Cuaresma Domingo 3 Ciclo B: Preparemos la acogida de la Palabra
proclamada en la celebración el Domingo con las Lecturas, el Catecismo y
el Directorio Homilético
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La Palabra: Las Lecturas del Domingo
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Vivir la PALABRA ayudados por el Catecismo de la Iglesia Católica
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Ayudados por el Directorio Homilético_.
Recursos adicionales para la preparación
Año Litúrgico Patrístico
Comentarios de Sabios y Santos
Comentarios de Sabios y Santos II
Iglesia del Hogar: Preparando en Familia
Catequesis preparatoria para los niños
Ejemplos que iluminan la participación
Recursos: Gráficos - Videos - Audios
¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
Falta un dedo: Celebrarla
Lectura del libro del Éxodo 20, 1-17
En aquellos días, Dios pronunció estas palabras:
«Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud. No tendrás otros dioses delante de mí.
No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas.
No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto; porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos.
No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios, porque él no dejará sin castigo al que lo pronuncie en vano.
Acuérdate del día sábado para santificarlo. Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas; pero el séptimo es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no harán ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que reside en tus ciudades. Porque en seis días el Señor hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día sábado y lo declaró santo.
Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal 18, 8. 9. 10. 11 (R.: Jn 6, 68c)
R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
hace sabio al ignorante. R.
Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son diáfanos, iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor es pura, permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.
Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo del panal. R.
Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Cristianos de Corinto 1, 22-25
Hermanos:
Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres.
Palabra de Dios.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 13-25
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén, y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Sacad esto de aquí y no hagáis de la casa de mi Padre una casa de comercio».
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: «El celo por tu casa me consumirá».
Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruid este templo y en tres días lo volveré a levantar».
Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver los signos que realizaba. Pero Jesús no se fiaba de nadie: él sabía lo que hay en el interior del hombre.
Palabra del Señor.
Con el Catecismo de la Iglesia Católica entender y vivir la Palabra
La Fe de la Iglesia
La tradición Sacerdotal, al redactar el Decálogo, usa un estilo imperativo, conciso. Los mandatos se imponen sin condiciones ni matices. Es una manera de entender por parte del pueblo la voluntad de Dios.
Jesucristo, al mantener la antigua Ley en todo su vigor y dimensiones, pone en la caridad, en el amor al Padre, la motivación principal para su cumplimiento. Y es precisamente ese amor, experiencia única de los cristianos y velada a los que ponen en la racionalidad la única fuente de su conocimiento, lo que hará que la Cruz sea “escándalo para los griegos o necedad para los judíos” (2.a lectura).
El antiguo templo ya no tendrá razón de ser a partir del Nuevo Templo que es Cristo. Y la referencia a los “tres días” y a la Pascua, muestra que Juan está pensando en el acontecimiento pascual que dará lugar al inicio de ese tiempo nuevo.
Quienes creen que lo religioso ha de circunscribirse y limitarse a lo estrictamente personal, al ámbito de la conciencia, al repliegue a las sacristías, hoy pueden advertir que Cristo propone algo distinto. La acción pública de Jesús en el templo muestra que el celo de la casa de su Padre presupone lo privado y además se presenta públicamente. Contrapone la religiosidad exterior y vana, con la suya, interior y profunda.
_ “Jesús subió al templo como al lugar privilegiado para el encuentro con Dios. El templo era para Él la casa de su Padre, una casa de oración, y se indigna porque el atrio exterior se haya convertido en un mercado (Mt 21,13). Si expulsa a los mercaderes del templo es por celo hacia las cosas de su Padre: ``No hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado''. Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: ``El celo por tu Casa me devorará' (Sal 69,10)'' (Jn 2,16-17)” (584).
_ “Jesús anunció, no obstante, en el umbral de su Pasión, la ruina de ese espléndido edificio del cual no quedará piedra sobre piedra (cf. Mt 24,1-2). Hay aquí un anuncio de una señal de los últimos tiempos que se van a abrir con su propia Pascua” (585).
_ Nuevo templo:
“Por eso su muerte corporal anuncia la destrucción del templo que señalará la entrada en una nueva edad de la historia de la salvación: ``Llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre'' (Jn 4,21)” (586).
_ El templo, lugar propio de oración:
“La iglesia, casa de Dios, es el lugar propio de la oración litúrgica de la comunidad parroquial. Es también el lugar privilegiado para la adoración de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento. La elección de un lugar favorable no es indiferente para la verdad de la oración” (2691).
_ “Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a Él dirige nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y la voz de Él, en nosotros” (San Agustín, Sal 85,1) (2616).
_ “El Espíritu es verdaderamente el lugar de los santos, y el santo es para el Espíritu un lugar propio, ya que se ofrece a habitar con Dios y es llamado su templo” (San Ambrosio, Spir. 26, 62). (2684).
Porque Cristo es el Nuevo Templo, la Iglesia, su Cuerpo Místico, es su plenitud (pléroma), y nosotros, signos vivos (piedras vivas).