Nuestro Señor Jesucristo dice a santa Brígida las condiciones que deba tener el alma devota para hacerse gratísíma a su Dios. |
REVELACIÓN 62 |
Tú, esposa mía, debes tener una boca deleitable, oídos limpios, ojos castos y corazón firme. Así debe estar dispuesta tu alma. Tu boca debe ser sobremanera pura, para que no entre nada que no sea de mi agrado. La misma boca, esto es, la mente, ha de ser deleitable con el olor de los buenos pensamientos y con la continua memoria de mi Pasión; y ha de estar colorada, esto es encendida en amor de Dios, para que ponga por obra lo que entendiere. Y como no es agradable una boca pálida, así tampoco me agrada el alma, cuando no hace buenas obras con buena voluntad. La mente debe tener como la boca dos labios, que son dos afectos; uno con que desee las cosas del cielo, y otro con que menosprecie todas las de la tierra. El paladar inferior del alma ha de ser el temor de la muerte, con la cual se aparta el alma del cuerpo, y debe hallarse dispuesta como para este trance. El paladar superior es el temor del terrible juicio. Entre estos dos paladares debe estar la lengua del alma. ¿Y qué es esta lengua sino la frecuente consideración de mi misericordia?
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