Norberto González Gaitano: 'Familia y medios de comunicación social'
Conferencia ante el Congreso Teológico Pastoral del VI Encuentro Mundial de la Familia del profesor Norberto González Gaitano, doctor en Periodismo, antiguo decano de la Facultad de Comunicación Institucional de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma, sobre el tema: "Familia y medios de comunicación social".
Chesterton, maestro de la paradoja, del humor y del sentido común se
sorprendía de lo absurdo de un mundo, como el nuestro, que valora
socialmente más la actividad de un educador que enseña la regla de tres a
cincuenta alumnos que la de una madre que enseña a su hija o a su hijo todo
sobre la vida1.
Todo el énfasis sobre la importancia de la educación para el progreso de un
pueblo, los acalorados discursos de nuestros políticos sobre la necesidad de
reformar permanentemente la educación para hacerla más efectiva, los
aumentos de la partida de Educación en los Presupuestos Generales del
Estado, son palabrería hueca o argumentación inconsistente, cuando casi nada
ayuda a fomentar la dedicación de tiempo y de calidad a la forma más
universal de educación, la educación privada en el hogar, pues comparada con
ella, la educación pública en la escuela puede resultar estrecha y limitada.
En efecto, el educador trata con una sola sección de la mente del
estudiante, mientras que los padres se ocupan de él íntegramente y por toda
la vida. Así, dice con ironía el célebre escritor inglés:
"Todo el mundo sabe que los maestros tienen una tarea fatigosa y a menudo
heroica, pero no es injusto recordar que en este sentido tienen una tarea
excepcionalmente feliz. El cínico diría que el maestro tiene su felicidad en
no ver nunca los resultados de su propia enseñanza. Prefiero limitarme a
decir que no tiene la preocupación sobreañadida de tener que estimarla desde
el otro extremo. El maestro raramente está presente cuando el estudiante se
muere. O, para decirlo con una metáfora teatral más suave, rara vez se
encuentra ahí cuando cae el telón"2
Este largo proemio sobre el diverso papel de la escuela y el hogar en el
complejo proceso educativo del niño viene al caso para introducir la
reflexión sobre los medios de comunicación y la familia.
La media de horas que un niño o un adolescente dedica semanalmente al
consumo de la dieta suministrada por los medios de comunicación (televisión,
Internet, videojuegos, radio, revistas, etc.) supera ya ampliamente el
horario escolar3. Sin embargo, la atención de los padres y de los poderes
públicos a los efectos sociales de la dieta mediática de los ciudadanos y,
especialmente de los niños y los jóvenes, es mucho menor de la preocupación
por la escuela y por los problemas de salud relativos a la alimentación.
En esta conferencia me ocuparé de señalar algunos efectos en la familia y en
la sociedad, efectos ya comprobados por la investigación. No pretendo ni
alarmar ni caer en una denuncia estéril. Pretendo simplemente recordar a los
padres la responsabilidad que tienen de gobernar el consumo familiar de los
medios, de modo que estos no solo no arruinen la familia, sino que se
conviertan en un agente educativo para ellos y sus hijos.
1. La "enchilada" mediática: tecnología, contenidos y cultura
Circula en Internet uno de esos simpáticos mensajes con moraleja en
referencia al rápido desarrollo del ambiente tecnológico-mediático en que
vivimos. "¿Es a mí?", se titula la píldora para internautas, cuyo texto
reproduzco: "Estaba descargando de iTunes un capítulo de Desperate
Housewives para verlo en mi iPod video mientras hablaba con un primo mío de
Escocia con Skype. Entretanto trasmitía por bluetooth un documento Word
desde mi móvil a la impresora y me preguntaba por qué rayos todavía no tengo
el navegador satelital TomTom en mi Treo, fundamental para moverme por la
ciudad en mi moto Vespa. Después he controlado en el Zagat del Treo los
editoriales del Washington Post y me he informado rápidamente que en los
cines de mi barrio no había ninguna película que me interesase para esa
tarde. De repente, siempre en el Treo, me llega un despacho de agencia que
dice: "Primer mensaje navideño del Papa: hombre tecnológico-sufre
riesgo-atrofia espiritual"
El irónico mensaje se refiere sólo a la dimensión tecnológica de la
influencia pervasiva de los medios, cuyos efectos cerebrales, bromas aparte,
todavía desconocemos.
No es mi propósito aquí centrarme en los aspectos tecnológicos y sus
posibles consecuencias en las personas y en la cultura, que son innegables y
ambivalentes. Cada nuevo medio de comunicación introduce una ganancia
cultural y conlleva simultáneamente una pérdida, como mostró McLuhan4. Así,
por ejemplo, la imprenta extendió la lectura a todos los estratos sociales y
posibilitó la enseñanza universal obligatoria; a su vez, oscureció toda una
cultura oral con su enorme riqueza5. La televisión ha cambiado el modo de
imaginar, de aprender y de razonar de la generación audiovisual; así como
Internet está cambiando los hábitos de consumo de medios y los circuitos
mentales de la generación digital.
Estas transformaciones forman parte del desarrollo humano. La humanidad
tarda generaciones en incorporarlas, asimilarlas y dominarlas. En ese
proceso de asimilación, que es simultáneamente social y personal, se
producen disfunciones y, a menudo, se paga un precio alto. Por ejemplo, el
número de niños con desorden de déficit de atención (ADD) o con desorden de
hiperactividad (AHDD) se ha multiplicado exponencialmente. En Estados
Unidos, los niños diagnosticados con ADD (desorden de déficit de atención)
eran 150.000 en 1970; en 1985 la cifra se había triplicado y en 2000 eran 6
millones6. Si bien la televisión no es la única responsable del incremento,
pues también influyen otros factores, como la desestructuración de la
familia (aumento de divorcios, trabajo fuera del hogar de los dos cónyuges,
etc.), lo cierto es que los pediatras y expertos que aconsejan poca o
ninguna televisión obtienen mejoras notables en la conducta de los niños
aquejados de esas disfunciones.
En las Navidades de hace algunos años una compañía de aparatos electrónicos
presentó una anuncio singular. El spot muestra una familia completa,
abuelos, padres e hijos, "reunidos" en la misma habitación, y cada uno
enchufado a un aparato. Uno escucha música con los audífonos, quien ve la
televisión, otro se entretiene con un videojuego, quien con la computadora.
Un titular sobre la imagen recita el sedante mensaje navideño de la compañía
para las familias: "Paz en la tierra". Esta es la triste paz familiar de
nuestra cultura mediática: cada uno inmerso en su mundo virtual y ajeno a
los demás7.
Pero si, con independencia de la tecnología, pensamos en los contenidos que
estos medios difunden, el panorama es aún más inquietante. Y de esto último,
de los efectos de los contenidos, en cambio, se sabe ya bastante. En efecto,
los estilos de vida, las actitudes y los criterios de valoración que los
medios de comunicación difunden, mientras informan o entretienen, ejercen
una influencia, para bien y para mal, no inferior a la de la escuela o a la
de la misma familia. Este desafío educativo para la familia no se puede
ignorar ni dejar de acometer, eso sí con sereno realismo.
En la segunda parte de mi conferencia, me ocupo de los contenidos de los
medios y sus efectos sociales en la familia, resumiendo someramente una
parte de la bibliografía científica que se ocupa de ello.
2. Datos inquietantes
En una hermosa tarde de primavera, Matt, de 15 años, se lanza a la calle con
una escopeta de cañones recortados, justo en el momento en el que el
amigable policía vecinal patrulla la calle en su bicicleta. Matt dispara a
bocajarro al policía, se apropia de su bicicleta. Montado en la bici
comienza a disparar indiscriminadamente a los viandantes. En el caos un
coche se incendia y explota. Matt pincha la bici y se apropia de un coche
tras asesinar al conductor y despellejarlo en la acera. En su camino
descubre una joven con falda corta. Detiene el coche y la fuerza a entrar.
La lleva a un descampado y, tras violarla, la golpea a muerte. Mientras la
chica agoniza, Matt la contempla con la indiferencia de un duro asesino.
No, no es el guión de un film de extrema violencia ni la crónica de un
suceso real. Es sólo uno de los videojuegos más populares, Grand Theft Auto
(Gran ladrón de coches), videojuego tan conocido y aceptado socialmente que
incluso Coca Cola hizo un anuncio imitándolo.
Podríamos argüir que, al fin y al cabo, se trata sólo de imágenes irreales,
de un juego. Cierto, pero no es fácil olvidar los estremecedores
acontecimientos de delincuencia infantil provocados por imitación de
comportamientos violentos vistos en los medios, como el de los tres niños
que mataron a su amiguita "jugando" como habían visto en la tele; o el de
los niños que asesinaron a un vagabundo en Francia; y así otros. El film
Natural Born Killer de Oliver Stone causo 14 homicidios en 1993 y 3 en marzo
del 94. En una investigación realizada en las crónicas de sucesos de dos
diarios romanos, "Il Messaggero" y "La Reppublica" durante dos años, Morgani
y Spina encontraron que, en 57 episodios de crónica violenta, los
protagonistas habían imitado "héroes" de películas de cine8
Pues bien, la industria de los videojuegos ha superado ya al conjunto la
industria cinematográfica y del juguete, generando 18.000 millones de
dólares en el 2007.
Asomémonos ahora a la televisión, el medio de comunicación mas influyente en
las sociedades desarrolladas económicamente.
Según datos de un estudio de la Henry J. Kayser Family Foundation del 2003,
más del 80 por ciento de los shows televisivos dirigidos a adolescentes
tienen un contenido sexual9. Dos años más tarde, otro estudio de la misma
fundación sobre el conjunto de la programación televisiva demuestra que el
número de programas con contenido sexual entre 1998 y 2004 ha pasado del 54%
al 70%.
Cuando un niño italiano se encamina por vez primera a la escuela elemental
lleva ya en su mochila, junto con el plumier y los lápices de colores, 1800
escenas de violencia. La dieta preescolar de violencia del niño americano
-siempre más precoz- es muy superior, incluye 8.000 homicidios y 100.000
actos violentos10.
La mayor parte de los estudios empíricos se limitan a constatar datos
cuantitativos sobre los contenidos, lo que por sí es ya significativo. Pero
si prestamos atención no solo a lo que se muestra, sino a cómo se presenta,
la inquietud crece.
Paolo Braga11 ha estudiado a fondo los aspectos narrativos, industriales e
ideológicos de los telefilmes americanos de las tres últimas décadas, que
son los más vistos por los jóvenes en todo el mundo. Este autor concluye: 1.
El mercado al que se orientan estas teleseries -y, por tanto, refuerzan, se
podría apostillar- es un público de singles. 2. Sus protagonistas habituales
son héroes en el escenario profesional, por tanto modelos positivos, y
antihéroes en el escenario familiar, por ellos modelos negativos en esa
dimensión de la vida. Como héroes, mueven al espectador a la imitación, como
antihéroes lo consuelan de sus propios fracasos en la vida privada y
familiar. Estos personajes suelen ser desarraigados, cuya verdadera
"familia" es un sucedáneo de la familia natural, la que se constituye en el
entramado de relaciones laborales de la historia principal de la teleserie.
Los ejemplos pueden ser fácilmente reconocidos por los espectadores
habituales de esas series: ER, OC, Friends, Dr. House, etc. 3. Estas series,
que luego son imitadas en barato por las productoras nacionales, están
hechas con gran maestría narrativa, por lo que enganchan al público. 4. La
mentalidad de los productores ejecutivos de las series, los verdaderos
autores de éstas, está impregnada de constructivismo e ideología de
género12.
Podríamos tranquilizarnos pensando que los jóvenes son ahora menos
dependientes de la televisión gracias a Internet. Es cierto que el uso
predominante de Internet por parte de los jóvenes y menos jóvenes es
chatear, Messenger, descargar música y consultar You-Tube13, pero no es
menos cierto que el 12% de los sitios Web son pornográficos y que el 25% de
las consultas en los motores de búsqueda son para ver pornografía. Tampoco
es menos cierto que todavía la pornografía es la parte del león de los
ingresos generados en Internet, con un volumen de negocio de 2.500 millones
de dólares14. Con esas premisas, no es de extrañar si, de acuerdo con los
datos de una reciente encuesta entre chicos de 10 y 17 anos, 40% de ellos
han visto pornografía alguna vez en el ano 2007, aun cuando el 66% de ellos
no la buscasen. No se puede ignorar, además que, amparado en ese submundo de
la pornografía, se ocultan intereses inconfesables como la lobby pedófila,
que cuenta con 522 organizaciones y 500 agencias que se ocupan de defender
en los tribunales a personas acusadas del delito de pedofilia y de promover
el man-boy love day, a imitación del gay pride15
No me detengo en el cine, las revistas, el mundo de la moda y otros
productos de la cultura popular. Se ha prestado poca atención a la música, a
veces con la excusa de que no cuenta tanto el verso como el poema. Observar
a una niña de 10 anos imitando las sinuosas contorsiones de sus cantantes
preferidos (Madonna, Britney Spears, Cristina Aguilera, etc.), en
provocativas poses cuyo significado la niña apenas intuye, puede convencer a
cualquiera de su contrario. Un repaso a las letras de las canciones más
populares hace enrojecer a quien conserve todavía un moderado sentido del
pudor. Un estudio sobre los efectos de la música pop en la conducta sexual
ha mostrado que el 40% de las letras contenían referencias sexuales
explícitas y un 15% del total eran degradantes16.
Estas son solo algunas muestras del entorno cultural que los medios de
comunicación reproducen y multiplican a gran escala. Hay estudios que pintan
el problema con tintas más negras.
A continuación, expondré dos efectos sociales cognoscitivos y psicológicos
de los medios de comunicación, avalados por estudios socio-estadísticos.
3. Los medios, espejos locos de una sociedad desquiciada
Llamaré, con palabras de García-Noblejas17, a estos dos efectos el síndrome
de Jabberwocky y el síndrome de Humpty-Dumpty.
1. El síndrome de Jabberwocky: El nombre de este efecto está tomado de
Alicia a través del espejo, la célebre niña de Lewis Carroll, tal como lo
aplica García-Noblejas para ejemplificar el efecto de desarraigo cultural
que produce la televisión en particular, aunque se puede atribuir a la
generalidad de los medios. Alicia está contemplando un raro poema que suena
muy bien y exclama: "no entiendo casi nada de todo esto pero me parece
bastante bonito".
Me refiero con este síndrome al hecho de que los medios de comunicación nos
ofrecen una visión fragmentaria, parcial, a menudo contradictoria y siempre
caleidoscópica del mundo y del hombre. Esta imagen no contribuye a que el
hombre se comprenda mejor a sí mismo, desde luego. Esto sucede, por ejemplo,
por la abierta contradicción entre los mensajes de programas que aparecen en
el mismo medio en espacios diferentes. Así, junto a mensajes publicitarios
contra la droga o el alcohol, de buena factura dramática y persuasiva, se
difunden otros en programas de entretenimiento o en otros anuncios
publicitarios que exaltan la fascinación y el lujo unidos a la bebida o al
consumo de droga.
En el estudio de Davis y Mares18 sobre los efectos de los talk shows, los
autores han encontrado una percepción muy distorsionada sobre la violencia
en la sociedad. La investigación se llevó a cabo con una muestra de
adolescentes de tres colegios de segunda enseñanza en Carolina del Norte.
Quienes siguen este tipo de programas se imaginan una sociedad mucho más
violenta de lo que realmente es. Así, por ejemplo, quienes ven a diario este
tipo de programas creen que un 48% de sus coetáneos se escapan de casa,
mientras que en la vida real lo hacen el 8%. La cifra de adolescentes que
quedan embarazadas antes de los 19 años es de un 4%. Los tele adictos a
estos programas creen que esto sucede a un 55% de sus coetáneos. Lo mismo
sucede respecto a otros indicadores de comportamiento inmoral, como la
infidelidad conyugal, las relaciones sexuales prematrimoniales o el uso de
armas en la escuela. Esta distorsión se da también entre los que no siguen
los programas, en grado menor naturalmente. Lo cual hace pensar que la
televisión incide sobre la percepción social en su conjunto, creando una
especie de refracción perceptiva. Es verdad que los dos investigadores no
han logrado probar estadísticamente la hipótesis de que la atención habitual
a este tipo de programas con contenidos violentos o degradantes
insensibiliza a los espectadores sobre ese tipo de comportamientos. Tampoco
eso significa que el encallecimiento no sea real. Es difícil pensar que una
distorsión cognoscitiva tan grande no tenga consecuencias sobre las
actitudes.
Otros estudios posteriores llegan más lejos y encuentran efectos en el
razonar moral y en el comportamiento: "La violencia en la televisión tiene
un efecto negativo en el razonar moral de los niños", afirman Krcmar, Veeira
e Edward19. Otro estudio encuentra que "los jóvenes forman sus juicios sobre
la familia y las relaciones personales de los programas populares de
televisión. Muchos de ellos reciben la educación sobre la sexualidad de las
soap operas y telenovelas más que de los padres y de la escuela"20.
Un estudio recientísimo ha analizado el comportamiento de 700 jóvenes entre
12 y 17 años, activos sexualmente, y ha demostrado que quienes ven mas
contenidos sexuales en la televisión doblan a sus coetáneos en la frecuencia
con que dejan embarazadas a sus amigas21. Ciertamente, ver esos contenidos
no es la única causa del aumento de embarazos entre los adolescentes, pero
la directora del estudio puntualiza: "aun removiendo los demás factores, se
observa un fuerte nexo entre exposición a contenidos sexuales y embarazos de
adolescentes".
Estos datos sociológico-estadísticos no hacen sino confirmar el sentido
común y las advertencias de otros expertos académicos procedentes de una
tradición humanística: "lo percibido en las películas y programas de
televisión -dice García-Noblejas- puede ser vitalmente comprendido como
representación de acciones y hábitos humanos, con su cortejo de
sentimientos. O lo que viene a ser igual, tiene sentido para la vida de los
espectadores, al apreciarlos -en términos generales- como muestra de valores
conscientes o inconscientes, de virtudes y vicios"22.
Podría replicarse a esta argumentación que, a fin de cuentas, cuando la
televisión, el cine, la publicidad, los videojuegos difunden objetivaciones
del habitar del hombre en el mundo, patterns, formas o modelos de
comprensión de sí mismo, no hace mejores o peores a los hombres de suyo. Es
tan verdad como que la lectura de vidas de santos o de hazañas heroicas de
grandes hombres de la historia no nos hace ni mejores ni más valientes.
Cierto, pero por eso el arte debe respetar la lógica interna de éste, que es
presentar lo sublime como sublime, lo miserable como miserable, lo trivial
como trivial; en suma, lo bueno como bueno y lo malo como malo, de modo que
lo bueno nos "sepa" bien y lo malo nos "sepa" mal. Así lo hicieron los
clásicos de todos los tiempos, que no representaron una condición humana
inmaculada -pensemos por un momento en Shakespeare y el cúmulo de miserias
humanas representadas en los personajes inmortales de sus dramas-. No se
trata de ocultar la realidad de la condición humana caída, sus posibles
abismos de vileza, pero tampoco sus cumbres morales; se trata de mostrar su
grandeza, su dignidad, que puede perderse, sí, en la abyección de esos
abismos insondables de maldad, y que puede brillar en la belleza moral de
conductas virtuosas, que no ñoñas, o en la misericordia ante el mal ajeno,
físico y sobre todo moral. No hay que olvidar, con Montagu, que "los hombres
y las sociedades se han hecho de acuerdo con la imagen que tenían de sí
mismos, y han cambiado conforme a la imagen por ellos mismos
desarrollada"23.
¿Y qué imagen, qué identidad cultural proporcionan los medios? Voy a referir
dos botones de muestra, dos aspectos de nuestra identidad cultural.
El primero es la imagen de la muerte en nuestra cultura. ¿Hemos reparado en
lo paradójico que resulta la trivialización de la muerte que produce ese
mercado televisivo de la violencia en contraste con el hecho de que la
muerte real, no la de ficción, se oculta cada vez más en nuestra sociedad?
La gente muere en los hospitales, apartados de la vista de los niños y de
nosotros incluso. A los ancianos, recordatorio próximo de la fugacidad de
nuestra vida, se les confina en residencias con todas las comodidades pero
lejos de nuestra vista. La muerte ha dejado de ser una realidad humana
natural, inscrita en el tejido de la vida y valorada; en cambio, tal como lo
expresa Lolo Rico, "en las pantallas de televisión aparece desprovista, al
mismo tiempo, de todo sentido individual y de toda trascendencia
psicológica: la muerte simultáneamente ajena y neutra"24.
En este sentido es muy elocuente, la espontánea reacción popular ante la
muerte de Juan Pablo II, ayudada cierto por la enorme atención informativa
del inolvidable acontecimiento: "En la sociedad post-moderna, donde los
nuevos pobres son los moribundos y los ancianos inválidos, invisibles en la
esfera publica, los medios de comunicación trasmitieron el ultimo mensaje de
Juan Pablo II: el valor de la vida humana hasta su término natural junto al
significado del dolor y de la muerte"25
El segundo botón de muestra es la trivialización de la sexualidad. Decía
Thibon, parafraseando a Pascal, que la sexualidad humana en nuestros días
"tiene su circunferencia por todas partes y su centro en ninguna". El
desnudo erótico de la publicidad y la exposición pública de la relación
amorosa más íntima han desvirtuado el valor humano de esa realidad; son ya
como la flor de plástico, el vino químico, y todos los demás "pseudos" de
nuestra sociedad artificial. Dice Thibon que "la sexualidad humana normal
gravita alrededor de dos polos: el apetito carnal y el amor espiritual. El
erotismo actual es extraño tanto al uno como al otro"26. Los consumidores de
erotismo comercializado están doblemente frustrados: ni gozan de la
dimensión espiritual del amor, porque "la belleza es un fruto que se mira
sin alargar la mano" (Simone Weil), ni se satisfacen siquiera en el
ejercicio completo de la sexualidad, pues una nebulosa de imágenes
inaccesibles se interponen entre su deseo y el objeto poseído"27.
Betettini y Fumagalli han examinado atentamente el problema de la
"disolución y manipulación del cuerpo"28operada por los medios de
comunicación social y los efectos psicosexuales inducidos en los
adolescentes sobre todo.
Desde el campo feminista se han empezado a alzar voces que denuncian la
sexualizacion de la infancia en y a través de la cultura popular: "El
problema -dicen Levin y Kilbourne, dos conocidas pedagogas norteamericanas,-
no es tanto que el sexo representado en los medios es pecaminoso, sino que
es sintético y cínico. La explotación sexual de nuestros hijos está
orientada a promover su consumo, no solo en la infancia sino durante toda la
vida"29. Las autoras del libro So Sexy so Soon, aun con las limitaciones
conceptuales de la ideología de género, presentan abundancia de pruebas de
los efectos de desorientación y corrupción no ya solo de los jóvenes, sino
de los ninos. Se lamentan asimismo estas autoras que la denuncia del
problema haya sido monopolizada hasta ahora "por la derecha cristiana" y
saludan con aprobación el reciente Report on the Sexualization of Girls
publicado por la Asociación Americana de Psicología en el 2007.
El retraso y el silencio ominoso de la investigación académica en este campo
tiene muchas razones, que no es el caso tratar ahora. Las autoras del libro
apuntan algunas de ellas. La industria del entretenimiento no esta
interesada en financiar investigaciones cuyos resultados minarían sus
ganancias. Si pensamos en las críticas recibidas Juan Pablo II y Benedicto
XVI cuando, con voz profética, han denunciado estos problemas, quizás
podemos entender mejor como los pastores de la Iglesia, que es experta en
humanidad, deben cumplir su papel con independencia de los vaivenes de la
opinión publica.
Concluyo este punto sobre la imagen de la sexualidad en los medios de
comunicación con el resumen que Levin y Kilbourne proporcionan sobre los
hallazgos de la investigación: "Films, televisión, música y revistas tienen
al menos tanta influencia en el comportamiento sexual de los adolescentes
cuanta la religión, los padres y los compañeros. La exposición frecuente a
los medios altera la percepción de la realidad social en un modo que se
ajusta a la de los medios. De modo que, si bien la mayoría de los mensajes
sobre el sexo y la sexualidad son equivocados, engañosos y distorsionados,
la gente joven los acepta como hechos"30.
2. El segundo de los síntomas de que me ocupo es el de Humpty-Dumpty, o de
cómo los medios pueden generar analfabetos funcionales. Humpty-Dumpty es el
título de una vieja canción infantil británica con cierta intención política
de sátira hacia algunos monarcas ingleses del siglo XVIII. El personaje es
un huevo increíblemente fatuo e ignorante de su fragilidad. Alicia lo
encuentra y discute con él acerca del significado de las palabras: "Cuando
yo uso una palabra -insiste Humpty-Dumpty con un tono más bien desdeñoso-
quiere decir lo que yo quiero que diga...ni más ni menos. -La cuestión
-responde Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas
cosas diferentes. -La cuestión -zanja corto Humpty-Dumpty- es saber quién es
el que manda..., eso es todo"31.
Entre los académicos que han estudiado los efectos de los medios está
bastante demostrado el resultado empobrecedor del proceso de conocimiento de
la realidad a través de estos32. Es claro, por ejemplo, que el "bombardeo"
informativo recurrente de sucesos, normalmente conflictivos, produce en las
audiencias un efecto de falta de contextualización y de desconexión con la
vida cotidiana. Y más en general, refiriéndose a la influencia en los
procesos de comprensión de la realidad a través de los medios, Pablo del Río
afirma que "en los últimos treinta años se ha dado en todo el mundo un
deterioro adicional de los procesos de conocimiento, al pasarse desde un
pensamiento construido instrumentalmente sobre el poder abstractivo del
lenguaje escrito (que obliga a descontextualizar para comprender) a otro
fundado sobre códigos orales y sobre la imagen, a la vez que los referentes
reales de esa construcción instrumental se deterioraba o, dicho de otra
manera, perdían su estabilidad (...) El resultado es un nuevo analfabetismo
con barniz de "conocimiento". Se piensa por asociación, como es posible
hacerlo por la imagen, pero se formula el pensamiento asociativo en
etiquetas verbales aparentemente precisas y jerárquicas"33 .
Aun prescindiendo de la parte de nostalgia que ese juicio arrastra por la
pérdida de una cultura letrada en beneficio de otra visual, bien distinta,
no se le puede negar una parte de verdad. Una neurocientífica del a
Universidad de Oxford señalaba recientemente que "ya es bien claro que el
mundo bidimensional, configurado a modo de pantalla, en el que muchos
adolescentes - y un numero creciente de adultos- han escogido para vivir
esta' produciendo cambios en el comportamiento. Los tiempos de atención se
acortan, las competencias comunicativas personales se estrechan y se reduce
la capacidad de abstracción"34
Se ha subrayado frecuentemente el efecto paradójicamente desinformativo que
provoca la sobredosis de noticias, característica de la sociedad de la
opulencia informativa. Hay tanta información que tenemos la ilusión de estar
informados35, cuando en realidad faltan criterios-guía que permitan
construir senderos de sentido en el bosque de la acumulación de datos,
noticias e incluso pseudo-informaciones. Así, por dar una idea de la
sobredosis informativa, Murray afirma que "cada día se registran unos 20
millones de palabras de información técnica. Un lector capaz de leer mil
palabras por minuto necesitaría un mes y medio, leyendo 8 horas diarias,
para ponerse al día solamente de la producción cotidiana, y al final del
periodo de lecturas iría con 5 años y medio de retraso"36. Un día laborable
el New York Times contiene más información de cuanta hubiera podido llegar a
conocer un ciudadano medio de la Inglaterra del siglo XVII.
Pues bien, mientras la disponibilidad de la información aumenta en
progresión geométrica, la disponibilidad receptiva de la persona humana se
mantiene constante, cuando no disminuye, porque esta capacidad depende de la
calidad de su educación humanística. En esta situación, la masa adormecida
por sobresaturación de noticias se hace completamente dependiente de los
creadores de opinión, precisamente porque necesita interpretaciones
globales, comentarios que le ahorren el esfuerzo de documentarse y le
orienten en la tupida selva informativa. Así, unos pocos, siempre los mismos
por otra parte, llenan ese vacío opinando de casi todo con la misma y
universal competencia, desde la política nacional, pasando por los problemas
de ética biológica, los conflictos mundiales, hasta las cuestiones morales y
teológicas de la Iglesia Católica Son los llamados opinion makers, que
imparten desde los púlpitos de sus columnas periodísticas o de sus tertulias
radiotelevisivas el nuevo credo que la opinión pública absorbe mansamente
con aparente conciencia crítica. La pluralidad de voces y la libertad de
expresión con que se presentan consienten la ilusión de una formación plural
e ilustrada de una opinión "crítica", homogénea y de serie pero, eso sí,
"crítica".
En una reciente entrevista, Umberto Eco recordaba cómo la "semiótica" de la
televisión no es una semiótica natural, como la de los gestos,
comportamientos, miradas que los humildes de las novelas de Manzoni, por
citar un caso de la literatura clásica italiana, aprendían en la realidad
circundante. Las imágenes de la televisión no proponen la realidad sino una
mise en scene, como es bien conocido. El entrevistador observaba cómo los
Cagliostro y los don Rodrigo de hoy aprovechan la potencia de los medios
para ganar consensos, no obstante que la difusión de información y el
aumento de la escolarización hicieran esperar unas defensas inmunitarias más
robustas de los ciudadanos frente a los embrollones y los poderosos. A tal
observación, Eco añadía que "en todos los tiempos la moneda falsa ha
suplantado a la moneda buena y los charlatanes han embaucado a los tontos.
Dada la potencia del medio, simplemente sucede más. El crecimiento de la
información y de la cultura aumenta la credulidad (...). Tenía razón
Chesterton, cuando la gente no cree ya en Dios no es que no crea ya en nada,
cree en todo. Los ateos son más supersticiosos que los creyentes. La New
Age, una religión para no creyentes tiene más dioses que cualquier religión
revelada"37.
En definitiva, no se puede olvidar la dimensión pragmática de la
comunicación, es decir de cualquier texto. Decires siempre simultáneamente
un hacer, y por ello toda comunicación establece siempre un modelo de
relación entre emisor y destinatario:
"por ello, una comunicación auténtica, es decir verdadera y correcta a la
vez, estará atenta al tipo de relación que instaura en las figuras
simbólicas que, en el texto, representan al emisor y al destinatario. Lo que
vicia tal autenticidad no es sólo la mentira, sino también un obrar
comunicativo que instrumentaliza al otro, que impone un dominio sobre el
otro, es decir, que asume las formas de una violencia difusa (...) En esta
perspectiva la comunicación de masas puede asumir un carácter violento
independientemente de sus contenidos e, incluso, de sus modalidades
lingüísticas. Se trata de una forma de violencia más sutil, menos evidente,
pero igualmente capaz de golpear al espectador, todavía más indefenso porque
no está prevenido críticamente"38.
4. ¿Un mundo feliz?
A pesar de la aparente dureza de mi alegato no me cabe duda que el problema
no son los medios en cuanto tales. Como advertía sagazmente Einstein, "el
problema no es la bomba atómica, el problema es el corazón de los hombres".
Me parece obvio que los medios están tan enfermos cuanto el corazón de los
hombres.
En realidad, el problema es viejo y las soluciones, por lo que a los padres
respecta, existen.
No habían pasado 50 años desde la maravillosa invención de la imprenta que
los libros de caballería pululaban e infestaban la sociedad del tiempo con
efectos preocupantes. Ciertamente no había sociólogos ni investigadores de
comunicación social que certificasen el problema. Nos han llegado solo
noticias indirectas del fenómeno social -porque fenómeno de masas fue- y de
sus consecuencias. Por ejemplo, una joven lectora de una ciudad provinciana
de Castilla, deja constancia incidentalmente de su adición a estas
"teleseries" de la época, contagiada por su misma madre, quien leía muchos
sin abandonar por ello sus trabajos, que no debían ser pocos, siendo como
era madre de tres hijos y de nueve hijas: "Yo comencé a quedarme en
costumbre de leerlos -dice el testimonio autobiográfico del 1562-, y aquella
pequeña falta que en ella vi, me comenzó a enfriar los deseos y comenzar a
faltar en lo demás; ya parecíame no era malo, con gastar muchas horas del
día y de la noche en tan vano ejercicio, aunque escondida de mi padre".
El testimonio, por fortuna, nos ha llegado porque su autora es Teresa de
Jesús (cap. 2 del Libro de la Vida).
De las novelas de caballería a duras penas sabríamos de su existencia si no
fuera por el inmortal Quijote de Cervantes, novela de caballería escrita
precisamente como parodia magistral del género. La inolvidable escena del
Quijote en que la sobrina, el ama, el barbero y el cura hacen una hoguera
con los libros culpables del daño tras la primera salida del Caballero de la
Mancha, es una buena respuesta del sentido común y de la sabiduría de los
parientes y amigos del hidalgo Alonso Quijano, en aventuras don Quijote de
la Mancha. Ni que decir tiene que el cura y el barbero, con eruditas razones
de quien conoce el paño, salvan de la quema algunos libros, más de los que
la simplicidad del ama desearía. Serán precisamente los familiares del
caballero andante quienes, sin saber de libros de caballería, mas con la
ayuda de "expertos", amigos del Quijote, lo curarán de su mal. Ni unos ni
otros piensan ni por un momento en quemar la biblioteca, tan solo eliminar
con buen juicio el origen del mal, los libros dañinos. En clave moderna,
diríamos, no hace falta arrojar la televisión de los hogares ni siquiera los
videojuegos, sino discriminarlos.
Qué pobre lectura del discurso de Benedicto XVI sobre los medios de
comunicación social han dado algunos periodistas cuando, aplicando un
perezoso y poco original estereotipo, han presentado el discurso como una
nueva condena papal de los medios de comunicación, abanderados del progreso
imparable de la técnica y, con ella, de la humanidad. El discurso del Santo
Padre también decía: "La educación a los medios debe ser positiva. Poniendo
los niños frente a lo que es excelente estética y moralmente, se les ayuda a
desarrollar la propia opinión, la prudencia y la capacidad de discernimiento
(...) La belleza, espejo de lo divino, inspira y vivifica los corazones y
las mentes de los jóvenes, mientras la fealdad y la vulgaridad tienen un
impacto deprimente en las actitudes y comportamientos"39
Deliberadamente no me he detenido a exponer recetas o medidas prácticas para
los padres. Hay excelentes libros y prontuarios que orientan en este
sentido. Entre ellos, señalo aquí, por su sencillez divulgativa y buen
sentido, Raising Kids in the Media Age de Jay Dunlap. Algunas conferencias
episcopales han proporcionado orientaciones pastorales a los fieles sobre un
uso de los medios inspirado por criterios cristianos40
Pero no bastan las recetas porque el desafío es muy grande. George Gebner
uno de los investigadores sobre la influencia de los medios de comunicación
social mas respetados mundialmente afirmaba: "Por primera vez en la vida del
hombre las historias acerca de la gente, de la vida y los valores no son
contadas por los padres, la escuela, la religión, u otros en la comunidad
que tienen algo que decir, sino por un grupo de distantes conglomerados que
tienen algo que vender".
Las recetas sirven cuando hay un plan integral de salud, no cuando se busca
sólo eliminar los síntomas. Es necesario un replanteamiento de la tarea de
educar a las nuevas generaciones. Hace falta un plan de choque. Es preciso
convencerse a fondo de que la educación, no la instrucción, es la tarea más
importante de los padres, de la escuela y de la sociedad en su conjunto. Nos
encontramos ante una verdadera "emergencia educativa", como decía Benedicto
XVI en su sencilla, magnífica y esperanzadora carta "Sobre la tarea urgente
de la educación"41.
Hay que reinventar la cultura ante el desafío de cada nueva hornada de niños
y jóvenes que se presentan a las puertas de nuestro mundo esperando
descubrirlo y comprenderlo, esperando ser introducidos en él. Estoy seguro
de que coincidirán con la siguiente idea de Chesterton, válida para
cualquier edad:
"Las dos cosas que hacen a los niños tan atractivos para casi todas las
personas normales son: en primer lugar, que son muy serios, y en segundo
que, en consecuencia, son muy felices. Son alegres con la perfección que
sólo es posible en la ausencia de humor. Las escuelas y los sabios no han
alcanzado nunca la gravedad que mora en un niño de tres meses de edad. Es la
gravedad de su asombro ante el universo y asombro ante el universo no es
misticismo, sino un sentido común trascendente. La fascinación de los niños
consiste en que con cada uno de ellos todas las cosas son hechas de nuevo, y
el universo se pone de nuevo a prueba. Cuando paseamos por las calles y
vemos debajo de nosotros esas deliciosas cabezas bulbosas -tres veces más
grandes que su cuerpo- que definen a estos hongos humanos, deberíamos
siempre y en primer lugar recordar que dentro de cada una de esas cabezas
hay un universo nuevo, tan nuevo como lo fue el séptimo día de la
creación"42.
jueves, 15 enero 2009
Notas
1 G. K. Chesterton. El amor o la fuerza del sino,
Rialp, Madrid, 1993. Traducción de Álvaro de Silva, pp. 191 y ss.
2 Idem.
3 Aunque los datos varían según los países, y el
consumo de televisión ha disminuido en beneficio de Internet, basta pensar
que un niño en Europa ve 25 horas de televisión por semana. Claude Okondjo.
La famille a l'épreuve de la culture télévisuelle. Repères pour une guide
pastoral. Tesis doctoral. Pontificia Universidad de la Santa Cruz, Roma,
2008, pp. Un estudio de la Kayser Family Foundation del 2005 encontró que
los niños norteamericanos entre (8-17 años) absorben una exposición media de
8 horas diarias. Para dar una idea somera del crecimiento exponencial del
uso de Internet, el 95% de los niños italianos entre 12 y 14 años dispone de
conexión a Internet en su casa y un 30% lo usa a diario, frente aun 37% que
disponía de él en 2000, generalmente sin acceso a la red. Ver Rapporto 2008
sugli stili di vita degli adolescenti, della Società italiana di Pediatria:
www.sip.it/documenti/osservatoriobam/Risultati_Indagine_2008_definitivi.pdf
4 Marshall McLuhan. Understanding media: the
extensions of man, Cambridge, Mass, MIT Press, 1994
5 Walter Ong. Orality and literacy: the
technologizing of the word. Methuen, London 1982
6 Jay Dunlap. Raising Kids in the Media Age,
Circle Press, Handem, CT, 2007, p. 37. Dunlap, buen conocedor de las
técnicas de montaje y edición de televisión, sostiene que el sorprendente
incremento de estas disfunciones coincide históricamente con la introducción
del video registrador. El video registrador ha permitido acelerar el ritmo
narrativo visual. Esas técnicas narrativas audiovisuales son llevadas al
extremo en los videos musicales.
7 El ejemplo está tomado de Jay Dunlap. Raising
Kids in the Media Age, ob. cit. p. 18.
8 Norberto González Gaitano. El síndrome de
Scherezade y otros efectos deseducativos de la televisión, inCultura y
medios de comunicación social, Publicaciones Universidad Pontificia de
Salamanca, 2000 (traducido al italiano: Cristianità, Anno XXVII, n. 290-291,
pp. 11-20).
9 D. Kunkel, E. Biely, K. Kyal at al. Sex on TV 3
(Menlo Park, CA: Henry J. Kayser Family Foundation, 2003), cit. en Diane E.
Levin y Jean Kilbourne. So Sexy So Soon. The New Sexualized Childhood and
What Parents Can Do to Protect Their Kids. Random House, New York, 2008 p.
35 y p. 200.
10 Dario Antiseri. "La televisione e i bambini".
Comunicación presentada en el Congreso La rappresentazione della violenza e
la violenza della rappresentazione, Roma, 26 de diciembre de 1996.
11 Paolo Braga. Dal personaggio allo spettatore.
Il coinvolgimento nel cinema e nella serialità televisiva americana, Franco
Angeli, Milano, 2003. Del mismo autor: ER. Sceneggiatura e personaggi.
Analisi della serie che ha cambiato la Tv, Franco Angeli, Milano 2008
12 Sobre los presupuestos de la ideología de
género y sus implicaciones, puede verse: Tony Anatrella. Le règne de
Narcisse. Le déni de la différence sexuelle, Presses de la Renaissance,
Paris 2005.
13 Rapporto 2008 sugli stili di vita degli
adolescenti, della Società italiana di Pediatria.
14 Jay Dunlap, ob. cit., del "love day"e promover
el "la contempla conb la indiferencia de un duro p. 59.
15 "La pedofilia e la sua apologia: proposta per
l'introduzione di un reato specifico nel Codice Penale", en Sos Ragazzi,
septiembre 2008
16 So Sexy So Soon, ob. cit., p. 145
17 J.J. García-Noblejas. "Alicia a través del
espejo televisivo: entre Scherezade y Leviathán", en La responsabilidad
pública del periodista, E. López Escobar y J. L. Orihuela, (eds) Pamplona,
1988, p. 373.
18 Stacy Davis y Marie-Louise Mares. "Effects of
Talk Shows Viewing on Adolescents", en Journal of Communication, vol. 48, n.
3, 1998, pp. 69-86.
19 M. Krcmar, Jr. Veeira y T. Edward. Imitating
Life, Imitating Television: The Effects of Family and Television Models on
Children's Moral Reasoning, en "Communication Research", junio 2005
20 Irene Meijer y Marjolein van Vossen. The Ethos
of Television Relationships. Why Popular Drama Persistently Worry Television
Scholars (comunicación presentada en la reunión anual de la International
Communication Association, Nueva York, 2005).
21 Teens imitating televisión, en "National
Catholic Register", 7 diciembre 2008. El estudio puede verse en Anita
Chandra, Steven C. Martino, Rebecca L. Collins, Marc N. Elliott, Sandra H.
Berry, David E. Kanouse and Angela Miu. Does Watching Sex on Television
Predict Teen Pregnancy? Findings From a National Longitudinal Survey of
Youth, en "Pediatrics", Vol. 122 No. 5 Noviembre 2008, pp. 1047-1054.
22 J. J. García-Noblejas, Fundamentos para una
iconología.., ob. J. García-Noblejas, "licaciocit. p. 25
23 Ashley Montagu, cit. en García-Noblejas,
"Fundamentos...", cit. p. 41.
24 Dolores Rico. Tv, fábrica de mentiras. La
manipulación de nuestros hijos, Espasa, Madrid, 1992, p. 117.
25 Norberto González Gaitano. Rassegna critica
della stampa, Ufficio delle celebrazioni liturgiche del Sommo Pontefice.
Sede Apostolica Vacante. Eventi e celebrazioni, aprile 2005. Libreria
Editrice Vaticana, Roma 2007, pp. 237-259 e Giovanni Tridente. La morte di
Giovanni Paolo II nella stampa italiana: Corriere della Sera e La
Repubblica, Juan Manuel Mora, Diego Contreras e Marc Carroggio ( a cura di).
Direzione strategica della comunicazione nella Chiesa. Nuove sfide, nuove
proposte, Roma, Edusc, 2007, pp. 360-374.
26 Gustave Thibon. El erotismo contra el amor.
Conferencia publicada por la iglesia de la Exaltación de la Santa Cruz
(Zaragoza).
27 Idem.
28 G. Bettetini y A. Fumagalli. (1998). Quel che
resta dei media. Idee per un'etica della comunicazione. Franco Angeli , p.
111.
29 Diane E. Levin y Jean Kilbourne. So Sexy So
Soon. The New Sexualized Childhood and What Parents Can Do to Protect Their
Kids. Random House, New York, 2008
30 Idem, p. 148. Como botón de muestra, cito el
trabajo de Jane D. Brown, Carolyn Tucker Halpern, and Kelly Ladin L'Engle.
Mass Media as a Sexual Super Peer for Early Maturing Girls, in "Journal of
Adolescent Health", n.36 (2005) 420-427: "las chicas que maduran antes que
sus coetáneas se dirigen a los medios para buscar la información y los
modelos acerca de la sexualidad que no encuentran en su grupo de edad. De
modo que los medios actúan como 'substitute sexual peer'"
31 Lewis Carroll. Alicia a través del espejo,
Alianza, Madrid, 1987, p. 116.
32 El elenco de autores y obras sería inacabable.
Menciono dos libros particularmente representativas: Gabriel Galdón López.
Desinformación. Método, aspectos y soluciones. Eunsa, Pamplona, 1994,
pp.28-33, 35-55, 61-69; y Mauro Wolf. Teorie delle comunicazioni di massa,
Bompiani, Milán, 1984.
33 Pablo del Río. "La información sobre problemas
sociales en España", en Comunidad y Drogas, 14, Madrid, 1991, pp. 59-64.
34 "Modern technology is changing the way our
brains work" en http://jaydunlap.com. Susan Greenfiled. ID: The Quest for
Meaning in the 21st Century, 2009
35 Richard Wurman. Information anxiety.
Doubleday, New York, 1989. Jean-Francois Revel. La connaisance inutile.
Grasset, París, 1988.
36 Methods for Satisfying the Needs of the
Scientist and the Engineer for Scientific and Technical Communication,
Hubert Murray Jr., cit. en Time, 9 de diciembre 1996, 38.
37 Il Corriere della Sera, 24 de octubre de 1998,
p. 39.
38 Gianfranco Bettetini y Armando Fumagalli. Quel
che resta..., ob. cit, p.237
39 Benedicto XVI. Mensaje del Santo Padre
Benedicto XVI en la 41 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
40 Para el caso francés, ver Jean-Charles
Descubes y Jean-Michel di Falco Léandri (ed), Quand des médias dévoilent
l'intime. Quelques repères, Bayard/Cerf/Fleurus-Mame, Paris, 2006. En Italia
la Conferencia episcopal ha publicado una util y completa guia pastoral:
Comunicazione e missione. Direttorio sulle comunicazioni sociali nella
missione della Chiesa, Libreria Editrice Vaticana, Roma, 2000. La
Conferencia episcopal de los Estados Unidos publicó un documento pastoral
más restringido a la explotación del sexo y la violencia en los medios con
útiles indicaciones para los fieles, para los propietarios de los medios,
los comunicadores y las autoridades:Renewing the Mind of the Media.
Statement on Overcoming the Exploitation of Sex and Violence in
Communications from the U.S. Catholic Bishops, Washington, 1998.
41 Mensaje del Santo Padre a la diócesis de Roma
sobre la tarea urgente de la educación. Ciudad del Vaticano, 21 de enero
2008.
42 G. K. Chesterton, ob. cit. p. 168.