La catequesis, transmisión de vida cristiana
D. Ramiro Pellitero
Iglesias
Contenido
Catequesis y Enseñanza Escolar de la Religión
La catequesis hoy
Razón y fe
La experiencia cristiana
Vida cristiana y tradición eclesial
Lo que no es la catequesis
Una escuela de sabiduría y de amor
Transmitir la vida cristiana de la fe es responsabilidad de todos y cada uno
de los cristianos: “De por sí, la fe no se conserva en el mundo, no se
transmite automáticamente al corazón del hombre, sino que debe ser siempre
anunciada”, ha dicho Benedicto XVI ante la asamblea eclesial de Roma
(13-VI-2011).
Catequesis y
Enseñanza Escolar de la Religión
En esta tarea, hoy se distinguen dos modalidades complementarias: la
enseñanza escolar de la Religión y la catequesis. La enseñanza de la
Religión en la escuela –pública o privada– es un derecho fundamental de las
familias, que debe reconocer toda sociedad madura y libre. Esta enseñanza
subraya los aspectos intelectuales del cristianismo, y se sitúa en diálogo
con la formación científica y cultural. Junto a ella, la catequesis es
transmisión de “vida cristiana” en el seno de las familias, con la ayuda de
la parroquia y otros grupos, movimientos e instituciones eclesiales.
“La peculiaridad de la catequesis, distinta del anuncio primero del
Evangelio que ha suscitado la conversión, persigue el doble objetivo de
hacer madurar la fe inicial y de educar al verdadero discípulo por medio de
un conocimiento más profundo y sistemático de la persona y del mensaje de
Nuestro Señor Jesucristo” (Juan Pablo II, Catechesi tradendae, 19).
La catequesis hoy
¿Cómo plantear hoy la catequesis? Ante todo se precisa redescubrir la vida
cristiana uno mismo, el propio educador: procurar vivirla –con la ayuda de
otros en el seno de la familia de Dios que es la Iglesia– en sus diversos
aspectos: personales y familiares, profesionales y sociales. Además el Papa
actual suele señalar la importancia de aprovechar la catequesis de niños y
jóvenes para llegar a sus familias. Con estos presupuestos, se puede hablar
de una metodología que atienda a tres dimensiones integrales y
complementarias de la vida cristiana, que se pueden llamar, un poco
esquemáticamente: la razón, la experiencia y la tradición.
Razón y fe
a) La razón es lo propio de las personas. Por eso hay que transmitir los
valores humanos (por ejemplo, a través de historias y películas que muestran
a personas que hacen el bien). Al mismo tiempo se requiere el anuncio de la
fe que perfecciona lo humano, y que se basa en la manifestación del amor de
Dios en Jesucristo. Las “razones” de la fe no son menos razones sino mejores
y más perfectas, incluso desde el punto de vista humano. Por ejemplo, los
sacramentos se acomodan a la “realidad humana”: el agua que lava en el
Bautismo, el pan y vino que alimentan en la Eucaristía; en la Biblia Dios
“explica” su amor por la humanidad hablando del amor humano (sobre todo en
el Cantar de los Cantares).
Benedicto XVI les decía a los obispos de Brasil que los “catequistas no son
simples comunicadores de experiencias de fe, sino que deben ser auténticos
transmisores, bajo la guía de su Pastor, de las verdades reveladas”
(11-V-2007). Habría que preguntarse si como educadores cristianos, conocemos
y consultamos con frecuencia el Catecismo de la Iglesia Católica y su
Compendio.
La experiencia cristiana
b) La experiencia cristiana se apoya en la experiencia humana, la asume,
purifica y perfecciona. Para ello es preciso que la fe se haga vida, se haga
carne de nuestra carne, algo así como la vida de Dios se hizo carne en Jesús
de Nazaret. Ser cristiano es “encarnar” la fe en la vida personal y en la
cultura que nos rodea, y que nosotros mismos contribuimos a configurar.
Y esto comienza con la experiencia de Dios: es decir, el conocimiento y el
trato personal con Jesucristo, centrado en la oración y los sacramentos.
Concretamente “la catequesis eucarística y sacramental debe realmente llegar
a lo profundo de nuestra existencia, ser precisamente educación para abrirme
a la voz de Dios”; a la vez, “me lleva al otro porque el otro recibe al
mismo Cristo, como yo. Por tanto si en él y en mí está el mismo Cristo,
también nosotros dejamos de ser individuos separados. Aquí nace la doctrina
del Cuerpo de Cristo, porque hemos sido todos incorporados, si recibimos
bien la Eucaristía en el mismo Cristo” (Encuentro con los párrocos de Roma,
26-II-2009). También es importante la catequesis sobre el Sacramento de la
Penitencia y el sentido del pecado. Como lo es una catequesis sobre la
Doctrina Social de la Iglesia (cf. Discurso inaugural de la V Asamblea del
CELAM, 13-V-2007).
Vida cristiana y tradición
eclesial
c) La vida cristiana se desarrolla en una tradición. Se acompaña de una
historia que la transmite y una Escritura que la recoge, de un lenguaje
comunicable y una existencia gozosamente compartida en la familia de Dios,
que es germen de solidaridad para formar libremente, de todas las gentes, la
familia universal de Dios en el mundo. Como consecuencia, es una vida de
servicio a los demás, a sus las necesidades materiales y espirituales,
comenzando por los más cercanos y por los más débiles. Esto lo debe promover
todo catequista o educador, junto con el amor a la Iglesia y la fidelidad a
su Tradición.
De este modo la catequesis puede ser “escuela” de servicio a la sociedad y
de vida cristiana auténtica; escuela de “sabiduría, es decir, un mensaje que
conjuga fe y vida, verdad y realidad concreta” (Benedicto XVI, Homilía
5-IX-10). Además en la catequesis, la fidelidad a la fe de la Iglesia debe
conjugarse “con una ‘creatividad catequística’ que tenga en cuenta el
contexto, la cultura y la edad de los destinatarios” y que sepa mostrar la
vida de fe como un “camino de belleza” (Discurso ante la asamblea eclesial
de Roma, 13-VI-2011).
Lo que no es la catequesis
Y así se entiende lo que “no” es la catequesis. No consiste en enseñar un
pura teoría como conjunto de verdades abstractas o normas de un código
voluntarista o moralista. No es la promoción de sentimientos “baratos” (una
ingenua solidaridad a nivel meramente humano) o falsamente “piadosos”
(pseudorreligiosidad sentimentalista), o de un intimismo o espiritualismo
que llevase a evadirse del mundo. Tampoco se trata de impulsar una
revolución fundamentalista o fanática en nombre de Dios o de la justicia. La
Iglesia tampoco es un grupo de personas que piensan sólo en el “más allá”
–cuyos modelos serían los clérigos o los “religiosos”–, ni un grupo de
presión para conseguir posiciones o influencias humanas.
Una escuela de sabiduría y
amor
“Todos –proponía el Papa al principio de su pontificado– debemos
comprometernos seriamente, como siempre, en una renovación de la catequesis
en la que sea fundamental la valentía de dar testimonio de la propia fe y de
encontrar los modos adecuados para hacer que sea comprendida y acogida, pues
la ignorancia religiosa ha alcanzado un nivel espantoso” (Encuentro con los
obispos de Suiza, 7-XI-2006).
Digámoslo de nuevo. La catequesis es la educación de la vida cristiana como
sabiduría y amor efectivo. Es transmitir un mensaje que une la fe y la vida,
la verdad y el amor. Por eso sabe conjugar los elementos esenciales de la
vida cristiana con los “modos” opcionales, diversos y legítimos, de expresar
la fe, celebrarla y vivirla.
En todo caso, sobre la base del testimonio y del compromiso personal
(ejemplo y palabra) del educador, y con el conveniente conocimiento de las
personas y las familias, la catequesis es un don de Dios y una altísima
tarea.