¡La TV secuestró a mamá!
«La televisión ha acabado
con el cine, el teatro, las tertulias y la lectura.
Ahora tantos canales terminan con la unidad familiar»
Antonio Mingote, dibujante y humorista español
La tecnología de la televisión ha llegado a los hogares --por lo menos con
un aparato transmisor-- como un miembro más de la familia, pero al mismo
tiempo, como un «ser» ajeno y secuestrador de quienes componen la familia. Y
mamá ha caído en sus manos. La recompensa para devolverla, que este intruso
pide, es la instalación de más aparatos en casa y, si es posible, con una
programación de televisión por cable, para poder adueñarse de los demás.
Sus herramientas de seducción y de ataque son las telenovelas, los programas
de espectáculos, los talk shows, los ejercicios matutinos, las recetas de
cocina, y para las denominadas mujeres modernas que han «roto el espacio
doméstico» se encuentran los horóscopos, la moda, la música, los cambios de
imagen, el resumen de telenovela que no pueden ver, las series de consejos
sexuales, etcétera.
Mientras tanto, en casa todo es un desorden, porque mamá esta como
hipnotizada, no quieren que la molesten, mucho menos que le hagan ruido;
parece que se encuentra descifrando frase por frase y, aunque parece estar
haciendo otras cosas o estar escuchando a sus hijos o esposo, la atención
que le reclama la televisión aún es más importante.
Este tipo de secuestros no físicos pero sí simbólicos están de una u otra
forma deshaciendo uniones familiares. Es como si en casa todos se
convirtieran en las marionetas de un visitante que requiere de la voluntad
humana para ser activado, pero una vez que ha logrado tender las trampas
suficientes para secuestrar, no se va del hogar hasta la noche y entonces
vence a los seres humanos con toda una programación sutilmente seleccionada,
no para apoyarlos en sus problemas y muchos menos para aconsejar o ser capaz
de brindar una formación humanista; más bien lo que intenta es encerrarlos
en una burbuja invisible que sólo cuando se oprime el stop revienta y
devuelve a mamá muy cansada, sólo dispuesta a cocinar la receta de la TV o
ir a la cama para descansar.
¿Será posible que nuestra voluntad sea tan débil para que continuemos
permitiendo los secuestros de este aparato extraño y nos arrebaten a
nuestros seres queridos, sus miradas, caricias y conversaciones? En algunas
moradas ya logró inmiscuirse de tal forma que ahora le nombran la niñera de
los bebés y niños, el mentor de los adolescentes. ¿Se irá a convertir en la
ama de llaves de mamá y papá?
La televisión devolverá a mamá cuando se tenga la suficiente conciencia y
fuerza de voluntad para entender que ese intruso no es más que el mecanismo
para enajenar a la familia, para suplir los rostros de una mamá que tal vez
no tenga valor para comprometerse a ejercer un rol de unión, de fraternidad,
de compresión y atención para con los demás. El día en que la televisión
absorba totalmente a mamá nos preguntaremos: ¿y ahora quién sigue? (Por
María Velázquez Dorantes, cortesía Observador 600)