2. ¿Desde cuándo existe el sacramento del matrimonio?
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Ricardo Sada Fernández
26 agosto 2008
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Hasta los tiempos de Cristo, el matrimonio, aunque de institución divina,
era sólo un contrato civil entre un hombre y una mujer. Pero Jesús tomó este
contrato civil entre un hombre y una mujer y lo hizo canal de su gracia, es
decir, lo transformó en sacramento para los cristianos (*)
El motivo por el que Jesús elevó a sacramento la institución natural del
matrimonio no es difícil de entender. Desde el comienzo de la humanidad, el
matrimonio era algo muy especial. Era el instrumento divino para engendrar,
criar y educar cada generación de seres humanos. Resultaba de tal
importancia para el bien social y el bien universal que de algún modo era
obligado, podríamos decir, que fuera enaltecido a la categoría de
sacramento.
Jesús sabía también lo difícil que resulta para dos personas vivir juntas
día tras día, año tras año, con los inevitables errores y defectos de su
personalidad chocando entre sí. Lo difícil de ayudarse mutuamente a crecer
en bondad y perfección a pesar de estas faltas; lo difícil de vencer el
propio egoísmo para poner siempre antes y en todo al otro cónyuge. No, no es
sendero sin obstáculos. Y para ‘reforzar’ la idea divina de que el
matrimonio es un camino para llegar al Cielo, Él lo elevó al rango de lo
sagrado.
Había además otra razón para esa necesidad adicional de gracia: Jesús
dependería de los padres para el continuo crecimiento de su Cuerpo Místico
que es la Iglesia, de esa unión en la gracia por la que todos los bautizados
somos uno en Cristo. En lo sucesivo no sería suficiente que los padres
católicos engendraran, criaran, educaran y ejercitaran a la prole para la
vida natural: Jesús les confiaba esta tarea también para la vida
sobrenatural; había de contar con ellos para llenar el Cielo.
Es muy razonable, pues, que Jesucristo elevara el matrimonio a la categoría
de sacramento. En el instante en que los novios prometen ante el sacerdote
la entrega mutua de sus personas y de sus vidas, ahí está Cristo, en medio
de ellos, haciendo pasar por sus palabras y sus gestos la gracia
sobrenatural que transfigurará su amor humano en amor divino. Estos
cristianos casados tendrán la dicha de poderse amar no sólo con su amor
humano, sino también con el amor en Cristo.
(*) Los sacramentos son siete: Bautismo, Confirmación, Penitencia o
Reconciliación, Eucaristía, Unción de enfermos, Orden sacerdotal y
Matrimonio. Todos fueron instituidos por Cristo.