Hacer de las familias una 'Iglesia doméstica'
ALFREDO VISO C.
El 27 de enero de 1985 el Papa Juan Pablo II, en la explanada de Montalbán, pronunció una homilía de la cual podemos tomar el siguiente párrafo: “que grandeza y responsabilidad a la vez la de los padres cristianos, que como fruto de su amor se convierten en templos en los que Dios realiza su acción renovadora Sed conscientes de esta altísima misión que Dios ha puesto en vuestras manos, haced de vuestras familias un templo de Dios, una “Iglesia domestica”
El Concilio
Vaticano II en su constitución sobre la Iglesia (“Lumen gentium”) nos dice
que de la unión conyugal procede la familia, en los que nacen los nuevos
ciudadanos de la sociedad humana, y por la gracia del Espíritu Santo quedan
constituidos por el Bautismo en hijos de Dios.
En esta como
“Iglesia domestica”, los padres han de ser para con sus hijos los
primeros predicadores de la fe, tanto con su palabra como con su ejemplo,
y han de fomentar la vocación propia de cada uno y con especial cuidado
la vocación sagrada (n. III).
Es
interesante destacar que la misión de la familia dentro de la Iglesia es
importante pues al procrear nuevos seres y bautizarlos los incorporan a la
Iglesia. De este modo, la Iglesia aumenta sus miembros cada día y convierte
al bautizado en un hijo de Dios. Por otra parte al ver la definición de lo
que el Concilio da de “Iglesia domestica” vemos que hay dos condiciones que
se deben cumplir. La primera es que los padres han de predicar la fe a sus
hijos tanto con su palabra como con su ejemplo.
Aquí vale la pena
reflexionar lo que esta sucediendo en la familia , donde cada día hay menos
oportunidad de que los padres dialoguen con sus hijos, porque por una u otra
razón no tienen tiempo. Esto es doloroso y vemos como nuestra
juventud se esta levantando y tomando como modelos de vida los que los
medios televisados nos están presentando, los cuales están viciados por el
sexo, el hedonismo y la violencia. Los padres no se han dado cuenta que el
negocio mas importante de su vida no es hacer dinero, sino educar a sus
hijos. Igual comentario vale para el ejemplo de vida, ¿ cuántos padres son
realmente modelos de vida cristiana para sus hijos? Y por no serlo, después
vienen los lamentos de que el hijo o hija se ha dedicado al robo, a la
prostitución o a la droga, sólo por mencionar algunas lacras de nuestra
sociedad.
La segunda es: fomentar
la vocación propia de los hijos y especialmente la vocación sagrada. Cuantos
hijos son unos fracasados porque sus padres se empeñaron en que estudiaran
determinado oficio o profesión, cuando el hijo no quería. El resultado es,
que si los hijos logran obtener el diploma o titulo correspondiente, serán
unos fracasados pues aprendieron algo que no les gustaba y para salir
adelante en un trabajo tiene que gustarle al joven y continuar preparándose
en la escuela de la vida. Y peor cosa sucede cuando el hijo o hija decide
abrazar la carrera religiosa, se ve como una “desgracia” en la familia y se
lucha a toda costa para que esta idea desaparezca de la mente del joven o la
joven. Cuando por el contrario, los padres deben darle gracias a Dios si uno
de sus hijos o hijas es llamado por el Señor a entregarse por completo a El.
Que cosa mas hermosa para unos padres que sus hijos le administren los
Sacramentos y oren continuamente por ellos, o que sus hijas los encomienden
a Dios en la vida religiosa y en los momentos de necesidad están a su lado. Que
la visita de Juan Pablo 11 el próximo febrero de 1996, haga a muchos padres
recapacitar y se motiven para dar todos los pasos necesarios para que su
familia sea una verdadera “Iglesia domestica”. Cuan diferente seria nuestra
sociedad y por consiguiente el país si los católicos dan un paso al frente y
se deciden a ser verdaderos ejemplos de “Iglesias domesticas”.
Provided
courtesy of: Eternal Word Television Network