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La versión Biblia de Jerusalén 

Al final de cada capítulo encontrará el mismo pasaje
en la versión de la Biblia de Jerusalén

 

Capítulo 1

1:1

PRINCIPIO del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

 cm dom. 1,1-8 -

1:2

Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío á mi mensajero delante de tu faz, Que apareje tu camino delante de ti.

1:3

Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; Enderezad sus veredas.

1:4

Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo del arrepentimiento para remisión de pecados.

1:5

Y salía á Él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalem; y eran todos, bautizados por Él en el río de Jordán, confesando sus pecados.

1:6

Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre.

1:7

Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos.

 cm dom. 1,7-11 -

1:8

Yo á la verdad os he bautizado con agua; mas Él os bautizará con Espíritu Santo.

1:9

Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fué bautizado por Juan en el Jordán.

1:10

Y luego, subiendo del agua, vió abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma, que descendía sobre Él.

1:11

Y hubo una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tomo contentamiento.

1:12

Y luego el Espíritu le impele al desierto.

 cm dom. 1,12-15 -

1:13

Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.

1:14

Mas después que Juan fué encarcelado, Jesús vino á Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,

 cm dom. 1,14-20 -

1:15

Y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio.

1:16

Y pasando junto á la mar de Galilea, vió á Simón, y á Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores.

1:17

Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.

1:18

Y luego, dejadas sus redes, le siguieron.

1:19

Y pasando de allí un poco más adelante, vió á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes.

1:20

Y luego los llamó: y dejando á su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de Él.

1:21

Y entraron en Capernaum; y luego los sábados, entrando en la sinagoga, enseñaba.

 cm dom. 1,21-28 -

1:22

Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas.

1:23

Y había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual dió voces,

1:24

Diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido á destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.

1:25

Y Jesús le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de Él.

1:26

Y el espíritu inmundo, haciéndole pedazos, y clamando á gran voz, salió de Él.

1:27

Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen?

1:28

Y vino luego su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.

1:29

Y luego saliendo de la sinagoga, vinieron á casa de Simón y de Andrés, con Jacobo y Juan.

1:30

Y la suegra de Simón estaba acostada con calentura; y le hablaron luego de ella.

1:31

Entonces llegando Él, la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la calentura, y les servía.

1:32

Y cuando fué la tarde, luego que el sol se puso, traían á Él todos los que tenían mal, y endemoniados;

1:33

Y toda la ciudad se juntó á la puerta.

1:34

Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba decir á los demonios que le conocían.

1:35

Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fué á un lugar desierto, y allí oraba.

1:36

Y le siguió Simón, y los que estaban con Él;

1:37

Y hallándole, le dicen: Todos te buscan.

1:38

Y les dice: Vamos á los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.

1:39

Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.

 cm dom. 1,39-49 -

1:40

Y un leproso vino á Él, rogándole; é hincada la rodilla, le dice: Si quieres, puedes limpiarme.

 cm dom. 1,40-45 -

1:41

Y Jesús, teniendo misericordia de Él, extendió su mano, y le tocó, y le dice: Quiero, sé limpio.

1:42

Y así que hubo Él hablado, la lepra se fué luego de aquél, y fué limpio.

1:43

Entonces le apercibió, y despidióle luego,

1:44

Y le dice: Mira, no digas á nadie nada; sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio á ellos.

1:45

Mas Él salido, comenzó á publicarlo mucho, y á divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, sino que estaba fuera en los lugares desiertos; y venían á Él de todas partes.

Mar 1:1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Mar 1:2 Conforme está escrito en Isaías el profeta: Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino.
Mar 1:3 Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas,
Mar 1:4 apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.
Mar 1:5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
Mar 1:6 Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
Mar 1:7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias.
Mar 1:8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Mar 1:9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Mar 1:10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él.
Mar 1:11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.»
Mar 1:12 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto,
Mar 1:13 y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían.
Mar 1:14 Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios:
Mar 1:15 «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.»
Mar 1:16 Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Mar 1:17 Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.»
Mar 1:18 Al instante, dejando las redes, le siguieron.
Mar 1:19 Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes;
Mar 1:20 y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.
Mar 1:21 Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar.
Mar 1:22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Mar 1:23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar:
Mar 1:24 «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.»
Mar 1:25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.»
Mar 1:26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
Mar 1:27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.»
Mar 1:28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.
Mar 1:29 Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
Mar 1:30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella.
Mar 1:31 Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
Mar 1:32 Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados;
Mar 1:33 la ciudad entera estaba agolpada a la puerta.
Mar 1:34 Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.
Mar 1:35 De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración.
Mar 1:36 Simón y sus compañeros fueron en su busca;
Mar 1:37 al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan.»
Mar 1:38 El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido.»
Mar 1:39 Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
Mar 1:40 Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Mar 1:41 Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.»
Mar 1:42 Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio.
Mar 1:43 Le despidió al instante prohibiéndole severamente:
Mar 1:44 «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.»
Mar 1:45 Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.

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Capítulo 2

2:1

Y ENTRÓ otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa.

 cm dom. 2,1-12 -

2:2

Y luego se juntaron á Él muchos, que ya no cabían ni aun á la puerta; y les predicaba la palabra.

2:3

Entonces vinieron á Él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro.

2:4

Y como no podían llegar á Él á causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.

2:5

Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.

2:6

Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,

2:7

Decían: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?

2:8

Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?

2:9

¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, ó decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?

2:10

Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los pecados, (dice al paralítico):

2:11

A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete á tu casa.

2:12

Entonces Él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron á Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.

2:13

Y volvió á salir á la mar, y toda la gente venía á Él, y los enseñaba.

2:14

Y pasando, vió á Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de los públicos tributos, y le dice: Sígueme. Y levantándose le siguió.

2:15

Y aconteció que estando Jesús á la mesa en casa de Él, muchos publicanos y pecadores estaban también á la mesa juntamente con Jesús y con sus discípulos: porque había muchos, y le habían seguido.

2:16

Y los escribas y los Fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron á sus discípulos: ¿Qué es esto, que Él come y bebe con los publicanos y con los pecadores?

2:17

Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, mas los que tienen mal. No he venido á llamar á los justos, sino á los pecadores.

2:18

Y los discípulos de Juan, y de los Fariseos ayunaban; y vienen, y le dicen: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los Fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?

 cm dom. 2,18-22 -

2:19

Y Jesús les dice: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo no pueden ayunar.

2:20

Mas vendrán días, cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.

2:21

Nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; de otra manera el mismo remiendo nuevo tira del viejo, y la rotura se hace peor.

2:22

Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.

2:23

Y aconteció que pasando Él por los sembrados en sábado, sus discípulos andando comenzaron á arrancar espigas.

 cm dom. 2,23 – 3,6  -

2:24

Entonces los Fariseos le dijeron: He aquí, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?

2:25

Y Él les dijo: ¿Nunca leísteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y tuvo hambre, Él y los que con Él estaban:

2:26

Cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiathar sumo pontífice, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino á los sacerdotes, y aun dió á los que con Él estaban?

2:27

También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado.

2:28

Así que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado.

Mar 2:1 Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa.
Mar 2:2 Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra.
Mar 2:3 Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro.
Mar 2:4 Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico.
Mar 2:5 Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.»
Mar 2:6 Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones:
Mar 2:7 «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?»
Mar 2:8 Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones?
Mar 2:9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate, toma tu camilla y anda?"
Mar 2:10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice al paralítico -:
Mar 2:11 "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."»
Mar 2:12 Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»
Mar 2:13 Salió de nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a él, y él les enseñaba.
Mar 2:14 Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» El se levantó y le siguió.
Mar 2:15 Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían.
Mar 2:16 Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores?»
Mar 2:17 Al oír esto Jesús, les dice: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»
Mar 2:18 Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?»
Mar 2:19 Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar.
Mar 2:20 Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día.
Mar 2:21 Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor.
Mar 2:22 Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo, en pellejos nuevos.
Mar 2:23 Y sucedió que un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas.
Mar 2:24 Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?»
Mar 2:25 El les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre,
Mar 2:26 cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?»
Mar 2:27 Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado.
Mar 2:28 De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.»

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Capítulo 3

3:1

Y OTRA vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.

3:2

Y le acechaban si en sábado le sanaría, para acusarle.

3:3

Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate en medio.

3:4

Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábado, ó hacer mal? ¿salvar la vida, ó quitarla? Mas ellos callaban.

3:5

Y mirándolos alrededor con enojo, condoleciéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fué restituída sana.

3:6

Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los Herodianos contra Él, para matarle.

3:7

Mas Jesús se apartó á la mar con sus discípulos: y le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea.

3:8

Y de Jerusalem, y de Idumea, y de la otra parte del Jordán. Y los de alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron á Él.

3:9

Y dijo á sus discípulos que le estuviese siempre apercibida la barquilla, por causa del gentío, para que no le oprimiesen.

3:10

Porque había sanado á muchos; de manera que caían sobre Él cuantos tenían plagas, por tocarle.

3:11

Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de Él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

3:12

Mas Él les reñía mucho que no le manifestasen.

3:13

Y subió al monte, y llamó á sí á los que Él quiso; y vinieron á Él.

3:14

Y estableció doce, para que estuviesen con Él, y para enviarlos á predicar.

3:15

Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios:

3:16

A Simón, al cual puso por nombre Pedro;

3:17

Y á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan hermano de Jacobo; y les apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno;

3:18

Y á Andrés, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Mateo, y á Tomas, y á Jacobo hijo de Alfeo, y á Tadeo, y á Simón el Cananita,

3:19

Y á Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron á casa.

3:20

Y agolpóse de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.

 cm dom. 3,20-36 -

3:21

Y como lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle: porque decían: Está fuera de sí.

3:22

Y los escribas que habían venido de Jerusalem, decían que tenía á Beelzebub, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.

3:23

Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera á Satanás?

3:24

Y si algún reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer el tal reino.

3:25

Y si alguna casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la tal casa.

3:26

Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede permanecer; antes tiene fin.

3:27

Nadie puede saquear las alhajas del valiente entrando en su casa, si antes no atare al valiente y entonces saqueará su casa.

3:28

De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados á los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;

3:29

Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas está expuesto á eterno juicio.

3:30

Porque decían: Tiene espíritu inmundo.

3:31

Vienen después sus hermanos y su madre, y estando fuera, enviaron á Él llamándole.

3:32

Y la gente estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos te buscan fuera.

3:33

Y Él les respondió, diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?

3:34

Y mirando á los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: He aquí mi madre y hermanos.

3:35

Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

Mar 3:1 Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada.
Mar 3:2 Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle.
Mar 3:3 Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.»
Mar 3:4 Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban.
Mar 3:5 Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su mano.
Mar 3:6 En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle.
Mar 3:7 Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea,
Mar 3:8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él.
Mar 3:9 Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran.
Mar 3:10 Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle.
Mar 3:11 Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»
Mar 3:12 Pero él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.
Mar 3:13 Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él.
Mar 3:14 Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar
Mar 3:15 con poder de expulsar los demonios.
Mar 3:16 Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro;
Mar 3:17 a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno;
Mar 3:18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo
Mar 3:19 y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.
Mar 3:20 Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer.
Mar 3:21 Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: «Está fuera de sí.»
Mar 3:22 Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios.»
Mar 3:23 El, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?
Mar 3:24 Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir.
Mar 3:25 Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir.
Mar 3:26 Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin.
Mar 3:27 Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa.
Mar 3:28 Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean.
Mar 3:29 Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.»
Mar 3:30 Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo.»
Mar 3:31 Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar.
Mar 3:32 Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.»
Mar 3:33 El les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?»
Mar 3:34 Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos.
Mar 3:35 Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»

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Capítulo 4

4:1

Y OTRA vez comenzó á enseñar junto á la mar, y se juntó á Él mucha gente; tanto, que entrándose Él en un barco, se sentó en la mar: y toda la gente estaba en tierra junto á la mar.

4:2

Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina:

4:3

Oid: He aquí, el sembrador salió á sembrar.

4:4

Y aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo, y la tragaron.

4:5

Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda:

4:6

Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó.

4:7

Y otra parte cayó en espinas; y subieron las espinas, y la ahogaron, y no dió fruto.

4:8

Y otra parte cayó en buena tierra, y dió fruto, que subió y creció: y llevó uno á treinta, y otro á sesenta, y otro á ciento.

4:9

Entonces les dijo: El que tiene oídos para oir, oiga.

4:10

Y cuando estuvo solo, le preguntaron los que estaban cerca de Él con los doce, sobre la parábola.

4:11

Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios; mas á los que están fuera, por parábolas todas las cosas;

4:12

Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo, oigan y no entiendan: porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.

4:13

Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?

4:14

El que siembra es el que siembra la palabra.

4:15

Y éstos son los de junto al camino: en los que la palabra es sembrada: mas después que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la palabra que fué sembrada en sus corazones.

4:16

Y asimismo éstos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, luego la toman con gozo;

4:17

Mas no tienen raíz en sí, antes son temporales, que en levantándose la tribulación ó la persecución por causa de la palabra, luego se escandalizan.

4:18

Y éstos son los que son sembrados entre espinas: los que oyen la palabra;

4:19

Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se hace infructuosa.

4:20

Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno á treinta, otro á sesenta, y otro á ciento.

4:21

También les dijo: ¿Tráese la antorcha para ser puesta debajo del almud, ó debajo de la cama? ¿No es para ser puesta en el candelero?

4:22

Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de descubrirse.

4:23

Si alguno tiene oídos para oir, oiga.

4:24

Les dijo también: Mirad lo que oís: con la medida que medís, os medirán otros, y será añadido á vosotros los que oís.

4:25

Porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

4:26

Decía más: Así es el reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra;

  cm dom. 4,26-34 -

4:27

Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece como Él no sabe.

4:28

Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;

4:29

Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada.

4:30

Y decía: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿ó con qué parábola le compararemos?

4:31

Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra;

4:32

Mas después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las legumbres, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo puedan morar bajo su sombra.

4:33

Y con muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que podían oir.

4:34

Y sin parábola no les hablaba; mas á sus discípulos en particular declaraba todo.

4:35

Y les dijo aquel día cuando fué tarde: Pasemos de la otra parte.

 cm dom. 4,35-41 -

4:36

Y despachando la multitud, le tomaron como estaba, en el barco; y había también con Él otros barquitos.

4:37

Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se henchía.

4:38

Y Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron, y le dicen: ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos?

4:39

Y levantándose, increpó al viento, y dijo á la mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y fué hecha grande bonanza.

4:40

Y á ellos dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

4:41

Y temieron con gran temor, y decían el uno al otro. ¿Quién es éste, que aun el viento y la mar le obedecen?

Mar 4:1 Y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar.
Mar 4:2 Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción:
Mar 4:3 «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar.
Mar 4:4 Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron.
Mar 4:5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra;
Mar 4:6 pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó.
Mar 4:7 Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto.
Mar 4:8 Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento.»
Mar 4:9 Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
Mar 4:10 Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas.
Mar 4:11 El les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas,
Mar 4:12 para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone.»
Mar 4:13 Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas?
Mar 4:14 El sembrador siembra la Palabra.
Mar 4:15 Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos.
Mar 4:16 De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría,
Mar 4:17 pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben en seguida.
Mar 4:18 Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra,
Mar 4:19 pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto.
Mar 4:20 Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento.»
Mar 4:21 Les decía también: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero?
Mar 4:22 Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto.
Mar 4:23 Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
Mar 4:24 Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces.
Mar 4:25 Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.»
Mar 4:26 También decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra;
Mar 4:27 duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo.
Mar 4:28 La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga.
Mar 4:29 Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega.»
Mar 4:30 Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos?
Mar 4:31 Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra;
Mar 4:32 pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra.»
Mar 4:33 Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle;
Mar 4:34 no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.
Mar 4:35 Este día, al atardecer, les dice: «Pasemos a la otra orilla.»
Mar 4:36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él.
Mar 4:37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca.
Mar 4:38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»
Mar 4:39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza.
Mar 4:40 Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?»
Mar 4:41 Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?»

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Capítulo 5

5:1

Y VINIERON de la otra parte de la mar á la provincia de los Gadarenos.

5:2

Y salido Él del barco, luego le salió al encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,

5:3

Que tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar;

5:4

Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por Él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar.

5:5

Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, é hiriéndose con las piedras.

5:6

Y como vió á Jesús de lejos, corrió, y le adoró.

5:7

Y clamando á gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.

5:8

Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.

5:9

Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.

5:10

Y le rogaba mucho que no le enviase fuera de aquella provincia.

5:11

Y estaba allí cerca del monte una grande manada de puercos paciendo.

5:12

Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos á los puercos para que entremos en ellos.

5:13

Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en la mar; los cuales eran como dos mil; y en la mar se ahogaron.

5:14

Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.

5:15

Y vienen á Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.

5:16

Y les contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.

5:17

Y comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos.

5:18

Y entrando Él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con Él.

5:19

Mas Jesús no le permitió, sino le dijo: Vete á tu casa, á los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.

5:20

Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesús había hecho con Él: y todos se maravillaban.

5:21

Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á Él gran compañía; y estaba junto á la mar.

 cm dom. 5,21-43 -

5:22

Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vió, se postró á sus pies,

5:23

Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.

5:24

Y fué con Él, y le seguía gran compañía, y le apretaban.

5:25

Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía,

5:26

Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,

5:27

Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido.

5:28

Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva.

5:29

Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.

5:30

Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de Él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?

5:31

Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?

5:32

Y Él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto.

5:33

Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de Él, y le dijo toda la verdad.

5:34

Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote.

5:35

Hablando aún Él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?

5:36

Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.

5:37

Y no permitió que alguno viniese tras Él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.

5:38

Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, los que lloraban y gemían mucho.

5:39

Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, mas duerme.

5:40

Y hacían burla de Él: mas Él, echados fuera todos, toma al padre y á la madre de la muchacha, y á los que estaban con Él, y entra donde la muchacha estaba.

5:41

Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate.

5:42

Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y se espantaron de grande espanto.

5:43

Mas Él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.

Mar 5:1 Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos.
Mar 5:2 Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo
Mar 5:3 que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas,
Mar 5:4 pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle.
Mar 5:5 Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras.
Mar 5:6 Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él
Mar 5:7 y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.»
Mar 5:8 Es que él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.»
Mar 5:9 Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos.»
Mar 5:10 Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.
Mar 5:11 Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte;
Mar 5:12 y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.»
Mar 5:13 Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara - unos 2.0000 se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar.
Mar 5:14 Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido.
Mar 5:15 Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor.
Mar 5:16 Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos.
Mar 5:17 Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.
Mar 5:18 Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con él.
Mar 5:19 Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti.»
Mar 5:20 El se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.
Mar 5:21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar.
Mar 5:22 Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies,
Mar 5:23 y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.»
Mar 5:24 Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
Mar 5:25 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años,
Mar 5:26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor,
Mar 5:27 habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto.
Mar 5:28 Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.»
Mar 5:29 Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.
Mar 5:30 Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?»
Mar 5:31 Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
Mar 5:32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho.
Mar 5:33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad.
Mar 5:34 El le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.»
Mar 5:35 Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?»
Mar 5:36 Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe.»
Mar 5:37 Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Mar 5:38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos.
Mar 5:39 Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida.»
Mar 5:40 Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña.
Mar 5:41 Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate.»
Mar 5:42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor.
Mar 5:43 Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.

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Capítulo 6

6:1

Y SALIÓ de allí, y vino á su tierra, y le siguieron sus discípulos.

 cm dom. 6,1-6 -

6:2

Y llegado el sábado, comenzó á enseñar en la sinagoga; y muchos oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, y tales maravillas que por sus manos son hechas?

6:3

¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus hermanas? Y se escandalizaban en Él.

6:4

Mas Jesús les decía: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.

6:5

Y no pudo hacer allí alguna maravilla; solamente sanó unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.

6:6

Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y rodeaba las aldeas de alrededor, enseñando.

6:7

Y llamó á los doce, y comenzó á enviarlos de dos en dos: y les dió potestad sobre los espíritus inmundos.

 cm dom. 6,7-13 -

6:8

Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente báculo; no alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa;

6:9

Mas que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.

6:10

Y les decía: Donde quiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.

6:11

Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio á ellos. De cierto os digo que más tolerable será el castigo de los de Sodoma y Gomorra el día del juicio, que el de aquella ciudad.

6:12

Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.

6:13

Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite á muchos enfermos, y sanaban.

6:14

Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y por tanto, virtudes obran en Él.

6:15

Otros decían: Elías es. Y otros decían: Profeta es, ó alguno de los profetas.

6:16

Y oyéndolo Herodes, dijo: Este es Juan el que yo degollé: Él ha resucitado de los muertos.

6:17

Porque el mismo Herodes había enviado, y prendido á Juan, y le había aprisionado en la cárcel á causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.

6:18

Porque Juan decía á Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.

6:19

Mas Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía:

6:20

Porque Herodes temía á Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le tenía respeto: y oyéndole, hacía muchas cosas; y le oía de buena gana.

6:21

Y venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su nacimiento, daba una cena á sus príncipes y tribunos, y á los principales de Galilea;

6:22

Y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando á Herodes y á los que estaban con Él á la mesa, el rey dijo á la muchacha: Pídeme lo que quisieres, que yo te lo daré.

6:23

Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino.

6:24

Y saliendo ella, dijo á su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan Bautista.

6:25

Entonces ella entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.

6:26

Y el rey se entristeció mucho; mas á causa del juramento, y de los que estaban con Él á la mesa, no quiso desecharla.

6:27

Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuese traída su cabeza;

6:28

El cual fué, y le degolló en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y la dió á la muchacha, y la muchacha la dió á su madre.

6:29

Y oyéndolo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro.

6:30

Y los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.

 cm dom. 6,30-34 -

6:31

Y Él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían lugar de comer.

6:32

Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte.

6:33

Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos á pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron á Él.

6:34

Y saliendo Jesús vió grande multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y les comenzó á enseñar muchas cosas.

6:35

Y como ya fuese el día muy entrado, sus discípulos llegaron á Él, diciendo: El lugar es desierto, y el día ya muy entrado;

6:36

Envíalos para que vayan á los cortijos y aldeas de alrededor, y compren para sí pan; porque no tienen qué comer.

6:37

Y respondiendo Él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?

6:38

Y Él les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron: Cinco, y dos peces.

6:39

Y les mandó que hiciesen recostar á todos por partidas sobre la hierba verde.

6:40

Y se recostaron por partidas, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.

6:41

Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y partió los panes, y dió á sus discípulos para que los pusiesen delante: y repartió á todos los dos peces.

6:42

Y comieron todos, y se hartaron.

6:43

Y alzaron de los pedazos doce cofines llenos, y de los peces.

6:44

Y los que comieron eran cinco mil hombres.

6:45

Y luego dió priesa á sus discípulos á subir en el barco, é ir delante de Él á Bethsaida de la otra parte, entre tanto que Él despedía la multitud.

6:46

Y después que los hubo despedido, se fué al monte á orar.

6:47

Y como fué la tarde, el barco estaba en medio de la mar, y Él solo en tierra.

6:48

Y los vió fatigados bogando, porque el viento les era contrario: y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino á ellos andando sobre la mar, y quería precederlos.

6:49

Y viéndole ellos, que andaba sobre la mar, pensaron que era fantasma, y dieron voces;

6:50

Porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; yo soy, no temáis.

6:51

Y subió á ellos en el barco, y calmó el viento: y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban:

6:52

Porque aun no habían considerado lo de los panes, por cuanto estaban ofuscados sus corazones.

6:53

Y cuando estuvieron de la otra parte, vinieron á tierra de Genezaret, y tomaron puerto.

6:54

Y saliendo ellos del barco, luego le conocieron.

6:55

Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron á traer de todas partes enfermos en lechos, á donde oían que estaba.

6:56

Y donde quiera que entraba, en aldeas, ó ciudades, ó heredades, ponían en las calles á los que estaban enfermos, y le rogaban que tocasen siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban quedaban sanos.

Mar 6:1 Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen.
Mar 6:2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos?
Mar 6:3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él.
Mar 6:4 Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio.»
Mar 6:5 Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos.
Mar 6:6 Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.
Mar 6:7 Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos.
Mar 6:8 Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja;
Mar 6:9 sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas.»
Mar 6:10 Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí.
Mar 6:11 Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos.»
Mar 6:12 Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran;
Mar 6:13 expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Mar 6:14 Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»
Mar 6:15 Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas.»
Mar 6:16 Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado.»
Mar 6:17 Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
Mar 6:18 Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.»
Mar 6:19 Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
Mar 6:20 pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
Mar 6:21 Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.
Mar 6:22 Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.»
Mar 6:23 Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.»
Mar 6:24 Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»
Mar 6:25 Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
Mar 6:26 El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.
Mar 6:27 Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel
Mar 6:28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
Mar 6:29 Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.
Mar 6:30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
Mar 6:31 El, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer.
Mar 6:32 Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario.
Mar 6:33 Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos.
Mar 6:34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Mar 6:35 Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada.
Mar 6:36 Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer.»
Mar 6:37 El les contestó: «Dadles vosotros de comer.» Ellos le dicen: «¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»
Mar 6:38 El les dice: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.» Después de haberse cerciorado, le dicen: «Cinco, y dos peces.»
Mar 6:39 Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba.
Mar 6:40 Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.
Mar 6:41 Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces.
Mar 6:42 Comieron todos y se saciaron.
Mar 6:43 Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces.
Mar 6:44 Los que comieron los panes fueron 5.000 hombres.
Mar 6:45 Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente.
Mar 6:46 Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.
Mar 6:47 Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra.
Mar 6:48 Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo.
Mar 6:49 Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar,
Mar 6:50 pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Animo!, que soy yo, no temáis.»
Mar 6:51 Subió entonces donde ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos,
Mar 6:52 pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.
Mar 6:53 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron.
Mar 6:54 Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida,
Mar 6:55 recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba.
Mar 6:56 Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.

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Capítulo 7

7:1

Y SE juntaron á Él los Fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalem;

 cm dom. 7,1-8a.14-15.21-23 -

7:2

Los cuales, viendo á algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, es á saber, no lavadas, los condenaban.

7:3

(Porque los Fariseos y todos los Judíos, teniendo la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.

7:4

Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y otras muchas cosas hay, que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos de beber, y de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.)

7:5

Y le preguntaron los Fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme á la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos comunes?

7:6

Y respondiendo Él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, Mas su corazón lejos está de mí.

7:7

Y en vano me honra, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.

7:8

Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres; las lavaduras de los jarros y de los vasos de beber: y hacéis otras muchas cosas semejantes.

7:9

Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

7:10

Porque Moisés dijo: Honra á tu padre y á tu madre, y: El que maldijera al padre ó á la madre, morirá de muerte.

7:11

Y vosotros decís: Basta si dijere un hombre al padre ó á la madre: Es Corbán (quiere decir, don mío á Dios) todo aquello con que pudiera valerte;

7:12

Y no le dejáis hacer más por su padre ó por su madre,

7:13

Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis: y muchas cosas hacéis semejantes á éstas.

7:14

Y llamando á toda la multitud, les dijo: Oidme todos, y entended:

7:15

Nada hay fuera del hombre que entre en Él, que le pueda contaminar: mas lo que sale de Él, aquello es lo que contamina al hombre.

7:16

Si alguno tiene oídos para oir, oiga.

7:17

Y apartado de la multitud, habiendo entrado en casa, le preguntaron sus discípulos sobra la parábola.

7:18

Y díjoles: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar;

7:19

Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale á la secreta? Esto decía, haciendo limpias todas las viandas.

7:20

Mas decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre.

7:21

Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,

7:22

Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez.

7:23

Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

7:24

Y levantándose de allí, se fué á los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas no pudo esconderse.

7:25

Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de Él, vino y se echó á sus pies.

7:26

Y la mujer era Griega, Sirofenisa de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.

7:27

Más Jesús le dijo: Deja primero hartarse los hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo á los perrillos.

7:28

Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.

7:29

Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.

7:30

Y como fué á su casa, halló que el demonio había salido, y á la hija echada sobre la cama.

7:31

Y volviendo á salir de los términos de Tiro, vino por Sidón á la mar de Galilea, por mitad de los términos de Decápolis.

 cm dom. 7,31-37 -

7:32

Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima.

7:33

Y tomándole aparte de la gente, metió sus dedos en las orejas de Él, y escupiendo, tocó su lengua;

7:34

Y mirando al cielo, gimió, y le dijo: Ephphatha: que es decir: Sé abierto.

7:35

Y luego fueron abiertos sus oídos, y fué desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien.

7:36

Y les mandó que no lo dijesen á nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.

7:37

Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace á los sordos oir, y á los mudos hablar.

Mar 7:1 Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén.
Mar 7:2 Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas,
Mar 7:3 - es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos,
Mar 7:4 y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas -.
Mar 7:5 Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?»
Mar 7:6 El les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
Mar 7:7 En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres.
Mar 7:8 Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.»
Mar 7:9 Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición!
Mar 7:10 Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. Pero vosotros decís:
Mar 7:11 Si uno dice a su padre o a su madre: "Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro Korbán - es decir: ofrenda -",
Mar 7:12 ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre,
Mar 7:13 anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas.»
Mar 7:14 Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended.
Mar 7:15 Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
Mar 7:16 Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
Mar 7:17 Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola.
Mar 7:18 El les dijo: «¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle,
Mar 7:19 pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» - así declaraba puros todos los alimentos -.
Mar 7:20 Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
Mar 7:21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos,
Mar 7:22 adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez.
Mar 7:23 Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.»
Mar 7:24 Y partiendo de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido,
Mar 7:25 sino que, en seguida, habiendo oído hablar de él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y se postró a sus pies.
Mar 7:26 Esta mujer era pagana, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio.
Mar 7:27 El le decía: «Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.»
Mar 7:28 Pero ella le respondió: «Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños.»
Mar 7:29 El, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija.»
Mar 7:30 Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había ido.
Mar 7:31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis.
Mar 7:32 Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él.
Mar 7:33 El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua.
Mar 7:34 Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Abrete!»
Mar 7:35 Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente.
Mar 7:36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban.
Mar 7:37 Y se maravillaban sobremanera y decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

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Capítulo 8

8:1

EN aquellos días, como hubo gran gentío, y no tenían qué comer, Jesús llamó á sus discípulos, y les dijo:

8:2

Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer:

8:3

Y si los enviare en ayunas á sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.

8:4

Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien hartar á estos de pan aquí en el desierto?

8:5

Y les pregunto: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.

8:6

Entonces mandó á la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dió á sus discípulos que los pusiesen delante: y los pusieron delante á la multitud.

8:7

Tenían también unos pocos pececillos: y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.

8:8

Y comieron, y se hartaron: y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete espuertas.

8:9

Y eran los que comieron, como cuatro mil: y los despidió.

8:10

Y luego entrando en el barco con sus discípulos, vino á las partes de Dalmanutha.

8:11

Y vinieron los Fariseos, y comenzaron á altercar con Él, pidiéndole señal del cielo, tentándole.

8:12

Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal á esta generación.

8:13

Y dejándolos, volvió á entrar en el barco, y se fué de la otra parte.

8:14

Y se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en el barco.

8:15

Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los Fariseos, y de la levadura de Herodes.

8:16

Y altercaban los unos con los otros diciendo: Pan no tenemos.

8:17

Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿no consideráis ni entendéis? ¿aun tenéis endurecido vuestro corazón?

8:18

¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿y no os acordáis?

8:19

Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce.

8:20

Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.

8:21

Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?

8:22

Y vino á Bethsaida; y le traen un ciego, y le ruegan que le tocase.

8:23

Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo.

8:24

Y Él mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles.

8:25

Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fué restablecido, y vió de lejos y claramente á todos.

8:26

Y envióle á su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas á nadie en la aldea.

8:27

Y salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó á sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

 cm dom. 7,27-35 -

8:28

Y ellos respondieron: Juan Bautista; y otros, Elías; y otros, Alguno de los profetas.

8:29

Entonces Él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dice: Tú eres el Cristo.

8:30

Y les apercibió que no hablasen de Él á ninguno.

8:31

Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.

8:32

Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó á reprender.

8:33

Y Él, volviéndose y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres.

8:34

Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

8:35

Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.

8:36

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma?

8:37

¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

8:38

Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de Él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

Mar 8:1 Por aquellos días, habiendo de nuevo mucha gente y no teniendo qué comer, llama Jesús a sus discípulos y les dice:
Mar 8:2 «Siento compasión de esta gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer.
Mar 8:3 Si los despido en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido de lejos.»
Mar 8:4 Sus discípulos le respondieron: «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?»
Mar 8:5 El les preguntaba: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos le respondieron: «Siete.»
Mar 8:6 Entonces él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente.
Mar 8:7 Tenían también unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran.
Mar 8:8 Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete espuertas.
Mar 8:9 Fueron unos 4.000; y Jesús los despidió.
Mar 8:10 Subió a continuación a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanutá.
Mar 8:11 Y salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba.
Mar 8:12 Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal.»
Mar 8:13 Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.
Mar 8:14 Se habían olvidado de tomar panes, y no llevaban consigo en la barca más que un pan.
Mar 8:15 El les hacía esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.»
Mar 8:16 Ellos hablaban entre sí que no tenían panes.
Mar 8:17 Dándose cuenta, les dice: «¿Por qué estáis hablando de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada?
Mar 8:18 ¿Teniendo ojos no véis y teniendo oídos no oís? ¿No os acordáis de
Mar 8:19 cuando partí los cinco panes para los 5.000? ¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis?» «Doce», le dicen.
Mar 8:20 «Y cuando partí los siete entre los 4.000, ¿cuántas espuertas llenas de trozos recogisteis?» Le dicen: «Siete.»
Mar 8:21 Y continuó: «¿Aún no entendéis?»
Mar 8:22 Llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican que le toque.
Mar 8:23 Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntaba: «¿Ves algo?»
Mar 8:24 El, alzando la vista, dijo: «Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan.»
Mar 8:25 Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y quedó curado, de suerte que veía de lejos claramente todas las cosas.
Mar 8:26 Y le envió a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo.»
Mar 8:27 Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»
Mar 8:28 Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.»
Mar 8:29 Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo.»
Mar 8:30 Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.
Mar 8:31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días.
Mar 8:32 Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.
Mar 8:33 Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»
Mar 8:34 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Mar 8:35 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
Mar 8:36 Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?
Mar 8:37 Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?
Mar 8:38 Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»

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Capítulo 9

9:1

(Mar 9:1) Les decía también: «Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.»

(Mar 9:2) Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos,

 cmcat dom. 9,2-10 - com Dios se revela como siervo - com Dos montes, el Sinaí y el Tabor

9:3
(Mar 9:3) y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.

(Mar 9:4) Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.

(Mar 9:5) Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»;

(Mar 9:6) - pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -.

(Mar 9:7) Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle.»

(Mar 9:8) Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.

(Mar 9:9) Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

(Mar 9:10) Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de «resucitar de entre los muertos.»

(Mar 9:11) Y le preguntaban: «¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?»

(Mar 9:12) El les contestó: «Elías vendrá primero y restablecerá todo; mas, ¿cómo está escrito del Hijo del hombre que sufrirá mucho y que será despreciado?

(Mar 9:13) Pues bien, yo os digo: Elías ha venido ya y han hecho con él cuanto han querido, según estaba escrito de él.»

(Mar 9:14) Al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos.

(Mar 9:15) Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle.

(Mar 9:16) El les preguntó: «¿De qué discutís con ellos?»

(Mar 9:17) Uno de entre la gente le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo

(Mar 9:18) y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espurnarajos, rechinar de dientes y le deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.»

(Mar 9:19) El les responde: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!»

(Mar 9:20) Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos.

(Mar 9:21) Entonces él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?» Le dijo: «Desde niño.

(Mar 9:22) Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros.»

(Mar 9:23) Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!»

(Mar 9:24) Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!»

(Mar 9:25) Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él.»

(Mar 9:26) Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto.

(Mar 9:27) Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie.

(Mar 9:28) Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?»

(Mar 9:29) Les dijo: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración.»

(Mar 9:30) Y saliendo de allí, iban caminando por Galilea; él no quería que se supiera,
 

 cm  dom. 9,30-37 -

9:31

(Mar 9:31) porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará.»

(Mar 9:32) Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle.

(Mar 9:33) Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?»

(Mar 9:34) Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor.

(Mar 9:35) Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos.»

(Mar 9:36) Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo:

(Mar 9:37) «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado.»

(Mar 9:38) Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.»
cm dom. 9,38-43.45.47-48 -

(Mar 9:39) Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí.

(Mar 9:40) Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.»

(Mar 9:41) «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.»

(Mar 9:42) «Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.

(Mar 9:43) Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.

(Mar 9:45) Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.

(Mar 9:47) Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna,

(Mar 9:48) donde su gusano no muere y el fuego no se apaga;

(Mar 9:49) pues todos han de ser salados con fuego.

(Mar 9:50) Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros.»
 

9:46

Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

9:47

Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo: mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado á la Gehenna;

9:48

Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

9:49

Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.

9:50

Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la adobaréis? Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los otros.

Mar 9:1 Les decía también: «Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.»
Mar 9:2 Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos,
Mar 9:3 y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.
Mar 9:4 Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
Mar 9:5 Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»;
Mar 9:6 - pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -.
Mar 9:7 Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle.»
Mar 9:8 Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
Mar 9:9 Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Mar 9:10 Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de «resucitar de entre los muertos.»
Mar 9:11 Y le preguntaban: «¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?»
Mar 9:12 El les contestó: «Elías vendrá primero y restablecerá todo; mas, ¿cómo está escrito del Hijo del hombre que sufrirá mucho y que será despreciado?
Mar 9:13 Pues bien, yo os digo: Elías ha venido ya y han hecho con él cuanto han querido, según estaba escrito de él.»
Mar 9:14 Al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos.
Mar 9:15 Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle.
Mar 9:16 El les preguntó: «¿De qué discutís con ellos?»
Mar 9:17 Uno de entre la gente le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo
Mar 9:18 y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espurnarajos, rechinar de dientes y le deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.»
Mar 9:19 El les responde: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!»
Mar 9:20 Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos.
Mar 9:21 Entonces él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?» Le dijo: «Desde niño.
Mar 9:22 Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros.»
Mar 9:23 Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!»
Mar 9:24 Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!»
Mar 9:25 Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él.»
Mar 9:26 Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto.
Mar 9:27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie.
Mar 9:28 Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?»
Mar 9:29 Les dijo: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración.»
Mar 9:30 Y saliendo de allí, iban caminando por Galilea; él no quería que se supiera,
Mar 9:31 porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará.»
Mar 9:32 Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle.
Mar 9:33 Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?»
Mar 9:34 Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor.
Mar 9:35 Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos.»
Mar 9:36 Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo:
Mar 9:37 «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado.»
Mar 9:38 Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.»
Mar 9:39 Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí.
Mar 9:40 Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.»
Mar 9:41 «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.»
Mar 9:42 «Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.
Mar 9:43 Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.
Mar 9:45 Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.
Mar 9:47 Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna,
Mar 9:48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga;
Mar 9:49 pues todos han de ser salados con fuego.
Mar 9:50 Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros.»

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Capítulo 10

10:1

Y PARTIÉNDOSE de allí, vino á los términos de Judea y tras el Jordán: y volvió el pueblo á juntarse á Él; y de nuevo les enseñaba como solía.

10:2

Y llegándose los Fariseos, le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar á su mujer.

  -

10:3

Mas Él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?

10:4

Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiar.

10:5

Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;

10:6

Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.

10:7

Por esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se juntará á su mujer.

10:8

Y los que eran dos, serán hechos una carne: así que no son más dos, sino una carne.

10:9

Pues lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre.

10:10

Y en casa volvieron los discípulos á preguntarle de lo mismo.

10:11

Y les dice: Cualquiera que repudiare á su mujer, y se casare con otra, comete adulterio contra ella:

10:12

Y si la mujer repudiare á su marido y se casare con otro, comete adulterio.

10:13

Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reñían á los que los presentaban.

10:14

Y viéndolo Jesús, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el reino de Dios.

10:15

De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en Él.

10:16

Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.

10:17

Y saliendo Él para ir su camino, vino uno corriendo, é hincando la rodilla delante de Él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?

 cm dom. 10,17-30 -

10:18

Y Jesús le dijo: ¿Por qué me dices bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.

10:19

Los mandamientos sabes: No adulteres: No mates: No hurtes: No digas falso testimonio: No defraudes: Honra á tu padre y á tu madre.

10:20

El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi mocedad.

10:21

Entonces Jesús mirándole, amóle, y díjole: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.

10:22

Mas Él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones.

10:23

Entonces Jesús, mirando alrededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

10:24

Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió á decir: ¡Hijos, cuán difícil es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas!

10:25

Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios.

10:26

Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse?

10:27

Entonces Jesús mirándolos, dice: Para los hombres es imposible; mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.

10:28

Entonces Pedro comenzó á decirle: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.

10:29

Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que no hay ninguno que haya dejado casa, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó heredades, por causa de mí y del evangelio,

10:30

Que no reciba cien tantos ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, é hijos, y heredades, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.

10:31

Empero muchos primeros serán postreros, y postreros primeros.

10:32

Y estaban en el camino subiendo á Jerusalem; y Jesús iba delante de ellos, y se espantaban, y le seguían con miedo: entonces volviendo á tomar á los doce aparte, les comenzó á decir las cosas que le habían de acontecer:

10:33

He aquí subimos á Jerusalem, y el Hijo del hombre será entregado á los príncipes de los sacerdotes, y á los escribas, y le condenarán á muerte, y le entregarán á los Gentiles:

10:34

Y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en Él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.

10:35

Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron á Él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.

 cm dom. 10,35-45 -

10:36

Y Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?

10:37

Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno á tu diestra, y el otro á tu siniestra.

10:38

Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, ó ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?

10:39

Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis bautizados.

10:40

Mas que os sentéis á mi diestra y á mi siniestra, no es mío darlo, sino á quienes está aparejado.

10:41

Y como lo oyeron los diez, comenzaron á enojarse de Jacobo y de Juan.

10:42

Mas Jesús, llamándolos, les dice: Sabéis que los que se ven ser príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad.

10:43

Mas no será así entre vosotros: antes cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor;

10:44

Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de todos.

10:45

Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos.

10:46

Entonces vienen á Jericó: y saliendo Él de Jericó y sus discípulos y una gran compañía, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.

 cm dom. 10,46-52 -

10:47

Y oyendo que era Jesús el Nazareno, comenzó á dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.

10:48

Y muchos le reñían, que callase: mas Él daba mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí.

10:49

Entonces Jesús parándose, mandó llamarle: y llaman al ciego, diciéndole: Ten confianza: levántate, te llama.

10:50

El entonces, echando su capa, se levantó, y vino á Jesús.

10:51

Y respondiendo Jesús, le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dice: Maestro, que cobre la vista.

10:52

Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado. Y luego cobró la vista, y seguía á Jesús en el camino.

Mar 10:1 Y levantándose de allí va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde él y, como acostumbraba, les enseñaba.
Mar 10:2 Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?»
Mar 10:3 El les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés?»
Mar 10:4 Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.»
Mar 10:5 Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto.
Mar 10:6 Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra.
Mar 10:7 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre,
Mar 10:8 y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.
Mar 10:9 Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.»
Mar 10:10 Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto.
Mar 10:11 El les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla;
Mar 10:12 y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
Mar 10:13 Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían.
Mar 10:14 Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.
Mar 10:15 Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.»
Mar 10:16 Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.
Mar 10:17 Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arodillándose ante él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿ qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?»
Mar 10:18 Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.
Mar 10:19 Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.»
Mar 10:20 El, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.»
Mar 10:21 Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.»
Mar 10:22 Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.
Mar 10:23 Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!»
Mar 10:24 Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios!
Mar 10:25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.»
Mar 10:26 Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?»
Mar 10:27 Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.»
Mar 10:28 Pedro se puso a decirle: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Mar 10:29 Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio,
Mar 10:30 quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna.
Mar 10:31 Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros.»
Mar 10:32 Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder:
Mar 10:33 «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles,
Mar 10:34 y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará.»
Mar 10:35 Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.»
Mar 10:36 El les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?»
Mar 10:37 Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Mar 10:38 Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?»
Mar 10:39 Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo conque yo voy a ser bautizado;
Mar 10:40 pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.»
Mar 10:41 Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan.
Mar 10:42 Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder.
Mar 10:43 Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor,
Mar 10:44 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos,
Mar 10:45 que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»
Mar 10:46 Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.
Mar 10:47 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!»
Mar 10:48 Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Mar 10:49 Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo, levántate! Te llama.»
Mar 10:50 Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús.
Mar 10:51 Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!»
Mar 10:52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.

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Capítulo 11

11:1

Y COMO fueron cerca de Jerusalem, de Bethphagé, y de Bethania, al monte de las Olivas, envía dos de sus discípulos,

 cm dom. 11,1-10  -

11:2

Y les dice: Id al lugar que está delante de vosotros, y luego entrados en Él, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre ha subido; desatadlo y traedlo.

11:3

Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo ha menester: y luego lo enviará acá.

11:4

Y fueron, y hallaron el pollino atado á la puerta fuera, entre dos caminos; y le desataron.

11:5

Y unos de los que estaban allí, les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?

11:6

Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado: y los dejaron.

11:7

Y trajeron el pollino á Jesús, y echaron sobre Él sus vestidos, y se sentó sobre Él.

11:8

Y muchos tendían sus vestidos por el camino, y otros cortaban hojas de los árboles, y las tendían por el camino.

11:9

Y los que iban delante, y los que iban detrás, daban voces diciendo: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor.

11:10

Bendito el reino de nuestro padre David que viene: ¡Hosanna en las alturas!

11:11

Y entró Jesús en Jerusalem, y en el templo: y habiendo mirado alrededor todas las cosas, y siendo ya tarde, salióse á Bethania con los doce.

11:12

Y el día siguiente, como salieron de Bethania, tuvo hambre.

11:13

Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó, si quizá hallaría en ella algo: y como vino á ella, nada halló sino hojas; porque no era tiempo de higos.

11:14

Entonces Jesús respondiendo, dijo á la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti para siempre. Y lo oyeron sus discípulos.

11:15

Vienen, pues, á Jerusalem; y entrando Jesús en el templo, comenzó á echar fuera á los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;

11:16

Y no consentía que alguien llevase vaso por el templo.

11:17

Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi casa, casa de oración será llamada por todas las gentes? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

11:18

Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban cómo le matarían; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina.

11:19

Mas como fué tarde, Jesús salió de la ciudad.

11:20

Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.

11:21

Entonces Pedro acordándose, le dice: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste, se ha secado.

11:22

Y respondiendo Jesús, les dice: Tened fe en Dios.

11:23

Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere á este monte: Quítate, y échate en la mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.

11:24

Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

11:25

Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también á vosotros vuestras ofensas.

11:26

Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.

11:27

Y volvieron á Jerusalem; y andando Él por el templo, vienen á Él los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos;

11:28

Y le dicen: ¿Con qué facultad haces estas cosas? ¿y quién te ha dado esta facultad para hacer estas cosas?

11:29

Y Jesús respondiendo entonces, les dice: Os preguntaré también yo una palabra; y respondedme, y os diré con qué facultad hago estas cosas:

11:30

El bautismo de Juan, ¿era del cielo, ó de los hombres? Respondedme.

11:31

Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?

11:32

Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo: porque todos juzgaban de Juan, que verdaderamente era profeta.

11:33

Y respondiendo, dicen á Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dice: Tampoco yo os diré con qué facultad hago estas cosas.

Mar 11:1 Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos, envía a dos de sus discípulos,
Mar 11:2 diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo.
Mar 11:3 Y si alguien os dice: "¿Por qué hacéis eso?", decid: "El Señor lo necesita, y que lo devolverá en seguida".»
Mar 11:4 Fueron y encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la calle, y lo desataron.
Mar 11:5 Algunos de los que estaban allí les dijeron: «¿Qué hacéis desatando el pollino?»
Mar 11:6 Ellos les contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron.
Mar 11:7 Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él.
Mar 11:8 Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje cortado de los campos.
Mar 11:9 Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Mar 11:10 ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»
Mar 11:11 Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.
Mar 11:12 Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre.
Mar 11:13 Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos.
Mar 11:14 Entonces le dijo: «¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!» Y sus discípulos oían esto.
Mar 11:15 Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas
Mar 11:16 y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo.
Mar 11:17 Y les enseñaba, diciéndoles: «¿No está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes? ¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!»
Mar 11:18 Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina.
Mar 11:19 Y al atardecer, salía fuera de la ciudad.
Mar 11:20 Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz.
Mar 11:21 Pedro, recordándolo, le dice: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca.»
Mar 11:22 Jesús les respondió: «Tened fe en Dios.
Mar 11:23 Yo os aseguro que quien diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar" y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá.
Mar 11:24 Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis.
Mar 11:25 Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas.»
Mar 11:27 Vuelven a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos,
Mar 11:28 y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?»
Mar 11:29 Jesús les dijo: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto.
Mar 11:30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.»
Mar 11:31 Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: "Del cielo", dirá: "Entonces, ¿por qué no le creísteis?"
Mar 11:32 Pero ¿vamos a decir: "De los hombres?"» Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta.
Mar 11:33 Responden, pues, a Jesús: «No sabemos.» Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»

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Capítulo 12

12:1

Y COMENZÓ á hablarles por parábolas: Plantó un hombre una viña, y la cercó con seto, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó á labradores, y se partió lejos.

12:2

Y envió un siervo á los labradores, al tiempo, para que tomase de los labradores del fruto de la viña.

12:3

Mas ellos, tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío.

12:4

Y volvió á enviarles otro siervo; mas apedreándole, le hirieron en la cabeza, y volvieron á enviarle afrentado.

12:5

Y volvió á enviar otro, y á aquél mataron; y á otros muchos, hiriendo á unos y matando á otros.

12:6

Teniendo pues aún un hijo suyo amado, enviólo también á ellos el postrero, diciendo: Tendrán en reverencia á mi hijo.

12:7

Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.

12:8

Y prendiéndole, le mataron, y echaron fuera de la viña.

12:9

¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá á estos labradores, y dará su viña á otros.

12:10

¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta es puesta por cabeza de esquina;

12:11

Por el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos?

12:12

Y procuraban prenderle, porque entendían que decía á ellos aquella parábola; mas temían á la multitud; y dejándole, se fueron.

12:13

Y envían á Él algunos de los Fariseos y de los Herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra.

12:14

Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras á la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo á César, ó no? ¿Daremos, ó no daremos?

12:15

Entonces Él, como entendía la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.

12:16

Y ellos se la trajeron y les dice: ¿Cúya es esta imagen y esta inscripción? Y ellos le dijeron: De César.

12:17

Y respondiendo Jesús, les dijo: Dad lo que es de César á César; y lo que es de Dios, á Dios. Y se maravillaron de ello.

12:18

Entonces vienen á el los Saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:

12:19

Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y dejase mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y levante linaje á su hermano.

12:20

Fueron siete hermanos: y el primero tomó mujer, y muriendo, no dejó simiente;

12:21

Y la tomó el segundo, y murió, y ni aquél tampoco dejó simiente; y el tercero, de la misma manera.

12:22

Y la tomaron los siete, y tampoco dejaron simiente: á la postre murió también la mujer.

12:23

En la resurrección, pues, cuando resucitaren, ¿de cuál de ellos será mujer? porque los siete la tuvieron por mujer.

12:24

Entonces respondiendo Jesús, les dice: ¿No erráis por eso, porque no sabéis las Escrituras, ni la potencia de Dios?

12:25

Porque cuando resucitarán de los muertos, ni se casarán, ni serán dados en casamiento, mas son como los ángeles que están en los cielos.

12:26

Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?

12:27

No es Dios de muertos, mas Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.

12:28

Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

 cm dom. 12,28-34 -

12:29

Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

12:30

Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento.

12:31

Y el segundo es semejante á Él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

12:32

Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de Él;

12:33

Y que amarle de todo corazón, y de todo entendimiento, y de toda el alma, y de todas las fuerzas, y amar al prójimo como á sí mismo, más es que todos los holocaustos y sacrificios.

12:34

Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.

12:35

Y respondiendo Jesús decía, enseñando en el templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?

12:36

Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.

12:37

Luego llamándole el mismo David Señor, ¿de dónde, pues, es su hijo? Y los que eran del común del pueblo le oían de buena gana.

12:38

Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas,

 cm dom. 10,38-44 -

12:39

Y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;

12:40

Que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor juicio.

12:41

Y estando sentado Jesús delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca: y muchos ricos echaban mucho.

12:42

Y como vino una viuda pobre, echó dos blancas, que son un maravedí.

12:43

Entonces llamando á sus discípulos, les dice: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca:

12:44

Porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su alimento.

Mar 12:1 Y se puso a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó.
Mar 12:2 Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña.
Mar 12:3 Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías.
Mar 12:4 De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron.
Mar 12:5 Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros.
Mar 12:6 Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: "A mi hijo le respetarán".
Mar 12:7 Pero aquellos labradores dijeron entre sí: "Este es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia."
Mar 12:8 Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña.
Mar 12:9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros.
Mar 12:10 ¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido;
Mar 12:11 fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?»
Mar 12:12 Trataban de detenerle - pero tuvieron miedo a la gente - porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron.
Mar 12:13 Y envían donde él algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra.
Mar 12:14 Vienen y le dicen: «Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?»
Mar 12:15 Mas él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea.»
Mar 12:16 Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» Ellos le dijeron: «Del César.»
Mar 12:17 Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios.» Y se maravillaban de él.
Mar 12:18 Se le acercan unos saduceos, esos que niegan que haya resurrección, y le preguntaban:
Mar 12:19 «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano.
Mar 12:20 Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia;
Mar 12:21 también el segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo.
Mar 12:22 Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer.
Mar 12:23 En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.»
Mar 12:24 Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios?
Mar 12:25 Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos.
Mar 12:26 Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?
Mar 12:27 No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error.»
Mar 12:28 Acercóse uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?»
Mar 12:29 Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor,
Mar 12:30 y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
Mar 12:31 El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.»
Mar 12:32 Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que El es único y que no hay otro fuera de El,
Mar 12:33 y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
Mar 12:34 Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.
Mar 12:35 Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
Mar 12:36 David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies.
Mar 12:37 El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?» La muchedumbre le oía con agrado.
Mar 12:38 Decía también en su instrucción: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas,
Mar 12:39 ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes;
Mar 12:40 y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa.
Mar 12:41 Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho.
Mar 12:42 Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as.
Mar 12:43 Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro.
Mar 12:44 Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir.

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Capítulo 13

13:1

Y SALIENDO del templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.

13:2

Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

13:3

Y sentándose en el monte de las Olivas delante del templo, le preguntaron aparte Pedro y Jacobo y Juan y Andrés:

13:4

Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿y qué señal habrá cuando todas estas cosas han de cumplirse?

13:5

Y Jesús respondiéndoles, comenzó á decir: Mirad, que nadie os engañe;

13:6

Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañaran á muchos.

13:7

Mas cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras no os turbéis, porque conviene hacerse así; mas aun no será el fin.

13:8

Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores serán estos.

13:9

Mas vosotros mirad por vosotros: porque os entregarán en los concilios, y en sinagogas seréis azotados: y delante de presidentes y de reyes seréis llamados por causa de mí, en testimonio á ellos.

13:10

Y á todas las gentes conviene que el evangelio sea predicado antes.

13:11

Y cuando os trajeren para entregaros, no premeditéis qué habéis de decir, ni lo penséis: mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.

13:12

Y entregará á la muerte el hermano al hermano, y el padre al hijo: y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.

13:13

Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre: mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.

13:14

Empero cuando viereis la abominación de asolamiento, que fué dicha por el profeta Daniel, que estará donde no debe (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan á los montes;

13:15

Y el que esté sobre el terrado, no descienda á la casa, ni entre para tomar algo de su casa;

13:16

Y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás á tomar su capa.

13:17

Mas ¡ay de las preñadas, y de las que criaren en aquellos días!

13:18

Orad pues, que no acontezca vuestra huída en invierno.

13:19

Porque aquellos días serán de aflicción, cual nunca fué desde el principio de la creación que crió Dios, hasta este tiempo, ni será.

13:20

Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos que Él escogió, abrevió aquellos días.

13:21

Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; ó, He aquí, allí está, no le creáis.

13:22

Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán señales y prodigios, para engañar, si se pudiese hacer, aun á los escogidos.

13:23

Mas vosotros mirad; os lo he dicho antes todo.

13:24

Empero en aquellos días, después de aquella aflicción, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su resplandor;

 cm dom. 13,24-32 -

13:25

Y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes que están en los cielos serán conmovidas;

13:26

Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con mucha potestad y gloria.

13:27

Y entonces enviará sus ángeles, y juntará sus escogidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo.

13:28

De la higuera aprended la semejanza: Cuando su rama ya se enternece, y brota hojas, conocéis que el verano está cerca:

13:29

Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, conoced que está cerca, á las puertas.

13:30

De cierto os digo que no pasará esta generación, que todas estas cosas no sean hechas.

13:31

El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.

13:32

Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.

13:33

Mirad, velad y orad: porque no sabéis cuándo será el tiempo.

 cm dom. 13,33-37 -

13:34

Como el hombre que partiéndose lejos, dejó su casa, y dió facultad á sus siervos, y á cada uno su obra, y al portero mandó que velase:

13:35

Velad pues, porque no sabéis cuándo el señor de la casa vendrá; si á la tarde, ó á la media noche, ó al canto del gallo, ó á la mañana;

13:36

Porque cuando viniere de repente, no os halle durmiendo.

13:37

Y las cosas que á vosotros digo, á todos las dijo: Velad.

Mar 13:1 Al salir del Templo, le dice uno de sus discípulos: «Maestro, mira qué piedras y qué construcciones.»
Mar 13:2 Jesús le dijo: «¿Ves estas grandiosas construcciones? No quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.»
Mar 13:3 Estando luego sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo, le preguntaron en privado Pedro, Santiago, Juan y Andrés:
Mar 13:4 «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de que todas estas cosas están para cumplirse.»
Mar 13:5 Jesús empezó a decirles: «Mirad que no os engañe nadie.
Mar 13:6 Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy", y engañarán a muchos.
Mar 13:7 Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os alarméis; porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin.
Mar 13:8 Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá terremotos en diversos lugares, habrá hambre: esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento.
Mar 13:9 «Pero vosotros mirad por vosotros mismos; os entregarán a los tribunales, seréis azotados en las sinagogas y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para que deis testimonio ante ellos.
Mar 13:10 Y es preciso que antes sea proclamada la Buena Nueva a todas las naciones.
Mar 13:11 «Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo.
Mar 13:12 Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán.
Mar 13:13 Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
Mar 13:14 «Pero cuando veáis la abominación de la desolación erigida donde no debe (el que lea, que entienda), entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes;
Mar 13:15 el que esté en el terrado, no baje ni entre a recoger algo de su casa,
Mar 13:16 y el que esté por el campo, no regrese en busca de su manto.
Mar 13:17 ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!
Mar 13:18 Orad para que no suceda en invierno.
Mar 13:19 Porque aquellos días habrá una tribulación cual no la hubo desde el principio de la creación, que hizo Dios, hasta el presente, ni la volverá a haber.
Mar 13:20 Y si el Señor no abreviase aquellos días, no se salvaría nadie, pero en atención a los elegidos que él escogió, ha abreviado los días.
Mar 13:21 Entonces, si alguno os dice: "Mirad, el Cristo aquí" "Miradlo allí", no lo creáis.
Mar 13:22 Pues surgirán falsos cristos y falsos profetas y realizarán señales y prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, a los elegidos.
Mar 13:23 Vosotros, pues, estad sobre aviso; mirad que os lo he predicho todo.
Mar 13:24 «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor,
Mar 13:25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas.
Mar 13:26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria;
Mar 13:27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Mar 13:28 «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
Mar 13:29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que El está cerca, a las puertas.
Mar 13:30 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
Mar 13:31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Mar 13:32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.
Mar 13:33 «Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento.
Mar 13:34 Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele;
Mar 13:35 velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada.
Mar 13:36 No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos.
Mar 13:37 Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!»

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Capítulo 14

14:1

Y DOS días después era la Pascua y los días de los panes sin levadura: y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo le prenderían por engaño, y le matarían.

 cm dom. 14,1 –15,47  -

14:2

Y decían: No en el día de la fiesta, porque no se haga alboroto del pueblo.

14:3

Y estando Él en Bethania en casa de Simón el leproso, y sentado á la mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro, derramóselo sobre su cabeza.

14:4

Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de ungüento?

14:5

Porque podía esto ser vendido por más de trescientos denarios, y darse á los pobres. Y murmuraban contra ella.

14:6

Mas Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la fatigáis? Buena obra me ha hecho;

14:7

Que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les podréis hacer bien; mas á mí no siempre me tendréis.

14:8

Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado á ungir mi cuerpo para la sepultura.

14:9

De cierto os digo que donde quiera que fuere predicado este evangelio en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para memoria de ella.

14:10

Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino á los príncipes de los sacerdotes, para entregársele.

14:11

Y ellos oyéndolo se holgaron, y prometieron que le darían dineros. Y buscaba oportunidad cómo le entregaría.

14:12

Y el primer día de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos á disponer para que comas la pascua?

14:13

Y envía dos de sus discípulos, y les dice: Id á la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;

14:14

Y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?

14:15

Y Él os mostrará un gran cenáculo ya preparado: aderezad para nosotros allí.

14:16

Y fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron como les había dicho; y aderezaron la pascua.

14:17

Y llegada la tarde, fué con los doce.

14:18

Y como se sentaron á la mesa y comiesen, dice Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar.

14:19

Entonces ellos comenzaron á entristecerse, y á decirle cada uno por sí: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?

14:20

Y Él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato.

14:21

A la verdad el Hijo del hombre va, como está de Él escrito; mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera á aquel hombre si nunca hubiera nacido.

14:22

Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dió, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.

14:23

Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dió: y bebieron de Él todos.

14:24

Y les dice: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.

14:25

De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día cundo lo beberé nuevo en el reino de Dios.

14:26

Y como hubieron cantado el himno, se salieron al monte de las Olivas.

14:27

Jesús entonces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas.

14:28

Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros á Galilea.

14:29

Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas no yo.

14:30

Y le dice Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.

14:31

Mas Él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.

14:32

Y vienen al lugar que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.

14:33

Y toma consigo á Pedro y á Jacobo y á Juan, y comenzó á atemorizarse, y á angustiarse.

14:34

Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte: esperad aquí y velad.

14:35

Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oro que si fuese posible, pasase de Él aquella hora,

14:36

Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son á ti posibles: traspasa de mí este vaso; empero no lo que yo quiero, sino lo que tú.

14:37

Y vino y los halló durmiendo; y dice á Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora?

14:38

Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad es presto, mas la carne enferma.

14:39

Y volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras.

14:40

Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados; y no sabían qué responderle.

14:41

Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad: basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores.

14:42

Levantaos, vamos: he aquí, el que me entrega está cerca.

14:43

Y luego, aun hablando Él, vino Judas, que era uno de los doce, y con Él una compañía con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.

14:44

Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquél es: prendedle, y llevadle con seguridad.

14:45

Y como vino, se acercó luego á Él, y le dice: Maestro, Maestro. Y le besó.

14:46

Entonces ellos echaron en Él sus manos, y le prendieron.

14:47

Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.

14:48

Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos á tomarme?

14:49

Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.

14:50

Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron.

14:51

Empero un mancebillo le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron:

14:52

Mas Él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo.

14:53

Y trajeron �� Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron á Él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.

14:54

Empero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.

14:55

Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle á la muerte; mas no lo hallaban.

14:56

Porque muchos decían falso testimonio contra Él; mas sus testimonios no concertaban.

14:57

Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra Él, diciendo:

14:58

Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es hecho de mano, y en tres días edificaré otro echo sin mano.

14:59

Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.

14:60

Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó á Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan estos contra ti?

14:61

Mas Él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió á preguntar, y le dice: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?

14:62

Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado á la diestra de la potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

14:63

Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más tenemos necesidad de testigos?

14:64

Oído habéis la blasfemia: ¿qué os parece? Y ellos todos le condenaron ser culpado de muerte.

14:65

Y algunos comenzaron á escupir en Él, y cubrir su rostro, y á darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas.

14:66

Y estando Pedro abajo en el atrio, vino una de las criadas del sumo sacerdote;

14:67

Y como vió á Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesús el Nazareno estabas.

14:68

Mas Él negó, diciendo: No conozco, ni sé lo que dices. Y se salió fuera á la entrada; y cantó el gallo.

14:69

Y la criada viéndole otra vez, comenzó á decir á los que estaban allí: Este es de ellos.

14:70

Mas Él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez á Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante.

14:71

Y Él comenzó á maldecir y á jurar: No conozco á este hombre de quien habláis.

14:72

Y el gallo cantó la segunda vez: y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.

Mar 14:1 Faltaban dos días para la Pascua y los Azimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle.
Mar 14:2 Pues decían: «Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo.»
Mar 14:3 Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza.
Mar 14:4 Había algunos que se decían entre sí indignados: «¿Para qué este despilfarro de perfume?
Mar 14:5 Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los pobres.» Y refunfuñaban contra ella.
Mar 14:6 Mas Jesús dijo: «Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena en mí.
Mar 14:7 Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre.
Mar 14:8 Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.
Mar 14:9 Yo os aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya.»
Mar 14:10 Entonces, Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue donde los sumos sacerdotes para entregárselo.
Mar 14:11 Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él andaba buscando cómo le entregaría en momento oportuno.
Mar 14:12 El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?»
Mar 14:13 Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle
Mar 14:14 y allí donde entre, decid al dueño de la casa: "El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?"
Mar 14:15 El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros.»
Mar 14:16 Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua.
Mar 14:17 Y al atardecer, llega él con los Doce.
Mar 14:18 Y mientras comían recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo.»
Mar 14:19 Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: «¿Acaso soy yo?»
Mar 14:20 El les dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato.
Mar 14:21 Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»
Mar 14:22 Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.»
Mar 14:23 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella.
Mar 14:24 Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.
Mar 14:25 Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.»
Mar 14:26 Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Mar 14:27 Jesús les dice: «Todos os vais a escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.
Mar 14:28 Pero después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.»
Mar 14:29 Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no.»
Mar 14:30 Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres.»
Mar 14:31 Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.» Lo mismo decían también todos.
Mar 14:32 Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí, mientras yo hago oración.»
Mar 14:33 Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia.
Mar 14:34 Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad.»
Mar 14:35 Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora.
Mar 14:36 Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú.»
Mar 14:37 Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar?
Mar 14:38 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.»
Mar 14:39 Y alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras.
Mar 14:40 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados; ellos no sabían qué contestarle.
Mar 14:41 Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
Mar 14:42 ¡Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me va a entregar está cerca.»
Mar 14:43 Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.
Mar 14:44 El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es, prendedle y llevadle con cautela.»
Mar 14:45 Nada más llegar, se acerca a él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso.
Mar 14:46 Ellos le echaron mano y le prendieron.
Mar 14:47 Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja.
Mar 14:48 Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos?
Mar 14:49 Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras.»
Mar 14:50 Y abandonándole huyeron todos.
Mar 14:51 Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen.
Mar 14:52 Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo.
Mar 14:53 Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y se reúnen todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas.
Mar 14:54 También Pedro le siguió de lejos, hasta dentro del palacio del Sumo Sacerdote, y estaba sentado con los criados, calentándose al fuego.
Mar 14:55 Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban.
Mar 14:56 Pues muchos daban falso testimonio contra él, pero los testimonios no coincidían.
Mar 14:57 Algunos, levantándose, dieron contra él este falso testimonio:
Mar 14:58 «Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres.»
Mar 14:59 Y tampoco en este caso coincidía su testimonio.
Mar 14:60 Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?»
Mar 14:61 Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?»
Mar 14:62 Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.»
Mar 14:63 El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?
Mar 14:64 Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte.
Mar 14:65 Algunos se pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban bofetadas, mientras le decían: «Adivina», y los criados le recibieron a golpes.
Mar 14:66 Estando Pedro abajo en el patio, llega una de las criadas del Sumo Sacerdote
Mar 14:67 y al ver a Pedro calentándose, le mira atentamente y le dice: «También tú estabas con Jesús de Nazaret.»
Mar 14:68 Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió afuera, al portal, y cantó un gallo.
Mar 14:69 Le vio la criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí: «Este es uno de ellos.»
Mar 14:70 Pero él lo negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de ellos pues además eres galileo.»
Mar 14:71 Pero él, se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre de quien habláis!»
Mar 14:72 Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.» Y rompió a llorar.

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Capítulo 15

15:1

Y LUEGO por la mañana, habiendo tenido consejo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos, y con los escribas, y con todo el concilio, llevaron á Jesús atado, y le entregaron á Pilato.

15:2

Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiendo Él, le dijo: Tú lo dices.

15:3

Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho.

15:4

Y le preguntó otra vez Pilato, diciendo: ¿No respondes algo? Mira de cuántas cosas te acusan.

15:5

Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba.

15:6

Empero en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.

15:7

Y había uno, que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían hecho muerte en una revuelta.

15:8

Y viniendo la multitud, comenzó á pedir hiciese como siempre les había hecho.

15:9

Y Pilato les respondió, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los Judíos?

15:10

Porque conocía que por envidia le habían entregado los príncipes de los sacerdotes.

15:11

Mas los príncipes de los sacerdotes incitaron á la multitud, que les soltase antes á Barrabás.

15:12

Y respondiendo Pilato, les dice otra vez: ¿Qué pues queréis que haga del que llamáis Rey de los Judíos?

15:13

Y ellos volvieron á dar voces: Crucifícale.

15:14

Mas Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Y ellos daban más voces: Crucifícale.

15:15

Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó á Barrabás, y entregó á Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.

15:16

Entonces los soldados le llevaron dentro de la sala, es á saber al Pretorio; y convocan toda la cohorte.

15:17

Y le visten de púrpura; y poniéndole una corona tejida de espinas,

15:18

Comenzaron luego á saludarle: ¡Salve, Rey de los Judíos!

15:19

Y le herían en la cabeza con una caña, y escupían en Él, y le adoraban hincadas las rodillas.

15:20

Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le vistieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle.

15:21

Y cargaron á uno que pasaba, Simón Cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, para que llevase su cruz.

15:22

Y le llevan al lugar de Gólgotha, que declarado quiere decir: Lugar de la Calavera.

15:23

Y le dieron á beber vino mezclado con mirra; mas Él no lo tomó.

15:24

Y cuando le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando suertes sobre ellos, qué llevaría cada uno.

15:25

Y era la hora de las tres cuando le crucificaron.

15:26

Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDIOS.

15:27

Y crucificaron con Él dos ladrones, uno á su derecha, y el otro á su izquierda.

15:28

Y se cumplió la Escritura, que dice: Y con los inicuos fué contado.

15:29

Y los que pasaban le denostaban, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Ah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo edificas,

15:30

Sálvate á ti mismo, y desciende de la cruz.

15:31

Y de esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, decían unos á otros, con los escribas: A otros salvó, á sí mismo no se puede salvar.

15:32

El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con Él le denostaban.

15:33

Y cuando vino la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.

15:34

Y á la hora de nona, exclamó Jesús á gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabachthani? que declarado, quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

15:35

Y oyéndole unos de los que estaban allí, decían: He aquí, llama á Elías.

15:36

Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dió á beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías á quitarle.

15:37

Mas Jesús, dando una grande voz, espiró.

15:38

Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de alto á bajo.

15:39

Y el centurión que estaba delante de Él, viendo que había espirado así clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.

15:40

Y también estaban algunas mujeres mirando de lejos; entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé;

15:41

Las cuales, estando aún Él en Galilea, le habían seguido, y le servían; y otras muchas que juntamente con Él habían subido á Jerusalem.

15:42

Y cuando fué la tarde, porque era la preparación, es decir, la víspera del sábado,

15:43

José de Arimatea, senador noble, que también esperaba el reino de Dios, vino, y osadamente entró á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.

15:44

Y Pilato se maravilló que ya fuese muerto; y haciendo venir al centurión, preguntóle si era ya muerto.

15:45

Y enterado del centurión, dió el cuerpo á José.

15:46

El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, y revolvió una piedra á la puerta del sepulcro.

15:47

Y María Magdalena, y María madre de José, miraban donde era puesto.

Mar 15:1 Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato.
Mar 15:2 Pilato le preguntaba: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»
Mar 15:3 Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas.
Mar 15:4 Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.»
Mar 15:5 Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.
Mar 15:6 Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran.
Mar 15:7 Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato.
Mar 15:8 Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder.
Mar 15:9 Pilato les contestó: «¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?»
Mar 15:10 (Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.)
Mar 15:11 Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás.
Mar 15:12 Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?»
Mar 15:13 La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!»
Mar 15:14 Pilato les decía: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaron con más fuerza: «Crucifícale!»
Mar 15:15 Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.
Mar 15:16 Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte.
Mar 15:17 Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen.
Mar 15:18 Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!»
Mar 15:19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Mar 15:20 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle.
Mar 15:21 Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz.
Mar 15:22 Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario.
Mar 15:23 Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó.
Mar 15:24 Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.
Mar 15:25 Era la hora tercia cuando le crucificaron.
Mar 15:26 Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.»
Mar 15:27 Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda.
Mar 15:29 Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,
Mar 15:30 ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!»
Mar 15:31 Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse.
Mar 15:32 ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También le injuriaban los que con él estaban crucificados.
Mar 15:33 Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
Mar 15:34 A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», - que quiere decir - «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?»
Mar 15:35 Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías.»
Mar 15:36 Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.»
Mar 15:37 Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.
Mar 15:38 Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.
Mar 15:39 Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.»
Mar 15:40 Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé,
Mar 15:41 que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
Mar 15:42 Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado,
Mar 15:43 vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús.
Mar 15:44 Se extraño Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo.
Mar 15:45 Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José,
Mar 15:46 quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro.
Mar 15:47 María Magdalena y María la de Joset se fijaban dónde era puesto.

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Capítulo 16

16:1

Y COMO pasó el sábado, María Magdalena, y María madre de Jacobo, y Salomé, compraron drogas aromáticas, para venir á ungirle.

 cm dom. 16,1-8 -

16:2

Y muy de mañana, el primer día de la semana, vienen al sepulcro, ya salido el sol.

16:3

Y decían entre sí: ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del sepulcro?

16:4

Y como miraron, ven la piedra revuelta; que era muy grande.

16:5

Y entradas en el sepulcro, vieron un mancebo sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.

16:6

Más Él les dice: No os asustéis: buscáis á Jesús Nazareno, el que fué crucificado; resucitado há, no está aquí; he aquí el lugar en donde le pusieron.

16:7

Mas id, decid á sus discípulos y á Pedro, que Él va antes que vosotros á Galilea: allí le veréis, como os dijo.

16:8

Y ellas se fueron huyendo del sepulcro; porque las había tomado temblor y espanto; ni decían nada á nadie, porque tenían miedo.

16:9

Mas como Jesús resucitó por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente á María Magdalena, de la cual había echado siete demonios.

16:10

Yendo ella, lo hizo saber á los que habían estado con Él, que estaban tristes y llorando.

16:11

Y ellos como oyeron que vivía, y que había sido visto de ella, no lo creyeron.

16:12

Mas después apareció en otra forma á dos de ellos que iban caminando, yendo al campo.

16:13

Y ellos fueron, y lo hicieron saber á los otros; y ni aun á ellos creyeron.

16:14

Finalmente se apareció á los once mismos, estando sentados á la mesa, y censuróles su incredulidad y dureza de corazón, que no hubiesen creído á los que le habían visto resucitado.

16:15

Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio á toda criatura.

 cm dom. 16,15-20 -

16:16

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

16:17

Y estas señales seguirán á los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablaran nuevas lenguas;

16:18

Quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

16:19

Y el Señor, después que les habló, fué recibido arriba en el cielo, y sentóse á la diestra de Dios.

16:20

Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguían. Amen.

Mar 16:1 Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle.
Mar 16:2 Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro.
Mar 16:3 Se decían unas otras: «¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?»
Mar 16:4 Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande.
Mar 16:5 Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron.
Mar 16:6 Pero él les dice: «No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron.
Mar 16:7 Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.»
Mar 16:8 Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo...
Mar 16:9 Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios.
Mar 16:10 Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos.
Mar 16:11 Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron.
Mar 16:12 Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea.
Mar 16:13 Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos.
Mar 16:14 Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado.
Mar 16:15 Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.
Mar 16:16 El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.
Mar 16:17 Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,
Mar 16:18 agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.»
Mar 16:19 Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.
Mar 16:20 Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.


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