La Vocación de Felipe
ENCUENTRO DE JESÚS Y LLAMADO A HACERLE COMPAÑÍA
"Al día siguiente, Jesús resolvió partir para Galilea. Encontró a Felipe y
le dijo: "Sígueme". Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro".
( S. Juan I, 43-44).
UN ENCUENTRO INTENCIONAL
Jesús "encontró a Felipe". Aparentemente era un encuentro casual. De hecho,
adivinamos que Jesús encontró a Felipe en el camino porque lo quería
encontrar . Desde hacía tiempo había preparado este encuentro por un trabajo
secreto en el alma de Felipe; no hubiese podido lanzar su llamado al que no
estuviera dispuesto de algún modo. Encuentro y llamamiento sólo se
improvisan en apariencia; por mucho tiempo han sido meditados por Cristo,
que encuentra al que quiere, en el momento que quiere, en las circunstancias
que quiere.
La vocación viene de un encuentro con Cristo, quizá en el momento menos
pensado. Jesús se adelanta al que quiere llamar. Como lo ha preparado para
escuchar el llamado, el encuentro puede mover inmediatamente las
profundidades del alma.
SÍGUEME
"Sígueme". La invitación dirigida a Felipe prueba que el llamado de Cristo
pide ante todo el apego a su persona. Jesús no le dice a Felipe qué
actividad va a desempeñar. Sencillamente le pide que lo acompañe en el
camino y se abandone a El con confianza para todo su porvenir.
El término que traducimos por "seguir" quiere decir más exactamente
"acompañar". Jesús no quiere que lo sigan como un siervo sigue a su amo.
Quiere que lo acompañen, que vivan a su lado como amigos. Seguir, es dejarse
conducir por un llamado de amor y comenzar una amistad.
La expresión "sígueme" es, en su brevedad, la fórmula más característica del
llamado a una vida enteramente entregada al Señor. Subraya la unión de
persona a persona que se establece en una vocación. El que acepta el llamado
no sabe por adelantado lo que tendrá que hacer ni las situaciones a las que
tendrá que enfrentarse. Pero está seguro de Cristo; su compromiso de
fidelidad personal.
Compromiso y fidelidad se fundamentan en el que ha sido llamado sobre el
compromiso y la fidelidad absoluta del Señor. Al decir "sígueme" Jesús se
obliga a trazar el camino y a sostener con su fuerza divina al que se confió
a El. Le promete una fidelidad sin desmayo. El que sigue a Cristo jamás
puede perderse, ni encontrarse sin apoyo. Con tal que no se detenga en su
seguimiento, infaliblemente se salva y salva a muchas almas.
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