'La Alegría del Sí Para Siempre'. Lema del encuentro de novios con el Papa Francisco: Tres preguntas y tres respuestas
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H. Sergio Mora, Zenit.org
14 de febrero de 2014
Primera pregunta de los novios y respuesta
El miedo del “por siempre” Santidad, muchos hoy piensan que prometerse
fidelidad para toda la vida sea demasiado difícil. Muchos sienten que el
desafío de vivir juntos por siempre es bello, fascinante, pero demasiado
exigente, casi imposible. Le pedimos una palabra para iluminarnos sobre
esto.
Segunda pregunta de los novios y
respuesta
Santidad, vivir juntos todos los días es bello, da alegría, sostiene. Pero
es un desafío que afrontar. Creemos que es necesario aprender a amarse. Hay
un “estilo” de vida de pareja, una espiritualidad del cotidiano que queremos
aprender ¿Puede ayudarnos en esto, Padre Santo?
Tercera pregunta de los novios y respuesta
Santidad, en estos meses estamos haciendo tantos preparativos para nuestra
boda. ¿Puede darnos algún consejo para celebrar bien nuestro matrimonio?
Video
En una mañana con un sol radiante después de varias semanas de intensa
lluvia, unas 25 mil parejas se reunieron hoy en Roma, en la plaza de San
Pedro, para festejar San Valentín junto al papa Francisco.
Una fiesta para recordar la belleza del sí para siempre en la que música,
poesías, testimonios, prepararon el ambiente para la llegada del Papa que
poco después del medio día llegó despertando una ovación.
La iniciativa organizada por el Pontificio Consejo para la Familia, contó
con confirmaciones de 28 países del mundo. “Un tal éxito de la iniciativa no
estaba previsto hace tres semanas atrás” indicó Mons. Vincenzo Paglia,
presidente del dicasterio. Y añadió: “Demuestra que hay jóvenes que van
contracorriente y desean que su amor dure para siempre y sea bendecido por
Dios, mismo en un mundo en el que viven no crea que esa relación dure
eternamente y prefiere que cada uno piense sólo a sí mismo”.
Se escucharon canciones como: 'Vorrei trovarti fra cent'anni' o “A te che
sei l'unica al mondo...”
Uno de ellos contó algunas historias divertidas como que su novia le había
pedido 'un diamante' pero que el verdadero diamante fue ese 'sí' delante del
altar. O el testimonio de un periodista estadounidense con una joven inglesa
que se conocieron al visitar el pesebre en la Plaza de San Pedro... Y el
noviazgo crece hasta que llega el matrimonio.
También presente, un matrimonio de media edad, casado hace 35 años. Ella y
él se conocieron en un campo de verano. Él, ateo, no creía en una unión para
toda la vida y ella, poco practicante, hasta que la invitaron a un encuentro
y descubrió a Jesús. Ella lo invita a él.
Poco después de las 12 llegó el Papa en el jeep, mientras sonaba el canto de
la Jornada Mundial de la Juventud, en medio de la ovación de las casi 25 mil
parejas.
Mons Paglia, tras recordar que San Valentín era obispo de la ciudad de Terni
que fue martirizado tras casar a un soldador romano con una cristiana,
indicó que estos jóvenes presentes en la plaza quieren 'un sí para siempre'
en una cultura de lo provisorio y de lo descartable.
A continuación tres parejas le hicieron una a la vez, una pregunta al Papa,
que las respondió, y aunque precisó que las preguntas se las habían hecho
antes y que por lo tanto había preparado las respuestas, aunque si bien leyó
parte de estas, otra parte las respondió improvisando y despertando aplausos
y entusiasmo, como es su estilo.
Primera pregunta
El miedo del “por siempre” Santidad, muchos hoy piensan que prometerse
fidelidad para toda la vida sea demasiado difícil. Muchos sienten que el
desafío de vivir juntos por siempre es bello, fascinante, pero demasiado
exigente, casi imposible. Le pedimos una palabra para iluminarnos sobre
esto.
Papa Francisco
Les agradezco por la pregunta y el testimonio. Les explico a los presentes,
que ellos me han enviado las preguntas antes, ¿se entiende, verdad? Así yo
he podido reflexionar y pensar a una respuesta así, más sólida.
Es importante pedirse si es posible amarse 'para siempre'. Esta es una
pregunta que tenemos que hacernos. ¿Es posible amarse para siempre? Hoy
tantas personas tienen miedo de tomar decisiones definitivas, para toda la
vida, parece imposible.
Un joven le decía a su obispo: quiero hacerme sacerdote pero solamente por
diez años. Es un miedo general, típico de nuestra cultura. Tomar decisiones
para toda la vida parece imposible.
Hoy todo cambia rápidamente, nada dura mucho... Y esta mentalidad lleva a
decir a tantos que se preparan para el matrimonio: “Estamos juntos mientras
dure el amor”. Y después: “Te saludo y nos vemos”, y termina así el
matrimonio. Pero ¿qué entendemos por amor?, es solamente un sentimiento, un
estado psicofísico?
Claro que si es solamente esto no se pueden construir encima nada que sea
sólido. En cambio si el amor es una realidad que crece, y podemos decir como
ejemplo, como se construye una casa. Crece y se construye como una casa. Y
la casa se construye juntos y no cada uno por su lado. Construir aquí
significa favorecer el crecimiento.
Queridos novios, ustedes se están preparando para crecer juntos, para
construir esta casa, para vivir juntos para siempre. No la cimienten en la
arena de los sentimientos, que van y vienen, sí en cambio en la roca del
amor verdadero, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto
de amor que quiere crecer, de la misma manera que se construye una casa, que
sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Pero todo junto:
afecto, ayuda, esperanza, apoyo.
Como el amor de Dios es estable y para siempre, así también el amor en el
que se funda la familia queremos que sea estable y para siempre. ¡Por favor,
no nos dejemos convencer por la 'cultura de lo provisorio'.Por esta cultura
que nos invade a todos, porque esta cultura no va!.
¿Cómo curarse de este miedo del 'sí para siempre'? Se cuida día a día,
confiándose al Señor Jesús en una vida que se vuelve un camino espiritual
cotidiano, hecho de pasos, pasos pequeños, pasos de crecimiento común,
compuesto por el empeño para volverse mujeres y hombres maduros en la fe.
¡Porque, queridos novios, el 'para siempre', no es solamente una cuestión de
duración! Un matrimonio se logra no solamente por la duración, sino también
es importante su calidad.
Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos
cristianos. Me viene en mente el milagro de la multiplicación de los panes:
también para ustedes el Señor puede multiplicar vuestro amor y donárselo
fresco y bueno de cada día. ¡Él tiene una reserva infinita!, Él les dona el
amor que es el fundamento de vuestra unión y cada día lo renueva, lo
refuerza. Y lo vuelve aún más grande cuando la familia crece con los hijos.
En este camino es importante, es necesaria la oración, siempre, él por ella
y ella por él, y ambos piden juntos. Pidan a Jesus que multiplique vuestro
amor. En la oración del Padre Nuestro nosotros decimos: “Dadnos hoy el pan
nuestro cotidiano”. Los esposos pueden aprender a rezar también así: “Señor,
dadnos hoy muestro amor cotidiano”, ¡Porque el amor cotidiano de los esposos
es el pan, del alma, el pan que nos sostiene para ir adelante!
Esta oración veamos si sabemos decirla: Señor dadnos hoy nuestro amor
cotidiano, digámoslo todos juntos, (Señor dadnos...). otra vez. Y esta es la
oración de los novios y de los esposos: enséñanos a amarnos y a querernos
mucho. Más se confiarán en Él, más vuestro amor será siempre capaz de
renovarse y le ganará a todas las dificultades. Esto es lo que quería
responder a vuestra pregunta.
Segunda pregunta
Santidad, vivir juntos todos los días es bello, da alegría, sostiene. Pero
es un desafío que afrontar. Creemos que es necesario aprender a amarse. Hay
un “estilo” de vida de pareja, una espiritualidad del cotidiano que queremos
aprender ¿Puede ayudarnos en esto, Padre Santo?
Papa Francisco
Vivir juntos es una arte, es un camino paciente, bello y fascinante. No
termina cuando se conquistaron uno al otro, pero es allí justamente que
inicia. Ese camino de cada día tiene reglas que se pueden resumir en estas
tres palabras que has dicho, palabras que he repetido tantas veces a las
familias: permiso, gracias, perdón. ¿Puedo? Permiso es el pedido gentil para
poder entrar en la vida de otro con respeto y cuidado. Hay que aprender a
pedir: ¿puedo hacer esto? ¿Te parece que hagamos así, que tomemos esta
iniciativa? ¿que eduquemos así a los hijos? ¿Quieres que esta noche
salgamos?
O sea pedir permiso significa saber entrar con cortesía en la vida de los
otros. ¿Entendieron? saber entrar con cortesía en la vida de los otros. Y no
es fácil. En cambio a veces se usan maneras un poco pesadas, como algunas
botas para la montaña. El amor verdadero no se impone con dureza o
agresividad. En las Florecillas de San Francisco se encuentra esta
expresión:
“Sepan que la cortesía es una de las propiedades de Dios... y la cortesía es
hermana de la caridad, la cual apaga el odio y conserva el amor”. Sí, la
cortesía conserva el amor. Y hoy en nuestras familias, en nuestro mundo a
veces violento y arrogante es necesario tener mucha cortesía.
Y esto puede iniciar en casa. “Gracias”, parece fácil pronunciar esta
palabra, pero sabemos que no es así... Pero es importante. La enseñamos a
nuestros hijos pero después la olvidamos. La gratitud es un sentimiento
importante. Una anciana una vez me decía en Buenos Aires: 'La gratitud es
una flor que crece en tierra noble'. Es necesaria la nobleza del alma para
que crezca esta flor.
¿Se acuerdan del evangelio de Luca? Jesús cura a diez enfermos de lepra y
después solamente uno regresa para decirle gracias a Jesús. Y el Señor dice:
¿Y los otros nueve dónde están? Esto vale también para nosotros: ¿sabemos
agradecer? En nuestra relación y mañana en nuestra vida matrimonial es
importante tener la conciencia que la otra persona es un don de Dios, ¡y a
los dones de Dios se dice gracias! Y en esta actitud interior decirse
gracias mutuamente por cada cosa. No se trata de una palabra gentil para
usar con los extraños de manera que uno sea educado. Es necesario saber
decirse gracias, para ir bien, juntos, en la vida matrimonial.
La trecera: Disculpa. En la vida hacemos tantos errores, tantas
equivocaciones, los hacemos todos. ¿Quizás hay aquí alguien que no ha hecho
alguna equivocación?, levante la mano. Todos los hacemos. Quizás no haya día
en el que no nos equivocamos. La Biblia dice que el más justo peca siete
veces al día. Por ello la necesidad de usar esta pequeña palabra:
'disculpa'.
En general cada uno de nosotros está listo para acusar al otro y a
justificarse a sí mismo. Esto inició desde nuestro padre Adan, cuando Dios
le pregunta: '¿Has comido de ese fruto?'... 'Pero yo no, fue ella que me lo
dio'... Acusar al otro y no decir 'perdón', es una historia vieja y es un
instinto que está en el origen de tantos desastres. Aprendamos a reconocer
nuestros errores y a pedir perdón: “disculpa si hoy he levantado la voz”;
“disculpa si he pasado sin saludar”, “disculpa si hice tarde”, “disculpa si
esta mañana he estado tan silencioso”, “disculpa si he hablado demasiado,
sin escuchar nunca”, “disculpa si me he olvidado”, “discúlpame si estaba
enojado y me la he agarrado contigo”... Y tantas veces perdón al día podemos
decir.
Y también es así que crece una familia cristiana. Sabemos que no existe
familia perfecta, ni el marido perfecto, o la esposa perfecta. No hablemos
de la suegra perfecta...
Existimos nosotros pecadores, Jesús que nos conoce bien nos enseña un
secreto: no terminar nunca una jornada si pedirse perdón, sin que la paz
vuelva a nuestra casa, en nuestra familia. Es habitual pelear entre los
esposos, siempre hay algo, hemos peleado, quizás se enojaron, quizás voló un
plato, pero nunca terminar la jornada si hacer la paz. Esto nunca, nunca.
Esto es un secreto, un secreto para conservar el amor. Y para hacer la paz
no es necesario hacer un buen discurso, a veces un pequeño gesto y la paz
está hecha. Porque si tu no terminas la jornada sin hacer la paz, el día
después es frío y duro y es más difícil hacer la paz. Acuérdense bien de
esto: nunca terminar la jornada sin hacer la paz.
Si aprendemos a decirnos 'disculpa' y a perdonarnos mutuamente el matrimonio
durará e irá adelante.
Cuando viene en las audiencias o aquí en Santa marta los esposos que cumplen
los 50 de matrimonio les pregunto: '¿quien soportó a quién?' Y todos se
miran, me miran y me dicen: 'los dos mutuamente'.
Tercera pregunta
Santidad, en estos meses estamos haciendo tantos preparativos para nuestra
boda. ¿Puede darnos algún consejo para celebrar bien nuestro matrimonio?
Papa Francisco
Haced que sea una verdadera fiesta, porque ¡el matrimonio es una fiesta, una
fiesta cristiana, no una fiesta mundana! El motivo más profundo de la
alegría de aquel día lo indica el Evangelio de Juan: ¿Recordáis el milagro
de las bodas de Caná? A un cierto punto el vino se acaba y la fiesta parece
arruinada. Imaginaos terminar la fiesta tomando te… No, ¡no va! ¡Sin vino no
hay fiesta! Por sugerencia de María, en aquel momento Jesús se revela por
primera vez y da un signo: transforma el agua en vino y, haciendo eso, salva
la fiesta del desposorio. Cuanto ha sucedido en Caná, dos mil años atrás,
sucede en realidad en cada fiesta nupcial: eso que hace pleno y
profundamente verdadero vuestro matrimonio será la presencia del Señor que
se revela y dona su gracia. Es su presencia la que ofrece el “vino bueno”, y
es Él el secreto de la alegría plena, aquella que calienta realmente el
corazón. ¡Es la presencia de Jesús en aquella fiesta! ¡Pero que sea una
bella fiesta, pero con Jesús! ¡No con el espíritu del mundo! ¡No! ¡Aquello
se siente, cuando el Señor está allí!
Al mismo tiempo, está bien que vuestro matrimonio sea sobrio y haga resaltar
aquello que es realmente importante. Algunos están más preocupados por los
signos exteriores, por el banquete, por las fotografías, por la ropa, por
las flores… son cosas importantes en una fiesta, pero sólo si son capaces de
indicar el verdadero motivo de vuestra alegría: aquella bendición del Señor
sobre vuestro amor. Haced en modo que, como el vino de Caná, los signos
exteriores de vuestra fiesta revelen la presencia del Señor y os recuerden a
vosotros y a todos los presentes el origen y el motivo de vuestra alegría en
ese día.
Pero hay algo que tú has dicho y que quiero tomar al vuelo, porque no quiero
dejarlo pasar. El matrimonio es también un trabajo de todos los días y
podría decir un trabajo artesanal, un trabajo de orfebrería, porque el
marido tiene la tarea de hacer más mujer a su mujer y la mujer tiene la
tarea de hacer más hombre a su marido. Crecer también en humanidad, como
hombre y como mujer. Pero esto se hace entre vosotros. Esto se llama crecer
juntos. ¡Pero esto no viene del aire! El Señor lo bendice, pero viene de
vuestras manos, de vuestras actitudes, del modo de vivir, del modo de
amarse. ¡Haceros crecer! Siempre procurar que el otro crezca. Trabajar para
esto. Y así, no sé, pienso en ti que un día irás por la calle de tu pueblo y
la gente dirá: “Pero mira aquella, que linda mujer! ¡Que fuerte! ¡Eh! ¡Con
el marido que tiene, se entiende!”. Y también a ti: “Mira ese, mira como es.
¡Con la mujer que tiene, se entiende!” Y es esto, llegar a esto: haceros
crecer juntos, el uno al otro. Y los hijos tendrán esta herencia de haber
tenido un papá y una mamá que han crecido juntos, haciéndose – uno al otro –
más hombre y más mujer.