Respeto al Templo: cómo se comporta el católico consciente del privilegio de ser miembro de la Comunidad Litúrgica
• El Templo, además de ser la casa de la comunidad cristiana, es casa de Dios. Me recuerda que el mejor templo soy yo: "¿No saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo y que el Espíritu Santo habita en ustedes? El templo de Dios es santo, y ese templo son ustedes" (1 Cor 3,16-17). Por tanto, debo presentarme aseado de cuerpo y alma.
• Me preparo interiormente a participar de los Sagrados Misterios. Procuro un corazón dispuesto a unirse a Dios y a los hermanos, participando del Banquete Sagrado. Me presento con un rostro alegre, pues voy a encontrarme con el Dios de la vida y con su pueblo. Que los paganos descubran que ahí se alaba al verdadero Dios.
• Debo vencer la influencia del ambiente, para no dejarme llevar por las costumbres mundanas que parecen rebajar la dignidad de la Celebración Litúrgica: apagar el celular, vestir pantalón corto, camisetas sin mangas, escotes, short, dorsos desnudos ropa deportiva, prendas en la cabeza, trajes y vestidos que no son dignos de la fiesta en la que participamos: el Memorial del Sacrificio de Cristo.
• Si vengo del trabajo, de día de campo, de caminar, de hacer ejercicio físico, yo sé que soy bienvenido a la celebración de la comunidad, pero buscaré un lugar donde mi presencia no moleste a mis hermanos por andar sucio, sudado o no presentable. Ciertamente que en esas condiciones no me aparecería a un banquete.
• En las fiestas sociales cuidamos mucho nuestra presentación; por el qué dirán, por las fotografías, por la atención de las personas. ¿Qué decir cuando se trata de mi audiencia personal y colectiva con mi Dios y Señor? ¿Cómo es posible que otros de otras religiones nos den ejemplo? Ojalá el llegar desaliñados sea excepción y, no regla general.
• La puntualidad es señal de nobleza, voy a la cita con mi Dios y Señor. Sobre todo debemos ser puntuales a la Misa de domingo pues el mandamiento dice "Misa entera".
No se trata de buscar "religión del centímetro "para medir hasta dónde todavía no es pecado. Se trata de valorar la acción de la comunidad en la cual Cristo quiere tener una audiencia con nosotros.
• Es digno estar presente desde que el sacerdote sale al altar, hasta después que regresa a la sacristía. Ninguna actividad por urgente que sea, es tan importante como la Misa. Programemos nuestro tiempo, previendo hallar estacionamiento, esperar en la banca, resolver imprevistos de visitas o salidas.
• La primera llamada donde se da el repique de campanas es para salir de casa, arreglando los últimos detalles. La segunda llamada es para llegar al templo y disponemos interiormente a la celebración. La última llamada es para iniciar la celebración. Los fieles esperan al celebrante, y no éste a los fieles.
• No hablemos en voz alta dentro del templo como si estuviéramos en la plaza. En el templo no se come ni bebe, no se mastica chicle, no se juega, Jesús dijo: "Mi casa es casa de oración...". Hay muchos lugares para hablar con los demás y tratar nuestros negocios; el templo es exclusivo para hablar con Dios. No distraigamos a los demás, impidiendo que reciban bendición.
• Los lugares de honor son los de adelante En todo espectáculo tiene valor especial. En Misa no cuesta nada ¿por qué no le damos valor? Nos distraemos menos y podemos seguir mejor el desarrollo de la celebración. Lo importante es tener disposición de participar en la celebración, como actor, no como mero espectador.
• Quedarme a propósito atrás, en la puerta, en el atrio, en el pasillo, significa mi poc interés por la acción de la comunidad. En una fiesta, un teatro, un acto académico, nadie bloquea a propósito las puertas, estacionándose allí como lugar preferido. Se dejan sólo para circunstancias especiales: templo saturado, mareos, niños inquietos, llegar tarde, esperara otra persona.
• En las bancas, ocupemos los lugares comenzando por los del centro, para que las orillas queden libres y los que vayan llegando no molesten. Evitar ruido de tacones, sobre todo en la homilía o la consagración. Al encontrar amigos o conocidos, basta una leve sonrisa, una inclinación de cabeza, para indicar que nos hemos dado cuenta de su presencia; pues un saludo escandaloso distrae.
• Evitaré posturas inconvenientes en el templo, como cruzar la pierna, poner los pies en los reclinatorios, curiosear, voltear hacia atrás continuamente, recostarme en la banca etc. Ya no se diga rayar las bancas o las paredes. Jesús dijo: "Trata a los demás como quieres que te traten a ti"
• Eduquemos a los niños a respetar el templo como la casa de Dios. Los niños aprenden lo que ven. Si nos ven respetuosos, aprenderán a respetar. Evitar carreras o juegos dentro del templo, sobre todo cerca del presbiterio. Nunca comprarles golosinas para que no molesten; así nunca aprenderán a respetar el templo, ni distinguirán una celebración litúrgica de un momento de recreo o un día de campo, etc.
Cortesía: Parroquia Santuario Nuestra Señora del Sagrado Corazón Lince