LORETO, SANTUARIO DEL ESPÍRITU SANTO
El misterio de la Encarnación del Verbo en el seno de María se ha cumplido por obra del Espíritu Santo.
Dice el ángel a María: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti, sobre ti extenderá su sombra el poder del Altísimo" (Lc 1, 35).
Y dónde se podría hablar con más eficacia del papel del Espíritu Santo, dador de vida, sino en el santuario lauretano, que recuerda el momento y el lugar en el que él realizó la mayor de sus acciones vivificantes, dando vida, en el seno de María, a la humanidad del Salvador?" (Juan Pablo II). Por esto la Santa Casa es el santuario por excelencia del Espíritu Santo. El cristiano aquí siente la necesidad de invocar del Divino Paráclito los siete santos dones para una total fidelidad al propio bautismo, con el cual está incorporado a Cristo y participa de su gracia salvífica.
Ven, Espíritu
Ven, Espíritu Santo,
y envía del Cielo
un rayo de tu luz.
Ven, padre de los pobres,
ven, dador de gracias,
ven luz de los corazones.
Consolador magnífico,
dulce huésped del alma,
su dulce refrigerio.
Descanso en la fatiga,
brisa en el estío,
consuelo en el llanto.
¡Oh luz santísima!
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.
Sin tu ayuda,
nada hay en el hombre,
nada que sea bueno.
Lava lo que está manchado,
riega lo que está árido,
sana lo que está herido.
Dobla lo que está rígido,
calienta lo que está frío,
endereza lo que está extraviado.
Concede a tus fieles,
que en Ti confían
tus siete sagrados dones.
Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación,
dales la felicidad eterna.