Leonardo Mondadori - De agnóstico radical a católico comprometido
Leonardo Mondadori, coloso editorial italiano, ha muerto en Milán ocho meses después de contar a sus lectores su proceso de conversión. Era un incrédulo o un agnóstico, pero la experiencia de operarse a corazón abierto le condujo a un periodo de reflexión y de arrepentimiento.
Tenía mujer, tres hijos y ha fallecido sin poder llevar a cabo el proyecto que le obsesionaba en los últimos meses: una exposición ejemplar sobre el Nuevo Testamento. La conversión al catolicismo practicante e influyente se produjo once años después de haber dado el visto bueno a la conversión empresarial. Silvio Berlusconi, magnate del imperio Finninvest, consiguió seducirle para que cediera la titularidad del grupo editorial.
Leonardo Mondadori, vino al mundo en el seno de una familia próspera y de inclinaciones intelectuales. Sus padres se divorciaron y él mismo tuvo tres hijos de dos esposas. Pero su familia le dio una estricta educación católica. Más tarde, estudió filosofía, viajó incansablemente y comenzó a curtirse como responsable de las ediciones infantiles. Las primeras experiencias sirvieron de trampolín mediático en la década de los 80. De ahí proceden el nacimiento de las colecciones Electa y Leonardo Arte, bastante respetadas en el mundo cultural italiano.
Sin embargo, la buena fama intelectual y creativa convivía con la faceta de playboy. No era difícil verle acompañado de señoras exuberantes ni encontrarse con él en cualquier sarao mundano y frívolo de Milán.
Leonardo Mondadori abandona la vida de los mortales después de haber ocupado la primera fila en la ceremonia de canonización de Escrivá de Balaguer y de haber convertido la editorial del abuelo en el número uno de ventas italiano (22% del mercado nacional)
<<Me he convertido porque el Evangelio es el libro de instrucciones para uso del hombre. Jesús es la respuesta a nuestros interrogantes. He descubierto la oración, la confesión. Y he llegado a la conclusión de que la Iglesia ha permanecido como el último baluarte del hombre contra las locuras que predominan en nuestro tiempo>>.
(El Mundo, 15 de diciembre de 2002)
Leonardo Mondadori
es presidente del principal grupo editorial italiano. En un libro titulado
Conversione. Una storia personale, publicado por su propia editorial, la
famosa Editrice Mondadori, cuenta su extraordinaria experiencia religiosa:
de ateo sin remedio a creyente que ha decidido vivir en castidad. Su
testimonio público de fe católica ha revolucionado el ambiente laico de la
cultura italiana. Otro converso, Vittorio Messori, ha sido su interlocutor
en un libro-entrevista que se ha convertido en un best-seller en Italia.
No es frecuente que una figura de la jet society hable en público de
cuestiones espirituales. Menos aún, que cuente su conversión. Pero lo que
más ha sorprendido es que detrás de todo no haya ningún episodio
extraordinario, sino un largo y pacífico proceso que le ha hecho
redescubrir, con la fe, los sacramentos, la oración, la dirección
espiritual, la castidad... Todo ello a los 55 años y después de muchas
peripecias personales a lo largo de su vida.
El cambio empezó en 1992 y se inició cuando su empresa se disponía a
publicar Camino, en el año de la beatificación de su autor, Josemaría
Escrivá de Balaguer. Con este motivo entró en contacto con algunos miembros
del Opus Dei, y poco a poco se produjo su conversión. Ahora, diez años
después, ha decidido que valía la pena dar a conocer a otros ese itinerario
suyo personal. Al principio, pensaba hacerlo mediante un ensayo que diera
respuesta a las objeciones más frecuentes que las personas de su ambiente
suelen poner a la fe. Pero cuando envió el borrador del libro a Vittorio
Messori, para pedirle su parecer, el escritor le sugirió que lo mejor era
que simplemente contara su experiencia. “Como dice Evagrio Pontico -un monje
del siglo IV-, a una teoría se le puede contraponer otra teoría, pero ¿quién
puede contradecir a una vida?”. Y así surgió el libro Conversione. Una
storia personale, firmado por ambos.
Una de las cosas que más llama la atención del libro, en el que Messori hace
de cronista, intercalando también su propia experiencia personal de
converso, es precisamente la fuerza de la experiencia vivida. Algo que se
hace particularmente evidente cuando Mondadori habla del divorcio y de su
vida de divorciado, y subraya sin empacho la sabiduría de la doctrina de la
Iglesia sobre el matrimonio, “y lo hago basándome en lo que he padecido y he
hecho padecer".
El motivo por el que ha querido hacer públicos esos aspectos de su
intimidad, a pesar de los comentarios sarcásticos que tal vez pueda
producir, es la constatación de que en el Evangelio se encuentran las
verdaderas “instrucciones de uso” para el hombre. “Habré logrado mi objetivo
solo con que uno de los lectores encuentre en las páginas del libro un poco
de luz”.
Ahora va a misa todos los domingos, tiene un director espiritual, frecuenta
habitualmente los sacramentos y en particular la confesión, y por último, ha
decidido -él, divorciado dos veces, hombre con fama de donjuán-, vivir
soltero en castidad.
ENTREVISTA DE MICHELLE BRAMBILA,
CORRIERE DELLA SERA, MILÁN.
-Doctor Mondadori, ¿por qué ha decidido hacer pública esta experiencia suya?
¿Se da cuenta de que entre los intelectuales, escritores y editores algunas
de sus palabras –por ejemplo las que se refieren a la obediencia al
Magisterio– están terriblemente fuera de moda?
-Claro que me doy cuenta. De no hacerlo sería un inconsciente. Pero lo que
me da miedo no es el riesgo de ser considerado pasado de moda. Lo que temo
es no ser comprendido. Habrá quien diga: «Ya está, seguro que tiene un
tumor, está a punto de morir, y entonces se entrega a la religión...».
-Sí, el tumor: otro tema delicado y personalísimo que usted no duda en
revelar...
He tenido dos tumores: uno en el tiroides y un carcinoma en páncreas e
hígado. Hoy para este mal existe una terapia muy eficaz. No, la enfermedad
no tiene nada que ver con la conversión.
-En resumen: usted ha tenido que afrontar escarnios y perfidias. Y aun
así, ha decidido salir al descubierto. ¿Por qué?
-Porque si un solo lector encuentra, en las páginas de Conversión, un poco
de luz, habré conseguido mi objetivo.
-Vittorio Messori, otro converso, escribe en el libro que su vida cambió
tras una experiencia particular, tal vez –hace intuir– tras algo que se
parece a una experiencia mística. ¿También a usted le ha sucedido algo
similar?
-No, ninguna experiencia mística. Para mí ha sido un continuum, una
sensibilidad que ha ido creciendo. Con muchas caídas, entendámonos. Pero
también con la voluntad de volver a levantarse siempre.
-Habrá un día, un encuentro, un rostro, un lugar, en fin, un hecho del
que todo haya comenzado. ¿O no?
-Sí, recuerdo un desayuno con Pippo Corigliano, responsable de Relaciones
públicas del Opus Dei. Hablo de 1992, y yo, en aquella época, no me
interesaba lo más mínimo por la religión, ni mucho menos por la Iglesia.
Pero sentía que mi vida estaba, ¿cómo decir?, llena de errores. Llevaba ya a
mi espalda dos divorcios, tres hijos de mujeres distintas... Corigliano me
impactó mucho. Decidí encontrarme con él otras veces. Empecé a pedirle algún
consejo. Fue muy discreto. Me dijo: «Si estás abierto a estas cosas, te
propongo que vayas a hablar con un sacerdote que conozco».
-¿Y acudió a él?
-Naturalmente. Un sacerdote excepcional. Me tuvo un gran respeto. Empecé a
fiarme de él, a seguir sus sugerencias. Y, poco a poco, siguiendo lo que me
decía, me di cuenta de que encontraba las respuestas que buscaba. Fui presa
de un gran entusiasmo, quería cambiar mi vida de golpe. Y él, con gran
realismo, me frenaba: «No tengas prisa –me decía–, Dios no te pide
imposibles, procede con calma». No he dejado nunca a este sacerdote, que es
en este momento mi director espiritual.
-¿Qué le ha convencido de que el cristianismo es verdadero?
-La constatación de que el Evangelio es realmente el libro de instrucciones
para el uso del hombre; que Jesucristo es de verdad la respuesta a todos
nuestros interrogantes; que sólo quien sigue a Cristo se realiza plenamente.
Ésta ha sido la primera prueba que he hallado. A ella se le añadió después
otra prueba más: la oración. He experimentado que, cuando se pide algo a
Dios con sinceridad y con intención recta, siempre se es atendido.
-Usted en el libro cuenta con emoción el retorno a la confesión.
-Sería más apropiado decir el descubrimiento de la confesión. Sí, fue un
gozo inmenso. Me recordó cosas que había reprimido. Y también me sentí en
paz con Dios. Feliz. Feliz como lo fui en mi verdadera Primera Comunión, en
Nueva York, la vigilia de Navidad de 1993.
-Hoy son muchos los que vuelven a la religión escogiendo un camino
personal, una especie de relación privada con Dios. Usted en cambio ha
escogido la mediación de la Iglesia. ¿Por qué?
-Es una cuestión sobre la que nunca he tenido dudas. La Iglesia ha quedado
como el último baluarte contra las locuras de nuestro tiempo. Sé que paso
por ser una persona un poco extravagante cuando, por ejemplo, hablo de
castidad pre-matrimonial. Pero, ¿acaso darse por entero a sí mismo por
primera vez sólo después de la boda no es un cemento extraordinario para un
matrimonio? ¿Es que la lógica de hoy, por la cual todo está permitido en
este campo, ha hecho a los hombres más felices? También aquí la realidad, la
vida, me ha demostrado que quien sigue la ortodoxia católica presente desde
hace 2.000 años no es defraudado.
-¿Tiene aún miedo a la muerte?
Tengo miedo de la muerte física, es decir, me da miedo pensar en el momento
en que moriré. Pero me digo: ¿por qué Jesús se hizo crucificar? O el
cristianismo es un engaño, o bien en la crucifixión está nuestra salvación.
-¿No teme que sea un engaño?
No. Yo, la prueba de que Jesús existe, la tengo. Y si está ahora, estará
también después de nuestra muerte. Cómo será este después yo no lo sé. Pero
estoy cierto de que, para quien está en paz con Dios, será muy hermoso.
Cortesía de www.interrogantes.net