San Juan Bautista confirma a santa Brígida la verdad de sus revelaciones.
REVELACIÓN 4

Haciendo oración santa Brígida a nuestro Señor, le dijo humildemente. Señor mío Jesucristo, tan firmemente os creo, que aunque estuviera delante de mi boca una víbora, tengo por cierto que no entraría si vos no lo permitiéseis para bien mío. Respondió san Juan Bautista: El que verás ahora es el Hijo Unigénito de Dios, de quien el Padre, oyéndolo yo, dió testimonio diciendo: Este es mi Hijo. Este es sobre quien vino el Espíritu Santo, al cual lo vi con mis ojos sobre su cabeza en figura de paloma cuando estaba bautizándole. Y el mismo es Hijo verdadero de la Virgen según la carne, cuyo cuerpo toqué con estas manos. Cree y confía firmemente en él, y dirige tus pasos por el camino que te enseñare, porque él es el que señaló el camino derecho para el cielo, por el cual puede marchar tanto el rico como el pobre.
Y si me preguntas cómo el rico se ha de componer para entrar en el cielo, cuando el mismo Dios dijo la dificultad grande que tenía para lograrlo, y que era más fácil entrar un camello por el ojo de una aguja, que salvarse un rico, te respondo, que el rico que procura no tener nada ajeno ni mal ganado, y no gastar su hacienda sin fruto y contra Dios, y de tal manera lo posee, que lo dejaría de muy buena gana, si fuese la voluntad de Dios para vivir como él pobre, y se entristece y turba de ver las deshonras de Dios y pérdidas de las almas, y aunque por disposición divina está metido en cosas de mundo es como forzado, y procura con gran empeño amar a Dios, este tal, aunque rico, es de mucho provecho en el mundo, y muy amado de Dios.