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LA VIDA DON DE DIOS
TEMAS FUNDAMENTALES DE BIOETICA

 

INTRODUCCION A LA BIOETICA

1. Nombre

2. Actualidad

3. Historia

4. La luz de la fe

 

Bioética - Respetar el don de la vida  regalo de Dios

 

                               INTRODUCCION

 

1. NOMBRE

La palabra bioética hoy es ya de uso corriente, aunque sea un término nuevo. Es una palabra compuesta, que une vida (bios) y ética (ethos). La vida y la ética son realidades de siempre, antiguas como el hombre mismo. La novedad está en el contenido que adquieren en nuestros días al unirse en una sola palabra.

El término bioética fue acuñado por Van Resselaer Potter en 1970, quien le introdujo como título de uno de sus libros, con el que se proponía dar comienzo a una nueva rama del saber humano. Según Potter la bioética consiste fundamentalmente en servirse de las ciencias biológicas para mejorar la calidad de la vida.

En los veinticinco años de vida que tiene este neologismo se ha difundido rápidamente del mundo anglosajón a las restantes áreas lingüísticas. Y del mundo científico ha pasado al lenguaje corriente de la gente. Son ya incontables los libros y artículos, enciclopedias voluminosas, centros de estudios, comités y comisiones dedicadas al estudio de la bioética.

Sin buscar una definición de la bioética, podemos acercarnos a su contenido con la descripción que nos hace O. Hoffe: "La Bioética se interesa de las cuestiones éticas del nacimiento, de la vida y de la muerte, en particular a partir de los avances recientes y de las posibilidades de la investigación y las terapias biológicas y médicas. Estudia, pues, entre otras cosas, la problemática moral del aborto, la esterilización, el control de natalidad, la manipulación genética, la eutanasia y la experimentación humana".

Si el término es nuevo, ¿qué decir de su contenido? Por una parte hay que reconocer que la bioética existe desde que el hombre aparece sobre la tierra. El problema de la vida y de la muerte, del vivir y el morir, de la salud y la forma de mejorar la vida, es un problema del hombre de todos los tiempos. La actividad médica ‑acepción predominante para muchos al tratar de bioética‑ ha unido desde siempre los conceptos de vida y ética, vida y valores morales de la vida. Ya en tiempos de Galeno aparece un libro con el significativo título: El mejor médico es también filósofo. El médico no puede saber qué tiene el enfermo, si no sabe qué es el hombre.

Es cierto que los problemas que trata de iluminar la bioética se concretizan de un modo particular en la práctica médica. De aquí su importancia en el campo de la biomedicina. Sin embargo el campo de la bioética se extiende más allá de la moral médica. Los hechos biológicos, que estudia la bioética, tienen una repercusión ineludible en todo el ámbito de la ética humana. De aquí que la bioética deba ser considerada como una rama del saber ético, en el que están implicadas la biología, la medicina, la antropología y la teología moral. Es el hombre como persona, en todas sus dimensiones, quien está en juego. La Enciclopedia de bioética señala este amplio significado de la bioética en su intento de definición: "la bioética puede ser definida como el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que dicha conducta es examinada a la luz de los valores y de los principios morales".

 

Bioética - Respetar el don de la vida  regalo de Dios

2. ACTUALIDAD

La bioética, pues, afronta los problemas éticos antiguos y nuevos de la vida humana. Pero los inauditos progresos de la ciencia y de la técnica en el campo de la biología y su aplicación al hombre es lo que da a la bioética su actualidad peculiar. Es evidente que hoy la noticia de la ciencia no son los descubrimientos sensacionales de estrellas o galaxias nuevas. Los viajes espaciales, con sus sistemas sofisticados de comunicación, son noticia de telediario, es decir, de un día, en medio de otras noticias. La noticia científica que sorprende e inquieta hoy es la vida. La noticia es el descubrimiento del hombre con los acontecimientos que jalonan su vivir desde el nacer al morir.

El proyecto internacional GENOMA HUMANO es una iniciativa inquietante: determinar la secuencia humana del DNA ‑compuesto por tres mil millones de pares bases‑ e interpretar los mensajes genéticos codificados en nuestras moléculas DNA permitirá, según sus promotores, conocer "las respuestas esenciales del apuntalamiento químico de la existencia humana". Algo fascinante y aterrador después de tantas experiencias del uso de otros descubrimientos científicos.

Fascinados por estos inauditos adelantos de la ciencia y el poder cada día creciente de la técnica, corremos el riesgo de caer prisioneros bajo su dominio, llegando a perder nuestra identidad humana. James D. Watson, presidente del citado proyecto GENOMA HUMANO, reconoce el poder encantador de la curiosidad por conocer "cómo opera la Naturaleza, y en el caso de los biólogos conocer la naturaleza de los organismos vivos". ¿Conocer sólo? ¿No seguirá luego la tentación de experimentar nuevas secuencias y ver qué ocurre?

Cada día amanecemos ante una situación nueva. Pero el hombre no se identifica con los minerales, ni con los vegetales ni con los animales, aunque participe de todos los procesos químicos, vegetativos e instintivos de dichos elementos del mundo natural. El hombre no puede olvidar la eterna paradoja de la existencia humana, con su miseria y su grandeza, suspendida entre el nacimiento y la muerte. Los interrogantes sobre el sentido de la vida, del nacimiento y de la muerte humana, son preguntas esenciales y no caen bajo la luz de los focos potentes de ningún laboratorio científico o técnico.

Esto hace que sea inconcebible la lógica interna que mueve muchas veces el mundo científico. Un mundo construido y regido por la ciencia y por la técnica lleva a pensar y a actuar como si todos nuestros problemas pudieran resolverse científica y técnicamente, con el postulado implícito de que todo lo que puede hacerse es bueno hacerlo. Olvidamos que fabricar bombas ‑atómicas o genéticas‑ no constituye en absoluto un progreso humano. Toda manipulación del hombre, en su nacimiento y en su muerte, es algo que nos afecta a todos. Implica el significado y la dignidad de nuestra existencia personal y comunitaria.

Pero "la superstición científica es una de las modas típicas de nuestro tiempo" (K. Jaspers). Los medios de comunicación, consciente o inconscientemente, contribuyen a la aceptación por una especie de ósmosis de esta superstición. Cada descubrimiento es presentado como un logro de la ciencia o de la técnica. Y para vencer las barreras éticas o psicológicas, cada conquista es considerada inicialmente como una solución extrema para casos‑límites que hacen mella en las fibras sentimentales de la opinión pública; luego termina siendo algo aceptado, cosa "normal".

Este proceso crea una espiral, por donde se mueven ciertos científicos, experimentadores sin escrúpulos que buscan mostrar sus habilidades demiúrgicas, que pueden llevar a la humanidad a un precipicio de consecuencias insospechadas. Por ello, ante los descubrimientos sorprendentes que cada mañana nos ofrece la prensa, surge con fuerza por todas partes una sensibilidad ética cada día más viva y alarmante. Son, por otra parte, los mismos científicos y técnicos, quienes, en su mayoría, solicitan la constitución y la actividad de Comités Eticos, preocupados ante los problemas inéditos y de enorme significado para la humanidad entera, surgidos por los rápidos avances de las ciencias biológicas y médicas. ¿Puede hacerse éticamente todo lo que puede hacerse técnicamente? La ciencia reclama la ayuda de la conciencia, la técnica implora a la ética.

De aquí la actualidad de la bioética. Como escribe Arturo Falaschi, miembro del Instituto de Bioquímica y Genética de la Universidad de Pavía: "Sí, es cierto, nos hallamos en un momento mágico para los investigadores. Hay un continuo aumento de datos y, al mismo tiempo, empiezan a concretizarse notables aplicaciones productivas. En suma, a sólo treinta años del descubrimiento del DNA, la biología molecular comienza de verdad a dar sus frutos. Un día quizás se podrá intervenir sobre las células somáticas humanas para introducir el gene justo, capaz de producir la proteína que falta, reparando así la avería natural. Pero este proceso no es nada simple.  Aún no sabemos de qué modo el nuevo gene, al entrar en la célula, conmoverá el DNA: su proceso es en gran parte indeterminado y casual. Y en cuanto a las células germinales el proceso es aún más delicado. En las intervenciones sobre los animales es posible deshacerse de los productos equivocados. Pero con el hombre, según mi parecer, corremos el riesgo de crear más sufrimientos de los que se puedan eliminar".

La bioética tiene como tarea iluminar los problemas angustiantes en este campo de suma actualidad. El científico y el hombre de la calle se preguntan hoy: ¿Con qué criterios se orienta la evolución humana? ¿Qué modelo de hombre informa los intentos biológicos para el hombre futuro? ¿Tiene derecho el científico actual a determinar el futuro biológico de las generaciones futuras? ¿El hombre seguirá siendo hombre? La ciencia necesita urgentemente aliarse con la sabiduría si no quiere perderse en un laberinto sin salida.

 

Bioética - Respetar el don de la vida  regalo de Dios

3. HISTORIA DE LA BIOETICA

Al hacer la historia de la bioética, se suele colocar su nacimiento ‑antes aún de que recibiera el nombre‑ en el proceso de Norimberga, apenas terminada la Segunda Guerra Mundial. En dicho proceso se tomó posición sobre los delitos perpetrados sobre los prisioneros y otras muchas personas; se trataba de delitos contra la vida humana: eutanasia, esterilización, experimentos hechos por investigadores y médicos...La comunidad internacional sintió la necesidad de señalar los límites éticos en relación a la vida humana. De aquí nació la Declaración universal de los derechos del hombre, publicada por la ONU en 1948, a la que han seguido otras Declaraciones, Convenciones, Cartas y Códigos. En todos estos documentos de carácter jurídico se busca señalar el fundamento ético que justifique los derechos del hombre. De esta "filosofía de la investigación  y de la praxis biomédica" surge la bioética.

Pero lo que ha dado auge y resonancia a la bioética han sido los sucesivos descubrimientos en el campo de la biomedicina. Durante la misma guerra mundial, y a consecuencia de la guerra misma, se descubren los antibióticos y se perfecciona grandemente la cirugía. En 1952 Pincus pone en el mercado los contraceptivos químicos, que determinan un cambio radical en el ejercicio de la sexualidad...En 1954 aparece, con su compleja tecnología, la reanimación, que permite mantener en vida a personas que de otro modo hubieran muerto irremediablemente. En 1959 nace en Bélgica el primer niño concebido por inseminación artificial. Y en 1978 comienza un capítulo nuevo para la humanidad.

A finales de julio de 1978 daba la vuelta al mundo la noticia del nacimiento de la "primera niña probeta": Louse Brown, cuya concepción no tuvo lugar en el seno de su madre, sino en el laboratorio de  los doctores Edwards y Steptoe, biólogo y médico ingleses. Los padres de Louse no podían tener descendencia a causa de la obstrucción de trompas de la mujer. Edwards y Steptoe recogieron el óvulo en un ciclo regular de la madre mediante precisas mediciones hormonales. Disponían, por tanto de un único óvulo, y posteriormente, de un único embrión para ser trasferido al organismo materno. La técnica FIVTE fue presentada inicialmente como una terapia de la esterilidad por oclusión de trompas.

Pero meses más tarde, la técnica se modifica. Se procede previamente a una estimulación del ovario para, de esta forma, poder recoger simultáneamente varios ovocitos próximos a su maduración. De esta forma, la técnica ahora utilizada permite disponer, al mismo tiempo, de varios óvulos, que se ponen en contacto con los espermatozoides, pudiéndose obtener simultáneamente varios embriones. Desde el punto de vista médico, la inducción de esa multiovulación es sumamente ventajosa, ya que permite disponer de varios óvulos, y embriones luego, haciendo frecuentemente innecesaria la repetición de la parte más compleja, costosa y peligrosa de toda la técnica: la recogida de los ovocitos del interior de la cavidad abdominal de la mujer mediante laparoscopia.

A comienzos de 1984 se anuncia, casi simultáneamente, el nacimiento de dos niños en los que la madre, que los da a luz, no es la madre genética, es decir, la que les ha trasmitido sus factores hereditarios. Por primera vez en la historia humana no se da coincidencia entre maternidad de gestación y maternidad genética.

En el primer caso, en la Universidad de Melbourne, en Australia, la pareja era estéril por oclusión de trompas de la mujer. Se sometieron a la FIVTE, obteniéndose tres embriones. Dos de ellos fueron transferidos inmediatamente a la esposa. El tercero fue donado a otra pareja en la que la mujer era estéril como consecuencia de una menopausia precoz, por lo que su ovario había dejado de ovular definitivamente. El proceso embrionario se interrumpió en la primera pareja, padres genéticos, mientras que tuvo éxito en la segunda, donde el esposo no intervino para nada y la madre era sólo madre de gestación, mas no genética...El segundo caso se realizó en la Universidad de California (Los Angeles). Se trataba de una pareja en la que la mujer era estéril por causas ováricas. Su marido inseminó artificialmente a otra mujer. Posteriormente se procedió a un lavado uterino de esta mujer, extrayéndole el embrión aún no implantado. Este embrión fue transferido a la esposa previamente preparada para el embarazo. A los nueve meses nacía un niño que, desde el punto de vista genético, no era hijo de la esposa, sino de la otra mujer inseminada por el marido.

Pocos meses más tarde viene al mundo una segunda famosa "niña probeta", que fue calificada en los medios periodísticos como "la niña probeta congelada". En efecto, mediante la FIV se obtuvieron en una pareja estéril por obstrucción tubárica cinco embriones. Tres de ellos fueron transferidos inmediatamente, mientras que los otros dos restantes fueron congelados a la temperatura de ‑196 grados. Al fracasar el embarazo con los tres primeros embriones, se recurrió a la descongelación, dos meses más tarde, de los dos embriones previamente congelados, que fueron transferidos al útero de la mujer. Uno de ellos se implantó y completó los nueve meses de desarrollo embrionario. De este modo se abría la posibilidad de congelación‑descongelación de embriones humanos y se disponía así de ellos para una utilización posterior por la misma mujer, para donación a otra pareja e incluso para la venta.

En junio de 1984 ‑seis años después del nacimiento de Louise Brown‑ nace en España la primera niña probeta: Victoria Ana Perea, en el Instituto Dexeus de Barcelona.

En el mismo verano se hacen públicos otros dos casos, que encuentran amplio eco en la prensa (cada paso es precedido de quién sabe cuantos intentos que quedan en el olvido). Se trata en primer lugar de la francesa Coryne Parpalaix, cuyo marido antes de morir deja su semen en un banco de semen. Coryne, fallecido su esposo, reclama su semen para ser inseminada artificialmente con él. La dirección del banco se niega a la inseminación postmortem. Pero Coryne acude a los tribunales, que le dan la razón en contra de la decisión del banco.

Por la misma fecha se conoce el segundo caso. Se trata del matrimonio Ríos, chilenos supermillonarios, residentes en California. Durante un tratamiento de esterilidad habían dejado dos embriones congelados en Australia. Los dos mueren en accidente aéreo. Los embriones "huérfanos" suscitan problemas y discusiones éticas y jurídicas interminables, en los que inciden importantes intereses económicos.

El 28 de febrero de 1989, bajo la técnica del doctor Juan Coyotupa Vega, nace Victoria, la primera niña‑probeta del Perú.

A finales de 1984 se plantea el problema de la maternidad de alquiler. Se habla de la existencia de agencias en Estados Unidos, que sirven de mediación para que parejas estériles puedan tener descendencia mediante el recurso a la maternidad subrogada o sustitutiva y a través de una importante suma de dinero.

En 1985 nace en España el primer niño concebido en Europa mediante la técnica TIG (transferencia intratubárica de gametos). Una vez conseguidos los ovocitos, se depositan junto con los espermatozoides en las trompas. Se trata de una técnica paralela a la FIVTE, con la diferencia de que la fecundación no acontece in vitro, en el laboratorio, sino en vivo, en las trompas, en donde tiene lugar según el proceso natural de la fecundación humana.

Según la ley española sobre técnicas de reproducción asistida del 22 de noviembre de 1988, para esa fecha habían nacido en España unos 2000 niños mediante la inseminación artificial y unos 50 mediante la FIVTE.

Entre las posibilidades, algunas ya realizadas y otras en vías de realizarse en el futuro, cabe señalar:

La elección de sexo. A pesar de que a lo largo de la historia muchas mujeres fueron repudiadas por sus maridos, acusadas de no darles descendencia masculina, sin embargo hoy se sabe que la determinación biológica del sexo de los hijos depende del varón. Todos los óvulos de la mujer son idénticos y todos ellos portadores del cromosoma X. En cambio, el varón produce dos tipos de espermatozoides: los portadores del cromosoma X, destinados a engendrar una niña, y los que llevan el cromosoma Y, que darán origen a un varón. Pues bien, mediante centrifugación, es posible separar ambos tipos de espermatozoides, haciendo de esta forma posible la selección del sexo de la descendencia.

La partenogénesis. Mediante la fusión del óvulo con un corpúsculo polar se logra que surja un embrión con exactamente los mismos factores genéticos de la madre. El hijo es engendrado partenogésicamente, es decir, sin aportación masculina.

Inducción a la gemelación. En el embrión de pocas células, cada una de ellas es aún totipotente, es decir, capaz por sí sola de originar un ser completo. Con la división pueden obtenerse varios individuos genéticamente idénticos.

El clonado ‑cloning, en inglés, que los autores traducen por clonado, clonación o clonaje; en realidad la palabra viene del griego klon=esqueje‑. El clonado ya se ha conseguido con ciertos animales. Se trata de tomar el óvulo de una mujer y sustituir en él su núcleo por el de otra célula del cuerpo. El individuo que nace tendría los mismos factores genéticos que aquel de quien se tomó el núcleo de la célula somática. El desarrollo y la aplicación de esta técnica a la especie humana podría llevar a la producción de centenares o millares de copias, genéticamente idénticas, de un mismo individuo. Se ha especulado con la posibilidad de producir múltiples copias de personalidades tan distintas como A. Hitler, A. Einstein o Marylin Monroe.

La hibridación entre distintas especies. El desarrollo de las técnicas DNA‑recombinante está haciendo posible que las barreras biológicas, que separaban las distintas especies, comiencen a desvanecerse. Quizás el ejemplo más ilustrativo es el actual intento de crear plantas híbridas que produzcan bajo tierra patatas y sobre tierra tomates. Pero se habla ya de la posibilidad de hibridación entre nuestra especie y el chimpancé. Se ha afirmado que de esta forma podría crearse una especie de subraza humana que sirviera de mano de obra barata o fuese utilizada para trabajos o investigaciones especialmente arriesgadas. La casi totalidad de las legislaciones prohíbe estos intentos. Pero cuando algo se prohíbe es porque ya se hace o se intenta hacer. Que yo sepa aún ninguna legislación prohíbe robar o apagar estrellas.

La ciencia está comenzando a manipular el material genético de los seres vivos y se comienza a vislumbrar la posibilidad de modificar o sustituir los factores genéticos de nuestra especie. Se habla en "El proyecto Genoma humano" de cambiar los genes responsables de ciertas enfermedades...Pero, dando un paso adelante, podría pensarse en la programación del futuro individuo humano (?) mediante la introducción en su genoma de factores genéticos considerados positivos para el desarrollo físico o psíquico del hombre.

Ante el creciente número de aberraciones como la creación de bancos de semen, bancos de embriones, donadores de esperma, úteros de alquiler, embriones ya huérfanos, hijos de donadores ya muertos, posibilidad de matrimonios incestuosos entre donadores de semen y sus hijas de origen desconocido, posibilidad de procreación de parejas de homosexuales..., la ciencia navega en el reino de lo técnicamente posible sin brújula de orientación ética y humana.    

Con razón algunos científicos están alarmados y se retiran del campo de experimentación humana. El doctor Shafiro quedó profundamente preocupado al conseguir aislar el primer gen. Fue consciente de que se trataba de un hecho equiparable al logro de la fisión del átomo por Becquerel, que tan dramáticas consecuencias acabó teniendo en la historia de la humanidad. Para concluir esta rápida incursión histórica, merece la pena mencionar el caso de J. Testart, "padre científico" de los primeros niños probetas franceses y que ha decidido retirarse de esta investigación, asustado por las consecuencias que podrían surgir de ella. Esta es su declaración, hecha pública en los medios de comunicación: "Yo, Jacques Testart, investigador en el campo de la procreática, he decidido acabar de una vez con esta carrera enloquecida hacia la novedad científica".   

Bioética: respetar la creación de Dios

 

4. LA LUZ DE LA FE

La breve historia que acabo de reseñar de hechos y preocupaciones está a la base de la inquietud ética que se siente entre científicos, legisladores, gobernantes y también entre filósofos y teólogos.

Para empezar hay que decir que la consideración ética y la consideración humana integral coinciden absolutamente. Con su acostumbrada concisión y lucidez, ya Santo Tomás lo ponía de manifiesto al escribir: "Idem sunt actus morales et actus humani": actos morales y actos humanos son una misma cosa. El objeto de la ética es el hombre en la totalidad, unidad y profundidad de sus valores. O mejor aún, el objeto de la ética, más que los valores del hombre, es el hombre mismo, es decir, el hombre en cuanto hombre.

El hombre es un ser que  lleva inscrita, en su más íntima estructura ‑en el dinamismo interior y en su finalidad esencial‑ una verdad, un significado (logos), que le descubre su misma razón (recta ratio) y cuya salvaguardia es encomendada a su libertad. Racional y libre, el hombre es responsable ante la verdad de su mismo ser. El hombre está llamado a conocer, amar y realizar como hombre su ser humano:

La vida lleva escrita en sí misma de un modo indeleble su verdad. El hombre, acogiendo el don de Dios, debe comprometerse a mantener la vida en esta verdad, que le es esencial. Distanciarse de ella equivale a condenarse a sí mismo a la falta de sentido y a la infelicidad (EV 48).

Es de suma importancia redescubrir el nexo inseparable entre vida y libertad. Son bienes inseparables: donde se viola uno, el otro acaba también por ser violado. No hay libertad verdadera donde no se acoge y ama la vida; y no hay vida plena sino en la libertad... No menos decisivo es el descubrimiento del vínculo constitutivo entre libertad y verdad. Separar la libertad de la verdad objetiva hace imposible fundamentar los derechos de la persona sobre una sólida base (EV 96).

La norma moral no es otra cosa que la fidelidad del hombre al vínculo que el logos o verdad del hombre crea dentro de su libertad, es decir, la fidelidad del hombre a su ser de hombre. Seguir la norma moral es expresar en las decisiones y en los actos la verdad del propio ser. Es la coherencia del hombre con su verdad. ¿Pero cuál es esta verdad del hombre, cuál es su logos? Comparado con los demás seres creados, el hombre es un ser personal, es persona, es decir, "la única criatura en la tierra que Dios ha querido por sí misma y que no puede encontrar su propia plenitud si no es en el don sincero de sí mismo a los demás" (GS 24).

El médico, que actúa sobre un paciente, debe conocer bien la anatomía, la fisiología, la patología del órgano enfermo, pero nunca puede olvidar que está actuando sobre una persona humana, que ha de ser valorada por sí misma. Lo mismo vale en relación a la procreación humana, que da origen a una persona; se puede describir su proceso biológico, en el que la anatomía y fisiología del organismo sexual expresan toda su causalidad con sus recursos bioquímicos, neurológicos, endocrinos, etc, pero no se puede olvidar nunca que se trata de un acto interpersonal,  del que forman parte el afecto, la libertad, la responsabilidad, la comunión de las personas y la cooperación con Dios, de quien procede y participa toda paternidad humana.

No comprende un cuadro de Rafael quien se limita a estudiar la clase de tela usada, la composición química de los colores, la fecha y el costo de la pintura, sin interesarse por lo que Rafael quiso expresar y el arte con que lo logró.

La reducción de la antropología a la biología, de la biología a la química y de la química a la física ‑si puede ser válida para una investigación parcial y sectorial‑, no es válida para la compresión global de la persona y de la vida humana. El hombre se distingue de los minerales, de los vegetales y de los animales no sólo por el número de cromosomas o por su morfología. Aunque el médico entre en contacto directo con la corporeidad del hombre, no se puede nunca hacer abstracción de la libertad singular de la persona, de su relación con la comunidad humana y de su relación con la sociedad.

La racionalidad humana sería el postulado fundamental de la bioética. Pero formulado así se corre el riesgo de sobrevalorar la razón humana, según un rousonismo ingenuo. Como dice M. Vidal "existen tantos paradigmas de racionalidad ética cuantas son las teorías filosóficas sobre la moralidad". En la aplicación a la bioética se dan los paradigmas: consecuencista o utilitarista, que mide la moralidad por los resultados o utilidad de la acción; evolucionista, que hace coincidir la moralidad con la superación de la debilidad y la potenciación de la fuerza física y psíquica; el paradigma kantiano del orden previo e independiente a las consecuencias de la acción; el paradigma de la libertad absoluta, que declara lícito y bueno todo lo que el hombre hace libremente: "lo quiero, luego es bueno"; el paradigma sociológico o estadístico, en el que el dato es tomado como valor, lo que es es lo que debe ser; el paradigma científico tecnológico, que identifica la posibilidad técnica con la bondad de la acción: lo que se puede hacer es bueno hacerlo...

La verdad es que la razón humana está ofuscada por la curiosidad científica, por la arrogancia técnica, por el interés económico, por manipulaciones políticas e ideológicas, por las modas que imponen los medios masivos de comunicación. De aquí que la racionalidad caiga con frecuencia en pura irracionalidad. No todo progreso científico o técnico es progreso humano. La bioética abandonada a la racionalidad humana fluctúa entre la manipulación y la humanización, sin poseer los criterios claros para discernir entre una y otra.

Esta ambigüedad se manifiesta patentemente en la sociedad actual en relación al valor de la vida. Por una parte se afirma el valor inalienable de la vida en declaraciones continuas y, por otro lado, de hecho la vida humana es despreciada, violada y destruida impasiblemente. Indice de tal ambigüedad es la contraria y simultánea reacción moral y jurídica ante el aborto y la pena de muerte. "La conciencia ética de la humanidad no ha logrado que el hombre actual destierre de su horizonte la muerte en cuanto realidad impuesta y manipulada por el mismo hombre. Son patentes las agresiones al valor de la vida humana: suicidios, más o menos justificados; homicidios, impuestos por uno u otro motivo; muertes legales (desaparecidos, pena de muerte); abortos, eutanasia positiva, con la afirmación del pretendido derecho a elegir libremente la propia muerte; guerras; secuestros, torturas...El hombre actual, aún el más civilizado, no ha llegado a la plena concienciación con respecto al valor de la vida humana. Alcanza tales límites su inconsciencia que hasta hace objeto de contemplación y de diversión (cine, TV, etc) el que un hombre quite la vida a otro".

La razón humana, abandonada a sus luces, en su pretensión de escalar la montaña de la vida, cargada con la enorme piedra de condicionamientos individuales, culturales y sociales rueda siempre por la misma pendiente. El pecado, cuyo salario es la muerte, vence todas las pretensiones del hombre de salvarse por sí mismo. La montaña de la muerte sólo se vence saltando con la pértiga de la cruz de Cristo, vencedor de la muerte en su resurrección:

El está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios. Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal. En efecto, la vida en el tiempo es condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de la vida humana. Un proceso que es iluminado por la promesa y renovado por el don de la vida divina, que alcanzará su plena realización en la eternidad (EV 2).

El significado humano de la vida, del amor, de la sexualidad, del matrimonio y de la familia no pueden quedar a merced de una ética meramente racional, que cambia con cada nueva ideología. Es preciso que la bioética se inspire y nutra ‑además de todas las aportaciones racionales‑ en una sabiduría más rica, que libere a la ciencia y a la técnica de la idolatría de un progreso finalizado en sí mismo, haciéndolas auténticamente humanas, puestas al servicio de la persona.

Como afirman los obispos españoles en su documento La verdad os hará libres:

Por parte de los católicos sería un error de graves consecuencias recortar, so capa de pluralismo o tolerancia, la moral cristiana diluyéndola en el marco de una hipotética "ética civil", basada en valores y normas "consensuados" por ser los dominantes en un deternimado momento histórico. La sola aceptación de unos "mínimos" morales equivaldría sin remedio a entronizar la razón moral vigente, precaria y provisional, en criterio de verdad. Pero la moral del Evangelio no puede renunciar a su original novedad, escándalo para unos y locura para otros (Cfr 1Cor 1,23).(n. 51).

El riesgo a que está hoy expuesto el hombre, con los diversos experimentos técnicos, es el de caer en la tecnificación del ser humano. Se da una tendencia cada vez más radical a la cosificación del hombre, náufrago en el gran mar de la producción‑consumo y de la civilización manipuladora del hombre. Con palabras de Juan Pablo II:

Uno de los riesgos más graves, a que está expuesta nuestra generación, es el divorcio entre ciencia y moral, entre las posibilidades que ofrece una tecnología proyectada a metas cada vez más sorprendentes y las normas éticas que emanan de una naturaleza cada día más descuidada...Por ello, es necesario que todas las personas responsables coincidamos en afirmar la prioridad de la ética sobre la técnica, el primado de la persona sobre las cosas, la superioridad del espíritu sobre la materia...Sólo con esta condición ‑repudiando una cultura que cosifica al hombre y asumiendo una cultura que le ama, le sirve y le exalta en su verdad integral, con su incomparable dignidad de persona hecha a imagen y semejanza de Dios‑, sólo con esta condición, el progreso científico, que nos entusiasma en tantos aspectos, no se trasformará en una especie de Moloth moderno que devora a sus incautos seguidores.

Juan Pablo II en este discurso es fiel intérprete del Concilio Vaticano II, que nos dice cómo "la naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, la cual atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor de la verdad y del bien. Imbuido por ella, el hombre se alza por medio de lo visible hacia lo invisible". (GS 15). Y añade:

Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de esta sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no se forman hombres más instruidos en esta sabiduría...Con el don del Espíritu Santo, el hombre llega por la fe a contemplar y saborear el misterio del plan divino.

Para esclarecer el misterio del hombre y para cooperar en el hallazgo de soluciones que respondan a los principales problemas de nuestra época, la Iglesia se dirige a todos los hombres, ofreciéndoles la "luz de Cristo, imagen de Dios invisible y primogénito de toda la creación":

El pueblo de Dios, movido por la fe, que le impulsa a creer que quien lo conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo, procura discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios. La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la vocación integral del hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas.(GS 11).

La opción incondicional en favor de la vida alcanza plenamente su significado... cuando nace, viene plasmada y es alimentada por la fe en Cristo (EV 28).

Convencido de que "la fe ilumina todo con nueva luz y manifiesta el plan de Dios sobre la vocación integral del hombre", buscaré a la luz de la fe "las soluciones plenamente humanas" a los interrogantes que hoy se nos plantean en la  bioética, acogiendo la invitación de la Congregación para la doctrina de la Fe en su Instrucción Donum vitae, sobre el respeto de la vida humana por nacer y la dignidad de la procreación, que en particular:

dirige una confiada y alentadora invitación a los teólogos y sobre todo a los moralistas, para que profundicen y hagan más accesible a los fieles las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, a la luz de una concepción antropológicamente correcta de la sexualidad y del matrimonio y en el contexto del necesario enfoque interdisciplinar. De este modo se comprenderán cada vez mejor las razones y el valor de estas enseñanzas: defendiendo al hombre contra los excesos de su mismo poder, la Iglesia de Dios le recuerda los títulos de su verdadera nobleza. Sólo de este modo se podrá asegurar  a la humanidad del mañana, la posibilidad de vivir y amar con la dignidad y la libertad que nacen del respeto de la verdad. 

A los educadores, profesores, catequistas y teólogos corresponde la tarea de poner de relieve las razones antropológicas que fundamentan y sostienen el respeto de cada vida humana. De este modo, haciendo resplandecer la novedad original del Evangelio de la vida, podremos ayudar a todos a descubrir, también a la luz de la razón y de la experiencia, cómo el mensaje cristiano ilumina plenamente el hombre y el significado de su ser y de su existencia (EV 82).

 



     [1] Cfr.H. KIEFFER, Bioética, Madrid 1983; L. WALTERS (Ed.), Bibliography of bioethics, 7 vol., Nueva York 1975‑1983;D. GARCIA, Fundamentos de bioética, Madrid 1988;A.C. VARGA, Bioética. Principales problemas, Bogotá 1988.

     [1] Cfr. E. BONE, Bioéthique: nouveau chapitre d'une morale du XXI° siècle, Foi et Temps 1984,p.249; J. F.MALHERBE, Ethique et génétique, Louvain 1983.

     [1] Cfr. G.THIBON, Scientismo e fiducia, en VARIOS, Che cosa attendete dal malato, Brescia 1957.

     [1]  Enciclopedia de Bioética, Nueva York 1978, p.XIX.

5. VARIOS, Nuevas técnicas de reproducción humana. Biomedicina, Etica y Derecho, Madrid 1986;J.F.MALHERBE, Médicine, anthropologie et éthique, Médicine de l'Homme 156(1985)5‑12.

     [1] Cfr.S. SPINSANTI, Documenti di deontologia e etica medica, Roma 1985.

     [1] SANTO TOMAS, I‑II,1,3.

     [1] Cfr toda la encíclica Veritatis Splendor.

     [1] J.ECCLES.‑D.ROBINSON, La meraviglia di essere uomo, Roma 1985;V.MARCOZZI, Però l'uomo é diverso, Milano 1981;L. VILLA, Parliamo della vita umana, Medicina e Morale 3(1981)392‑402;E.SGRECCIA, Reduzionismo in medicina, Medicina e Morale 1(1985)3‑9; B. LAMOTTE, Le réductionisme: methode ou idéologie, Lumière et vie 172(1985)5‑18. Esta reducción criticada es la que hace J. MONOD en su difundida obra Le hasard et la nécessité o también J.P. CHANGEUX, en L'homme neuronal.

     [1] M. VIDAL, Bioética. Estudios de Bioética racional, Madrid 1989, p.19.

     [1] E. SGRECCIA, Il progresso scientifico‑tecnologico di fronte all'etica, Medicina e Morale 4(1983)335‑342; J. LADRIERE, I rischi della razionalità, Torino 1978.

     [1] M. VIDAL, o.c.,p.28.

     [1] Discurso a los participantes al Convenio Médico Internacional sobre "Diagnóstico prenatal y tratamiento quirúrgico de las malformaciones congénitas", el 3 de diciembre de 1982.

El don de la vida don de Dios - respeto

 

 


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