Domingo 33 del Tiempo Ordinario A 'He ganado otros cinco talentos' - Comentarios de Sabios y Santos II: con ellos preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
Recursos adicionales para la preparación
Comentario Teológico:
P.
Leonardo
Castellani
Aplicación:
R. P. Lic. José
A. Marcone,
IVE -
Parábola
de
los talentos
(Mt 25,14-30)
Aplicación:
P.
Gustavo
Pascual,
IVE -
LOS
TALENTOS
Mt 25,
14-30
¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
Falta un dedo: Celebrarla
comentarios a Las Lecturas del Domingo
Directorio
Homilético:
33 Domingo del Tiempo Ordinario A
CEC 2006-2011:
nuestro mérito por las
obras buenas
proviene
de
la
gracia
de Dios
CEC 1038-1041:
el Juicio
final pondrá
en
evidencia
nuestro mérito
CEC 1048-1050:
ser laboriosos
en
espera
del
retorno
del
Señor
CEC 1936-1937:
la
diversidad de
los talentos
CEC 2331, 2334: la dignidad de la muje
CEC 1603-1605:
el matrimonio
en el orden
de la
creación
III
EL
MERITO
Manifiestas
tu
gloria
en
la
asamblea
de
los santos,
y,
al
coronar
sus méritos,
coronas
tu propia
obra
(MR, prefacio
de los santos, citando
al
"Doctor
de
la
gracia",
S.
Agustín,
Sal.
102,7).
2006 El
término
"mérito"
designa
en
general
la retribución
debida
por parte
de una
comunidad
o una
sociedad
por la
acción
de uno
de
sus
miembros,
experimentada
como
obra buena
u obra mala,
digna
de recompensa
o de sanción.
El mérito
depende
de
la virtud
de la
justicia
conforme
al
principio
de igualdad
que la
rige.
2007
Frente
a Dios
no hay,
en
el
sentido
de un
derecho
estricto,
mérito
por parte
del
hombre.
Entre
él
y nosotros, la desigualdad
no tiene
medida, porque
nosotros lo hemos recibido
todo de
él, nuestro Creador.
2008 El
mérito
del
hombre
ante
Dios
en
la vida
cristiana
proviene
de
que Dios
ha
dispuesto
libremente
asociar
al
hombre a
la obra
de
su
gracia.
La
acción
paternal
de Dios
es
lo primero,
en
cuanto
que
él
impulsa,
y el libre
obrar
del
hombre
es lo
segundo
en
cuanto
que
éste
colabora,
de suerte
que los
méritos
de las obras
buenas
tengan
que
atribuirse
a la
gracia
de Dios
en
primer
lugar,
y
al
fiel
en
segundo
lugar.
Por
otra parte
el
mérito
del
hombre recae
también
en
Dios, pues
sus buenas
acciones
proceden,
en
Cristo, de las
gracias
prevenientes
y
de
los auxilios
del Espíritu Santo.
2009
La
adopción
filial, haciéndonos
partícipes
por la
gracia
de
la naturaleza
divina,
puede
conferirnos,
según
la justicia gratuita
de Dios,
un verdadero
mérito.
Se trata
de un
derecho
por gracia,
el
pleno derecho
del
amor,
que nos
hace
"coherederos"
de Cristo
y dignos
de obtener
la
"herencia
prometida
de la
vida
eterna"
(Cc.
de Trento:
DS 1546).
Los
méritos
de nuestras
buenas
obras
son dones
de la
bondad
divina (cf.
Cc.
de Trento:
DS 1548).
"La
gracia
ha precedido;
ahora
se da lo
que
es
debido...los
méritos
son dones
de
Dios" (S. Agustín,
serm. 298,4-5)
2010
Por pertenecer
a Dios la
iniciativa
en
el
orden
de la
gracia,
nadie
puede
merecer
la
gracia
primera,
en
el inicio
de la
conversión,
del
perdón
y de la
justificación.
Bajo
la moción
del
Espíritu
Santo
y de
la
caridad,
podemos después
merecer
en
favor
nuestro
y
de
los demás
gracias
útiles
para
nuestra
santificación,
para
el
crecimiento
de
la gracia
y de
la
caridad,
y para
la obtención
de la
vida
eterna.
Los
mismos
bienes temporales,
como
la salud,
la amistad,
pueden
ser merecidos
según
la sabiduría
de Dios. Estas
gracias
y estos
bienes
son objeto
de la
oración
cristiana.
Esta remedia
nuestra
necesidad
de la
gracia
para
las acciones meritorias.
2011
La
caridad
de Cristo
es
en
nosotros la fuente de
todos nuestros
méritos
ante Dios.
La
gracia,
uniéndonos
a Cristo
con
un
amor
activo,
asegura
la
cualidad
sobrenatural
de nuestros
actos
y por
consiguiente
su mérito
tanto
ante
Dios
como
ante
los hombres.
Los
santos
han
tenido siempre
una
conciencia
viva de
que sus méritos
eran
pura
gracia.
Tras
el
destierro
en
la tierra
espero
gozar
de ti
en
la
Patria,
pero
no quiero
amontonar
méritos para
el
Cielo, quiero
trabajar
sólo por
vuestro
amor...En
el
atardecer
de
esta
vida
compareceré
ante
ti
con las
manos vacías,
Señor,
porque
no te
pido que
cuentes
mis
obras.
Todas
nuestras
justicias
tienen
manchas
a tus
ojos.
Por
eso,
quiero
revestirme
de tu
propia
Justicia
y recibir
de
tu Amor
la posesión
eterna
de
ti mismo...(S.
Teresa
del
Niño Jesús,
ofr.).
V
EL
JUICIO
FINAL
1038
La
resurrección
de todos
los muertos,
"de
los justos
y de
los pecadores"
(Hch
24, 15),
precederá
al
Juicio
final.
Esta será
"la
hora
en
que todos
los que
estén
en
los sepulcros
oirán
su voz
y los
que hayan
hecho
el
bien resucitarán
para
la
vida,
y los que
hayan
hecho
el
mal, para
la
condenación"
(Jn
5, 28-29).
Entonces,
Cristo vendrá
"en
su
gloria
acompañado
de todos
sus
ángeles,...
Serán
congregadas
delante
de
él
todas las naciones,
y él
separará
a los
unos de
los otros,
como
el
pastor
separa
las
ovejas
de las
cabras.
Pondrá
las ovejas
a su
derecha,
y las
cabras
a su
izquierda...
E irán
estos
a un
castigo
eterno,
y los justos
a
una
vida eterna."
(Mt 25, 31. 32. 46).
1039
Frente
a Cristo,
que
es
la Verdad,
será
puesta
al
desnudo
definitivamente
la verdad
de la
relación
de
cada
hombre con
Dios
(cf.
Jn
12, 49).
El Juicio
final
revelará
hasta
sus últimas
consecuencias
lo que
cada
uno haya
hecho
de bien o
haya
dejado de
hacer
durante
su vida terrena:
Todo
el
mal que
hacen
los malos
se registra
- y
ellos
no lo
saben.
El día
en
que
"Dios
no se
callará"
(Sal
50,
3) ...
Se volverá
hacia
los
malos:
"Yo
había
colocado
sobre
la tierra,
dirá El,
a mis
pobrecitos
para
vosotros. Yo, su
cabeza,
gobernaba
en
el
cielo
a la derecha
de mi Padre
-pero
en
la tierra
mis
miembros
tenían
hambre.
Si
hubierais
dado
a
mis
miembros
algo,
eso
habría
subido
hasta
la
cabeza.
Cuando
coloqué
a mis
pequeñuelos
en
la tierra,
los
constituí
comisionados
vuestros
para
llevar
vuestras
buenas
obras
a mi tesoro:
como
no habéis
depositado
nada
en
sus manos,
no poseéis
nada
en
Mí" (San
Agustín,
serm. 18, 4, 4).
1040 El Juicio final sucederá cuando vuelva Cristo glorioso. Sólo el Padre conoce el día y la hora en que tendrá lugar; sólo El decidirá su advenimiento. Entonces, El pronunciará por medio de su Hijo Jesucristo, su palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros conoceremos el sentido último de toda la obra de la creación y de toda la economía de la salvación, y comprenderemos los caminos admirables por los que Su Providencia habrá conducido todas las cosas a su fin último. El juicio final revelará que la justicia de Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte (cf. Ct 8, 6)
1041
El
mensaje
del
Juicio final
llama
a la
conversión
mientras
Dios da
a los
hombres
todavía
"el
tiempo
favorable,
el
tiempo
de salvación"
(2 Co
6,
2).
Inspira
el
santo
temor
de Dios.
Compromete
para la
justicia
del
Reino
de Dios.
Anuncia
la
"bienaventurada
esperanza"
(Tt
2, 13)
de la
vuelta
del
Señor
que
"vendrá
para
ser
glorificado
en sus santos
y
admirado
en todos los que
hayan
creído"
(2 Ts 1, 10).
1048 "Ignoramos
el
momento
de la
consumación
de
la tierra
y
de
la humanidad,
y no
sabemos
cómo
se transformará
el
universo.
Ciertamente,
la figura
de
este
mundo, deformada
por
el
pecado,
pasa,
pero
se nos
enseña
que
Dios ha
preparado
una nueva
morada
y una
nueva
tierra
en
la que
habita
la justicia
y
cuya
bienaventuranza
llenará
y superará
todos los
deseos
de paz
que se
levantan
en
los
corazones
de los hombres"(GS
39, 1).
1049
"No
obstante,
la
espera
de una
tierra
nueva
no debe
debilitar,
sino más
bien
avivar la
preocupación
de cultivar
esta
tierra,
donde
crece
aquel
cuerpo
de la nueva
familia
humana,
que puede ofrecer
ya un
cierto
esbozo
del
siglo
nuevo.
Por
ello,
aunque
hay que
distinguir
cuidadosamente
el
progreso
terreno
del
crecimiento
del
Reino
de Cristo,
sin
embargo,
el
primero,
en
la medida
en
que puede
contribuir
a ordenar
mejor la sociedad
humana,
interesa
mucho
al
Reino
de Dios"
(GS 39, 2).
1050
"Todos
estos
frutos
buenos
de nuestra
naturaleza
y de
nuestra
diligencia,
tras
haberlos
propagado
por
la tierra
en
el
Espíritu del
Señor
y según
su mandato,
los
encontramos
después
de nuevo,
limpios
de toda mancha,
iluminados
y transfigurados
cuando
Cristo
entregue
al
Padre
el
reino
eterno
y universal"
(GS
39,
3; cf.
LG 2).
Dios será
entonces
"todo
en todos"
(1 Co 15, 22),
en la vida
eterna:
La
vida
subsistente
y verdadera
es
el
Padre
que,
por
el
Hijo y
en
el
Espíritu
Santo,
derrama
sobre todos
sin
excepción
los dones
celestiales.
Gracias
a su misericordia,
nosotros también,
hombres,
hemos recibido
la promesa
indefectible
de la vida
eterna
(San
Cirilo de
Jerusalén,
catech.
ill. 18, 29).
1936
Al venir
al
mundo,
el hombre
no dispone de
todo lo que
es
necesario
para
el desarrollo
de su
vida
corporal
y
espiritual.
Necesita
de los
demás.
Ciertamente
hay
diferencias
entre
los hombres
por lo
que se
refiere
a la edad,
a las capacidades
físicas,
a las
aptitudes
intelectuales
o morales,
a las
circunstancias
de que
cada uno
se pudo
beneficiar,
a la
distribución
de
las
riquezas
(cf
GS 29,2).
Los
"talentos"
no
están
distribuidos
por igual
(cf Mt 25,14-30;
Lc
19,11-27).
1937 Estas
diferencias
pertenecen
al
plan de
Dios, que
quiere
que
cada
uno reciba
de otro
aquello
que necesita,
y que
quienes
disponen
de
"talentos"
particulares
comuniquen
sus
beneficios
a los
que los
necesiten.
Las
diferencias
alientan
y con
frecuencia
obligan
a las
personas
a la
magnanimidad,
a la
benevolencia
y a
la
comunicación.
Incitan
a
las
culturas
a
enriquecerse
unas a
otras:
Yo
no doy
todas las
virtudes
por igual
a
cada
uno...hay
muchos a
los que
distribuyo
de
tal manera,
esto
a uno
aquello
a otro...A
uno
la
caridad,
a otro
la justicia,
a
éste
la humildad,
a
aquél
una fe
viva...En
cuanto
a los
bienes
temporales
las
cosas
necesarias
para
la vida
humana las
he distribuido
con
la mayor
desigualdad,
y no
he querido
que
cada
uno posea
todo lo
que le
era necesario
para que
los hombres
tengan
así
ocasión,
por necesidad,
de practicar
la
caridad
unos
con
otros...He
querido
que unos
necesitasen
de otros y
que fuesen
mis
servidores
para la
distribución
de las
gracias
y
de
las liberalidades
que han
recibido
de mí
(S. Catalina
de
Siena,
Dial. 1,7).
I
“HOMBRE
Y
MUJER
LOS
CREO...”
2331
"Dios
es
amor
y vive
en
sí mismo
un misterio
de
comunión
personal
de
amor.
Creándola
a su
imagen
...
Dios inscribe
en
la humanidad
del
hombre y de
la
mujer
la vocación,
y
consiguientemente
la
capacidad
y la responsabilidad
del amor
y
de
la comunión"
(FC
11).
"Dios
creó
el
hombre a
imagen
suya...hombre
y mujer
los
creó"
(Gn
1,27).
"Creced
y multiplicaos"
(Gn
1,28);
"el
día
en que
Dios
creó
al hombre,
le hizo
a imagen
de
Dios.
Los
creó
varón
y
hembra,
los bendijo,
y los
llamó "Hombre"
en
el día
de su
creación"
(Gn
5,1-2).
2332
La
sexualidad
afecta
a
todos
los
aspectos
de la
persona
humana,
en
la
unidad
de su
cuerpo
y su
alma.
Concierne
particularmente
a la
afectividad,
la
capacidad
de
amar
y de
procrear
y,
de manera
más general,
a la
aptitud
para
establecer
vínculos de
comunión
con otro.
2333 Corresponde
a
cada
uno,
hombre y
mujer,
reconocer
y
aceptar
su identidad
sexual.
La
diferencia
y la
complementariedad
físicas,
morales
y
espirituales,
están
orientadas
a los
bienes
del
matrimonio
y
al desarrollo
de la
vida familiar.
La
armonía
de la
pareja
y de
la sociedad
depende
en
parte
de la
manera
en que
son vividas entre
los sexos
la complementariedad,
la necesidad
y
el apoyo
mutuos.
2334
"Creando
al
hombre
‘varón
y mujer’,
Dios da
la
dignidad
personal
de igual
modo
al
hombre y
a la mujer"
(FC
22;
cf
GS
49,2).
"El
hombre
es
una persona,
y
esto
se
aplica
en
la misma
medida
al hombre
y a
la mujer, porque
los dos fueron creados
a imagen
y semejanza
de un Dios personal"
(MD 6).
El matrimonio en
el orden
de la
creación
1603 "La
íntima
comunidad
de
vida y
amor
conyugal,
fundada
por
el
Creador
y provista
de
leyes
propias,
se establece
sobre la
alianza
del
matrimonio...
un vínculo
sagrado...
no depende
del
arbitrio
humano.
El mismo
Dios es
el
autor
del
matrimonio"
(GS
48,1).
La
vocación
al
matrimonio
se inscribe
en
la naturale
misma
del
hombre y de
la mujer,
según
salieron
de la
mano del
Creador.
El matrimonio
no
es
una institución
puramente humana a pesar
de las numerosas
variaciones
que ha podido
sufrir
a lo largo
de los siglos
en
las diferentes
culturas,
estructuras
sociales
y actitudes
espirituales.
Estas diversidades
no deben
hacer
olvidar
sus rasgos
comunes
y permanente.
A pesar
de que
la dignidad
de
esta
institución
no se trasluzca
siempre
con
la misma
claridad
(cf GS 47,2),
existe
en
todas las
culturas
un
cierto
sentido
de la
grandeza
de
la unión
matrimonial.
"La
salvación
de la
persona
y de la
sociedad
humana
y cristiana
está
estrechamente
ligada
a la
prosperidad
de
la comunidad
conyugal
y familiar"
(GS
47,1).
1604
Dios que
ha
creado
al
hombre
por
amor
lo ha
llamado
también
al
amor,
vocación
fundamental
e innata
de todo ser
humano.
Porque
el
hombre fue
creado
a imagen
y
semejanza
de
Dios
(Gn
1,2), que
es
Amor
(cf
1
Jn
4,8.16).
Habiéndolos
creado
Dios hombre
y
mujer,
el
amor
mutuo
entre
ellos
se
convierte
en
imagen
del
amor
absoluto
e indefectible
con
que Dios
ama
al
hombre.
Este
amor
es
bueno,
muy bueno,
a los
ojos del
Creador
(cf
Gn 1,31).
Y
este
amor
que Dios
bendice
es
destinado
a
ser
fecundo
y a
realizarse
en
la obra
común
del
cuidado
de la
creación.
"Y
los
bendijo
Dios y les
dijo:
"Sed
fecundos
y multiplicaos,
y llenad
la tierra
y sometedla'"
(Gn 1,28).
1605
La
Sagrada
escritura
afirma
que
el
hombre y la
mujer
fueron
creados
el
uno para
el
otro:
"No
es bueno
que el
hombre esté
solo".
La mujer,
"carne
de su
carne",
su igual,
la
criatura
más semejante
al hombre
mismo,
le
es
dada
por Dios
como
una "auxilio",
representando
así
a Dios
que
es
nuestro
"auxilio"
(cf
Sal
121,2).
"Por
eso
deja
el
hombre a
su padre
y a su
madre
y se
une a
su mujer,
y se hacen
una sola
carne"
(cf
Gn 2,18-25).
Que esto
significa
una unión
indefectible
de sus
dos vidas,
el
Señor
mismo
lo muestra recordando
cuál
fue "en
el
principio",
el
plan del
Creador:
"De
manera
que
ya
no son dos sino
una sola
carne"
(Mt 19,6).
3. COMENTARIO
TEOLÓGICO
Comentario Teológico:
P.
Leonardo
Castellani
Parábolas
de
las Minas y los
Talentos
(Mt.25,14-30;
Lc.19,11)
Las
dos últimas
parábolas
acerca
del
"Servicio
de Dios"
o sea
de los
"siervos",
fueron
pronunciadas
al final de la
prédica
evangélica,
el día
de
Ramos
o el Martes
o Miércoles
Santo respectivamente.
Nos
proponemos
probar
en
este
artículo
que
la
"creatividad"
ha sido
querida
y mandada
por Dios,
como precepto
capital
del
"siervo
de Dios" e "hijo
de Dios",
que es
el
Hombre;
contra N.
Berdyaef
que pretende
el Evangelio
no dice
nada
acerca
de la
"creatividad",
mas sólo
trata
de "el
pecado
y la redención";
en
su libro
"El
sentido
del
acto
creador"
(The
Meaning
ofthe Creative
Act,
trad.
del
ruso de
Lowrie,
Gollancz,
Londres,
1955) por otra
parte
grande:
grande
en filosofía, inseguro
y
aun tropezado
en teología.
Las
dos parábolas
tienen
el
mismo
asunto
y paralelo
desarrollo,
de donde
algunos
Santos
Padres
como san
Ambrosio
y varios
exégetas
modernos
como
Maldonado
y
Lagrange
dicen
que
son
una
sola,
tratada diferentemente
por Mateo
y Lucas;
es
decir,
maltratada,
en
ese
caso,
pues
no
es
de
creer
que
estos
supiesen
más que
Jesucristo.
Son
dos parábolas.
Para
no hacerme
largo
probándolo
(pues
no
escribo
un tratado
científico)
aduzco
la
autoridad
de san
Agustín,
san
Crisóstomo y santo
Tomás;
y también
el
hecho
de
que uno
de los
"identicistas",
el
P.
Buzy,
para
probar
que
es
una sola,
mete
la tijera
en
el
Evangelio,
corta,
recorta,
suprime, desarma,
y ensambla;
y "reconstruye"
triunfalmente
"la
parábola
primitiva",
Dios le
perdone.
Eso no
se ha
de hacer.
Hacer
mangas
y capirotes
con
los textos
evangélicos
no
es
lícito,
hay
que dejar
eso
a los
racionalistas;
un
católico
debe
abstenerse;
y un hombre
de
ciencia
también, puesto
que
sabemos
hoy
de
cierto
que los
meturgemanes
y recitadores
jamás
metían
cuchara
en
los recitados
de los
"nabihim",
mas su
oficio
era
conservarlos
escrupulosamente.
No
me
cansaré
de
decir
ésto.
Si
Mateo
y
Lucas
hubiesen
pergeñado
sendas
parábolas
por
su
cuenta
tomando
pie
de
otra (perdida)
de
Cristo,
lo
hubiesen
suplantado
como
Predicador
y Revelador,
simplemente.
Es impensable
(Ver
Evangelio
de
Jesucristo,
pág.
45).
Lo
mismo
que las
del
Amigo
Insistente
y la Viuda
Fastidiosa,
tenemos
aquí
dos parábolas
con
el
mismo tema,
con
el
comienzo
y
el
cabo
diversos,
y
más
amplitud
y
alcance
en
la
segunda,
las de
las
"Minas"
-com
escribieron
ambiguamente
los
Padres
latinos la
palabra
"mna",
moneda que
es
un sesentavo
de un
talento;
que habría
que
escribir
"enna"
y no
"mina".
El
tema
es
un
Potentado
(un "financista"
en
un
caso;
un
"rey"
en
otro) que
entrega
capital
a sus
siervos para
que
lo
beneficien;
y retomando
de
una
ausencia,
premia
desmesuradamente
a los
que han
lucrado
mucho o poco;
y a los
que no
han
acrecido
aunque
tampoco
perdido
el
peculio,
castiga
también desmesuradamente.
(El significado
es
tan
claro
que
ya
desde
el
principio
la palabra
"talentum",
que
era
una moneda
y un póndere,
empezó
a significar
para
el
pueblo
los dones
espirituales
que el
hombre
recibe
de natura,
hasta
eliminar
este sentido
metafórico
al
otro sentido
literal
del
término
en
el
latín;
como
hoy
persiste
en
castellano,
francés
e inglés;
en
que decimos
"hombre
de talento"
sin
acordamos
siquiera
del
significado
primitivo:
intrusión
del
evangelio
en
el
lenguaje).
Díganme
si
esto
no significa
ordenar
Dios
al
hombre,
como
"servicio
de Dios",
la creatividad,
-o
sea la
actividad
productiva
de sus facultades-
con
el
rigor más
absoluto.
O
yo
no
entiendo
lo que quiere
decir
con
"creatividad"
el
filósofo ruso
(cosa
que puede
ser),
o
el
filósofo ruso
ha leído
muy por
encima
el
Evangelio.
No menos de
seis
veces
aparece
en
él
el
mandato
de
"negociar
hasta que
yo
vuelva";
y en
cambio
"la
doctrina
del pecado
y la
redención",
que
es
el
fondo
exclusivo
del
Evangelio
según
Berdyaef,
no la
nombre jamás
Cristo directamente,
mas la
establece
solamente
con
sus hechos:
"este
cáliz
del
Nuevo
Convenio
es
mi sangre,
la
cual será
derramada por los pecados
de muchos".
La
parábola
de las
"minas"
o
"ennas"
es
más larga
y circunstanciada,
añade
el
tema
accesorio
de
"los rebeldes
al
monarca"
y alude
al
final
a la
Parusía,
el
último
"juicio"
del
Rey;
de modo
que
comprende
en
sí a
la otra;
y por
eso la
traduciremos
íntegra:
"Escuchando
ellos
estas
cosas,
Jesús
les dijo
OTRA
parábola
(diversa
de las
anteriores
y más
capital)
porque
iban acercándose
a
Jerusalén
(y
a la
Pasión)
y
ellos
se
imaginaban que
el
Reino
de Dios
iba a sobrevenir
entonces
de golpe.
Y les
habló así: Había
un hombre
de linaje
regio
que se
iba lejos
a recibir
investidura
real
para
volver
en
seguida
(como
solían
en
ese
tiempo
los príncipes
vasallos
de Roma:
como
hizo Herodes
Magno,
el
año
40 A.c.;
y su hijo
Arquelao,
el
4). Y
llamando
a sus
diez servidores,
les
entregó
diez ennas
con
este
encargo:
"Valorizadlas
hasta mi
vuelta".
Mas
sus
conciudadanos
lo odiaban
y
enviaron
(al Emperador)
una
embajada
en
pos de
él
para
decirle:
"No queremos
que
este
reine
sobre nosotros"
(como hicieron
el
año
39 d.C.
los judíos
con
Herodes
Antipas,
el
cual
fracasó
en
su viaje,
y no
retornó
nunca
a su Tetrarquía).
Y
sucedió
cuando
Este
volvió
coronado,
que
convocó
a los
siervos
que había
habilitado,
para
ver
qué medro
habían obtenido.
Y presentándose
el
primero,
dijo:
-Señor,
vuestra
enna
ha lucrado
diez
ennas.
Díjole
el Señor:
-Bien,
buen
siervo
fiel,
porque has
sido fiel
en
lo poco,
recibe
e!
gobierno de
diez
ciudades.
Vino
el
otro y dijo: Señor,
vuestra
enna
ha producido
cinco
ennas.
Díjole
el
Señor:
-y
tú, sé gobernador
de
cinco
lugares míos.
Mas
vino
un
tercero.y
dijo:
-Señor,
aquí
está
tu
enna,
guardada
en
una
bolsa, pues
he tenido
miedo
de ti, que
eres
hombre
austero;
y sacas
de
donde no
has metido,
y
cosechas
donde no
has sembrado.
Replicó
el Señor:
-Por
tu boca
te
condenas,
mal siervo.
Si sabías
que soy
un hombre
austero,
que saca
de donde
no metió,
y cosecha
aun donde no
sembró, podías al
menos
haber puesto
mi dinero en préstamo;
y a mi llegada,
lo habría recogido
con
réditos.
Y dijo
a los
asistentes:
-Quitadle
la
enna,
y dadla
al que
tiene
diez. Dijeron:
-Señor,
el otro
ya
tiene
diez. -
Replicó:
-Os
digo que
a todo
el
que tiene
se le
dará más
y abundará;
al que
no tiene
se le quitará
(lo
poco)
que tiene.
Pero,
mis
enemigos,
los que
no me
querían
por rey,
sean
apresados
y degollados
en mi presencia..."
Y
esto dicho,
caminó impetuosamente
hacia
Jerusalén.
No
es
insólito
en
los
improvisadores
de
estilo
oral
adaptar
un recitado
a un
nuevo
auditorio
o a
una nueva
moraleja,
volviéndolo
otro...
y
el
mismo.
Las
diferencias
de
la
otra
parábola
son:
aquí
es
un
ricachón
y
no
un
rey,
la
suma
confiada
es
enormemente
mayor
(no sé si
ironizó
Cristo
al
hacer
al
Noble más
pobre que
al
Financista)
les
dio
diferentes
sumas, diez,
cinco
y un
Talento,
"según
su
capacidad";
el
premio
que da
a los
industriosos y
creadores
es
mayor
y más
indeterminado
("entra
en
el
gozo de
tu
Señor")
y el
castigo
es
enorme:
le quitan
el
talento
que
tenía
para
darlo
al que
tenía diez
y arrojan
al
"siervo
inútil"
a
"las
tinieblas
de allá
fuera, donde
será
el
llanto
y el rechinar
de dientes”,
lo que
significa
la muerte
eterna.
En
vano
Dom Calmet
contiende
que significa
un
calabozo,
la cárcel.
Eso no
es
"allá
afuera";
sino,
como
dicen
los malevitos,
"adentro";
y esa
expresión
de Cristo
designa
siempre el
infierno.
Si el
no hacer
fructificar
los dones
que Dios nos dio
(nos
confió)
puede
resultar
en la muerte
eterna
y
Berdyaef
quiere
todavía más
"mandato
divino de
creatividad"
que
éste,
yo
no sé
lo que quiere.
Dios quiere
por lo
visto
que
cada
hombre
en
este
mundo
(y sin
eso
no puede
salvarse)
"haga
algo",
produzca
con
y en
su
mente
primero
y después
fuera,
una
cosa
que ningún
otro pueda
hacer
sino
él.
El valor
"terrenal"
de lo
que
hace
(sea
la Novena
Sinfonía,
sea
otra
cosa...
no digo
un tango)
no tiene
importancia;
lo cual
parece
indicar
el
hecho
de que Cristo sea
indiferente
a las sumas,
en
un
caso
una suma
enorme,
en
el
otro módica;
los talentos
nuestros
a nuestros
ojos son
enormes;
y las diferencias
en
"talentos"
de los
hombres
nos suelen
parecer
enormes;
en
sí mismos
mirados,
la diferencia
es
poca
o nada;
"una
mna
a cada
uno".
(Entre
paréntesis,
no sé
como
Buzy
dice que
la "enna"
era
una
cantidad
risible,
"como
1.000 francos";
pues
según
mis datos
y los
exégetas
alemanes,
una "enna"
de
oro
moneda
eran
87 dólares
y por
ende
un talento
5.220; una
"enna"
de
oro
póndere
eran
2.250 dólares
y un talento
135.000.
Puede
que
Buzy
asuma
que
eran
"talentos"
de
cobre (unos
49 kilos);
pero
el
caso
es
que
cuando
no se
hacía
aposición
ninguna,
la palabra
simple
"talento"
indicaba
el
peso
en
oro.
Como quiera
que
sea,
Dios quiere
que
"negociemos"
con
los 87,
los
2.250
ó los
135.000 ó los 1.350.000 dólares
que nos
confió
al
crearnos
con tal o
cual
disposición
o fuerza
vital.
Todos los
Papas
modernos,
señaladamente
Pío
XI (que
Berdyaef
conoció)
han
insistido
sobre la
"creatividad",
incluso los
que nada
han
creado.
El
Papa
Pío
XII dijo
repetidas
veces
que
"la
Verdad
debe
ser vivida,
comunicada,
obrada";
y
para
que la
Verdad
viva no
hay
tu tía
si no
hacerla
pasar
por
la propia
existencia;
cosa
que
el
artista,
el
científico,
el
caudillo,
el
empresario
y el
"pechero"
hacen
de modo
diferente,
una misma
cosa
en
el
fondo.
El predicador
que recita
lugares
comunes
religiosos
que él
no practica
ni siente,
no predica
en realidad;
y sus
"verdades"
son escasamente
"la
VERDAD".
Y
¿qué ha de crear
un pobrecito
de amenos
de un dólar,
un minero
de
Bolivia,
un mensú
de Misiones
o un
zafrero
de
Salta?
No se
engañen:
esos
tienen
más
creatividad
espiritual
a lo
mejor que
un muchachito
porteño
que
estudia
(naturalmente)
abogacía
para
llegar
naturalmente
a "gobernante";
y pilla
una
neurosis porque
no
era
ese
su lugar,
y más
le valiera
haber
sembrado
papas.
Todos
pueden
crear
algo
si
el
mundo moderno los deja;
lo malo
es que
no
nos deja;
y
entonces
creamos,
al
menos,
resistencia
al
mundo
moderno.
Los que
entierran
su
"talento"
en
una
bolsa o
en
un hoyo
en
la tierra,
no son
los que
resisten,
sino los
que siguen
la correntada.
Estoy por
contar
aquí
ejemplos
de gente
chiquitísima,
sencillas
sirvientas,
peones
rudos, que
han hecho
de repente
en
el
mundo un
hecho
escondido,
pequeño,
singular,
y admirable,
como
una joya
en
el
fondo del
río o
una flor
donde no
se ve;
pero
ustedes
deben
saber
más
aun
que
yo
de
eso.
Son
cosas
finas,
que sólo Dios puede
haber
inspirado;
y son más
para
contemplar
que para
describir;
pues no las
entendemos
del
todo.
Lo
curioso
es
que
Berdyaef
esperaba
una
explosión
de
"creatividad
religiosa"
en
el
mundo
hacia
1913,
que iba a superar
incluso la
revelación
de Cristo, pues
había
de ser la
revelación
del
Espíritu Santo,
la Tercera
Iglesia,
la
Iglesia
de
Juan,
mayor
que
la de
Pedro;
antigua
herejía
de los
Gnósticos
primero,
y después
de los
Joaquinistas
y de
los
Fratricelli;
resucitada
en
la Rusia
por
Feodorof
y
Merejkowsky;
la
cual
herejía
invocaba una
tercera,
nueva
y mayor
"revelación"
futura
que la
del
Padre
(Antiguo
Testamento)
y la del
Hijo (Nuevo
Testamento);
cuya
cabeza
iba a
ser
la
"Santa
Rusia" lavada
de
sus pecados;
y lo que
se les
reveló
fue
el
comunismo
ateo
y satánico,
después
de una
guerra
sangrienta
y una revolución
atroz.
No
es
profeta
todo
el
que quiere...
Dostoiewsky
también
esperaba
esa
extraordinaria
revelación
en
la Tercera
Roma (o
sea
Rusia),
pero
como
alternativa
de
otra
revelación
o
explosión
demoníaca
(“Los
demonios",
novela)
una
de
las
dos:
y
aconteció
la
segunda.
Una Orden
Religiosa,
o una nación,
o un
Estado, que suprimen,
cohartan
o podan
la "creatividad"
de sus miembros,
ofenden
la persona
humana;
y están
condenados,
a la
corta
o a
la larga.
Esto ocurre
a
causa
de
la
"socialización",
que
es
un
proceso
de
arteriosclerosis
que amenaza
a toda sociedad
humana:
cuando
lo social
oprime a
lo personal,
lo formal
a lo
carismático,
la simple
conservación
al
crecimiento
y elevación,
"la
letra
al
espíritu";
proceso
que se
dio
al
máximo
en
el
cuerpo
de los
"Pherizim"
o fariseos.
Una
orden
religiosa
que
en vez
de doctores
sacros
produjera
técnicos
en
televisión,
o
cosas
por
el
estilo,
anda mal
de
"creatividad",
patina,
no cumple
con su misión;
y si no se
examina
y orienta,
va a
llegar
a
hacer
daño
en vez
de provecho.
El
"Servicio
de Dios
y el
Rey"
a través
de
la
creatividad,
el
motor
y
el
mote
de la
España
Grande:
no hemos
de
abnegarlo
ni olvidarlo.
Quizá
por olvidarlo
un tiempo,
España
devino
chica.
Mas
ahora
¡arriba
España!
(CASTELLANI,
L.,
Las
Parábolas de Cristo,
Ediciones
Jauja,
Mendoza
(Argentina),
1994, p. 279)
Santos Padres San
Juan Crisóstomo
-
Parábola
de
los talentos
(Mt.25,14-30)
Así, pues,
la parábola
de las
vírgenes
fatuas
se
aplica
a la limosna que se
da
en
dinero;
la que sigue—de
los talentos—se
dirige
a quienes
no quieren
aprovechar
al
prójimo ni
con su dinero,
ni
con
su palabra,
ni
con
el
gobierno,
ni de
ninguna
otra manera,
sino que
lo
esconden
todo. —Mas
¿por
qué
esta
parábola
introduce
a un rey,
y la
otra a
un
esposo?
—Para
que
entendamos
cuán
familiarmente
se
comporta
Cristo
con
las vírgenes
que se
desprenden
de lo
que
tienen.
Porque
en
eso
está
la verdadera
virginidad.
De
ahí
que
Pablo ponga
eso
por definición
de la
propia virginidad:
La
mujer
no
casada,
lo mismo
que la
doncella,
se preocupa
de las cosas del
Señor, de ser
santa
en
el cuerpo
y en
el espíritu1.
A esto os
exhortamos—dice—.
Por
lo demás,
si la
parábola
de los
talentos
adopta
otra forma
en
Lucas2,
hay que
decir
que una
es
ésta
y otra
aquélla.
En
efecto,
en
aquélla
un mismo
capital
produce
diferentes
réditos,
pues
de una sola
mina,
uno granjeó
diez
y otro
cinco.
De
ahí
que
tampoco
los premios
fueran
los mismos.
No
así
en
la de
los talentos,
en
que la
corona
es
la misma.
Aquí,
el
que recibió
dos, logró
otros dos,
y el
que
cinco,
otros
cinco.
Allí,
con
el
mismo
caudal,
uno
logró
más, otro menos ganancias.
Lógicamente,
pues,
tenían
que ser distintas
las recompensas.
Más
notad
cómo
nunca reclama
el
Señor
inmediatamente.
Así,
en
la parábola
de la viña, la
arrendó
a los
labradores
y se
fue de
viaje;
y
aquí,
les
entregó
el
dinero
a sus
criados
y se marchó
también
de viaje.
Buena
prueba
de
su inmensa
longanimidad.
Y, a mi
parecer,
en
esta
parábola
de los
talentos
se refiere
el
Señor
a su
resurrección.
Aquí
ya
no hay
labradores
y viña,
sino que
son todos trabajadores.
Porque
no habla
ya
sólo
con los
gobernantes
y dirigentes,
ni
con
solos los
judíos,
sino
con
todos los
hombres
sin
excepción.
Y los
que le presentan
sus ganancias
confiesan
agradecidamente
lo que
es
obra suya
y
lo
que
es
don del
Señor.
El uno
dice:
Señor,
cinco
talentos
me diste.
Y
el
otro:
Dos
talentos
me
diste.
Con
lo que
reconocen
que
de Él
recibieron
la
base
para
el negocio,
y se
lo agradecen
sinceramente
y,
en definitiva,
todo se lo atribuyen
a él.
¿Qué
responde a
ello
el
Señor?
Enhorabuena,
siervo
bueno
y fiel
(la bondad
está
en
mirar
por el
prójimo); puesto
que has
sido fiel
en
lo poco,
yo
te
constituiré
sobre lo
mucho.
Entra
en
el
gozo de tu
Señor.
Palabra
con
que
el
Señor
da a
entender
la bienaventuranza
toda. No
habla
así
el
siervo
perezoso.
Pues
¿qué dice?
Yo sabía
que
eres
hombre
duro,
que siegas
donde no
sembraste
y recoges
donde
no
esparciste,
y,
por miedo
a ti,
escondí
tu talento.
Aquí
tienes
lo que
es
tuyo.
¿Qué le
contesta
el
Señor?
Siervo
malo, tenías
que
haber puesto
mi dinero
en
el
banco,
es
decir,
tenías
que haber
hablado,
exhortado,
aconsejado.
—Es que no
me hacen
caso.
—Eso no te toca
a ti.
¿Puede
darse
mansedumbre
más
grande?
3. Realmente,
no
lo
hacen
así
los
hombres.
Entre
los
hombres,
el
mismo
que
toma
el
préstamo
es
responsable
del
interés.
No
así
Dios. Tú
tenías—dice—que
depositar
el
dinero
y dejar
a mi
cargo
la reclamación:
Y
yo lo hubiera
reclamado
con interés.
Interés
llama
aquí a las obras,
fruto de
la
predicación.
Tú
tenías
que
haber
hecho
lo más
fácil
y dejar
para
mí lo
más difícil.
Más
como
no lo
hizo:
Quitadle—
dice—el
talento
y dádselo
al que
tiene
diez. Porque
a
todo
el
que tiene,
se le
dará y
abundará;
mas,
al que no
tiene,
aun lo
que tiene,
se le
quitará.
¿Qué
quiere
decir
esto?
El que
ha
recibido
gracia
de palabra
y de doctrina
y no hace
uso
de
ella,
perderá
esa
gracia;
más
el
que la
emplea
fervorosamente,
se ganará
mayor
dádiva,
como
el
otro pierde
lo que
recibiera.
Más
no
es
ése
el
único daño
del
mal trabajador.
Luego
viene el
castigo
insoportable
y,
con
el
castigo,
la
sentencia,
llena
de mucha
acusación.
Porque,
al
siervo
inútil:
Arrojadle—dice—a
las tinieblas
exteriores.
Allí será
el
llanto
y el
crujir
de dientes.
Ya veis
cómo
no sólo
el que
roba y defrauda,
ni sólo
el
que obra
mal, sino
también
el
que no
hace
el
bien,
es
castigado
con
el
último
suplicio. Escuchemos,
pues,
esas
palabras.
Mientras
es
tiempo,
trabajemos
por nuestra salvación,
tomemos
aceite
para
nuestras
lámparas,
negociemos
con
nuestro
talento.
Porque
si somos
perezosos
y nos pasamos
la vida sin hacer
nada,
nadie
nos tendrá
allí
ya
compasión,
por mucho que
lloremos.
También
el
que
entró
en
el banquete
de bodas
con
ropa sucia
se
condenó
a sí
mismo;
pero de
nada
le
aprovechó.
El que
recibió
un solo talento,
devolvió
la
cantidad
que se
le había
entregado,
y aun
así
fue condenado.
Suplicaron
las vírgenes,
se acercaron
y llamaron
a la
puerta,
pero
fue
todo en balde.
Sabiendo
como
sabemos
todo
esto,
pongamos
a
contribución,
para
aprovechamiento
de nuestro
prójimo, dinero,
fervor,
dirección,
todo,
en
fin,
cuanto
tenemos.
Porque
talento
vale
aquí
tanto
como
la facultad
misma
que
cada
uno tiene,
ora en
gobierno,
riqueza,
doctrina,
o
cualquier
otra
cosa
semejante.
Que nadie,
pues,
diga:
"Yo
no tengo
más que
un
talento
y no
puedo
hacer
nada".
No. Con
un solo
talento
puedes
también ser
glorioso.
Porque no
serás
más pobre
que
la viuda
de las
dos moneditas,
ni más
rudo que
Pedro
y Juan,
que
eran
ignorantes
y no
conocían
las letras.
Y, sin
embargo,
por
haber
dado
muestras
de
su
fervor
y por haberlo
hecho
todo en interés
común, alcanzaron
el cielo.
Porque
nada
es tan
grato
a Dios
como que
vivamos
en interés
de
todos. Si
Él nos dio palabra,
y
manos,
y pies, y
fuerza
corporal,
y razón,
y
prudencia,
es
porque
quiere
que de
todo nos
valgamos
para
nuestra
propia salvación
y para
el
aprovechamiento
de nuestro
prójimo. Así,
la palabra
no sólo
nos
sirve para
entonarle
a Él himnos
y acciones
de
gracias,
sino también
para
enseñar
y
exhortar
a nuestros
hermanos.
Y si
para
esto
la empleamos,
imitamos
al
Señor;
si para lo
contrario,
al
diablo. Así
Pedro,
cuando
confesó
a Cristo,
fue proclamado
bienaventurado,
como
quien había
hablado
lo que
el
Padre
le inspirara;
más
cuando
rechazó
la
cruz y
se
opuso a
que
el
Señor
la sufriera,
fue
fuertemente
reprendido,
como
quien tenía
los sentimientos
del
diablo. Ahora bien,
si
hablar
así
por ignorancia
fue tan
grande
culpa,
¿qué perdón
tendremos
cuando
tantas veces
pecamos voluntariamente?
(SAN
JUAN
CRISÓSTOMO,
Obras de San
Juan
Crisóstomo, homilía 78,
2-3,
BAC
Madrid 1956
(II),
p. 556-59)
1
1 Co
7, 34-35
2
Lc 19,
11
ss.
La Palabra de Dios de este domingo —el penúltimo del año
litúrgico— nos advierte de la precariedad de la existencia terrena y nos
invita a vivirla como una peregrinación, teniendo la mirada fija en la
meta, en aquel Dios que nos ha creado y, dado que nos ha hecho para sí
(cf. san Agustín, Confesiones. 1, 1), es nuestro destino último y el
sentido de nuestra vida. Paso obligado para llegar a esa realidad
definitiva es la muerte, seguida del juicio final. El apóstol Pablo
recuerda que «el día del Señor llegará como un ladrón en la noche» (1 Ts
5, 2), es decir, sin avisar. La conciencia del retorno glorioso del
Señor Jesús nos impulsa a vivir en una actitud de vigilancia, esperando
su manifestación en la constante memoria de su primera venida.
En la célebre parábola de los talentos —que narra el evangelista
Mateo (cf. 25, 14-30)—, Jesús habla de tres siervos a los que el señor,
en el momento de partir para un largo viaje, les confía sus bienes. Dos
de ellos se comportan bien, porque hacen fructificar el doble los bienes
recibidos. El tercero, en cambio, esconde el dinero recibido en un hoyo.
Al volver a casa, el señor pide cuentas a los siervos de lo que les
había confiado y, mientras se complace con los dos primeros, el tercero
lo defrauda. En efecto, el siervo que mantuvo escondido el talento sin
valorizarlo hizo mal sus cálculos: se comportó como si su señor ya no
fuera a regresar, como si no hubiera un día en que le pediría cuentas de
su actuación. Con esta parábola, Jesús quiere enseñar a los discípulos a
usar bien sus dones: Dios llama a cada hombre a la vida y le entrega
talentos, confiándole al mismo tiempo una misión que cumplir. Sería de
necios pensar que estos dones se nos deben, y renunciar a emplearlos
sería incumplir el fin de la propia existencia. Comentando esta página
evangélica, san Gregorio Magno nota que el Señor a nadie niega el don de
su caridad, del amor. Escribe: «Por esto, es necesario, hermanos míos,
que pongáis sumo cuidado en la custodia de la caridad, en toda acción
que tengáis que realizar» (Homilías sobre los Evangelios 9, 6). Y tras
precisar que la verdadera caridad consiste en amar tanto a los amigos
como a los enemigos, añade: «Si uno adolece de esta virtud, pierde todo
bien que tiene, es privado del talento recibido y arrojado fuera, a las
tinieblas» (ib.).
Queridos hermanos, acojamos la invitación a la vigilancia, a la
que tantas veces nos exhortan las Escrituras. Esta es la actitud de
quien sabe que el Señor volverá y querrá ver en nosotros los frutos de
su amor. La caridad es el bien fundamental que nadie puede dejar de
hacer fructificar y sin el cual cualquier otro don es vano (cf. 1 Co 13,
3). Si Jesús nos ha amado hasta el punto de dar su vida por nosotros
(cf. 1 Jn 3, 16), ¿cómo podríamos no amar a Dios con todas nuestras
fuerzas y amarnos de todo corazón los unos a los otros? (cf. 1 Jn 4,
11). Sólo practicando la caridad, también nosotros podremos participar
en la alegría de nuestro Señor. Que la Virgen María sea nuestra maestra
de laboriosa y alegre vigilancia en el camino hacia el encuentro con
Dios.
A
El evangelio de este domingo es la parábola de los talentos. Por
desgracia en el pasado el significado de esta parábola ha sido
habitualmente tergiversado, o al menos muy reducido. Cuando escuchamos
hablar de los talentos, pensamos en seguida en las dotes naturales de
inteligencia, belleza, fuerza, capacidades artísticas. La metáfora se
usa para hablar de actores, cantantes, cómicos... El uso no es del todo
equivocado, pero sí secundario. Jesús no pretendía hablar de la
obligación de desarrollar las dotes naturales de cada uno, sino de hacer
fructificar los dones espirituales recibidos de él. A desarrollar las
dotes naturales, ya nos empuja la naturaleza, la ambición, la sed de
ganancia. A veces, al contrario, es necesario poner freno a esta
tendencia de hacer valer los talentos propios porque puede convertirse
fácilmente en afán por hacer carrera y por imponerse a los demás.
Los talentos de los que habla Jesús son la Palabra de Dios, la fe, en
una palabra, el reino que ha anunciado. En este sentido la parábola de
los talentos conecta con la del sembrados. A la suerte diversa de la
semilla que él ha echado -que en algunos casos produce el sesenta por
ciento, en otros en cambio se queda entre las espinas, o se lo comen los
pájaros del cielo-, corresponde aquí la diferente ganancia realizada con
los talentos.
Los talentos son, para nosotros cristianos de hoy, la fe y los
sacramentos que hemos recibido. La palabra nos obliga a hacer un examen
de conciencia: ¿qué uso estamos haciendo de estos talentos? ¿Nos
parecemos al siervo que los hace fructificar o al que los entierra? Para
muchos el propio bautismo es verdaderamente un talento enterrado. Yo lo
comparo a un paquete regalo que uno ha recibido por Navidad y que ha
sido olvidado en un rincón, sin haberlo nunca abierto o tirado.
Los frutos de los talentos naturales acaban con nosotros, o como mucho
pasan a los herederos; los frutos de los talentos espirituales nos
siguen a la vida eterna y un día nos valdrán la aprobación del Juez
divino: "Bien, siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco, te daré
autoridad sobre lo mucho: toma parte en el gozo de tu señor".
Nuestro deber humano y cristiano no es solo desarrollar nuestros
talentos naturales y espirituales, sino también de ayudar a los demás a
desarrollar los suyos. En el mundo moderno existe una profesión que se
llama, en inglés, talent-scout, descubridor de talentos. Son personas
que saben encontrar talentos ocultos -de pintor, de cantante, de actor,
de jugador de fútbol- y les ayudan a cultivar su talento y a encontrar
un patrocinador. No lo hacen gratis, naturalmente, ni por amor al arte,
sino para tener un porcentaje en sus ganancias, una vez que se han
afirmado.
El Evangelio nos invita a todos a ser talent-scouts, "descubridores de
talentos", pero no por amor a la ganancia sino para ayudar a quienes no
tienen la posibilidad de afirmarse por sí mismos. La humanidad debe
algunos de sus mejores genios o artistas al altruismo de una persona
amiga que ha creído en ellos y les ha animado, cuando nadie creía en
ellos. Un caso ejemplar que me viene a la mente es el de Theo Van Gogh,
que sostuvo toda la vida, económica y moralmente, a su hermano Vincent,
cuando nadie creía en él y no lograba vender ninguno de sus cuadros.
Entre ellos se intercambiaron más de seiscientas cartas, que son un
documento de altísima humanidad y espiritualidad. Sin él no tendríamos
hoy esos cuadros que todos amamos y admiramos.
La primera lectura del domingo nos invita a detenernos en un talento en
particular, que es al mismo tiempo natural y espiritual: el talento de
la femineidad, el talento de ser mujer. Contiene de hecho el conocido
elogio de la mujer que comienza con las palabras: "Una mujer completa,
¿quién la encontrará?". Este elogio, tan bello, tiene un defecto, que no
depende obviamente de la Biblia sino de la época en la que fue escrito y
de la cultura que refleja. Si uno se fija, descubre que este talento
está enteramente en función del hombre. Su conclusión es: bendito el
hombre que tiene una mujer así. Ella le teje hermosos vestidos, honra a
su casa, le permite caminar con la cabeza alta entre sus amigos. No creo
que las mujeres sean hoy entusiastas de este elogio.
Dejando aparte este límite, quisiera subrayar la actualidad de este
elogio de la mujer. Desde todas partes surge la exigencia de dar más
espacio a la mujer, de valorar el genio femenino. Nosotros no creemos
que "el eterno femenino nos salvará". La experiencia cotidiana muestra
que la mujer puede "elevarnos a lo alto, pero también puede
precipitarnos hacia abajo. También ella necesita ser salvada por Cristo.
Pero es cierto que, una vez redimida por él y "liberada", en el plano
humano, de las antiguas sujeciones, ella puede contribuir a salvar
nuestra sociedad de algunos males inveterados que la amenazan:
violencia, voluntad de poder, aridez espiritual, desprecio por la
vida...
Después de tantas épocas que han tomado el nombre del hombre -la era del
homo erectus, homo faber, hasta el homo sapiens, de hoy-, hay que
augurar que se abra finalmente, para la humanidad entera, una era de la
mujer: una era del corazón, de la ternura, de la compasión. Ha sido el
culto a la Virgen el que ha inspirado, en los siglos pasados, el respeto
por la mujer y su idealización en buena parte de la literatura y del
arte. También la mujer de hoy puede mirarla a ella como modelo, amiga y
aliada a la hora de defender su propia dignidad y el talento de ser
mujer.
Aplicación: R. P. Lic. José A. Marcone, IVE - Parábola de los talentos
(Mt 25,14-30
Introducción
El
contexto
histórico
del
evangelio
de hoy
es
el
siguiente.
Estamos
ya
a
dos
o tres
días de
la muerte
de Jesús.
Jesús
ya
tuvo unas
trenzadas
durísimas
con
los fariseos
y éstos
ya
están
trabajando
ocultamente
para
hacerlo
morir
en
esos
días.
Jesús
les habló
a sus
discípulos
acerca
del
fin de
Jerusalén
y
del
fin del
mundo (Mt
24).
En Mt
25 vuelve
a
dirigirse
exclusivamente
a sus
discípulos y les
advierte
acerca
de la
conducta
que deben
tener
para
que
cuando
Él venga
por
Segunda
Vez
los pueda
hacer
entrar
al
cielo
con
Él. Y
primero
les dice
la parábola
de
las
vírgenes
prudentes
y las
necias
(Mt
25,1-13),
que trata
acerca
de
aquellos
que
conservan
o
“no
conservan
el
bien
espiritual
recibido
interiormente”3.
Y luego
dice la
parábola
de los
talentos,
la parábo hoy
(Mt 25,14-30),
que trata
de
aquellos
que
“no
multiplican
los bienes
recibidos”4.
Ambas
parábolas
se refieren
a los pecados
de omisión.
Ni de las
vírgenes
necias
ni del
hombre que recibió
un talento
se dice que hicieran
el
mal
a alguien.
No se condenaron
por
haber
hecho
el
mal,
sino
por no
haber
hecho
el bien.
1. ‘Talento’
en general:
la libertad
como
creatividad
participada
El hombre
que se
va de
su tierra5
es
Cristo que
asciende
a los
cielos6.
Y luego
dice
el
evangelio
textualmente:
“Llamó
a
sus
siervos
y les
entregó
sus bienes”
(Mt 25,14).
Esta frase
tiene
una
densidad
teológica
muy
grande.
Trataremos
de explicarla
en pocas
palabras.
Santo
Tomás
hace
una
observación
agudísima:
lo que
el
hombre
da a
sus siervos
son dones;
no hay
un contrato
de
por medio
y no
los
compele
a usar
de
los dones
dados.
Simplemente,
les
entrega
sus dones
y los deja
librados
a su
propio libre
arbitrio,
es
decir,
a su
libertad.
La
frase
textual
de
Santo
Tomás
es
la
siguiente:
“Puede
decirse
que
el
hombre
se marchó
de su
tierra
no
con
un movimiento
local,
sino
en
el
sentido
que dejó
a sus siervos
bajo
su propio
libre
arbitrio,
porque
no los
compele7
a
usar
de los
dones
dados”8.
Por
lo tanto,
la frase
‘se
alejó’
puede
interpretarse
en
el
sentido
de quien
se
compromete
a no
interferir
en
lo más
mínimo
en
las decisiones
libres
de los
demás.
Esta observación
de
Santo
Tomás
coincide
con
el
verbo usado
en
el
original
griego
para
decir
que
el hombre
‘entregó’
o ‘confió’
sus bienes
a sus
siervos,
como
bien traduce
(esta
vez
sí)
el
Leccionario
argentino.
El verbo
griego
usado
es
paradídomi.
Este verbo,
por
ejemplo,
es
el
que usa
Jesús
para
expresar
el
don
de todas las
cosas
que
el
Padre
hace
al
Hijo:
“Todo
me ha
sido
entregado
(paradídomi)
por mi
Padre”
(Mt
11,27).
Y también:
“Jesús,
inclinando la
cabeza,
entregó
(paradídomi)
el
espíritu”
(Jn
19,30).
Jamás
se usa
en
el
NT
en
el sentido
que exija
una retribución
o una obligación9.
Además,
Santo
Tomás,
cuando
explique
qué significan
en
particular
los
talentos
entregados
a
cada siervo,
va a
decir
que
esos
talentos
son los
dones
gratuitos
que,
según
San
Pablo,
el
Espíritu
Santo
entrega
libre y
gratuitamente
a los bautizados
(cf. 1Cor
12,4-11).
El
P.
Castellani
también intuyó
este
sentido,
que
es
fundamental
para
entender
la parábola.
Desde
el inicio
de su
explicación
dice:
“Nos
proponemos
probar
en
este
artículo
que la
‘creatividad’
ha sido
querida
y mandada
por Dios,
como
precepto
capital
del
‘siervo
de Dios’
e ‘hijo
de Dios’,
que
es
el
Hombre”10.
Y hablando
acerca
del
significado
de la palabra
‘talento’,
dice:
“Díganme
si
esto
no significa
ordenar
Dios
al hombre,
como
‘servicio
de Dios’,
la
creatividad,
-o
sea
la
actividad
productiva
de sus
facultades-
con
el
rigor
más absoluto”11.
Y también:
“Si
el no
hacer
fructificar
los dones
que
Dios nos dio (nos
confió)
puede
resultar
en la
muerte
eterna
quiere
decir
que
esta
parábola
es,
efectivamente,
un
‘mandato
divino
de
creatividad’.
Dios quiere
por lo
visto
que
cada
hombre
en
este
mundo
(y
sin
eso
no puede
salvarse)
‘haga
algo’,
produzca
con
y
en su mente
primero
y después
fuera,
una cosa
que
ningún
otro pueda
hacer
sino
él”12.
El P.
Cornelio
Fabro,
enorme
filósofo
italiano
del
siglo
XX,
explica
en
términos
más
exactos
y
filosóficos lo que
el
P.
Castellani
llama,
con una
frase
más
literaria,
simplemente
‘creatividad’.
Fabro,
siguiendo
e interpretando
a
Santo
Tomás,
dice
que
el
hombre,
al
recibir
la
libertad
dada
por
Dios,
recibió
una
participación
en
la
capacidad
creativa
que posee
Dios. Dios,
por su
misma
naturaleza,
es
capaz
de
crear
algo
de la
nada.
El hombre participa
de esa
capacidad
de Dios,
no por propia naturaleza
sino por
el
don que Dios
le hizo
al
darle
el
libre
arbitrio.
Y
cita
a
Santo
Tomás
quien dice
que
el
hombre
está
hecho
a ‘imagen’
de Dios
en
cuanto
que
es
intelectual,
en
cuanto
tiene
libertad
o libre
arbitrio
y
en
cuanto
está
revestido
de poder
por sí
mismo
(per
se potestativum)13.
Por
eso
dice Santo
Tomás
que ahora
(en
la
Prima
Secundae)
se dispone a tratar
del
hombre,
‘imagen’
de
Dios,
“en
cuanto
por
sí mismo
es
principio
de sus
obras,
es
decir,
en
cuanto
que tiene
libre
arbitrio
y poder
sobre
sus obras”14.
Y
entonces
concluye
genialmente
el
P.
Fabro:
“El
texto de
Santo
Tomás
(…)
indica
(…) la
originalidad
primaria
de la
libertad
como
creatividad
participada:
acto
puro
de
emergencia
del
Yo
en
la
estructura
existencial
del
sujeto
como
persona.
(…)
Se
trata
– y
este
es
el
significado
fundante
que puede
tener
la libertad
como
creatividad
participada-
que
la libertad
es
aquella
propiedad
del
hombre
gracias
a la
cual
algo
que
podía no ser
ni llegar
a ser,
en
cambio
llega
a ser
y
es.
Y, del
mismo
modo,
algo
que podía
ser
y llegar
a ser,
no
es
ni
llega
a ser.
La
esencia
creativa
de la libertad
está
en
ese
‘puede’”15.
Esta
entrega
que Dios hace
al
hombre de su
propio poder
creativo
(según
dice
Fabro)
coincide
perfectamente
con
el
texto
griego
original
de la parábola
de hoy.
Dice
San
Mateo que
el
hombre,
que
es
Cristo, les
entregó
a sus
siervos
tà
hypárjonta
autoû.
El verbo
hypárjo
significa
‘tener
algo
como
propio’;
autoû significa
‘de
él’.
Por lo tanto,
se trata
de ‘las
cosas
que le pertenecían
a
él
como
propias’.
Se puede
traducir
perfectamente
como
‘sus
posesiones’
o, mejor,
‘sus bienes’.
Ese ‘bien’
que Dios
tiene
como
propio
es
su libertad,
la
cual
es
una
capacidad
para
crear
ex
nihilo.
Es
ese bien
el
que
entrega
al
hombre,
no de
una manera
idéntica y
unívoca,
sino de
una manera
participada
y
análoga.
Es
el
libre
arbitrio
o libertad
en
el alma
intelectual
del hombre16.
La
Ascensión
de Cristo a los
cielos
es
una invitación
que el
mismo
Cristo
hace
al
hombre a
ejercer
su libertad
en
cuanto
creatividad
participada.
La
voluntad
libre del
hombre
es
un motor
poderosísimo
que debe
ser puesto
en
movimiento
para
poder
salvarse.
Este
es
el
don primario
y fundante
de todos
los demás.
Éste
es
el talento
primero,
considerado
en
general,
que Dios
entrega
hoy
a sus siervos.
Considerados
en particular,
los talentos
pueden
ser
naturales
o sobrenaturales.
Talentos
naturales
son aquellos
que miran
a la
inteligencia,
a la
voluntad
o
al
cuerpo.
Talentos
sobrenaturales
se refieren
a dones
especiales
dados
por Dios
para
edificación
de
la Iglesia.
La
diferencia
en
la
cantidad
de talentos
está
dada
según
la siguiente
progresión.
Un talento,
es
decir,
lo necesario
y
suficiente
para
alcanzar
la propia
salvación,
colaborar
con
la
construcción
del
Reino
de Dios
en
esta tierra
y ayudar
a la
salvación
de los
demás.
El que
recibió
dos talentos
es
aquel
que
recibió
en
abundancia
estos dones.
El que
recibió
cinco
es
el
que recibió
con
súper
abundancia.
Entre
uno
y dos hay
proporción,
pues
dos
es
el
doble de
uno. En
cambio,
entre
dos y
cinco
no hay
proporción,
pues
cinco
es
el
doble
de dos,
más
uno.
“Esto quiere
decir
que
el que
recibió
cinco
es
aquel
que recibió
dones según
una medida
incomparable”17.
2. ‘Talento’
en particular:
los talentos sobrenaturales
Queremos
referirnos
de
una
manera
especial
(como
lo hace
Santo
Tomás)
a los
talentos
sobrenaturales.
Para
determinar
qué significan
en
particular
los talentos
sobrenaturales
dados
por
Jesús
lo primero
es
recordar
que está hablando
a ‘discípulos’,
es decir,
a los bautizados.
Según
Santo
Tomás
“estos
talentos
son los
diversos
dones
de
la
gracia
(…),
según
se dice
en
1Cor 12,4:
‘Hay
diversidad
de
gracias’.
Por
lo tanto,
estos
dones
son diversos;
de la
misma
manera,
se dan
a los
hombres diversamente.
Por eso
dice el
Apóstol: ‘A
cada
uno
de nosotros se le ha dado
la gracia
según
la medida
del
don de Cristo’
(Ef
4,7)”18.
En 1Cor
12,4-11,
texto de
San
Pablo
recién
citado
por
Santo
Tomás,
se
enumeran
las
gracias
que
un cristiano
puede
recibir.
Son
esas
las
gracias
particulares
que
constituyen
los
talentos
propios
de
cada
uno según
se dicen
en
esta
parábola.
Por
eso,
para
Santo
Tomás,
el
que recibe
cinco
talentos
es
el
que recibe
el
don más
grande
enumerado
allí
por San
Pablo:
‘la palabra
de sabiduría’
(1Cor 12,8;
en
griego,
lógos
sofías).
Dice textualmente
Santo
Tomás:
“Podemos
decir
que
estos
cinco
talentos
son
la
elocuencia
que proviene
de Dios, las palabras
de
sabiduría.
En
efecto,
frecuentemente
se
compara
la sabiduría
con
las riquezas.
(…)
Orígenes
dice que aquel
a quien dio
cinco talentos
es
aquel
que penetra
con
inteligencia
espiritual
todo lo
que dicen
las Sagradas
Escrituras.
(…) Ese
fue
el
don que
el
Señor
les dio
a los
Apóstoles,
según
narra
San
Lucas:
‘Abrió
sus inteligencias
para
que
comprendieran
las Escrituras’
(Lc
24,45).
Y también
está
lo que
se
cuenta
en
el
libro
d
Daniel:
‘Dios dio
a los
cuatro
jóvenes
ciencia
e inteligencia
en toda
Escritura’
(Dan
1,17)”19.
Por
lo tanto,
según
Santo
Tomás
y Orígenes,
el
que recibió
cinco
talentos
es
el
que recibió
el
don de tener
sabiduría,
de interpretar
correctamente
las
Sagradas
Escrituras
y de
manifestar
con
elocuencia
divina
esa sabiduría
que proviene
de
Dios20.
Siguiendo
esta
línea
interpretativa
de
Santo
Tomás
podemos
decir
que
los
dones
que siguen
al
don
de ‘palabra
de sabiduría’
son los
dones
que
corresponden
a los
que recibieron
dos y un
talento.
El que
sigue inmediatamente
al
don de
‘palabra
de sabiduría’
es
el
don de
‘palabra
de
conocimiento’
(1Cor 12,8;
lógos gnóseos).
“¿Qué
diferencia
pone
Pablo
entre
‘sabiduría’
(sophía)
y ‘conocimiento’
(gnosis)?
En su
comentario,
el
P.
Allo
afirma
que son
‘los
grados
más
altos
de la
enseñanza’
y que
la ‘sabiduría’
(sophía)
es
superior
al
conocimiento
(gnosis).
El
P.
Allo opina,
en
efecto,
que todo
el
elenco
de los
dones
sigue
un orden
descendente.
Según
él,
la ‘sabiduría’
(sophía)
se
refiere
a ‘los
designios
íntimos
de Dios’.
Pablo
ha hablado
de
ellos
en
1Cor
2,6-13,
diciendo que
está
reservado
a los
‘perfectos’,
a los
‘adultos’
en la
fe.
El ‘conocimiento’
(gnosis),
en
cambio,
no sería
tanto
una
‘intuición
sobrenatural
sino más
bien un discurso
del
intelecto
sobrenaturalmente
guiado’”21.
Por lo tanto, podemos
decir
que
el
que recibió
dos talentos
es
aquel
que recibió
el don
de
‘palabra
de conocimiento’.
El que
recibió
un solo
talento
es
aquel
que recibió
los dones
espirituales
necesarios
y suficientes
para,
a través
del uso
responsable
e intenso
de su libertad,
alcanzar
la salvación
eterna.
Santo
Tomás
insiste
en
que los
talentos
de
la parábola
se refieren
especialmente
(aunque
no únicamente)
a
esos
dones
espirituales
de los
que habla
San
Pablo
en
1Cor 12,4-11
y que
esa
es
la
clave
de
lectura
de la parábola22.
De esta
manera,
dice Santo
Tomás,
se
entiende
perfectamente
la frase
que
sigue:
“A
cada
uno según
su propia
fuerza”
(Mt 25,15)23.
Dice
Santo
Tomás
textualmente:
“Si
interpretamos
los
talentos
como
las palabras
de sabiduría
y conocimiento,
la
explicación
de
esta
frase
se
allana.
En
efecto,
esas
palabras
deben
ser dadas
según
la mayor
o menor
capacidad,
según
se dice
en
San
Juan:
‘Muchas
cosas
tengo
para deciros,
que no podéis
llevar
ahora’
(Jn
16,12).
Y
el
Apóstol dice:
‘Como a
niños
en
Cristo os di
leche,
no
comida
sólida’
(1Cor 3,2).
Por
eso, a
los de mente
más
exquisita
les dio
cosas
más exquisitas”24.
3. Los que
recibieron
cinco
y dos talentos
¿En
qué consistió
la virtud de los dos primeros
que
duplicaron
sus talentos?
Lo dice
Santo Tomás:
“Algo
puede
aprovechar
de dos
modos. De un
modo,
cuando
algo
aprovecha
para
uno mismo.
De otro
modo,
cuando
algo
aprovecha
para otro.
En
el
caso
de
esta
parábola,
los talentos
aprovechan
al
que los
tiene
si
aumenta
para
sí mismo
la inteligencia
de
las Escrituras
recibida.
Los
talentos
aprovechan
a otro
si
el
que los
recibió
tiene
caridad
suficiente
como
para que
los demás
reciban
los frutos
de su
inteligencia
de la
Escritura.
Aprovechó
para los
otros
el
que,
recibiendo
la inteligencia
de la
Escritura,
la
comunicó.
Así
lo dice
San
Pedro:
‘Que
cada
cual
ponga
al
servicio
de los
demás
la gracia
que ha
recibido,
como
buenos
administradores
de
las
diversas
gracias
de Dios’
(1Pe
4,10)”25.
Y
Santo
Tomas
culmina
su párrafo
con
esta
frase
iluminante:
“Por
lo tanto,
si lo
que recibes
lo comunicas,
en
esa
misma
medida lo
ganarás
y lo
acrecentarás”26.
Notemos
que la
lógica
usada
aquí
por
Santo
Tomás
es
la
contraria
a la
que se usa
para
los bienes
materiales.
Los
bienes
materiales,
si los
comunicamos,
decrecen
y fenecen.
Los
bienes
espirituales,
si los
comunicamos,
además
de
enriquecer
al
prójimo,
aumentan
para
nosotros mismos. Por
eso decía
un santo:
“La fe
se
aumenta
comunicándola”27.
La
vuelta
del
hombre
es
la Segunda
Venida
de
Jesucristo
para
el
Juicio
Final.
“Aquí
se trata
del
Juicio. (…)
Es necesario
notar que
deberemos
rendir
cuentas
a Dios
de los
dones recibidos
y de
las obras
hechas,
según
se dice
en Mt 12,36: ‘De
toda palabra
vana
que
hablen los hombres
darán
cuenta
en
el día
del
Juicio’”28.
El premio
para
los dos
primeros
es
el
gozo
del
Señor:
“Entra
en
el
gozo
de tu
Señor”
(Mt 25,21.23).
“Y
alguno
puede
decir:
¿No es
acaso
la visión
beatífica
el
premio?
U otro puede
decir:
¿No es
acaso
el
bien el premio?
A otras
cosas
se les
puede
llamar
premio;
sin
embargo,
el
gozo
es
el
premio
final.
Así
como
el
lugar inferior
es
el
fin de
las
cosas
que tienen
peso,
sin
embargo,
el
reposar
en
el
lugar final
es
lo más
principal
de esas
cosas.
Del
mismo
modo,
el
gozo
no
es otra
cosa
que
el
reposo
del
alma
en
el
bien poseído.
Por
lo tanto,
a causa
de la
razón
de fin
que tiene
el
gozo,
es
el
premio
final.
¿Y
por qué
dice
entra
en
el
gozo y no
recibe
el
gozo?
El
gozo
es
doble:
el
que proviene
de la
posesión
de bienes
exteriores
y el
que proviene
de
la
posesión
de bienes
interiores.
El que
se
goza
en
la
posesión
de bienes
exteriores,
no
entra
en
el
gozo,
sino que
el
gozo
entra
en
él.
En
cambio,
el
que se
goza
de bienes
espirituales,
entra
en
el
gozo,
porque
las
cosas
espirituales
son más
grandes
que
él.
Y
como
Dios
es
el
bien más
grande,
el
que se
goza
en
Dios
entra
en
el
gozo.
Y por
eso
dice
el
Cantar
de los
Cantares:
‘Me
introdujo
en su
celda’
(Cant
1,5)”29.
3. El que recibió
un solo talento
El tercer
siervo
es
llamado
‘malvado’
con
razón,
por que
comete
injusticias
contra
su señor
y quiere
engañarlo
con
un falso
silogismo.
“El
tercer
siervo
propone un
admirable
silogismo.
Pone la primera
premisa
blasfemando
contra
Dios.
En
la
segunda
premisa,
reconoce
su
negligencia.
Y
concluye
proponiendo
su inocencia.
Por lo
tanto,
este
silogismo
no tiene
ningún
valor.
Blasfema
cuando
dice:
‘Señor,
sé que
eres
un hombre duro’.
Reconoce
su negligencia
cuando
dice:
‘Fui
y
escondí
el
talento’.
Y propone
su inocencia
cuando
dice: ‘He
aquí
lo que
es tuyo’”30.
Analizada
desde
el
punto
de vista
de la libertad
como
creatividad
participada
esta
frase
es
tremenda.
Habíamos
dicho que
el
bien que
Dios
comparte
con
sus siervos
es
su propia libertad
divina
en
cuanto
capacidad
de crear
ex nihilo
(‘de
la nada’).
Por lo
tanto,
si
el
siervo
le dice
al
señor:
‘Toma
lo que
es
tuyo’,
le
está
devolviendo
a Dios
esa
libertad
que Dios
quería
regalarle.
El siervo
malvado
no quiso
recibir
la libertad
que Dios le
ofrecía
para
ser
colaborador
en
el
acto
creador
de Dios.
El siervo
malvado
le devuelve
a Dios
la libertad
que Dios le
había dado.
El no
usar
la
libertad
para
acrecentar
los dones
de Dios
es,
en
algún
modo, renunciar
a la
libertad
y,
por lo tanto,
renunciar
a participar
de la
libertad
creadora
de Dios.
Es
el
drama del
hombre moderno,
hablando
en general.
En
efecto,
el
hombre
moderno
habla
de libertad
como
jamás
antes
se había
hablado.
Sin
embargo,
no usa
esa
libertad
para
hacer
fructificar
los dones
de Dios.
Por
lo tanto,
está
renunciando
a la libertad.
El hombre moderno
(hablando
en
general)
le
está diciendo
a Dios: ‘Toma
lo que es tuyo.
Toma tu libertad.
No la quiero’.
“Y
según
esto,
este
siervo
tenía tres
malas
opiniones
de Dios.
Primero,
que Dios
no
era misericordioso.
Segundo,
creía
que Dios
puede
recibir
algún
acrecentamiento
con
nuestros
bienes.
Tercero,
que
no todas las
cosas
provienen
de Dios.
Y todas
estas
opiniones
procedían
de una
raíz
mala,
porque
pensaba
acerca
de Dios
como
si Dios
fuera
un
hombre”31.
Esa opinión
mala,
que
es
la
raíz
de las tres
primeras
podríamos
resumirla
también en
esta
palabra:
no veía a
Dios como
Padre
sino
como un
competidor.
Esto
también
es
algo
propio de la
cultura
moderna,
hablando
en
general.
Por
eso
Jesús
les dijo
una vez
a
los
fariseos:
“Los
fariseos
le decían:
‘¿Dónde
está
tu
Padre?’
Respondió
Jesús:
‘No
me
conocéis
ni a
mí ni
a mi
Padre;
si me
conocierais
a mí,
conoceríais
también a
mi
Padre’”
(Jn
8,19;
cf.
Jn
7,28;
Jn
8,55).
En
cambio
a sus
discípulos les
dice:
“Si
me conocéis
a mí, conoceréis
también a
mi Padre;
desde
ahora lo
conocéis
y
lo habéis
visto”
(Jn
14,7).
Santo
Tomás
pone un
ejemplo
concreto
de lo
que significa
considerar
duro a
Dios:
“Algunos
que estiman
que Dios
es
duro,
se retraen
de su
servicio.
Y de
ahí
viene
el
hecho
que
algunos,
que podrían
dar muchos
frutos,
dicen:
‘Si
yo
me pusiera
a
escuchar
confesiones
y a hacer
predicaciones,
quizá
me
sucederán
algunos
males’.
Los
que
dicen
esto
consideran
duro
a Dios.
De
la misma
manera,
otros dicen:
‘Si me
hiciera sacerdote
o religioso,
quizá
podría
yo
cometer
algún
pecado,
y entonces
sería
peor
que si
no hubiese
entrado
en religión’.
Estos también
consideran
duro a Dios, porque
piensan
que,
si se
adhieren
a Dios, Dios
puede fallarles.
Estos tales son semejantes
a aquellos
que desesperan
de la misericordia
de Dios”32.
El señor le
responde:
“Debías
haber
dado tu dinero
a los banqueros,
y
así,
al venir
yo, hubiera
recibido
lo mío
con
los intereses”
(Mt 25,27).
Santo
Tomás,
resumiendo,
la interpreta
de esta
manera:
‘Si pensabas
que
yo
era
duro, deberías
haber
pedido
ayuda’.
Esa
ayuda
debe
entenderse
en
el
sentido
de pedir
consejo
para
aclarar
sus dudas
acerca
de
la
naturaleza
de Dios,
y pedir
colaboración
para
fortalecer
su voluntad
y poder
poner
en práctica
su libertad.
La
pregunta
sonaría
así:
“¿Por
qué te
quedaste
con
esas
ideas
acerca
de Dios?
¿Por
qué no fuiste a
preguntar
a quien
te podía responder?”.
La
última
observación
respecto
a
este
siervo
malo:
“Es
necesario
notar que
no
es
castigado
por
algún
mal que
haya
hecho,
sino por
el
bien que
dejó
de hacer.
Por
eso
dice
en
Mt 7,19:
‘Todo
árbol
que
no
da fruto
es
cortado’.
Y
también:
‘Todo
sarmiento
que
en
mí
no da
fruto,
el
Padre
lo
corta’
(Jn
15,2).
Y lo
llama
siervo inútil,
porque
el
bien que
tiene
no lo
gasta
en
utilidad
de los
otros.
Por
ejemplo,
si tiene
inteligencia
y no
la gasta
en un buen
uso,
enseñando
a los demás;
si tiene
riquezas
y no hace
obras
de misericordia”33.
Conclusión
La
parábola
de hoy
se
parece
al
hecho
de la
higuera
estéril
que no
da
frutos
y que
Jesús
la maldice (Mc.11,12-14.20-24
y //),
precisamente
también dentro
de la
Semana
Santa
(justo
antes
de su
pasión,
para
expresar
el final
del
tiempo,
el Día).
¿Y
Qué sucede
si
tenemos
20, 30,
40, 50
años
y nos
damos
cuenta
que hasta
ahora
hemos
sido
como
el siervo
inútil?
No debemos
desesperarnos.
De
nada
sirve llorar:
“No
llores
como
mujer
lo que
no supiste defender
como
hombre”.
Si
estamos
vivos
es
porque
todavía hay
tiempo.
Podemos
despertarnos
y
empezar
a trabajar.
Siempre
hay
tiempo
mientras
vivimos.
Por
eso
el
mismo
Jesucristo
narró
la parábola
de la
Higuera
que no
daba
frutos.
El
agricultor
pide tiempo
y si no da
fruto la
cortará
(Lc.13,6-9).
No
nos olvidemos
que Ma.
Sma.
es
una
gran
agricultora
y
ama
mucho
las
higueras
que
no
dan
fruto
y que pueden
darlo.
Ella
es
en
primer
lugar
la que
le pide
al
Señor
que no
seque
la higuera
y
la
cultiva,
si hace
falta
la trasplanta
y luego
de un
tiempo
presenta
al
Señor
los primeros
higos,
un poco
maltrechos
al
principio,
pero
luego
los higos
comienzan
a madurar
y son
hermosos
frutos
de los
cuales
puede
gozarse
el
Señor.
Por
eso
en
la primera
lectura
se nos
presenta
a la
mujer
industriosa
que trabaja
hasta
tarde,
no para
ganar
dinero
sino para
aliviar
las necesidades
de sus
hijos,
de sus
siervos
y de sus
pobres.
¿Quién
es
esa
mujer
hacendosa
que trabaja
por los
demás?
María.
María
es
la agricultora
trabajadora
que removerá
la tierra
alrededor
de la higuera
estéril
de nuestra
vida, la
abonará
y
hará
que dé
frutos.
3
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Super
Evangelium
S.
Matthaei
lectura,
caput
25, lectio
2;
traducción
nuestra.
4
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibidem;
traducción
nuestra.
5
En
griego,
apodemôn.
Apó
es
preposición
de
movimiento
a
partir
de
un
lugar
hacia
otro
(latín:
ex);
demos
es
‘pueblo’.
Apodemôn:
‘alejarse
de
su
pueblo’.
6
“Iste
homo
Christus
est.
(…)
Statim
ascendit”
(SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibidem;
traducción
nuestra).
7
Compeler.
(Del
lat.
compellĕre).
tr.
Obligar
a
alguien,
con
fuerza
o
por
autoridad,
a
que
haga
lo
que
no
quiere
(DRAE).
8
“Vel
potest
dici
quod
profectus
est
non
recedendo,
sed
quia
relinquit
eos
sub
arbitrio,
quia
non
compellit
eos
uti
donis
datis”
(SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibidem;
traducción
nuestra).
9
No
está
bien
traducir
‘les
encomendó
su
hacienda’,
como
lo
hace
la Biblia
de
Jerusalén.
Tampoco
la
palabra
‘hacienda’,
como
veremos
en
seguida,
corresponde
al
original
griego.
10
CASTELLANI,
L.,
Las
parábolas
de
Cristo,
Ediciones
Jauja,
Mendoza
(Argentina),
1994,
p.
279.
11
CASTELLANI,
L.,
Idem,
p.
280.
12
CASTELLANI,
L.,
Idem,
p.
282.
Interesantes
estas
dos
frases
relativas
a
la creatividad
que
pongo
aquí
en
nota:
“¿Y
qué
ha
de
crear
un
pobrecito
de
amenos
de
un
dólar,
un
minero
de
Bolivia,
un
mensú
de
Misiones
o
un
zafrero
de
Salta?
No
se engañen:
esos
tienen
más
creatividad
espiritual
a lo mejor
que
un
muchachito
porteño
que
estudia
(naturalmente)
abogacía
para
llegar
naturalmente
a
‘gobernante’;
y
pilla
una
neurosis
porque
no
era
ese
su lugar,
y
más
le valiera
haber
sembrado
papas”
(CASTELLANI,
L.,
Idem,
p.
283).
“Una
Orden
Religiosa,
o
una
nación,
o
un
Estado,
que
suprimen,
cohartan
o
podan
la "creatividad"
de
sus
miembros,
ofenden
la
persona
humana;
y están
condenados,
a la corta
o a la larga.
Esto
ocurre
a causa
de
la "socialización",
que
es
un
proceso
de arteriosclerosis
que
amenaza
a toda
sociedad
humana:
cuando
lo
social
oprime
a lo
personal,
lo
formal
a lo
carismático,
la simple
conservación
al
crecimiento
y
elevación,
"la letra
al
espíritu";
proceso
que
se
dio
al
máximo
en
el
cuerpo
de
los
"Pherizim"
o
fariseos.
Una
orden
religiosa
que
en
vez
de
doctores
sacros
produjera
técnicos
en
televisión,
o cosas
por
el
estilo,
anda
mal
de
"creatividad",
patina,
no
cumple
con
su misión;
y si
no
se
examina
y
orienta,
va
a llegar
a
hacer
daño
en
vez
de
provecho”
(CASTELLANI,
L.,
Idem,
p.
284).
13
Cf.
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Summa
Theologiae,
I-II,
Prologus.
Hemos
traducido
potestativum
como
‘revestido
de
poder’
porque
esa
es
la
acepción
que
trae
el
Diccionario
Vox
Latín
–
Español.
14
“Secundum
quod
et ipse
est
suorum
operum
principium,
quasi
libero
arbitrio
habens
et
suorum
operum
potestatem”
(SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Summa
Theologiae,
I-II,
Prologus;
traducción
nuestra).
15
Y sigue
diciendo
Fabro:
“La
esencia
creativa
de
la libertad
está
en
ese
‘puede’
cuya
verdad
no
se encuentra
en
un
concepto
o
en
un
juicio
y
ni
siquiera
en
un
discurso
de
la razón,
sino
en
la
‘posición
de
sí
mismo’
en
virtud
de
la cual
está
en
condiciones
de
mover,
es
decir,
de
retener
o
de
dejar,
de
acoger
o
de
rechazar,
de
amar
o
de
odiar.
Es
decir,
aquello,
y solamente
aquello,
que
el
hombre
quiere
admitir
al interno
de
su
propia
vida”
(FABRO,
C.,
Riflessioni
sulla
libertà,
EDIVI,
Segni
(RM),
2004,
p.
9-10;
traducción
nuestra).
16
También
en
la
parábola
de
los
siervos
de
la
última
hora
(Mt 20,1-16)
el
dueño
de
la
viña
da
‘de
lo
que
es suyo’.
Dice
el
patrón
a los
trabajadores
envidiosos:
“¿Es
que
no
puedo
hacer
con
lo
que
es
mío
(en
toîs
emoîs)
lo
que
quiero?”
(Mt
20,15).
17
“Unde
vult
dicere
quod
aliquis
accipit
quinque,
qui
accipit
secundum
mensuram
incomparabilem”
(SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Super
Evangelium
S.
Matthaei
lectura,
caput
25,
lectio
2;
traducción
nuestra).
18
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibidem;
traducción
nuestra.
19
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibidem;
traducción
nuestra.
20
Además
de
los
Apóstoles,
el
profeta
Daniel
y los
tres
jóvenes
compañeros
de
Daniel,
recién
citados,
pareciera
que
también
recibió
este
don
el
diácono
San
Esteban
(Hech
6,10).
También
San
Pablo
(2Cor
1,12;
Col
1,28).
Las
siguientes
citas
pareciera
que
pueden
referirse
a este
don
del
que
habla
Santo
Tomás
y
que
se equipara
a los
cinco
talentos.
En
todas
estas
citas
aparece
la
palabra
griega
sofía:
Hech
6,3;
Hech
6,10;
2Cor
1,12;
Ef
1,17;
Col
1,9;
Col
1,28;
Apoc
13,18.21
VANHOYE,
A.,
I
carismi
nel
Nuovo
Testamento,
Editrice
Pontificio
Istituto
Biblico,
Roma,
19942
(ad
uso
degli
studenti),
p.
67.
22
Incluso,
Santo
Tomás
consagra
unos
largos
párrafos
de
su
comentario
para
hacer
ver
que
los
talentos
de
la
parábola
no
se
refieren
en
primer
lugar
a los
dones
naturales.
23
La
palabra
griega
usada
en
el
original
es
dýnamis
que,
sin
ninguna
duda,
significa
‘fuerza’,
‘poder’.
La
Vulgata
traduce:
“Unicuique
secundum
propriam
virtutem”.
Virtus
en
latín
es
‘fuerza’.
24
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibidem;
traducción
nuestra.
25
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibidem;
traducción
nuestra.
26
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibidem;
traducción
nuestra.
27
Una
curiosidad
interesante.
San
Gregorio
Magno,
según
lo
reporta
Santo
Tomás,
interpreta
que
el
que
recibió
dos
talentos
y ganó
otros
dos
“es
aquel
que
no
sólo
aprovechó
con
su
predicación
a
varones,
sino
también
a mujeres”
(“Vel
duo,
quia
non
solum
proficit
praedicando
viris,
sed
etiam
mulieribus,
secundum
Gregorium”
(SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibidem;
traducción
nuestra).
29
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibídem;
traducción
nuestra.
30
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibídem;
traducción
nuestra).
32
SANCTI
TOMAE
DE
AQUINO,
Ibidem;
traducción
nuestra
33 Sancti Tomae
de Aquino, ibídem, traducción nuestra.
Aplicación: P. Gustavo Pascual, IVE - LOS TALENTOS Mt 25, 14-30
Mateo trae la parábola de los talentos y Lucas la de las minas. El auditorio es distinto, en la primera sólo sus discípulos, en la otra, el pueblo
La
parábola
habla
en
ambos
casos
de un
rey que
se
ausentó
por un
tiempo
y dejó
a sus
servidores
un dinero
para
administrar.
Después
de pasado
mucho
tiempo
regresó
y pidió
cuenta
de
la
administración.
Dos siervos hicieron
producir
el dinero
y por
la
buena
administración
de una
pequeña
suma se
les
encomendó
para
la administración
ciudades
del
reino,
es
decir,
algo
mucho mayor.
Uno de
los
siervos
por temor
al
rey no
hizo producir
el
dinero,
sino
que
lo
escondió
y por
su mala
administración
fue
depuesto
de su
cargo
y despedido.
La
administración
de éste
pasó
al siervo
más responsable.
��A
qué se
refiere
la parábola?
Al Reino
de los
cielos.
El Reino
de los
cielos
en
su
aspecto
negociable,
podríamos
decir.
Alcanzar
el
Reino
de los
cielos
es
gracia
de
Dios, pero
el
alma
libre
tiene
que
aceptarlo
y muy difícilmente
lo
aceptará
el que
en
su vida
haya
enterrado
los dones
de Dios
y nunca
haya
trabajado
con
ellos
por el
Reino.
Dice
San
Agustín
“Quien
te hizo
sin
ti
no te
justificará
sin ti”34.
Dios te
creó
y te da
dones,
talentos, minas,
para
que
los
administres,
para
que los
trabajes
y los multipliques,
para
que
con
tus talentos
extiendas
el Reino
de Dios
que Dios
te mandó
extender
al
crearte
y no te
mandó
con
las
manos vacías,
sino que
te dio
los talentos
necesarios
para
realizar
la obra
porque
Dios
da a
cada
uno las
gracias
necesarias
para
la misión
que le
encomienda35.
Cada
uno de
nosotros
somos
los
siervos
que hemos
recibido
talentos
al ser
concebidos
con
el
fin de
extender
el
Reino
de Dios
en
la tierra
y
así
entrar
en
el
Reino
de los
cielos,
en
el
gozo
de tu
Señor
(Mt)
¿Y
qué
debemos
hacer?
Usar
nuestra
libertad.
Dios te
ha hecho
libre
y por
tanto
creativo.
Deja
en
tus manos
un universo mundo para
que
con
tu creatividad
extiendas
su Reino
y ganes
el
cielo.
A
uno le ha
dado diez,
a otro
cinco, a
otro uno, pero
quiere
que
hagamos
trabajar
lo que nos ha
dado.
Podemos
ser
de los
que trabajaron
y
entraron
en
el
cielo
o podemos
ser
del
que no
trabajó
con
el
talento
y
lo
enterró
excusándose
en
que
el
rey
era
muy
exigente.
El rey descubrió
la verdadera
causa
de no
haber
hecho
producir
el
talento:
“siervo
malo y perezoso”,
“siervo
inútil”
pero
en
un sentido
distinto
a
como
lo dice
otras veces
porque
este
fue
arrojado
“a
las tinieblas
de
fuera”,
donde
“hay
llanto
y rechinar
de dientes”,
es
decir,
al infierno.
A los
buenos
administradores
los hace
entrar
al
“gozo
de tu
señor”
que
es
el
cielo36
y
al
mal
siervo,
al infierno.
Dios nos
da dones
y entre
ellos
la libertad
para
que
con
ella
seamos
creativos
imitando
a la
infinita
creatividad
de Dios
que surge de su
libertad
sin
límites.
¡Qué hermoso
pensamiento,
qué reconfortante,
cuánto
amor
Dios nos
tiene,
cuánta
confianza!
Nos da
un mundo
para
que
en
él
obremos
lo que
nuestro
amor
nos mueva
a
crear,
porque
el
amor
es
creativo,
y
en
esa
creatividad,
que tiene
por
fin
inmediato
extender
el
Reino
de
Dios en la tierra
y por
fin
último
entrar
en
el cielo,
multiplicar
los talentos esperando
el
retorno
de
Jesús.
Si
no somos
creativos
somos
inútiles,
malos y perezosos.
No hace
falta
escribir
la
Suma
Teológica
para ser
creativos.
Dios da
dones
según
su beneplácito
pero
a todos
nos ha
dado
dones
y tenemos
talentos
para multiplicar.
El siervo
que
recibió
un talento
puso una
buena
excusa
aunque un
tanto irreal:
“eres
hombre duro
que cosechas
donde no
sembraste
y recoges
donde no
esparciste…”
(Mt y
Lc).
Y le
dice
el
Señor
confirmando
sus palabras
y
agregando:
“por
tus mismas
palabras
te juzgo”
(Lc).
Si
sabías
que
era
exigente
tendrías
que haber
sido diligente.
Es una
excusa
a su
pereza
y maldad.
Dios nunca
va a
pedirnos
más de
lo que
podemos
dar.
No
puede
pedir
imposibles
porque
iría
contra
su misma
justicia.
Si
pide,
antes
da.
El mal
siervo
se hace
un mal
concepto
de Dios
para
justificar
su mala
conducta.
Cuando
tenemos
malos
afectos
que nos
hacen
vivir
fuera
de la realidad,
muchas
veces,
acomodamos
nuestra
fe
a nuestras
apetencias
desordenadas.
Multiplicar
los talentos
no
es
una
carga
pesada,
no
es
una
exigencia
terrible,
“mi
yugo
es
suave
y mi
carga
ligera”37.
Dios no
puede
exigir
frutos
en
un terreno
donde no plantó,
donde no
manda la lluvia,
donde no
hecha
semilla,
donde no da fuerzas
para
trabajar,
porque
cosechar
donde no
sembró
y recoger
donde no
esparció
iría
contra
su justicia
y contra
su providencia.
Ciertamente que tenemos que estar atentos a las inspiraciones de Dios, a nuestras inclinaciones naturales que manifiestan los dones de Dios y al plan creativo pensado eternamente para nosotros y que nosotros tenemos que desarrollar en el tiempo multiplicando los talentos que nos ha dado
Pidamos
a Dios que nos
haga
ver
su plan
sobre nosotros, su
vocación
particularísima
para
nosotros
en
este mundo.
Seamos
dóciles
al
Espíritu Santo,
a sus
inspiraciones
e iremos
multiplicando
en
nuestras
manos los dones de
Dios y
realizando
obras insospechadas
para
su
gloria,
como hicieron
los santos.
¿Y
por qué
al
que
no hizo
producir
el
talento
se
le quitó
y se
le dio
al
que
tenía diez?
¿Por
qué
al
que tiene
se le
dará
y le sobrará
y al
que no
tiene,
aun
lo que
tiene
se le
quitará?
Si
no procediera
esta
frase
de
Jesús
podríamos
decir
con
toda seguridad
que la acuño
un liberal.
Un
economista
liberal.
Superenriquecimiento
de los más ricos a
costa del
súper-empobrecimiento
de los
más pobres.
Lo
que
enseña
Nuestro
Señor
y es
lo que
se ve
en
la realidad
es
que
el
alma
fiel
va
creciendo
a paso
agigantado
en
la vida
interior.
Produce
grandes
frutos
porque su
fidelidad
hace que los
talentos
se multipliquen
en
sus manos
y sus
obras
sean
magnánimas.
Por
el
contrario,
las
almas
infieles,
no sólo
que no
usan
sus talentos
sino que muchas
veces
los
malgastan,
es
decir,
les dan
un uso
distinto
del
que deberían
darles
según
el
plan divino
y
al fin se quedan
sin ellos, pues, no usarlos
o usarlos para
otra
cosa
es
como
no tenerlos.
La
parábola
de
los talentos
se refiere
a la
segunda
venida
de Cristo
para jugar
a todos.
Comienza
diciendo:
es
también…
haciendo
alusión
a la
parábola
de las diez
vírgenes,
es
también
el
reino
de los
cielos...
aunque
en
aquella
se trata
reino
de los cielos
en futuro,
será
semejante
a diez
vírgenes
(v.1).
El
encuentro
de
algunas
almas
con
Cristo será
antes
de la
segunda
venida,
en
el
momento
de la
muerte.
Sea
cuando sea,
la parábola
alude a
nuestro
encuentro
con Cristo
juez
para
ajustar
cuentas.
Los
talentos
que originariamente
son dinero
significan
la
gracia
que Dios
nos
da en
nuestra vida,
gracias
naturales
y sobrenaturales.
Ya
el
crearnos
es
un talento
de Dios
pero
después
de
crearnos
Dios nos
ha
colmado
y nos
colma
de infinidad
de
gracias.
Y
¿para
qué?
Para
que lo
sirvamos
y Él
nos
conceda
el
premio
a nuestra
fidelidad.
También
el premio
es una
gracia
pero
Dios lo concede
al que ha
sido fiel.
Se
trata de
trabajar
con las
gracias
recibidas
en bien
de nuestra
alma
y
en bien
del prójimo.
Todos recibimos
gracias
de Dios,
unos más,
otros
menos, pero
no son
para usarlas
egoístamente,
para
apropiárnoslas
y enterrarlas.
Los
dones
de
Dios
no
son propiamente
para
la
tierra.
Son
para
usarlos
en
la tierra
bien y
alcanzar
el cielo.
Si
las
gracias
de
Dios las
uso sólo para
tener
bienes
terrenales,
para
pasarla
bien en
esta
tierra,
para gozar
aquí
en
el
mundo, me
parezco
al
siervo
holgazán
que
escondió
el
talento
justificándose
en
un
falso
temor,
que no era
tal, sino ociosidad
para
trabajar
en
el bien
del prójimo
y diligencia
para
pensar
sólo en
él.
Dios no
tiene
en
cuenta
la
cantidad
de talentos
que
nos da
cuanto
que
trabajemos
con
ellos.
Todos,
el que
recibió
diez,
cinco,
uno, quiere
Dios que
lo haga
rendir.
El rendimiento,
Dios lo
valora
en
orden
a su servicio,
a trabajar
por
el
reino, por la
venida
del
reino.
Cada
uno de
nosotros ha
recibido
talentos
para
realizar
una misión
en
la tierra,
una misión
exclusiva
y
Dios nos va a pedir
cuentas.
¿Qué
hiciste de
las
gracias
que te
he
dado
en tu vida?
¿Cómo
las
has usado?
El
premio
a los que hicieron
rendir
el
talento
es
grande,
entrar
al gozo
del
Señor,
es
el
cielo,
entrar
en
el reino
de Cristo.
Para
los
negligentes
el
castigo
también
es
grande
las tinieblas
de fuera que
es
el
infierno, quedarse
fuera
del reino
de Cristo.
34
SAN
AGUSTÍN,
Sermón
169, 13,
O.C.
(23),
BAC Madrid
1983, 660-61
35
Cf.
III,
27, 4c
36
Cf. JSALÉN.
a Mt 25, 21
37
Mt 11,
30
Aplicación: Benedicto XVI - La Parábola de los Talentos
La Palabra de Dios de este domingo, el penúltimo del año litúrgico,
nos invita a estar vigilantes y diligentes en espera del regreso del Señor
Jesús al final de los tiempos. La página del Evangelio narra la famosa
parábola de los talentos referida por san Mateo (25,14-30). El «talento» era
una antigua moneda romana, de gran valor, y precisamente a causa de la
popularidad de esta parábola se ha convertido en sinónimo de dote personal,
que cada quien está llamado a hacer fructificar. En realidad el texto habla
de «un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su
hacienda» (Mateo 25,14). El hombre de la parábola representa al mismo
Cristo, los siervos son los discípulos y los talentos son los dones que
Jesús les confía. Por este motivo, estos dones, no sólo representan las
cualidades naturales, sino también las riquezas que el Señor Jesús nos ha
dejado en herencia para que las hagamos fructificar: su Palabra, depositada
en el santo Evangelio; el Bautismo, que nos renueva en el Espíritu Santo; la
oración, el Padrenuestro que elevamos a Dios como hijos unidos en el Hijo;
su perdón, que ha ordenado ofrecer a todos; el sacramento de su Cuerpo
inmolado y de su Sangre derramada. En una palabra: el Reino de Dios, que es
Él mismo, presente y vivo entre nosotros.
Este es el tesoro que Jesús ha confiado a sus amigos al final de su
breve existencia terrena. La parábola de hoy insiste en la actitud interior
con la que hay que acoger y valorar este don. La actitud equivocada es la
del miedo: el siervo que tiene miedo de su señor y de su regreso, esconde la
moneda bajo tierra y deja de producir frutos. Esto le sucede, por ejemplo, a
quien habiendo recibido el Bautismo, la Comunión, la Confirmación, entierra
después los dones bajo una capa de prejuicios, bajo una falsa imagen de Dios
que paraliza la fe y las obras, traicionando las expectativas del Señor.
Pero la parábola da más importancia a los buenos frutos de los discípulos
que, felices por el don recibido, no los han escondido con temor y celos,
sino que los han hecho fructificar, compartiéndolos. ¡Sí, lo que Cristo nos
ha dado se multiplica dándolo! Es un tesoro hecho para ser gastado,
invertido, compartido con los demás, como nos enseña ese gran administrador
de los talentos de Jesús, el apóstol Pablo.
La enseñanza evangélica que hoy nos ofrece la liturgia ha tenido un
impacto también a nivel histórico-social, promoviendo en las poblaciones
cristianas una mentalidad activa y emprendedora. Pero el mensaje central
afecta al espíritu de responsabilidad con el que hay que acoger el Reino de
Dios: responsabilidad con Dios y con la humanidad. Encarna perfectamente
esta actitud el corazón de la Virgen María, quien al recibir el don más
precioso, el mismo Jesús, lo ofreció al mundo con inmenso amor. Pidámosle
que nos ayude a ser «siervos buenos y fieles» para que podamos entrar un día
«en el gozo de tu Señor».