Secuestraron a
los maestros: I. LA
ALARMA DE COCINA YA NO FUNCIONA
–
¡Tienen veinte minutos para hacer la tarea! – solía decir yo a mis hijos,
cada tarde al terminar de comer, mientras daba cuerda al reloj de cocina y
lo ponía sobre la mesa, haciendo sonar su familiar “TIC-TAC, TIC-TAC,
TIC-TAC”, que terminaba con una sonora alarma a los veinte minutos exactos.
El
“RIIIIIIIIING” de la alarma señalaba el momento para cerrar los libros
obligatoriamente y guardarlos en las mochilas, teniendo toda la tarde libre
para convivir, jugar, entretenernos y divertirnos en familia.
La
táctica de la alarma de cocina me funcionó perfectamente durante toda la
educación preescolar, primaria y secundaria de mis tres hijos mayores (ahora
de 25, 23 y 21 años). De hecho, en ese entonces, mis hijos terminaban la
tarea mucho antes de que la alarma sonara. También me funcionó durante la
educación preescolar y gran parte de la primaria de mis tres hijos
intermedios (ahora de 18, 15 y 13 ). Pero dejó de funcionar (no la alarma,
sino la táctica) de manera misteriosa, inmediata, inesperada y sorprendente,
cuando mis tres hijos pequeños (de 10, 9 y 6) llegaron a la edad de hacer
tareas.
Desde entonces… el tiempo para hacer las tareas cada tarde se vuelve
interminable, tedioso y agotador para ellos y para mí . Los niños completan
los deberes ya muy entrado el anochecer, quedándoles únicamente el tiempo
suficiente para ducharse, cenar, rezar e irse a dormir. Ya no existe en
nuestras tardes tiempo para los juegos, la convivencia, ni el
entretenimiento en familia.
¿Qué sucedió?
¿Los cambié de colegio? No, el colegio ha sido el mismo para el primero y
para el último de mis hijos.
¿Son más, las tareas que ahora les dejan? No, todo lo contrario, ahora les
dejan mucho menos tareas que las que les dejaban antes.
¿Son más difíciles las tareas que ahora les dejan? ¡Para nada! El nivel de
enseñanza ha decrecido de manera visible. Las tareas que ahora le dejan al
de cuarto de primaria (que es el séptimo de mis hijos) son equivalentes (en
contenido y grado de dificultad) a las que les dejaban a los niños en
Preprimaria hace unos cuantos años.
¿Será, entonces, que mis hijos pequeños son menos listos que sus hermanos
mayores? ¡Tampoco! Gracias a Dios todos mis hijos gozan de una muy buena
inteligencia que los hace capaces de entender y aplicar los conceptos
fácilmente.
Entonces… ??? ¿Qué sucedió? ¿Por qué antes me funcionaba la alarma de cocina
y ahora ya no me funciona?
La
respuesta es bien sencilla: Hasta hace unos cuantos años los niños aprendían
en la escuela y los deberes para la tarde eran sólo practicar y repasar lo
que ya habían aprendido en clase.
Ahora… los niños no aprenden en la escuela y por lo tanto no saben cómo
resolver sus tareas. Las mamás nos vemos obligadas a explicar y enseñar, por
las tardes, todo aquello que debieron explicarles y enseñarles las maestras
por la mañana.
A
mí me gusta enseñar. Gozo verdaderamente enseñando e ideando nuevas
modalidades y técnicas para que los niños comprendan los conceptos y los
apliquen. No se me dificulta enseñar y es para mí hermoso (verdaderamente
hermoso y gratificante) contemplar la transformación de un cerebro infantil
y la alegría profunda que produce en el niño aprender algo nuevo.
Pero no puedo negar, para satisfacción de todos los que se escandalizan de
nosotros por haber optado por una familia numerosa, que para mí ha resultado
extraordinariamente complicado estar enseñando (al mismo tiempo) al pequeño,
a leer y sumar; al otro, a restar y escribir; al siguiente, las tablas de
multiplicar y los estados de la república; al más grandecito, la suma de
fracciones y las partes del aparato digestivo y a la otra, los principios de
álgebra. Todo a la vez, sobre la misma mesa y durante el horario reducido de
las tardes.
Si
yo hubiera escogido ser homeschooler… mis hijos y yo estaríamos todas las
mañanas en casa, con el tiempo, los ánimos, los espacios y los materiales
necesarios y suficientes para tener una escuela en casa.
Pero no opté por eso. Mi esposo y yo seleccionamos el tipo de educación que
queríamos para nuestros hijos y decidimos inscribirlos en uno de los mejores
colegios católicos del país, para que ahí, además de la formación religiosa
que consideramos lo más importante, tuvieran maestros competentes y
cualificados, que les transmitieran los conocimientos adecuados a cada edad,
dentro de un programa escolarizado y exigente.
El
hecho es que ahora mis hijos van al colegio por las mañanas y, como no
aprenden lo que deben aprender (porque nadie se los enseña), en las tardes
nos hemos visto obligados a ser homeschoolers. Es agotador… de verdad… para
los niños y para mí. Y los resultados son muy pobres, pues no se puede
enseñar en dos horas lo que se debió enseñar en seis.
Lo
más triste del asunto es que… después de mucho buscar e investigar por una
posible mejor opción para mis hijos, he podido comprobar, con una profunda
sensación de impotencia, que el deterioro sostenido, progresivo e imparable
en los resultados de la enseñanza dentro de las escuelas, se está dando no
sólo en la escuela de mis hijos, sino en todas las escuelas… católicas,
laicas, privadas y gubernamentales, y no sólo en México, sino a nivel
internacional. El nivel académico está bajando año con año… los niños
aprenden cada vez menos cosas en la escuela y las pocas cosas que aprenden,
las aprenden mucho peor.
Continúa con los siguientes capítulos:
II.TRES INFLUENCIAS MORTÍFERAS PARA LA EDUCACIÓN: LOS CONTADORES, LOS
PSICÓLOGOS Y LOS PEDAGOGOS
III. LOS FALACES SLOGANS DE LA PEDAGOGÍA MODERNA
IV.
IDEOLOGÍAS MARXISTAS DETRÁS DE LA PEDAGOGÍA Y CONCLUSIÓN