Los dieciséis puntos esenciales de la exhortación postsinodal «Amoris Laetitia» del Papa Francisco
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Jordi Picazo, ReL
El 8 de abril la Santa Sede dio a conocer el texto de la Exhortación
Apostólica Amoris Laetitia del Papa Francisco, el documento papal más
esperado de los últimos años.
Los papas más citados en el texto son Juan Pablo II, seguido de Benedicto
XVI y Pablo VI, los tres últimos Papas si no tenemos en cuenta el breve
papado de Juan Pablo I. Plenamente apoyado en las Relatio de los sínodos de
2014 y 2015, síntesis del trabajo de todos los padres sinodales, presenta
además abundantes citas de las catequesis sobre la familia del mismo
Francisco, así como discursos en el Encuentro Mundial de las Familias, y
doctrina común de Santo Tomás de Aquino, sin olvidar el Catecismo de la
Iglesia Católica y documentos de diversas conferencias episcopales de
múltiples naciones.
1. El hombre y la mujer, creados Imago Dei, a imagen de Dios,
reflejo de la relación Trinitaria.
«Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer
los creó» (1,27). Sorprendentemente, la «imagen de Dios» tiene como paralelo
explicativo precisamente a la pareja «hombre y mujer». ¿Significa esto que
Dios mismo es sexuado o que con él hay una compañera divina, como creían
algunas religiones antiguas? Obviamente no (...) la fecundidad de la pareja
humana es «imagen» viva y eficaz, signo visible del acto creador. La pareja
que ama y genera la vida es la verdadera « escultura » viviente capaz de
manifestar al Dios creador y salvador. Por eso el amor fecundo llega a ser
el símbolo de las realidades íntimas de Dios. (10)
2. El trabajo, cooperación en la creación divina, nunca un castigo.
Al comienzo del Salmo 128, el padre es presentado como un trabajador, quien
con la obra de sus manos puede sostener el bienestar físico y la serenidad
de su familia: «Comerás del trabajo de tus manos, serás dichoso, te irá
bien». (23) Se comprende que la desocupación y la precariedad laboral se
transformen en sufrimiento, como se hace notar en el librito de Rut y como
recuerda Jesús en la parábola de los trabajadores sentados, en un ocio
forzado, en la plaza del pueblo (...) y esta ausencia de fuentes de trabajo
afecta de diferentes maneras a la serenidad de las familias. (25)
3. Acecho de una cultura individualista exagerada.
«Hay que considerar el creciente peligro que representa un individualismo
exasperado que desvirtúa los vínculos familiares y acaba por considerar a
cada componente de la familia como una isla, haciendo que prevalezca, en
ciertos casos, la idea de un sujeto que se construye según sus propios
deseos asumidos con carácter absoluto”. “Las tensiones inducidas por una
cultura individualista exagerada de la posesión y del disfrute generan
dentro de las familias dinámicas de intolerancia y agresividad". (33)
4. Ritmo de vida acelerado que dificulta la vida de las familias.
Quisiera agregar el ritmo de vida actual, el estrés, la organización social
y laboral, porque son factores culturales que ponen en riesgo la posibilidad
de opciones permanentes. Al mismo tiempo, encontramos fenómenos ambiguos.
Por ejemplo, se aprecia una personalización que apuesta por la autenticidad
en lugar de reproducir comportamientos pautados. Es un valor que (...) mal
orientado, puede crear actitudes de permanente sospecha, de huida de los
compromisos, de encierro en la comodidad, de arrogancia. La libertad para
elegir permite proyectar la propia vida y cultivar lo mejor de uno mismo,
pero si no tiene objetivos nobles y disciplina personal, degenera en una
incapacidad de donarse generosamente. (...) Podemos destacar también un
loable sentido de justicia; pero, mal entendido, convierte a los ciudadanos
en clientes que sólo exigen prestaciones de servicios. Si estos riesgos se
trasladan al modo de entender la familia, esta puede convertirse en un lugar
de paso, al que uno acude cuando le parece conveniente para sí mismo, o
donde uno va a reclamar derechos, mientras los vínculos quedan abandonados a
la precariedad voluble de los deseos y las circunstancias. (34)
5. La propuesta del matrimonio cristiano al mundo, fuente de
humanidad.
Los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de
no contradecir la sensibilidad actual (...) estaríamos privando al mundo de
los valores que podemos y debemos aportar. (...) Nos cabe un esfuerzo más
responsable y generoso, que consiste en presentar las razones y las
motivaciones para optar por el matrimonio y la familia, de manera que las
personas estén mejor dispuestas a responder a la gracia que Dios les ofrece.
(35)
6. El matrimonio, entorno de crecimiento personal.
Tenemos dificultad para presentar al matrimonio más como un camino dinámico
de desarrollo y realización que como un peso a soportar toda la vida.
También nos cuesta dejar espacio a la conciencia de los fieles, que muchas
veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y
pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen
todos los esquemas. Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a
pretender sustituirlas. (37)
7. El peligro del secularismo y la decadencia cultural, junto a la
“cultura de lo provisorio”.
Debemos agradecer que la mayor parte de la gente valora las relaciones
familiares que quieren permanecer en el tiempo y que aseguran el respeto al
otro. (...) Muchos estiman la fuerza de la gracia que experimentan en la
Reconciliación sacramental y en la Eucaristía, que les permite sobrellevar
los desafíos del matrimonio y la familia. En algunos países, especialmente
en distintas partes de África, el secularismo no ha logrado debilitar
algunos valores tradicionales, y en cada matrimonio se produce una fuerte
unión entre dos familias ampliadas, donde todavía se conserva un sistema
bien definido de gestión de conflictos y dificultades. (38)
8. El culto a la afectividad sin límites, al sexo de consumo y al
uso desmedido de Internet
Los Padres sinodales se refirieron a las actuales «tendencias culturales que
parecen imponer una efectividad sin límites, […] una afectividad narcisista,
inestable y cambiante que no ayuda siempre a los sujetos a alcanzar una
mayor madurez». Han dicho que están preocupados por «una cierta difusión de
la pornografía y de la comercialización del cuerpo, favorecida entre otras
cosas por un uso desequilibrado de Internet», y por «la situación de las
personas que se ven obligadas a practicar la prostitución. En este contexto,
«los cónyuges se sienten a menudo inseguros, indecisos y les cuesta
encontrar los modos para crecer. Son muchos los que suelen quedarse en los
estadios primarios de la vida emocional y sexual. (...) Las crisis
matrimoniales frecuentemente «se afrontan de un modo superficial y sin la
valentía de la paciencia, del diálogo sincero, del perdón recíproco, de la
reconciliación y también del sacrificio. (41)
9. Mentalidad antinatalista y políticas mundiales de salud
reproductiva. Intervencionismo del Estado.
«Asimismo, el descenso demográfico, debido a una mentalidad antinatalista y
promovido por las políticas mundiales de salud reproductiva, no sólo
determina una situación en la que el sucederse de las generaciones ya no
está asegurado, sino que se corre el riesgo de que con el tiempo lleve a un
empobrecimiento económico y a una pérdida de esperanza en el futuro. El
avance de las biotecnologías también ha tenido un fuerte impacto sobre la
natalidad ». Es verdad que la conciencia recta de los esposos, cuando han
sido muy generosos en la comunicación de la vida, puede orientarlos a la
decisión de limitar el número de hijos por motivos suficientemente serios,
pero también, «por amor a esta dignidad de la conciencia, la Iglesia rechaza
con todas sus fuerzas las intervenciones coercitivas del Estado en favor de
la anticoncepción, la esterilización e incluso del aborto». (...) Asimismo,
hay una sensación general de impotencia frente a la realidad socioeconómica
que a menudo acaba por aplastar a las familias […] (...) El Estado tiene la
responsabilidad de crear las condiciones legislativas y laborales para
garantizar el futuro de los jóvenes y ayudarlos a realizar su proyecto de
formar una familia». (42)
10. La eutanasia y el suicidio asistido son graves amenazas.
«Valorar la fase conclusiva de la vida es todavía más necesario hoy, porque
en la sociedad actual se trata de cancelar de todos los modos posibles el
momento del tránsito. (...) La eutanasia y el suicidio asistido son graves
amenazas para las familias de todo el mundo. (...) La Iglesia, mientras se
opone firmemente a estas prácticas, siente el deber de ayudar a las familias
que cuidan de sus miembros ancianos y enfermos». (48)
11. Difícil conciliación trabajo/familia. Ansiedad.
La función educativa, que se ve dificultada, entre otras causas, porque los
padres llegan a su casa cansados y sin ganas de conversar, en muchas
familias ya ni siquiera existe el hábito de comer juntos, y crece una gran
variedad de ofertas de distracción además de la adicción a la televisión.
Esto dificulta la transmisión de la fe de padres a hijos. Otros indicaron
que las familias suelen estar enfermas por una enorme ansiedad. Parece haber
más preocupación por prevenir problemas futuros que por compartir el
presente. (50)
12. Sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer
cumple una función social plena.
Nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada
en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad. (...) Ya no se advierte
con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una
mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por
hacer posible la fecundidad. Debemos reconocer la gran variedad de
situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las
uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden
equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión precaria o cerrada a la
comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad. (51)
13. La mujer como víctima: violencia física, mercantilización del
cuerpo y los vientres de alquiler.
Deseo resaltar que, aunque hubo notables mejoras en el reconocimiento de los
derechos de la mujer y en su participación en el espacio público, todavía
hay mucho que avanzar en algunos países. (...) La violencia verbal, física y
sexual que se ejerce contra las mujeres en algunos matrimonios contradice la
naturaleza misma de la unión conyugal. Pienso en la grave mutilación genital
de la mujer en algunas culturas, pero también en la desigualdad del acceso a
puestos de trabajo dignos y a los lugares donde se toman las decisiones.
(...) pero recordemos también el alquiler de vientres o «la
instrumentalización y mercantilización del cuerpo femenino en la actual
cultura mediática ». (54)
14. La mentira antropológica de la “ideología de género”. La
desvirtualización del acto generativo.
Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente
llamada gender, que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre
y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el
fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos
educativos y directrices legislativos que promueven una identidad personal y
una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica
entre hombre y mujer. (...) procuran imponerse como un pensamiento único que
determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que « el
sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden
distinguir pero no separar». Por otra parte, «la revolución biotecnológica
en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad de
manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación
sexual entre hombre y mujer. (...) Somos llamados a custodiar nuestra
humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido
creada. (56)
15. Validez de la Humanae Vitae.
El acompañamiento debe alentar a los esposos a ser generosos en la
comunicación de la vida. «De acuerdo con el carácter personal y humanamente
completo del amor conyugal, (...) es preciso redescubrir el mensaje de la
Encíclica Humanae vitae (cf. 10-14) y la Exhortación apostólica Familiaris
consortio (cf. 14; 28-35) para contrarrestar una mentalidad a menudo hostil
a la vida […] La elección responsable de la paternidad presupone la
formación de la conciencia que es “el núcleo más secreto y el sagrario del
hombre, en el que este se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el
recinto más íntimo de aquella” (Gaudium et spes, 16). (...) «Se ha de
promover el uso de los métodos basados en los “ritmos naturales de
fecundidad” (Humanae vitae, 11). También se debe hacer ver que “estos
métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y
favorecen la educación de una libertad auténtica” (Catecismo de la Iglesia
Católica, 2370), insistiendo siempre en que los hijos son un maravilloso don
de Dios, una alegría para los padres y para la Iglesia. A través de ellos el
Señor renueva el mundo». (22)
16. Acogida de las personas en posteriores uniones de vida marital.
A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles
sentir que son parte de la Iglesia, que «no están excomulgadas» y no son
tratadas como tales, porque siempre integran la comunión eclesial. Estas
situaciones «exigen un atento discernimiento y un acompañamiento con gran
respeto, evitando todo lenguaje y actitud que las haga sentir discriminadas,
y promoviendo su participación en la vida de la comunidad». (243).
Leer el texto integro de la exhortación apostólica Amoris
Laetitia.