UN CORAZÓN NUEVO Y UN ESPÍRITU NUEVO de E. J. Cuskelly MSC: Nuestra Señora del Sagrado Corazón, capítulo 16
CAPITULO DIECISÉIS
NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN
La devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón varía en su expresión
externa de un país a otro, de un siglo a otro. Supongo que en nuestros días
muchos MSC tendrían dificultades en volver a ciertas fórmulas empleadas por
el P. Chevalier y sus primeros compañeros; por ejemplo, decir que "dar a
Nuestra Señora un nuevo título era añadirle un nuevo florón a su corona".
Hoy día la devoción a María se expresa generalmente en términos sobrios y
con un mayor realismo. Pienso que el texto que sigue merece ser citado.
Viene de una comunidad religiosa bajo el título "Regla para un Nuevo
Hermano".
"María tiene su lugar en tu vida, no la puedes separar del Señor que la ha
escogido por Madre y Esposa".
Ella es el lugar solitario en donde Dios se hizo carne, donde se hizo
Hombre. Ella es el lugar del Silencio en donde la palabra de Dios puede ser
escuchada.
Ella es la mujer libre, no sujeta a nadie, y mucho menos al maligno, Ella es
la imagen de la Iglesia.
Olvidada de sí misma, su papel es el de conducirte al Señor.
Su fe y su fidelidad la hacen modelo para tu vida.
Ella camina por todos los senderos de nuestra existencia humana.
Ella pasó por la oscuridad y el sufrimiento a través de los abismos de la
pena y la soledad.
Ella es la pequeña criatura en quien resplandece la grandeza de Dios.
Ella, pobre, pero llena de riquezas divinas. Ella es toda gracia y gracia
para ustedes.
Gozosamente, pues, ejecuten su parte en el concierto profético de la
Escritura: "He aquí que de ahora en adelante todas las generaciones me
llamarán bienaventurada". "Ella tendrá su puesto en tu vida".
Para nosotros, MSC, este lugar se sitúa entre el Cristo que revela el amor y
la bondad de Dios y el mundo de indigencia. Ella fue la primera y más fiel
creyente en el amor de Dios que quiso enviar a su Hijo al mundo para ser el
Salvador. En su amor (la respuesta más maravillosa al amor de Dios). ella
fue la que estuvo más íntimamente unida a la Persona de Cristo, la que
compartió más plenamente su misión redentora. Al pie de la Cruz, contempló a
Aquel que fue traspasado y que ya nos la había dado como madre.
La contemplamos como en contacto con el esplendor del Dios de amor, del sol
de justicia que viene a este mundo. La veremos como la Mujer especialmente
amada, "el arquetipo de la Iglesia", según la imagen de algunos Padres. Esta
imagen, a pesar de su extraña resonancia, expresa una idea muy bella tomada
de la filosofía de Platón. Es como si Dios, antes de hacer la Iglesia,
primero hubiese moldeado y realizado en perfecta miniatura esta Iglesia que
algún día instituiría: María Inmaculada, la esposa amada, redimida y
asumida.
Cada uno de nosotros ha de reflexionar sobre el lugar particular que debe
tener María en nuestra vida. Es evidente que ella ha vivido a la perfección
los ideales que hacemos nuestros y que tratamos de vi\ vira Su fe en el amor
de Dios fue muy intensa, su | respuesta muy generosa, vivió en la mas grande
intimidad el amor de Cristo y del Padre, pues es el alma de toda
espiritualidad y de toda oración. Ella fue la "Virgen fiel", y nosotros
podemos unimos al magnífico tributo que da San Bernardo a María, que ha
sufrido tan intensamente al pie de la cruz, y al sublime "fideliter" que
responde a la pregunta ¿"y no cree ella aún? "
Hemos reflexionado, dentro de nuestra vocación, sobre la pobreza de corazón.
María es la pequeña criatura en quien la grandeza de Dios resplandece con
claridad; es la "pobre" colmada de riquezas divinas.
Hemos considerado también el llamado a la libertad. "Ella es la mujer
libre", libre de todo pecado y de todo egoísmo, libre para amar y para
servir.
Ella puede ayudarnos en todos los aspectos a ser MSC: creyendo en el amor
simbolizado por el corazón humano que dio a su hijo: fieles y libres para
responderle, generosos en su servicio; siguiendo a Cristo con coraje y mayor
humildad, pobres de corazón, llenos de la paz y de la alegría que resuena en
el magníficat de María. Llenos de alegría, participamos de la profecía de la
Escritura: "He aquí que de ahora en adelante todas las generaciones me
llamarán bienaventurada."
Hemos meditado sobre la necesidad de orar. Ella era la que "meditaba en su
corazón" sobre todo lo que escuchaba, atenta a la palabra de Dios y a sus
orientaciones. En el amor, había aprendido a vivir en Dios y, de una manera
única, a dejar vivir a Dios en ella, y a través de ella realizarse la
redención del mundo,
Precisamente por esto decía el P. Chevalier que ella era el primer Misionero
del Sagrado Corazón. Que ella nos inspire y nos ayude, a nosotros, los
llamados MSC.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros.