La familia y uno más. La alegría de un nuevo hermano - La felicidad en casa..., al alcance de la mano
Patricia Gómez Garay
Licenciada en químicas.
Post grado en Matrimonio y familia.
Directora de formación del grupo educativo Coas.
Vicepresidenta de Cofab.
Madre de familia numerosa.
ESCUELA DE FAMILIA:
La mejor escuela
Con motivo del nacimiento de mi última hija me han venido a la cabeza
aquellas películas españolas de los años setenta, de las que apenas recuerdo
escena alguna y sin embargo, permanece en mi memoria su claro mensaje: la
alegría de las familias numerosas. A pesar del mayor trabajo, del esfuerzo
económico, de los inevitables disgustos,...: un hijo más es siempre un
regalo. ¡Cuánto ganaría la sociedad si nos lo creyésemos!
Ocurre con frecuencia que los niños te ayudan a ver con claridad las grandes
verdades. No
negaré que cuando un matrimonio que ya tiene varios hijos descubre que va a
tener otro siente la lógica preocupación: nuevos desvelos, más gastos, uno
más a quien dedicar tu escaso tiempo,...Sin embargo, mis hijos, desde el
primer momento tenían claro lo que significaba la llegada de un hermano: una
alegría enorme, desbordante, contagiosa. Les faltó tiempo para descolgar el
teléfono y comunicar la noticia a familiares y amigos. Ninguno comentó que
ahora tocaremos a menos, cuando haya postre especial, por ejemplo, aunque
saben por experiencia que así será.
Con razón se dice que la familia es la mejor escuela de virtudes. El hecho
de esperar un hermano es una ocasión magnífica para que un niño crezca en
optimismo, en generosidad, en agradecimiento,...Aprenden de modo natural a
salir de si mismos. Incluso intentan portarse mejor, porque “mamá va a tener
un bebé y necesita descansar” –aunque el propósito no les dure demasiado
tiempo–.
Las convicciones que deseas trasmitir a tus hijos, para que las hagan suyas
y sean los pilares de sus vidas, las entienden en toda su profundidad sin
necesidad de grandes discursos: la grandeza de la persona humana, el
carácter sagrado de la vida desde el primer momento de su
concepción,...Sienten por el hermanito que está “en la tripa de mamá” una
admiración y un respeto que sin duda influirá poderosamente en sus vidas.
Tienen la seguridad de que ellos fueron igualmente queridos desde que sus
padres supieron de su existencia, y que se esperó su llegada con la misma
ilusión. Y ese convencimiento les ayuda a desarrollar una personalidad
serena y equilibrada.
Súper felices
A veces me preguntan si un niño que tiene muchos hermanos no se sentirá
menos querido, por no poder recibir la misma atención que un hijo único por
parte de sus padres. Yo sonrío al imaginar a mi hija pequeña concediendo una
entrevista a quienes piensan así. Tiene pocos meses, así que aún no habla,
pero por su perenne sonrisa no hay duda de que le encanta tener a toda la
familia alrededor. Se pegan por cogerla en brazos, por ponerle el chupete,
por darle el biberón. Incluso alguna vez corre el riesgo de ganarse un
chichón, pero eso no parece importarle demasiado. Está claro que es una bebé
superfeliz rodeada de una familia ciertamente ruidosa.
Bautizamos a Beatriz cuando tenía pocos días. Fue una ceremonia sencilla,
seguida de una merienda familiar. Era llamativo lo contentos que estaban sus
hermanos, especialmente los mayores, que fueron los padrinos, y lo
conscientes que eran, a pesar de sus pocos años, de la importancia de ese
acontecimiento. No hizo falta un banquete, ni una sesión previa de compras,
ni ropa de marca. (El padrino había pedido a los reyes una corbata, en
previsión del evento).
Y es que la sobriedad juega un papel esencial en la formación de los niños.
Crecen más libres, más espabilados, más capaces de disfrutar de las cosas
pequeñas y de las ocasiones importantes.
La experiencia demuestra que el mejor legado que podemos dejar a los hijos
es enseñarles a querer, y una forma estupenda de aprenderlo es a través del
cariño de sus hermanos.