No prives a tus hijos de la increíble aventura de ser Papá
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Hace algunas semanas, The Family Watch presentó el informe “La
importancia de la figura paterna en la educación de los hijos: estabilidad
familiar y desarrollo social”. Las conclusiones son realmente
preocupantes. Bastaría mencionar que el primer apartado del estudio se
titula “Paternidad en crisis” y empieza así: “El gran
énfasis que durante años se ha puesto en conseguir la emancipación de la
mujer ha provocado un fenómeno colateral con el que nadie contaba: un
oscurecimiento de lo masculino, cierta indiferencia, cuando no desprecio,
hacia los varones y una inevitable relegación de éstos a un segundo plano”.
Por supuesto, las consecuencias de esto han sido nefastas para el
crecimiento de las últimas generaciones. Hoy en día es más que común
aplaudir al padre que actúa tal cual la madre. Decir “ese papá parece la
mamá” es la mejor alabanza para cualquier hombre con al menos un hijo. La
imagen del padre tradicional ahora se rechaza y hasta se desprecia “en
muchas ocasiones por las propias mujeres que les recriminan no cuidar,
atender o entender a los niños exactamente como ellas lo hacen. Los hijos
captan estas recriminaciones y pierden el respeto a los padres a los que
consideran inútiles y patosos en todo lo que tenga que ver con la educación
y la crianza de los niños”.
No es de sorprender que, incluso, se hayan escrito libros completos en donde
se trata de sustentar que el padre no sirve para nada. Pero lo más
triste es que los hombres se la han creído. ¿Y saben qué efecto ha
tenido esta situación? Según David Gutmann actualmente sufrimos de lo que se
denomina “desculturización de la paternidad”, cuyo
principal y más patente resultado es la fragmentación de la sociedad en
individuos atomizados, aislados unos de otros, y extraños a las necesidades
y bienestar que demanda la familia, la comunidad y la nación. Esto,
traducido a hechos concretos es que, en naciones como Estados Unidos, por
ejemplo, casi el 50% de niños han nacido y han sido criados en hogares
monoparentales; hay mayores índices de delincuencia, consumo de drogas,
deserción escolar, entre otros, en hogares sin padre; existe mayor presión
sobre la mujer para cargar sola con todo el peso del hogar cuando se separa
de la pareja, etc.
Como ven, el mal va ganando terreno, apropiándose y destruyendo la maravilla
conocida como “familia tradicional”. Y en esta conquista
nuestra sociedad se deteriora a pasos agigantados. Y a veces no sabemos qué
es lo que está pasando. Miramos a todos lados, hacia fuera, tratando de
encontrar a los culpables. Sin embargo, ¿estamos mirando dentro de nuestro
hogar?
¿Qué se puede hacer?
Los hombres deben entender cuál es su rol. Vital e imprescindible. Las
mujeres debemos dejarnos de feminismos absurdos y extremos. Y juntos, padre
y madre, debemos aprender y entender cuál es la magia de la diferencia, de
la complementariedad, del “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen
suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó” (Gn 2,
27). ¿O vamos a seguir jugando a ser todopoderosos y atrevernos, inclusive,
a cambiar lo que Dios quiso que sea así desde el inicio, desde siempre? “Hay
que comprender que el padre biológicamente es un hombre, no una mujer y que,
en consecuencia, la forma de cuidar a los hijos y colaborar en el hogar será
siempre diferente a la suya; un estilo masculino de actuación que habrá de
respetar en todo momento (…) La colaboración del hombre en las labores
domésticas y en la educación de los hijos debe ser reconocida socialmente,
pero también y muy especialmente por su mujer, demostrándole admiración, sin
críticas, censuras o correcciones constantes. Así se sentirán valorados y
colaborarán más fácilmente, sabiéndose necesarios y queridos. Su
intervención voluntaria y constante no será más un acto realizado por
justicia hacia la mujer, sino fruto del convencimiento personal de que tal
labor le ayuda a mejorar como persona y le une más a su mujer y a sus hijos,
le enriquece y le proporciona virtudes muy valiosas luego en el ejercicio
profesional. De hecho, los padres de familia implicados en la educación y
crianza de los hijos suelen ser excelentes profesionales. El cuidado
y atención de los hijos hace hombres más plenos y virtuosos”, dice
el estudio citado.
Como ven, el mal va ganando terreno, apropiándose y destruyendo la maravilla
conocida como “familia tradicional”. Y en esta conquista nuestra sociedad se
deteriora a pasos agigantados. Y a veces no sabemos qué es lo que está
pasando. Miramos a todos lados, hacia fuera, tratando de encontrar a los
culpables. Sin embargo, ¿estamos mirando dentro de nuestro hogar?
De ese modo, si realmente queremos hijos felices, no podemos ignorar la
poderosa influencia de un padre (hombre) sobre sus hijos. Es única e
irremplazable. Y no es algo que se nos ocurre a los “católicos que no
queremos adaptarnos a la vida moderna” o que no apoyamos, por simple
fanatismo, otros modelos de familia. Por si acaso. “Los estudios demuestran
una serie de diferencias cualitativas entre los niños que han crecido con o
sin padre. Los niños que se han beneficiado de la presencia de un padre
interesado en su vida académica, emocional y personal, tienen mayores
coeficientes intelectuales y mejor capacidad lingüística y cognitiva; son
más sociables; tienen mayor autocontrol; sufren menos dificultades de
comportamiento en la adolescencia; sacan mejores notas; son más líderes;
tienen el autoestima más elevada; no suelen tener problemas con drogas o
alcohol; desarrollan más empatía y sentimientos de compasión hacia los
demás; y cuando se casan tienen matrimonios más estables”, dice el estudio
de The Family Watch, organismo internacional colaborador de la Naciones
Unidas.
Si alguno se encuentra en una situación de separación sin solución, hay que
tratar de estar cerca de los hijos. Es muy fácil, cuando ya no se vive en la
misma casa, que el padre se desvincule de ellos. Mucha atención. Si ya
leyeron este post, no hay pretexto válido para no ser el padre que todo niño
o joven necesita.
Si quieren leer el informe completo de The Family Watch, lo pueden encontrar
aquí.