Renovación Matrimonial - Vía Crucis para el matrimonio
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Rezo del vía crucis para el matrimonio.
Introducción
Guía:
Mira a la cruz y verás la cabeza de Jesús inclinada para besarte, sus brazos extendidos para abrazarte, su corazón abierto para recibirte, para encerrarte en su amor. Sabiendo que su cruz no fue sino su gran amor por ti y por mí, aceptemos su cruz dondequiera que Él nos la ofrezca; brindémosle con alegría todo lo que Él nos exige, porque así sabremos que somos sus discípulos, que pertenecemos a Jesús, que el trabajo que tú y yo y todos nuestros hermanos y hermanas realizan, no es sino amor en acción...
(Madre Teresa de Calcuta)
Guía: Oremos.
Padre Santo, mira benigno a quienes junto a Jesús, nuestro Redentor, nos disponemos a recorrer, paso a paso, el camino luminoso de la cruz. Por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis. Y todo el pueblo respondió: ¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó para que fuese crucificado.
(Mt 27, 24-26)
Lector 2:
Nosotros igualmente seguimos condenando a Jesús, a través de nuestros juicios, críticas y ofensas a nuestro cónyuge. Jesús mismo nos instruye: “Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en la bolsa de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá” (Lc 6, 36-38).
Guía:
Te pedimos, Dios nuestro, que nos enseñes a agradecer y corresponder dentro de nuestro matrimonio a todo lo que padeció y sufrió Jesucristo, por amor nuestro, dando su vida por nosotros en la cruz y derramando toda su sangre por nuestra salvación. Por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Segunda estación
Jesús cargado con la cruz
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio, y llaman a toda la cohorte. Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a saludarle: “¡Salve, Rey de los judíos!” Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacaron fuera para crucificarle.
(Mc 15, 16-20)
Lector 2:
¿Cómo dejarme llevar por mi propio dolor, por mi autocompasión? ¿Acaso sé de qué tipo es la cruz que carga mi esposa(o)?
Guía:
Concédenos, Señor, sernos fieles uno al otro, y serte fieles a ti, no sólo en el momento de la prosperidad, cuando la fidelidad no es difícil, sino también en las horas amargas de la vida, ya que es entonces cuando sobre todo vale la pena ser fieles, siguiendo las huellas de Cristo, camino de la cruz. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Tercera estación
Jesús cae por primera vez
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
¡Y con todo eran nuestras dolencias las que Él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas.
(Is 53, 4-5)
Lector 2:
Son nuestros pecados los que hacen que el Señor caiga por tierra. En vez de reaccionar con disgusto cuando mi esposa(o) hace algo que me molesta, responderé como si se tratara de un pedido de auxilio. Si está impaciente, le tranquilizaré; si tiene ganas de pelear, le ofreceré la paz; si se muestra engreída(o), le prestaré atención; si se encuentra pesimista, le daré ánimos. Muchas veces, con decirle al otro que le amamos, cambia de sentimientos y recobra la esperanza.
Guía:
Concédenos, oh Dios, no pensar en vidas sin cruces, sino más bien en cruces con Cristo; porque la cruz es un signo connatural a la vida matrimonial y, en especial, para los que hemos aceptado seguir a Cristo por la senda del Calvario. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Cuarta estación
Jesús encuentra a su madre
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: “Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”.
(Lc 2, 34-35)
Lector 2:
La presencia de María Santísima bendice realmente nuestros hogares. Desde su presencia en Caná, María muestra una predilección especial por el matrimonio. Atenta a las dificultades de la pareja, intercede solícita ante su Hijo por los esposos en problemas. Y Jesús, Señor nuestro, se rinde ante las súplicas de su madre, adelantando su hora en favor de los matrimonios. Si Jesús es la salvación de la pareja, María es el puente que lleva a Jesús.
Guía:
Al agradecerte, Señor, el claro ejemplo de fe que nos ha dado María, te pedimos que meditando y sufriendo con ella, crezca en nuestro matrimonio la comprensión de los misterios de Cristo, y que la fe constituya nuestra fortaleza y seguridad hasta el fin de nuestras vidas. Por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Quinta estación
Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar la cruz
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y Rufo, a que llevara su cruz.
(Mc 15, 21)
Lector 2:
La vida conyugal ha de ser un continuo servicio y apoyo al otro. ¿Qué sé yo de las dificultades personales, íntimas, de la infancia, que mi pareja arrastra por la vida en forma de cruz? Nuestra obligación es siempre ayudar al otro, pues su camino de salvación es también el mío.
Guía:
Señor Jesús, danos la gracia de cargar con entusiasmo la cruz que tú benignamente nos has entregado para acompañarte en el camino del Calvario, alentados por la amorosa compañía de nuestro cónyuge. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
Guía: Sexta estación
La Verónica enjuga el rostro de Jesús
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.
(Mt 25, 37-40)
Lector 2:
Un pequeño acto de bondad para con mi cónyuge puede ser tan importante como limpiar el rostro de Jesús. Especialmente cuando las horas de tristeza, soledad e impotencia ante la adversidad atosigan su espíritu y acobardan su voluntad. Limpiar el rostro de Jesús en mi esposa(o) consiste en anticiparme a sus preocupaciones y ofrecerle el mejor rostro de amor, compasión, aliento y compañía. No se requieren necesariamente actos heroicos o sobrehumanos, pero sí constantes, fieles, cotidianos, ofrecidos a Dios.
Guía:
Ante la Verónica que honra a Cristo y le rinde homenaje de su amor y gratitud, danos tu fortaleza, Señor omnipotente, para que seamos un matrimonio que no se arredra ante una perspectiva de cruz y sufrimiento. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: SÉPTIMA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.
(Jn 16, 20)
Lector 2:
Las dificultades de la vida tienen sentido; el dolor, moral o físico, tiene sentido. Mediante el dolor Jesús se acerca a nosotros en los momentos de mayor desesperanza y aflicción. Al identificarse con el sufrimiento humano, aceptando la cruz, Jesús nos purifica mediante el dolor, para hacernos más agradables a los ojos del Padre. Por lo tanto, ¡bendito dolor!, ¡bendito sufrimiento, incomprensión y soledad! Gracias a ello, de la mano de mi esposa(o) camino hacia el Reino de Dios.
Guía:
Jesucristo, conscientes de que Tú lo mereces todo de nosotros y que siempre será insignificante nuestra donación, mira con agrado nuestro afán de gastar nuestra vida conyugal por Ti sin cálculo y sin medida y sé la garantía de nuestro triunfo final y el de nuestra familia. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
Guía: Octava estación
Jesús consuela a las santas mujeres
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos! Porque si en el leño verde hacen esto, ¿en el seco que se hará?”
(Lc 23, 27-31)
Lector 2:
Camino al atroz y vil suplicio, Jesús, olvidándose de sí mismo, detiene su paso y dirige unas palabras de comprensión a las mujeres. Realmente nuestro diario caminar no se asemeja en nada a aquel viacrucis, entonces, ¿por qué no hay en mí palabras de aliento, comprensión y amor hacia mi cónyuge? Imprimamos a nuestro matrimonio la gallardía ejemplar de Jesús.
Guía:
Padre de bondad, ilumina nuestra mente y nuestro corazón para que como esposos comprometidos comprendamos todo lo que Cristo quiere ser para nosotros; y otórganos gozar del perdón y de la paz que él nos ha ganado con su generosa entrega. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Novena estación
Jesús cae por tercera vez
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.
(Jn 12, 24-25)
Lector 2:
San Pablo nos dice que el amor todo lo sufre, “todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. El amor no acaba nunca” (1 Cor 13, 7-8). El preludio de la muerte son las caídas, pero el preludio de la vida eterna es la muerte. Entonces, ¡adelante! ¿Qué importa caer?, si Jesús nos pone la muestra de que más allá del momento doloroso, del fracaso y la ceguera existe una vida de dicha plena y eterna.
Guía:
Padre Santo, haznos comprender que no importa caer mil veces cuando se ama la lucha y no la caída; danos fuerza para luchar continuamente, seguros de que la perseverancia en el amor y el perdón mutuos le agradan más a Cristo que la posesión pacífica y cómoda de una victoria fácil. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Décima estación
Jesús es despojado de sus vestiduras
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: “No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca”. Para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica.
(Jn 19, 23-24)
Lector 2:
Muchas veces necesitamos humillarnos a nosotros mismos y hacer tareas que aparentemente nos rebajan. Esto no es masoquismo. No se trata de querer el sufrimiento por sufrir. Tal sufrimiento sería un antivalor y los antivalores no dignifican, antes al contrario, rebajan la dignidad. Lo que se quiere es el amor. Sólo amando se sabe callar para que el otro hable; desaparecer para que el otro aparezca; privarse para que el otro tenga; negarse para que el otro disfrute; ofrecerse para que el otro se realice. Todo depende de mí, no de mi cónyuge.
Guía:
Señor nuestro, clava en nuestra conciencia la certeza de que a medida que la vida avanza y la eternidad se acerca, sólo el amor de Cristo queda; haz que este amor sea nuestro tesoro por el cual vendamos todo, hasta llegar a sentir gusto y alegría de ser semillas caídas en el surco junto a Él. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Decimoprimera estación
Jesús es clavado en la cruz
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron a Él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”.
(Lc 23, 33-34)
Lector 2:
En el punto final de su misión, Jesús nos da la más sublime de las lecciones. Él, inocente de toda imputación, Él, encarnación de todo el bien y el amor del Padre, libre desde siempre del pecado, asume el papel de víctima para perdonarnos. Nosotros hemos sido perdonados desde aún antes de existir, para que hagamos otro tanto en nuestras vidas. No hay más razón para el perdón que el amor. Sólo el que ama es capaz de perdonar. Por eso, el amor conyugal fincado en el perdón es camino de santificación para los esposos y los hijos, es redención para el mundo entero.
Guía:
Padre lleno de amor, que en la cruz de Cristo nos has manifestado la realidad viva de tu amor personal al hombre, ilumina nuestro matrimonio para que creamos que no hay vida más fecunda y hermosa que la de quien sigue a Jesucristo hasta la cruz para cumplir tu voluntad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Decimosegunda estación
Jesús muere en la cruz
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: “Tengo sed”. Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre dijo: “Todo está cumplido”. E inclinando la cabeza entregó el espíritu.
(Jn 19, 28-30)
Lector 2:
Debemos confesar nuestros pecados y aceptar el perdón que el Señor nos da. Una buena práctica para dar mantenimiento a la conciencia es buscar con frecuencia el sacramento de la Reconciliación. De igual forma habremos de buscar espacios predeterminados, frecuentes, en los que los esposos nos perdonemos y pidamos perdón mutuamente. La relación se mantendrá entonces bien afinada, porque le daremos muerte a nuestra soberbia, y se verá alentada con la confianza de que el otro es amado en justicia.
Guía:
Padre Santo, viendo a tu Hijo en la cruz, vituperado por sus enemigos, negado por los suyos, callando y sufriendo por nuestro amor, infúndenos valor para que llevemos nuestra cruz conyugal con el optimismo del cristiano que por la fe conoce la trascendencia de su vida ante la eternidad, y ayudemos a otros matrimonios a llevarla, como buenos samaritanos. Por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Decimotercera estación
Jesús es bajado de la cruz
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Entonces vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. Se extrañó Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si efectivamente había muerto ya. Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz y lo envolvió en la sábana.
(Mc 15, 43-46)
Lector 2:
En la suprema soledad, en el hondo dolor, en la aspiración sufrida de nuestra alma y de nuestros anhelos, en la oscuridad de nuestra razón, en la herida profunda de nuestra vida es cuando encontramos a Dios que ha bajado hacia nosotros, que nos ha lavado, curado y que nos lleva hacia el encuentro con la vida.
(M.M. Carta del 20 de febrero de 1975)
Guía:
Haz, Señor, que nuestros sufrimientos en el matrimonio no nos alejen de ti, sino que nos hagan comprender mejor los sufrimientos de la pasión de tu Hijo Jesucristo y nos acerquen más a Él. Por mismo Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Decimocuarta estación
Jesús es colocado en el sepulcro
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lector 1:
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
(Jn 19, 40-42)
Lector 2:
Nada poseía ya nuestro Señor en la cruz... esa cruz que inclusive le había sido dada por Pilato. Los soldados pusieron los clavos y la corona de espinas. Estaba desnudo cuando murió, y además le quitaron la cruz, los clavos y la corona. Fue envuelto en una mortaja donada por un alma caritativa y enterrado en una tumba que no era suya.
Sin embargo, Jesús podría haber muerto como un rey, y podría haber resucitado como un rey. Pero Él eligió la pobreza, porque sabía, en su sabiduría infinita, que ésa es la verdadera forma de poseer a Dios, de conquistar su corazón, de hacer que su amor descienda del cielo a la tierra.
(Madre Teresa de Calcuta)
Guía:
Señor Dios nuestro, ayúdanos a imitar la entrega de tu Hijo Jesús y a ofrecer nuestra sangre y nuestra vida sin reserva a nuestro cónyuge y a nuestros hijos, desgastándonos como Él para que llegue tu Reino a todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía: Conclusión
Guía: Oremos.
Guía:
Padre Santo, después de recorrer paso a paso el camino de la cruz, concédenos la gracia de grabar en nuestra mente y nuestro corazón la imagen de tu Hijo crucificado en ese acto supremo de amor, con el que ha quebrantado la amargura y el sinsentido del dolor, convirtiéndolo en dulzura y medio indispensable de salvación y santificación. Que a la constancia del dolor en nuestra vida conyugal, sepamos responder con la constancia del amor, y a la intensidad del sufrimiento, con la intensidad en el ofrecimiento.
Todos: Amén
cortesía http://es.catholic.net