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Domingo 27 del Tiempo Ordinario Ciclo B: Preparemos con las Lecturas y con el Catecismo la Acogida de la Palabra proclamada en la Misa Dominical

 

Preparémonos en familia con las Lecturas   con el Catecismo y con el  Directorio Homilético

 

 

Recursos adicionales para la preparación

Páginas relacionadas  

Año Litúrgico Patrístico   

Comentarios de Sabios y Santos I  

Comentarios de Sabios y Santos II   

Iglesia del Hogar: Preparando en Familia   

Catequesis preparatoria para los niños  

Ejemplos que iluminan la participación    

Recursos: Gráficos - Videos - Audios

 

 

La Palabra de Dios ¿y tú?
La Palabra de Dios y yo - cómo acogerla
Falta un dedo: Celebrarla

 

preparémonos con Las Lecturas del Domingo



Lectura del libro del Génesis 2 4b. 7a. 18-21

Cuando el Señor Dios hizo el cielo y la tierra, modeló al hombre con arcilla del suelo, y dijo: «No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada».
Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre.
El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada.
Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando éste se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre.
El hombre exclamó:
« ¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre».
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.
Palabra de Dios.


Salmo Responsorial 127, 1-6

R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien. R.

Tu esposa será como una vida fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa. R.

¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén! R.

¡Y veas a los hijos de tus hijos!
¡Paz a Israel! R.



Lectura de la carta a los Hebreos 2, 9-11

Hermanos:
A Aquél que fue puesto por poco tiempo debajo de los ángeles, a Jesús, ahora lo vemos coronado de gloria y esplendor, a causa de la muerte que padeció. Así, por la gracia de Dios, El experimentó la muerte en favor de todos.
Convenía, en efecto, que Aquél por quien y para quien existen todas las cosas, a fin de llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación. Porque el que santifica y los que son santificados, tienen todos un mismo origen. Por eso, Él no se avergüenza de llamarlos hermanos.
Palabra de Dios.



Aleluia Jn 14, 12
Aleluia.
Si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros
y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. Aleluia.


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 2-16

Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: « ¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?»
Él les respondió: « ¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?»
Ellos dijeron: «Moisés permitió redactar una declaración divorcio y separarse de ella».
Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, "Dios los hizo varón y mujer". "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne". De manera que ya no son dos, "sino una sola carne". Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
Él les dijo: «El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio».
Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.



O bien más breve:



Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 2-12


Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba le plantearon esta cuestión: «¿Es lícito al hombre divorciarse su mujer?»
Él les respondió: « ¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado? »
Ellos dijeron: «Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella».
Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, "Dios los hizo varón y mujer". "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne". De manera que ya no son dos, "sino una sola carne". Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
Él les dijo: «El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio».
Palabra del Señor.

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preparémonos Con el Catecismo de la Iglesia Católica  para entender y  vivir la Palabra

Recursos

Reflexión a partir del Catecismo de la Iglesia Católica

Directorio Homilético

Nexo entre las Lecturas

  

REFLEXIÓN SOBRE LA PALABRA A PARTIR DEL CATECISMO

El autor sagrado quiere decir que la unión matrimonial para la comunicación de la vida, y que la igualdad entre el hombre y la mujer son queridas por Dios. La ayuda que el hombre no ha encontrado en ninguna parte vendrá del hombre mismo. Por eso le será presentada como algo tan suyo que “es hueso de mis huesos y carne de mi carne”.

San Marcos va a invocar la autoridad mesiánica de Jesús para dirimir una cuestión muy candente entre los rabinos: la posibilidad del repudio de la mujer. Apelando a unas circunstancias muy concretas; “por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto”, Jesús invocará Gn 1,27 para sancionar definitivamente la indisolubilidad del matrimonio. La propia voluntad divina será la mejor garantía de la unión entre el hombre y la mujer: “Lo que Dios ha unido...”

Las constantes noticias de matrimonios rotos, familias destrozadas, niños que deambulan cada fin de semana para convivir con el padre o la madre, disputas sobre la tutela de hijos, enfrentamientos por los bienes comunes, etc., hacen que la experiencia humana en este asunto sea preocupante. Puede suceder que en el origen de estas situaciones se encuentre un planteamiento superficial del noviazgo, de la misma convivencia matrimonial, del concepto, aceptación del matrimonio mismo, de la falta de madurez de la pareja, etc.

_ “La Sagrada Escritura afirma que el hombre y la mujer  fueron creados el uno para el otro: ``No es bueno que el hombre esté solo''. La mujer, ``carne de su carne'', es decir, su otra mitad, su igual, la criatura más semejante al hombre mismo, le es dada por Dios como un ``auxilio'', representando así a Dios que es nuestro ``auxilio''. ``Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne''. Que esto significa una unión indefectible de sus dos vidas, el Señor mismo lo muestra recordando cuál fue ``en el principio'', el plan del Creador: ``De manera que ya no son dos sino una sola carne'' (Mt 19,6)” (1605).

_ “Toda la vida cristiana está marcada por el amor esponsal de Cristo y de la Iglesia. Ya el Bautismo, entrada en el Pueblo de Dios, es un misterio nupcial. Es, por así decirlo, como el baño de bodas que precede al banquete de bodas, la Eucaristía. El Matrimonio cristiano viene a ser por su parte signo eficaz, sacramento de la alianza de Cristo y de la Iglesia. Puesto que es signo y comunicación de la gracia, el matrimonio entre bautizados es un verdadero sacramento de la Nueva Alianza” (1617).

_ “El matrimonio está establecido sobre el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia están ordenados al bien de los esposos y a la procreación y educación de los hijos. El amor de los esposos y la generación de los hijos establecen entre los miembros de una familia relaciones personales y responsabilidades primordiales” (2201).

_ “¿De dónde voy a sacar la fuerza para describir de manera satisfactoria la dicha del matrimonio que celebra la Iglesia, que confirma la ofrenda, que sella la bendición? Los ángeles lo proclaman, el Padre celestial lo ratifica... !Qué matrimonio el de dos cristianos, unidos por una sola esperanza, un solo deseo, una sola disciplina, el mismo servicio! Los dos hijos de un mismo Padre, servidores de un mismo Señor; nada los separa, ni en el espíritu ni en la carne; al contrario, son verdaderamente dos en una sola carne” (Tertuliano, ux, 2,9; cf FC 13) (1642).

Dios es la fuente del amor de los esposos y de su unión indisoluble.

 

 

ANTE LA PALABRA DEL DOMINGO

Primera: Gén 2, 18-24; segunda: Heb 2, 9-11 Evangelio: Mc 10, 2-16

NEXO ENTRE LAS LECTURAS

El tema del matrimonio domina la liturgia de este domingo. Por un lado, la ley de Moisés que permite repudiar a la esposa «por algo feo» (según que se interpretase, podría ser la infidelidad conyugal, o hasta una comida mal preparada) (evangelio); por otro lado, Jesús que vuelve a la ley originaria puesta en la naturaleza, según la cual «el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán dos en una sola carne» (primera lectura, evangelio). En la segunda lectura, se nos recuerda que Jesús esposo de la Iglesia se entrega a ella hasta la muerte para purificarla y santificarla con su sangre. De esta manera viene a ser verdadero prototipo del amor esponsal.

MENSAJE DOCTRINAL

La victoria sobre la soledad. Es muy emotivo ver cómo Dios, según el libro del Génesis, se interesa por la soledad del hombre. Entendemos que Dios no ha creado al hombre para vivir en soledad, sino en relación, en compañía. La compañía de los animales domésticos es buena, no viene criticada, pero es insuficiente. Adán da  a cada uno su nombre; con ello se quiere significar que ejerce dominio y señorío sobre ellos. Pero no basta. Es una relación de dominio, es una relación  dispar, que no da plenitud de realización y de gozo al ser humano. La única relación plena, satisfactoria, regocijante, es la relación con quien es igual que él, «carne de su carne». Es la relación propia de los seres humanos. El grado sumo de esta relación es la relación matrimonial del varón y la mujer, por la que «los dos llegan a ser una sola carne». El matrimonio no es, pues, la única forma de relación ni el único modo de vencer la soledad. La relación de amistad, de compañerismo, de hermanos en religión, etc., vence también la soledad del hombre. Sin embargo, el matrimonio y la familia son instituciones naturales en las que la victoria sobre la soledad puede lograr la máxima altura.

La victoria sobre la división. Estar solo es triste, penoso. Estar interiormente dividido, lo es todavía más. División de la inteligencia y de la voluntad: ¿Me caso o no me caso?  División del corazón: De entre todos los chicos y chicas que conozco, ¿quién me puede ayudar más a vencer la soledad y a hacerme feliz? ¿a quién puedo yo ayudar mejor a amar y a ser feliz? División de las experiencias vivas: ¡tantas experiencias con este, aquel o el otro partner, que dejan el alma vacía, el corazón medio roto, la amargura de la frustración, el descontento de uno mismo, la conciencia intranquila o hasta gravemente herida! El matrimonio, vivido en todo su esplendor y belleza, unifica. Unifica las fuerzas de la inteligencia, que se orientan hacia la vida matrimonial y familiar. Unifica las fuerzas de la voluntad, que acepta el querer de la persona amada y tiende a hacerla el bien. Unifica el corazón, centrándolo en el esposo o esposa  y en los hijos. Unifica las experiencias de la vida, que son vividas todas en referencia a la experiencia fundamental, que es la experiencia conyugal y familiar.  Es verdad que, ya en el matrimonio, se puede uno topar con fuerzas centrífugas que intenten de nuevo dividir, resquebrajar la unidad. Es verdad que pueden existir situaciones extremamente duras y difíciles. En el amor profundo y auténtico que logró, en el momento de casarse, superar la «división», existen recursos y energías para promover y defender la unidad frente a las fuerzas hostiles. Es el amor del que Jesucristo Nuestro Señor es el mejor modelo. En Cristo todo su ser está unificado por el amor a la humanidad, amor que no le ahorra ningún sacrificio. Nadie ama más que aquel que da la vida por el amado. Por el sacramento del matrimonio los cristianos participan del amor con que Cristo Esposo amó a la Iglesia Esposa. Ese amor redentor de Cristo, eficazmente presente en los cónyuges cristianos, les hará superar cualquier tentación de división, y promover la unidad como el mayor bien de los cónyuges, de la familia y de la sociedad.

SUGERENCIAS PASTORALES

Matrimonio: palabra unívoca. Es un principio de sabiduría humana y cristiana dar a cada cosa su nombre. Además de que es un elemento de claridad y transparencia. No se trata de juzgar a nadie; al contrario, como cristianos hemos de ser sumamente comprensivos, aunque hemos de aceptar que en esto, como en otras muchas cosas, se pueden dar prejuicios y posturas ofensivas. De lo que realmente se  trata es de  hablar con propiedad. Si comenzamos a hablar de «matrimonio de hecho», de «unión libre», de  «matrimonio gay»  del «derecho a ser diferentes», y a reconocer todo esto  jurídicamente, en lugar de disminuir aumentará sin duda la confusión. El matrimonio es una unión estable y libre entre un varón y una mujer, jurídicamente reconocida por el estado (matrimonio civil) y/o  por la Iglesia (matrimonio eclesiástico). Lo que no responda a esta definición, no es matrimonio; por eso, convendrá buscarle y darle otro nombre, haciéndolo siempre  con respeto y caridad. Evidentemente, el respeto a los que son diferentes  es una obligación de todos, pero ese respeto no significa en modo alguno connivencia y mucho menos equiparación de estado. La realidad del matrimonio es algo muy serio y sagrado, como para andar jugando con ella. Quizás por no tener esto en cuenta, sucede lo que está sucediendo con esta institución, cada vez menos parecida a su sentido unívoco. Uno, ignorante, se pregunta espontáneamente qué es lo que está pasando en los parlamentos para que se tomen decisiones a veces sumamente graves, que afectan la naturaleza de las cosas, y el mismo futuro de la familia y de la sociedad. ¿Nos damos cuenta de que poco a poco nos pueden lavar el cerebro? ¿De que el imperialismo político (parlamento) y cultural (mass-media) se nos ha metido en casa, casi sin querer?

Catequesis al cuadrado.  La conciencia cristiana y la fidelidad a nuestra vocación misionera nos comprometen  a una catequesis al cuadrado,  «arrasadora»,  y a una acción evangelizadora intensa sobre el matrimonio que lleguen a todos, cristianos o no,  y que utilicen  toda la gama de recursos para realizarla. Hay que «mentalizar» a los niños sobre la naturaleza del matrimonio y su sentido cristiano. Y con mayor razón a los adolescentes, a los jóvenes y a los adultos. Habrá que echar mano de la clase de religión en la escuela, de la catequesis en la parroquia, de la homilía dominical, de la conversación personal en familia o en otros ambientes, de los periódicos y revistas, de la radio, de la televisión y del Internet. Hemos de duplicar la catequesis y la labor evangelizadora, para superar en acción masiva y en eficacia a quienes hacen propuestas equívocas sobre el matrimonio, que tanto perturban y desconciertan a la gente sencilla. Se suele decir que la mejor arma defensiva es el ataque. Y el ataque en este campo del matrimonio es la verdad de nuestra fe. Digamos la verdad sin miedo, seguros de la victoria.

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