¿Por qué mayo es el mes de la Virgen María?
Millones de personas participan durante el mes de mayo en romerías a
santuarios marianos, rezan oraciones especiales a la Virgen y le hacen
regalos, tanto espirituales como materiales.
Dedicar el mes de mayo –también llamado mes de las flores- a María es una
devoción popular arraigada desde hace siglos: con su poesía Ben vennas Mayo
de las Cantigas de Santa María, Alfonso X el Sabio nos revela que ya existía
en la Edad Media, al menos en España.
La Iglesia la ha alentado, por ejemplo concediendo indulgencias plenarias
especiales y con referencias en algunos documentos del Magisterio, como la
encíclica Mense
Mayo de Pablo VI en 1965.
“El mes de mayo nos estimula a pensar y a hablar de modo particular de Ella
–constataba san Juan Pablo II
en una audiencia general al empezar el mes de mayo en 1979-. En efecto,
este es su mes. Así pues, el período del año litúrgico, [Resurrección], y el
corriente mes llaman e invitan nuestros corazones a abrirse de manera
singular a María”.
¿Pero por qué este mes, si otros contienen fiestas litúrgicas más destacadas
dedicadas a María? El beato cardenal John Henry Newman ofrece varias razones
en su libro póstumo Meditaciones y devociones.
“La primera razón es porque es el tiempo en el que la tierra estalla
en tierno follaje y verde pastos, después de las severas heladas y nieves
del invierno, y la cruda atmósfera y el viento salvaje y las tempranas
lluvias de la primavera”, escribe desde un país del hemisferio norte.
“Porque los retoños brotan en los árboles y las flores en los jardines.
Porque los días se vuelven largos, el sol nace temprano y se pone tarde
–añade-. Porque semejante alegría y júbilo externo de la Naturaleza es el
mejor acompañante de nuestra devoción a Aquella que es la Rosa Mística y
Casa de Dios”.
¿Pero y si el mes de mayo trae cada día un rayo, como dice el refrán? “Aun
así,
nadie puede negar que al menos sea el mes de la promesa y de la esperanza
–responde el eclesiástico inglés-. Aunque el tiempo sea malo, es el mes que
inicia y preludia el verano”.
“Mayo es el mes, si no de la consumación, al menos de la promesa, ¿no es
este el sentido en el que más propiamente recordamos a la Santísima Virgen
María, a quien dedicamos el mes?”, plantea en su obra, publicada en 1893.
Algunos autores como Vittorio Messori ven en esta manifestación de
religiosidad popular una cristianización más de una celebración pagana: la
dedicación del mes de mayo a las diosas de la fecundidad: en Grecia, a
Artemisa; en Roma, a Flora. De hecho, mayo debe su nombre a la diosa de la
primavera Maia.
Además, en algunos países durante el mes de mayo se celebra el Día de la
Madre, y el recuerdo y los obsequios se elevan muchas veces también a la del
cielo.
Para muchos, mayo es el mes más bello como María es la mujer más bella, el
mes más florido que conduce el corazón hasta ella, Palabra hecha flor.
La cantante israelita Noa hace honor a nuestra Santa Madre con la interpretación del Ave Maria de Gounod sobre un preludio de Johann Sebastian Bach. Una melodía que eleva el espíritu e invita a la oración, independientemente de la confesión a la que pertenezcamos.