«Cada madre es un enemigo formidable para el diablo, cada nueva vida es un
gol que Dios le mete»: Manzana para dos
Carmelo López-Arias / ReL
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Alfonso Basallo y Teresa Díez hablan del
matrimonio
con tanta claridad como desenfado,
y sin temor a que la verdad moleste
Nadaron contra corriente con su Pijama para dos, definiendo el matrimonio
como la fórmula perfecta para la felicidad, y obtuvieron un éxito sin
discusión: siete ediciones y traducciones al inglés, italiano y portugués
(en Brasil). Ahora Alfonso Basallo y Teresa Díez vuelven a sorprender con
Manzana para dos (Planeta Testimonio), donde sus nuevas reflexiones sobre
Adán y Eva (y cada hombre y cada mujer desde el inicio de los tiempos) y el
matrimonio está contadas "por la serpiente".
Como hiciera C.S. Lewis en
Cartas del diablo a su sobrino, adoptan la
perspectiva del diablo, un ejercicio que superan con precisión teológica (es
mucho y muy bueno lo que se lee en estas páginas sobre el amor, las
relaciones conyugales o el noviazgo, por citar sólo algunos de los puntos
tratados) y, sobre todo, con chispeante humor y divertidas alusiones de todo
tipo a realidades y personajes de siempre... y de hoy mismo.
-¡Es valiente poner en labios del demonio tantas ideas que están en el
ambiente!
-Alfonso: Nos permitía contar la verdad pero vista desde el Lado Oscuro. ¿A
quién le puede interesar ir contra el diseño original de la humanidad;
sembrar de infelicidad las relaciones humanas; cargarse el diálogo de los
esposos; trocar la fascinación por el otro sexo (¡esto es carne de mi
carne!) por desconfianza; convertir la maravilla del sexo en cepo del
egoísmo; arruinar la armonía y la ternura del lecho conyugal por la
violencia y el “durmiendo con su enemigo”?
-¿Desde cuándo actúa ese Lado Oscuro?
-Alfonso: Quisimos ir al origen, al Génesis, para detectar la causa de las
rupturas, y en el Génesis encontramos al gran rompedor, al gran separador
(diabolein en griego es dividir). Pensamos que sería más pedagógico contar,
desde el punto de vista del tentador, que hubo una Caída y eso explica
muchas cosas, y también una Redención y una Encarnación y eso las explica
todas. Y que la serpiente es la primera interesada en que el origen de la
humanidad se olvide.
-¿Cómo fue ese origen de la humanidad?
-Teresa: Al principio era el matrimonio. Unidad de tres: Dios, Adán y Eva.
Se podría decir que eso era, básicamente, el Paraíso. El estado de gracia
que se perdió con la Caída, y la armonía de hombre y mujer unidos en una
sola carne. La envidia hizo que la serpiente tentase a Eva y rompiera esa
unidad de tres, y que el matrimonio dejara de ser el Paraíso para
convertirse en el infierno. De hecho, hoy en día lo dice mucha gente…
parecen portavoces involuntarios del ángel caído.
-Se centran mucho en Eva, en la mujer... ¿No es injusto?
-Teresa: Es que la mujer tiene un papel crucial. No es que el varón tenga un
papel secundario, porque él contribuye con la semilla, pero es en el útero
de la mujer donde Dios actúa directamente, y donde Él mismo llegó a hacerse
hombre. Cada madre es un enemigo formidable para el diablo, porque cada
nueva vida es un gol que Dios le mete: cada nueva vida es un alma inmortal
con un destino eterno.
-¿Sugieren que el demonio "se ceba" con ella? ¿Por qué?
-Alfonso: Porque humilló a la raza humana, tentando a una mujer Eva, y
porque fue aplastado por otra mujer, María. Y desde entonces, la serpiente
va contra esta nueva Eva y todo lo que ella representa: maternidad y
virginidad. Por eso no quiere vírgenes ni madres. Les ha asestado un golpe
tremendo a las hijas de Eva en el siglo XX con la píldora anticonceptiva,
que va directamente contra la esencia de la mujer, al cargarse el
significado procreativo del cuerpo y también el significado nupcial, y ha
conseguido que muchas no sean ni vírgenes ni madres.
-También están los otros dos enemigos del alma de la tríada clásica: el
mundo y la carne...
-Teresa: Que salieron buenos de las manos de Dios, como el resto de la
Creación, porque Dios no creado nada malo ni inútil, todo juega un papel. Es
el diablo el que ha trastocado ese sentido, y el diablo el que ha convertido
el mundo y la carne en nuestros enemigos.
-Pero eso no es nuevo...
-Teresa: El mundo y la carne siempre han ejercido una influencia negativa
contra la familia, pero la sangre nunca llegaba del todo al río, porque la
sociedad era cristiana y todos tenían el referente de Dios, la ley natural y
los diez mandamientos. Pero al haberse secularizado en los dos últimos
siglos, ha perdido el referente de la trascendencia y no ve más allá de sus
narices. De manera que es más difícil defender a la familia y el matrimonio
de los ataques del materialismo.
-Alfonso: Y a diferencia del mundo y la carne, que son tangibles y ruidosos,
a la serpiente no se la oye llegar. El arma más poderosa del ángel caído es
la invisibilidad. Y su mayor astucia es hacernos creer que su existencia es
un cuento de viejas, como advertía Baudelaire. Así trabaja mejor, sin
testigos. Por eso es tan oportuno en esta época, en la que sólo existe
aquello que se puede ver, recordar que el diablo y las tentaciones no son
una fábula, que odia a la raza humana creada a imagen y semejanza de Dios,
que detesta a la mujer (puesto que es un espíritu puro y puritano), y que
tiene aliados involuntarios entre los mismos humanos que niegan su
existencia.
-Y hay que desenmascararle...
-Alfonso: Nada puede contrariarle más que ver cómo su estrategia es
desvelada en libros como Cartas del diablo a su sobrino, de C.S. Lewis, o
Manzana para dos.
-¿Qué papel juegan los poderes mundanos en esa maquinación?
-Alfonso: Si por mundo entendemos los poderosos, el Estado, es decir el
totalitarismo, su ataque contra la familia es muy superior al de épocas
pasadas. Por ejemplo, mediante las leyes divorcistas que han generado una
mentalidad divorcista, haciéndonos creer que todo matrimonio es disoluble
mientras no se demuestre lo contrario. O con el aborto, un genocidio tan
salvaje como el holocausto nazi y aquí estamos todos tan tranquilos, y hasta
seguimos votando a los nuevos déspotas, como si se diferenciaran en algo de
Hitler o Stalin. Esa es, por cierto, otra habilísima jugada de la serpiente:
hacernos creer que los malos sin mezcla de bien alguno son Hitler y Stalin y
los buenos Obama, Rajoy, Cameron o Merkel. Debo de ser daltónico, pero no
veo ninguna diferencia entre aquellos dictadores de correaje y botas de
media caña y los actuales gobernantes demócratas. ¿Tendré que ir al
oftalmólogo?
-Una idea recorre diversos momentos del libro: la castidad/virginidad como
liberadoras...
-Teresa: La sexualidad es un lenguaje de amor, y por eso es liberador. Y el
mensaje que transmite ese lenguaje es la entrega total, de alma y cuerpo. Si
habla de entrega, la sexualidad ennoblece; pero si habla de egoísmo y
búsqueda de placer, se convierte en un lenguaje mudo, autista. La castidad
es la educación de ese lenguaje.
-¡Son las antípodas del 68!
-Teresa: La revolución del 68, impregnada de freudianismo, identifica
castidad con represión y liberación de los instintos con autenticidad. Ese
es otro espejismo de la serpiente.
-¿Por qué?
-Alfonso: Lo que define a la mujer es su capacidad para integrar y acoger,
su capacidad para dar la vida. Gracias a esa capacidad se ha sostenido el
tinglado de la civilización. Hasta que llegó el sesentayochismo y sus tres
arietes anti-mujer: píldora anticonceptiva, revolución sexual y feminismo.
El resultado es una mujer sin vínculos, sin genealogía, que contradice su
esencia al no tener hijos. Es el panorama profético de Un mundo feliz de
Aldous Huxley.
-Pablo VI alertó de ello con la encíclica
Humanae Vitae...
-Alfonso: ¿Y cómo contraataca la serpiente? Haciendo creer que la Iglesia es
medieval y aquella valiente encíclica, un panfleto reaccionario y
extraterrestre. Y muchos muerden el anzuelo. Como dice acertadamente el
obispo Munilla “el rechazo de la
Humanae Vitae es el origen de la gran
crisis de Occidente”.
-Y el trabajo fuera del hogar: ¿es liberador?
-Teresa: Trabajo y hogar siempre han estado históricamente unidos, porque
respondían a un mandato único: “Creced, multiplicaos y dominad la Tierra”.
Es decir, familia, hogar y trabajo constituían un mismo pack. Separarlos ha
sido una acción del diablo. Y ahora las mujeres nos vemos obligadas a elegir
entre el trabajo y el hogar. Alfonso y yo creemos que se pueden unir,
consiguiendo que en lugar de conciliar hogar y trabajo, se concilien marido
y mujer. Y el gran problema de la conciliación es que a la mujer sólo se la
paga si sale a trabajar fuera de casa. Queda, por tanto, una revolución
pendiente en el siglo XXI: remunerar el trabajo de la mujer en el hogar, ya
que es insustituible en la crianza y educación de sus hijos.
-¿Entraña eso algunos riesgos en la relación de pareja, como parecen apuntar
en el libro?
-Teresa: En cuanto es madre, la mujer tiende a alejarse del marido y a
aproximarse al hijo. Es natural, porque el vástago requiere toda su
atención, pero sería un error arrinconar al marido y dejar de cultivar la
unidad de dos que es el matrimonio. Nosotros decimos que el padre y la madre
son un equipo y los hijos otro, y la mujer debe evitar cambiarse de equipo.
Y el diablo lo utiliza todo, hasta lo más noble (la maternidad) para
dividir. Y aprovecha esa tendencia natural de la mujer para abrir grietas,
grandes o pequeñas, en la relación conyugal. No hay más que ver esas mujeres
que llevan años casadas pero siempre hablan de sus hijos y jamás del marido.
-Hoy se habla del padre de familia como del gran perdedor...
-Alfonso: En el Génesis está nuestro ADN: Adán es hijo (de Dios), esposo (de
Eva) y padre. Ese es nuestro origen y nuestro destino. Pero el siglo XX, sin
duda la mejor cosecha para la serpiente, es el siglo de la muerte del padre,
del complejo de Edipo, de las amazonas que prescinden del hombre o lo usan
como semental. Por eso es tan importante reparar los daños y reconstruir el
ADN, y que todos recordemos que somos hijos, que tenemos genealogía,
vínculos, compromiso. Que restauremos la figura del padre y que los sigamos
amando cuando son ancianos decrépitos o aunque no sean equilibrados y
cariñosos, aunque se le vean las vergüenzas. Honrarás a tu padre, no porque
sea perfecto, sino porque es tu padre.
-¿No militan muchas de sus ideas contra la igualdad entre hombre y mujer?
-Alfonso: La igualdad es un mito, uno de esos camelos urdidos por la
serpiente, Como decía Chesterton, “la mujer ha dejado de ser reina de su
familia para convertirse en esclava de su jefe”. Todo ello tiene ribetes
casi cómicos, como refleja otra aguda frase de Chesterton: “Doscientas mil
mujeres gritan ¡no queremos que nadie nos dicte! y a continuación van y se
hacen dactilógrafas”.
-(A Teresa) ¿Está de acuerdo?
-Teresa: Es un error hablar de igualdad entre hombre y mujer, porque la
naturaleza nos dice gráficamente que son diferentes (anatómicamente,
psicológicamente, afectivamente…) y, precisamente en virtud de esa
diferencia, están diseñados para ser una unidad. Una sola carne.
-¿Y la ideología de género?
-Teresa: Paradójicamente, es un invento machista. Porque esta época de
supuesta liberación de la mujer es la época en la que más sojuzgada está.
Antes tenía un poder inmenso, dentro y fuera del hogar, el poder de hacer
personas, de transmitir la vida y también la cultura (fíjese que se dice
“lengua materna”). Y ahora ha tirado el cetro y se ha convertido en una
superwoman cargada de trabajo, que no llega a nada, que va siempre con la
lengua afuera, que imita al varón, en lugar de poner su sello femenino, y
que está inevitablemente frustrada porque ha renunciado a ser madre.
-Si la ideología de género consigue sus objetivos, ¿será el triunfo
definitivo del diablo?
-Alfonso: Lo del triunfo definitivo del diablo es imposible, porque el mal
no tiene la última palabra desde el año 33 de nuestra Era. Tiene la batalla
perdida y precisamente por eso recurre a la mentira para engañar a los
humanos, y volverles locos haciéndoles creer que lo blanco es negro y
viceversa.
-Pero esa ideología es especialmente perniciosa...
-Alfonso: La ideología de género es terriblemente dañina, porque aplica el
esquema marxista (lucha de clases) a la relación hombre-mujer, y es una
réplica rebelde contra el plan original del Creador (“varón y mujer los
creó”) y lo peor es que esa nueva forma de totalitarismo está en la agenda
de los gobiernos de Occidente, incluido el español. Es una forma de tiranía
que desprecia la dignidad de la persona. Pero como decía Henry Kissinger, la
guerra de sexos tiene poco futuro “porque hay demasiada confraternización
con el enemigo”.
-Para terminar, les propongo que se pongan de nuevo en la piel del diablo, a
ver qué pretende de nosotros...
-Alfonso: Adelante, y conociendo lo del diablo... ¡ya se sobreentiende lo
que espera conseguir Dios!
-¿Quieren turnarse?
-Teresa: No, respondemos ambos...
-¿Qué espera el diablo del marido?
-Que se olvide de que amar es morir por su esposa.
-¿De la mujer?
-Que se olvide de que amar es entregarse gustosa y voluntariamente a su
caballero.
-¿De los esposos?
-Que la relación sea un pulso de dominio en lugar del cultivo de la unidad.
-¿Y de los esposos con problemas?
-Que crean que nada tiene arreglo, que confundan una crisis con una gangrena
y quieran amputar la relación, en lugar de superar la crisis mediante el
diálogo.
-¿Del novio?
-Que le pierda el respeto a la novia y dediquen el noviazgo a explorarse la
geografía anatómica en vez de hablar.
-¿De la novia?
-Que deje de ser una princesa, baje de la torre y no le exija nada, y que
luego cuando se case que no le deje pasar ni una.
-¿Del padre?
-Que no tenga a la esposa en donde debe estar: en un pedestal.
-¿De la madre?
-Que perdone todo lo que hagan los hijos y nada de lo que haga el marido.
-¿De los hijos?
-Que no obedezcan a sus padres (el diablo es el Gran Desobediente); y que
les respeten sólo si son perfectos, equilibrados, justos y coherentes; y
sólo mientras sean jóvenes y apuestos.
-¿Y luego?
-Luego no, en la ancianidad y el Alzheimer, que no les honren.