LA VIRGINIDAD: límites de la castidad
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Por Walter Turnbull Plaza
Es difícil de entender para el pagano porque esto es
parte de un misterio, como el perdón, como el sentido del dolor,
como el valor de la vida, incomprensibles para el hombre sin Dios.
Para él la virginidad es sólo una membrana, el sacrificio una
estupidez y el amor verdadero una utopía; y supongo que Dios, el
cielo y el infierno son cuentos de abuelitas. No se da cuenta de que
el rompimiento de una inofensiva membrana a veces (muchísimas veces)
va acompañado de un rompimiento del plan de Dios para una persona y
también de los planes personales y de su expectativa de un deseable
matrimonio feliz; en fin, del rompimiento de toda una vida.
Cuando vemos que mentes como ésta invaden las aulas,
los medios de comunicación, los libros, las revistas y las cámaras
de gobierno, y que los que sí creemos no somos coherentes con lo que
creemos, uno no puede menos que decir: «por eso estamos como
estamos».
EL OBSERVADOR 522-10
«Para mí la virginidad es sólo una membrana», dijo hace poco un
personaje en la televisión. Qué difícil es para el hombre sin Dios
encontrar la
verdad...
Para el creyente, virginidad significa fidelidad al ser amado —aún
antes de encontrarlo— en un amor exclusivo, en un amor para siempre;
significa esperar para una donación completa y definitiva en el
momento oportuno; sacrificar la diversión y el placer para buscar la
felicidad verdadera; es renunciar a lo material y pasajero por lo
espiritual y permanente, renunciar a muchos falsos remedos de amor
por un amor auténtico y santificante.
Me deja una cierta sensación de intranquilidad. Por un lado, algo —o
mucho— tenemos que hacer los cristianos que, obviamente, no hemos
hecho. Por el otro, da miedo ver lo fácil que es desorientarse. Por
algo dijo Jesús «Entren por la entrada estrecha; porque ancha es
la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son
muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué
angosto el camino que lleva a la Vida! y poco son los que lo
encuentran»(Mt 7, 13-14).