Un grupo de científicos construye una especie de capilla a la Virgen María en medio de la Antártida
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Javier Lozano /ReL 7 febrero 2013
Al lugar le llaman ahora Nuestra Señora de los Glaciares y aseguran los
científicos que la Virgen es su luz durante el invierno glacial. «Para ser
testigos en los confines de la tierra» “Recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. Esta
frase que dijo Jesucristo y que recoge los Hechos de los Apóstoles la han
aplicado un grupo de científicos que trabajan en el lugar más inhóspito del
planeta: el centro de la Antártida.
Expedición en mitad del Polo Sur
En la base Concordia, formada por franceses e italianos y situada
en una enorme meseta de hielo a 3.233 metros de altura y a 1.200 kilómetros
de distancia de la costa, algunos miembros de la expedición han querido
hacer presente en medio de la nada a Cristo y a la Virgen, algo vital y
necesario para ellos.
Tal y como relata el jefe médico de la expedición, Vincenzo Di Giovanni, en
una carta, la idea surgió de dos de los miembros y fue muy bien acogida por
el resto. Pero, ¿qué es lo que han llevado a cabo? Un sencillo nicho clavado
en el hielo y en el que están refugiados un crucifijo y una imagen de la
Virgen María, habiendo entre medias de ambos una inscripción que dice
“protégenos”.
“Llevar el Kerygma a todo el mundo”
Esta especie de capilla está situada a 500 metros de las instancias
y está cerca de donde aterrizan las aeronaves para significar un claro
mensaje. El objetivo es “llevar el Kerygma a los extremos del mundo” y es
por ello por lo que todo el que llega se encuentra primero con María.
En este sentido, cuenta Di Giovanni que el ícono de la Virgen María fue
elegido por su “carisma neocatecumenal” y su preocupación central por el
anuncio del Evangelio. La imagen colocada en el Polo Sur es el conocido
icono que pintó Kiko Argüello cuyo original está en la catedral de La
Almudena de Madrid.
Por ello, relatan estos científicos de la expedición italiana que ahora la
base Concordia pasó a llamarse popularmente “Madre de los Glaciares eternos”
pues tienen la esperanza de que “en ese lugar aislado del resto del mundo se
pueda llevar el mensaje para aquellos que viajan con fines científicos
incluso hasta los confines de la tierra”.
Procesiones y oración
El 8 de diciembre, en la fiesta de la Inmaculada Concepción,
algunos miembros de la expedición fueron en procesión hasta allí para orar,
en una construcción que fue realizada e instalada con una pequeña y sencilla
ceremonia. Cuenta el jefe médico de la expedición que antes de que se les
ocurriera la idea de instalar un nicho en la entrada de la expedición, él
tenía colocada el ícono y el crucifijo en su habitación de la base.
Pero antes de partir hacía el Polo Sur, hubo otra sencilla celebración en
Italia. Allí el vicario general de la Diócesis de Pescara-Penne y párroco de
Nuestra Señora del Fuego bendijo las imágenes sagradas que ahora hacen
presente a Jesucristo y su Iglesia en este lugar.
Respetado por todos los científicos
En su carta, Di Giovanni afirma que la presencia de este signo ha
sido apreciada “por un científico de religión islámica y es respetado por
los investigadores y científicos agnósticos y ateos”. Justo al lado de la
Virgen y Jesús están las ciudades de los miembros de la expedición y la
distancia que existe desde allí.
La situación de aislamiento y las condiciones extremas hacen indispensable
toda ayuda posible. Y sólo Dios y la intercesión de su madre consiguen dar
el consuelo necesario en los momentos más complicados. Pero hasta “en los
confines de la tierra”, el Señor no abandona a sus criaturas.
La Virgen, una luz para estos hombres
“El DOME-C se encuentra en la capa de hielo polar a una altitud de
3.233 metros sobre el nivel del mar y a 1.200 kilómetros de la costa. Está a
miles de kilómetros de Nueza Zelanda, que es el espacio vivo más cercano y
la temperatura es de 80 grados bajo cero. Aquí, el lugar está iluminado por
el sol durante más de seis meses al año, porque nunca se pone durante el
verano polar, entonces vivimos, un día sin noche. Luego viene la oscuridad,
con cuatro meses de terrible noche polar durante el cual la base es el hogar
de una docena de científicos y técnicos y el icono será siempre como la luz
de la luna para estos hombres”, asegura.
De hecho, el humor no le falta y para acabar la misiva el jefe médica
asegura si “la palabra de Dios, representada en el icono de Kiko Arguello
llegó incluso en el Polo Sur, creo que para propagar el mensaje "... hasta
los confines de la tierra..." necesitamos a alguien a bordo de la nave
espacial que irá a Marte tras el contacto de la NASA”.