LA IMPORTANCIA DE LAS MUJERES NO TIENE QUE VER CON QUE SEAN SACERDOTISAS
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Ordenación de la mujer:
Reflexión bíblico-teológica
Escrito por Diana R. García Bayardo
Lunes 12 de Agosto 2013
El pasado mes de junio, el expresidente estadounidense James Carter
catalogó a la Iglesia católica de «abusiva» por no tener mujeres
sacerdotisas; aseguró que «en el siglo III, cuando los hombres tomaron el
control de la Iglesia católica, comenzaron a ordenar que las mujeres
tuvieran una posición inferior y no pudieran ser sacerdotes». Ideas
equivocadas como las de este político están muy extendidas, y suele creerse
que la Iglesia es misógina por no adaptarse al feminismo radical imperante.
EL CASO ANGLICANO
Por lo mismo, la Iglesia anglicana o la Iglesia luterana suelen ser
presentadas como ejemplo de igualdad y justicia, ya que en su seno se admite
el sacerdocio femenino. De hecho, la Iglesia anglicana actualmente «ordena»
más sacerdotisas que sacerdotes.
Pero hay cosas que se callan y que conviene saber. Por ejemplo, que de esas
sacerdotisas anglicanas más de la mitad no admite la Resurrección de Cristo,
y que apenas un tercio de ellas cree que Jesús nació de María Virgen. En
otras palabras, la mayoría de estas mujeres ni siquiera son cristianas
verdaderas.
Aunque se supone que el mundo aplaude el sacerdocio femenino como muestra de
«igualdad de género», y que, por tanto, la apertura de las religiones hacia
éste debería atraer más feligreses, lo cierto es que en la práctica pasa
justo lo contrario: desde 1994, cuando se ordenaron las primeras
sacerdotisas inglesas, la Iglesia anglicana ha perdido al 13% de sus
miembros por esta causa, y muchos de ellos, incluidos clérigos, se han hecho
católicos.
Los anglicanos australianos ya tienen rato admitiendo la existencia de
«obispas», y parece que los de Inglaterra están por aprobar lo mismo, por lo
que es probable que esto provoque una mayor desbandada de fieles y clérigos.
LO QUE NO SE DICE
En cuanto a la Iglesia luterana en los países escandinavos, es importante
saber que el sacerdocio y el episcopado femenino fue más una imposición
política que un acto de democracia o una libre decisión religiosa. En 1957
los obispos luteranos de Suecia votaron por mayoría contra la ordenación de
mujeres, pero para entonces la ley del país exigía que la legislación
religiosa pasara tanto por la Asamblea Eclesial como por el Parlamento; y
este último, yendo en contra de la Asamblea Eclesial, impuso la ordenación
de mujeres. Para que la Iglesia Luterana se sometiera, los partidos
políticos la amenazaron con confiscar sus bienes, con lo que automáticamente
muchos obispos suecos cambiaron inmediatamente su voto en favor de la
existencia del clero femenino.
Por si fuera poco, la cláusula de conciencia que protegía a los clérigos que
no simpatizaban con la existencia de sacerdotisas, fue eliminada en 1983, y
en 1994 se prohibió la ordenación de diáconos o sacerdotes que se supiera
disentían de las ordenaciones femeninas.
A MÁS SACERDOTIZAS, MÁS HEREJES
La situación más radical que se ha dado es la de Dinamarca, donde la Iglesia
luterana es la religión oficial. El Parlamento danés votó una ley
implantando la ordenación de mujeres en 1947, apenas dos años después de la
Segunda Guerra Mundial; no le importó que en ese entonces el país tuviera
diez obispos, ocho de los cuales estaban en contra de la medida.
El sacerdocio femenino aquí también va en relación directamente proporcional
a las herejías; así, aunque el 80% de los daneses declara ser luterano, ni
siquiera el 5% participa el domingo en el culto, y apenas uno de cada cuatro
cree que Jesús es el Hijo de Dios, y uno de cada cinco cree que Él es el
Salvador de los hombres.
CATÓLICOS INFECTADOS
La mentalidad mundial dominante ha hecho que incluso entre algunos hijos de
la Iglesia católica se haya filtrado la idea de que el sacerdocio
ministerial femenino es bueno, justo, conveniente y deseado por Dios; ahí
están, por ejemplo, el cardenal Karl Lehmann, obispo de Mainz y por muchos
años presidente de la Conferencia Episcopal Alemana; o William Morris, quien
fuera obispo de Toowoomba, Australia, y tuvo que dejar el cargo a causa de
sus numerosas herejías.
Para evitarse problemas, la mayoría de los mal formados católicos que abogan
por el sacerdocio femenino lo hace desde el anonimato escudándose en
agrupaciones que se hacen pasar por católicas, y que suelen albergar a un
buen número de teólogos, sacerdotes, religiosos y seglares de la llamada ola
«progresista», es decir, liberal (masónica) e izquierdista (marxista).
«Somos Iglesia», «Curas de Vizcaya», «Women Priests», «Asociación de Mujeres
Católicas Alemanas», «Conferencia de Ordenación de Mujeres en Estados
Unidos», «Asociación Juan XXIII» y «Colectivo de Mujeres en la Iglesia» son
algunas de esas muchas organizaciones rebeldes.
Lo que tienen en común tales grupos es una visión muy light de Cristo y de
su Iglesia; todo lo pretenden estructurar en términos de presunta
«democracia», «igualdad» y «derechos humanos», al más puro estilo secular.
LO QUE DIJO EL PAPA
¿Entonces todo debe seguir quedando igual en la Iglesia católica? El Papa
acaba de responder a ello el 27 de julio en su visita a Brasil, durante un
almuerzo que compartió con los obispos de aquel país: «No reduzcamos el
compromiso de las mujeres en la Iglesia, sino que promovamos su
participación activa en la comunidad eclesial. Si la Iglesia pierde a las
mujeres en su total y real dimensión, la Iglesia se expone a la
esterilidad».
Y cuando volaba de regreso al Vaticano con 75 periodistas, uno de ellos le
preguntó: «Usted dijo que la Iglesia sin la mujer pierde fecundidad. ¿Qué
medidas concretas tomará para alcanzar esto?». La respuesta de Francisco fue
la siguiente: «Una Iglesia sin mujeres es como el Colegio Apostólico sin
María. El rol de la mujer en la Iglesia no es sólo la maternidad, la madre
de familia, sino que es más fuerte, es el icono de la Virgen, de la Madonna,
ésa que ayuda a crecer a la Iglesia.
«Piensen que la Virgen es más importante que los Apóstoles. La Iglesia es
femenina: es Esposa, es Madre. El rol de la mujer en la Iglesia no es sólo
el de mamá, que trabaja, que me da; es otra cosa. Pablo VI escribió una cosa
lindísima sobre las mujeres, pero creo que debemos ir más adelante en la
explicitación de este rol y carisma de la mujer en la Iglesia.
«No se puede entender una Iglesia sin mujeres, pero mujeres activas en la
Iglesia, con su perfil, que llevan adelante... En la Iglesia hay que pensar
en la mujer en esta perspectiva de elecciones arriesgadas, pero como mujer,
hay que explicitar...., hay que hacer una profunda teología de la mujer.
Esto es lo que pienso».
UN «NO» DEFINITIVO
Sin embargo, esto no quiere decir que el Papa esté pensando en el sacramento
del Orden para las mujeres. Eso lo dejó bien claro cuando otro periodista le
insistió sobre el tema: «¿Cómo debe ser participación de las mujeres en la
Iglesia? ¿Qué piensa de ordenación de las mujeres?».
El vicario de Cristo respondió: «No nos podemos conformar a que hagan las
mujeres de monaguillo, de presidenta de Cáritas o de catequista, tiene que
haber algo más... En cuanto a la ordenación de las mujeres, la Iglesia ha
hablado y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con una formulación
definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero sobre esto quiero decirles algo:
la Virgen María era más importante que los Apóstoles y que los obispos y que
los diáconos y los sacerdotes. La mujer en la Iglesia es más importante que
los obispos y que los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de
explicitar mejor. Creo que falta una explicación teológica sobre esto».
D. R. G. B.