El matrimonio en Cristo: Introducción
Introducción
Lo primero, informarse bien
El Autor y Maestro del sagrado matrimonio
Los novios y los casados habéis sido llamados por Dios a realizar un
misterio de gracia muy grande: el matrimonio. El mismo Dios es quien lo ha
inventado. Él, al crear al hombre y la mujer, quiso que se unieran con un
vínculo de amor perpetuo, y que fuera en ese marco sagrado donde se
produjera la transmisión de la vida humana.
Al principio de todo,
«creó Dios al hombre a su imagen;
varón y hembra los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo Dios:
Creced, multiplicaos,
llenad la tierra y sometedla»
(Gén 1,27-28).
De Dios parte, por consiguiente, el impulso humano familiar y laboral. Pero
nosotros, los hombres, a lo largo de la historia, hemos desfigurado y
estropeado tanto el matrimonio -adulterios, divorcios, poligamia simultánea
o sucesiva, concubinatos, anticoncepción, abortos, escasa y mala educación
de los hijos- que ya casi ni alcanzamos a conocer su naturaleza original.
Ya comprendéis, pues, que tendrá que ser el mismo Dios quien nos descubra de
nuevo el sentido profundo del matrimonio y nos dé su gracia para poder
vivirlo. Pues bien, esto es precisamente lo que hace Cristo Salvador. Él
salva el matrimonio, lo purifica de errores y de corrupciones, lo eleva en
el orden de la gracia, y le da una plenitud de bondad y de belleza. Gran
maravilla es el sacramento del matrimonio.
«Gran misterio es éste,
y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia»
(Ef 5,32).
Lo primero, informarse bien
Reconocezdlo con sinceridad: estáis ocupados en un montón de cosas y
distraídos por mil más, tenéis un buen número de defectos personales, y
muchas veces en forma inconsciente os véis afectados por modas del mundo,
por maneras de pensar y por costumbres que, con frecuencia, ni son
verdaderas ni son buenas. Si no os proponéis seriamente un esfuerzo de
pensamiento y de conversión personales ¿cómo váis a arreglaros para vivir
vuestro matrimonio en toda su grandeza, sin desfigurarlo ni profanarlo?
¿Cómo realizaréis su misterio de gracia con toda inteligencia y libertad,
cumpliendo el plan de Dios, y siendo así felices en esta vida y en la otra?
Está claro que lo primero que tenéis que hacer es conocer bien lo que Dios
quiere hacer en vuestro matrimonio. En tema tan formidable, no habéis nacido
ya aprendidos, ni tampoco los ejemplos que habéis recibido de vuestros
familiares y amigos sobre el matrimonio constituyen norrmalmente una lección
magistral, exenta de todo error o defecto. Por eso, malamente podréis
colaborar con Dios, por buena voluntad que tengáis, si no comenzáis por
sabier bien qué es lo que Él quiere hacer en vosotros, con vosotros y a
través de vosotros.
Cuando compráis un ordenador o cualquier otra máquina compleja, lo primero
que hacéis es informaros bien acerca del aparato. Queréis saber cómo es,
cómo funciona, para qué sirve y para qué no, qué cuidados requiere para su
mantenimiento. Y es que, si no, fácilmente estropearíais la máquina, y no le
sacaríais ni de lejos todo su rendimiento posible. Todo esto es cierto y de
sentido común. Ahora bien, el estudio de un aparato de estos puede llevaros
muchas horas y muchos días. Y a veces incluso no os bastará con el manual de
instrucciones, y necesitaréis las explicaciones bien concretas de un
experto. Finalmente, el ejercicio práctico perfeccionará vuestro
conocimiento teórico.
Pues bien, ¿sabréis los novios y esposos vivir el matrimonio de un modo
digno y hermoso si no os tomáis siquiera la molestia de enteraros acerca de
su ser, de sus fines, de sus íntimas funciones y posibilidades? ¿Os va a
bastar con el instinto? ¿Pensáis que es un tema de cultura general o que
quizá con lo visto en vuestros padres o en otras parejas, o con lo mostrado
por la televisión o las revistas, ya con eso sabéis del matrimonio todo lo
que necesitáis saber?...
Preparación para el matrimonio
Vuestro matrimonio ha de ser una obra de arte, no una chapuza. Necesitáis
para eso, en primer lugar, un aprendizaje moral, por el ejercicio de las
virtudes. Hay verbos fundamentales que novios y esposos tenéis que llegar a
conjugar con toda facilidad y perfección: amar, dar, perdonar, servir, orar,
trabajar, ordenar bien la vida, guardar la castidad, sin permitir que los
cuerpos dominen sobre las almas. Y para eso -y en cierto modo antes,
incluso- necesitáis también un aprendizaje doctrinal.
Si el párroco exige a los novios una preparación específica para el
matrimonio, no es una manía suya. Es algo que viene tan exigido por la
verdad de las cosas, que la Iglesia lo manda con todo empeño (Código de
Derecho Canónico c. 1063). La Iglesia, en efecto, antes de ordenar un
sacerdote, da -y exige- al candidato varios años de preparación en el
Seminario. Y de modo semejante, la Iglesia, antes de administrar el
sacramento del matrimonio, da -y exige- a los fieles una catequesis
específica, que los prepare bien a vivirlo. ¿No muestra esto la muy alta
estima que la Iglesia tiene por el matrimonio y la familia?
Razón y fe
En la primera parte de esta obra nos aproximaremos al misterio del
matrimonio natural a la luz de la razón (filosofía), precisando algunos
conceptos fundamentales no siempre bien conocidos.
Y partiendo de esas premisas, en la segunda parte, consideraremos a la luz
de la fe (teología) el matrimonio cristiano en toda su grandeza, como
sacramento del amor de Cristo Esposo.
Esta opción metodológica tiene sus graves motivos. Así como en los
Seminarios, los cristianos que se preparan al sacerdocio estudian primero la
filosofía, para purificar e iluminar la razón, y después la teología, en la
que han de colaborar la razón y la fe (ratio fide illustrata), también es
deseable que los cristianos que os acercáis al matrimonio conozcáis bien su
realidad natural, para que contempléis en seguida su entidad sobrenatural
cristiana y sacramental.
Y hay otro motivo. La razón en un pueblo cristiano suele funcionar iluminada
por la fe; pero cuando un pueblo se descristianiza, la razón se queda
imbécil, más oscurecida, desde luego, que la mente de los paganos. En
efecto, la verdad natural de las cosas es conocida: 1º, sobre todo por los
cristianos, pues tienen la ayuda de la fe; en 2º lugar por los paganos; y en
3º, por los cristianos descristianizados, que más o menos perdieron ya la
fe. Éstos, concretamente, niegan verdades naturales sobre el matrimonio y la
familia que muchos pueblos paganos conocen y viven mejor o peor desde
siempre.
Es así como en los pueblos descristianizados se llega a un amoralismo que no
tiene frecuentes semejanzas entre los pueblos paganos. En tal situación, por
ejemplo, sólamente la Iglesia capta la maldad de las relaciones
prematrimoniales, de la anticoncepción o del aborto. De manera que
fácilmente los cristianos, si no tienen mucha formación, llegan a pensar que
las normas y prohibiciones morales de la Iglesia en estos temas no parten de
la naturaleza misma del ser humano, sino que son imposiciones eclesiásticas,
más o menos arbitrarias, que incluso podrían cambiar si la Iglesia se
modernizara más en su doctrina.
Pues bien, aunque sea de un modo elemental, veamos primero el matrimonio y
la familia a la luz filosófica de la razón. Y de ahí iremos adelante y más
arriba a la luz teológica de la fe. Así podréis comprobar -con gran
provecho- que la gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona y
eleva.
Siglas y citas
El librito que tenéis entre manos es un esfuerzo de síntesis pedagógica, que
parte de dos libros míos anteriores (El matrimonio católico, Fundación
GRATIS DATE, Pamplona 1989, y Síntesis del matrimonio católico, ib. 1990).
En las tres ocasiones he tenido especialmente en cuenta, junto a los
escritos de otros autores, la obra del Obispo polaco Karol Wojtyla, Amor y
responsabilidad, 1960, la constitución apostólica del Vaticano II Gaudium et
spes, 1965, (=GS), la encíclica de Pablo VI Humanae vitae, 1968 (=HV), y la
exhortación apostólica del Papa Juan Pablo II Familiaris consortio, 1981
(=FC). En el presente escrito incluyo también bastantes referencias al
Catecismo de la Iglesia Católica, 1992 (=Catecismo).
Modo de emplear este libro
El texto en el que entráis es bastante conciso. Esto tiene una clara
ventaja: en pocas páginas se os van a decir muchas cosas. Y una posible
desventaja: a veces la lectura podrá resultaros un poco dura. Yo haré todo
lo que pueda para que la ventaja sea lo que prevalezca.
No es éste, en todo caso, un libro para leerlo deprisa, sino para meditarlo
tema por tema, rezándolo ante Dios y conversándolo entre vosotros, novios y
esposos. Para ayudaros en esa labor personal, y también para facilitar el
trabajo comunitario de cursillos sobre el matrimonio, cada capítulo termina
con unos esquemas de Meditación y diálogo.
Animo y adelante. Que la gracia de Dios os ilumine y conforte en esta
lectura. A la Sagrada Familia encomiendo el libro y los lectores.