Santo Toribio de Mogrovejo: En su IV Centenario
Santo Toribio Mogrovejo,
un don Quijote sin mancha
¡Ay! –respondió Sancho, llorando–: no se muera vuestra merced, señor mío,
sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede
hacer un hombre en esta vida es dejarse morir. (El Quijote, II, Capítulo 74)
El 27 de abril, el Arzobispo de Lima, S.E. Juan Luis Cardenal Cipriani,
sucesor de Santo Toribio, presidió la fiesta del único obispo que –a
excepción de Ezequiel Moreno– en Hispanoamérica ha sido elevado a los
altares. Aunque en todo el mundo se celebra su fiesta el día de su muerte,
23 de marzo, en Perú se festeja el 27 de abril porque ese día fueron
recibidos sus restos mortales provenientes de Zaña, cerca de Chiclayo, por
donde se encontró el Señor de Chipán, al Norte de Perú.
Era un Jueves Santo de 1606. Un empedernido caminante castellanoleonés
(1538-1606) pidió que le tocaran el arpa para cantar con más fervor el salmo
"¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!". Y se durmió,
sin ruidos, como cantan las alondras de su tierra, hermanando a blancos,
negros y mestizos del Perú.
Pronto se cumplirán 400 años. Los obispos del CELAM vinieron en mayo a Lima
a honrarle, al tiempo que celebraron los 50 años de esta decisiva
institución del episcopado americano.
Como decía Sancho Panza "la mayor locura es dejarse morir". Como muy bien ha
escrito E. Wiesel "olvidar a los muertos es matarlos de nuevo; es negar la
vida que ellos vivieron, la esperanza que los sostenía, la fe que los
animaba". O en frase del filósofo francés G. Thibone: "Amar a una persona es
decirle tú no has muerto para mí". Ojalá que esta nota nos ayude a mantener
bien viva la memoria de nuestro Santo Mogrovejo, como padre y pastor.
El Sancho es Sancho Dávila, el escudero del prelado Mogrovejo poro 52 años,
desde el tiempo en que le sirvió cuando fue nombrado inquisidor en Granada:
"al cual recibió por paje y le dio escuela y estudio y anduvo con él por
todo el Reino de España cuando salió a despedirse de SM y de sus consejos,
cuando le presentaron por Arzobispo de esta ciudad y en la Villa de Madrid,
y de allí a Mayorga a despedirse de su madre, tíos y parientes, caminando
siempre con él y en su servicio este testigo...sin faltarle un punto". Nadie
como él conocerá las apasionantes aventuras del santo hidalgo arzobispo, de
quien destaca su vida austera, sin regalos: "No recibió regalo ni valor de
una manzana, desde que fue proveído por Inquisidor hasta que murió, de
persona alguna ni jamás comió fuera de su casa, aunque en Madrid, yendo a
despedirse de Su Majestad, para venir a estos reinos le convidaron muchos
oidores amigos suyos y concolegas de sus Colegios y de ninguna manera aceptó
convite ni regalo".
El Dr. Fernando de Guzmán, Maestrescuela de la Catedral, primer Rector del
Seminario y tres veces Rector de la Universidad de San Marcos, y muy cercano
al Santo, declarará en 1630 que siempre iba "tratando a sus súbditos con
suma llaneza y amor de Padre y Pastor, siempre con un rostro alegre y unas
entrañas de ángel". Nuestro Quijote vivió sin mancha.o como dicen los
testigos en el proceso: "La sinceridad y candidez de su ánima fue tanta que
en alma tan limpia nunca cupo mala sospecha de nadie ni creía mal que le
dijesen de otro, antes volvía por todos y les defendía con modo santo y
discreto".
Nuestro Sancho y nuestro Quijote protagonizaron aventuras sin cuento. Aquí,
la primera, relatada por el propio Sancho en el testimonio dado para la
beatificación en 1631:
Fue un vivo retrato de los santos en toda su vida y acciones y fue [...]
aclamado por Santo, y Siervo de Dios y de vida inculpable.y sabe este
testigo que andando visitando la provincia de Moyobamba en este Arzobispado,
trescientas leguas de esta ciudad, que es a la orilla del río Marañón, en
compañía y servicio del Sr. Arzobispo y teniendo noticia que en unos pueblos
contiguos que estaban despoblados se habían quedado algunos indios
cimarrones y delincuentes, por estar ocultos y no queriendo venir a
reconocer sus curas ni a [...] determinó. ir allá, no habiendo descubierto
camino por donde ir por ser montañas y no había. Fue desde la ciudad de
Moyobamba hasta el pueblo de los Naranjos y de allí al pueblo de los
Olleros, a pie más de 30 leguas, por ríos, ciénagas y montañas, solo a
buscar aquellos indios cimarrones que tiene dicho y a doctrinarlos y
confirmarlos y sacarlos y reducirlos adonde pudiesen tener curas que les
administrasen los Sacramentos y halló en los dichos pueblos más de cien
ánimas, entre chicos y grandes, unos de más de 20 años por bautizar y otros
de más de 80 de los que allí se habían quedado. Bautizólos por su persona,
confirmólos a todos, sacó los que pudo por buenas razones adonde estaba el
cura que los doctrinase y yendo a los pueblos por la montaña, ríos, ciénagas
y lodos, ayunando como ayunaba, a pie descalzo, porque en los dichos ríos y
ciénagas se quedaban los zapatos y medias y aun los pellejos de los pies.
Vino a desmayarse y a quedar sin vigor ni fuerza ninguna y los indios que
con este testigo iban con los ornamentos para decir misa y con los óleos y
crisma para confirmar y bautizar, viéndole desmayado, tendido en el suelo
que no hablaba, tomaron un palo largo de la, montaña y con tres o cuatro
mantas de los dichos indios le ataron a manera de andas y le cargaron,
lloviendo gran suma de agua del cielo y ríos del suelo y caminaron a
alcanzar a este testigo que se había adelantado y cuando llegaron,
preguntando por su amo este testigo a los dichos indios, le dijeron en su
lengua manquan que quiere decir en la castellana "ya murió".
Este testigo sacó lumbre de unos palos que en la montaña había, sin yesca ni
pedernal y hizo candela. Este testigo solo con los dichos indios, porque los
demás criados no habían llegado y le cercó de lumbre alrededor y con un paño
de una almohada de su cama, que en las andas iba, calentándolo fuertemente y
refregándole el corazón y pecho y lo demás del cuerpo, vino a tomar calor y
hablar, al cabo de dos horas, con tanta alegría y como si no hubiera pasado
nada por él [...] ni cenó nada, lo uno porque ayunaba... y lo otro, como no
era tierra poblada sino montaña, no había cosa que comer. Durmió aquella
noche en el suelo en la dicha montaña que no había horado ni peñas donde
meterse, mas que gran cantidad de osos y leones y monos, tan grandes como
carneros. Y al fin amaneció y era día de fiesta y iban llegando los criados,
poco a poco, descalzos y bien mojados y con todo esto, armaron en la montaña
debajo de unos árboles, una barbacoa; hecha de palos y cañas y con los
fieltros y capotes, hicieron un cerco a manera de capilla y dijo misa Su
Señoría Illma. como si no hubiera pasado nada por él y ¡volviendo a caminar
por la montaña hasta llegar a un pueblo que llamaban los Olleros".
A Sancho Dávila nunca le saldrá "panza" pues la penitencia y la austeridad
del Prelado no permitía tales "excesos". Y nuestro Don Quijote, Santo
Toribio, vivirá siempre sin mancha, su lema era "antes reventar que cometer
un pecado venial". Como sucedió a la pareja inmortalizada por Cervantes,
hubo entre uno y otro una permanente trasfusión espiritual, una amistad
entrañable, hasta llegar a decir que Sancho se quijotiza y Don Quijote se
torna un poco Sancho. En nuestro Sancho se da una fidelidad inquebrantable,
un cariño filial, una admiración respetuosa de estar en contacto permanente
con un santo; en nuestro Santo una confianza extraordinaria y un afecto
cordial de padre y pastor.
Con la ley en la mano, su rostro "lleno de alegría", acariciando a todos con
su mirada y con el amor de Dios en el corazón, roturará la geografía del
Perú, humanizándola, asentando la nueva cristiandad de las Indias
confirmando a sus hermanos. Gracias a un carácter equilibrado, armónico,
evangeliza sin imposiciones, hermana razas sin abrir heridas, crea lazos
forjados en amistad exigente y gratuita. Impulsa la Universidad de san
Marcos, crea cátedras de quechua, legisla en sínodos y concilios, funda
casas como la de las divorciadas o conventos como el de Santa Clara, erige
nuevas parroquias, y, sobre todo se entrega de lleno a la tarea de formar,
desde el Seminario, una minoría selecta con su clero que esculpirá un nuevo
rostro en el nuevo ser del Perú; un Perú forjado en la santidad, un Perú
aglutinador de culturas, ilustrado, justo y solidario; un Perú, que a las
puertas del Tercer Milenio, si quiere ser fiel a sí mismo, debe bucear en su
intrahistoria y toparse con este personaje singular a quien todos llamaban
"padre".
El 2006 celebra el Centenario de la muerte de los dos únicos obispos de
América que han conocido el honor de los altares. San Ezequiel Moreno, el I
Centenario, y Santo Toribio, el IV. Nadie como ellos encarnan el perfil
trazado por Juan Pablo II en su exhortación postosinodal Pastores gregis:
"Los Obispos encuentran siempre aliento en el ejemplo de Pastores santos,
tanto para su vida y su ministerio como para la propia espiritualidad y su
esfuerzo por adaptar la acción apostólica" (n.25)
Cuando Juan Pablo II visitó el Perú hace 20 años dijo a los obispos: "En
Santo Toribio descubrimos el valeroso defensor o promotor de la dignidad de
la persona. El fue un auténtico precursor de la liberación cristiana en
vuestro país (Perú). El supo ser a la vez un respetuoso promotor de los
valores culturales aborígenes, predicando en las lenguas nativas y haciendo
publicar el primer libro en Sudamérica: el catecismo único en lengua
española, quechua y aymara" ( 2-II- 1985, Lima).
El sucesor de Santo Toribio, el actual arzobispo de Lima, S.E. Cardenal Juan
Luis Cipriani, el 28 de julio 2004, en el Te Deum con motivo de Fiestas
Patrias, en la Catedral de Lima, nos recuerda su perenne vigencia:
"Desde esta cátedra y desde este solar varias veces centenario, pienso una
vez más en mi egregio predecesor Santo Toribio de Mogrovejo, quien recorrió
buena parte del Perú, quien respetó la libertad del hombre andino en el
proceso fecundo de cristianización, y quien muriera hace casi 400 años en el
pueblo de Saña, cuando se hallaba en una Semana Santa en plena visita
pastoral. Él, en su santidad, y al lado de ella, sirvió a la educación de
los peruanos, y fue un modelo de vida limpia y de fidelidad a los deberes de
su consagración episcopal. Lo imagino y lo siento con nosotros, en estas
horas en las cuales debemos reiterar nuestra creencia en el Perú".
En 1999, lo nombró "Patrono de la Misión Jubilar de Lima" y de la Misión
"Remar Mar Adentro" y ahora, en el 2005, nos insta a todos con motivo de su
año jubilarContemplar la figura de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo es
contemplar la figura de un Obispo que promueve santidad, que se entrega con
exuberante generosidad a su ministerio evangelizador superando las
dificultades e inconvenientes que pueda encontrar. Preocupado por la
enseñanza, padre de los pobres, defensor de los naturales, buen organizador
de las estructuras eclesiásticas, promotor de las vocaciones que extiendan
el reinado del amor divino, y muchas más obras como Pastor de almas.Con
motivo del IV Centenario del tránsito a la eternidad de Santo Toribio, y en
el marco de la Misión Remar Mar Adentro, el Papa Benedicto XVI ha concedido
el don de la indulgencia plenaria a cuantos –además de las las condiciones
acostumbradas, es decir, confesión sacramental, comunión eucarística y
oración por las intenciones del Sumo Pontífice, con la detestación de todo
afecto a cualquier pecado– visiten la Basílica Catedral de Lima y participen
atenta y religiosamente en una celebración jubilar o en un ejercicio piadoso
en honor de Santo Toribio"
José Antonio Benito Rodríguez www.conoze.com