Solemnidad de Pentecostés - Iglesia del Hogar: Preparemos la Fiesta en Familia
Falta un dedo: Celebrarla
1. Introducción a la Palabra de Dios
7.2 Te alabamos Espíritu de Dios.
7.3 Luz alegre (Himno de maitines)
1. Introducción a la Palabra de Dios
1.1 Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 2,1-11
Sería interesante preguntar a los lectores u oyentes de este pasaje de los Hechos de los Apóstoles acerca de lo que han sentido cuando contemplan la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. Mucho me temo que la mayoría tenga la misma reacción - consciente o inconscientemente - que se suele tener al escuchar un encantador cuento de hadas. Esto es muy lindo pero no es real. ¿Dónde se habrá visto que un cobarde se convierta en mensajero valeroso para enfrentar a una muchedumbre cuando antes no era capaz siquiera de enfrentarse con una empleada? ¿Dónde se habrá visto que los idiomas incompatibles entre sí ya no sean barrera? ¿Dónde se habrá visto que la palabra toque el corazón y convierta a 3000 aunque
a los oyentes se les había acusado de haber matado al autor de la vida? Estas cosas ya no se dan hoy en día.
Pero tengamos presente lo siguiente. Aparte de saber que Dios es el mismo ayer hoy y siempre y que su amor no mengua, basta abrir un poco los ojos y encontraremos pruebas que el Espiritu de Dios está obrando también hoy. Basta recordar el Concilio Vaticano II que inspiró una renovación de la Iglesia. Basta recordar el auge de las vocaciones un poco por todo el mundo. Basta recordar que siguen siendo canonizándose los cristianos que han entregado su vida por Cristo. Basta pensar en el Movimiento de Renovación Carismática y en tantos otros impulsos que despierten nueva vida en la Iglesia. Ellos son otros tantos signos que el Espiritu Santo sigue obrando en la Iglesia.
El problema está en que no tenemos esta experiencia en persona. No sentiríamos la nostalgia de los tiempos apostólicos si tuviéramos la sensación que el Espíritu Santo también sigue actuando en y por nosotros. Les hago una sugerencia. Si no han hecho la novena al Espíritu Santo, sugerida la semana pasada, ¿por qué no celebran una octava del Espíritu Santo? ¿Por qué no rezamos todos le los días durante esta semana después de Pentecostés al Espíritu Santo y pidamos su intervención en nuestra vida, en nuestro hogar? Verá como el Espíritu Santo se manifestará, porque Dios no deja de escuchar nuestra oración.
Escuchemos este pasaje no como el relato de algo maravilloso de tiempos largamente pasados sino como promesa que Dios repite esta efusión de su Espíritu también hoy en los que creen en su nombre.
1.2 Segunda Lectura: 1 Corintios 12,3b-7.12-13
Este pasaje, en primer lugar, debería bajar un poco los humos de nuestra soberbia y vanidad. ¿Por qué? ¿Acaso no estamos poco orgullosos por la fe que confesamos? ¿Acaso no pensamos que somos algo por llamarnos cristianos, por pertenecer a la Iglesia, por haber ascendido a cierto nivel de moralidad y bienvivir? Esta lectura nos enseña algo incontrastable. Todo lo que hay de bueno en todo esto, es regalo del Espíritu Santo. ¡Así es! Ni siquiera estamos en capacidad de creer en Cristo Jesús y pronunciar una bendición si el Espíritu no nos da esa capacidad. Es más, si algo hacemos en favor de los demás, también es obra del Espíritu Santo.
Esta lectura nos deberá hacer pensar. Ahora bien, el Espíritu Santo sigue dando sus dones. Piensa en lo siguiente: Cuando en tu parroquia te invitan a colaborar, a poner el hombro, no es un intento de repartir responsabilidades y lograr un resultado más expeditivo porque hay más colaboradores. Es para darte la oportunidad de poner en juego el don o los dones que te ha dado el Espíritu Santo. Tú formas parte de este organismo que se llama Iglesia, Cuerpo místico de Cristo. El Espíritu te ha asignado un lugar en donde sólo tú puedes realizar cierta misión. Es que a ti te ha dado un don para ello. A lo mejor ni te enteraste que tienes el don y mucho menos lo pones al servicio de la edificación de la Iglesia. Escucha esta lectura con atención y pídele al Espíritu Santo que te ilumine para bien de los demás. Insistimos: ¡A lo mejor necesitas primero descubrir cuál es el carisma que te ha dado el Espíritu para edificar a la Iglesia!
1.3 Evangelio (San Juan 20,19-23)
El regalo del Señor resucitado a su Iglesia es el Espíritu Santo
que trae paz, alegría, perdón los pecados. Esto nos hace comprender que la Iglesia no es en primer lugar una organización sino un lugar dónde puedes encontrar la paz, la alegría y el perdón de tus pecados
en el Espíritu Santo.
Piénsalo bien. Viernes Santo, Pascua de Resurrección Ascensión y Pentecostés, en esta secuencia celebramos el misterio pascual de la "exaltación" de Jesús y renovamos nuestra salvación. También el envío del Espíritu Santo es parte del misterio pascual.
El saludo pascual del Señor resucitado es "paz", su regalo es la alegría. Ambas cosas son frutos del Espíritu Santo; Él es el gran regalo de Pascua que encierra a todos los demás. Es el Espíritu Santo que unirá a los discípulos para siempre al resucitado, los une entre ellos y crea el mundo nuevo en medio de los pecados. El Espíritu Santo es el principio de vida de la Iglesia y de los cristianos. Escuchemos con gozo este evangelio, agradezcamos al Señor este regalo que nos garantiza la vida eterna.
2. REFLEXIONEMOS
2.1 LOS PADRES
En Pentecostés queda constituida y confirmada la Iglesia
Ya durante su vida, Jesús había hablado frecuentemente del Reino de Dios que había venido a instaurar entré los hombres. Había delineado las características de ese Reino. No es exterior ni material, no es de acá, sino interior, espiritual, de arriba. Había preparado con todo cariño y diligencia a las futuras columnas de la Iglesia, a los Apóstoles, y principalmente a Pedro. Lo hace cabeza del Colegio de los Apóstoles y le da el Primado entre los hermanos. Les promete enviarles de junto al Padre a su Espíritu, que les enseñará todo y les recordará todo cuanto Él les había dicho, porque es "el Espíritu de verdad que los guiará hacia la verdad completa” (Jn 16,13). Esto es lo que cumple en este día de Pentecostés. Y aquellos que empezaron siendo tan malos discípulos de Jesús, se convierten en maestros consumados del mundo entero bajo la luz de su Espíritu.
Con Pentecostés la Iglesia queda ya constituida oficialmente y lanzada para la acción en el mundo. Era su puesta en órbita.
Con la infusión del Espíritu de Cristo en forma de lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo, la Iglesia recibe su confirmación y queda constituida para siempre como comunidad salvífica, universal, perpetua y única.
Esta es la única iglesia de Cristo que nuestro Salvador después de su Resurrección encomendó a Pedro y la erigió perpetuamente como columna y fundamento de al verdad. Esta Iglesia subsiste en la Iglesia católica, si bien fuera de sus estructuras (en las otras iglesias) se encuentran muchos elementos de santidad y de verdad.
La Iglesia - que somos todos - queda llena de los dones del Espíritu y sobre todo, de lo que en primerísimo lugar es el Espíritu: el Amor. La Iglesia será ya para siempre una familia de hermanos, cuya ley fundamental y forma de vida será el amor mutuo. Y de hecho así se realiza en las primeras comunidades cristianas. ¿Qué necesitamos pedir al Espíritu Santo para que esto se repita también en nosotros?
2.2 Con los Hijos
El Espíritu Santo nos santifica
Por el Espíritu Santo participamos en le vida de Dios infinitamente santo. En Él somos hijos de Dios y hermanos y hermanas de Jesucristo y herederos de la vida eterna. Este don tan magnifico es lo que llamamos la vida de la gracia. La vida de la gracia está muy por encima de la vida natural; por este motivo la llamamos también vida sobrenatural.
En el corazón de los hijos de Dios mora el Espiritu Santo. Es el soplo de la vida eterna; la garantía viviente de que un día viviremos eternamente con el Padre.
Juntamente con el Espíritu Santo ha también habitan en nosotros el Padre y el Hijo. Cristo dice: "Si alguien cumple mis mandamientos vendremos a él y en él haremos morada" (Jn 14,23). Por eso San Pablo nos exhorta con las siguientes palabras: “¿No saben que son templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?""(1 Cor 3,16).
Por la vida de la gracia estamos íntimamente unidos con Dios, que es la fuente de todas las gracias y, por lo mismo, somos santificados. De ahí que a la vida de la gracia la llamemos también gracia santificante o habitual. "Si vivimos del Espíritu, andemos también según el Espíritu""(Gal 5,25). Si somos hijos de Dios, debemos también viviremos como hijos suyos: queremos amarle, glorificarle, recibir los sacramentos y cumplir su santa voluntad. Entonces acrecentaremos la gracia y daremos abundantes frutos para la vida eterna.
(Del Catecismo alemán. Usted sabrá cómo explicar estas maravillas a sus hijos.)
3. Percepción del misterio.
La Eucaristía congrega la asamblea de los creyentes, la Iglesia, y renueva el Pentecostés perenne en la comunidad cristiana. El don de Dios en la Eucaristía, la comunión con el Señor y con los hermanos, se forja en la Eucaristía. Es don del Espíritu. Al iniciarse la consagración la Iglesia ora: “Por eso te pedimos que derrames tu Espíritu Santo sobre estos dones para que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, Señor nuestro”.
4. Nos habla la Iglesia
La Misión del Espíritu Santo
Cristo envió de parte del Padre al Espíritu Santo, para que llevara a cabo interiormente su obra salvífica e impulsara a la Iglesia a extenderse a sí misma. El Espíritu Santo obraba ya, sin duda, en el mundo antes de que Cristo fuera glorificado. Sin embargo, el día de Pentecostés descendió sobre los discípulos para permanecer con ellos para siempre; la Iglesia se manifestó públicamente ante la multitud; comenzó la difusión del Evangelio por la predicación; fue, en fin, prefigurando la unión de los pueblos en la catolicidad de la fe por medio de la Iglesia de la Nueva Alianza, que habla en todas las lenguas, comprende y abraza en la caridad todas las lenguas y supera así la dispersión de Babel. Fue en Pentecostés cuando empezaron los "hechos de los apóstoles", del mismo modo que Cristo fue concebido cuando el Espíritu Santo vino sobre la Virgen María, y Cristo fue impulsado a la obra de su ministerio cuando el mismo Espíritu Santo descendió sobre Él mientras oraba. El mismo Señor Jesús, antes de dar voluntariamente su vida para salvar al mundo, de tal manera organizó el ministerio apostólico y prometió enviar el Espíritu Santo, que ambos están asociados en la realización de la obra de la salvación en todas partes para siempre. El Espíritu Santo "unifica en la comunión y en el ministerio y provee de diversos dones jerárquicos y carismáticos" a toda la Iglesia a través de todos los tiempos,
vivificando a la manera del alma las instituciones eclesiásticas e infundiendo en el corazón de los fieles el mismo espíritu de misión que impulsó a Cristo. A veces también se anticipa visiblemente a la acción apostólica de la misa forma que sin cesar la acompaña y dirige de diversas maneras.
(Vat. II "Sobre la Actividad misionera de la Iglesia" no. 4)
4.- Vivencia Familiar
Les exhortamos a continuar su oración familiar al Espiritu Santo durante esta semana después de la fiesta de Pentecostés para invocar una nueva efusión sobre la familia y sobre la Iglesia .
6. - Leamos La Biblia Con La Iglesia
Son las lecturas de la semana correspondiente del Tiempo Ordinario.
7. Oraciones
7.1 Al Espíritu Santo
Viento, Espíritu divino, que llevas hacia la unión del amor,
soplo que impulsas a los hombres a Cristo para la gloria del Señor.
En Pentecostés nos manifiestas tu poder: mueves al Apóstol a la acción;
muévenos ahora con tu fuerza de amor para ser testigos de Jesús con nuestra acción.
Fuerza, Espíritu divino, que impulsas hacia nuestra felicidad,
ora y pide por la Iglesia que animas para que llegue la unidad.
Guía nuestra mente y posee mi corazón,
danos la alegría de conocerte más,
haz que los cristianos nos dejemos orientar,
dóciles a Cristo y a tu sabia inspiración.
Llama, Espíritu divino, que ardes y para llenar de tu calor,
fuego que quemas y transformas en Cristo para la gloria del Señor.
7.2 Te alabamos Espíritu de Dios.
Te alabamos Espíritu de Dios
por Ti el misterio del hijo inunda nuestras vidas.
Tú, que nos conviertes en nuevas criaturas, gloria a Ti,
Espíritu de vida.
Espíritu Santo, conserva en nosotros el ímpetu joven de los bautizados.
Que nuestros corazones permanezcan fieles a la gracia de hijos.
Confírmanos y haznos fuertes en los combates cotidianos.
Envíanos a llevar la Buena Nueva de Cristo resucitado.
Penetra nuestras vidas del misterio eucarístico.
Haz de nosotros una ofrenda viva para la gloria de Dios. Amén"
7.3 Luz alegre (Himno de maitines)
Luz alegre, luz que inflama,
desde le cielo, como llama,
a los fieles del Señor.
Dona al alma dones santos
y reclama dulces cantos
a la lengua y corazón.
Alégranos de tu presencia
divino Consolador,
suaviza toda dolencia
y gobierna el corazón
Ya somos nueva criatura
los hijos de perdición;
contamos con alma pura,
por ser hijos de tu amor,
Tu don y dador de dones,
sumo bien del corazón,
a honrarte el alma inclina
y danos tu voz divina
para celebrar tu amor.
Cancela nuestros pecados
Otórganos el perdón
y, en Cristo transfigurados,
nos premie tu galardón. Amén.
7.4 Himno de la Mañana
Jubilosas alegrías
la nueva fiesta
cuando el Espiritu Santo
a sus fieles inflamó.
El fuego vivo y radiante forma de lengua se tomó;
dioles fecunda palabra, vívido y férvido amor.
Hablan diversos idiomas
y tiembla toda nación,
pues tienen por embriagados
a los que embriagó el Amor.
Cumplido el tiempo de Pascua,
este misterio se obró;
desbórdase ya la gracia
y al hombre llega el perdón.
Te pedimos reverentes,
oh piadosísimo Dios,
nos concedas
los carismas
de tu Espiritu de amor.
Nuestros pechos, consagrados
de tu gracia por el don,
horas tranquilas esperan,
horas de paz y perdón.
Danos conocer al Padre
y vivir del Redentor
y que en ti siempre creamos,
vivo vínculo de amor. Amén.
7.5 SECUENCIA DE PENTECOSTÉS
Ven Espiritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pecador; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas del fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre sí Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
Oración al Espíritu Santo
¡Oh Santo Espíritu Paráclito, perfecciona en nosotros la obra comenzada por
Jesús, haz fuerte y continua la oración que elevamos en nombre de todo el
mundo: acelera para cada uno de nosotros el tiempo de una profunda vida
interior; da impulso a nuestro apostolado que quiere llegar a todos los
hombres y a todos los pueblos, redimidos con la Sangre de Cristo y todos
herencia suya. Mortifica en nosotros la presunción natural y elévanos a las
regiones de la santa humildad, del verdadero temor de Dios, del generosa
ánimo. Que ningún lazo terreno nos impida hacer honor a nuestra vocación;
ningún interés, por negligencia nuestra, debilite las exigencias de la
justicia; que ningún cálculo estreche los espacios inmensos de la caridad
dentro de las estrecheces de los pequeños egoísmos. Que todo sea grande en
nosotros: la búsqueda y el culto de la verdad, la prontitud para el
sacrificio hasta la cruz y la muerte, y que todo, finalmente, responda a la
última oración del Hijo al Padre Celestial y a aquella efusión que de Ti, oh
Santo Espíritu del amor, el Padre y el Hijo desearon sobre la Iglesia y
sobre las instituciones, sobre cada una de las almas y de los pueblos. Amén,
amén, alleluia, alleluia!
(SS. San Juan XXIII)