María Madre de la Iglesia:
Textos de la Misa
y del Oficio
María Madre de la Iglesia: Textos de la Misa
Antífona de entrada Cf. Hch 1, 14 Los discípulos se
dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús. Oración
colecta Oh Dios, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz,
proclamó como Madre nuestra a santa María Virgen, Madre suya, concédenos,
por su mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de
gozo por la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todas las familias
de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA Establezco hostilidades entre tu
estirpe y la estirpe de la suya mujer Lectura del libro del Génesis 3, 9-15.
20 Después que Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó: — ¿Dónde estás?
Él contestó: — Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba
desnudo, y me escondí. El Señor le replicó: — ¿Quién te informó de que
estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?
Adán respondió; — La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto
y comí. El Señor Dios dijo a la mujer: — ¿Qué es lo que has hecho? Ella
respondió: — La serpiente me engañó y comí. El Señor Dios dijo a la
serpiente: Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas
las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda
tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la
suya; ella te herirá en la cabeza, cuando tú la hieras en el talón. El
hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Jdt 13, 18bcde. 19 (R.: 15, 9d) R.
Tú eres el orgullo de nuestra raza. El Altísimo te ha bendecido, hija, más
que a todas las mujeres de la tierra. Bendito el Señor, creador de cielo y
tierra. R. Que hoy ha glorificado tu nombre de tal modo: que tu alabanza
estará siempre en la boca de todos los que se acuerden de esta obra poderosa
de Dios. R. Aleluya Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de alabanza:
de ti salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Señor.
EVANGELIO Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre +
Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27. En aquel tiempo, junto
a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de
Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al
discípulo que tanto quería, dijo a su madre: — Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Luego dijo al discípulo: — Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el
discípulo la recibió en su casa. Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, nuestros
dones y conviértelos en sacramento de salvación que nos inflame en el amor
de la Virgen María, Madre de la Iglesia, y nos asocie más estrechamente, con
ella, en la obra de la salvación de los hombres. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio MARÍA,
MODELO Y MADRE DE LA IGLESIA UNIVERSAL V. El Señor esté con vosotros. R. Y
con tu espíritu. V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el
Señor. V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario. En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, y
alabarte debidamente en esta celebración en honor de la Virgen María. Ella,
al aceptar tu Palabra con limpio corazón, mereció concebida en su seno
virginal, y, al dar a luz a su Hijo, preparó el nacimiento de la Iglesia.
Ella, al recibir junto a la cruz el testamento de tu amor divino, tomó como
hijos a todos los hombres, nacidos a la vida sobrenatural por la muerte de
Cristo. Ella, en la espera pentecostal del Espíritu, al unir sus oraciones a
las de los discípulos, se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante.
Desde su asunción a los cielos, acompaña con amor materno a la Iglesia
peregrina, y protege sus pasos hacia la patria celeste, hasta la venida
gloriosa del Señor. Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos sin
cesar, diciendo: Santo, Santo, Santo…
Antífona de
comunión Cf. Jn 19, 26-27 Jesús, desde la cruz, dijo al discípulo que tanto
quería: Ahí tienes a tu madre. O bien: Dichosa eres, María, llena de gracia,
madre y virgen; tú resplandeces en la Iglesia como modelo de fe, esperanza y
caridad.
Oración después de la comunión Después de recibir la
prenda de la redención y de la vida, te pedimos, Señor, que tu Iglesia, por
la ayuda maternal de la Virgen, anuncie a todas las gentes el Evangelio y
llene el mundo entero de la efusión de tu Espíritu. Por Jesucristo nuestro
Señor.
OFICIO DE LECTURA - LUNES
- TIEMPO ORDINARIO
De la Feria. Salterio II. Prosigue el Tiempo Ordinario.
MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA. (MEMORIA OBLIGATORIA)
El Papa Pablo VI, el día 21 de noviembre de 1964, al clausurar la tercera
etapa del Concilio Vaticano II, secundando los deseos que le habían
presentado muchos de los Padres conciliares, dio a María el título
honorífico de Madre de la Iglesia. De esta forma subrayó la doctrina
conciliar del capítulo VIII de la Constitución Lumen gentium que acababa de
ser promulgada y que reflexiona sobre las estrechas relaciones que median
entre María y la Iglesia. Posteriormente, al ser promulgada en 1975 la
segunda edición del Misal Romano de Pablo VI, se incluyó entre las misas
votivas la celebración de María bajo este título de Madre de la Iglesia. Por
su parte, el episcopado argentino solicitó y obtuvo de la Sede Apostólica la
inserción de la memoria anual de santa María, Madre de la Iglesia, asignada
al lunes después de Pentecostés.
SEGUNDA LECTURA
De las obras oratorias de Bossuet, obispo de Meaux, sobre la bienaventurada
Virgen María
(Sermón sobre la fiesta del escapulario: Oeuvres oratoires, edición Lebarq,
Desclée de Brouver 1926, I, 388-389)
MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA
La santa Virgen María es la verdadera Eva, la verdadera madre de todos los
vivientes. Vivid, vivid, y María será vuestra madre. Pero vivid de
Jesucristo y por Jesucristo, porque incluso María tiene vida únicamente de
Jesucristo y por Jesucristo.
La maternidad de la santa Virgen es una realidad innegable. Por otra parte,
que María sea madre de los cristianos es algo que no puede ser más oportuno;
éste fue también el designio de Dios, revelado ya desde el paraíso. Pero
para que esta realidad penetre más profundamente en vuestros corazones,
debéis admirar el modo como este designio de Dios llegó a cumplimiento en el
Evangelio de nuestro Salvador, contemplando cómo Jesús quiso asociar a sí a
la santa Virgen al engendrarnos por medio del alumbramiento de su sangre,
que siempre tan fértil, produjo frutos agradables al Padre.
En aquella ocasión, san Juan representaba la universalidad de los fieles.
Entended mi raciocinio: todos los demás discípulos del Salvador abandonaron
a Jesús. Dios permitió que esto sucediera así para que comprendiéramos que
son pocos los que siguen a Jesús hasta su cruz.
Así, pues, habiéndose dispersado todos los demás discípulos, la providencia
quiso que, junto al Dios que moría, no permaneciera sino Juan, el discípulo
amado. Él fue el único, él, el verdadero fiel; porque únicamente es
verdadero fiel de Jesús el que le sigue hasta la cruz. Y fue así como este
único fiel representó a todos los fieles. Por consiguiente, cuando
Jesucristo, hablando a su Madre, le dice que Juan es su hijo, no penséis que
considera a san Juan como un hombre particular: en la persona de Juan
entrega a María todos sus discípulos, todos sus fieles, todos los herederos
de la nueva alianza, todos los hijos de su cruz.
Por esto, precisamente, llama a María «Mujer»; con esta expresión quería
significar «Mujer por excelencia, Mujer elegida singularmente para ser la
madre del pueblo elegido». «Oh Mujer, oh nueva Eva -le dice-, ahí tienes a
tu hijo; por tanto, Juan y todos los fieles a quienes él representa son tus
hijos. Juan es mi discípulo, mi discípulo amado; recibe, pues, en su persona
a todos los cristianos, porque aquí Juan los representa a todos, ya que
todos ellos son, como lo es Juan, mis discípulos, mis discípulos amados.»
Esto es lo que el Salvador quería significar a su santa Madre.
Y lo que más importante se me antoja en este hecho es que Jesús dirija estas
palabras a María desde la cruz. Porque en la cruz es donde el Hijo de Dios
nos dio la vida y nos engendró a la gracia por la fuerza de su sangre
derramada por nosotros. Y es precisamente desde la cruz desde donde
significa a la purísima virgen María que ella es madre de Juan y madre de
todos los fieles. Mujer, ahí tienes a tu hijo, le dice. En estas palabras
contemplo al nuevo Adán que, al engendrarnos por su muerte, asocia a la
nueva Eva, su santa Madre, en la generación, casta y misteriosa, de los
hijos del nuevo Testamento.
RESPONSORIO Jn
19, 26; cf. Gn 3, 20
R. «Mujer,
ahí tienes a tu hijo», dijo Jesús a su madre; luego dijo al discípulo: *
«Ahí tienes a tu madre.»
V. Se
llamará nueva Eva, por ser la madre de todos los vivientes.
R. Ahí
tienes a tu madre.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz, proclamó como
Madre nuestra a su Madre, santa María virgen, concédenos por su mediación
amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la
santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todos los pueblos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos
al Señor.
R. Demos
gracias a Dios.