CAMINO DE PERFECCIÓN 1 (Santa Teresa de Ávila)
Contenido
De la causa que me movió a hacer con tanta estrechura este monasterio.
Que trata cómo se han de descuidar de las necesidades corporales, y del bien
que hay en la pobreza.
Prosigue en los confesores. Dice lo que importa sean letrados.
Torna a la materia que comenzó del amor perfecto.
En que trata de la misma materia de amor espiritual, y da algunos avisos
para ganarle.
Trata del gran bien que es desasirse de todo lo criado interior y
exteriormente.
Prosigue en la mortificación, y dice la que se ha de adquirir en las
enfermedades.
Trata de cómo ha de tener en poco la vida el verdadero amador de Dios, y la
honra.
Que trata del gran bien que hay en no disculparse, aunque se vean condenar
sin culpa.
Que comienza a tratar de la oración. -Habla con almas que no pueden
discurrir con el entendimiento.
JHS
Este libro trata de avisos y
consejos que da Teresa de Jesús a las hermanas religiosas e hijas suyas de
los monasterios que con el favor de nuestro Señor y de la gloriosa Virgen
Madre de Dios, Señora nuestra, ha fundado de la Regla primera de nuestra
Señora del Carmen. En especial le dirige a las hermanas del monasterio de
San José de Avila, que fue el primero, de donde ella era priora cuando le
escribió (1).
En todo lo que en él dijere, me
sujeto a lo que tiene la madre Santa Iglesia Romana, y si alguna cosa fuere
contraria a esto, es por no lo entender. Y así, a los letrados que lo han de
ver, pido, por amor de nuestro Señor, que muy particularmente lo miren y
enmienden si alguna falta en esto hubiere, y otras muchas que tendrá en
otras cosas. Si algo hubiere bueno, sea para gloria y honr de Dios y
servicio de su sacratísima Madre, Patrona y Señora nuestra, cuyo hábito yo
tengo, aunque harto indigna de él (2).
NOTAS
1 Un censor anotó enseguida: «Yo he
visto este libro, y lo que de él me parece está escrito al cabo de él y
firmado de mi nombre». El fin del libro se halla, en un papel suelto, la
«aprobación», pero sin firma. A lo largo del autógrafo, el mismo censor
tachó, enmendó y glosó profusamente el texto de la Santa. Los editores han
creído tratarse del P. Báñez, pero equivocadamente.
2 Tomamos esta protesta del ms. de
Toledo. Fue compuesta por la Santa al preparar el libro para la edición.
Precede el encabezamiento: «Comienza el tratado llamado Camino de
perfección».
JHS
PRÓLOGO
1. Sabiendo las hermanas de este
monasterio de San José cómo tenía licencia del Padre Presentado Fray Domingo
Bañes (1), de la Orden del glorioso Santo Domingo, que al presente es mi
confesor, para escribir algunas cosas de oración en que parece podré atinar
por haber tratado con muchas personas espirituales y santas, me han tanto
importunado les diga algo de ella, que me he determinado a las obedecer,
viendo que el amor grande que me tienen puede hacer más acepto lo imperfecto
y por mal estilo que yo les dijere, que algunos libros que están muy bien
escritos de quien sabía lo que escribe (2). Y confío en sus oraciones que
podrá ser por ellas el Señor se sirva acierte a decir algo de lo que al modo
y manera de vivir que se lleva en esta casa conviene (3). Y si fuere mal
acertado, el Padre Presentado que lo ha de ver primero, lo remediará o lo
quemará, y yo no habré perdido nada en obedecer a estas siervas de Dios, y
verán lo que tengo de mí cuando Su Majestad no me ayuda.
2. Pienso poner algunos remedios
para algunas tentaciones menudas que pone el demonio (4), que -por serlo
tanto- por ventura no hacen caso de ellas, y otras cosas, como el Señor me
diere a entender y se me fueren acordando, que como no sé lo que he de
decir, no puedo decirlo con concierto; y creo es lo mejor no le llevar, pues
es cosa tan desconcertada hacer yo esto. El Señor ponga en todo lo que
hiciere sus manos para que vaya conforme a su santa voluntad, pues son éstos
mis deseos siempre, aunque las obras tan faltas como yo soy.
3. Sé que no falta el amor y deseo
en mí para ayudar en lo que yo pudiere para que las almas de mis hermanas
vayan muy adelante en el servicio del Señor. Y este amor, junto con los años
y experiencia que tengo de algunos monasterios, podrá ser aproveche para
atinar en cosas menudas más que los letrados, que por tener otras
ocupaciones más importantes y ser varones fuertes no hacen tanto caso de
cosas que en sí no parecen nada, y a cosa tan flaca como somos las mujeres
todo nos puede dañar; porque las sutilezas del demonio son muchas para las
muy encerradas, que ven son menester armas nuevas para dañar. Yo, como ruin,
heme sabido mal defender, y así querría escarmentasen mis hermanas en mí. No
diré cosa que en mí, o por verla en otras, no la tenga por experiencia (5).
4. Pocos días ha me mandaron
escribiese cierta relación de mi vida, adonde también traté algunas cosas de
oración (6). Podrá ser no quiera mi confesor le veáis, y por esto pondré
aquí alguna cosa de lo que allí va dicho y otras que también me parecerán
necesarias. El Señor lo ponga por su mano, como le he suplicado, y lo ordene
para su mayor gloria, amén.
NOTAS
1 Un censor (quizá el mismo
interesado) tachó: fray Domingo Bañes. El mismo repitió la tacha sobre el
propio nombre en el epílogo del libro (c. 42, n. 7). En cambio la Autora, al
preparar el ms. de Toledo para la edición tuvo en cuenta el nuevo título del
catedrático de Prima y tachó Presentado, para escribir entre líneas:
Maestro, añadiendo luego del nombre: catedrático de Salamanca. -Sobre Báñez,
véase Vida c. 36, n. 15, nota 27.
2 Al margen anotó uno de los
censores: «San Gregorio escribió sobre Job los Morales importunado de
siervos de Dios confiando en sus oraciones, como él dice».
3 En la 1ª redacción había escrito
así: ... me han tanto importunado lo haga por tenerme tanto amor que, aunque
hay libros muchos que de esto tratan y quien sabe bien y ha sabido lo que
escribe, parece la voluntad hace aceptas algunas cosas imperfectas y faltas
más que otras muy perfectas; y, como digo, ha sido tanto el deseo que las he
visto y la importunación, que me he determinado a hacerlo, pareciéndome por
sus oraciones y humildad querrá el Señor acierte algo a decir que les
aproveche, y me lo dará para que se lo dé.
4 En la 1ª redacción: Pienso poner
algunos remedios para tentaciones de religiosas...
5 En la 1ª redacción había añadido:
o dada en oración a entender por el Señor.
6 Alude al Libro de la Vida.
CAPÍTULO 1
De la causa que me movió a hacer con tanta estrechura
este monasterio.
1. Al principio que se comenzó este
monasterio a fundar (por las causas que en el libro tengo escrito (1) están
dichas, con algunas grandezas del Señor, en que dio a entender se había
mucho de servir en esta casa), no era mi intención hubiera tanta aspereza en
lo exterior ni que fuese sin renta, antes quisiera hubiera posibilidad para
que no faltara nada. En fin, como flaca y ruin; aunque algunos buenos
intentos llevaba más que mi regalo.
2. En este tiempo vinieron a mi
noticia los daños de Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos y
cuánto iba en crecimiento esta desventurada secta (2). Dime gran fatiga, y
como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba
remediase tanto mal. Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un
alma de las muchas que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e
imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el ser servicio del
Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que pues tiene tantos enemigos y tan
pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que era
en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo
pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo,
confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él
se determina a dejarlo todo; y que siendo tales cuales yo las pintaba en mis
deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis faltas, y podría yo
contentar en algo al Señor, y que todas ocupadas en oración por los que son
defendedores de la Iglesia y predicadores y letrados que la defienden,
ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío, que tan apretado le traen
(3) a los que ha hecho tanto bien, que parece le querrían tornar ahora ala
cruz estos traidores y que no tuviese adonde reclinar la cabeza.
3. ¡Oh Redentor mío, que no puede
mi corazón llegar aquí sin fatigarse mucho! ¿Qué es esto ahora de los
cristianos? ¿Siempre han de ser los que más os deben los que os fatiguen? ¿A
los que mejores obras hacéis, a los que escogéis para vuestros amigos, entre
los que andáis y os comunicáis por los sacramentos? ¿No están hartos de los
tormentos que por ellos habéis pasado?
4. Por cierto, Señor mío, no hace
nada quien ahora se aparta del mundo. Pues a Vos os tienen tan poco ley,
¿qué esperamos nosotros? ¿Por ventura merecemos nosotros mejor nos la
tengan? ¿por ventura hémosles hecho mejores obras para que nos guarden
amistad? ¿qué es esto? ¿qué esperamos yo los que por la bondad del Señor
estamos sin aquella roña pestilencial, que ya aquéllos son del demonio? Buen
castigo han ganado por sus manos y bien han granjeado con sus deleites fuego
eterno. ¡Allá se lo hayan!, aunque no me deja de quebrar el corazón ver
tantas almas como se pierden. Mas del mal no tanto: querría no ver perder
más cada día.
5. ¡Oh hermanas mías en Cristo!
ayudadme a suplicar esto al Señor, que para eso os juntó aquí; éste es
vuestro llamamiento, éstos han de ser vuestros negocios, éstos han de ser
vuestros deseos, aquí vuestras lágrimas, éstas vuestras peticiones; no,
hermanas mías, por negocios del mundo; que yo me río y aun me congojo de las
cosas que aquí nos vienen a encargar supliquemos a Dios, de pedir a Su
Majestad rentas y dineros, y algunas personas que querría yo suplicasen a
Dios los repisasen todos. Ellos buena intención tienen y, en fin, se hace
por ver su devoción, aunque tengo para mí que en estas cosas nunca me oye.
Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen,
pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿y
hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios se las diese,
tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mías, no es tiempo de
tratar con Dios negocios de poca importancia.
6. Por cierto que, si no mirase a
la flaqueza humana, que se consuela que las ayuden en todo (y) es bien si
fuésemos algo), que holgaría se entendiese no son éstas las cosas que se han
de suplicar a Dios con tanto cuidado.
NOTAS
1 El Libro de la Vida, de que se ha
hablado en el n. anterior: cf. cc. 32-36.
2 Al margen escribió el mismo
censor (cf. Pról. n. 1 nota 2): «El intento que le motivó a escribir vida
tan estrecha»
3 Completar: tan apretado le traen
aquellos a los que... -Sigue una alusión a Lc 9, 58.
CAPÍTULO 2
Que trata cómo se han de descuidar de las necesidades
corporales, y del bien que hay en la pobreza.
1. No penséis, hermanas mías, que
por no andar a contentar a los del mundo os ha de faltar de comer, yo os
aseguro. Jamás por artificios humanos pretendáis sustentaros, que moriréis
de hambre, y con razón. Los ojos en vuestro esposo; él os ha de sustentar.
Contento él, aunque no quieran, os darán de comer los menos vuestros
devotos, como lo habéis visto por experiencia. Si haciendo vosotras esto
muriereis de hambre, ¡bienaventuradas las monjas de San José! Esto no se os
olvide, por amor del Señor. Pues dejáis la renta, dejad el cuidado de la
comida; si no, todo va perdido. Los que quiere el Señor que la tengan,
tengan enhorabuena esos cuidados, que es mucha razón, pues es su
llamamiento; mas nosotras, hermanas, es disparate.
2. Cuidado de rentas ajenas, me
parece a mí sería estar pensando en lo que los otros gozan. Sí, que por
vuestro cuidado no muda el otro su pensamiento ni se le pone deseo de dar
limosna. Dejad ese cuidado a quien los puede mover a todos, que es el Señor
de las rentas y de los renteros. Por su mandamiento venimos aquí; verdaderas
son sus palabras; no pueden faltar; antes faltarán los cielos y la tierra
(1.) No le faltemos nosotras, que no hayáis miedo que falte. Y si alguna vez
os faltare, será para mayor bien, como faltaban las vidas a los santos
cuando los mataban por el Señor, y era para aumentarles la gloria por el
martirio. Buen trueco sería acabar presto con todo y gozar de la hartura
perdurable.
3. Mirad, hermanas, que va mucho en
esto muerta yo, que para esto os lo dejo escrito; que mientras yo viviere os
lo acordaré, que por experiencia veo la gran ganancia: cuando menos hay, más
descuidada estoy, y sabe el Señor que, a mi parecer, me da más pena cuando
mucho sobra que cuando nos falta. No sé si lo hace como ya tengo visto nos
lo da luego el Señor. Sería engañar el mundo otra cosa, hacernos pobres no
lo siendo de espíritu, sino en lo exterior. Conciencia se me haría, a manera
de decir, y parecerme hía era pedir limosna las ricas, y plega a Dios no sea
así, que adonde hay estos cuidados demasiados de que den, una vez u otra se
irán por la costumbre, o podrían ir y pedir lo que no han menester, por
ventura a quien tiene más necesidad. Y aunque ellos no pueden perder nada
sino ganar, nosotras perderíamos. No plega a Dios, mis hijas. Cuando esto
hubiera de ser, más quisiera tuvierais renta.
4. En ninguna manera se ocupe en
esto el pensamiento, os pido por amor de Dios en limosna. Y la más chiquita,
cuando esto entendiese alguna vez en esta casa, clame a Su Majestad y
acuérdelo a la mayor. Con humildad le diga que va errada; y valo tanto, que
poco a poco se va perdiendo la verdadera pobreza. Yo espero en el Señor no
será así ni dejará a sus siervas. Y para esto, aunque no sea para más,
aproveche esto que me habéis mandado escribir por despertador.
5. Y crean, mis hijas, que para
vuestro bien me ha dado el Señor un poquito a entender los bienes que hay en
la santa pobreza, y las que lo probaren lo entenderán, quizá no tanto como
yo; porque no sólo no había sido pobre de espíritu, aunque lo tenía
profesado, sino loca de espíritu. Ello es un bien que todos los bienes del
mundo encierra en sí (2). Es un señorío grande. Digo que es señorear todos
los bienes de él otra vez a quien no se le da nada de ellos. ¿Qué se me da a
mí de los reyes y señores, si no quiero sus rentas, ni de tenerlos
contentos, si un tantito se atraviesa haber de descontentar en algo por
ellos a Dios? ¿Ni qué se me da de sus honras, si tengo entendido en lo que
está ser muy honrado un pobre, que es en ser verdaderamente pobre?
6. Tengo para mí que honras y
dineros casi siempre andan juntos, y que quien quiere honra no aborrece
dineros, y que quien los aborrece que se le da poco de honra. Entiéndase
bien esto, que me parece que esto de honra siempre trae consigo algún
interés de rentas o dineros; porque por maravilla hay honrado (3) en el
mundo si es pobre; antes, aunque lo sea en sí, le tienen en poco. La
verdadera pobreza trae una honraza consigo que no hay quien la sufra; la
pobreza que es tomada por solo Dios, digo, no ha menester contentar a nadie,
sino a él. Y es cosa muy cierta, en no habiendo menester a nadie, tener
muchos amigos. Yo lo tengo bien visto por experiencia.
7. Porque hay tanto escrito de esta
virtud que no lo sabré yo entender, cuánto más decir, y por no la agraviar
en loarla yo, no digo más de ella. Sólo he dicho lo que he visto por
experiencia, y yo confieso que he ido tan embebida, que no me he entendido
hasta ahora. Mas, pues está dicho, por amor del Señor, pues son nuestras
armas la santa pobreza y lo que al principio de la fundación de nuestra
Orden tanto se estimaba y guardaba en nuestros santos Padres (que) me ha
dicho quien la sabe, que de un día para otro no guardaban nada), ya que en
tanta perfección en lo exterior no se guarde, en lo interior procuremos
tenerla. Dos horas son de vida, grandísimo el premio; y cuando no hubiera
ninguno sino cumplir lo que nos aconsejó el Señor, era grande la paga imitar
en algo a Su Majestad.
8. Estas armas han de tener
nuestras banderas, que de todas maneras lo queramos guardar: en casa, en
vestidos, en palabras y mucho más en el pensamiento. Y mientras esto
hicieren, no hayan miedo caiga la religión de esta casa, con el favor de
Dios; que, como decía Santa Clara, grandes muros son los de la pobreza. De
éstos, decía ella, y de humildad quería cercar sus monasterios (4). Y a buen
seguro, si se guarda de verdad, que esté la honestidad y todo lo demás
fortalecido mucho mejor que con muy suntuosos edificios. De esto se guarden;
por amor de Dios y por su sangre se lo pido yo; y si con conciencia puedo
decir, que el día que tal hicieren se torne a caer (5).
9. Muy mal parece, hijas mías, de
la hacienda de los pobrecitos se hagan grandes casas. No lo permita Dios,
sino pobre en todo y chica. Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo
casa, sino en el portal de Belén adonde nació, y la cruz adonde murió. Casas
eran éstas adonde se podía tener poca recreación. Los que las hacen grandes,
ellos se entenderán; llevan otros intentos santos. Mas trece pobrecitas,
cualquier rincón les basta. Si porque es menester por el mucho encerramiento
tuvieren campo (y) aun ayuda a la oración y devoción) con algunas ermitas
para apartarse a orar, enhorabuena; mas edificios y casa grande ni curioso
nada, ¡Dios nos libre! Siempre os acordad se ha de caer todo el día del
juicio; ¿qué sabemos si será presto?
10. Pues hacer mucho ruido al
caerse casa de trece pobrecillas no es bien, que los pobres verdaderos no
han de hacer ruido; gente sin ruido ha de ser para que los hayan lástima. Y
cómo se holgarán si ven alguno por la limosna que les ha hecho librarse del
infierno; que todo es posible, porque están muy obligadas a rogar por sus
almas muy continuamente, pues os dan de comer; (6) que también quiere el
Señor que, aunque viene de su parte, lo agradezcamos a las personas por cuyo
medio nos lo da; y de esto no haya descuido.
11. No sé lo que había comenzado a
decir, que me he divertido. Creo lo ha querido el Señor, porque nunca pensé
escribir lo que aquí he dicho. Su Majestad nos tenga siempre de su mano para
que no se caiga de ello, amén.
NOTAS
1 Cf. Lc. 21, 33.
2 En la 1ª redacción se lee: ...
todos los bienes del mundo encierra en sí y, creo, muchos de los de todas
las virtudes. En esto no me afirmo, porque no sé el valor que tiene cada
una, y lo que no me parece entiendo bien, no lo dirá; mas tengo para mí que
abraza a muchas.
3 Honrado: ser objeto de honores.
4 Lo leyó en una de las vidas de S.
Clara. En 1526 se había editado en Toledo la Leyenda mayor de S. Francisco y
S. Clara, de S. Buenaventura (n. 13. BAC p. 144).
5 En la 1ª redacción había escrito
con mucha más fuerza: y si con conciencia puedo [?] decir que el día que tal
quisieren se torne a caer que las mate a todas, yendo con buena conciencia,
lo digo y lo suplicará a Dios.
6 El mismo inciso en cursiva está
tomado de la 1ª redacción. La Santa lo omitió por descuido al pasar la
página. Ya fray Luis de León (p. 10) lo introdujo en el texto. La propia
Santa, al corregir el ms. de Salamanca, enmendó entre líneas: «muy obligadas
de encomendarlos a Dios».
CAPÍTULO 3
Prosigue lo que en el primero comencé a tratar, y
persuade a las hermanas a que se ocupen siempre en suplicar a Dios favorezca
a los que trabajan por la Iglesia. -Acaba con una exclamación.
1. Tornando a lo principal (1) para
lo que el Señor nos juntó en esta casa y por lo que yo mucho deseo seamos
algo para que contentemos a Su Majestad, digo que viendo tan grandes males
que fuerzas humanas no bastan a atajar este fuego de estos herejes, con que
(2) se ha pretendido hacer gente para si pudieran a fuerza de armas remediar
tan gran mal y que va tan adelante, hame parecido es menester como cuando
los enemigos en tiempo de guerra han corrido toda la tierra, y viéndose el
Señor de ella apretado se recoge a una ciudad, que hace muy bien fortalecer,
y desde allí acaece algunas veces dar en los contrarios y ser tales los que
están en la ciudad, como es gente escogida, que pueden más ellos a solas que
con muchos soldados, si eran cobardes, pudieron, y muchas veces se gana de
esta manera victoria; al menos, aunque no se gane, no los vencen; porque,
como no haya traidor, si no es por hambre, no los pueden ganar. Acá esta
hambre no la puede haber que baste a que se rindan; a morir sí, mas no a
quedar vencidos.
2. Mas ¿para qué he dicho esto?
Para que entendáis, hermanas mías, que lo que hemos de pedir a Dios es que
en este castillito que hay ya de buenos cristianos no se nos vaya ya ninguno
con los contrarios, y a los capitanes de este castillo o ciudad, los haga
muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores y teólogos;
y pues los más están en las religiones, que vayan muy adelante en su
perfección y llamamiento, que es muy necesario; que ya, como tengo dicho
(3), nos ha de valer el brazo eclesiástico y no el seglar. Y pues para lo
uno ni lo otro no valemos nada para ayudar a nuestro Rey, procuremos ser
tales que valgan nuestras oraciones para ayudar a estos siervos de Dios, que
con tanto trabajo se han fortalecido con letras y buena vida y trabajado
para ayudar ahora al Señor.
3. Podrá ser digáis que para qué
encarezco tanto esto y digo hemos de ayudar a los que son mejores que
nosotras. Yo os lo diré, porque aún no creo entendéis bien lo mucho que
debéis al Señor en traeros adonde tan quitadas estáis de negocios y
ocasiones y tratos: es grandísima merced ésta; lo que no están los que digo
(4), ni es bien que estén, en estos tiempos menos que en otros; porque han
de ser los que esfuercen la gente flaca y pongan ánimo a los pequeños.
¡Buenos quedarían los soldados sin capitanes! Han de vivir entre los hombres
y tratar con los hombres y estar en los palacios y aun hacerse algunas veces
con ellos en lo exterior. ¿Pensáis, hijas mías, que es menester poco para
tratar con el mundo y vivir en el mundo y tratar negocios del mundo y
hacerse, como he dicho (5), a la conversación del mundo, y ser en lo
interior extraños del mundo y enemigos del mundo y estar como quien está en
destierro y, en fin, no ser hombres sino ángeles?
Porque a no ser esto así, ni
merecen nombre de capitanes, ni permita el Señor salgan de sus celdas, que
más daño harán que provecho. Porque no es ahora tiempo de ver imperfecciones
en los que han de enseñar; [4] y si en lo interior no están fortalecidos en
entender lo mucho que va en tenerlo todo debajo de los pies y estar
desasidos de las cosas que se acaban y asidos a las eternas, por mucho que
lo quieran encubrir, han de dar señal. Pues ¿con quién lo han sino con el
mundo? No hayan miedo se lo perdone, ni que ninguna imperfección dejen de
entender. Cosas buenas, muchas se les pasarán por alto, y aun por ventura no
las tendrán por tales; mas mala o imperfecta, no hayan miedo. Ahora yo me
espanto quién los muestra la perfección, no para guardarla (que) de esto
ninguna obligación les parece tienen, harto les parece hacen si guardan
razonablemente los mandamientos), sino para condenar, y a las veces lo que
es virtud les parece regalo.
Así que no penséis es menester poco
favor de Dios para esta gran batalla adonde se meten, sino grandísimo.
5. Para estas dos cosas os pido yo
procuréis ser tales que merezcamos alcanzarlas de Dios: la una, que haya
muchos, de los muy muchos letrados y religiosos que hay, que tengan las
partes que son menester para esto, como he dicho, y a los que no están muy
dispuestos, los disponga el Señor; que más hará uno perfecto que muchos que
no lo estén. La otra, que después de puestos en esta pelea, que -como digo-
(6) no es pequeña, los tenga el Señor de su mano para que puedan librarse de
tantos peligros como hay en el mundo y tapar los oídos, en este peligroso
mar, del canto de las sirenas. Y si en esto podemos algo con Dios, estando
encerradas peleamos por El, y daré yo por muy bien empleados los trabajos
que he pasado por hacer este rincón (7), adonde también pretendí se guardase
esta Regla de nuestra Señora y Emperadora con la perfección que se comenzó.
6. No os parezca inútil ser
continua esta petición, porque hay algunas personas que les parece recia
cosa no rezar mucho por su alma; y ¿qué mejor oración que ésta? Si tenéis
pena porque no se os descontará la pena del purgatorio, también se os
quitará por esta oración, y lo que más faltare, falte. ¿Qué va en que esté
yo hasta el día del juicio en el purgatorio, si por mi oración se salvase
sola un alma? ¡Cuánto más el provecho de muchas y la honra del Señor! De
penas que se acaban no hagáis caso de ellas cuando interviniere algún
servicio mayor al que tantas pasó por nosotros. Siempre os informad lo que
es más perfecto (8).
Así que os pido por amor del Señor
pidáis a Su Majestad nos oiga en esto. Yo, aunque miserable, lo pido a Su
Majestad, pues es para gloria suya y bien de su Iglesia, que aquí van mis
deseos.
7. Parece atrevimiento pensar yo he
de ser alguna parte para alcanzar esto. Confío yo, Señor mío, en estas
siervas vuestras que aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la
pretenden sino contentaros. Por Vos han dejado lo poco que tenían, y
quisieran tener más para serviros con ello. Pues no sois Vos, Criador mío,
desagradecido para que piense yo dejaréis de hacer lo que os suplican. Ni
aborrecisteis, Señor, cuando andabais en el mundo, las mujeres, antes las
favorecisteis siempre con mucha piedad (9). Cuando os pidiéremos honras no
nos oigáis, o rentas, o dineros, o cosa que sepa a mundo; mas para honra de
vuestro Hijo, ¿por qué no nos habéis de oír, Padre eterno, a quien perdería
mil honras y mil vidas por Vos? No por nosotras, Señor, que no lo merecemos,
sino por la sangre de vuestro Hijo y sus merecimientos.
8. ¡Oh Padre eterno! mirad que no
son de olvidar tantos azotes e injurias y tan gravísimos tormentos. Pues,
Criador mío, ¿cómo pueden sufrir unas entrañas tan amorosas como las
vuestras que lo que se hizo con tan ardiente amor de vuestro Hijo y por más
contentaros a Vos (que) mandasteis nos amase) sea tenido en tan poco como
hoy día tienen esos herejes el Santísimo Sacramento, que le quitan sus
posadas deshaciendo las iglesias? ¡Si le faltara algo por hacer para
contentaros! Mas todo lo hizo cumplido. No bastaba, Padre eterno, que no
tuvo adonde reclinar la cabeza mientras vivió (10), y siempre en tantos
trabajos, sino que ahora las que tiene para convidar sus amigos (por) vernos
flacos y saber que es menester que los que han de trabajar se sustenten de
tal manjar) se las quiten? ¿Ya no había pagado bastantísimamente por el
pecado de Adán? ¿Siempre que tornamos a pecar lo ha de pagar este amantísimo
Cordero? No lo permitáis, Emperador mío. Apláquese ya Vuestra Majestad. No
miréis a los pecados nuestros, sino a que nos redimió vuestro sacratísimo
Hijo, y a los merecimientos suyos y de su Madre gloriosa y de tantos santos
y mártires como han muerto por Vos.
9. ¡Ay dolor, Señor, y quién se ha
atrevido a hacer esta petición en nombre de todas! ¡Qué mala tercera (11),
hijas mías, para ser oídas, y que echase por vosotras la petición! ¡Si ha de
indignar más a este soberano Juez verme tan atrevida, y con razón y
justicia! Mas mirad, Señor, que ya sois Dios de misericordia; habedla de
esta pecadorcilla, gusanillo que así se os atreve. Mirad, Dios mío, mis
deseos y las lágrimas con que esto os suplico, y olvidad mis obras, por
quien Vos sois, y habed lástima de tantas almas como se pierden, y favoreced
vuestra Iglesia. No permitáis ya más daños en la cristiandad, Señor. Dad ya
luz a estas tinieblas.
10. Pídoos yo, hermanas mías, por
amor del Señor, encomendéis a Su Majestad esta pobrecilla y le supliquéis la
dé humildad, como cosa a que tenéis obligación. No os encargo
particularmente los reyes y prelados de la Iglesia, en especial nuestro
obispo; (12) veo a las de ahora tan cuidadosas de ello, que así me parece no
es menester más. Vean las que vinieren que teniendo santo prelado lo serán
las súbditas, y como cosa tan importante la poned siempre delante del Señor.
Y cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen
por esto que he dicho, pensad que no hacéis ni cumplís el fin para que aquí
os juntó el Señor (13).
NOTAS
1 «Torna» al c. q, n. 2 s: tema
misionero de Francia y los protestantes.
2 Con que: equivale a aunque (en la
1ª redacción había escrito aunque). Un corrector tachó toda la frase («con
que... gran mal») en el autógrafo.
3 En el n. 1.
4 Lo que no están (libres de
negocios etc.) los que digo (predicadores y teólogos, cf. n. 2).
5 En este mismo n. 3.
6 En los nn. 2-3. -Al margen anotó
el censor de turno: «cuánto importan letrados perfectos».
7 El monasterio de San José.
8 Omite a continuación un pasaje
interesante de la 1ª redacción: «siempre os informad de lo que es más
perfecto, pues, como os rogaré mucho y daré las causas, siempre habéis de
tratar con letrados. Ya en la 1ª redacción enmendó la Santa este pasaje.
9 La Santa omitió aquí un hermoso
pasaje tachado en la 1ª redacción: Ni aborrecisteis, Señor de mi alma,
cuando andabais por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre
con mucha piedad, y hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los
hombres, pues estaba vuestra sacratísima Madre en cuyos méritos merecemos -y
por tener su hábito- lo que desmerecimos por nuestras culpas. No basta,
Señor, que nos tiene el mundo acorraladas... que no hagamos cosa que valga
nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en
secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa. No lo creo yo,
Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois juez justo y no como los
jueces del mundo, que -como son hijos de Adán y, en fin, todos varones- no
hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. Sí, que algún día ha de
haber, Rey mío, que se conozcan todos. No hablo por mí, que ya tiene
conocida el mundo mi ruindad y yo holgado que sea pública; sino porque veo
los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes,
aunque sean de mujeres. (Los suspensivos son nuestros e indican un paso
ilegible del autógrafo).
10 Lc 9, 58. -Precede una alusión a
Mc 7, 37.
11 Tercera: intercesora, medianera.
12 Don Alvaro de Mendoza (cf. Vida
33, 16). -En el ms. de Toledo añadió la Santa de propia mano: ... y esta
Orden de la Virgen sacratísima y las demás...
13 En la 1ª redacción concluye así:
y no permita el Señor esto se quite de vuestra memoria jamás, por quien Su
Majestad es.
CAPÍTULO 4
En que persuade la guarda de la Regla, y de tres cosas
importantes para la vida espiritual. Declara la primera de estas tres cosas,
que es amor del prójimo, y lo que dañan amistades particulares (1).
1. Ya, hijas, habéis visto la gran
empresa que pretendemos ganar (2). ¿Qué tales habremos de ser para que en
los ojos de Dios y del mundo no nos tengan por muy atrevidas? Está claro que
hemos menester trabajar mucho, y ayuda mucho tener altos pensamientos para
que nos esforcemos a que lo sean las obras. Pues con que procuremos guardar
cumplidamente nuestra Regla y Constituciones con gran cuidado, espero en el
Señor admitirá nuestros ruegos; que no os pido cosa nueva, hijas mías, sino
que guardemos nuestra profesión, pues es nuestro llamamiento y a lo que
estamos obligadas, aunque de guardar a guardar va mucho.
2. Dice en la primera Regla nuestra
que oremos sin cesar (3). Con que se haga esto con todo el cuidado que
pudiéremos, que es lo más importante, no se dejarán de cumplir los ayunos y
disciplinas y silencio que manda la Orden. Porque ya sabéis que para ser la
oración verdadera se ha de ayudar con esto; que regalo y oración no se
compadece.
3. En esto de oración es lo que me
habéis pedido diga alguna cosa, y lo dicho hasta ahora, para en pago de lo
que dijere, os pido yo cumpláis y leáis muchas veces de buena gana.
Antes que diga de lo interior, que
es la oración, diré algunas cosas que son necesarias tener las que pretenden
llevar camino de oración, y tan necesarias que, sin ser muy contemplativas,
podrán estar muy adelante en el servicio del Señor, y es imposible si no las
tienen ser muy contemplativas, y cuando pensaren lo son, están muy
engañadas. El Señor me dé el favor para ello y me enseñe lo que tengo de
decir, porque sea para su gloria, amén.
4. No penséis, amigas y hermanas
mías, que serán muchas las cosas que os encargaré, porque plega al Señor
hagamos las que nuestros santos Padres ordenaron y guardaron, que por este
camino merecieron este nombre (4). Yerro sería buscar otro ni deprenderle de
nadie. Solas tres me extenderé en declarar, que son de la misma
Constitución, porque importa mucho entendamos lo muy mucho que nos va en
guardarlas para tener la paz que tanto nos encomendó el Señor, interior y
exteriormente: la una es amor unas con otras; otra, desasimiento de todo lo
criado; la otra, verdadera humildad, que aunque la digo a la postre, es la
principal y las abraza todas (5).
5. Cuanto a la primera, que es
amaros mucho unas a otras, va muy mucho; porque no hay cosa enojosa que no
se pase con facilidad en los que se aman y recia ha de ser cuando dé enojo.
Y si este mandamiento se guardase en el mundo como se ha de guardar, creo
aprovecharía mucho para guardar los demás; mas, más o menos, nunca acabamos
de guardarle con perfección.
Parece que lo demasiado entre
nosotras no puede ser malo, y trae tanto mal y tantas imperfecciones
consigo, que no creo lo creerá sino quien ha sido testigo de vista (6). Aquí
hace el demonio muchos enredos, que en conciencias que tratan groseramente
de contentar a Dios se sienten poco y les parece virtud, y las que tratan de
perfección lo entienden mucho, porque poco a poco quita la fuerza a la
voluntad para que del todo se emplee en amar a Dios.
6. Y en mujeres creo debe ser esto
aun más que en hombres; y hace daños para la comunidad muy notorios; porque
de aquí viene el no se amar tanto todas, el sentir el agravio que se hace a
la amiga, el desear tener para regalarla, el buscar tiempo para hablarla, y
muchas veces más para decirle lo que la quiere y otras cosas impertinentes
que lo que ama a Dios. Porque estas amistades grandes pocas veces van
ordenadas a ayudarse a amar más a Dios, antes creo las hace comenzar el
demonio para comenzar bandos en las religiones; que cuando es para servir a
Su Majestad, luego se parece, que no va la voluntad con pasión, sino
procurando ayuda para vencer otras pasiones.
7. Y de estas amistades querría yo
muchas donde hay gran convento, que en esta casa, que no son más de trece ni
lo han de ser (7), aquí todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas
se han de querer, todas se han de ayudar; y guárdense de estas
particularidades, por amor del Señor, por santas que sean, que aun entre
hermanos suele ser ponzoña y ningún provecho en ello veo; y si son deudos,
muy peor, ¡es pestilencia! (8) Y créanme, hermanas, que aunque os parezca es
éste extremo, en él está gran perfección y gran paz, y se quitan muchas
ocasiones a las que no están muy fuertes; sino que, si la voluntad se
inclinare más a una que a otra (que) no podrá ser menos, que es natural, y
muchas veces nos lleva a amar lo más ruin si tiene más gracias de
naturaleza), que nos vayamos (9) mucho a la mano a no nos dejar enseñorear
de aquella afección. Amemos las virtudes y lo bueno interior, y siempre con
estudio traigamos cuidado de apartarnos de hacer caso de esto exterior.
8. No consintamos, oh hermanas, que
sea esclava de nadie nuestra voluntad, sino del que la compró por su sangre
(10). Miren que, sin entender cómo, se hallarán asidas que no se puedan
valer. ¡Oh, válgame Dios!, las niñerías que vienen de aquí no tienen cuento.
Y porque son tan menudas que sólo las que lo ven lo entenderán y creerán, no
hay para qué las decir aquí más de que en cualquiera será malo y en la
prelada pestilencia (11).
9. En atajar estas parcialidades es
menester gran cuidado desde el principio que se comience la amistad; esto
más con industria y amor que con rigor. Para remedio de esto es gran cosa no
estar juntas sino las horas señaladas, ni hablarse, conforme a la costumbre
que ahora llevamos, que es no estar juntas, como manda la Regla (12), sino
cada una apartada en su celda. Líbrense en San José de tener casa de labor;
(13) porque, aunque es loable costumbre, con más facilidad se guarda el
silencio cada una por sí, y acostumbrarse a soledad es gran cosa para la
oración; y pues éste ha de ser el cimiento de esta casa (14), es menester
traer estudio en aficionarnos a lo que a esto más nos ayuda.
10. Tornando al amarnos unas a
otras, parece cosa impertinente encomendarlo, porque ¿qué gente hay tan
bruta que tratándose siempre y estando en compañía y no habiendo de tener
otras conversaciones ni otros tratos ni recreaciones con personas de fuera
de casa, y creyendo nos ama Dios y ellas a él pues por Su Majestad lo dejan
todo, que no cobre amor? En especial, que la virtud siempre convida a ser
amada; y ésta, con el favor de Dios, espero en Su Majestad siempre la habrá
en las de esta casa. Así que en esto no hay que encomendar mucho, a mi
parecer.
11. En cómo ha de ser este amarse y
qué cosa es amor virtuoso -el que yo deseo haya aquí- y en qué veremos
tenemos esta virtud, que es bien grande, pues nuestro Señor tanto nos la
encomendó y tan encargadamente a sus Apóstoles (15), de esto querría yo
decir ahora un poquito conforme a mi rudeza. Y si en otros libros tan
menudamente lo hallareis, no toméis nada de mí, que por ventura no sé lo que
digo.
12. De dos maneras de amor es lo
que trato: una es espiritual, porque ninguna cosa parece toca a la
sensualidad ni la ternura de nuestra naturaleza, de manera que quite su
puridad; otra es espiritual, y junto con ella nuestra sensualidad y flaqueza
o buen amor, que parece lícito, como el de los deudos y amigos. De éste ya
queda algo dicho (16).
13. Del que es espiritual, sin que
intervenga pasión ninguna, quiero ahora hablar, porque, en habiéndola, va
todo desconcertado este concierto; y si con templanza y discreción tratamos
personas virtuosas, especialmente confesores, es provechoso. Mas si en el
confesor se entendiere va encaminado a alguna vanidad, todo lo tengan por
sospechoso, y en ninguna manera, aunque sean buenas pláticas, las tengan con
él, sino con brevedad confesarse y concluir. Y lo mejor sería decir a la
prelada que no se halla bien su alma con él y mudarle. Esto es lo más
acertado, si se puede hacer sin tocarle en la honra.
14. En caso semejante y otros que
podría el demonio en cosas dificultosas enredar y no se sabe qué consejo
tomar, lo más acertado será procurar hablar a alguna persona que tenga
letras; -que habiendo necesidad dase libertad para ello-, y confesarse con
él y hacer lo que le dijere en el caso; porque, ya que no se pueda dejar de
dar algún medio, podíase errar mucho; y ¡cuántos yerros pasan en el mundo
por no hacer las cosas con consejo, en especial en lo que toca a dañar a
nadie! Dejar de dar algún medio, no se sufre; porque cuando el demonio
comienza por aquí, no es por poco, si no se ataja con brevedad; y así lo que
tengo dicho de procurar hablar con otro confesor es lo más acertado, si hay
disposición, y espero en el Señor sí habrá.
15. Miren que va mucho en esto, que
es cosa peligrosa y un infierno y daño para todas. Y digo que no aguarden a
entender mucho mal, sino que al principio lo atajen por todas las vías que
pudieren y entendieren con buena conciencia lo pueden hacer. Mas espero yo
en el Señor no permitirá que personas que han de tratar siempre en oración
puedan tener voluntad sino a quien sea muy siervo de Dios, que esto es muy
cierto, o lo es que no tienen oración ni perfección, conforme a lo que aquí
se pretende; porque, si no ven que entiende su lenguaje y es aficionado a
hablar en Dios, no le podrán amar, porque no es su semejante. Si lo es, con
las poquísimas ocasiones que aquí habrá, o será muy simple o no querrá
desasosegarse y desasosegar a las siervas de Dios.
16. Ya que he comenzado a hablar en
esto, que -como he dicho- (17) es gran daño el que el demonio puede hacer y
muy tardío en entenderse, y así se puede ir estragando la perfección sin
saber por dónde. Porque si éste (18) quiere dar lugar a vanidad por tenerla
él, lo hace todo poco aun para las otras. Dios nos libre, por quien Su
Majestad es, de cosas semejantes. A todas las monjas bastaría a turbar,
porque sus conciencias les dice al contrario de lo que el confesor y si las
aprietan en que tengan uno solo, no saben qué hacer ni cómo se sosegar;
porque quien lo había de quietar y remediar es quien hace el daño. Hartas
aflicciones debe haber de éstas en algunas partes. Háceme gran lástima, y
así no os espantéis ponga mucho en daros a entender este peligro (19).
NOTAS
1 El presente cap. corresponde a
los caps. IV y V del autógrafo. En el n. 5 comenzaba nuevo capítulo, pero la
propia Santa anotó al margen del ms. de Toledo, luego de tachar el título
correspondiente: «No ha de haber aquí capítulo, que es el mismo quinto».
-Siguiendo esta indicación, reducimos a uno solo ambos capítulos, pero
conservamos el título del «quinto», en la segunda cláusula del presente
epígrafe.
2 La 1ª redacción añadía: Por el
prelado y obispo que es vuestro prelado, y por la Orden, ya va dicho en lo
dicho, pues todo es bien de la Iglesia, y eso cosa que es de obligación...
3 Así se leía en la versión
castellana de la Regla carmelitana usada por la Santa: «Estén todos los
hermanos siempre en sus celdas, o junto a ellas, meditando y pensando de
noche y de día en la ley de Dios y velando en oraciones, si no estuvieren
ocupados en otros justos y honestos oficios y ejercicios.
4 La Santa modificó
intencionadamente este pasaje; en la 1ª redacción se leía: Plega al Señor
hagamos las que nuestro Padres ordenaron en la regla y constituciones
cumplidamente, que son con todo cumplimiento de virtud. La modificación del
texto se debió, probablemente, a la introducción de nuevas constituciones en
el monasterio reformado de S. José.
5 En este punto concluía el cap.
IV.
6 Como yo en otras partes, añadió
la Santa entre líneas en el ms. de Toledo.
7 La Santa amplió más tarde este
número. Cf. Vida, c. 32, n. 13 nota 24. -Por eso, en el ms. de Toledo
enmendó el texto así: ... en esta casa que son pocas, todas han de...
8 En la redacción 1ª añadió: «si
no, mírenlo por Josef», aludiendo al episodio bíblico de los hijos de Jacob
(Gn 37). -La frase siguiente -«¡es pestilencia!- es una especie de anatema
teresiano que indica la gravedad y contagiosidad de un mal moral (cf. n.
8)).
9 Vamos, escribió la Santa.
10 Alusión a 1 Pt 1, 19.
11 El ms. de El Escorial ofrece una
variante de interés: Y porque no se entiendan tantas flaquezas de mujeres y
no deprendan las que no lo saben, no las quiero decir por menudo. Mas,
cierto, a mí me espantaban algunas veces verlas, que yo, por la bondad de
Dios, en este caso jamás me así mucho, y por ventura sería porque lo estaba
en otras cosas peores; mas, como digo, vilo muchas veces. Y en los más
monasterios temo que pasa, porque en algunos lo he visto, y sé que para
mucha religión y perfección es malísima cosa en todas. En la prelada sería
pestilencia; esto ya se está dicho.
12 Constitución, escribió en la 1ª
redacción.
13 Casa de labor: oficina para el
trabajo en común.
14 La 1ª redacción añadía: ... y a
esto nos juntamos, más que ninguna otra cosa hemos de traer estudio en
aficionarnos a lo que a esto nos aprovecha.
15 Jn 13, 34.
16 Todo este pasaje fue
decididamente modificado por la Autora, que no contenta con la segunda
redacción (ms. de Valladolid), arrancó íntegra la hoja del propio autógrafo
y la sustituyó con la que ahora leemos. Con todo, la redacción 1ª (ms. del
Escorial) sigue siendo interesante, y por ello la trascribimos íntegra: ...
otro es espiritual y que junta con él nuestra sensualidad y flaqueza; que
esto es lo que hace al caso: estas dos maneras de amarnos sin que intervenga
pasión ninguna, porque en habiéndola, va todo desconcertado este concierto;
y si con templanza y discreción tratamos el amor que tengo dicho, va todo
meritorio, porque lo que nos parece sensualidad se torna en virtud; sino que
va tan entremetido, que a veces no hay quien lo entienda, en especial si es
con algún confesor; que personas que tratan oración, si le ven santo y las
entiende la manera de proceder, tómase mucho amor. Y aquí da el demonio gran
batería de escrúpulos, que desasosiega el alma harto, que esto pretende él.
En especial si el confesor la trae a más perfección apriétala tanto que le
viene a dejar. Y no la deja con otro ni con otro de atormentar aquella
tentación.
Lo que en esto pueden hacer es
procurar no ocupar el pensamiento en si quieren o no quieren; sino si
quisieren, quieran. Porque, pues cobramos amor a quien nos hace algunos
bienes al cuerpo, quien siempre procura y trabaja de hacerlos al alma ¿por
qué no le hemos de querer? Antes tengo por gran principio de aprovechar
mucho tener amor al confesor, y si es santo y espiritual y veo que pone
mucho en aprovechar mi alma; porque es tal nuestra flaqueza, que algunas
veces nos ayuda mucho para poner por obra cosas muy grandes en servicio de
Dios. Si no es tal como he dicho, aquí está el peligro, y puede hacer
grandísimo daño entender él que le tienen voluntad, y en casas muy
encerradas mucho más que en otras. Y porque con dificultad se entenderá cuál
es tan bueno, es menester gran cuidado y aviso; porque decir que no entienda
él que hay la voluntad y que no se lo digan, esto sería lo mejor; mas
aprieta el demonio de arte, que no da ese lugar, porque todo cuanto tuviere
que confesar le parecerá es aquello y que está obligada a confesarlo. Por
esto querría yo que creyesen no es nada ni hiciesen caso de ello.
Lleven este aviso: si en el
confesor entendieren que todas sus pláticas es para aprovechar su alma y no
le vieren ni entendieren otra vanidad (que luego se entiende a quien no se
quiere hacer boba), y le entendieren temeroso de Dios, por ninguna tentación
que ellas tengan de mucha afición se fatiguen, que de que el demonio se
canse se le quitará. Mas si en el confesor entendieren va encaminado a
alguna vanidad en lo que les dicen, todo lo tengan por sospechoso, y ninguna
manera, -aunque sean pláticas de oración ni de Dios- las tengan con él, sino
con brevedad confesarse y concluir; y lo mejor sería decir a la Madre no se
halla su alma bien con él y mudarle. Esto es lo más acertado, si hay
disposición, y espero en Dios sí habrá; y poner lo que pudiere en no tratar
con él, aunque sienta la muerte. -Prosigue en el n. 15. Todo el n. 14
faltaba en la 1ª redacción.
17 En el n. 14.
18 Este: el confesor. -Lo hace todo
poco: lo juzga cosa sin importancia.
19 En la 1ª redacción concluía así:
He visto en monasterios gran aflicción de esta parte -aunque no en el mío-
que me han movido a gran piedad.
CAPÍTULO 5
Prosigue en los confesores. Dice lo que importa sean
letrados.
1. No dé el Señor a probar a nadie
en esta casa el trabajo que queda dicho, por quien Su Majestad es, de verse
alma y cuerpo apretadas, o que si la prelada está bien con el confesor, que
ni a él de ella ni a ella de él no osan decir nada. Aquí vendrá la tentación
de dejar de confesar pecados muy graves, por miedo de no estar en
desasosiego. ¡Oh, válgame Dios, qué daño puede hacer aquí el demonio y qué
caro les cuesta el apretamiento y honra! Que porque no traten más de un
confesor, piensan granjean gran cosa de religión y honra del monasterio, y
ordena por esta vía el demonio coger las almas, como no puede por otra. Si
piden otro, luego parece va perdido el concierto de la religión, o que si no
es de la Orden, aunque sea un santo, aun tratar con él les parece les hace
afrenta (1).
2. Esta santa libertad pido yo por
amor del Señor a la que estuviere por mayor: (2) procure siempre con el
obispo o provincial (3) que, sin los confesores ordinarios, procure algunas
veces tratar ella y todas y comunicar sus almas con personas que tengan
letras, en especial si los confesores no las tienen, por buenos que sean.
Son gran cosa letras para dar en todo luz. Será posible hallar lo uno y lo
otro junto en algunas personas. Y mientras más merced el Señor os hiciere en
la oración, es menester más ir bien fundadas sus obras y oración.
3. Ya sabéis que la primera piedra
ha de ser buena conciencia y con todas vuestras fuerzas libraros aun de
pecados veniales y seguir lo más perfecto. Parecerá que esto cualquier
confesor lo sabe, y es engaño. A mí me acaeció tratar con uno cosas de
conciencia que había oído todo el curso de teología, y me hizo harto daño en
cosas que me decía no eran nada; y sé que no pretendía engañarme ni tenía
para qué, sino que no supo más. Y con otros dos o tres, sin éste, me acaeció
(4).
4. Este tener verdadera luz para
guardar la ley de Dios con perfección es todo nuestro bien. Sobre ésta
asienta bien la oración. Sin este cimiento fuerte, todo el edificio va
falso. Si no les dieren libertad para confesarse, para tratar cosas de su
alma con personas semejantes a lo que he dicho (5). Y atrévome más a decir,
que aunque el confesor lo tenga todo, algunas veces se haga lo que digo;
porque ya puede ser él se engañe, y es bien no se engañen todas por él;
procurando siempre no sea cosa contra la obediencia, que medios hay para
todo, y vale mucho a las almas, y así es bien por las maneras que pudiere lo
procure.
5. Todo esto que he dicho toca a la
prelada. Y así la torno a pedir que, pues aquí no se pretende tener otra
consolación sino la del alma, procure en esto su consolación, que hay
diferentes caminos por donde lleva Dios y no por fuerza los sabrá todos un
confesor; que yo aseguro no les falten personas santas que quieran tratarlas
y consolar sus almas, si ellas son las que han de ser, aunque seáis pobres;
que el que las sustenta los cuerpos despertará y pondrá voluntad a quien con
ella dé luz a sus almas, y remédiase este mal, que es el que yo temo; que
cuando el demonio tentase al confesor en engañarle en alguna doctrina, como
sepa trata con otros iráse a la mano y mirará mejor, en todo, lo que hace
(6).
Quitada esta entrada al demonio, yo
espero en Dios no la tendrá en esta casa; y así pido por amor del Señor al
obispo que fuere, que deje a las hermanas esta libertad y que no se la
quite, cuando las personas fueren tales que tengan letras y bondad, que
luego se entiende en lugar tan chico como éste.
6. Esto que aquí he dicho, téngolo
visto y entendido y tratado con personas doctas y santas, que han mirado lo
que más convenía a esta casa para que la perfección de esta casa fuese
adelante. Y entre los peligros -que en todo le hay mientras vivimos- éste
hallamos ser el menor; y que nunca haya vicario (7) que tenga mano de entrar
y salir, ni confesor que tenga esta libertad; sino que éstos sean para celar
el recogimiento y honestidad de la casa y aprovechamiento interior y
exterior, para decirlo al prelado cuando hubiere falta; mas no que sea él
superior.
7. Y esto es lo que se hace ahora,
y no por solo mi parecer; porque el obispo que ahora tenemos, debajo de cuya
obediencia estamos (que) por causas muchas que hubo, no se dio la obediencia
a la Orden) (8), que es persona amiga de toda religión y santidad y gran
siervo de Dios (llámase) Don Alvaro de Mendoza, de gran nobleza de linaje, y
muy aficionado a favorecer esta casa de todas maneras) (9), hizo juntar
personas de letras y espíritu y experiencia para este punto, y se vino a
determinar esto. Razón será que los prelados que vinieren se lleguen a este
parecer, pues por tan buenos está determinado y con hartas oraciones pedido
al Señor alumbrase lo mejor; y, a lo que se entiende hasta ahora, cierto
esto lo es. El Señor sea servido llevarlo siempre adelante como más sea para
su gloria, amén.
NOTAS
1 En la 1ª redacción había escrito
con fina ironía: Si no es de la Orden, aunque fuese un San Jerónimo, luego
hacen afrenta a la Orden toda. -Alabad mucho, hijas, a Dios por esta
libertad que tenéis que -aunque no ha de ser para con muchos- podréis tratar
con algunos, aunque no sean los ordinarios confesores, que os den luz para
todo. -Es interesante notar que en este delicado asunto la legislación
eclesiástica ha venido a dar la razón a Santa Teresa.
2 Quien estuviere por «mayor»: la
superiora.
3 O provincial: añadido entre
líneas por la Santa. En la 3ª redacción (ms. de Toledo), la Santa tachó
además obispo y escribió prelado. -Todo este pasaje tenía sentido diverso en
la 1ª redacción: procure siempre tratar con quien tenga letras, y que traten
sus monjas. Dios las libre, por espíritu que uno les parezca tenga y en
hecho de verdad le tenga, regirse en todo por él, si no es letrado.
4 Véase Vida c. 6, n. 4; y c. 4, n.
7; c. 5, n. 3; c. 8, n. 11; c. 26, n. 3...
45 En el laconismo de esa frase
compendia las siguientes de la 1ª redacción: Así que gente de espíritu y de
letras han menester tratar. Si el confesor no pudieren lo tenga todo, a
tiempos procurar otros; y si por ventura las ponen precepto no se confiesen
con otros, sin confesión traten su alma con personas semejantes a lo que
digo. -Uno de los censores, luego de haber subrayado largamente el texto del
autógrafo, anotó al margen: «Esto es bien; porque hay unos maestros
espirituales que, por no errar, condenan cuantos espíritus hay, por
demonios, y yerran más en esto, porque ahogan los espíritus del Señor, como
dice el Apóstol».
6 La 1ª redacción continuaba: ...
no las quite que algunas veces se confiesen con ellos [con letrados] y
traten su oración aunque haya confesores; que para muchas cosas sé que
conviene, y que el daño que puede haber es ninguno en comparación del grande
y disimulado y casi sin remedio, a manera de decir, que hay en lo contrario.
Que esto tienen los monasterio: que el bien cáese presto, si con gran
cuidado no se guarda; y el mal, si una vez comienza, es dificultosísimo de
quitarse, que muy presto la costumbre se hace hábito y naturaleza de cosas
imperfectas.
7 Vicario: superior facultado por
el Obispo o Provincial Cf. carta al P. Gracián (B.M.C., 350, n. 1) con
instrucciones para el gobierno de las carmelitas.
8 En la 1ª redacción continuaba
insistiendo: Porque, como digo, hallóse grandes causas para ser esto lo
mejor, miradas todas, y que un confesor confiese ordinario que sea el mismo
capellán, siendo tal; y que para las veces que hubiere necesidad en un alma,
puedan confesarse con personas tales como quedan dichas, nombrándolas al
mismo prelado o, si la Madre fuera tal que el Obispo que fuere fíe esto de
ella, a su disposición; que, como son pocas, poco tiempo ocuparán a nadie.
Esto se determinó después de harta oración y de muchas personas y mía
-aunque miserable- y entre personas de grandes letras y entendimiento y
oración; y así espero en el Señor es lo más acertado.
9 Véase Vida c. 33, n. 16. -El
elogio de D. Alvaro aquí hecho por la Santa, fue borrado por ella misma en
el ms. de Toledo, al preparar el libro para la edición, y asimismo en el ms.
de Madrid; lo conservó en el ms. de Salamanca.
CAPITULO 6
Torna a la materia que comenzó del amor perfecto.
1. Harto me he divertido; mas
importa tanto lo que queda dicho, que quien lo entendiere no me culpará.
Tornemos ahora al amor que es bien y lícito nos tengamos (1), del que digo
es puro espiritual. No sé si sé lo que me digo. Al menos paréceme no es
menester mucho hablar en él, porque le tienen pocos. A quien el Señor se le
hubiere dado, alábele mucho, porque debe ser de grandísima perfección. En
fin, quiero tratar algo de él. Por ventura hará algún provecho, que
poniéndonos delante de los ojos la virtud, aficiónase a ella quien la desea
y pretende ganar.
2. Plega a Dios yo sepa entenderle,
cuánto más decirle, que ni creo sé cuál es espiritual, ni cuándo se mezcla
sensual, ni sé cómo me pongo a hablar en ello. Es como quien oye hablar de
lejos, que no entiende lo que dicen; así soy yo, que algunas veces no debo
entender lo que digo y quiere el Señor sea bien dicho; si otras fuere
dislate, es lo más natural a mí no acertar en nada.
3. Paréceme ahora a mí que cuando
una persona ha llegado la Dios a claro conocimiento de lo que es el mundo, y
qué cosa es mundo, y que hay otro mundo, y la diferencia que hay de lo uno a
lo otro, y que lo uno es eterno y lo otro soñado, o qué cosa es amar al
Criador o a la criatura (esto) visto por experiencia, que es otro negocio
que sólo pensarlo y creerlo), o ver y probar qué se gana con lo uno y se
pierde con lo otro, y qué cosa es Criador y qué cosa es criatura, y otras
muchas cosas que el Señor enseña a quien se quiere dar a ser enseñado de él
en la oración o a quien Su Majestad quiere, que aman muy diferentemente de
los que no hemos llegado aquí.
4. Podrá ser, hermanas, que os
parezca tratar en esto impertinente y que digáis que estas cosas que he
dicho ya todas las sabéis. Plega al Señor sea así que lo sepáis de la manera
que hace al caso, imprimido en las entrañas; pues si lo sabéis, veréis que
no miento en decir que a quien el Señor llega aquí tiene este amor. Son
estas personas que Dios las llega a este estado almas generosas, almas
reales; no se contentan con amar cosa tan ruin como estos cuerpos, por
hermosos que sean (2), por muchas gracias que tengan, bien que place a la
vista y alaban al Criador; mas para detenerse en ello, no. Digo «detenerse»,
de manera que por estas cosas los tengan amor; parecerles hía que aman cosa
sin tomo y que se ponen a querer sombra; correrse hían de sí mismos y no
tendrían cara, sin gran afrenta suya, para decir a Dios que le aman.
5. Diréisme: «esos tales no sabrán
querer ni pagar la voluntad que se les tuviere».
-Al menos dáseles poco de que se la
tengan. Ya que de presto algunas veces el natural lleva a holgarse de ser
amados, en tornando sobre sí ven que es disparate, si no son personas que
las ha de aprovechar su alma o con doctrina o con oración. Todas las otras
voluntades les cansan, que entienden ningún provecho les hace y les podría
dañar, no porque las dejan de agradecer y pagar con encomendarlos a Dios.
Tómanlo como cosa que echan carga al Señor los que las aman, que entienden
viene de allí, porque en sí no les parece que hay qué querer, y luego les
parece las quieren porque las quiere Dios, y dejan a Su Majestad lo pague y
se lo suplican, y con esto quedan libres, que les parece no les toca. Y bien
mirado, si no es con las personas que digo que nos pueden hacer bien para
ganar bienes perfectos, yo pienso algunas veces cuán gran ceguedad se trae
en este querer que nos quieran.
6. Ahora noten que, como el amor,
cuando de alguna persona le queremos, siempre se pretende algún interés de
provecho o contento nuestro, y estas personas perfectas ya todos los tienen
debajo de los pies los bienes que en el mundo les pueden hacer y regalos,
los contentos ya están de suerte, que, aunque ellos quieran, a manera de
decir, no le pueden tener que lo sea fuera de con Dios o en tratar de Dios.
Pues ¿qué provecho les puede venir de ser amados?
7. Como se les representa esta
verdad, de sí mismos se ríen de la pena que algún tiempo les ha dado si era
pagada o no su voluntad. Aunque sea buena la voluntad, luego nos es muy
natural querer ser pagada. Venido a cobrar esta paga, es en pajas, que todo
es aire y sin tomo, que se lo lleva el viento. Porque, cuando mucho nos
hayan querido, ¿qué es esto que nos queda? Así que, si no es para provecho
de su alma con las personas que tengo dichas, porque ven ser tal nuestro
natural que si no hay algún amor luego se cansan, no se les da más ser
queridas que no.
Pareceros ha que estos tales no
quieren a nadie, ni saben, sino a Dios.
-Mucho más (3), y con más verdadero
amor, y con más pasión y más provechoso amor: en fin, es amor. Y estas tales
almas son siempre aficionadas a dar, mucho más que no a recibir; aun con el
mismo Criador les acaece esto. Digo que merece éste nombre de amor, que
esotras aficiones bajas le tienen usurpado el nombre.
8. También os parecerá, que si no
aman por las cosas que ven, que ¿a qué se aficionan?
-Verdad es que lo que ven aman y a
lo que oyen se aficionan; mas es a cosas que ven son estables. Luego éstos,
si aman, pasan por los cuerpos y ponen los ojos en las almas y miran si hay
qué amar; y si no lo hay y ven algún principio o disposición para que, si
cavan, hallarán oro en esta mina, si la tienen amor, no les duele el
trabajo; ninguna cosa se les pone delante que de buena gana no la hiciesen
por el bien de aquel alma, porque desean durar en amarla y saben muy bien
que, si no tiene bienes y ama mucho a Dios, que es imposible. Y digo que es
imposible, aunque más la obligue y se muera queriéndola y la haga todas las
buenas obras que pueda y tenga todas las gracias de naturaleza juntas; no
tendrá fuerza la voluntad ni la podrá hacer estar con asiento. Ya sabe y
tiene experiencia de lo que es todo; no le echarán dado falso; (4) ve que no
son para en uno, y que es imposible durar a quererse el uno al otro, porque
es amor que se ha de acabar con la vida si el otro no va guardando la ley de
Dios y entiende que no le ama y que han de ir a diferentes partes.
9. Y este amor que sólo acá dura,
alma de éstas a quien el Señor ya ha infundido verdadera sabiduría, no le
estima en más de lo que vale, ni en tanto. Porque para los que gustan de
gustar de cosas del mundo, deleites y honras y riquezas, algo valdrá, si es
rico o tiene partes para dar pasatiempo y recreación; mas quien todo esto
aborrece ya, poco o nonada se le dará de aquello.
Ahora, pues, aquí -si tiene amor-
es la pasión para hacer esta alma para ser amada de él; (5) porque, como
digo, sabe que no ha de durar en quererla. Es amor muy a su costa. No deja
de poner todo lo que puede porque se aproveche. Perdería mil vidas por un
pequeño bien suyo.
¡Oh precioso amor, que va imitando
al capitán del amor, Jesús, nuestro bien!
NOTAS
1 Reanuda el tema del c. 4, n. 13.
-La Santa había escrito: «es bien y lícito...».
2 En el ms. de Toledo la Santa
intercaló este inciso: digo amor que sujete y ate.
3 Una segunda mano enmendó el
autógrafo así: «Digo que si aman mucho más ...». La corrección no fue
incluida por la Santa en el ms. de Toledo, ni pasó a la edición príncipe (p.
21v), ni a la de fray Luis (p. 37). -En el ms. de Toledo la Santa misma
corrigió la frase siguiente: «... y con más pasión»: «aunque sin pasión»,
titubeo lexical que se debe a su inseguridad sobre el alcance filosófico
técnico del término «pasión»: «yo sé poco de estas pasiones del alma» (M.
IV, 1, 5). Ver la nota 5.
4 Echar dado falso: engañar. -No
son para en uno: no tienen condición para vivir unidos o conformes, o: «no
son el uno para el otro».
5 Para ser amada: equivale a «digna
de, apta para ...». Uno
de los censores corrigió el autógrafo: «... para hacer esta alma ame a Dios
para ser amada de él». En el ms. de Toledo la Santa corrige «pasión» y
escribe «afición» (frase precedente), pero no acepta la enmienda del
corrector, que no pasa a la edición príncipe (p. 23), pero sí a la de fray
Luis (p. 39) y a la generalidad de las ediciones. -A continuación: «como
digo»: alude a lo dicho en el n. 8.
CAPITULO 7
En que trata de la misma materia de amor espiritual, y da
algunos avisos para ganarle.
1. Es cosa extraña qué apasionado
amor es éste, qué de lágrimas cuesta, qué de penitencias y oración, qué
cuidado de encomendar a todos los que piensa le han de aprovechar con Dios
para que se le encomienden, qué deseo ordinario, un no traer contento si no
le ve aprovechar. Pues si le parece está mejorado y le ve que torna algo
atrás, no parece ha de tener placer en su vida; ni come ni duerme sino con
este cuidado (1), siempre temerosa si alma que tanto quiere se ha de perder,
y si se han de apartar para siempre, que la muerte de acá no la tienen en
nada, que no quiere asirse a cosa que en un soplo se le va de entre las
manos sin poderla asir. Es -como he dicho- (2) amor sin poco ni mucho de
interés propio. Todo lo que desea y quiere es ver rica aquella alma de
bienes del cielo.
Esta es voluntad, y no estos
quereres de por acá desastrados, aun no digo los malos, que de ésos Dios nos
libre: [2] en cosa que es infierno no hay que nos cansar en decir mal, que
no se puede encarecer el menor mal de él. Este no hay para qué tomarle
nosotras, hermanas, en la boca, ni pensar le hay en el mundo, en burlas ni
en veras oírle, ni consentir que delante de vosotras se trate ni cuente de
semejantes voluntades. Para ninguna cosa es bueno, y podría dañar aun oírlo.
Sino de estotros lícitos, como he dicho, que nos tenemos unas a otras, o de
deudos y amigas. Toda la voluntad es que no se nos muera: (3) si les duele
la cabeza, parece nos duele el alma; si los vemos con trabajos, no queda
-como dicen- paciencia; todo de esta manera.
3. Estotra voluntad no es así.
Aunque con la flaqueza natural se siente algo de presto, luego la razón mira
si es bien para aquel alma, si se enriquece más en virtud y cómo lo lleva,
el rogar a Dios la dé paciencia y merezca en los trabajos. Si ve que la
tiene, ninguna pena siente, antes se alegra y consuela; bien que lo pasaría
de mejor gana que vérselo pasar, si el mérito y ganancia que hay en padecer
pudiese todo dársele, mas no para que se inquiete ni desasosiegue.
4. Torno otra vez a decir (4), que
se parece y va imitando este amor al que nos tuvo el buen amador Jesús; y
así aprovechan tanto, porque no querrían ellos sino abrazar todos los
trabajos, y que los otros sin trabajar se aprovechasen de ellos. Así ganan
muy mucho los que tienen su amistad; y crean que, o los dejarán de tratar
-con particular amistad, digo- o acabarán con nuestro Señor que vayan por su
camino, pues van a una tierra, como hizo Santa Mónica (5) con San Agustín.
No les sufre el corazón tratar con ellos doblez, porque si les ven torcer el
camino, luego se lo dicen, o algunas faltas. No pueden consigo acabar otra
cosa. Y como de esto no se enmendarán ni tratan de lisonja con ellos ni de
disimularles nada, o ellos se enmendarán o apartarán de la amistad; porque
no podrán sufrirlo, ni es de sufrir; para el uno y para el otro es continua
guerra. Con andar descuidados de todo el mundo y no trayendo cuenta si
sirven a Dios o no porque sólo consigo mismos la tienen, con sus amigos no
hay poder hacer esto, ni se les encubre cosa. Las motitas ven. Digo que
traen bien pesada cruz (6).
5. Esta manera de amar es la que yo
querría tuviésemos nosotras. Aunque a los principios no sea tan perfecta, el
Señor la irá perfeccionando. Comencemos en los medios, que aunque lleve algo
de ternura, no dañará, como sea en general. Es bueno y necesario algunas
veces mostrar ternura en la voluntad, y aun tenerla, y sentir algunos
trabajos y enfermedades de las hermanas, aunque sean pequeños; que algunas
veces acaece dar una cosa muy liviana tan gran pena como a otra daría un
gran trabajo, y a personas que tienen de natural apretarle mucho pocas cosas
(7). Si vos le tenéis al contrario, no os dejéis de compadecer; y por
ventura quiere nuestro Señor reservarnos de esas penas y las tendremos en
otras cosas, y de las que para nosotras son graves -aunque de suyo lo sean-
para la otra serán leves. Así que en estas cosas no juzguemos por nosotras
ni nos consideremos en el tiempo que, por ventura sin trabajo nuestro, el
Señor nos ha hecho más fuertes, sino considerémonos en el tiempo que hemos
estado más flacas.
6. Mirad que importa este aviso
para sabernos condoler de los trabajos de los prójimos, por pequeños que
sean, en especial a almas de las que quedan dichas; (8) que ya éstas, como
desean los trabajos, todo se les hace poco, y es muy necesario traer cuidado
de mirarse cuando era flaca y ver que si no lo es, no viene de ella; porque
podría por aquí el demonio ir enfriando la caridad con los prójimos y
hacernos entender es perfección lo que es falta. En todo es menester cuidado
y andar despiertas, pues él no duerme, y en los que van en más perfección,
más; porque son muy más disimuladas las tentaciones, que no se atreve a otra
cosa, que no parece se entiende el daño hasta que está ya hecho, si -como
digo- no se trae cuidado. En fin, que es menester siempre velar y orar, que
no hay mejor remedio para descubrir estas cosas ocultas del demonio y
hacerle dar señal que la oración (9).
7. Procurar también holgaros con
las hermanas cuando tienen recreación con necesidad de ella y el rato que es
de costumbre, aunque no sea a vuestro gusto, que yendo con consideración
todo es amor perfecto (10). Así que es muy bien las unas se apiaden de las
necesidades de las otras. Miren no sea con falta de discreción en cosas que
sea contra la obediencia. Aunque le parezca áspero dentro en sí lo que
mandare la prelada, no lo muestre ni dé a entender a nadie, si no fuere a la
misma priora con humildad, que haréis mucho daño. Y sabed entender cuáles
son las cosas que se han de sentir y apiadar de las hermanas, y siempre
sientan mucho cualquiera falta, si es notoria, que veáis en la hermana. Y
aquí se muestra y ejercita bien el amor en sabérsela sufrir y no se espantar
de ella, que así harán las otras las que vos tuviereis, que aun de las que
no entendéis deben ser muchas más; y encomendarla mucho a Dios, y procurar
hacer vos con gran perfección la virtud contraria de la falta que le parece
en la otra. Esforzarse a esto, para que enseñe a aquélla por obra lo que por
palabra por ventura no lo entenderá, ni le aprovechará, ni castigo. Y esto
de hacer una lo que ve resplandecer de virtud en otra, pégase mucho. Este es
buen aviso; no se os olvide.
8. ¡Oh, qué bueno y verdadero amor
será el de la hermana que puede aprovechar a todas, dejado su provecho por
los de las otras, ir muy adelante en todas las virtudes y guardar con gran
perfección su Regla! Mejor amistad será ésta que todas las ternuras que se
pueden decir, que éstas no se usan ni han de usar en esta casa, tal como «mi
vida», «mi alma», «mi bien», y otras cosas semejantes, que a las unas llaman
uno y a las otras otro. Estas palabras regaladas déjenlas para con su
Esposo, pues tanto han de estar con El y tan a solas, que de todo se habrán
menester aprovechar, pues Su Majestad lo sufre, y muy usadas acá no
enternecen tanto con el Señor; y sin esto, no hay para qué; es muy de
mujeres y no querría yo, hijas mías, lo fueseis en nada, ni lo parecieseis,
sino varones fuertes: que si ellas hacen lo que es en sí, el Señor las hará
tan varoniles que espanten a los hombres. ¡Y qué fácil es a Su Majestad,
pues nos hizo de nonada!
9. Es también muy buena muestra de
amor en procurar quitarlas de trabajo y tomarle ella para sí en los oficios
de casa, y también de holgarse y alabar mucho al Señor del acrecentamiento
que viere en sus virtudes. Todas estas cosas, dejado el gran bien que traen
consigo, ayudan mucho a la paz y conformidad de unas con otras, como ahora
lo vemos por experiencia, por la bondad de Dios. Plega a Su Majestad lo
lleve siempre adelante, porque sería cosa terrible ser al contrario, y muy
recio de sufrir, pocas y mal avenidas; no lo permita Dios.
10. Si por dicha (11) alguna
palabrilla de presto se atravesare, remédiese luego y hagan gran oración. Y
en cualquiera de estas cosas que dure, o bandillos, o deseo de ser más, o
puntito de honra (que) parece se me hiela la sangre, cuando esto escribo, de
pensar que puede en algún tiempo venir a ser, porque veo es el principal mal
de los monasterios), cuando esto hubiese, dense por perdidas. Piensen y
crean han echado a su Esposo de casa y que le necesitan a ir a buscar otra
posada, pues le echan de su casa propia. Clamen a Su Majestad. Procuren
remedio. Porque, si no le pone confesar y comulgar tan a menudo, teman si
hay algún Judas.
11. Mire mucho la priora, por amor
de Dios, en no dar lugar a esto, atajando mucho los principios, que aquí
está todo el daño o remedio; (12) y la que entendiere lo alborota, procure
se vaya a otro monasterio, que Dios las dará con qué la doten. Echen de sí
esta pestilencia. Corten como pudieren las ramas. Y si no bastare, arranquen
la raíz. Y cuando no pudiesen esto, no salga de una cárcel quien de estas
cosas tratare: mucho más vale, antes que pegue a todas tan incurable
pestilencia. ¡Oh, que es gran mal! Dios nos libre de monasterio donde entra.
Yo más querría entrase en éste un fuego que nos abrasase a todas.
Porque en otra parte creo diré algo
más de esto -como en cosa que nos va tanto- no me alargo más aquí (13)
NOTAS
1 Entre líneas añadió la Santa en
el códice de Toledo: no se ha de entender que es con inquietud interior.
2 En el c. 6, nn. 6 y 9.
3 En el códice de Toledo arregló la
Autora este pasaje de suerte que dijese: sea nuestra voluntad tal que no nos
quite la paz y libertad.
4 Véase lo dicho al fin del c. 6.
5 Amonica escribe la Santa.
6 La Santa suprimió allí un pasaje
interesante de la 1ª redacción: ¡Oh dichosas almas que son amadas de los
tales! ¡dichoso el día en que los conocieron! ¡Oh Señor mío! ¿no me haríais
merced que hubiese muchas que así me amasen? Por cierto, Señor, de mejor
gana lo procuraría que ser amada de todos los reyes y señores del mundo; y
con razón, pues éstos no procuran, por cuantas vías pueden, hacer tales que
señoreemos el mismo mundo y que nos estén sujetas todas las cosas de él.
Cuando alguna persona semejante
conociereis, hermanas, con todas las diligencias que pudiere la Madre
procure trate con vosotras. Quered cuanto quisiereis a los tales. Pocos debe
haber, mas no deja el Señor de querer se entienda cuando alguno hay que
llegue a la perfección. Luego os dirán que no es menester, que basta tener a
Dios. Buen medio es para tener a Dios tratar con sus amigos; siempre se saca
gran ganancia, yo lo sé por experiencia; que, después del Señor, si no estoy
en el infierno, es por personas semejantes, que siempre fui muy aficionada
me encomendasen a Dios, y ansí lo procuraba. Ahora tornemos a lo que íbamos.
7 Prosigue la 1ª redacción: Y no se
espanten; que el demonio por ventura puso allí todo su poder con más fuerza
que para que vos sintieseis las penas y trabajos grandes.
8 Importa este aviso... a almas de
las que quedan dichas en el n. 4.
9 Alusión a dos consejos del Señor:
Mt 26, 41 y 17, 20.
10 En la 1ª redacción seguían estas
dos delicadas confidencias: Y es así que queriendo tratar del que no lo es
tanto [tan perfecto], que no hallo camino en esta casa para que me parezca
entre nosotras será bien tenerle; porque si por bien es, como digo, todo se
ha de volver a su principio, que es el amor que queda dicho.
Pensé decir mucho de esotro [de la
segunda especie de amor menos perfecto], y venido a adelgazar, no me parece
se sufre aquí con el modo que llevamos; y por eso, lo quiero dejar en lo
dicho, que espero en Dios, -aunque no sea con toda perfección- no habrá en
esta casa disposición para que haya otra manera de amaros.
11 Por dicha: equivale a «por
ventura».
12 Añadía con fuerza en la 1ª
redacción: y cuando no bastare con amor, sean graves castigos.
13 El capítulo tenía un hermoso
epílogo en la 1ª redacción. Helo aquí: Porque [en] otra parte trataré aún
otra vez de esto, no digo aquí más, sino que quiero más que se quieran y
amen tiernamente y con regalo (aunque no sea tan perfecto como el amor que
queda dicho, como sea en general) que no haya un punto de discordia. No lo
permita el Señor, por quien Su Majestad es, amén.
CAPITULO 8
Trata del gran bien que es desasirse de todo lo criado
interior y exteriormente.
1. Ahora vengamos al desasimiento
que hemos de tener, porque en esto está el todo, si va con perfección. Aquí
digo está el todo, porque abrazándonos con solo el Criador y no se nos dando
nada por todo lo criado, Su Majestad infunde de manera las virtudes, que
trabajando nosotros poco a poco lo que es en nosotros, no tendremos mucho
más que pelear, que el Señor toma la mano contra los demonios y contra todo
el mundo en nuestra defensa.
¿Pensáis, hermanas, que es poco
bien procurar este bien de darnos todas al Todo sin hacernos partes? Y pues
en él están todos los bienes, como digo, alabémosle mucho, hermanas, que nos
juntó aquí adonde no se trata de otra cosa sino de esto. Y así no sé para
qué lo digo, pues todas las que aquí estáis me podéis enseñar a mí; que
confieso en este caso tan importante no tener la perfección como la deseo y
entiendo conviene (1), y en todas las virtudes; y lo que aquí digo, lo
mismo, que es más fácil de escribir que de obrar; y aun a esto no atinara,
porque algunas veces consiste en experiencia el saberlo decir, y debo atinar
por el contrario de estas virtudes que he tenido.
2. Cuanto a lo exterior, ya se ve
cuán apartadas estamos aquí de todo (2). Oh hermanas, entended, por amor de
Dios, la gran merced que el Señor ha hecho a las que trajo aquí, y cada una
lo piense bien en sí, pues en solas doce quiso Su Majestad fueseis una. Y
qué de ellas mejores que yo, sé que tomaran este lugar de buena gana, y
diómele el Señor a mí, mereciéndole tan mal. Bendito seáis Vos, mi Dios, y
alábeos todo lo criado, que esta merced tampoco se puede servir, como otras
muchas que me habéis hecho, que darme estado de monja fue grandísima. Y como
lo he sido tan ruin, no os fiasteis, Señor, de mí, porque adonde había
muchas juntas buenas no se echara de ver así mi ruindad hasta que se me
acabara la vida, y trajísteisme adonde, por ser tan pocas que parece
imposible dejarse de entender, porque ande con más cuidado, quitáisme todas
las ocasiones. Ya no hay disculpa para mí, Señor, yo lo confieso, y así he
más menester vuestra misericordia, para que perdonéis la que tuviere.
3. Lo que os pido mucho es que la
que viere en sí no es para llevar lo que aquí se acostumbra, lo diga. Otros
monasterios hay adonde se sirve tan bien el Señor. No turben estas poquitas
que aquí Su Majestad ha juntado. En otras partes hay libertad para
consolarse con deudos; aquí, si algunos se admiten, es para consuelo de los
mismos. Mas la monja que deseare ver deudos para su consuelo, si no son
espirituales, téngase por imperfecta; crea no está desasida, no está sana,
no tendrá libertad de espíritu, no tendrá entera paz, menester ha médico, y
digo que, si no se le quita y sana, que no es para esta casa.
4. El remedio que veo mejor es no
los ver hasta que se vea libre y lo alcance del Señor con mucha oración.
Cuando se vea de manera que lo tome por cruz, véalos enhorabuena, que
entonces les hará provecho a ellos y no daño a sí (3).
NOTAS
1 ... que confieso en este caso tan
importante soy la más imperfecta; mas, pues me lo mandáis, tocaré en algunas
cosas que se me ofrecen... -Así en la 1ª redacción.
2 En la 1ª redacción escribió con
mucha más espontaneidad y vehemencia: parece nos quiere el Señor apartar de
todo a las que aquí nos trajo, para llegarnos más sin embarazo a Su Majestad
aquí. -¡Oh Criador y Señor mío! ¿Cuándo merecí yo tan gran dignidad, que
parece habéis andando rodeando cómo os llegar más a nosotras? Plegue a
vuestra bondad no lo perdamos por nuestra culpa. ¿Oh hermanas mías!...
3 En la 1ª redacción insistía: mas
si los tiene amor, si le duelen mucho sus penas y escucha sus sucesos del
mundo de buena gana, crea que a sí se dañará, y a ellos no les hará ningún
provecho.
CAPITULO 9
Que trata del gran bien que hay en huir los deudos los
que han dejado el mundo, y cuán más verdaderos amigos hallan.
1. ¡Oh, si entendiésemos las
religiosas el daño que nos viene de tratar mucho con deudos, cómo huiríamos
de ellos! Yo no entiendo qué consolación es ésta que dan, aun dejado lo que
toca a Dios, sino para solo nuestro sosiego y descanso, que de sus
recreaciones no podemos ni es lícito gozar, y sentir sus trabajos sí;
ninguno dejan de llorar, y algunas veces más que los mismos. A usadas (1),
que si algún regalo hacen al cuerpo, que lo paga bien el espíritu. De eso
estáis aquí quitadas, que como todo es en común y ninguna puede tener regalo
particular, así la limosna que las hacen es en general, y queda libre de
contentarlos por esto, que ya sabe que el Señor las ha de proveer por junto.
2. Espantada estoy el daño que hace
tratarlos; no creo lo creerá sino quien lo tuviere por experiencia. ¡Y qué
olvidada parece está el día de hoy en las religiones esta perfección! (2) No
sé yo qué es lo que dejamos del mundo las que decimos que todo lo dejamos
por Dios, si no nos apartamos de lo principal, que son los parientes. Viene
ya la cosa a estado, que tienen por falta de virtud no querer y tratar mucho
los religiosos a sus deudos, y como que lo dicen ellos y alegan sus razones.
3. En esta casa, hijas, mucho
cuidado de encomendarlos a Dios (3), que es razón; en lo demás, apartarlos
de la memoria lo más que podamos, porque es cosa natural asirse a ellos
nuestra voluntad más que a otras personas.
Yo he sido querida mucho de ellos,
a lo que decían, y yo los quería tanto, que no los dejaba olvidarme. Y tengo
por experiencia, en mí y en otras, que dejados padres (que) por maravilla
dejan de hacer por los hijos, y es razón con ellos cuando tuvieren necesidad
de consuelo, si viéremos no nos hace daño a lo principal, no seamos
extraños, que con desasimiento se puede hacer, y con hermanos), en los
demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido y quien menos ha
ayudado en ellos; los siervos de Dios, sí (4).
4. Creed, hermanas, que sirviéndole
vosotras como debéis, que no hallaréis mejores deudos que los que Su
Majestad os enviare. Yo sé que es así, y puestas en esto -como lo vais- y
entendiendo que en hacer otra cosa faltáis al verdadero amigo y esposo
vuestro, creed que muy en breve ganaréis esta libertad, y que de los que por
solo él os quisieren, podéis fiar más que de todos vuestros deudos, y que no
os faltarán; y en quien no pensáis, hallaréis padres y hermanos. Porque como
éstos pretenden la paga de Dios, hacen por nosotras; los que la pretenden de
nosotras, como nos ven pobres y que en nada les podemos aprovechar, cánsanse
presto. Y aunque esto no sea en general, es lo más usado ahora en el mundo,
porque, en fin, es mundo.
Quien os dijere otra cosa y que es
virtud hacerla, no los creáis, que si dijese todo el daño que trae consigo,
me había de alargar mucho; y porque otros, que saben lo que dicen mejor, han
escrito en esto, baste lo dicho. Paréceme que, pues con ser tan imperfecta
lo he entendido tanto, ¿qué harán los que son perfectos?
5. Todo este decirnos que huyamos
del mundo, que nos aconsejan los Santos, claro está que es bueno. Pues
creedme que lo que, como he dicho (5), más se apega de él son los deudos y
más malo de desapegar. Por eso hacen bien los que huyen de sus tierras; si
les vale, digo, que no creo va en huir el cuerpo, sino en que
determinadamente se abrace el alma con el buen Jesús, Señor nuestro, que
como allí lo halla todo, lo olvida todo; aunque ayuda es apartarnos muy
grande hasta que ya tengamos conocida esta verdad; que después podrá ser
quiera el Señor, por darnos cruz en lo que solíamos tener gusto, que
tratemos con ellos.
NOTAS
1 A usadas, escribe la Santa,
deformando la expresión clásica «a osadas», que equivale a «con resolución,
sin miedo o bien a «ciertamente». Cobarruvias la explica así: de osadía «se
forma una manera de decir antigua aosadas, que vale tanto como 'osaría yo
apostar» (s. v. «osar»).
2 ... al menos en las más, aunque
no en todos los santos que escribieron, o muchos (1ª redacción). -Sigue una
alusión a los consejos evangélicos (Lc 14, 33).
3 ... después de los dicho que toca
a su Iglesia (1ª redacción).
4 Las últimas frases han sido
retocadas en los autógrafos y en las ediciones. En la primera redacción
escribió «En los demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido;
y quien me ha ayudado en ellos, los siervos de Dios». En la nueva redacción,
copió materialmente esa frase. Luego la enmendó, no muy certeramente, tal
como se transcribe en el texto. Tanto la edición príncipe (f 31r) como fray
Luis de León (p. 55) deforman el texto. Aunque la frase es poco feliz, el
sentido es claro: en los trabajos, sus deudos (parientes) la han ayudado
menos que los siervos de Dios.
5 Lo ha dicho en el n. 2.
CAPITULO 10
Trata cómo no basta desasirse de lo dicho, si no nos
desasimos de nosotras mismas, y cómo están juntas esta virtud y la humildad.
1. Desasiéndonos del mundo y deudos
y encerradas aquí con las condiciones que están dichas, ya parece lo tenemos
todo hecho y que no hay que pelear con nada. ¡Oh hermanas mías!, no os
aseguréis ni os echéis a dormir, que será como el que se acuesta muy
sosegado habiendo muy bien cerrado sus puertas por miedo de ladrones, y se
los deja en casa. Y ya sabéis que no hay peor ladrón, pues quedamos nosotras
mismas, que si no se anda con gran cuidado y cada una -como en negocio más
importante que todos- no se mira mucho en andar contradiciendo su voluntad,
hay muchas cosas para quitar esta santa libertad de espíritu, que pueda
volar a su Hacedor sin ir cargada de tierra y de plomo.
2. Gran remedio es para esto traer
muy continuo en el pensamiento la vanidad que es todo y cuán presto se
acaba, para quitar las afecciones de las cosas que son tan baladíes y
ponerla en lo que nunca se ha de acabar. Y aunque parece flaco medio, viene
a fortalecer mucho el alma, y en las muy pequeñas cosas traer gran cuidado;
en aficionándonos a alguna, procurar apartar el pensamiento de ella y
volverle a Dios, y Su Majestad ayuda. Y hanos hecho gran merced, que en esta
casa lo más está hecho, puesto que (1) este apartarnos de nosotras mismas y
ser contra nosotras, es recia cosa, porque estamos muy juntas y nos amamos
mucho.
3. Aquí puede entrar la verdadera
humildad, porque esta virtud y estotra (2) paréceme andan siempre juntas.
Son dos hermanas que no hay para qué las apartar. No son éstos los deudos de
que yo aviso se aparten, sino que los abracen, y las amen y nunca se vean
sin ellas. ¡Oh soberanas virtudes, señoras de todo lo criado, emperadoras
del mundo, libradoras de todos los lazos y enredos que pone el demonio, tan
amadas de nuestro enseñador Cristo, que nunca un punto se vio sin ellas!
Quien las tuviere, bien puede salir y pelear con todo el infierno junto y
contra todo el mundo y sus ocasiones. No haya miedo de nadie, que suyo es el
reino de los cielos. No tiene a quién temer, porque nada no se le da de
perderlo todo ni lo tiene por pérdida; sólo teme descontentar a su Dios; y
suplicarle (3) las sustente en ellas porque no las pierda por su culpa.
4. Verdad es que estas virtudes
tienen tal propiedad, que se esconden de quien las posee, de manera que
nunca las ve ni acaba de creer que tiene ninguna, aunque se lo digan; mas
tiénelas en tanto, que siempre anda procurando tenerlas, y valas
perfeccionando en sí más, aunque bien se señalan los que las tienen; luego
se da a entender a los que los tratan, sin querer ellos.
Mas ¡qué desatino ponerme yo a loar
humildad y mortificación, estando tan loadas del Rey de la gloria y tan
confirmadas con tantos trabajos suyos! Pues, hijas mías, aquí es el trabajar
por salir de tierra de Egipto, que en hallándolas hallaréis el maná; (4)
todas las cosas os sabrán bien; por mal sabor que al gusto de los del mundo
tengan, se os harán dulces.
5. Ahora, pues, lo primero que
hemos de procurar es quitar de nosotras el amor de este cuerpo, que somos
algunas tan regaladas de nuestro natural, que no hay poco que hacer aquí, y
tan amigas de nuestra salud, que es cosa para alabar a Dios la guerra que
dan, a monjas en especial, y aun a los que no lo son. Mas algunas monjas no
parece que venimos a otra cosa al monasterio, sino a procurar no morirnos.
Cada una lo procura como puede. Aquí, a la verdad, poco lugar hay de eso con
la obra, mas no querría yo hubiese el deseo. Determinaos, hermanas, que
venís a morir por Cristo, y no a regalaros por Cristo; que esto pone el
demonio «que para llevar y guardar la Orden»; (5) y tanto enhorabuena se
quiere guardar la Orden con procurar la salud para guardarla y conservarla,
que se muere sin cumplirla enteramente un mes, ni por ventura un día. Pues
no sé yo a qué venimos.
6. No hayan miedo nos falte
discreción en este caso por maravilla, que luego temen los confesores nos
hemos de matar con penitencias. Y es tan aborrecido de nosotras esta falta
de discreción, que así lo cumpliésemos todo. Las que lo hicieren al
contrario, yo sé que no se les dará nada de que diga esto, ni a mí de que
digan juzgo por mí, que dicen verdad (6). Tengo para mí que así quiere el
Señor seamos más enfermas; al menos a mí hízome en serlo gran misericordia,
porque como me había de regalar así como así, quiso fuese con causa.
Pues es cosa donosa las que andan
con este tormento que ellas mismas se dan, y algunas veces dales un deseo de
hacer penitencias sin camino ni concierto, que duran dos días, a manera de
decir. Después pónelas el demonio en la imaginación que las hizo daño;
hácelas temer de la penitencia y no osar después cumplir la que manda la
Orden, «que ya lo probaron». No guardamos unas cosas muy bajas de la Regla
-como el silencio, que no nos ha de hacer mal- y no nos ha dolido la cabeza,
cuando dejamos de ir al coro, -que tampoco nos mata-, y queremos inventar
penitencias de nuestra cabeza para que no podamos hacer lo uno ni lo otro
(7). Y a las veces es poco el mal, y nos parece no estamos obligadas a hacer
nada, que con pedir licencia cumplimos.
7. Diréis ¿que por qué la da la
priora? -A saber lo interior, por ventura no haría; mas como le hacéis
información de necesidad y no falta un médico que ayuda por la misma que vos
le hacéis, y una amiga que llore al lado, o parienta, ¿qué ha de hacer?
Queda con escrúpulo si falta en la caridad. Quiere más faltéis vos que ella
(8).
8. Estas son cosas que puede ser
pasen alguna vez, y porque os guardéis de ellas las pongo aquí. Porque si el
demonio nos comienza a amedrentar con que nos faltará la salud, nunca
haremos nada. El Señor nos dé luz para acertar en todo, amén.
NOTAS
1 Puesto que, en acepción de
aunque. -El pasaje es más claro en la 1ª redacción: Y hanos hecho gran
merced, que en esta casa lo más está hecho; mas queda desasirnos de nosotros
mismos. Este es recio apartar...
2 estotra: la virtud del
desasimiento, de que viene hablando.
3 Suplícale debió escribir. En la
1ª redacción concluía así: No tiene a quién temer, sino suplicar a Dios le
sustente en ellas para que no las pierda por su culpa.
4 Alusión a Sab 16, 20, y al Ex c.
16.
5 Un corrector enmendó sin motivo
el autógrafo: «que esto pone el demonio que es menester para llevar y
guardar la orden». -Recuérdese que pone equivale a sugiere. -Guardar la
orden equivale a guardar la observancia de la Orden. -Tanto enhorabuena: tan
enhorabuena.
6 En la 1ª redacción escribió más
lacónicamente: Creo, y sélo cierto, que tengo más compañeras que tendré
injuriadas por hacer lo contrario.
7 En la 1ª redacción era más fina
la ironía y fuerza de este pasaje. Algunas veces dales un frenesí de hacer
penitencias sin camino ni concierto.... La imaginación que les pone el
demonio 'que las hizo daño' 'que ¡nunca más penitencia!, ni la que manda la
orden que ya lo probaron'. No guardan unas cosas muy bajas de la Regla -como
es el silencio, que no nos ha de hacer mal-, y no nos ha venido la
imaginación de que nos duele la cabeza, cuando dejamos de ir al coro -que
tampoco nos mata-, un día porque nos dolió, y otro porque nos ha dolido, y
otros tres porque no nos duela.
8 Y no le parece justo juzgarnos
mal -añadía la 1ª redacción-. -En lugar del n. siguiente, la redacción
primitiva concluía así: ¡Oh, este quejar -válgame Dios- entre monjas!; que
El me lo perdone, que temo es ya costumbre. A mí me acaeció una vez ver
esto: que la tenía una de quejarse de la cabeza, y quejábaseme mucho de
ella. Venido a averiguar, poco ni mucho le dolía, sino en otra parte tenía
algún dolor. -Todo este capítulo es mucho más espontáneo y finamente
cáustico en la redacción escurialense.
CAPITULO 11
Prosigue en la mortificación, y dice la que se ha de
adquirir en las enfermedades.
1. Cosa imperfecta me parece,
hermanas mías, este quejarnos siempre con livianos males; si podéis
sufrirlo, no lo hagáis. Cuando es grave el mal, él mismo se queja; es otro
quejido y luego se parece (1). Mirad que sois pocas, y si una tiene esta
costumbre es para traer fatigadas a todas, si os tenéis amor y hay caridad;
sino que la que estuviere de mal que sea de veras, lo diga y tome lo
necesario; que si perdéis el amor propio, sentiréis tanto cualquier regalo,
que no hayáis miedo le toméis sin necesidad ni os quejéis sin causa. Cuando
la hay, sería muy peor no decirlo que tomarle sin ella, y muy malo si no os
apiadasen.
2. Mas de eso, a buen seguro que
adonde hay caridad y tan pocas, que nunca falte el cuidado de curaros (2).
Mas unas flaquezas y malecillos de mujeres, olvidaos de quejarlas, que
algunas veces pone el demonio imaginación de esos dolores; quítanse y
pónense. Si no se pierde la costumbre de decirlo y quejaros de todo si no
fuere a Dios, nunca acabaréis (3). Porque este cuerpo tiene una falta, que
mientras más le regalan, más necesidades descubre. Es cosa extraña lo que
quiere ser regalado; y como tiene aquí algún buen color, por poca que sea la
necesidad, engaña a la pobre del alma para que no medre.
3. Acordaos qué de pobres enfermos
habrá que no tengan a quién se quejar. Pues pobres y regaladas, no lleva
camino. Acordaos también de muchas casadas; -yo sé que las hay- y personas
de suerte, que con graves males, por no dar enfado a sus maridos, no se osan
quejar, y con graves trabajos. Pues ¡pecadora de mí!, sí, que no venimos
aquí a ser más regaladas que ellas. ¡Oh, que estáis libres de grandes
trabajos del mundo, sabed sufrir un poquito por amor de Dios sin que lo
sepan todos! Pues es una mujer muy malcasada (4), y porque no sepa su marido
lo dice y se queja, pasa mucha malaventura sin descansar con nadie, ¿y no
pasaremos algo entre Dios y nosotras de los males que nos da por nuestros
pecados? ¡Cuánto más que es nonada lo que se aplaca el mal!
4. En todo esto que he dicho, no
trato de males recios, cuando hay calentura mucha, aunque pido haya
moderación y sufrimiento siempre, sino unos malecillos que se pueden pasar
en pie. Mas ¿qué fuera si éste se hubiera de ver fuera de esta casa?, ¿qué
dijeran todas las monjas de mí? Y ¡qué de buena gana, si alguna se
enmendara, lo sufriera yo! Porque por una que haya de esta suerte, viene la
cosa a términos que, por la mayor parte, no creen a ninguna, por graves
males que tenga (5).
Acordémonos de nuestros Padres
santos pasados ermitaños, cuya vida pretendemos imitar: ¡qué pasarían de
dolores, y qué a solas, y de fríos y hambre y sol y calor, sin tener a quién
se quejar sino a Dios! ¿Pensáis que eran de hierro? Pues tan delicados eran
como nosotras. Y creed, hijas, que en comenzando a vencer estos corpezuelos,
no nos cansan tanto. Hartas habrá que miren lo que es menester; descuidaos
de vosotras, si no fuere a necesidad conocida. Si no nos determinamos a
tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos nada.
5. Procurad de no temerla, y
dejaros toda en Dios, venga lo que viniere. ¿Qué va en que muramos? De
cuantas veces nos ha burlado el cuerpo, ¿no burlaríamos alguna de él? Y
creed que esta determinación importa más de lo que podemos entender; porque
de muchas veces que poco a poco lo vayamos (6) haciendo, con el favor del
Señor, quedaremos señoras de él. Pues vencer un tal enemigo, es gran negocio
para pasar en la batalla de esta vida. Hágalo el Señor como puede. Bien creo
no entiende la ganancia sino quien ya goza de la victoria, que es tan
grande, a lo que creo, que nadie sentiría pasar trabajo por quedar en este
sosiego y señorío.
NOTAS
1 Luego se parece: se pone de
manifiesto. -En la 1ª redacción el capítulo comenzaba en términos más
perentorios: Cosa imperfectísima me parece, hermanas mías, este aullar y
quejar siempre y enflaquecer la habla haciéndola de enferma...
2 ... adonde hay «oración» y
caridad y tan pocas... -había escrito en la 1ª redacción.
3 En la 1ª redacción añadía: Pongo
tanto en esto, porque tengo para mí importa y que es una cosa que tiene muy
relajados los monasterios.
4 Malcasada: en la acepción de
desafortunada en el matrimonio, o -como dice la Santa- «que pasa mucha
malaventura».
5 La 1ª redacción proseguía: En
fín, viene la cosa a términos, que pierden unas por otras; y si alguna hay
sufrida, aún los mismos médicos no la creen, como han visto a otras con poco
mal quejarse tanto. (Como es para solas mis hijas, todo puede pasar).
6 Vamos, escribió la Santa,
contracción frecuente en su pluma (como hais por hayais; cf. este mismo cap.
en la 1ª red. n. 1).
CAPÍTULO 12
Trata de cómo ha de tener en poco la vida el verdadero
amador de Dios, y la honra.
1. Vamos a otras cosas que también
importan harto, aunque parecen menudas. Trabajo grande parece todo, y con
razón, porque es guerra contra nosotros mismos; mas comenzándose a obrar,
obra Dios tanto en el alma y hácela tantas mercedes, que todo le parece poco
cuanto se puede hacer en esta vida. Y pues las monjas hacemos lo más, que es
dar la libertad por amor de Dios poniéndola en otro poder, y pasan tantos
trabajos, ayunos, silencio, encerramiento, servir el coro, que por mucho que
nos queramos regalar es alguna vez, y por ventura sola yo en muchos
monasterios que he visto, pues ¿por qué nos hemos de detener en mortificar
lo interior, pues en esto está el ir todo estotro muy más meritorio y
perfecto, y después obrarlo con más suavidad y descanso? Esto se adquiere
con ir -como he dicho- (1) poco a poco, no haciendo nuestra voluntad y
apetito, aun en cosas menudas, hasta acabar de rendir el cuerpo al espíritu.
2. Torno a decir (2) que está el
todo o gran parte en perder cuidado de nosotros mismos y nuestro regalo; que
quien de verdad comienza a servir al Señor, lo menos que le puede ofrecer es
la vida. Pues le ha dado su voluntad, ¿qué teme? Claro está que si es
verdadero religioso o verdadero orador (3), y pretende gozar regalos de
Dios, que no ha de volver las espaldas a desear morir por él y pasar
martirio. Pues ¿ya no sabéis, hermanas, que la vida del buen religioso y que
quiere ser de los allegados amigos de Dios es un largo martirio? Largo,
porque para compararle a los que de presto los degollaban, puédese llamar
largo; mas toda es corta la vida, y algunas cortísimas. ¿Y qué sabemos si
seremos de tan corta, que desde una hora o momento que nos determinemos a
servir del todo a Dios se acabe? Posible sería; que, en fin, todo lo que
tiene fin no hay que hacer caso de ello; y pensando que cada hora es la
postrera, ¿quién no la trabajará? Pues creedme que pensar esto es lo más
seguro.
3. Por eso mostrémonos a
contradecir en todo nuestra voluntad; que si traéis cuidado, como he dicho
(4), sin saber cómo, poco a poco os hallaréis en la cumbre. Mas ¡qué gran
rigor parece decir no nos hagamos placer en nada, como no se dice qué gustos
y deleites trae consigo esta contradicción y lo que se gana con ella! Aun en
esta vida, ¡qué seguridad! Aquí, como todas lo usáis, estáse lo más hecho;
unas a otras se despiertan y ayudan; en esto ha cada una procurar (5) ir
adelante de las otras.
4. En los movimientos interiores se
traiga mucha cuenta, en especial si tocan en mayorías. Dios nos libre, por
su Pasión, de decir ni pensar para detenerse en ello «si soy más antigua»,
«si he más años», «si he trabajado más», «si tratan a la otra mejor». Estos
pensamientos, si vinieren, es menester atajarlos con presteza; que si se
detienen en ellos, o lo ponen en plática, es pestilencia y de donde nacen
grandes males (6). Si tuvieren priora que consiente cosa de éstas, por poco
que sea, crean por sus pecados ha permitido Dios la tengan para comenzarse a
perder, y hagan gran oración porque dé el remedio, porque están en gran
peligro (7).
5. Podrá ser que digan «que para
qué pongo tanto en esto» y «que va con rigor»; «que regalos hace Dios a
quien no está tan desasido».
-Yo lo creo, que con su sabiduría
infinita ve que conviene para traerlos a que lo dejen todo por El. No llamo
«dejarlo», entrar en religión, que impedimentos puede haber, y en cada parte
puede el alma perfecta estar desasida y humilde; ello a más trabajo suyo,
que gran cosa es el aparejo. Mas créanme una cosa, que si hay punto de honra
o de hacienda (8) (y) esto tan bien puede haberlo en los monasterios como
fuera, aunque más quitadas están las ocasiones y mayor sería la culpa), que
aunque tengan muchos años de oración (o,) por mejor decir, consideración,
porque oración perfecta, en fin, quita estos resabios), que nunca medrarán
mucho ni llegarán a gozar el verdadero fruto de la oración.
6. Mirad si os va algo, hermanas,
en estas cosas, pues no estáis aquí a otra cosa. Vosotras no quedáis más
honradas, y el provecho perdido para lo que podríais más ganar; así que
deshonra y pérdida cabe aquí junto (9).
Cada una mire en sí lo que tiene de
humildad y verá lo que está aprovechada. Paréceme que al verdadero humilde
aun de primer movimiento no osará el demonio tentarle en cosa de mayorías;
porque, como es tan sagaz, teme el golpe. Es imposible, si uno es humilde,
que no gane más fortaleza en esta virtud, y aprovechamiento, si el demonio
le tienta por ahí; porque está claro que ha de dar vuelta sobre su vida, y
mirar (10) lo que ha servido con lo que debe al Señor, y las grandezas que
hizo en bajarse a sí para dejarnos ejemplo de humildad, y mirar sus pecados
y adónde merecía estar por ellos. Sale el alma tan gananciosa, que no osa
tornar (11) otro día por no ir quebrada la cabeza.
7. Este consejo tomad de mí y no se
os olvide: que no sólo en lo interior -que sería gran mal no quedar con
ganancia-, mas en lo exterior procurad la saquen las hermanas de vuestra
tentación; si queréis vengaros del demonio y libraros más presto de la
tentación, que así como os venga pidáis a la prelada que os mande hacer
algún oficio bajo o, como pudiereis, los hagáis vos, y andéis estudiando en
esto cómo doblar vuestra voluntad en cosas contrarias, que el Señor os las
descubrirá, y con esto durará poco la tentación (12). Dios nos libre de
personas que le quieren servir acordarse de honra. Mirad que es mala
ganancia, y -como he dicho- (13) la misma honra se pierde con desearla, en
especial en las mayorías, que no hay tóxico en el mundo que así mate como
estas cosas la perfección.
8. Diréis «que son cosillas
naturales, que no hay que hacer caso».
-No os burléis con eso, que crece
como espuma, y no hay cosa pequeña en tan notable peligro como son estos
puntos de honra y mirar si nos hicieron agravio. ¿Sabéis por qué, sin otras
hartas cosas? -Por ventura en una comienza por poco y no es casi nada, y
luego mueve el demonio a que al otro le parezca mucho, y aun pensará es
caridad decirle que cómo consiente aquel agravio, que Dios le dé paciencia,
que se lo ofrezcáis, que no sufriera más un santo. Pone un caramillo en la
lengua de la otra (14), que ya que acabáis con vos de sufrir, quedáis aún
tentada de vanagloria de lo que no sufristeis con la perfección que se había
de sufrir.
9. Y es esta nuestra naturaleza tan
flaca, que aun diciéndonos que no hay qué sufrir, pensamos hemos hecho algo
y lo sentimos, cuánto más ver que lo sienten por nosotras. Y así va
perdiendo el alma las ocasiones que había tenido para merecer, y queda más
flaca y abierta la puerta al demonio para que otra vez venga con otra cosa
peor; y aun podrá acaecer, aun cuando vos queráis sufrirlo, que vengan a vos
y os dirán «que si sois bestia», «que bien es que se sientan las cosas»
(15). ¡Oh, por amor de Dios, hermanas mías!, que a ninguna le mueva
indiscreta caridad para mostrar lástima de la otra en cosa que toque a estos
fingidos agravios, que es como la que tuvieron los amigos del santo Job con
él (16), y su mujer.
NOTAS
1 En el c. 11, n. 5. -Los
pensamientos que preceden tenían otro matiz en la 1ª redacción: Pues ¿por
qué nos detenemos en mortificar estos cuerpos en naderías, que es no
hacerlos placer en nada, sino andar en cuidado llevándolos por donde no
quieren hasta tenerlos rendidos al espíritu?
2 Cf. c. 11, n. 4.
3 Verdadero orador: verdadera
persona de oración.
4 En el n. 1 y en el c. 11, n. 5.
-Uno de los censores acotó este pasaje con una larga nota, que luego fue
introducida en el texto por el amanuense del ms. de Salamanca. Dice así: No
nos hagamos placer etc.: en esta mortificación parece que en todo se huelgan
y hacen placer queriéndolo todo; porque tienen lo que quieren y quieren lo
que tienen, en lo cual consiste nuestro contentamiento siendo bueno lo que
se quiere».
5 En esto ha cada una de
procurar...
6 En la 1ª redacción: ...de donde
nacen grandes males en los monasterios. ¡Miren que lo sé mucho!
7 En la 1ª redacción: ... clamen a
él y toda su oración sea porque dé el remedio en religioso o persona de
oración; que quien de veras la tiene con determinación de gozar de las
mercedes que hace Dios y regalos en ella, esto del desasimiento a todos
conviene.
8 Punto de honra o de hacienda:
vana estima o deseo de una u otra. En la 1ª redacción había escrito: punto
de honra o deseo de hacienda.
9 Alusión a una especie de ley del
código del honor. En la 1ª redacción la alusión es explícita.
10 Mirar (comparar) lo que ha
servido con lo que debe. Al margen anotó uno de los censores: «remedio de
humildes contra la soberbia».
11 No osa tornar «el demonio»,
añadió la Santa en el ms. de Madrid.
12 La 1ª redacción añadía: (en
cosas contrarias...) y con mortificaciones públicas, pues se usan en esta
casa. Como de pestilencia huid de tales tentaciones del demonio, y procurad
que esté poco con vos».
13 En el n. 6.
14 Caramillo era una flautilla de
caña, y en sentido figurado, «chisme o enredo». «Poner un caramillo en la
lengua» es «inducir a algo seduciendo».
15 En la 1ª redacción añadía una de
sus típicas exclamaciones finamente irónica: ¡Uh, que si hay alguna amiga!
16 Job 2, 11. -En el ms. de Toledo
la Santa enmendó la frase final, equívoca: ... y la que tuvo su mujer.
CAPÍTULO 13
Prosigue en la mortificación, y cómo ha de huir de los
puntos y razones del mundo para llegarse a la verdadera razón.
1. Muchas veces os lo digo,
hermanas, y ahora lo quiero dejar escrito aquí, porque no se os olvide, que
en esta casa, y aun toda persona que quisiere ser perfecta, huya mil leguas
de «razón tuve», «hiciéronme sinrazón», «no tuvo razón quien esto hizo
conmigo»... De malas razones nos libre Dios. ¿Parece que había razón para
que nuestro buen Jesús sufriese tantas injurias y se las hiciesen y tantas
sinrazones? La que no quisiere llevar cruz sino la que le dieren muy puesta
en razón, no sé yo para qué está en el monasterio; tórnese al mundo, adonde
aun no le guardarán esas razones. ¿Por ventura podéis pasar tanto que no
debáis más? ¿Qué razón es ésta? Por cierto, yo no la entiendo.
2. Cuando nos hicieren alguna honra
o regalo o buen tratamiento, saquemos esas razones, que cierto es contra
razón nos le hagan en esta vida. Mas cuando agravios -que así los nombran
sin hacernos agravio-, yo no sé qué hay que hablar. O somos esposas de tan
gran rey, o no. Si lo somos, ¿qué mujer honrada hay que no participe de las
deshonras que a su esposo hacen? Aunque no lo quiera por su voluntad, en
fin, de honra o deshonra participan entrambos. Pues tener parte en su reino
y gozarle, y de las deshonras y trabajos querer quedar sin ninguna parte, es
disparate.
3. No nos lo deje Dios querer, sino
que la que le pareciere es tenida entre todas en menos, se tenga por más
bienaventurada; y así lo es, si lo lleva como lo ha de llevar, que no le
faltará honra en esta vida ni en la otra. Créanme esto a mí. Mas qué
disparate he dicho, que me crean a mí, diciéndolo la verdadera Sabiduría
(1).
Parezcámonos, hijas mías, en algo a
la gran humildad de la Virgen Sacratísima, cuyo hábito traemos, que es
confusión nombrarnos monjas suyas; que por mucho que nos parezca nos
humillamos, quedamos bien cortas para ser hijas de tal Madre y esposas de
tal Esposo.
Así que si las cosas dichas no se
atajan con diligencia, lo que hoy no parece nada mañana por ventura será
pecado venial; y es de tan mala digestión, que si os dejáis no quedará solo.
Es cosa muy mala para congregaciones.
4. En esto habíamos de mirar mucho
las que estamos en ella, por no dañar a las que trabajan por hacernos bien y
darnos buen ejemplo. Y si entendiésemos cuán gran daño se hace en que se
comience una mala costumbre, más querríamos morir que ser causa de ello; (2)
porque es muerte corporal, y pérdidas en las almas es gran pérdida y que no
parece se acaba de perder; porque muertas unas vienen otras, y a todas por
ventura les cabe más parte de una mala costumbre que pusimos, que de muchas
virtudes; porque el demonio no la deja caer, y las virtudes la misma
flaqueza natural las hace perder.
5. ¡Oh, qué grandísima caridad
haría y qué gran servicio a Dios la monja que en sí viese que no puede
llevar las costumbres que hay en esta casa, conocerlo e irse! Y mire que le
cumple, si no quiere tener un infierno acá y plega a Dios no sea otro allá
(3), porque hay muchas causas para temer esto, y por ventura ella ni las
demás no lo entenderán como yo.
6. Créanme en esto, y si no, el
tiempo les doy por testigo. Porque el estilo que pretendemos llevar es no
sólo de ser monjas, sino ermitañas, y así se desasen de todo lo criado, y a
quien el Señor ha escogido para aquí, particularmente veo la hace esta
merced. Aunque ahora no sea en toda perfección, vese que va ya a ella por el
gran contento que le da y alegría ver que no ha de tornar a tratar con cosa
de la vida, y el sabor todas las de la Religión.
Torno a decir que si inclina a
cosas del mundo, que se vaya si no se ve ir aprovechando; e irse, si todavía
quiere ser monja, a otro monasterio, y si no, verá cómo le sucede. No se
queje de mí, que comencé éste, porque no la aviso.
7. Esta casa es un cielo, si le
puede haber en la tierra, para quien se contenta sólo de contentar a Dios y
no hace caso de contento suyo; tiénese muy buena vida; en queriendo algo
más, se perderá todo, porque no lo puede tener; y alma descontenta es como
quien tiene gran hastío, que por bueno que sea el manjar, la da en rostro, y
de lo que los sanos toman gran gusto comer, le hace asco en el estómago. En
otra parte se salvará mejor, y podrá ser que poco o poco llegue a la
perfección que aquí no pudo sufrir por tomarse por junto. Que aunque en lo
interior se aguarde tiempo para del todo desasirse y mortificarse, en lo
exterior ha de ser luego. Y a quien con ver que todas lo hacen y con andar
en tan buena compañía siempre, no le aprovecha en un año, temo que no
aprovechará en muchos, más, sino menos. No digo sea tan cumplidamente como
en las otras, mas que se entienda va cobrando salud, que luego se ve cuándo
el mal es mortal.
NOTAS
1 En la 1ª redacción: ¡Qué
disparate he dicho que me crean a mí, diciéndolo la verdadera Sabiduría -que
es la misma Verdad-. Y la Reina de los ángeles. -Alusión a la sentencia
evangélica de Lc 14, 11... y a dos versos del Magnificat: Lc 1, 48, y 52.
-Proseguía enseguida: Siquiera en algo, imitemos esta su humildad, digo
algo, porque por mucho que nos bajemos y humillemos, no hace nada una como
yo, que por sus pecados tenía merecido la hiciesen bajar y despreciar los
demonios, ya que ella no quisiese. Porque aunque no tengan tantos pecados,
por maravilla habrá quien deje de tener alguno por que haya perecido el
infierno.
2 Una mala costumbre de estos
puntillos de honra; mas querríamos morir mil muertes; así en la primera
redacción.
3 El releer la Santa este pasaje ya
listo para la imprenta, encontró dura su amenaza «si no quiere tener un
infierno acá y otro allá», y la tachó. Entre líneas completó la frase
anterior: ... lo conociese y se fuese «antes que profesase, como otra vez he
dicho».
El texto de la 1ª redacción era más
extensivo y mucho más fuerte: ¡Oh, qué grandísima caridad haría y qué gran
servicio a Dios, la monja que se viese no puede llevar las perfecciones y
costumbres que hay en esta casa, conocerse e irse y dejar a las otras en
paz...! Y aun en todos los monasterios (al menos si me creen a mí) no lo
tendrán ni darán profesión hasta que de muchos años esté probado a ver si se
enmiendan.. -No llamo faltas en la penitencia y ayunos, porque aunque lo es,
no son cosas que hacen tanto daño. Mas unas condiciones que hay de suyo
amigas de ser estimadas y tenidas, y mirar las faltas ajenas y nunca conocer
las suyas y otras cosas semejantes, que verdaderamente nace de poca
humildad; si Dios no favorece con darla gran espíritu, hasta de muchos años
verla enmendada, os libre Dios de que quede en vuestra compañía. Entended
que ni ella sosegará ni os dejará sosegar a todas. Como no tomáis dote,
háceos Dios merced para esto, que es lo que me lastima de los monasterios:
que muchas veces, por no tornar a dar el dinero, dejan el ladrón que les
robe el tesoro, o por la honra de sus deudos. En esta casa tenéis ya
aventurada y perdida la honra del mundo, porque los pobres no son honrados;
no tan a vuestra costa queráis que lo sean los otros. Nuestra honra,
hermanas, ha de ser servir a Dios. Quien pensare que de esto os ha de
estorbar, quédese con su honra en su casa; que para esto ordenaron nuestros
padres la probación de un año, y en nuestra Orden que no se dé en cuatro,
que para esto hay libertad. Aquí querría yo no se diese en diez. La monja
humilde poco se le dará en no ser profesa; ya sabe que si es buena, no la
echarán; si no, ¿para qué quiere hacer daño a este colegio de Cristo. Y no
llamo no ser buena, cosa de vanidad, que, con el favor de Dios, creo estará
lejos de esta casa; llamo no ser buena, no estar mortificada, sino con
asimiento de cosas del mundo o de sí en estas cosas que he dicho. Y la que
mucho en sí no le viere, créame ella mesma y no haga profesión si no quiere
tener un infierno acá, y plega a Dios no sea otro allá, porque hay muchas
causas en ella para ello; y por ventura las mesmas de la casa no las
entenderán, ni la mesma, como yo las tengo entendidas».
4 Y a quien... no le aprovecha en
un año, o medio, temo no aprovechará más en muchos, sino menos; así en la 1ª
redacción.
CAPÍTULO 14
En que trata lo mucho que importa no dar profesión a
ninguna que vaya contrario su espíritu de las cosas que quedan dichas.
1. Bien creo que favorece el Señor
mucho a quien bien se determina, y por eso se ha de mirar qué intento tiene
la que entra, no sea sólo por remediarse (como) acaecerá a muchas), puesto
que el Señor puede perfeccionar este intento, si es persona de buen
entendimiento, que si no, en ninguna manera se tome; porque ni ella se
entenderá cómo entra, ni después a las que la quisieren poner en lo mejor.
Porque, por la mayor parte, quien esta falta tiene, siempre les parece
atinan más lo que les conviene que los más sabios; y es mal que le tengo por
incurable, porque por maravilla deja de traer consigo malicia. Adonde hay
muchas, podráse tolerar, y entre tan pocas no se podrá sufrir.
2. Un buen entendimiento, si se
comienza a aficionar al bien, ásese a él con fortaleza, porque ve es lo más
acertado; y cuando no aproveche para mucho espíritu, aprovechará para buen
consejo y para hartas cosas, sin cansar a nadie (1). Cuando éste falta, yo
no sé para qué puede aprovechar en comunidad, y podría dañar harto.
Esta falta (2) no se ve muy en
breve, porque muchas hablan bien y entienden mal, y otras hablan corto y no
muy cortado, y tienen entendimiento para mucho bien. Que hay unas
simplicidades santas que saben poco para negocios y estilo de mundo, y mucho
para tratar con Dios. Por eso es menester gran información para tomarlas y
larga probación para hacerlas profesas. Entienda una vez el mundo que tenéis
libertad para echarlas, que en monasterio donde hay asperezas, muchas
ocasiones hay, y como se use, no lo tendrán por agravio.
3. Digo esto, porque son tan
desventurados estos tiempos y tanta nuestra flaqueza, que no basta tenerlo
por mandamiento de nuestros pasados, para que dejemos de mirar lo que han
tomado por honra los presentes para no agraviar los deudos. Plega a Dios no
lo paguemos en la otra vida las que las admitimos, que nunca falta un color
con que nos hacemos entender se sufre hacerlo (3).
4. Y éste es un negocio que cada
una por sí le había de mirar y encomendar a Dios y animar a la prelada, pues
es cosa que tanto importa. Y así suplico a Dios en ello os dé luz, que harto
bien tenéis en no recibir dotes, que adonde se toman podría acaecer que por
no tornar a dar el dinero -que ya no lo tienen- dejen el ladrón en casa que
les robe el tesoro, que no es pequeña lástima. Vosotras, para en este caso,
no la tengáis de nadie, porque será dañar a quien pretendéis hacer provecho.
NOTAS
1 Antes, es recreación, proseguía
la 1ª redacción.
2 ... y las demás! (1ª red.).
3 La 1ª redacción añadía: Y en caso
tan importante ninguno es bueno; porque cuando el Prelado sin afición ni
pasión mira lo que está bien a la casa, nunca creo Dios le dejará errar. Y
en mirar estas piedades y puntos necios tengo para mí que no deja de haber
yerro.
CAPÍTULO 15
Que trata del gran bien que hay en no disculparse, aunque
se vean condenar sin culpa.
1. Confusión grande me hace lo que
os voy a persuadir (1), porque había de haber obrado siquiera algo de lo que
os digo en esta virtud; es así que yo confieso haber aprovechado muy poco.
Jamás me parece me falta una causa para parecerme mayor virtud dar disculpa.
Como algunas veces es lícito y sería mal no lo hacer, no tengo discreción
-o, por mejor decir, humildad- para hacerlo cuando conviene. Porque,
verdaderamente, es de gran humildad verse condenar sin culpa y callar, y es
gran imitación del Señor que nos quitó todas las culpas. Y así os ruego
mucho traigáis en esto gran estudio, porque trae consigo grandes ganancias,
y en procurar nosotras mismas librarnos de culpa, ninguna, ninguna veo, si
no es -como digo- en algunos casos que podría causar enojo o escándalo no
decir la verdad. Esto quien tuviere más discreción que yo lo entenderá.
2. Creo va mucho en acostumbrarse a
esta virtud, o en procurar alcanzar del Señor verdadera humildad, que de
aquí debe venir; porque el verdadero humilde ha de desear con verdad ser
tenido en poco y perseguido y condenado sin culpa, aun en cosas graves.
Porque si quiere imitar al Señor, ¿en qué mejor puede que en esto? Que aquí
no son menester fuerzas corporales ni ayuda de nadie, sino de Dios.
3. Estas virtudes grandes, hermanas
mías, querría yo estudiásemos mucho e hiciésemos penitencia, que en
demasiadas penitencias ya sabéis os voy a la mano, porque pueden hacer daño
a la salud si son sin discreción. En estotro no hay que temer, porque por
grandes que sean las virtudes interiores, no quitan las fuerzas del cuerpo
para servir la religión, sino fortalecen el alma; y de cosas muy pequeñas se
pueden -como he dicho otras veces- acostumbrar para salir con victoria en
las grandes (2). En éstas no he yo podido hacer esta prueba, porque nunca oí
decir cosa mala de mí que no viese quedaban cortos; porque, aunque no era en
las mismas cosas, tenía ofendido a Dios en otras muchas, y parecíame habían
hecho harto en dejar aquéllas, y siempre me huelgo yo más que digan de mí lo
que no es, que no las verdades (3).
4. Ayuda mucho traer consideración
de lo mucho que se gana por todas vías y cómo nunca -bien mirado- nunca nos
culpan sin culpas, que siempre andamos llenas de ellas, pues cae siete veces
al día el justo, y sería mentira decir no tenemos pecado (4). Así que,
aunque no sea en lo mismo que nos culpan, nunca estamos sin culpa del todo,
como lo estaba el buen Jesús.
5. ¡Oh Señor mío!, cuando pienso
por qué de maneras padecisteis y cómo por ninguna lo merecíais, no sé qué me
diga de mí, ni dónde tuve el seso cuando no deseaba padecer, ni adónde estoy
cuando me disculpo. Ya sabéis Vos, Bien mío, que si tengo algún bien, que no
es dado por otras manos sino por las vuestras. Pues ¿qué os va, Señor, más
en dar mucho que poco? Si es por no lo merecer yo, tampoco merecía las
mercedes que me habéis hecho. ¿Es posible que he yo de querer que sienta
nadie bien de cosa tan mala, habiendo dicho tantos males de Vos, que sois
bien sobre todos los bienes? No se sufre, no se sufre, Dios mío -ni querría
yo lo sufrieseis Vos- que haya en vuestra sierva cosa que no contente a
vuestros ojos. Pues mirad, Señor, que los míos están ciegos y se contentan
de muy poco. Dadme Vos luz y haced que con verdad desee que todos me
aborrezcan, pues tantas veces os he dejado a Vos, amándome con tanta
fidelidad.
6. ¿Qué es esto, mi Dios? ¿Qué
pensamos sacar de contentar a las criaturas? ¿Qué nos va en ser muy culpadas
de todas ellas, si delante del Señor estamos sin culpa? ¡Oh hermanas mías,
que nunca acabamos de entender esta verdad, y así nunca acabamos de estar
perfectas, si mucho no la andamos considerando y pensando qué es lo que es y
qué es lo que no es!
Pues cuando no hubiese otra
ganancia sino la confusión que le quedará a la persona que os hubiere
culpado de ver que vos sin ella os dejáis condenar, es grandísimo. Más
levanta una cosa de éstas a las veces el alma que diez sermones. Pues todas
hemos de procurar de ser predicadoras de obras, pues el Apóstol y nuestra
inhabilidad nos quita que lo seamos en las palabras (5).
7. Nunca penséis ha de estar
secreto el mal o el bien que hiciereis, por encerradas que estéis. Y
¿pensáis que aunque vos, hija, no os disculpéis, ha de faltar quien torne de
vos? Mirad cómo respondió el Señor por la Magdalena en casa del Fariseo y
cuando su hermana la culpaba (6). No os llevará por el rigor que a sí, que
ya al tiempo que tuvo un ladrón que tornase por El, estaba en la cruz; (7)
así que Su Majestad moverá a quien torne por vosotras, y cuando no, no será
menester. Esto yo lo he visto y es así, aunque no querría se os acordase,
sino que os holgaseis de quedar culpadas, y el provecho que veréis en
vuestra alma, el tiempo os doy por testigo. Porque se comienza a ganar
libertad y no se da más que digan mal que bien, antes parece es negocio
ajeno. Y es como cuando están hablando dos personas, y como no es con
nosotras mismas, estamos descuidadas de la respuesta. Así es acá: con la
costumbre que está hecha de que no hemos de responder, no parece hablan con
nosotras.
Parecerá esto imposible a los que
somos muy sentidos y poco mortificados. A los principios dificultoso es; mas
yo sé que se puede alcanzar esta libertad y negación y desasimiento de
nosotros mismos con el favor del Señor.
NOTAS
1 En la 1ª redacción precedía una
introducción interesante: Mas ¡qué desconcertado escribo! Bien como quien no
sabe qué hace. Vosotras tenéis la culpa, hermanas, pues me lo mandáis.
Leedlo como pudiéreis, que así lo escribo yo como puedo; y si no, quemadlo
por mal que va. Quiérese asiento, y yo tengo tan poco lugar como veis, que
se pasan ocho días que no escribo; y así, se me olvida lo que he dicho y aun
lo que voy a decir, que ahora será mal de mí y rogaros no lo hagáis vosotras
en esto que acabo de hacer, que es disculparme; que veo ser una costumbre
perfectísima y de gran edificación y mérito; y aunque os la enseño muchas
veces, y por la bondad de Dios lo hacéis, nunca Su Majestad me la ha dado.
2 Cf. c. 12, nn. 1-2 y c. 11, n. 5.
-En la 1ª redacción añadía: Mas ¡qué bien se escribe esto, y qué mal lo hago
yo! A la verdad, en cosas grandes nunca he podido hacer esta prueba.
3 La 1ª redacción contenía otros
detalles: Estotras cosas, por graves que fuesen, no. Mas en cosas pequeñas
seguía mi naturaleza -y sigo- sin advertir qué es lo más perfecto. Por eso
querría yo lo comenzáseis temprano a entender, y cada una a traer
consideración de lo mucho que gana por todas vías, y por ninguna pierde, a
mi parecer. Gana lo principal en seguir en algo al Señor. Digo algo, porque
-como he dicho- nunca nos culpan sin culpas.
4 Alusiones a Pv 24, 16 y Jn 1,
8-10.
5 Alusión a la prescripción paulina
de 1 Cor 16, 34.
6 Lc 7, 36-40 y 10, 38.
7 Lc 23, 41.
CAPÍTULO 16
De la diferencia que ha de haber en la perfección de la
vida de los contemplativos a los que se contentan con oración mental, y cómo
es posible algunas veces subir Dios un alma distraída a perfecta
contemplación y la causa de ello. -Es mucho de notar este capítulo y el que
viene cabe él (1).
1. Y no os parezca mucho todo esto,
que voy entablando el juego, como dicen. Pedísteisme os dijese el principio
de oración; yo, hijas, aunque no me llevó Dios por este principio, porque
aún no le debo tener de estas virtudes (2), no sé otro. Pues creed que quien
no sabe concertar las piezas en el juego de ajedrez, que sabrá mal jugar, y
si no sabe dar jaque, no sabrá dar mate. Así me habéis de reprender porque
hablo en cosa de juego, no le habiendo en esta casa ni habiéndole de haber.
Aquí veréis la madre que os dio Dios, que hasta esta vanidad sabía; mas
dicen que es lícito algunas veces. Y cuán lícito será para nosotras esta
manera de jugar, y cuán presto, si mucho lo usamos, daremos mate a este Rey
divino, que no se nos podrá ir de las manos ni querrá.
2. La dama (3) es la que más guerra
le puede hacer en este juego, y todas las otras piezas ayudan. No hay dama
que así le haga rendir como la humildad. Esta le trajo del cielo en las
entrañas de la Virgen, y con ella le traeremos nosotras de un cabello a
nuestras almas (4). Y creed que quien más tuviere, más le tendrá, y quien
menos, menos. Porque no puedo yo entender cómo haya ni pueda haber humildad
sin amor, ni amor sin humildad, ni es posible estar estas dos virtudes sin
gran desasimiento de todo lo criado.
3. Diréis, mis hijas, «que para qué
os hablo en virtudes, que hartos libros tenéis que os las enseñan, que no
queréis sino contemplación». -Digo yo que aun si pidierais meditación
pudiera hablar de ella y aconsejar a todos la tuvieran, aunque no tengan
virtudes; porque es principio para alcanzar todas las virtudes, y cosa que
nos va la vida en comenzarla todos los cristianos, y ninguno, por perdido
que sea, si Dios le despierta a tan gran bien, lo habrá de dejar, como ya
tengo escrito en otra parte (5), y otros muchos que saben lo que escriben,
que yo por cierto que no lo sé; Dios lo sabe.
4. Mas contemplación es otra cosa,
hijas, que éste es el engaño que todos traemos, que en llegándose uno un
rato cada día a pensar sus pecados (que) está obligado a ello si es
cristiano de más que nombre), luego dicen es muy contemplativo, y luego le
quieren con tan grandes virtudes como está obligado a tener el muy
contemplativo, y aun él se quiere, mas yerra. En los principios no supo
entablar el juego: pensó bastaba conocer las piezas para dar mate, y es
imposible, que no se da este Rey sino a quien se le da del todo.
5. Así que, hijas, si queréis que
os diga el camino para llegar a la contemplación, sufrid que sea un poco
larga en cosas aunque no os parezcan luego tan importantes, aunque a mi
parecer no lo dejan de ser. Y si no las queréis oír ni obrar, quedaos con
vuestra oración mental toda vuestra vida, que yo os aseguro a vosotras y a
todas las personas que pretendieren este bien (ya) puede ser yo me engañe,
porque juzgo por mí que lo procuré veinte años) que no lleguéis a verdadera
contemplación.
6. Quiero ahora declarar -porque
algunas no lo entenderéis- qué es oración mental, y plega a Dios que ésta
tengamos como se ha de tener; mas también he miedo que se tiene con harto
trabajo si no se procuran las virtudes, aunque no en tan alto grado como
para la contemplación son menester. Digo que no vendrá el Rey de la gloria a
nuestra alma -digo a estar unido con ella- si no nos esforzamos a ganar las
virtudes grandes. Quiérolo declarar, porque si en alguna cosa que no sea
verdad me tomáis, no creeréis cosa, y tendríais razón si fuese con
advertencia, mas no me dé Dios tal lugar; será no saber más, o no lo
entender. Quiero, pues, decir que algunas veces querrá Dios a personas que
estén en mal estado hacerles tan gran favor para sacarlas por este medio de
las manos al demonio (6).
7. ¡Oh Señor mío, qué de veces os
hacemos andar a brazos (7) con el demonio! ¿No bastara que os dejasteis
tomar en ellos cuando os llevó al pináculo, para enseñarnos a vencerle? Mas,
¡qué sería, hijas, ver junto a aquel Sol con las tinieblas y qué temor
llevaría aquel desventurado sin saber de qué, que no permitió Dios lo
entendiese! (8) Bendita sea tanta piedad y misericordia; que vergüenza
habíamos de haber los cristianos de hacerle andar cada día a brazos -como he
dicho- con tan sucia bestia. Bien fue menester, Señor, los tuvieseis tan
fuertes; mas ¿cómo no os quedaron flacos de tantos tormentos como pasasteis
en la cruz? ¡Oh, que todo lo que se pasa con amor torna a soldarse! Y así
creo, si quedarais con la vida, el mismo amor que nos tenéis tornara a
soldar vuestras llagas, que no fuera menester otra medicina (9). ¡Oh Dios
mío, y quién la pusiese tal en todas las cosas, que me diesen pena y
trabajos! Qué de buena gana las desearía, si tuviese cierto ser curada con
tan saludable ungüento!
8. Tornando a lo que decía (10),
hay almas que entiende Dios que por este medio las puede granjear para sí.
Ya que las ve del todo perdidas, quiere Su Majestad que no quede por El, y
aunque estén en mal estado y faltas de virtudes, dale gustos y regalos y
ternura que la comienza a mover los deseos, y aun pónela en contemplación
algunas veces, pocas, y dura poco. Y esto, como digo, hace porque las prueba
si con aquel favor se querrán disponer a gozarle muchas veces. Mas si no se
dispone, perdonen -o perdonadnos Vos, Señor, por mejor decir- que harto mal
es que os lleguéis Vos a un alma de esta suerte, y se llegue ella después a
cosa de la tierra para atarse a ella.
9. Tengo para mí que hay muchos con
quien Dios nuestro Señor hace esta prueba, y pocos los que se disponen para
gozar de esta merced; que cuando el Señor la hace y no queda por nosotros,
tengo por cierto que nunca cesa de dar hasta llegar a muy alto grado. Cuando
no nos damos a Su Majestad con la determinación que El se da a nosotros,
harto hace de dejarnos en oración mental y visitarnos de cuando en cuando,
como a criados que están en su viña (11). Mas estotros son hijos regalados,
no los querría quitar de cabe sí; ni los quita, porque ya ellos no se
quieren quitar; siéntalos a su mesa, dales de lo que come hasta quitar el
bocado de la boca para dársele.
10. ¡Oh dichoso cuidado, hijas
mías! ¡Oh bienaventurada dejación de cosas tan pocas y tan bajas, que llega
a tan gran estado! Mirad qué se os dará, estando en los brazos de Dios, que
os culpe todo el mundo. Poderoso es para libraros de todo, que una vez que
mandó hacer el mundo, fue hecho: su querer es obra. Pues no hayáis miedo que
si no es para más bien del que le ama, consienta hablar contra vos: no
quiere tan poco a quien le quiere (12). Pues ¿por qué, mis hermanas, no le
mostraremos nosotras, en cuanto podemos, el amor? Mirad que es hermoso
trueco dar nuestro amor por el suyo. Mirad que lo puede todo y acá no
podemos nada sino lo que El nos hace poder. Pues ¿qué es esto que hacemos
por Vos, Señor, Hacedor nuestro? Que es tanto como nada, una
determinacioncilla. Pues si lo que no es nada quiere Su Majestad que
merezcamos por ello el todo, no seamos desatinadas.
11. ¡Oh Señor! que todo el daño nos
viene de no tener puestos los ojos en Vos, que si no mirásemos otra cosa
sino al camino, presto llegaríamos; mas damos mil caídas y tropiezos y
erramos el camino por no poner los ojos -como digo- en el verdadero camino.
Parece que nunca se anduvo, según se nos hace nuevo. Cosa es para lastimar,
por cierto, lo que algunas veces pasa (13).
Pues tocar en un puntito de ser
menos, no se sufre, ni parece se ha de poder sufrir; luego dicen: «¡no somos
santos!». [12] Dios nos libre, hermanas, cuando algo hiciéremos no perfecto
decir: «no somos ángeles», «no somos santas». Mirad que, aunque no lo somos,
es gran bien pensar, si nos esforzamos, lo podríamos ser, dándonos Dios la
mano; y no hayáis miedo que quede por El, si no queda por nosotras. Y pues
no venimos aquí a otra cosa (14), manos a labor, como dicen: no entendamos
cosa en que se sirve más el Señor, que no presumamos salir con ella con su
favor. Esta presunción querría yo en esta casa, que hace siempre crecer la
humildad: tener una santa osadía, que Dios ayuda a los fuertes y no es
aceptador de personas.
13. Mucho me he divertido. Quiero
tornar a lo que decía (15), que es declarar qué es oración mental y
contemplación. Impertinente parece, mas para vosotras todo pasa; podrá ser
lo entendáis mejor por mi grosero estilo que por otros elegantes. El Señor
me dé favor para ello, amén.
NOTAS
1 Los cuatro primeros números de
este capítulo están tomados de la primera redacción. También en la segunda
los incluyó la Autora, pero luego arrancó ella mismas las páginas que los
contenían y comenzó con el n. 5. Los cuatro párrafos suprimidos llevan por
título: Que trata de cuán necesario ha sido lo que queda dicho para comenzar
a tratar de oración.
2 Estas virtudes: humildad y
silencio cuando se nos acusa (cf. c. 15, nn. 2-3)).
3 La dama: la reina.
4 Alusión a Ct 4, 9.
5 En Vida c. 8, n. 4 y passim.
6 Con esta proposición comienza un
pasaje doctrinalmente interesante, profusamente discutido y comentado por
teresianistas y teólogos de la espiritualidad. Facilitamos su estudio con
los siguientes datos de índole textual: -1º. La proposición que precede
enmienda un texto tachado al arrancar los cuatro primeros números del
capítulo, y que decía así: En el capítulo pasado dije que no vendría el Rey
de la gloria a nuestra alma -digo a estar unido con ella-, si no nos
esforzábamos a ganar las virtudes que allí dije. -2º. Ténganse en cuenta los
matices nuevos del segundo planteamiento del problema en el número 8: aunque
estén en mal estado y faltas de virtudes... -3º. La primera redacción
contiene diferencias textuales importantes; en el n. 6: Acaece muchas veces
que el Señor pone un alma muy ruin -entiéndase no estando en pecado mortal
entonces, a mi parecer- ... [el sentido queda suspenso; probablemente quiso
escribir: «el Señor pone en contemplación un alma muy ruin, etc.»]; porque
una visión, aunque sea muy buena, permitirá el Señor que la vea uno estando
en mal estado para tornarle a sí; mas ponerle en contemplación no lo puedo
creer porque en aquella unión divina, adonde el Señor se regala con el alma
y el alma con El, no lleva camino alma sucia deleitarse con ella la limpieza
de los cielos y el regalo de los ángeles con cosa que no sea suya, pues ya
sabemos que, en pecando uno mortalmente, es del demonio: con él se puede
regalar, pues le ha contentado (que ya sabemos son sus regalos continuo
tormento aun en esta vida), que no le faltará a mi Señor hijos suyos con
quien se huelgue sin que ande a tomar los ajenos. Hará Su Majestad lo que
hace muchas veces, que es sacárselos de las manos. -El comienzo del n. 8:
Ansí que, cuando el Señor quiere, torna el alma a sí; pónela, estando aun
sin tener estas virtudes, en contemplación algunas veces; pocas, y dura
poco. -Finalmente, en la redacción del manuscrito de Toledo, autorizada por
la Santa, se leen nuevas variantes; en el n. 6: «Quiero, pues, decir que
querrá Dios algunas veces hacer tan gran merced a personas que están en mal
estado, que las suba a perfecta contemplación, para sacarlas por este medio
de las manos del demonio».
-Todo este forcejeo de la Santa por
llegar a una formulación satisfactoria de «su problema», demuestra que había
en él datos huidizos, no captados plenamente por su mente, ni fáciles de
expresar.
7 Andar a brazos: luchar a brazo
partido, cuerpo a cuerpo. -Sigue una alusión a Mt 4, 5.
8 ... y cuán merecido había por tan
gran atrevimiento que criara Dios otro infierno nuevo para él: frase que
tachó la propia Santa en el autógrafo de El Escorial (1ª red.).
9 La 1ª redacción continuaba:
Parece que desatino; pues no hago, que mayores cosas que éstas hace el amor
divino, y por no parecer curiosa -ya que lo soy- y daros mal ejemplo, no
traigo aquí algunas.
10 Tornando a lo que decía en el n.
6.
11 Alusión a Mt 21, 37.
12 La 1ª redacción añadía: de
cuantas maneras puede mostrar el amor, le muestra; pero uno de los censores
juzgó poco atildada teológicamente la frase y la borró.
13 Proseguía la 1ª redacción: Digo
que no parecemos cristianos, ni que leímos la Pasión en nuestra vida.
¡Válgame Dios, tocar en un puntillo de honra! Luego, quien os dice que no
hagáis caso de ello parece no es cristiano. Yo me reía -o me afligía- alguna
vez de lo que veía en el mundo, y aun, por mis pecados, en las religiones:
¡tocar en un puntillo de ser menos no se sufre! Luego dicen que no somos
santos, o lo decía yo...
14 Aquí otra cosa, escribió la
Santa. Lo corregimos por la 1ª redacción.
15 Ef 6, 9. -La 1ª redacción
contiene variantes de interés: ... humildad: siempre estar con ánimo, que
Dios le da a los fuertes -y no es aceptador de personas y os le dará a
vosotras y a mí.
16 En el n. 6.
CAPÍTULO 17
De cómo no todas las almas son para contemplación, y cómo
algunas llegan a ella tarde, y que el verdadero humilde ha de ir contento
por el camino que le llevare el Señor.
1. Parece que me voy entrando en la
oración, y fáltame un poco por decir, que importa mucho, porque es de la
humildad y es necesario en esta casa; (1) porque es el ejercicio principal
de oración y, como he dicho (2), cumple mucho tratéis de entender cómo
ejercitaros mucho en la humildad, y éste es un gran punto de ella y muy
necesario para todas las personas que se ejercitan en oración: ¿cómo podrá
el verdadero humilde pensar que es él tan bueno como los que llegan a ser
contemplativos? Que Dios le puede hacer tal, sí, por su bondad y
misericordia. Mas, de mi consejo, siempre se siente en el más bajo lugar,
que así nos dijo el Señor lo hiciésemos y nos lo enseñó por la obra (3).
Dispóngase para si Dios le quisiere llevar por ese camino. Cuando no, para
eso es la humildad, para tenerse por dichosa en servir a las siervas del
Señor y alabarle porque, mereciendo ser sierva de los demonios en el
infierno, la trajo Su Majestad entre ellas.
2. No digo esto sin gran causa,
porque, como he dicho (4), es cosa que importa mucho entender que no a todos
lleva Dios por un camino, y por ventura el que le pareciere va por muy más
bajo, está más alto en los ojos del Señor.
Así que no porque en esta casa
todas traten de oración, han de ser todas contemplativas (5). Es imposible.
Y será gran desconsolación para la que no lo es, no entender esta verdad,
que esto es cosa que lo da Dios; y pues no es necesario para la salvación,
ni nos lo pide de premio (6), no piense se lo pedirá nadie. Que por eso no
dejará de ser muy perfecta si hace lo que queda dicho. Antes podrá ser tenga
mucho más mérito, porque es a más trabajo suyo y la lleva el Señor como a
fuerte y la tiene guardado junto todo lo que aquí no goza. No por eso
desmaye ni deje la oración y de hacer lo que todas, que a las veces viene el
Señor muy tarde y paga tan bien y tan por junto como en muchos años ha ido
dando a otros.
3. Yo estuve más de catorce que
nunca podía tener aun meditación sino junto con lección. Habrá muchas
personas de este arte, y otras que, aunque sea con la lección, no puedan
tener meditación, sino rezar vocalmente, y aquí se detienen más. Hay
pensamientos tan ligeros que no pueden estar en una cosa, sino siempre
desasosegados, y en tanto extremo que, si quieren detenerle a pensar en
Dios, se les va a mil disparates y escrúpulos y dudas (7).
Yo conozco una persona bien vieja,
de harto buena vida, penitente y muy sierva de Dios, y gasta hartas horas,
hartos años ha, en oración vocal, y en mental no hay remedio; (8) cuando más
puede, poco a poco en las oraciones vocales se va deteniendo. Y otras
personas hay hartas de esta manera, y si hay humildad, no creo yo saldrán
peor libradas al cabo, sino muy en igual de los que llevan muchos gustos, y
con más seguridad en parte; porque no sabemos si los gustos son de Dios o si
los pone el demonio. Y si no son de Dios, es más peligro, porque en lo que
él trabaja aquí es en poner soberbia; que si son de Dios, no hay que temer;
consigo traen la humildad, como escribí muy largo en el otro libro (9).
4. Estotros (10) andan con
humildad, sospechosos que es por su culpa, siempre con cuidado de ir
adelante. No ven a otros llorar una lágrima, que, si ella no las tiene, no
le parezca está muy atrás en el servicio de Dios, y debe estar por ventura
muy más adelante; porque no son las lágrimas, aunque son buenas, todas
perfectas; y la humildad y mortificación y desasimiento y otras virtudes,
siempre hay más seguridad. No hay qué temer, ni hayáis miedo que dejéis de
llegar a la perfección como los muy contemplativos.
5. Santa era santa Marta, aunque no
dicen era contemplativa. Pues ¿qué más queréis que poder llegar a ser como
esta bienaventurada, que mereció tener a Cristo nuestro Señor tantas veces
en su casa y darle de comer y servirle y comer a su mesa? (11) Si se
estuviera como la Magdalena, embebidas, no hubiera quien diera de comer a
este divino Huésped. Pues pensad que es esta congregación la casa de santa
Marta y que ha de haber de todo. Y las que fueren llevadas por la vida
activa, no murmuren a las que mucho se embebieren en la contemplación, pues
saben ha de tornar el Señor de ellas, aunque callen, que, por la mayor
parte, hace descuidar de sí y de todo (12).
6. Acuérdense que es menester quien
le guise la comida, y ténganse por dichosas en andar sirviendo con Marta.
Miren que la verdadera humildad está mucho en estar muy prontos en
contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos, y siempre hallarse
indignos de llamarse sus siervos. Pues si contemplar y tener oración mental
y vocal y curar enfermos y servir en las cosas de casa y trabajar -sea en lo
más bajo-, todo es servir al Huésped que se viene con nosotras a estar y a
comer y recrear, ¿qué más se nos da en lo uno que en lo otro?
7. No digo yo que quede por
nosotras, sino que lo probéis todo, porque no está esto en vuestro escoger,
sino en el del Señor. Mas si después de muchos años quisiere a cada una para
su oficio, gentil humildad será querer vosotras escoger. Dejad hacer al
Señor de la casa. Sabio es, poderoso es, entiende lo que os conviene y lo
que le conviene a El también. Estad seguras que haciendo lo que es en
vosotras y aparejándoos para contemplación con la perfección que queda
dicha, que si El no os la da (lo) que creo no dejará de dar, si es de veras
el desasimiento y humildad), que os tiene guardado este regalo para dároslo
junto en el cielo, y que -como otra vez he dicho- (13) os quiere llevar como
a fuertes, dándoos acá cruz como siempre Su Majestad la tuvo. ¿Y qué mejor
amistad que querer lo que quiso para Sí para vos? Y pudiera ser no tuvierais
tanto premio en la contemplación. Juicios son suyos, no hay que meternos en
ellos. Harto bien es que no quede a nuestro escoger, que luego -como nos
parece más descanso- fuéramos todos grandes contemplativos.
¡Oh gran ganancia, no querer ganar
por nuestro parecer para no temer pérdida, pues nunca permite Dios la tenga
el bien mortificado, sino para ganar más!
NOTAS
1 Monasterio de San José de Avila.
2 En el c. 12, n. 6-7.
3 Lc 14, 10.
4 En el c. 16, n. 9.
5 Recogemos una variante de la 1ª
red.: No porque en esta casa haya costumbre y ejercicio de oración, es por
fuerza que han de ser todas contemplativas... -En cambio, en el ms. de
Toledo borró la Santa la afirmación siguiente: «es imposible».
6 Premio, escribe la Santa. Fray
Luis de León (p. 93) conservó el término. -El amanuense del ms. toledano
trascribió «de premio», y la Santa tachó simplemente ambos vocablos. -«Pedir
de apremio» equivale a exigir.
7 ... en la fe: añadía la 1ª red.
8 En la 1ª redacción es más
explícita: Yo conozco a una monja bien vieja, -que pluguiera a Dios fuera mi
vida como la suya-, muy santa y penitente y en todo gran monja y de mucha
oración vocal y muy ordinaria.
9 En Vida c. 15, n. 14; c. 17, n.
3; c. 20, nn. 7 y 29, etc.
10 estotros: los no agraciados con
gustos espirituales en la oración.
11 Más gráficamente en la 1ª
redacción: ... darle de comer y servirle y por ventura comer a su mesa y aun
en su plato? -Alude a Lc 10, 38-42.
12 Tornar... por ellas, que por la
mayor parte la contemplación hace descuidar...
13 En el n. 2.
CAPÍTULO 18
Que prosigue en la misma materia y dice cuánto mayores
son los trabajos de los contemplativos que de los activos. -Es de mucha
consolación para ellos.
1. Pues yo os digo, hijas, a las
que no lleva Dios por este camino, que a lo que he visto y entendido de los
que van por él, que no llevan la cruz más liviana y que os espantaríais por
las vías y maneras que las da Dios. Yo sé de unos y de otros, y sé claro que
son intolerables los trabajos que Dios da a los contemplativos, y son de tal
suerte, que si no les diese aquel manjar de gustos no se podrían sufrir. Y
está claro que, pues lo es que a los que Dios mucho quiere lleva por camino
de trabajos, y mientras más los ama, mayores, no hay por qué creer que tiene
aborrecidos los contemplativos, pues por su boca los alaba y tiene por
amigos (1).
2. Pues creer que admite a su
amistad estrecha gente regalada y sin trabajos, es disparate. Tengo por muy
cierto se los da Dios mucho mayores. Y así como los lleva por camino
barrancoso y áspero, y a las veces que les parece se pierden y han de
comenzar de nuevo a tornarle a andar, que así ha menester Su Majestad darles
mantenimiento, y no de agua, sino de vino, para que, emborrachados, no
entiendan lo que pasan, y lo puedan sufrir. Y así pocos veo verdaderos
contemplativos que no los vea animosos y determinados a padecer; que lo
primero que hace el Señor, si son flacos, es ponerles ánimo y hacerlos que
no teman trabajos.
3. Creo piensan los de la vida
activa, por un poquito que los ven regalados, que no hay más que aquello.
Pues yo digo que por ventura un día de los que pasan no lo pudieseis sufrir.
Así que el Señor, como conoce a todos para lo que son, da a cada uno su
oficio, el que más ve conviene a su alma y al mismo Señor y al bien de los
prójimos; y como no quede por no os haber dispuesto, no hayáis miedo se
pierda vuestro trabajo. Mirad que digo que todas lo procuremos, pues no
estamos aquí a otra cosa; y no un año, ni dos solos, ni aun diez, porque no
parezca lo dejamos de cobardes, y es bien que el Señor entienda no queda por
nosotras; como los soldados que, aunque mucho hayan servido, siempre han de
estar a punto para que el capitán los mande en cualquier oficio que quiera
ponerlos, pues les ha de dar su sueldo. ¡Y cuán mejor pagado lo paga nuestro
Rey que los de la tierra! (2)
4. Como los ve presentes y con gana
de servir y tiene ya entendido para lo que es cada uno, reparte los oficios
como ve las fuerzas; y si no estuviesen presentes, no les daría nada ni
mandaría en qué sirviesen.
Así que, hermanas, oración mental,
y quien ésta no pudiere, vocal y lección y coloquios con Dios, como después
diré (3). No se deje las horas de oración que todas. No sabe cuándo llamará
el Esposo (no) os acaezca como a las vírgenes locas) (4) y la querrá dar más
trabajo, disfrazado con gusto. Si no, entiendan no son para ello y que les
conviene aquello, y aquí entra el merecer con la humildad creyendo con
verdad que aun para lo que hacen no son (5).
5. Andar alegres sirviendo en lo
que les mandan, como he dicho; (6) y si es de veras esta humildad,
bienaventurada tal sierva de vida activa, que no murmurará sino de sí (7).
Deje a las otras con su guerra, que no es pequeña. Porque aunque en las
batallas el alférez no pelea, no por eso deja de ir en gran peligro, y en lo
interior debe de trabajar más que todos; porque como lleva la bandera, no se
puede defender, y aunque le hagan pedazos no la ha de dejar de las manos.
Así los contemplativos han de llevar levantada la bandera de la humildad y
sufrir cuantos golpes les dieren sin dar ninguno; porque su oficio es
padecer como Cristo, llevar en alto la cruz, no la dejar de las manos por
peligros en que se vean, ni que vean en él flaqueza en padecer; para eso le
dan tan honroso oficio. Mire lo que hace, porque si él (8) deja la bandera,
perderse ha la batalla. Y así creo que se hace gran daño en los que no están
tan adelante, si a los que tienen ya en cuento de capitanes y amigos de Dios
les ven no ser sus obras conforme al oficio que tienen.
6. Los demás soldados vanse como
pueden, y a las veces se apartan de donde ven el mayor peligro, y no los
echa nadie de ver ni pierden honra; estotros llevan todos los ojos en ellos,
no se pueden bullir.
Así que bueno es el oficio, y honra
grande y merced hace el rey a quien le da, mas no se obliga a poco en
tomarle. Así que, hermanas, no sabemos lo que pedimos; (9) dejemos hacer al
Señor; que hay algunas personas que por justicia parece quieren pedir a Dios
regalos. ¡Donosa manera de humildad! Por eso hace bien el conocedor de
todos, que pocas veces creo lo da a éstos: ve claro que no son para beber el
cáliz (10).
7. Vuestro entender, hijas, si
estáis aprovechadas, será en si entendiere cada una es la más ruin de todas,
y esto que se entienda en sus obras que lo conoce así para aprovechamiento y
bien de las otras; y no en la que tiene más gustos en la oración y
arrobamientos o visiones o mercedes que hace el Señor de esta suerte, que
hemos de aguardar al otro mundo para ver su valor. Estotro es moneda que se
corre, es renta que no falta, son juros perpetuos y no censos de al quitar,
que estotro quítase y pónese; (11) una virtud grande de humildad y
mortificación, de gran obediencia en no ir en un punto contra lo que manda
el prelado, que sabéis verdaderamente que os lo manda Dios, pues está en su
lugar.
En esto de obediencia es en lo que
más había de poner, y por parecerme que, si no la hay, es no ser monjas, no
digo nada de ello, porque hablo con monjas, y a mi parecer buenas, al menos
que lo desean ser. En cosa tan sabida e importante, no más de una palabra
porque no se olvide.
8. Digo que quien estuviere por
voto debajo de obediencia y faltare no trayendo todo cuidado en cómo
cumplirá con mayor perfección este voto, que no sé para qué está en el
monasterio; al menos yo la aseguro que mientras aquí faltare, que nunca
llegue a ser contemplativa ni aun buena activa; y esto tengo por muy muy
cierto. Y aunque no sea persona que tiene a esto obligación, si quiere o
pretende llegar a contemplación, ha menester, para ir muy acertada, dejar su
voluntad con toda determinación en un confesor que sea tal (12). Porque esto
es ya cosa muy sabida, que aprovechan más de esta suerte en un año que sin
esto en muchos, y para vosotras no es menester, no hay que hablar de ello.
9. Concluyo con que estas virtudes
son las que yo deseo tengáis, hijas mías, y las que procuréis y las que
santamente envidiéis. Esotras devociones no curéis de tener pena por no
tenerlas; es cosa incierta. Podrá ser en otras personas sean de Dios, y en
vos permitirá Su Majestad sea ilusión del demonio y que os engañe, como ha
hecho a otras personas (13). En cosa dudosa ¿para qué queréis servir al
Señor, teniendo tanto en qué seguro? ¿Quién os mete en esos peligros?
10. Heme alargado tanto en esto,
porque sé conviene, que esta nuestra naturaleza es flaca, y a quien Dios
quisiere dar la contemplación, Su Majestad le hará fuerte; a los que no,
heme holgado de dar estos avisos, por donde también se humillarán los
contemplativos (14).
El Señor, por quien es, nos dé luz
para seguir en todo su voluntad, y no habrá de qué temer.
NOTAS
1 Alusión al pasaje evangélico (Lc
10,41) de que habló en el c. 17, n. 5.
2 En la 1ª redacción: ¡Y cuán mejor
pagado es que los que sirven al rey! Andan los tristes muriendo, y después
sabe Dios cómo se paga.
3 Cf. c. 30 passim, y n. 7. -La
frase siguiente se refiere a las horas de oración obligatorias a todas por
ley.
4 Mt 25, 1-13. -En la 1ª redacción
persistía el símil guerrero, en lugar de esta alusión evangélica: No sabe
cuándo la llamará el capitán y la querrá dar más trabajo disfrazado con
gusto. Si no las llamaren, entiendan que no son para él y que les convino
aquello. -Este párrafo comenzaba así: Como no estén ausentes y los ve el
capitán con deseo de servir, ya tiene entendido -aunque no también como
nuestro celestial Capitán- para lo que es cada uno...
5 Lc 17, 10.
6 En el n. 4; y en el c. 17, n. 6.
7 Añadía la 1ª red.: Harto más
querría yo ser ella que algunas contemplativas. -Todo el tema militar que
sigue, tiene desarrollo diverso en la primera redacción.
8 Porque que si él, escribió la
Santa.
9 Mt 20, 22. No sabemos lo que
pedimos, cuando solicitamos los regalos de la contemplación. -En la 1ª red.:
Dejemos hacer al Señor, que nos conoce mejor que nosotras mismas. Y la
verdadera humildad es andar contentas con lo que nos dan.
10 Alusión a Mt 20, 22.
11 Censos de al quitar eran los
censos redimibles, en contraposición a los juros, que de suyo eran
perpetuos, como la misma Autora insinúa.
12 En la 1ª redacción: Que sea tal
que le entienda. Porque esto se sabe ya muy sabido y lo han escrito muchos y
para vosotras no es menester, no hay que hablar de ello.
13 Que en mujeres es cosa
peligrosa, añadía la 1ª redacción.
14 Proseguía la 1ª red.: Si decís,
hijas, que vosotras no los habéis menester, alguna vendrá que por ventura se
huelgue con ellos.
CAPÍTULO 19
Que comienza a tratar de la oración. -Habla con almas que
no pueden discurrir con el entendimiento.
1. Ha tantos días que escribí lo
pasado sin haber tenido lugar para tornar a ello, que si no lo tornase a
leer no sé lo que decía. Por no ocupar tiempo habrá de ir como saliere, sin
concierto. Para entendimientos concertados y almas que están ejercitadas y
pueden estar consigo mismas, hay tantos libros escritos y tan buenos y de
personas tales, que sería yerro hicieseis caso de mi dicho en cosa de
oración, pues, como digo, tenéis libros tales adonde van por días de la
semana repartidos los misterios de la vida del Señor y de su Pasión, y
meditaciones del juicio e infierno y nuestra nonada y lo mucho que debemos a
Dios, con excelente doctrina y concierto para principio y fin de la oración
(1). Quien pudiere y tuviere ya costumbre de llevar este modo de oración, no
hay que decir, que por tan buen camino el Señor le sacará a puerto de luz, y
con tan buenos principios el fin lo será, y todos los que pudieren ir por él
llevarán descanso y seguridad; porque, atado el entendimiento, vase con
descanso (2).
Mas de lo que querría tratar y dar
algún remedio, si el Señor quisiese acertase (y) si no, al menos que
entendáis hay muchas almas que pasan este trabajo, para que no os fatiguéis
las que le tuviereis), es esto:
2. Hay unas almas y entendimientos
tan desbaratados como unos caballos desbocados, que no hay quien las haga
parar. Ya van aquí, ya van allí, siempre con desasosiego (3). Es su misma
naturaleza, o Dios que lo permite. Heles mucha lástima, porque me parecen
como unas personas que han mucha sed y ven el agua de muy lejos, y cuando
quieren ir allá, hallan quien las defienda el paso (4) al principio y medio
y fin. Acaece que, cuando ya con su trabajo -y con harto trabajo- han
vencido los primeros enemigos, a los segundos se dejan vencer y quieren más
morir de sed que beber agua que tanto ha de costar. Acabóseles el esfuerzo,
faltóles ánimo. Y ya que algunos le tienen para vencer también los segundos
enemigos, a los terceros se les acaba la fuerza, y por ventura no estaban
dos pasos de la fuente de agua viva que dijo el Señor a la Samaritana, que
quien la bebiere no tendrá sed (5). Y con cuánta razón y verdad, como dicho
de la boca de la misma Verdad, que no la tendrá de cosa de esta vida, aunque
crece muy mayor de lo que acá podemos imaginar de las cosas de la otra por
esta sed natural. Mas ¡con qué sed se desea tener esta sed! Porque entiende
el alma su gran valor, y aunque (6) es sed penosísima que fatiga, trae
consigo la misma satisfacción con que se mata aquella sed, de manera que es
una sed que no ahoga sino a las cosas terrenas, antes da hartura, de manera
que cuando Dios la satisface, la mayor merced (7) que puede hacer al alma es
dejarla con la misma necesidad, y mayor queda siempre de tornar a beber esta
agua.
3. El agua tiene tres propiedades,
que ahora se me acuerda que me hacen al caso, que muchas más tendrá.
La una es que enfría, que, por
calor que hayamos, en llegando al agua, se quita; y si hay gran fuego, con
ella se mata, salvo si no es de alquitrán (8), que se enciende más. ¡Oh,
válgame Dios, qué maravillas hay en este encenderse más el fuego con el
agua, cuando es fuego fuerte, poderoso, no sujeto a los elementos, pues
éste, con ser su contrario, no le empece, antes le hace crecer! Mucho
valiera aquí poder hablar con quien supiera filosofía, porque sabiendo las
propiedades de las cosas, supiérame declarar, que me voy regalando en ello y
no lo sé decir y aun por ventura no lo sé entender.
4. De que Dios, hermanas, os traiga
a beber de esta agua y las que ahora lo bebéis, gustaréis de esto y
entenderéis cómo el verdadero amor de Dios -si está en su fuerza, ya libre
de cosas de tierra del todo y que vuela sobre ellas- cómo es señor de todos
los elementos y del mundo. Y como el agua procede de la tierra, no hayáis
miedo (9) que mate este fuego de amor de Dios; no es de su jurisdicción.
Aunque son contrarios, es ya señor absoluto; no le está sujeto.
Y así no os espantaréis, hermanas,
de lo mucho que he puesto en este libro para que procuréis esta libertad.
¿No es linda cosa que una pobre monja de San José pueda llegar a señorear
toda la tierra y elementos? Y ¿qué mucho que los santos hiciesen de ellos lo
que querían, con el favor de Dios? A San Martín el fuego y las aguas le
obedecían; a San Francisco hasta las aves y los peces, y así a otros muchos
santos. Se veía claro ser tan señores de todas las cosas del mundo, por
haber bien trabajado de tenerle en poco y sujetádose de veras con todas sus
fuerzas al Señor de él. Así que, como digo, el agua que nace en la tierra no
tiene poder contra él; (10) sus llamas son muy altas, y su nacimiento no
comienza en cosa tan baja.
Otros fuegos hay de pequeño amor de
Dios, que cualquiera suceso los matará; mas a éste no, no: aunque toda la
mar de tentaciones venga, no le harán que deje de arder de manera que no se
enseñoree de ellas (11).
5. Pues si es agua de lo que llueve
del cielo, muy menos le matará. No son contrarios, sino de una tierra (12).
No hayáis miedo se hagan mal el un elemento al otro, antes ayuda el uno al
otro a su efecto. Porque el agua de las lágrimas verdaderas (que) son las
que proceden en verdadera oración, bien dadas del Rey del cielo) le ayuda a
encender más y hace que dure, y el fuego ayuda al agua a enfriar. ¡Oh,
válgame Dios, qué cosa tan hermosa y de tanta maravilla, que el fuego
enfría! Sí, y aun hiela todas las afecciones del mundo, cuando se junta con
el agua viva del cielo, que es la fuente de donde proceden las lágrimas que
quedan dichas, que son dadas y no adquiridas por nuestra industria. Así que
a buen seguro que no deja calor en ninguna cosa del mundo para que se
detenga en ellas, si no es para si puede pegar este fuego, que es natural
suyo no se contentar con poco, sino que, si pudiese, abrasaría todo el
mundo.
6. Es la otra propiedad limpiar
cosas no limpias. Si no hubiese agua para lavar, ¿qué sería del mundo?
¿Sabéis qué tanto limpia esta agua viva, esta agua celestial, esta agua
clara, cuando no está turbia, cuando no tiene lodo, sino que cae del cielo?
Que de una vez que se beba, tengo por cierto deja el alma clara y limpia de
todas las culpas. Porque -como tengo escrito- (13) no da Dios lugar a que
beban de esta agua (que) no está en nuestro querer, por ser cosa muy
sobrenatural esta divina unión), si no es para limpiarla y dejarla limpia y
libre del lodo y miseria en que por las culpas estaba metida. Porque otros
gustos que vienen por medianería del entendimiento, por mucho que hagan,
traen el agua corriendo por la tierra; no lo beben junto a la fuente; nunca
falta en este camino cosas lodosas en que se detengan, y no va tan puro ni
tan limpio. No llamo yo esta oración -que, como digo, va discurriendo con el
entendimiento- «agua viva», conforme a mi entender, digo; porque, por mucho
que queramos hacer, siempre se pega a nuestra alma, ayudada de este nuestro
cuerpo y bajo natural, algo de camino de lo que no querríamos.
7. Quiérome declarar más: estamos
pensando qué es el mundo y cómo se acaba todo, para menospreciarlo. Casi sin
entendernos, nos hallamos metidos en cosas que amamos de él. Y deseándolas
huir, por lo menos nos estorba un poco pensar cómo fue y cómo será y qué
hice y qué haré. Y para pensar lo que hace al caso para librarnos, a las
veces nos metemos de nuevo en el peligro. No porque esto se ha de dejar, mas
hase de temer. Es menester no ir descuidados.
Acá lleva este cuidado el mismo
Señor, que no quiere fiarnos de nosotros (14). Tiene en tanto nuestra alma,
que no la deja meter en cosas que la puedan dañar por aquel tiempo que
quiere favorecerla; sino pónela de presto junto cabe sí y muéstrale en un
punto más verdades y dala más claro conocimiento de lo que es todo, que acá
pudiéramos tener en muchos años. Porque no va libre la vista; ciéganos el
polvo como vamos caminando. Acá llévanos el Señor al fin de la jornada sin
entender cómo.
8. La otra propiedad del agua es
que harta y quita la sed. Porque sed me parece a mí quiere decir deseo de
una cosa que nos hace gran falta, que si del todo nos falta nos mata.
Extraña cosa es que si nos falta nos mata, y si nos sobra nos acaba la vida,
como se ve morir muchos ahogados. ¡Oh Señor mío, y quién se viese tan
engolfada en esta agua viva que se le acabase la vida! Mas ¿no puede ser
esto? Sí, que tanto puede crecer el amor y deseo de Dios, que no lo pueda
sufrir el sujeto natural, y así ha habido personas que han muerto. Yo sé de
una que, si no la socorriera Dios presto con esta agua viva tan en gran
abundancia, que (15) casi la sacaba de sí con arrobamientos. Digo que casi
la sacaban de sí, porque aquí descansa el alma. Parece que, ahogada de no
poder sufrir el mundo, resucita en Dios, y Su Majestad la habilita para que
pueda gozar lo que, estando en sí, no pudiera sin acabarse la vida.
9. Entiéndase de aquí que, como en
nuestro sumo Bien no puede haber cosa que no sea cabal, todo lo que El da es
para nuestro bien, y por mucha abundancia de esta agua que dé, no puede
haber demasía en cosa suya; porque si da mucho, hace -como he dicho- (16)
hábil el alma para que sea capaz de beber mucho; como un vidriero, que hace
la vasija del tamaño que ve es menester para que quepa lo que quiere echar
en ella.
En el desearlo, como es de
nosotros, nunca va sin falta. Si alguna cosa buena lleva, es lo que en él
ayuda el Señor. Mas somos tan indiscretos que, como es pena suave y gustosa,
nunca nos pensamos hartar de esta pena; comemos sin tasa, ayudamos como acá
podemos a este deseo, y así algunas veces mata. ¡Dichosa tal muerte! Mas,
por ventura, con la vida ayudara a otros para morir por deseo de esta
muerte. Y esto creo hace el demonio, porque entiende el daño que ha de hacer
con vivir, y así tienta aquí de indiscretas penitencias para quitar la
salud, y no le va poco en ello.
10. Digo que quien llega a tener
esta sed tan impetuosa, que se mire mucho, porque crea que tendrá esta
tentación; y aunque no muera de sed, acabará la salud y dará muestras
exteriores, aunque no quiera, que se han de excusar por todas vías. Algunas
veces aprovechará poco nuestra diligencia, que no podremos todo lo que se
quiere encubrir. Mas estemos con cuidado, cuando vienen estos ímpetus tan
grandes de crecimiento de este deseo, para no añadir en él, sino con
suavidad cortar el hilo con otra consideración; que nuestra naturaleza a
veces podrá ser obre tanto como el amor, que hay personas que cualquier
cosa, aunque sea mala, desean con gran vehemencia. Estas no creo serán las
muy mortificadas, que para todo aprovecha la mortificación.
Parece desatino que cosa tan buena
se ataje. Pues no lo es, que yo no digo se quite el deseo, sino que se
ataje, y por ventura será con otro que se merezca tanto.
11. Quiero decir algo para darme
mejor a entender. Da un gran deseo de verse ya con Dios y desatado de esta
cárcel, como le tenía San Pablo: (17) pena por tal causa y que debe en sí
ser muy gustosa; no será menester poca mortificación para atajarla, y del
todo no podrá. Mas cuando viere aprieta tanto que casi va a quitar el juicio
(como) yo vi a una persona no ha mucho, y de natural impetuosa (18), aunque
demostrada a quebrar su voluntad -me parece lo ha ya perdido, porque se ve
en otras cosas- digo que por un rato, que la vi como desatinada de la gran
pena y fuerza que se hizo en disimularla), digo que en caso tan excesivo,
aunque fuese espíritu de Dios, tengo por humildad temer, porque no hemos de
pensar tenemos tanta caridad, que nos pone en tan gran aprieto.
12. Y digo que no tendré por malo
(si) puede -digo- que por ventura todas veces no podrá) que mude el deseo
pensando si vive servirá más a Dios, y podrá ser a alguna alma que se había
de perder la dé luz, y que con servir más, merecerá por donde pueda gozar
más de Dios, y témase lo poco que ha servido. Y son buenos consuelos para
tan gran trabajo, y aplacará su pena y ganará mucho, pues por servir al
mismo Señor se quiere acá pasar y vivir con su pena. Es como si uno tuviese
un gran trabajo o grave dolor, consolarle con decir tenga paciencia y se
deje en las manos de Dios, y que cumpla en él su voluntad, que dejarnos en
ellas es lo más acertado en todo.
13. Y si el demonio ayudó en alguna
manera a tan gran deseo, que sería posible, como cuenta creo Casiano de un
ermitaño de asperísima vida, que le hizo entender se echase en un pozo
porque vería más presto a Dios; yo bien creo no debía haber servido con
humildad ni bien; porque fiel es el Señor (19) y no consintiera Su Majestad
se cegara en cosa tan manifiesta (20). Mas está claro si el deseo fuera de
Dios, no le hiciera mal: trae consigo la luz y la discreción y la medida.
Esto es claro, sino que este adversario, enemigo nuestro, por dondequiera
que puede, procura dañar (21). Y pues él no anda descuidado, no lo andemos
nosotros. Este es punto importante para muchas cosas, así para acortar el
tiempo de la oración, por gustosa que sea, cuando se ven acabar las fuerzas
corporales o hacer daño a la cabeza. En todo es muy necesario discreción.
14. ¿Para qué pensáis, hijas, que
he pretendido declarar el fin y mostrar el premio antes de la batalla, con
deciros el bien que trae consigo llegar a beber de esta fuente celestial, de
esta agua viva? Para que no os congojéis del trabajo y contradicción que hay
en el camino, y vayáis con ánimo y no os canséis. Porque -como he dicho-
(22) podrá ser que después de llegadas, que no os falta sino bajaros a beber
en la fuente, lo dejéis todo y perdáis este bien, pensando no tendréis
fuerza para llegar a él y que no sois para ello.
15. Mirad que convida el Señor a
todos. Pues es la misma verdad, no hay que dudar. Si no fuera general este
convite, no nos llamara el Señor a todos, y aunque los llamara, no dijera:
«Yo os daré de beber» (23). Pudiera decir: «Venid todos, que, en fin, no
perderéis nada; y los que a mí me pareciere, yo los daré de beber». Mas como
dijo, sin esta condición, «a todos», tengo por cierto que todos los que no
se quedaren en el camino, no les faltará esta agua viva.
Dénos el Señor, que la promete,
gracia para buscarla como se ha de buscar, por quien Su Majestad es.
NOTAS
1 Se refiere muy probablemente a
los libros del P. Granada, conocidos y estimados de la Santa, recomendados a
sus monjas en las Constituciones, y alabados en términos superlativos en
carta al autor: «De las muchas personas que aman en el Señor a Vuestra
Paternidad y por haber escrito tan santa y provechosa doctrina, y dan
gracias a Su Majestad, y por haberle dado a Vuestra Paternidad para tan
grande y universal bien de las almas, soy yo una» (BMC, t. 7, p. 211).
2 Y así no hablo ahora con estas
almas, añadió la Santa en el ms. de Toledo.
3 Y aunque si es diestro el que va
en él, no peligra muchas veces, algunas sí; y cuando va seguro de la vida,
no lo está del hacer cosa en él que no sea desdón, y va con gran trabajo
siempre. -Desdón: falta de gracia, desdoro (cf. COROMINAS, Diccionario
crítico, etimológico de la lengua castellana, -Madrid 1954-., s.v.
(«donaire»).
4 Defienda el p.: en acepción de
prohibir.
5 Alusión a Jn 4, 13. -En el ms. de
Toledo añadió la Santa: ... no tendrá sed de manera que pierda a Dios;
entiéndese no la dejándola El de su mano; y ansí siempre se ha de andar con
temor».
6 Aunque: en el autógrafo parece de
mano ajena.
7 Por escrúpulo teológico un censor
corrigió: una de las mayores mercedes...
8 Alquitrán: «Es una especie de
betún de que se hacen fuegos inextinguibles para arrojar a los enemigos»;
así lo define Cobarrubias, S.V. _. La exposición que sigue se basa en la
antigua teoría filosófica de los cuatro elementos simples de que consta el
universo: tierra, aire, agua y fuego; eran contrarios entre sí el primero y
el segundo, el tercero y el cuarto; de ahí las aplicaciones que hace la
Santa al «agua viva» y el «fuego del amor», lamentándose de no saber
filosofía que -creía ella- la hubiera iniciado en el conocimiento de las
«propiedades de las cosas».
9 Fiados en la misericordia de
Dios, escribió la Santa entre líneas en el ms. toledano.
10 Contra él: añadido al margen por
la Santa.
11 Alusión a Ct, 8, 7. _. En lugar
de estos tres últimos períodos. («Se... veía... de ellas»), en la 1ª
redacción escribió: Pues con ayuda de Dios, ya haciendo lo que han podido,
casi se lo pueden pedir de derecho. Que ¿pensáis porque dice el Salmista que
todas las cosas están sujetas y puestas debajo de los pies de los hombres,
pensáis que de todos? -No hayáis miedo, antes los veo yo sujetos a ellos
debajo de los pies de ellas; y conocí un caballero que, en porfiando sobre
medio real, le mataron: mira si se sujetó a miserable precio. Y hay muchas
cosas que veis cada día por donde conoceréis que digo verdad. Pues sí, que
el Salmista no pudo mentir, que es dicho del Espíritu Santo, sino que me
parece a mí (ya puede ser yo no lo entienda y sea disbarate -que lo he
leído), que es dicho por los perfectos, «que todas las cosas de la tierra
señoreen». -Alude la Santa al Salmo 8: pero el severo censor no le perdonó
esta audacia exegética; tachó el pasaje con una enorme cruz en aspa y un
buen borrón, y luego anotó al margen: «No es este el sentido de la
autoridad, sino de Cristo y también de Adán en el estado de la Inocencia».
Esto bastó para que la Santa descartase radicalmente el texto de las
siguientes redacciones.
12 De una tierra: de un mismo país
(cf. c. 40, n. 8), es decir, tienen un mismo origen.
13 En el c. 16, n. 6 s.
14 Nótese que compara el «agua
viva» (contemplación infusa) con el «agua fangosa» (oración discursiva).
-«Acá» se refiere al «agua viva», es decir, a la contemplación. -En las dos
frases siguientes: ... dala más claro conocimiento de lo que es todo, que
acá» [o sea más de lo que acá en la tierra] pudiéramos tener... Acá [en la
contemplación infusa] llévanos el Señor...
15 Queda suspenso el sentido. -La
Santa alude a sí misma: véase el c. 20 de Vida y la Relación 1ª. -En la
primera redacción lo refería así: Yo sé de una que, si no la socorriera Dios
presto con esta agua viva en grandísima abundancia con arrobamientos, tenía
tan grande esta sed, iba en tanto crecimiento su deseo, que entendía claro
era muy posible -si no la remediaran- morir de sed. ¡Bendito sea el que nos
convida que va[ya]mos a beber en su evangelio!... (Jn 7,37). Y así como en
nuestro Bien y Señor no puede haber cosa que no sea cabal, como es sólo de
El darnos esta agua, da la que hemos menester. -En el ms. de Toledo la frase
quedó así: «casi la sacaba de sí con una gran suspensión»: las tres últimas
palabras son autógrafas de la Santa.
16 En el n. 8.
17 Cf. Fp 1, 23.
18 Y no de natural, escribió; el no
fue tachado quizá por la propia Autora. Cf.
r 3, 4.
19 1 Cor 10, 13.
20 Se trata del solitario Herón,
cuya historia refiere Casiano en la Conferencia II, c. 5. -Sobre la afición
de Santa Teresa a los libros de Casiano, depone María Bautista en el Proceso
Remisorial (Avila 1610): «Imitando al dicho Padre Santo Domingo, era muy
devota de las Colaciones de Casiano y Padres del Desierto, y así, cuando
esta declarante estuvo con ella, la Santa Madre la mandaba cada día que
leyese dos o tres vidas de aquellos santos por no tener ella siempre lugar
por sus justas y santas ocupaciones, y que a las noches se las refiriese
esta declarante, y así lo hacía» (BMC, t. 19, p. 591).
21 Alusión al texto bíblico de 1 Pt
5, 8 que la Santa leía en la Regla carmelitana. -En la 1ª red. concluía así:
pues él [el diablo] no anda descuidado, no lo andemos nosotros. Este es
punto importante para muchas cosas, que algunas veces hay gran necesidad de
no nos olvidar de él.
22 En el n. 2.
23 Jn 7, 37. Este texto no aparece
en la Biblia en la forma citada por la Santa. Parece una combinación de Jn
7, 37 y Mt 11, 28 conservando el pensamiento del primero y la forma
gramatical del segundo.
CAPÍTULO 20
Trata cómo por diferentes vías nunca falta consolación en
el camino de la oración, y aconseja a las hermanas de esto sean sus pláticas
siempre.
1. Parece que me contradigo en este
capítulo pasado de lo que había dicho; porque, cuando consolaba a las que no
llegaban aquí (1), dije que tenía el Señor diferentes caminos por donde iban
a El, así como había muchas moradas (2). Así lo torno ahora a decir; porque,
como entendió Su Majestad nuestra flaqueza, proveyó como quien es. Mas no
dijo: «por este camino vengan unos y por éste otros»; antes fue tan grande
su misericordia, que a nadie quitó procurase venir a esta fuente de vida a
beber. ¡Bendito sea por siempre, y con cuánta razón me lo quitara a mí!
2. Pues no me mandó lo dejase
cuando lo comencé e hizo que me echasen en el profundo, a buen seguro que no
lo quite a nadie, antes públicamente nos llama a voces (3). Mas, como es tan
bueno, no nos fuerza, antes da de muchas maneras a beber a los que le
quieren seguir, para que ninguno vaya desconsolado ni muera de sed. Porque
de esta fuente caudalosa salen arroyos, unos grandes y otros pequeños, y
algunas veces charquitos para niños, que aquello les basta, y más sería
espantarlos ver mucha agua; éstos son los que están en los principios.
Así que, hermanas, no hayáis miedo
muráis de sed en este camino. Nunca falta agua de consolación tan falto que
no se pueda sufrir. Y pues esto es así, tomad mi consejo y no os quedéis en
el camino, sino pelead como fuertes hasta morir en la demanda, pues no
estáis aquí a otra cosa sino a pelear. Y con ir siempre con esta
determinación de antes morir que dejar de llegar al fin del camino, si os
llevare el Señor con alguna sed en esta vida, en la que es para siempre os
dará con toda abundancia de beber y sin temor que os ha de faltar. Plega al
Señor no le faltemos nosotras, amén (4).
3. Ahora, para comenzar este camino
que queda dicho (5) de manera que no se yerre desde el principio, tratemos
un poco de cómo se ha de principiar esta jornada, porque es lo que más
importa; digo que importa el todo para todo. No digo que quien no tuviere la
determinación que aquí diré le deje de comenzar, porque el Señor le irá
perfeccionando; y cuando no hiciese más de dar un paso, tiene en sí tanta
virtud, que no haya miedo lo pierda ni le deje de ser muy bien pagado.
Es -digamos- como quien tiene una
cuenta de perdones (6), que si la reza una vez gana, y mientras más veces,
más. Mas si nunca llega a ella, sino que se la tiene en el arca, mejor fuera
no tenerla. Así que, aunque no vaya después por el mismo camino, lo poco que
hubiere andado de él le dará luz para que vaya bien por los otros, y si más
andare, más. En fin, tenga cierto que no le hará daño el haberle comenzado
para cosa ninguna, aunque le deje, porque el bien nunca hace mal.
Por eso todas las personas que os
trataren, hijas, habiendo disposición y alguna amistad, procurad quitarlas
el miedo de comenzar tan gran bien. Y por amor de Dios os pido que vuestro
trato sea siempre ordenado a algún bien de quien hablareis, pues vuestra
oración ha de ser para provecho de las almas. Y pues esto habéis siempre de
pedir al Señor, mal parecería, hermanas, no lo procurar de todas maneras.
4. Si queréis ser buen deudo, ésta
es la verdadera amistad. Si buena amiga, entended que no lo podéis ser sino
por este camino. Ande la verdad en vuestros corazones, como ha de andar por
la meditación, y veréis claro el amor que somos obligadas a tener a los
prójimos.
No es ya tiempo, hermanas, de juego
de niños, que no parece otra cosa estas amistades del mundo, aunque sean
buenas; ni haya entre vosotras tal plática de «si me queréis», «no me
queréis», ni con deudos ni nadie, si no fuere yendo fundadas en un gran fin
y provecho de aquel ánima. Que puede acaecer, para que os escuche vuestro
deudo o hermano o persona semejante una verdad y la admita, haber de
disponerle con estas pláticas y muestras de amor que a la sensualidad
siempre contentan; y acaecerá tener en más una buena palabra -que así la
llaman- y disponer más que muchas de Dios, para que después éstas quepan. Y
así, yendo con advertencia de aprovechar, no las quito. Mas si no es para
esto, ningún provecho pueden traer, y podrán hacer daño sin entenderlo
vosotras. Ya saben que sois religiosas y que vuestro trato es de oración. No
se os ponga delante: «no quiero que me tengan por buena», porque es provecho
o daño común el que en vos vieren. Y es gran mal a las que tanta obligación
tienen de no hablar sino en Dios, como las monjas, les parezca bien
disimulación en este caso, si no fuese alguna vez para más bien.
Este es vuestro trato y lenguaje;
quien os quisiere tratar, depréndale; y si no, guardaos de deprender
vosotras el suyo: será infierno.
5. Si os tuvieren por groseras,
poco va en ello; si por hipócritas, menos. Ganaréis de aquí que no os vea
sino quien se entendiere por esta lengua. Porque no lleva camino uno que no
sabe algarabía (7), gustar de hablar mucho con quien no sabe otro lenguaje.
Y así, ni os cansarán ni dañarán, que no sería poco daño comenzar a hablar
nueva lengua, y todo el tiempo se os iría en eso. Y no podéis saber como yo,
que lo he experimentado, el gran mal que es para el alma, porque por saber
la una se le olvida la otra, y es un perpetuo desasosiego, del que en todas
maneras habéis de huir. Porque lo que mucho conviene para este camino que
comenzamos a tratar es paz y sosiego en el alma.
6. Si las que os trataren quisieren
deprender vuestra lengua, ya que no es vuestro de enseñar, podéis decir las
riquezas que se ganan en deprenderla. Y de esto no os canséis, sino con
piedad y amor y oración porque le aproveche, para que, entendiendo la gran
ganancia, vaya a buscar maestro que le enseñe; que no sería poca merced que
os hiciese el Señor despertar a algún alma para este bien.
Mas ¡qué de cosas se ofrecen en
comenzando a tratar de este camino aun a quien tan mal ha andado por él como
yo! Plega al Señor os lo sepa, hermanas, decir mejor que lo he hecho, amén
(8).
NOTAS
1 En el c. 17, n. 2.
2 Cf. Jn 14, 2.
3 Alusión a Pv 1, 20 s., y a Jn 7,
37.
4 En la 1ª redacción matizaba así
este importante pasaje: Y con ir siempre con esta determinación de antes
morir que dejar de llegar a esta fuente, si os lleva el Señor sin llegar a
ella en esta vida, en la otra os la dará con toda abundancia; beberéis sin
temor que por vuestra culpa os ha de faltar. Plega al Señor que no nos falte
su misericordia, amén.
5 Este camino que queda dicho: el
de la oración, único de que trata el libro entre los muchos a que alude el
n. 1 y c. 19, título.
6 Cuenta de perdones: especie de
rosario indulgenciado, que servía para contar el número de veces que se
rezaban las oraciones prescritas. Perdones = indulgencias.
7 Algarabía: chapurreo del idioma
árabe: lengua atropellada e ininteligible (cf. Vida c. 14, n. 8 nota).
Vuestro trato y lenguaje (n. 4), esta lengua: son expresiones con que se
indica el matiz peculiar e inconfundible que caracteriza la conversación de
quien vive la vida de oración.
8 La 1ª redacción concluía de otra
manera: ¡ojalá pudiera yo escribir con muchas manos, para que unas por otras
no se olvidaran!
CAPÍTULO 21
Que dice lo mucho que importa comenzar con gran
determinación a tener oración, y no hacer caso de los inconvenientes que el
demonio pone.
1. No os espantéis, hijas, de las
muchas cosas que es menester mirar para comenzar este viaje divino, que es
camino real para el cielo. Gánase yendo por él gran tesoro, no es mucho que
cueste mucho a nuestro parecer. Tiempo vendrá que se entienda cuán nonada es
todo para tan gran precio.
2. Ahora, tornando a los que
quieren ir por él y no parar hasta el fin (1), que es llegar a beber de esta
agua de vida, cómo han de comenzar, digo que importa mucho, y el todo (2),
una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella,
venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se
trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera
en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se
hunda el mundo, como muchas veces acaece con decirnos: «hay peligros»,
«fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezaba
mucho, cayó», «hacen daño a la virtud», «no es para mujeres, que les podrán
venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menester esas
delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría».
3. Esto así lo digo yo, hermanas, y
¡cómo si basta! Siempre es gran bien fundar vuestra oración sobre oraciones
dichas de tal boca como la del Señor. En esto tienen razón, que si no
estuviese ya nuestra flaqueza tan flaca y nuestra devoción tan tibia, no
eran menester otros conciertos de oraciones, ni eran menester otros libros.
Y así me ha parecido ahora (pues,) como digo (3), hablo con almas que no
pueden recogerse en otros misterios, que les parece es menester artificio y
hay algunos ingenios tan ingeniosos que nada les contenta), iré fundando por
aquí unos principios y medios y fines de oración, aunque en cosas subidas no
me detendré; (4) y no os podrán quitar libros, que si sois estudiosas, y
teniendo humildad, no habéis menester otra cosa.
4. Siempre yo he sido aficionada y
me han recogido más las palabras de los Evangelios (5) que libros muy
concertados. En especial, si no era el autor muy aprobado, no los había gana
de leer. Allegada, pues, a este Maestro de la sabiduría, quizá me enseñará
alguna consideración que os contente.
No digo que diré declaración de
estas oraciones divinas (6) (que) no me atrevería y hartas hay escritas; y
que no las hubiera, sería disparate), sino consideración sobre las palabras
del Paternóster. Porque algunas veces con muchos libros parece se nos pierde
la devoción en lo que tanto nos va tenerla, que está claro que el mismo
maestro cuando enseña una cosa toma amor con el discípulo, y gusta de que le
contente lo que le enseña, y le ayuda mucho a que lo deprenda, y así hará
este Maestro celestial con nosotras.
5. Por eso, ningún caso hagáis de
los miedos que os pusieren (7) ni de los peligros que os pintaren. Donosa
cosa es que quiera yo ir por un camino adonde hay tantos ladrones, sin
peligros, y a ganar un gran tesoro. Pues bueno anda el mundo para que os le
dejen tomar en paz; sino que por un maravedí de interés se pondrán a no
dormir muchas noches y a desasosegaros cuerpo y alma. Pues cuando yéndole a
ganar -o a robar, como dice el Señor que le ganan los esforzados- (8) y por
camino real y por camino seguro, por el que fue nuestro Rey y por el que
fueron todos sus escogidos y santos, os dicen hay tantos peligros y os ponen
tantos temores, los que van, a su parecer, a ganar este bien sin camino,
¿qué son los peligros que llevarán?
6. ¡Oh hijas mías!, que muchos más
sin comparación, sino que no los entienden hasta dar de ojos en el verdadero
peligro, cuando no hay quien les dé la mano, y pierden del todo el agua sin
beber poca ni mucha, ni de charco ni de arroyo.
Pues ya veis, sin gota de esta agua
¿cómo se pasará camino adonde hay tantos con quien pelear? Está claro que al
mejor tiempo morirán de sed; porque, queramos que no, hijas mías, todos
caminamos para esta fuente, aunque de diferentes maneras. Pues creedme
vosotras y no os engañe nadie en mostraros otro camino sino el de la
oración. [7] Yo no hablo ahora en que sea mental o vocal para todos; para
vosotras digo que lo uno y lo otro habéis menester. Este es el oficio de los
religiosos. Quien os dijere que esto es peligro, tenedle a él por el mismo
peligro y huid de él. Y no se os olvide, que por ventura habéis menester
este consejo. Peligro será no tener humildad y las otras virtudes; mas
camino de oración camino de peligro, nunca Dios tal quiera. El demonio
parece ha inventado poner estos miedos, y así ha sido mañoso a hacer caer a
algunos que tenían oración, al parecer.
8. Y mirad qué ceguedad del mundo,
que no miran los muchos millares que han caído en herejías y en grandes
males sin tener oración, sino distracción, y entre la multitud de éstos, si
el demonio, por hacer mejor su negocio, ha hecho caer a algunos que tenían
oración, ha hecho poner tanto temor a algunos para las cosas de virtud.
Estos que (9) toman este amparo para librarse, se guarden; porque huyen del
bien para librarse del mal. Nunca tan mala invención he visto: bien parece
del demonio. ¡Oh Señor mío!, tornad por Vos; mirad que entienden al revés
vuestras palabras. No permitáis semejantes flaquezas en vuestros siervos
(10).
9. Hay un gran bien: que siempre
veréis algunos que os ayuden. Porque esto tiene el verdadero siervo de Dios,
a quien Su Majestad ha dado luz del verdadero camino, que en estos temores
le crece más el deseo de no parar. Entiende claro por dónde va a dar el
golpe el demonio, y húrtale el cuerpo y quiébrale la cabeza. Más siente él
(11) esto, que cuantos placeres otros le hacen le contentan. Cuando en un
tiempo de alboroto, en una cizaña que ha puesto -que parece lleva a todos
tras sí medio ciegos, porque es debajo de buen celo-, levanta Dios uno que
los abra los ojos y diga que miren los ha puesto niebla para no ver el
camino, ¡qué grandeza de Dios, que puede más a las veces un hombre solo o
dos que digan verdad, que muchos juntos!; tornan poco a poco a descubrir el
camino, dales Dios ánimo. Si dicen que hay peligro en la oración, procura se
entienda cuán buena es la oración, si no por palabras, por obras. Si dicen
que no es bien a menudo las comuniones, entonces las frecuentan más. Así que
como haya uno o dos que sin temor sigan lo mejor, luego torna el Señor poco
a poco a ganar lo perdido.
10. Así que, hermanas, dejaos de
estos miedos. Nunca hagáis caso en cosas semejantes de la opinión del vulgo.
Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van
conforme a la vida de Cristo. Procurad tener limpia conciencia y humildad,
menosprecio de todas las cosas del mundo y creer firmemente lo que tiene la
Madre Santa Iglesia, y a buen seguro que vais buen camino.
Dejaos -como he dicho- (12) de
temores, adonde no hay qué temer. Si alguno os los pusiere, declaradle con
humildad el camino. Decid que Regla tenéis que os manda orar sin cesar -que
así nos lo manda- y que la habéis de guardar (13). Si os dijeren que sea
vocalmente, apurad si ha de estar el entendimiento y corazón en lo que
decís. Si os dijeren que sí -que no podrán decir otra cosa-, veis adonde
confiesan que habéis forzado de tener oración mental, y aun contemplación,
si os la diere Dios allí.
NOTAS
1 Ahora tornando al tema: comenzó a
tratarlo en el c. 19, nn. 1-2.
2 La 1ª redacción intercalaba aquí
una interesante referencia literaria: «importa... el todo y aunque en algún
libro he leído lo bien que es llevar este principio -y aun en algunos- me
parece no se pierde nada en decirlo aquí...
3 Alude al c. 19, n. 2.
4 En la 1ª redacción decía: ... en
cosas subidas no haré sino tocar, porque -como digo- las tengo ya escritas
[se refiere al libro de la Vida]; y no os podrán quitar libro, que no os
quede tan buen libro... -Esta última expresión alude a la reciente
prohibición de libros en lengua vulgar («Indice de libros prohibidos...» del
Inquisidor F. de Valdés, 1559) que tan honda pena causó a la Santa (cf. Vida
c. 26, n. 5).
5 ... que se salieron por aquella
sacratísima boca así como las decía, añadía la 1ª red.
6 Estas oraciones: el paternóster y
avemaría, porque en un principio se propuso comentar las dos, renunciando
luego a la segunda. -La frase siguiente: «y si no las hubiere (otras obras
escritas), sería disparate (escribirlas yo)».
7 Pusiera, escribió por
distracción.
8 Mt 11, 12.
9 Estos que...: los que huyen de la
oración para evitar sus peligros.
10 Haced bien, hijas, que no os
quitarán el paternóster y avemaría. Así proseguía la 1ª redacción, aludiendo
nuevamente a la prohibición inquisitorial (cf. nuestra nota al n. 3); pero
esta vez la alusión no fue del agrado de uno de los censores, que la tachó
en el autógrafo de El Escorial y añadió al margen: «Parece que reprehende a
los Inquisidores que prohibieron los libros de oración». Esta glosa marginal
fue tachada tan meticulosamente, que hasta el presente no había sido
descifrada.
11 Siente él: el demonio.
12 En el n. 5 y 10.
13 Véase el texto de la Regla en c.
4, nota 3.