven y danos tu vida eterna.
Tú que
quieres congregar a todos los hombres en tu reino,
—
ven y reúne a cuantos desean contemplar tu rostro.
Pidamos
ahora con grande confianza la venida del reino de Dios, con las palabras que
Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
(Oficio Divino Vísperas del 17
de diciembre)