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Estructuras y Características de la Evangelización Hispanoamericana

Páginas relacionadas

 

.

 La justificación de la intervención de la corona española[1]
LOS REYES CATÓLICOS Y LA EVANGELIZACIÓN DE LOS INDIOS.
Características Generales de la Evangelización
Artífices de la primera evangelización
LA JERARQUÍA DE
LA IGLESIA EN INDIAS (1504-1620)
Recursos metodológicos americanos

Principios metodológicos básicos

1. ¿Cuál era la justificación de intervención la intervención de la corona española en la evangelización de Hispanoamérica?

Ya había una tradición (Canarias y exploración portuguesa del litoral occidental de África) de enviar misioneros. :PersonName ProductID="La Bula" w:st="on">La Bula ínter coetera del 3 de mayo de 1493 confirma el deseo de los Reyes Católicos impone la obligación de enviar misioneros. Se fueron añadiendo paulatinamente los sistemas del Patronato Real, del Vicariato Real y del Regalismo Borbónico.

2. ¿Qué papel desempeñó la corona española concretamente?

 

1. 1. LOS REYES CATÓLICOS Y EL ESTADO CONFESIONAL.

América (Nuevo Mundo) se debe comprender en relación con Europa (Viejo Mundo). Es una realidad nueva, no es ni europea ni indígena, sino que posee elementos de una y de otra. En Europa, en el siglo XVI, surgen los Estados Confesionales, que fundan su unidad y paz con una única confesión religiosa, excluyendo las demás. Los Reyes Católicos en España lo hacen bajo la fe católica, expulsando a los judíos, y reconquistando Granada, último bastión musulmán. En 1492 la mayoría de la gente no era cristiana, una tarea del reino era atraerlos a la verdadera religión, asumiendo la monarquía la función de procurar y preservar la unidad religiosa de sus vasallos.

 

2. LOS REYES CATÓLICOS Y LA EVANGELIZACIÓN DE LOS INDIOS.

A través de tres grandes documentos, 1:PersonName ProductID="la Iglesia Cat￳lica" w:st="on">la Iglesia Católica, determinó su relación con la monarquía en las Indias. Además de conceder las nuevas tierras a los reyes de Castilla, encargó evangelizar a sus habitantes. También les concede a los reyes los diezmos y las primicias eclesiásticas en Indias. Y por último otorgó el "Patronato Universal" sobre la Iglesia de Indias.

El rey no solo protege la Iglesia, sino que asume tareas de naturaleza religiosa como la difusión de la fe

 

. CONCLUSIÓN.

* La Misión en América Latina, no fue solo una empresa eclesiástica, sino que fue apoyada por fieles de toda condición, principalmente por los Reyes, que la anteponían a toda finalidad. Los Reyes instituyen el Estado misional propio de América Latina, que no es una institución eclesiástica, sino temporal basado en el Estado confesional Europeo.

* Este apoyo de la monarquía, logro alcanzar un cierto grado de integraci��n cultural en América del sur.

* La expansión española tuvo un carácter funcional, no colonial. No se limito a traspasar en el Nuevo mundo formas culturales y políticas de una metrópolis europea, sino que origino otras nuevas. Creando dentro de la población indiana, por encima de las diversidades étnicas y culturales, una firme unidad de lengua, de espíritu y de creencias.

Muchas autoridades y gobernantes que impulsaron la Evangelización eran fervorosos cristianos, así la Reina Isabel I hace devolver los indios que fueron llevados a España como esclavos por Colón so pena de muerte, declarándolos vasallos y hombres libres, considerando las nuevas tierras descubiertas como campo de misión. El 20 de junio de 1500  señala el primer reconocimiento en la historia del mundo del respeto debido a la dignidad y libertad de todos los hombres. Estos deseos de la Corona no siempre fueron seguidos fielmente por los españoles venidos a América, que hicieron abusos y crueldades; pero estas noticias dieron paso a nuevas legislaciones de protección al indio y a una revisión de lo que se hacía en Indias; aquí surge en la Escuela de Teólogos de Salamanca el maestro Vitoria.

 

La nueva ética: La fe en el indio y en su capacidad de libertad.

            Francisco de Vitoria, desde la cátedra de la Universidad de Salamanca y el púlpito, predica y enseña al mundo entero el Derecho de Gentes, sobre la base del derecho natural, sienta los cimientos del Derecho Internacional o Humanos. Los indios son racionales y libres, tienen dignidad humana, capaces de condenación y salvación, por lo tanto derecho a ser bautizados. Su "bestialidad" se debe a una mala y bárbara educación. Justifica la presencia de España en América en función necesaria de proteger los derechos humanos de los naturales.

 

La duda Indiana

Salamanca influye para paralizar y prohibir la conquista violenta, y aparece el concepto de tutela: La Corona de Castilla tenía el país en fideicomiso hasta que los naturales fueran capaces de autogobierno y de perseverar en la fe cristiana. Capacitar a los pueblos para integrarlos en la Comunidad Mundial con una base de igualdad, hacia el progreso. La mayoría de edad de estas naciones sería llegar a la independencia como algo natural[2].

            Teniendo en cuenta el pensamiento medieval de la larga Reconquista de España que duró casi 8 siglos invadida por los musulmanes, se entiende mejor la Conquista de América. Tenía 2 motivos: reconquistar suelo patrio y querer seguir siendo un país cristiano. Su método de avanzar, predicar, bautizar, alzar cruces, iglesias y nuevos pueblos para Cristo; tuvo una política asimilista igualitaria que le llevó a declarar súbditos a los nativos de América, porque consideraba a las tierras conquistadas como prolongación de España, Así se da el comienzo de la Evangelización en América, la llegada de la fe, gracias a ello millones invocan el Nombre de Jesús y en Él son salvados.

 

"Acción misionera de España"

            La evangelización no sólo fue de monjas y curas sino de Reyes, virreyes, escribanos, soldados, conquistadores, cronistas, funcionarios, frailes, padres de familia, familias, encomenderos, barberos, sastres, agricultores, catequistas, doctrineros, caciques e hijos de caciques educados por religiosos, gobernadores, maestros de escuelas, cofradías de naturales, de criollos, de negros, de españoles, viudos, profesionales, fundaciones de hospitales y conventos, laicos y religiosos, en fin de todo un pueblo que con sus virtudes y pecados tenía una inmensa certeza de fe tratando de cumplir el mandato de Dios y su Iglesia: "Id y anunciad el Evangelio"; trajo consigo también una cultura cristiana-hispana que fue transformando las costumbres de los indígenas. Caso relevante que mantuvo el espíritu religioso fue el fraile quien con el mismo ardor que el conquistador ambicionaba honra y riquezas, vivía y quería trasmitir el Evangelio en la humillación

 

Resumen final

 La evangelización de 1492 es una labor prodigiosa que fue llevada principalmente por España.

  Surge una nueva cultura que o sustituye a la que había o coexiste con ella.

  Hubo incontables abusos, crueldades y violencias; es deber de los historiadores  estudiar con precisión estos hechos para discernir responsabilidades, y separar la verdad de las falsedades y calumnias.

La Escuela de Salamanca merece el reconocimiento universal por difundir la doctrina del Derecho Internacional de pueblos y naciones.

Las iglesias en Europa deberían ayudar más a las de América Latina en colaborar con la transmisión de la fe, erigiendo seminarios y enviando sacerdotes, para enfrentar la secularización, aplicar la justicia social, la defensa de la vida, los gastos de armamentos, etc.

 El esfuerzo de esta nueva Evangelización ha de dar frutos; será nueva en su ardor, expresión y método pero fiel al Evangelio con la guía del magisterio de la Iglesia. [3]

 

De 1493 a 1598 vinieron 5140 misioneros de diferentes órdenes; los que más vinieron fueron los franciscanos que desde los inicios hasta 1822 arribaron 8441. Las Órdenes y la Casa de Contratación de Sevilla vigilaron la calidad de los misioneros: edad, experiencia en misiones, alto nivel intelectual, ejemplo de vida.

 

            De cara a la catequesis se adaptaron al indio y su medio. Se hicieron catecismos autóctonos en 51 lenguas y 60 dialectos indígenas, esto supuso redactar y publicar innumerables gramáticas y diccionarios.

&nb 

            José de Acosta decía: primero promocionar a los indios y luego se les enseña a ser cristianos. Así pues se crearon tres tipos de escuelas: Primarias, estudios más elevados y técnicas (Escuela de Artes y Oficios). Los primeros en fundar fueron los franciscanos en Santo Domingo, en México también lo fueron los franciscanos en el año de 1523: Tetzcoco, México y Tlaxcala. En Perú fray Tomás de San Martín dominico fundó 60 escuelas. Zumárraga pidió en 1530 a España religiosas para la educación de las jóvenes. Desde los inicios en la educación también se incluyó la creación de Universidades: s. XVI en Santo Domingo dos,  Lima, México,  Bogotá y Quito. En el s. XVII 13 más, del s. XVIII hasta la independencia 2 y 2 más que estaban en petición. La enseñanza era igual que en Europa, en el s. XVIII se introdujo ciencias experimentales. En 1580, Felipe II, crea las cátedras de lengua general y nativas[4].

 

Estado Misionalan style="mso-spacerun:yes">  CONCONQUISTA Y FINALIDAD MISIONAL[5].

Eran indispensables en una expedición española de descubrimiento: un capitán, un clérigo y un escribano. A esto se sumará luego de la fundación de los pueblos la organización eclesiástica y la dotación de la iglesia y convento.

Lo que respecta al capitán y a su hueste, se puede decir que su actitud es la de cristianos frente a infieles, no eran insensibles al amor a Dios, al servicio de Dios y del rey y sus fines de expansión; lo cual no excluye otros fines de ambición y gloria. Para ellos resultaba natural jugarse la vida y la hacienda por sus creencias y por su rey. Consideraban las riquezas no como fin último, sino como tan solo medios, como instrumentos para alcanzar metas superiores.

 

POBLACIÓN INDÍGENA Y FINALIDAD MISIONAL.

La ciudad indígena (diferente de la colonia francesa o inglesa) no se aísla frente a la población aborigen, sino que se funda donde hay población abundante de aborígenes, a fin de poder llevarles la fe y la cultura, los conquistadores no tienen el alma de colonos, sino de fundadores. No se contentan con tierras para establecerse, quieren vasallos para su rey y fieles para su Dios.

Ella cumple el papel de centro misional, sede de obispados, parroquias, doctrinas y conventos. Existe la correspondencia entre las instituciones de la monarquía y los eclesiásticos a niveles de territorio, provincia y local. Varias de las ciudades cuentan ya desde el siglo XVI, con universidad, imprenta y colegios (Santo Domingo, México, Lima). Con cátedra de lengua indígena. También se crean colegios y escuelas para indígenas. Respecto a los indígenas, la regulación de trabajo a partir de 1512, les asegura un salario, descanso, instrucción y practicas religiosas. Aparecen las doctrinas a lo largo del territorio conquistado para indígenas, pagados por los encomenderos. Los indígenas pueden conservar sus costumbres, mientras no sean contrarias a la fe cristiana, ni a la legislación real.

 

LOS JURISTAS Y LA FINALIDAD MISIONAL DE LA MONARQUÍA.

La Instauración del Estado Misional se completo con el aporte de los juristas de la época del Barroco (1575-1753). Estos expondrán los fundamentos y las conveniencias de que el poder temporal respalde a la evangelización.

*Antonio de León Pinelo (1590-1660), apoyado en José Acosta, fue el máximo jurista indiano, estudio en la universidad de Lima. "Habla de la necesidad de distinguir entre los pueblos para acertar el modo de evangelización que para ellos es más adecuado". Esto es fruto de un estudio etnológico y cultural. Él distingue tres especies entre los gentiles:

En el caso del Nuevo Mundo (que corresponderían al segundo y tercer caso) se necesita del gobierno, protección y amparo de los reyes de Castilla, pues encargados por la Santa Sede, procuran su conversión y su manutención.

Todos los autores de este tiempo ven beneficioso el apoyo del poder temporal a la evangelización.

Pero un siglo más tarde cuando los infieles son minoría, se pierde la relación de la evangelización, y se pasa de un Estado misional al Estado confesional. Se habla de proteger a la Iglesia y a su labor civilizadora.

 

10. CONCLUSIÓN.

* La Misión en América Latina, no fue solo una empresa eclesiástica, sino que fue apoyada por fieles de toda condición, principalmente por los Reyes, que la anteponían a toda finalidad. Los Reyes instituyen el Estado misional propio de América Latina, que no es una institución eclesiástica, sino temporal basado en el Estado confesional Europeo.

* Este apoyo de la monarquía, logro alcanzar un cierto grado de integración cultural en América del sur.

* La expansión española tuvo un carácter funcional, no colonial. No se limito a traspasar en el Nuevo mundo formas culturales y políticas de una metrópolis europea, sino que origino otras nuevas. Creando dentro de la población indiana, por encima de las diversidades étnicas y culturales, una firme unidad de lengua, de espíritu y de creencias.

 

Acciones concretas de la corona

 

Organización misional

3. ¿Cuál era la organización jurídica de la evangelización?

4. ¿Cuál fue la organización territorial?

 

5. ¿Cuáles fueron los dos objetivos y las características de la evangelización?p>

&nb 

III. Características Generales de la Evangelización[6]

  Como consecuencia principalmente de la dirección casi única y eminentemente centralizadora de la Corona española, y como fruto al mismo tiempo de una concepción ambiental sustancialmente uniforme del Nuevo Mundo, la evangelización americana reunió una serie de características propias que la configuran como un conjunto unitario en sí mismo, y que la diferencian meridianamente de cuantos procesos se han dado hasta ahora, y que probablemente es irrepetible en la historia de las misiones católicas.

 

Lo sorprendente del hecho es que ese conjunto de notas características se diera a pesar de la diversidad de las Ordenes misioneras, y no obstante la complejidad geográfica, étnica y cultural de un espacio tan amplio como Hispanoamérica. p>

 

Lo primero (primera característica) que resalta en esta evangelización es su doble objetivo.

  1. Como misioneros, los evangelizadores americanos se proponían ante todo difundir el Evangelio,
  2. pero también eran conscientes, y, salvo excepciones, nunca renunciaron a ello, de que la evangelización entrañaba la anexión política a España del territorio evangelizado, aunque esta incardinación no la hicieran más que de un modo implícito. Esta duplicidad de objetivos la alimentó también la Corona al dirigir y proteger la evangelización, sin por ello renun­ciar a la anexión política de lo evangelizado y, por supuesto, con el propósito de que un proceso arrastrara al otro.

 

Este doble objetivo, actualmente inconcebible, ha generado la acusa­ción de que la Iglesia utilizó a la Corona para sus fines religiosos y de que la Corona se valió de la Iglesia para sus proyectos políticos. La manera exacta de expresar este hecho es que ambas instituciones colaboraron entre sí para conseguir ambos fines: la Iglesia, persiguiendo directamente la evangeliza­ción e indirectamente la anexión política; la Corona, con miras a ambos objetivos simultánea y directamente. En realidad, ninguna utilizó a la otra, porque, en la mentalidad de la época, ambas tenían obligación de proceder de esa manera. Es decir, una y otra se limitaron a cumplir con su cometido. Dada la íntima relación existente entre ellas, la Iglesia, además de evangeli­zar, se consideraba en la obligación de colaborar con la Corona, aparte de que no tenía por qué renunciar a algo, como la anexión política, que juzgaba beneficioso para la misma evangelización. La Corona, obligada a fomentar la evangelización como contrapartida de los derechos del Real Patronato, actuaba, lógicamente, persiguiendo la anexión política, propósito al que no tenía por qué renunciar ante el hecho de que esta incardinación se derivase de la propia evangelización.

 

La segunda característica

La segunda característica del proceso evangelizador americano consiste en la amplitud geográfica, que contrasta con su brevedad cronológica. Ambos aspectos se reflejan en el hecho de que a lo largo de sólo los trescientos treinta y un años que corrieron desde 1493 hasta 1824 se evangelizaron unos catorce millones y medio de kilómetros cuadrados, equivalentes a veintinueve veces España, y en el de que la evangelización propiamente dicha de un territorio se cifraba en sólo diez o veinte años, transcurridos los cuales se consideraba ya definitivamente insertado en el cristianismo. Se trata, por lo mismo, de un proceso único, por su amplitud y rapidez, en la acción misional de la Iglesia, no igualado ni siquiera por el de la cristianiza­ción del imperio romano, que es con el que guarda mayor similitud.

A esta característica hay que añadir la de que esa evangelización fue realizada por sólo unos veinte mil misioneros, como máximo, cifra sorpren­dentemente reducida si se tienen en cuenta las dimensiones espaciales del campo misional.

 

La tercera característica

A la posibilidad de evangelizar un espacio geográfico tan extenso, en tan poco tiempo y con tan reducido número de personal, colaboraron simultáneamente los siguientes factores:

-       el decidido apoyo prestado a la evangelización por la Corona;

-       la calidad humana y el fervor religioso de los misioneros seleccionados para realizar ese cometido;

-       el acierto en los métodos puestos en práctica para atraer a los indígenas al cristianismo, entre los que destacan la acomodación a su idiosincrasia,

-       la táctica de comenzar por los caciques y la educación cristiana de la infancia y juventud;           

-       la inexistencia de oposición por parte de los nativos (hablando en general) a la nueva religión;

-       el sistema de congregar en poblados (reducción) a una población cuya dispersión hubiera imposibilitado abordarla misionalmente;  

-       el previo sometimiento político de los territorios evangelizados hasta  

-       la escasez numérica de la población indígena fuera de las áreas de las Altas Culturas

-       el apoyo que supuso la existencia de una retaguardia hispano-criolla.

-       Otro aspecto característico fue la unidad sustancial del proceso a lo largo de las diferentes etapas por las que atravesó. Esta faceta se refleja en:

-       la unidad de dirección suprema y centralizada practicada por la Corona, cuyas directrices llegaban a América partiendo de un solo foco y a través de canales perfectamente jerarquizados, como fueron las autoridades civiles y los superiores religiosos;

-       la unidad instrumental o de medios, consistente en las normas comunes sobre la selección de los evangelizadores, su despliegue en América y su modo de proceder;

-       la unidad general de organización aludida en el apartado anterior;

-       la unidad sustancial de la metodología misional, tanto en los métodos de difusión como en los de catequización, de persuasión y de cura pastoral;

-       la unidad de resultados, consistente en un ingreso de los indios en el cristianismo general desde el punto de vista demográfico y rápido desde el punto de vista cronológico, hecho que se dio en todas partes, aunque no siempre con idéntica celeridad.

 

Cuarta característica

   Esta unidad sustancial no excluye la existencia de una diversidad circunstancial impuesta por la cronología, la geografía, la mentalidad de los evangelizadores y las particularidades de las Ordenes misioneras, pero que no rompe el conjunto unitario.

 

   La cronología y la geografía darán lugar, por ejemplo, a una diversidad en cuanto a los sistemas de expansión, diversidad que encuentra un punto común según el momento y lugar en que se practicaran. Las diferentes mentalidades generaron posturas contrapuestas en la apreciación de las conquistas armadas y en la opción por los diferentes sistemas de predicación, cuestiones ambas que se plantearon precisamente para solucionar el problema unitario de que el Evangelio había que predicarlo evangélicamente de América. Las particularidades de las Órdenes misioneras se reflejan, por ejemplo,   en la variedad de la organización jurídica de los respectivos territorios misionales, en los que, por otra parte, se acaba de observar una pauta fundamentalmente común. Estas mismas Ordenes actuarán siempre con el espíritu propio de cada una de ellas, pero se trata de una simple modalidad de forma.

 

Quinta característica

 Es, asimismo, característico de la evangelización americana el que se llevara a cabo acompañándola siempre y en todas partes de la simultánea promoción, civilización o transculturación del indígena como medio de prepa­rarlo para el cristianismo.

 

Sexta característica

También la caracteriza el recurso a la congregación en poblados (reduc­ción) de la población nativa para posibilitar su cristianización y civilización. Es propio, asimismo, de ella la ya aludida colaboración de la Corona, así como el doble hecho de que durante algún tiempo estuviera precedida por unas conquistas armadas y siempre acompañada de un orden político y social que en unos aspectos la favorecieron y en otros la perjudicaron.

 

Séptima característica

También cabe destacar en ella la circunstancia de que no estuviera abierta a todas las Ordenes religiosas que tal vez hubieran querido colaborar en la cristianización de los indígenas, sino únicamente a las seis permitidas por la Corona.

 

Octava característica

Merece resaltarse, asimismo, la oposición de los evangelizadores a las normas oficiales que consideraban desacertadas o a las conductas que juzga­ban reprobables en los españoles, criollos y mestizos.

 

Novena característica.

 Finalmente, y aunque no sea exclusiva de América, destaca también en su evangelización la defensa sistemática que los misioneros hicieron siempre y en todas partes de los indígenas, conducta que contrasta con el menor interés demostrado por los negros, punto en el que, salvo excepciones que nadaron contra corriente, ni siquiera la Iglesia supo sobreponerse al am­biente general, sino que toleró y hasta practicó una lacra socialmente admiti­da, como ya lo había hecho en los primeros tiempos del cristianismo.

 

 

 

 

II Los artífices de la Evangelización

6. ¿Cuáles fueron las ordenes que evangelizaban?

Franciscanos (desde 1493), dominicos (1510), mercedarios (1514), agustinos (1533), jesuitas (1566) y capuchinos (1647)

7, ¿Cuáles fueron las características del misionero?

8. ¿Cuál fue el papel del misionero criollo?

9 ¿Cuál fue la intervención de los obispos y del clero diocesano?

10. ¿Cuál fue el papel de los colaboradores indígenas?

-       trtraslado de grupos o familias cristianas a comarcas paganas por indicación de los misioneras y servían de fermente. Fue un recurso general de los franciscanos de Prita (Venezuela) desde mediatos del siglo XVII, los jesuitas del noreste de México y los franciscanos Sierra Gorda (México) y de California en el mismo siglo.

 

III Dificultades y Facilidades para span>la Evangelización.

11. ¿Cuáles fueron los obstáculos para la evangelización?

Obstáculos de la naturaleza

-       dispersión geográfica

-       estado rudimentario de la población indígena

-       oposición sistemática de los brujos (los misioneros bautizaban a moribundos lo que fue aprovechado).

-       oposición de la población indígena (mártires en el segundo momento de la evangelización, ya no contaban con escolta.

-       escasez del personal evangelizador

-       tensiones surgidas entre ordenes, con los obispos, con el clero diocesano

12. ¿Cuáles fueron los factores favorables?

-       característica del misionero (voluntarios, seleccionados, espíritu de sacrificio, prestancia personal, capacidad de de conocer y adaptarse al alma indígena, entrega total, juventud vigorosa madura)

-       protección oficial

13. - ¿Cuáles son los factores mixtos (favorables y desfavorables a la vez)?

-       la idiosincrasia y receptivos y olvidadizos a la vez, dócil, humildes, profunda religiosidad, apego a la familia

-       los sistemas religiosas indígenas (ventajas de orden intelectual: ciertas semejanzas en la doctrina de un Dios creador, madre de la divinidad) y desventajas de moral y afectiva.

-       el cristianismo como era predicado

-       la lengua (ventaja: unidad lingüística de aztecas, mayas, incas, desventajas: idiomas y dialectos múltiples)

-       conquista armada

-       convivencia con españoles y criollos (escándalo y ejemplaridad).

-       el nuevo orden político, económico y social.

-       Los caciques

 

IV La expansión misional

14. ¿Cuáles fueron los sistemas de despliegue misional?

-       en tiempo de conquista armada paracaidismo y expansión concéntrica

-       después de la prohibición de la conquista armada 1573 paralelamente bolsas, enclaves y penetración en forma de cuita.

 

 

LA JERARQUÍA DE LA IGLESIA EN INDIAS (1504-1620)[7] -

 

I.span style="font:7.0pt "Times New Roman"">              LA ORGANIZACIÓN ECLESIÁSTICA (1504-1620)

 

·         Inicio jurídico: bulas alejandrinas

·         Clérigos: primeros contactos entre las dos culturas

·         PPatronato: Papa Julio II concedió c/ la bula Universalis Ecclesiae (28-7-1508) – Patronato: Derecho que tenía el rey de España de presentar sujetos idóneos para los obispados, prelacías seculares y regulares, dignidades y prebendas en las catedrales o colegiatas, y otros beneficios.

 

Época de Fernando el Católico o:p>

·         PP. Julio II: bula Illius fulciti praesidio (1511) – 3 primeras diócesis en Sto. Domingo:

- Sto. Domingo;span style="mso-spacerun:yes">  - Concepción de la Vega;  - S. Juan de Puerto Rico

·         P. León X (1513-1521) – 2 diócesis: Sta. María la Antigua del Darién y Jamaica (Abadía)

 

Época de Carlos V (1516-1556)

·         P. León X: a pedido de Emperador creó más 3 diócesis: Cuba (1517), Tlaxcala-Puebla (1519) y Tierra Florida (1520)

·         P. Adriano VI: no creó ninguna diócesis en América

-- breve Exponi nobis: concedía a los religiosos y misioneros beneficios y privilegios

·         P. Clemente VII (1523-1534) – creó 6 diócesis: México, Nicaragua, Coro-Venezuela, Comayagua, Santa Marta y Cartagena

·         P. Paulo II (1534-1549): más interés por los temas americanos – creó 10 diócesis: entre ellas se encuentra la de Cuzco (1537) y Lima (1541)

- 1ª gran organización eclesiástica americana - erigió 3 provincias eclesiásticas independientes en 1546: Sto. Domingo, con jurisdicción sobre las Antillas y la costa del Caribe de Venezuela y Colombia; México, jurisdicción sobre los territorios del Norte, desde Guatemala al Mississipi; Lima, jurisdicción sobre todo el Sur español, desde Nicaragua y Panamá, en el istmo, hasta la Tierra de Fuego. – hito importante en la historia de la Iglesia americana

- más conocido por sus bulas y breves a favor de los indioso:p>

·         P. Julio III (1550-1555) – 1 diócesis: La Plata  (Charcos, Sucre) en 1552

 

 

Época de Felipe II (1556-1598)

·         P. Paulo VI (1555-1559) – no creó ninguna diócesis

·         P. Pío IV (1559-1565) – 5 diócesis

·         P. Pío V (1566-1572) – 1 diócesis: Tucumán (1570)

·         P. Gregorio XIII (1572-1585) – 2 diócesis: Arequipa y Trujillo (15-4-1577)

·         P. Sixto V (1585-1590) – no erigió ninguna

- pero defendió la libertad de la Iglesia frente al absolutismo de los Reyes

·         P. Urbano VIII (1590) – no llegó a ser coronado

·         P. Gregorio XIV – reinó 10 meses

·         P. Inocencio IX – reinó 2 meses

·         P. Clemente VIII (1592-1605) – abre y cierra una etapa

- creó la provincia eclesiástica de Manila y sufragáneas

 

Primeras décadas del s. XVII

Conclusión (s. XVI): Reyes se preocuparon en extender y defender la fe católica (tuvo preferencia)

Rey Felipe III (s. XVII) – conservó los mismos principios religiosos pero nos se puede comparar con los reyes del s. XVI que fueron mejores

·         P. León X – menos de 1 mes de pontificado

·         P. Paulo V (1605-11621) – erigió 5 diócesis: La Paz, Sta. Cruz de la Sierra, Huamanga, Buenos Aires y Durango

 

RESUMEN:

·         La organización diocesana de Indias se hizo a instancias de los reyes;

·         Papas anteriores a Pío V: intervinieron en casos especiales;

·         Después de Trento: mayor interés por las misiones y la Iglesia americana;

·         Reyes y Papas: se dedicaron a ejercer sus facultades (unos más y otros menos).

 

 

II.            OBISPOS PRECONIZADOS Y SUS CARACTERÍSTICAS

 

A)    Número:   

1500-1800 = 681 obispos

1500-1620 = 161 obispos, 4ª parte – 1511-1560 = 27 diócesis y 44 obispos

·         Importante los logros en lo institucional

 

B)    Origen geográfico:

1500-1559 = 100% P; 1560-1620 = 85% P y 15% A – 1500-1620 = 88% P y 12% A

·         Fines del s. XVII, uno de cada 3 obispos era americano

·         Obispos Peninsulares: 70% eran de Castilla, Andalucía y Extremadura

·         Obispos Americanos: 82% de México y Perú

 

C)    Origen social y familiar:

·         Nobles = 64%

·         Hidalgos y c/ títulos = 18%

·         Otros = 18%

 

D)    Procedencia clerical (1500-1620):

·         Dominicos = 48%                                     

·         Franciscanos = 25%                                             

·         Agustinos = 13%                                      

·         Jerónimos = 6%                            

·         Mercedarios y Carmelitas = 4%                             

·         SS. Fco. Paula, Cartujos y Jesuitas = 3%

·span style="font:7.0pt "Times New Roman"">         Regulares 70%; Seculares 30%

·         Criollos Regulares: 13 obispos – Criollos Seculares: 6 obispos

·         Órdenes mendicantes, constructores de Iglesia diocesana

·         1675-1700: el número de obispos seculares superará al de prelados procedentes de las órdenes

 

E)    Formación académica:

·         Doctores = 50%

·         Maestros = 32%

·         Licenciados y bachilleres = 18%

·         Materias de estudio: Teología 71%; Derecho 23%; Otros 6%

·         Universidades: 50% (Salamanca y Valladolid); 26% (México y Lima); 24% (otras, peninsulares)

·         No se buscaban grandes juristas sino personas bien formadas para la predicación y extensión de la doctrina; - el rápido afianzamiento y crecimiento de la Iglesia diocesana en América en unas condiciones nada fáciles y en un tiempo relativamente breve se debe a la buena formación del episcopado.

 

 

III.           LOS PRELADOS EN SUS DIÓCESIS

 

·         161 obispos rigieron las diócesis hasta 1620

 

A)    Consagración:

·         Deberían consagrar en Indias

·         Muchos consagraban en España

·         Dificultades: distancias y pocos obispos consagrantes

 

B)    El problema de las sedes vacantes:

 

 

Recursos metodológicos americanos[8]

 

1)span style="mso-tab-count:1">         Estudio y conocimiento del indígena.

Desde que el ermitaño Pané escribió en 1498 su Relación acerca de las antigüedades de los indios y primeros franciscanos de la isla Española emitieron en 1500 su opinión sobre los mismos, la tarea inicial de todo misionero americano fue, como lógico, observar detenidamente a los habitantes de cada territorio atinar con el modo más adecuado de relacionarse con ellos a fin de evangelizarlos.

A los jesuitas de Nueva España, por ejemplo, se les ordenó expresamente esta observación en 1610, pero, ordenada o no, en realidad la practicaron todos los misioneros, de manara idéntica o similar a como lo hacían 1 capuchinos de Venezuela en 1692: «Examinando la naturaleza y modo vivir de estos indios, y si tenían algún modo de gobierno entre sí y qué 1 Falsa o verdadera, guardaban, qué modo de sujeción tenían y si daban obediencia a algún superior que los sujetase y finalmente si al modo de otras provincias y reino tenían alguna política y leyes, para aprender con ellos predicación que se deseaba, al modo que en otras partes se ha ejecutado oyendo a los infieles y filosofando con sus razones naturales hasta quedar reducidos con actos de entendimiento, hallaron que dichos indios bárbaros de aquellos llanos [de Caracas] no sólo no se hallaba en ellos ningún género de política, pero aun parecían irracionales» (CARROCERA, Misión en los Llanos, I, 497).

Además de observar todos a los indígenas, muchos misioneros consignaron por escrito sus observaciones. De hecho, no hay pueblo indígena'' cuyos caracteres físicos y psíquicos, costumbres, tradiciones, mentalidad y sistema económico-laboral de vida no nos hayan sido transmitidos de una manera u otra por los misioneros, aun cuando no todos llegaron a consig­narlos con la misma minuciosidad que los franciscanos Bernardino de Sahagún, jerónimo de Mendieta y Juan de Torquemada en México, el también franciscano Diego de Landa en Yucatán, el jesuita Juan de Tovar y el dominico Diego Durán en México y el jesuita José de Acosta en el Perú, todos ellos autores de sendas obras sobre este punto.

Hasta la propia Corona española estaba interesada en que se le infor­mase de cómo eran los indígenas para dictar las normas más apropiadas para su evangelización, como lo hizo en 1526 y 1531.

 

2)         La transmisión de das experiencias.         

En la elaboración y práctica de la metodología misional americana desempeñó un papel decisivo la configu­ración interna de las Órdenes misioneras en el sentido de que facilitó el intercambio y la comunicación de las experiencias entre unos religiosos y otros.

En este sentido, y como dato especialmente revelador, a raíz de la llegada de los primeros doce agustinos a Lima, en 1551, arribaron también a esa misma ciudad en compañía del virrey novohispano dos agustinos procedentes de México para que, en afirmación del cronista Bernardo de Torres, «como experimentados en la Nueva España pudiesen instruir y adiestrar a los doce del Perú en la forma de predicar y enseñar a los indios y en las demás funciones necesarias para el ministerio apostólico».

De manera ya no anecdótica, los diecisiete Colegios de Misiones francis­canos diseminados por toda América desde 1683 hasta 1824 constituyeron otros tantos centros de metodología misional impartida por los que hoy denominaríamos auténticos profesionales con experiencia personal de lo que enseñaban.

En este mismo orden de cosas, a los capuchinos de Venezuela se les ordenó en 1705 que en cada territorio misional se erigiera una Casa-Semina­rio en la que los religiosos que fueran llegando de España se dedicaran durante seis meses a aprender «el idioma de los indios, la forma de reducir­los y doctrinarlos, con todo lo demás que debieren observar con ellos para su mayor aprovechamiento, aumento y progreso de nuestras misiones» (RIONEGRO, Relaciones, 11, 58).

En 1646 se les aconsejaba a los jesuitas del Orinoco que en la descrip­ción de sus viajes siguieran el modelo de sus colegas del Paraguay, a cuyo fin se les adjuntaba una copia. No se trata más que de un caso concreto. La vida en comunidad, el sistema de actuación en equipo, la proximidad y las visitas mutuas de unos misioneros a otros, eran otros tantos modos de intercambiar vivencias, de ratificar aciertos o de corregir errores.

Por su parte, la movilidad de estos mismos religiosos y la permanente información que corría dentro de la Orden hacían que en unos territorios estuviesen al tanto de lo que se hacía en otros. Este hecho es el que explica, por ejemplo, que la evangelización franciscana de Nueva España se tuviera por modelo entre los franciscanos del Perú en el siglo xvi, como nos consta que se tenía, o que en las misiones franciscanas de California se siguieran las mismas normas que en las de Sierra Gorda, en el siglo xviII.

Aún más: las cartas de los misioneros americanos a sus colegas de España, el regreso de los primeros a la Península, las correrías o las cartas circulares de los reclutadores para solicitar voluntarios con destino a las misiones de América y, por supuesto, las célebres Cartas Anuas de la Compañía de Jesús, ejercieron la función de otros tantos y eficacísimos instrumentos para que en España misma, e incluso fuera de ella, los miembros de expediciones misioneras supieran cómo se procedía en el territorio al que encaminaban ya antes de embarcarse con ese destino.

A esta información concurrieron también las Crónicas o Historias impresas de las misiones americanas, en todas las cuales se expone de una u otra manera la metodología seguida en el territorio objeto del relato, cuando no fueron redactadas esas monografías con el fin expreso de «ilustrar a los aspirantes» a misioneros, como es el caso, manifestado por sus propios autores, de la Conversión en Píritu, del franciscano Matías Ruiz Blanco, del 1690, o de El Orinoco ilustrado, del jesuita José Gumilla, de 1741, quien', desciende hasta el detalle de completar su obra, de carácter etnológico­geográfico, con una serie de Avisos para los que se sintieran movidos a dirigirse a ese territorio.

 

3) La discusión colectiva de los métodos.     

Basados en la observación personal y directa del indígena, así como en la experiencia de los propios .: misioneros, los Capítulos o Congregaciones (reuniones oficiales periódicas) de las respectivas Provincias religiosas, las juntas eclesiásticas como las ca­torce celebradas en México entre 1532 y 1546, la de Gracias a Dios, de 1544, o la de Lima, de 1549 (véase el capítulo 10 de esta obra); los dieciséis Concilios provinciales celebrados entre 1551 y 1778; los numerosísimos Sínodos diocesanos; las consultas periódicas de los misioneros de una misma circunscripción, como las que acostumbraban a realizar los agustinos de Nueva España en el siglo xvI, los franciscanos de Texas y Píritu (Venezuela) en el siglo xvIIi, los jesuitas de los Llanos colombianos a mediados de este mismo siglo y los del Amazonas en 1742; la conferencia vespertina sobre «el modo de convertir, catequizar e instruir a los convertidos» preceptuada en los Colegios de Misiones franciscanos desde 1683, y las reuniones entre las autoridades religiosas y las civiles como las que se acostumbraban en Perú en 1559 o las convocadas por Hernán Cortés en 1524 y por el presidente de la Audiencia de México en 1532, constituyeron otras tantas sesiones de discusión sobre el modo de proceder en la evangelización de los indígenas.

Del mismo Consejo de Indias se nos dice en 1526, 1528, 1531 y 1533 que solía reunirse «muchas veces» para acertar con el modo de evangelizar a los nativos americanos.

 

4)         Normas sobre metodología misional.

            En estas discusiones colectivas de los métodos no siempre se consignaron por escrito las conclusiones adoptadas o éstas no han llegado hasta nosotros, pero los casos en que sí se hizo, junto con la iniciativa personal de algunos misioneros, dieron lugar a la elaboración de cinco clases de pautas que rigieron la cristianización de los indios: las específicas de cada territorio, las propias de cada Orden y hasta de cada Provincia religiosa, las dictadas por las juntas eclesiásticas, los Conci­lios provinciales y los Sínodos diocesanos, y las decretadas por las autorida­des civiles.

Dando por supuestas las demás, por ser suficientemente conocidas o de obvia suposición, baste con recordar algunas de carácter concreto.

La primera de la que se tiene noticia es la circular de índole misional americana enviada en 1532 por Nicolás Herborn, comisario general de la familia Cismontana, a todos los franciscanos de su circunscripción (Bélgica, Francia, España y Portugal), en la que especifica las cualidades que debían tener los misioneros americanos y los principios de índole general a los que se debían atener.

A ella sigue, en orden cronológico, la elaborada por los hermanos Coronel, quienes «a pedimento y mandato de Su Majestad hicieron una instrucción y doctrina muy docta y curiosamente ordenada de cómo se les había de dar a entender a estos indios las cosas de nuestra fe y misterios de ella por manera de historia, conforme a la relación que tenían de su capaci­dad» (MENDIETA, Historia eclesiástica indiana' 1.3, c.3).

A momentos posteriores, y sin pretender agotar la lista, pertenecen las normas siguientes:

-           la Obediencia y la Instrucción entregadas en 1524 a los Doce Apóstoles franciscanos de México por el ministro general de la Orden, P. Francisco de los Ángeles Quiñones;

-           las instrucciones impartidas a los primeros agustinos que llegaron a Lima en 1551 por el provincial de Castilla;

-           las entregadas por San Francisco de Borja a los primeros jesuitas enviados a Florida en 1567;

-           las que regían entre los franciscanos de Nueva España en 1570;

-           las propuestas por el franciscano Ángel de Valencia para Jalisco y Michoacán (México) en 1552;

-           las que nos consta que regían en Nueva Galicia y en Nueva Granada entre los franciscanos de la segunda parte del siglo xvI;

-           las establecidas para los jesuitas del noroeste de México en 1610, 1662, 1678,1681-1684, 1698, 1710, 1715 y 1722-1725;

-           las elaboradas por el franciscano Pedro Pérez de Mezquía para las misiones de Sierra Gorda en el siglo xvIII, adoptadas también por los fran­ciscanos de California;

-           las confeccionadas por el arzobispo de Santa Fe, el franciscano Luís Zapata de Cárdenas, en 1570;

-           las elaboradas para el Perú por el arzobispo de Lima, el dominico Jerónimo de Loaysa, en 1545;

-           las confeccionadas por el mercedario Diego de Porres, también en Perú, en la segunda mitad del siglo xvI;

-           las establecidas por el franciscano Manuel de Sobreviela para las misiones del oriente peruano en 1792;

-           las impartidas para las misiones guaraníes de la Compañía de Jesús en 1604, 16^ 1610, 1637 y 1689;

-           los libros de normas que tenía cada párroco jesuita de esas mismas misiones guaraníes, en los que se recogían las impartidas por los diversos prepósitos de la Compañía;

-           las prescritas por los franciscanos del colegio de Chillán (Chile) en 1775 para sus misioneros de la Araucanía;

-           los estatutos de los diecisiete Colegios de Misiones franciscanos fun­dados a partir de 1683, tanto los de índole general para todos los colegios como los específicos de cada uno de estos centros.

 

5)                Las obras de metodología misional.

            Las monografías misionológicas de que dispusieron los misioneros americanos para inspirarse en cómo proceder en la evangelización de los indios fueron de tres clases: de índole general, de carácter específicamente americano y de temas específicos.

Entre las primeras figuran las obras teológicas que llevaban consigo las expediciones misioneras y, sobre todo, los tratados de misionología impre­sos en Europa, si bien de momento no nos consta qué uso pudieron hacer de estos últimos los religiosos que emprendían viaje al Nuevo Mundo o los que ya se encontraban evangelizando en él.

Como muestra valga el dato concreto de que entre los libros de una expedición de dominicos embarcada en 1533 para Venezuela figuraba un ejemplar de la Summa contra gentiles de Santo Tomás de Aquino. O el de que más de uno consultara obras dirigidas específicamente a ellos, como las siguientes:

-           A. MERMANNIUS, Theatrum conversionis gentium totius orbis (Amberes, 1567).

-           J. GRACIÁN, Estímulo de la Propagación de la Fe (Lisboa, 1586).

-           T. DE JESÚS, Stimulus missionum (Roma, 1610).

-           T. DE JESÚS, De procuranda salute omnium gentium (Amberes, 1613).

-           R. CARON, Apostolatus missionariorum per universum mundum cum obli­gatione pastorum quoad manutenentiam Evangelii regulis actionum humanarum et methodo conferendi cum haereticis quibuscumque ac infidelibus (París, 1660).

-           J. DE CARABANTES, Práctica de misiones, guía de pecadores (León, 1670). Entre las de carácter propiamente americano, algunas de ellas editadas varias veces, cabe citar éstas:

-           N. HERBORN, Epitome convertendi gentes Indiarum ad fidem catholicam adeoque ad Ecclesiam sacrosanctam catholicam et apostolicam (Toulouse, 1532), -

-           J. F. LUMNIUS, De extremo Dei iudicio et indorum vocatione libri duo (Amberes, 1567).

-           A. DE NOCEÑA, Tractatus de administratione et regimine spirituali fide­lium in Indis (México, 1568).

-           B. DE ALBORNOZ, De la conversión y conquista de los indios (México, 1573).

-           J. FOCHER, Itinerarium catholicum proficiscentium ad injideles converten­dos (Sevilla, 1574).

-           D. DE VALADÉs, Rhetorica christiana ad concionandi et orandi usum (Perusa, 1579).

-           L. DE GRANADA, Breve tratado en que se declara la manera que se podllí proponer la doctrina de nuestra santa fe y religión cristiana a los nuevos fieles (Salamanca, 1588).

-           J. DE AGOSTA, De promulgatione Evangelii apud barbaros, seu de procu­randa indorum salute libri sex (Salamanca, 1589).

-           J. DE ACOSTA, Instrucción para los que se embarcan y vienen a Indias (1589).

-           L. J. DE ORÉ, Símbolo católico indiano (Lima, 1598).

-           A. DE LA PEÑA MONTENEGRO, Itinerario para párrocos de indios (Ma­drid, 1668).

-           M. Ruiz BLANCO, Manual para catequizar y administrarlos santos sacra­mentos a los indios que habitan en la Provincia de Cumaná (Burgos, 1683).

-           P. J. DE PARRAS, Gobierno de los Regulares en la América, ajustado religiosamente a la voluntad del Rey, 2 vols. (Madrid, 1783).

Temas específicos abordaron, de una manera más bien práctica que teórica, los numerosísimos catecismos, doctrinas, sermonarios, confesiona­rios, manuales para la administración de los sacramentos, etc., elaborados y publicados por los propios misioneros americanos como fruto de su expe­riencia y como normativa para los demás, imposibles de enumerar aquí por su abundancia.

 

 

II. PRINCIPIOS METODOLÓGICOS BÁSICOS

Observando la teoría y la praxis evangelizadora se advierte que todos los misioneros compartieron una serie de principios de metodología misional que pueden sintetizarse en los siguientes, acoplándolos bajo las distintas clases de métodos aludidas anteriormente.

 

A)         Métodos de preparación

El primer principio metodológico fue la firme convicción de los evange­lizadores de que, aun cuando algunos indígenas parecieran «monstruos racionales», como afirmó de algunas tribus de Talamanca (Costa Rica) el franciscano Isidro Félix de Espinosa en 1746, todos eran susceptibles de cristianización precisamente por su racionalidad, por muy bajo que fuera el coeficiente intelectual o el nivel cultural que en ocasiones pudieran pre­sentar.

La observación es de sentido común, pues de lo contrario los misione­ros no hubieran intentado siquiera la evangelización, pero en el caso de América hay que consignarla para dejar claro que los misioneros, salvo rarísimas y muy discutibles excepciones, como el caso del dominico Domingo de Betanzos en México, en 1530-1531, no compartieron la postura de quienes, a comienzos del siglo XVI, se dice que negaron o dudaron de la capacidad de los nativos para el cristianismo por su cortedad intelectual. Aún más: a lo largo de los siglos XVI a XIX se esforzaron por dejar en claro la injusticia de esa acusación e insistieron en las posibilidades de cristianización que ofrecían los indígenas. Ello no impide que los propios misioneros los calificaran a veces, desde el punto de vista intelectual, con adjetivos propios del lenguaje de la época, pero que a nosotros nos parecen excesivamente duros.

Un segundo principio en el que coincidieron también todos los misione­ros fue el de la persuasión de que -como decían ellos mismos- «el indio, para ser cristiano, necesitaba primero ser hombre», lo que dio lugar a uno de los aspectos más sorprendentes de la evangelización americana, consistente en la tarea de elevar humanamente a los indígenas a fin de prepararlos o capacitarlos para el cristianismo.

 

B)         Métodos de difusión

Otro punto común de partida (tercer principio) fue la persuasión de que el Evangelio había que predicarlo evangélicamente, si bien su interpretación no fue unánime porque admitía matices y porque las circunstancias americanas mediatizaban la práctica del ideal.

Esta necesidad de elevar humanamente al indígena a fin de prepararlo para el cristianismo, juntamente con la dispersión demográfica de la pobla­ción nativa, llevó a los evangelizadores a la convicción (cuarto principio) de que el único medio de promocionar a los indios y de poderlos evangelizar consistía en su previa congregación en poblados (reducciones).

 

C)         Métodos de catequización

El quinto principio consistió en que la fe, aunque ciega, presuponía un mayor o menor conocimiento de lo que se creía, convicción en la que se basó el esfuerzo unánime de los evangelizadores por aprender las lenguas o idiomas indígenas y por catequizarlos en ellas.

En lo referente a esta enseñanza del cristianismo, siempre se insistió en el aspecto de la uniformidad, en el sentido de que a los mismos indios se les adoctrinara indefectiblemente de una manera similar para que no interpretaran como contradicciones ideológicas lo que no eran más que diferencias accidentales. De ahí la tendencia a que un mismo territorio fuera evangeliza­do por los mismos religiosos, la oposición al excesivo número de Ordenes misioneras en América y los preceptos de que los evangelizadores utilizaran solamente un determinado texto para el aprendizaje de lo que tenían que saber de memoria.

 

D)         Métodos de persuasión

Un sexto principio, también unánimemente aceptado, fue el de la voluntariedad de la conversión, punto en el que han inducido a error determi­nadas conductas de pobladores españoles y criollos. El que la evangelización estuviera durante algún tiempo precedida por la conquista armada y des­pués más o menos protegida por la denominada «escolta», nunca indujo a los misioneros a confundir la evangelización con la coacción. No sabemos de ninguno que obligara a los indios a convertirse o a que se bautizaran, porque todos sabían que la conversión, además de la gracia, presuponía la libre voluntad del bautizado. Aún más: fueron muy numerosas las veces, sobre todo durante la primera parte del siglo xvi, o etapa de las conquistas, en las que se les insistió en que antes de bautizar a nadie se cercioraran de que el indio no sólo quería hacerse cristiano voluntariamente, sino de que ni si­quiera actuaba para ganarse el aprecio de los conquistadores, de los colonos o de los propios evangelizadores.

En este punto, sin embargo, hay que tener en cuenta que nuestro actual concepto de libertad no coincide totalmente con el de los evangelizadores americanos, razón por la cual estos últimos tampoco se vieron obligados a practicar el principio con la exquisitez con que se procedería ahora.

Todos los misioneros americanos estuvieron también acordes  (séptimo principio) en que, salvadas las innegables diferencias personales y sociales existentes entre unos indios y otros y entre las diversas tribus o «naciones» entre sí, todos los nativos del Nuevo Mundo eran como niños grandes a los que había que tratar como tales.

Esta persuasión influyó decisivamente en varios aspectos de la evangeli­zación, a los que se aludirá en su lugar. De momento baste con indicar que fue ella la que indujo a los misioneros a adoptar un triple y característico comportamiento respecto de los indígenas.

Desde el punto de vista intelectual: a considerarlos siempre y en todas partes, aunque no siempre en el mismo grado, como gentes de mentalidad infantil a la que había que suministrarle la doctrina evangélica en pequeñas dosis, de manera sencilla y clara, reiteradamente, con autoridad más que razonando filosóficamente y evitando cuanto pudiera dar lugar a confusión.

Desde el punto de vista afectivo: a relacionarse con ellos como los padres con los hijos, es decir, siempre con cariño, de palabra y obra y, en ocasiones, con castigos, bajo la consigna universal de que nunca fuera el misionero en persona quien los ejecutara y de que las penas se impusieran con moderación, por ejemplo, un máximo de seis azotes en circunstancias normales.

Desde el punto de vista psíquico: a considerarlos emocionalmente ines­tables, tornadizos, volubles, desconfiados y no siempre veraces, pero al mismo tiempo dóciles una vez ganados afectivamente, por lo que la postura generalizada de los misioneros fue la de guardar siempre cierta reserva tanto en el aspecto puramente religioso como incluso en el de la seguridad per­sonal.

Un ulterior y octavo punto de coincidencia, prácticamente universal, fue el de la apreciación de la «condición miserable» de los indios, en el sentido de considerarlos como seres indefensos ante otros más poderosos (conquistadores, encomenderos, corregidores, caciques indígenas), ante agentes externos (enfermedades, tragedias o convulsiones de la naturaleza) y ante la dureza de la vida (alimentación, vestido, vivienda), situación esta última normal en un ambiente primitivo, pero que resultaba difícil de sopor­tar para hombres como los misioneros, pertenecientes a un mundo mucho más cómodo por más evolucionado. De ahí sus esfuerzos por simultanear la evangelización con la tarea de defender al indígena y ayudarle en todas sus necesidades, como lo prescribían las obras de misericordia que ellos mismos inculcaban a los nativos.



[1] Cf. Pedro Borges [ed.] Historia de la Iglesia Hispanoamérica pg.423-610.

[2] BERNARDINO BRAVO LIRA. EL ESTADO MISIONAL, UNA INSTITUCIÓN DE AMÉRICA INDIA Y FILIPINAS En: IGNASI, Josep. TINEO, Primitivo, Evangelización y teología en América (Siglo XVI), X Simposio internacional de Teología de la Universidad de Navarra. Vol. I. P.U.N, S. A. Pamplona, 1990

[3] Pontificia Comisión Pro América Latina., Historia de la evangelización de América. Trayectoria, identidad y esperanza de un Continente. (Actas Simposio Internacional, Ciudad del Vaticano, 11-14 de mayo de 1992), José Escudero Imbert, coord. pp 19-33. EL V CENTENARIO DEL COMIENZO DE LA EVANGELIZACIÓN DEL NUEVO MUNDO VISTO DESDE ESPAÑA: EL MANDATO DE ANUNCIAR EL EVANGELIO  EMMO. SR. CARD. MARCELO GONZALEZ MARTÍN  Arzobispo de Toledo y Primado de España.

[4] Pontificia Comissio Pro America Latina., Historia de la evangelización de América. Trayectoria identidad y esperanza de un Continente. (Actas Simposio Internacional, Ciudad del Vaticano, 11-14 de mayo de 1992). José Escudero Imbert, coord. pp.35 45  EL V CENTENARIO DEL COMIENZO DE LA EVANGELIZACIÓN DEL NUEVO MUNDO, VISTO DESDE AMÉRICA: LOS DESAFÍOS DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN   Emmo. Sr. Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez Arzobispo de Santo Domingo y Primado de América  Presidente del CELAM

[5] EL ESTADO MISIONAL, UNA INSTITUCIÓN DE AMÉRICA INDIA Y FILIPINAS

BERNARDINO BRAVO LIRA  En: IGNASI, Josep. TINEO, Primitivo, Evangelización y teología en América (Siglo XVI), X Simposio internacional de Teología de la Universidad de Navarra. Vol. I. P.U.N, S. A. Pamplona, 1990

[6] Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, (siglos XV-XIX)Volumen I: Aspectos generales. Obra dirigida por Pedro Borges Biblioteca de Autores Cristianos, Estudio Teológico  de San Ildefonso de Toledo, Quinto Centenario (España), Toledo 1992

[7]EVANGELIZACIÓN Y TEOLOGÍA EN AMÉRICA (SIGLO XVI) TOMO II: SIMPOSIO INTERNACIONAL  DE  TEOLOGÍA  DE  LA  UNIVERSIDAD  DE  NAVARRA      PAMPLONA,  1990.  RESUME / ESQUEMA: LA JERARQUÍA DE LA   IGLESIA   EN   INDIAS:  1504-1620   pp. 299-346. POR: MÁRCIO DE ABREU FERREIRA

 

[8] Cf. Pedro Borges [ed.] Historia de la Iglesia Hispanoamérica pg.495-534.

 





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