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CON UN CORAZÓN HUMANO CAPITULO 8: UN CORAZÓN QUE AFIRM Tomás A. Kane

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Introducción

Si hojeásemos Ias páginas de los libros litúrgicos del Rito Oriental de la Iglesia, encontraríamos frecuentemente un bello título:  “Amante de la Humanidad” (Philantropos). Con él se expresa el amor del Padre y del Hijo hacia nosotros. Cuando el Padre crea, envía a su Hijo y nos da al Espíritu, es por su amor para con nosotros. Cuando el Dios-Hombre cumple su misión, sufre, muere y resucita de los muertos, es porque es “bueno y ama a la humanidad”.

Parece que hay una utilización similar de esta expresión oriental, “Amante de la Humanidad ", en el uso occidental de la palabra “corazón" refiriéndose a Jesús. En la tradición, pensamiento y arte occidentales, el corazón físico de Cristo se utiliza como símbolo y signo visible de todo Io que Jesús es y hace por cada uno de nosotros con su amor afirmativo. Esta similitud entre Ia expresión oriental (Amante de la Humanidad) y la occidental (el Sagrado Corazón de Jesús) no es solamente una coincidencia. Surge de una utilización común de la Biblia y de las enseñanzas de los Padres de la lglesia.

El extraordinario énfasis en Ia religión cristiana sobre el infinito amor de Cristo para cada persona es su fuente más profunda de alegría. Que Cristo nos ama es el gran secreto, el secreto más íntimo de cada alma. Es la realidad que menos podemos concebir; es una realidad que cambiará por completo la vida de cada hombre si este es capaz de darse cuenta de ella en su plenitud. Este reconocimiento requiere no sólo un conocimiento teórico de este misterio como una verdad revelada, sino también una conciencia de este amor, semejante a la conciencia que uno posee sobre el amor de su amado. Implica, también, una conciencia del carácter incomparable y único de este amor divino, de su calidad absolutamente nueva y misteriosa, de su santidad tal como brilla en el Evangelio y en la liturgia y está reflejado en las vidas de los santos*.2

El verdadero reflejo del amor de Cristo por la humanidad está en el testimonio y la forma en que los cristianos se aman. Paradójicamente, descubrimos que los pueblos no-cristianos se sienten con frecuencia desilusionados por el hecho de que la cristiandad, Ilamada la religión del amor, no ha tenido éxito en construir una significativa y real “communio”, ni siquiera en sus propios círculos. El marxismo llama la atención a los cristianos por estar siempre hablando de Dios y del amor, olvidándose con frecuencia de hacer del mundo un lugar digno para vivir todos. Nadie puede negar que podamos rechazar tales censuras sin antes hacemos un profundo examen de conciencia.

Quizás el problema se puede presentar de la manera siguiente: El mundo actual está honestamente no satisfecho con la religión que se le presenta, y pide a la misma y a la Iglesia que se le tome en serio. Con frecuencia, este mundo experimenta a la persona religiosa, como una persona no feliz consigo misma y sin brindar a los demás la felicidad. Para el mundo, la persona religiosa se parece at famoso Prometeo de la mitología griega. Encadenado sin poder moverse a una roca, atado, no libre, y torturado por un águila que le destroza el hígado, sufriendo interiormente pena, división, incertidumbre, desdicha, intolerancia.

Puede ser muy interesante, y a la vez instructivo, descubrir la frecuencia con que la palabra “gozo" se escribe y se utiliza como una etiqueta específica para el que cree, para el cristiano. “Así os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros siempre, y su gozo sea total". En la comunicación humana siempre es el ser humano el que da alegría y gozo at otro. Es el cristiano el que debe tomar el primer puesto en el arte de afirmar a la humanidad. Pero quien desee afirmar a su hermano, tiene primero que ser afirmado por alguien. Solamente el que esté floreciendo en la afirmación puede abrirse y afirmar at otro.

No es difícil ver cómo mucha gente anhela ser afirmada por otra persona: la persona que, por cualquier motivo, se halla en soledad, o la persona que, en medio de una crisis de identidad, es incapaz de reconocerse y estar segura de s í misma. Afirmar y ser afirmado es un asunto de interacción fundamental en la sociedad humana.

 

La afirmación

 

La palabra afirmación proviene del vocablo latino affirmare y significa: hacerse firme, dar fuerza, hacerse   fuerte.   Implica: asentimiento, acuerdo, consentimiento, voluntad de decir "sí" a toda la creación.

La afirmación es la aceptación de la bondad del otro tal como es. La esencia de todo amor que madura es la afirmación: “Tú eres bueno”, "tú   eres maraviIIoso”. El toque más cordial, y hasta curativo, de la afirmación es el que permite a la otra persona ser como es, incluidas sus faltas y su inmadurez. Realizando esto no por miedo, sino por una decisión libre. Es animar at otro para que sea quien es a fin de que actualice toda su potencialidad.

La sicología de la afirmación o la creación va más allá del utilitarismo que tan frecuentemente se encuentra en nuestro mundo. La afirmación concierne al ser y no principalmente at hacer; no se trata de un funcionalismo.

 

Josef Pieper

 

Hace cuarenta y seis años, cuando era un profesor de veintiocho años de edad, Josef Pieper, el filósofo alemán contemporáneo, escribió un pequeño libro, “Sobre la fortaleza”, enfrentándose al Nacional Socialismo de los Nazis. Hoy nos ha dado el mejor libro disponible sobre la afirmación, rico en antropología cristiana y versado en fenomenología actual.

Es de Pieper de quien aprendemos que creación es sinónimo de afirmación. Dios nos llama a ser. Este acto de creación es el principal acto de afirmación. "Lo más maravilloso de todas las cosas que un ser puede hacer es ser” 3. Es Dios el que en el acto de la creación afirma a la humanidad, "Yo quiero que tú existas... y es muy bueno que existas” (Gn. 1,31)

Porque Dios se deleita en nuestra existencia, nosotros los humanos nos atrevemos a deleitarnos en amar y afirmar a nuestros herma- nos, a toda la creación. No hay nada ilegítimo en el plan de Dios. Todo lo que se Ilama a ser, toda la creación, está destinado a reflejar la bondad de Dios. La naturaleza humana es lo más grande de la creación de Dios y su amor transforma todo lo que crea. “Dios con su amor, no destruye ni cambia la naturaleza, la perfecciona”, afirma bellamente  io XI l.

 

Martin Buber

 

El filósofo judío, Martin Buber, uno de los más importantes en la enseñanza de la afirmación, escribe: “En la sociedad humana, a todos los niveles y de un modo u otro, las personas se afirman mutua- mente en una forma práctica en sus cualidades y capacidades personales; la sociedad se puede calificar como humana en la medida en que sus miembros se afirman unos a otros”.

“La base de la vida del hombre con el hombre es doble: el deseo de cada hornbre es ser afirmado por los demás como lo que es, incluso como lo que podría ser; y es una capacidad innata del hombre el poder afirmar a sus hermanos. El que esta capacidad permanezca sólo como potencialidad en gran parte, constituye una verdadera debilidad y un gran cuestionamiento para la raza humana: la verdadera humanidad sólo existe donde esta capacidad se actualiza. Lógicamente, una inadecuada reclamación de la afirmación sin un interés por el proceso de ser y hacerse constantemente, entorpece la vida del entorpece la vida del hombre con el hombre”.

"Los hornbres necesitan y reciben la mutua afirmación en su ser individual por medio de verdaderos encuentros; pero también necesitan y reciben ver la verdad, que el alma logra con su esfuerzo, iluminando a otros de diversas maneras y afirmándose así" 4

 

 

Visión radical de la humanidad

Caminando más lentamente y ahorrándonos el frenes í de estar siempre actuando, podemos entender y vivir la afirmación; viviendo pausadamente y contemplando la bondad de los demás. Planteo esto no sólo en una forma sentimental, sino como un estilo de vida esencial y radical (radical viene del latín, radix, y significa la base o raíz de algo). La afirmación no es una técnica, es una forma de acercarse a vivir la vida 5.

 

Formas de afirmación

 

Las formas de la afirmación son diferentes, pero todas son importantes.  La afirmación puede ser visual, p. ej. una sonrisa comprensible; táctil, un abrazo; auditiva, una expresión de condolencia; y puede ser espiritual, una oración compartida. Todas las formas de afirmación conducen hacia nuestros hermanos para conocer y sentir su propia bondad y ayudar les a vivir airosamente y de un modo feliz esta vida. La afirmación sólo se puede dar como un don libre, y sólo puede ser un don si se recibe gratuitamente. Hace más de setecientos años, Tomás de Aquino afirmó: “El amor es el primer don. Cualquier otra cosa que se nos dé libremente se convierte en un don solamente por el amor”.

 

La afirmación de las cosas

 

La persona afirmada no solamente afirma a sus hermanos, sino todo lo que es. Afirma la dignidad y la nobleza de la existencia (ser) como tal. De ah í que pueda afirmar la bondad hasta de una gota de agua o de una hoja de hierba. La afirmación desarrolla dentro de la humanidad un sentido de respeto y reverencia hacia toda la creación. Una vez que experimentamos la afirmación, deseamos compartirla con los demás y poseemos una “disposición interior”, como lo expresa el filósofo francés Gabriel Marcel, para aceptar la dónde y cuándo se nos ofrezca, individual o colectivamente 6.

 

Jesús sana por afirmación

 

La afirmación hace firme, da fuerza y sana de sus heridas a nuestros hermanos. Jesús, el Médico Divino, sanaba al afirmar a la humanidad. El Nuevo Testamento narra ejemplos de Jesús sanando al afirmar de un modo suave. Deseaba que sus seguidores estuvieran en paz, gozando de su presencia. Quería que sus seguidores compartieran el acto de la creación, que fuesen pensadores de sus pensamientos, y dueños de sus sentimientos, en vez de ser simplemente personas que trabajan. De hecho, Jesús resistió el activismo en el templo de su Padre y ia inutilidad de las "normas de acción" de los fariseos.

Reflexionando sobre las Escrituras, encontramos bastantes ejemplos del toque curativo de afirmación de Jesús. Una ilustración importante de las escrituras sobre el significado de la afirmación se halla en la narración del encuentro entre Jesús y Zaqueo, el cobrador de impuestos.

Zaqueo no era aceptado ni querido, y deseaba serlo, ser aceptado simplemente por ser quien era. No había conocido dicha aceptación y, sin duda, tenía cierta esperanza en Jesús de Nazaret. Jesús iba a pasar por su vecindario y una multitud deseaba verlo. Zaqueo, como en otros tiempos, por su profesión y su apariencia física, se sentía nuevamente despreciado. Al tratar de ver a Jesús, Zaqueo, pequeño de estatura, no pudo penetrar entre la multitud.

Se subió entonces a una higuera al lado del camino, esperando ver al hombre de Nazaret. Jesús no pasó de largo, le aceptó como era: 'Zaqueo, bájate, porque hoy debo quedarme contigo"; llamó al pobre hombre de la higuera. ¿cuál fue el resultado? Zaqueo se abre inmediatamente, como una flor cuando florece, y dijo al Señor: "Daré, la mitad de mis bienes a los pobres y si en algo defraudé a alguien le devolveré el cuádruplo". La caridad y la justicia son, pues, los frutos del hombre que ha sido afirmado, que ha sido liberado, que ha sido redimido por Jesucristo.

Muchas heridas de ansiedad, infelicidad, baja auto-estimación, frustración... son curadas por Jesús. Invitamos al lector a tomar las Escrituras y reflexionar sobre las afirmaciones de la bondad de la humanidad manifestadas por Jesús. He aquí algunas citas útiles de la Escritura: Jn. 8,10—11; Mt. 16,16—20; Mc. 2,1—11; 12,41—44; Lc.     19,1—9; 23,39—43; Jn. 2,1—11.

 

La Iglesia afirmativa

En todas estas acciones y parábolas, Jesús nos enseña que la unión entre personas humanas crea una atmósfera propicia para el crecimiento y curación. Jesucristo, cuyo Cuerpo es la Iglesia, nos ofrece el don de ser miembros afirmados en el amor; en su Cuerpo conocemos una nueva dignidad. La Iglesia, para mí, rica en su tradición, siempre nueva en su articulación, ofrece fuerza, nobleza de ser, y una gran oportunidad para el crecimiento, la curación y la salud. Recientemente, en Puebla, México, SS Juan Pablo l l afirmó que "la verdad primordial de la antropología cristiana es que el hombre es imagen de Dios, no puede ser reducido a una mera parte de la naturaleza ni a un elemento sin nombre en la ciudad humana". Nuestro entendimiento cristiano del Cuerpo Místico llega a la misma esencia de lo que las scientiae humanae aparentemente inician a descubrir.

La inutilidad del alcanzar

Si por un momento hacemos un alto y observamos el comportamiento humano, descubrimos a las personas contemporáneas esforzándose angustiosamente para ganarse la aceptación y buscando anhelantes la afirmación. Se la busca con frecuencia donde no está, convirtiéndose así en una búsqueda desesperada e inútil. Intentando demostrarse su utilidad, muchos tratan de afirmarse haciendo infinidad de cosas y luchando por alcanzar el éxito por el éxito. Muchos buscan su afirmación en la cama, cambiando de pareja, o estando en una actitud de total complacencia al otro. Normalmente, muchos piensan que en un trabajo o en una relación sexual lograrán su afirmación, convirtiéndose así en "adictos" al trabajo o al sexo.

Con frecuencia, quien inútilmente así busca, posee unas características de personalidad que denotan una falsa timidez, un ansia de dominar a otros, una falsa jovialidad, un compulsivo perfeccionismo, un "comparativo" comportamiento o una rebeldía contra cualquier tipo de autoridad. Este tipo de persona puede convertirse en un bienhechor que nunca puede limitarse, decir que no, o en un tipo moroso, despreciativo de sí mismo, convirtiéndose así en una víctima o mártir.

Todo esto sólo lleva al enojo, la infelicidad, la inutilidad y desesperación. Debemos repetirlo una y otra vez: la afirmación no se puede conquistar; realmente no podemos hacer cosas o cumplir con unos patrones de comportamiento que nos conduzcan a "ganar" la afirmación. Sólo otra persona nos puede afirmar. El toque curativo de afirmación viene principalmente de otro ser humano, del otro significante.

El otro significante

El otro significante es aquella persona humana que me refleja mi bondad. Aquella persona que me acepta como soy. El otro significante, aunque esté consciente de mis fallas e inmadurez, me obliga a estar gozoso de ser quien soy y estimula hacia el crecimiento y el amor mi potencialidad. Yo sé y siento que esta otra persona me ama y no busca usarme. Desde este otro significante crezco emocionalmente en lo esencial de la afirmación, es decir, en reconocimiento, aceptación, aprecio y reverencia por mi propia bondad. El otro significante me da fuerza, sentido a mi propia firmeza y no roba mi individualidad. El otro significante me conmueve con alegría hasta cantar: Aleluya, soy bueno y maravilloso

Sólo por la afirmación conocida y sentida de los otros significantes un humano puede madurar en la alegría de vivir. Uno que experimenta conscientemente ser amado, puede decir: Te necesito para ser yo... amándome me das mi propio ser, me dejas ser. 7

 

Etapas del desarrollo

Uno crece en su aprecio personal únicamente por la afirmación de los otros significantes. Todos los expertos están de acuerdo en señalar que los fundamentos de una buena salud emocional se basan en la niñez, y que una niñez feliz y un ambiente seguro son importantes para el crecimiento y el desarrollo. Frederick Leboyer, el tocólogo francés, ofrece buenas pruebas a estas verdades en sus famosos libros "Nacimiento sin Violencia" y "Manos Cariñosas".

Esbozamos la presencia de los otros significantes en la forma siguiente:

Etapa de Desarrollo

Otros Significantes

en el útero

la madre

la infancia

la madre, principalmente, y el padre

años pre-escolares

Padres, hermanos mayores, parientes

primeros años escolares

igual como arriba, pero ahora entran otros adultos significantes (p. ej. maestros, clérigos...)

años de adolescencia



Años de  universidad

 

matrimonio

vida de celibato


años de media vida


años de jubilación.

Lazos familiares importantes. Ahora los amigos afirman. Afirmación de los padres: "Tú eres tú", "Tú eres valioso'
Amigos, otras experiencias de  amigos, otras experiencias de
Dos adultos maduros se afirman uno al otro.
Necesidad definida de desarrollar lazos emotivos con amigos de ambos sexos.
E
sposo o esposa, amigos, e hijos reflejan a los padres su propia bondad.
Esposo o esposa, hijos y otras personas cariñosas.


Cuando una persona ha tenido poca afirmación o ningún otro significante en su vida, se produce una tragedia. Una vez más, no se puede subestimar la importancia de los otros significantes en la niñez. La familia es el centro de la afirmación y es aquí donde la persona aprende primero lo que siente sobre sí misma y sobre los demás. La clave para la aceptación personal y para la propia afirmación, que es el eje del funcionamiento físico e intelectual, se encuentra en las experiencias únicas del niño en las manos de los más poderosos "afirmadores", los padres, durante el curso de sus primeros años.

A nuestro alrededor, podemos descubrir muchos hombres y mujeres adultos que no tuvieron nunca padres maduros que ejercieran emocionalmente como otros significantes. Estos hombres y mujeres viven en el mundo de lo privado y tienen carácterísticas comunes de sentirse no-deseados, carentes de auto-estimación, desconfiados de sí mismos y de los otros, inhábiles para dar o recibir sentimientos de amor, y de iniciar o mantener relaciones inter-personales significativas.

En su libro, "Ciclos de Afirmación", Jack Dominian, M.D., escribe: "El estrato más profundo de la afirmación requiere una relación de confianza y cercanía en que los aspectos físicos, sicológicos, intelectuales y sociales de cada uno se identifiquen, sean animados a crecer y sean afirmados por sentimientos que inviertan y mantengan la bondad total de la persona. En la misma naturaleza del proceso, una permanencia en las formas de continuidad, confiabilidad y pronóstico son esenciales para realizar la meta de la afirmación"8.

 

Afirmación, no posesión

 

La afirmación es una experiencia liberadora tanto del que aprecia como del que es apreciado. La afirmación no significa posesión del afirmado. Uno de los más perspicaces conocedores de la experiencia humana hoy es John Powell, y en su reciente libro, “The Secret of Staying in Love (El secreto de mantenerse enamorado), escribe: “El sentido de su propio valor es, sin duda, el don más grande que podemos ofrecer al otro, es la mejor contribución que podemos hacer en la vida de cualquiera. Y esto sólo se puede hacer por amor; y es esencial que este amor sea liberador, no posesivo. Siempre tenemos que dar a los que amamos la libertad de ser ellos mismos.

El amor afirma al otro como es. No significa poseer lo y manipularlo como algo mío. Cabe aquí la cita de Frederick Perls: “No viniste a este mundo para llenar mis expectativas. Y yo no he venido para llenar las tuyas. Si nos encontramos es bello, si no, lástima”. Lo que significa que querer lo mejor para t í, procurando ser de mi parte lo que tú necesitas, sólo puede lograrse si respeto tu libertad para expresar tus propios sentimientos, tus pensamientos y la capacidad de tomar tus propias decisiones. Si tu única persona me es tan valiosa como la mía, y eso es amor, debo respetar la cuidadosa y sensatamente. Cuando te afirmo, mi afirmación se basa en tu valor incondicional, como único, irrepetible y hasta sagrado misterio de humanidad 9.

Vemos así que el toque de afirmación Ilega a través de otro ser humano, el otro significante, que me abre a mi propia bondad y a la bondad de toda la creación. Al haber sido afirmado por otro, experimentaré al Creador y al mundo con amor, paz y alegría. En muchas personas, que han sido descubiertas y tocadas por el otro significante, se da un nuevo nacimiento, un nuevo comienzo y saben y sienten el gozo del cariño afirmativo.

 

Jesús, el Otro Significante

 

Jesús es la afirmación divino-humana de Dios a la humanidad y es, al mismo tiempo, nuestro "amén" a Dios (2 Cor. 1,19). El Nuevo Testamento no m ira solamente a Jesucristo como la solución a los problemas del amor del hornbre. Nos anima a mirar a través de Cristo al Dios Altísimo. Cristo centralizó su exhortación moral en el amor que los hornbres deben tenerse. Al hacer esto revela la naturaleza del hombre al hornbre; pero, a la vez, nos revela en esto la naturaleza de Dios. La importancia de Jesús no se apoya únicamente en lo que es en as í, el Hombre-perfecto, sino que, también, es la Palabra de Dios, la explicación de Dios a los hombres 10.

¡La plenitud de afirmación, en última instancia, la encontraremos “en él, por él y con él”, el Otro Significante! La oración y el lenguaje de la conciencia, nos I leva a una relación con el Salvador, de quien escribe Pablo a la Iglesia de Corinto: “El es anterior a todo, y todo se mantiene en El” . Como ya hemos dicho, la afirmación es la conciencia de que soy intrínsecamente bueno y es la aceptación, también, de la totalidad de mi ser. Jesús podía afirmar a otros porque no había dentro de Él nada de Io que no estuviera consciente y que no hubiera aceptado plenamente; de esta manera, estaba consciente de las otras personas y no necesitaba rechazar nada, sólo el pecado.

Cuando somos afirmados y vivimos afirmando a otros, emerge una nueva visión de la Iglesia como Cuerpo Místico, porque estamos íntimamente en I a presencia del Otro más significante, Jesús, el Cristo. Estamos animados por las frases de Pablo a la Iglesia en Éfeso "que habite Cristo por la fe en vuestros corazones y, arraigados y fundados en la caridad, podáis comprender, en unión con todos los santos, cuál es la anchura, la largura, la altura y la profundidad y conocer la caridad de Cristo, que supera toda ciencia, para que seáis Ilenos de toda la plenitud de Di os" (Ef. 3,17-19).

 

 

El ministerio de la Casa de Afirmación

 

El plantear algunas preguntas y buscar la verdad para curar y reconciliar en una atmósfera de renovación y amor, es el único servicio a la Iglesia de la Casa de Afirmación. Nuestra comunidad es un centro internacional de tratamiento terapéutico para religiosos y clérigos con problemas emocionales. Tuvo su inicio en 1970 bajo el nombre de Centro de Consulta para Clérigos y Religiosos en la Diócesis de Worcester, Massachusetts (U.S.A.). El inicial servicio para pacientes no-internos se amplió en 1973 para incluir un centro residencial de tratamiento en Whitinsville, Massachusetts. Desde entonces, se han abierto cuatro centros terapéuticos adicionales, en Boston, Massachusetts; Montara, California; Webster Groves, Missouri, todos en los Estados Unidos de América; y Knowle, en Inglaterra. Esta expansión se realizó a fin de dar respuesta a la creciente demanda por nuestros servicios. Cada fundación fue debidamente sancionada y bien recibida por los superiores diocesanos y religiosos locales.

Los fundadores de la Casa de Afirmación son la Hermana Anna Polcino, S.C.M. M., M.D., y el Reverendo Thomas A. Kane,  Ph.D.D.P.S. La Hermana Anna, que anteriormente ejerció como cirujana misionera en Pakistán Occidental y en Bangladesh, es una siquiatra activa. En la actualidad es directora siquiátrica de terapia. El Padre Kane, sicólogo, sacerdote de la Diócesis de Worcester. es el director ejecutivo de la Casa. Ambos poseen muy buenos niveles académicos,

religiosos y humanos para este trabajo. Desde su fundación el equipo clínico se ha ido desarrollando debido a las necesidades y a la expansión. Este incluye sicólogos, siquiatras, terapistas, una enfermera psiquiátrica. Existe, también, un equipo no de tiempo completo que suple en las terapias secundar ias que rellenan el programa. Hay, además, el equipo doméstico y el personal de mantenimientos necesario. El personal es tan variado como la misma Iglesia, con sacerdotes diocesanos y religiosos, hermanos y hermanas, laicos, personas casadas, solteras y viudas, hombres de todas las edades y de diversas culturas. Están representadas varias escuelas de sicología y diversas Iíneas y formaciones educativas.

 

Ambiente y tratamiento

 

El ambiente del centro de Nueva Inglaterra (USA.) es de tipo familiar y digno, ubicado en una mansión de ochenta años de antigüedad, en las ondulantes lomas de Massachusetts. La Casa de Afirmación tiene un ambiente terapéutico total, con un equipo permanente y otro que varía. A fin de asegurar un ambiente curativo y un clima de cariñosa colaboración, el personal dedica una considerable atención a sus propias relaciones interpersonales. Se programa regularmente tiempo para que el personal pueda reunirse a discutir asuntos clínicos, disfrutar juntos socialmente, compartir áreas de conocimientos especializados, orar, resolver los conflictos que inevitablemente surgen, y supervisarse unos a otros. Se tiene un cuidado especial para que cada miembro se mantenga en buena salud y disfrute del descanso necesario. Las decisiones que afectan a la vida del equipo se asumen a través de la discusión y el consenso.

Así, el ambiente entre el personal es de una apertura y una responsabilidad compartida. Parece que esta dimensión humana, cuidadosamente atendida, tiene una casi igual importancia a la del cono- cimiento clínico especializado para el trabajo de curación, pues sirve como un sano modelo de vida comunitaria. Somos generalmente hombres y mujeres felices, esperanzados y amables, con una profunda fe y un gran amor para la Iglesia.

 

Problemas de identidad

 

Toda persona se constituye por una variedad casi infinita de identidades. Cada una responde parcialmente a la pregunta, “¿Quién soy yo? ". Estas identidades se armonizan interiormente en cada persona con una jerarquización de relativa importancia. En un momento dado, la identidad que es más importante a nivel personal, recibe mayor cantidad de atención y energía.

Existen, sin embargo, algunas identidades que poseen un mayor valor intrínseco que otras. Por ejemplo, intrínsecamente es más importante para saber quién soy yo mi nombre y mi familia que el color de mis ojos. No obstante, ambos forman parte de mi identidad total. En el caso de bastantes religiosos, el valor relativo asignado a varias identidades no corresponde a su valor real. No es raro encontrar a religiosos profesionales que hallan su identidad personal más significante en las normas de una congregación particular. Esta identidad por afiliación es seguida, en orden de importancia, por la de sacerdote, hermano, hermana, función; después por católico, cristiano, nacionalidad, hombre, mujer, siendo el menos importante la propia humanidad de uno.

De esta manera, los ingredientes de significado personal objetivamente menos importantes, se convierten en los más importantes para el individuo y reciben un mayor cultivo y atención. Hasta hace poco, de hecho, los elementos más importantes y básicos de la identidad personal, es decir, la humanidad y la sexualidad, se consideraban como obstáculos que debían superarse. ¿Cómo puede construir la gracia sobre la base de la naturaleza cuando la humanidad de uno es deficiente? Es mucho más fácil, pero personalmente devastador en sus efectos, definirse en términos de una función en vez de regocijarse en lo bueno que es ser una persona viva.

En otras palabras, hay maneras más o menos acertadas de medir- se y saber as í cuándo uno se comporta como un "buen" religioso de una congregación, o como un "buen" sacerdote o "buena hermana, ya que existen en documentos o costumbres grupales criterios delineados para ello. Es mucho más difícil saber cuándo uno es un "buen" ser humano, un "buen" hornbre o una "buena" mujer. Este problema de prioridad personal de identidades se vuelve más agudo cuando las varias identidades entran en aparentes conflictos 11.

Un hornbre se descubre como tal en relación a su complemento, la mujer, y viceversa; cuando el ambiente del seminario, del convento o de la casa cural es muy restringido y desalienta o impide las relaciones normales con el sexo opuesto, la identidad sexual se desarrolla en relación al mismo sexo. Esta exclusividad contribuye a menudo a un reforzamiento mutuo de los peores aspectos de la masculinidad o feminidad e impide el proceso de maduración

Finalmente, cuando la identidad de uno se define en términos de observancia de reglas y estructuras, al cuestionarse o cambiar éstas, la persona no segura de su identidad más básica experimenta una aguda crisis emocional. Algunas señales de tales crisis son: sentimientos de ansiedad, amargura, escepticismo, actitudes defensivas, rigidez selectiva y dificultades en situaciones que exigen respuestas humanas en vez de dogmas estereotipados.

Los religiosos profesionales fueron entrenados para ser modelos de Ia vida perfecta con soluciones a mano para los misterios de esta vida y la futura. Ahora, los que una vez pensábamos estar ya en la tierra prometida, nos encontramos dando vueltas en el desierto del Sinaí. Sencillamente no tenemos el mapa del camino. Los familiares letreros devocionales han desaparecido. Pero, sí tenemos la especial perspectiva de la fe, el único punto de partid a e indispensable para la reflexión, que debemos compartir con los demás peregrinos. Somos compañeros en un diálogo con el mundo, inmersos en su vida y compartiendo profundamente sus interrogantes y dudas. Para esta tarea, la persona religiosa tiene que ser primero un ser humano sano, procurando alcanzar la madurez humana de un modo normal, es decir, a través del desarrollo progresivo y cada vez más profundo de relaciones personales.

La fe nos asegura que debemos confiar en la presencia del Espíritu que penetra este proceso. Hacia esa presencia orienta proféticamente eI religioso con la reflexión contemplativa de la experiencia personal iluminada por la revelación de la acción de Dios hacia la humanidad. Este testimonio no involucra posiblemente muchas palabras sobre Dios; irradia simplemente  el gozo interior y la riqueza de la vida en el Espíritu.

La realidad es a veces muy distinta. Una religiosa me hablaba recientemente de su desilusión sobre su comunidad, y con mucha angustia me dijo: “Todo culminó hace unas semanas en la asamblea provincial. Miré a cientos de religiosas, y lo único que ví eran caras pálidas, cansadas, sin nada de alegr ía. Todas parecían agotadas... Entonces me miré largo rato a mí misma y vi que estaba igual. No quiero vivir más así”.

 

La vida religiosa es una vida humana

 

Para redescubrir la vida que brota dentro, una comunidad terapéutica como la Casa de Afirmación y, por extensión, cada comunidad religiosa, debe ser un lugar donde prevalezca la verdad, la realidad y la fe. La gracia de la curación está presente en toda la comunidad y en sus individuos. La misma gracia se da at que sana y at que se está sanando. Todos son llamados tanto a sanar como a sanarse, no importa lo mucho que uno esté sufriendo personalmente. Es mi convicción que la gracia de curar se da precisamente en el mismo I ímite del crecimiento de la personalidad 12. Una persona se cura cuando más expuesta está y es más vulnerable; as í mismo se logra una curación más efectiva cuando se busca la relación amable en el momento de mayor sufrimiento. Cuando la relación es superficial, a nivel de máscaras, ex iste una preocupación y una pretensión de amor. La cabeza puede estar presente al otro, pero no Io está el corazón. La gracia de la curación se comunica por la humanidad de cada persona en la comunidad.

En nuestra especial comunidad de curación, la Casa de Afirmación, la responsabilidad principal para crear el ambiente, desarrollar los programas, etc., es con el equipo.

Cada uno de nosotros ha Ilegado d este trabajo por una odisea personal de sufrimiento, curación, cambio y crecimiento. Estamos dispuestos a compartir esta debilidad, y es nuestra mayor fuerza. Constantemente se nos recuerda nuestra fragilidad y nuestras limitaciones. Sin embargo, con la misma constancia descubrimos el misterio desdoblante de la acción de Dios en nuestras vidas. Esta confianza en la fuerza y en el amor de Dios nos da la disposición para arriesgar sentimientos y respuestas de amor genuino a lo bueno del otro, lo que es más importante para la curación que la sola capacidad clínica. Pero, sin el conocimiento clínico especializado, fácilmente nos perderíamos frente a los problemas que se nos presentan. Nuestra tarea es tanto ser amables como profesionales.

Hemos hallado en la mayoría de los religiosos que, el crecimiento intelectual e incluso espiritual, aventaja al desarrollo emocional. El mecanismo de defensa más característico de los religiosos es la intelectualización, mediante la cual cortan y reprimen temidas reacciones emocionales. En ocasiones la persona se vuelve incapaz de sentir absolutamente nada. En nuestro programa terapéutico, el religioso puede descubrir y actualizar potencialidades creativas por prueba y error, e incorporar las en un total proceso de crecimiento. Así, cada individuo Ilega a entender la unicidad de su estilo de aprender y su ritmo de crecimiento. Nada es forzado ni artificial.

Otra dimensión importante de nuestra vida comunitaria es la oportunidad de una vida común entre hornbres y mujeres, aprendiendo a relacionarse mutuamente como personas no como objetos de temor o fantasía. Este tipo de convivencia da a veces pie a reacciones características de una adolescencia postergada. Cuando tales sentimientos surgen, son materia para un crecimiento dirigido hacia la madurez sexual dentro del contexto de la vida celibataria y sus Iímites. Hemos percibido que el celibato como tal no es el problema mayor en la mayoría que nos llegan. Es la falta de afirmación y afecto la que Ileva a problemas en el á rea de la sexualidad. Solamente una pequeña parte de los que han pasado por nuestro programa han abandonado la vida religiosa.

La gracia en la naturaleza de la curación

Creemos firmemente que nuestra terapia es obra de la colaboración con el espíritu curativo de Dios en la humanidad 13. Este trabajo exige mucha reflexión y contemplación sobre el lugar y la forma como Dios está presente con su gracia curativa en cada persona. En este devoto proceso terapéutico se descubre, se exponen y se remueven barreras neuróticas a la libertad interior, tanto en el que sana como en el sanado. El crecimiento en la libertad y la consecuente aceptación de responsabilidad incrementada exige una profunda fe en la Encarnación, en que Dios está con nosotros en carne humana. Nuestra meta, entonces, es ayudar a los religiosos que tienen desórdenes emocionales a lograr una personalidad balanceada e integrada, en la que todos los sentimientos se acepten alegremente y se guíen con la efectiva y delicada Iuz de la mente y el corazón.

Para lograr esta meta, hemos proporcionado un ambiente donde se puede experimentar el proceso del cambio de la negación a la afirmación. Nuestros clientes se están sanando y volviendo a un servicio creativo en la Iglesia. Nuestros archivos contienen muchas cartas de antiguos residentes y no-residentes, dando testimonio del crecimiento y los cambios ocurridos en sus vidas. La parte triste es que, frecuentemente, las comunidades y situaciones de trabajo no han cambiado. Al final del curso del tratamiento hay un sentido renovado de la presencia amorosa de Dios a niveles más profundos de la personalidad y un deseo aumentado por la oración. No es nada raro que una persona haga un retiro dirigido antes de su salida como una respuesta afectiva, Io que le era imposible antes de venir a donde nosotros.

 

Conclusión

Hemos reflexionado sobre el proceso de afirmación y hemos visto que una vida vivida en gracia nos invita a unirnos a Dios y entre nosotros con un corazón humano. La obra de la creación queda incompleta y no puede concluir hasta que nos afirmemos en la completa realización que Dios ha comenzado. En un sentido verdadero somos co-creadores con Dios. Como tales es necesario que nos relacionemos en la mutua oración y nos unamos para convertirnos en lo que realmente somos: La imagen de la Trinidad

 

 

 

“Al que acepta la invitación del Corazón de Cristo se le exige una religión integral. El Co razón de Cristo nos invita a practicar una religión que va más allá de lo externo para llegar al mismo centro de nuestra vida, es una vivencia religiosa interiorizada. Necesitamos entrar con pasos cuidadosos, con el al- ma atenta, en recogida meditación, con las profundidades de nuestro ser preparadas para recibir los ecos de las inmensidades de la vida y el am or que se revelan, lentamente, a cualquiera que tenga el valor de sondear las profundidades de la sicología, en el Corazón de Cristo”.

Cardenal Montini, discurso del 8 de junio de 1956

 

Notas

1 .                Kucharedk, Casimir, The Byzantíne-Slav Liturgy of St. John Chrysostom (Allendale, PA: AIleluIia Press, 1971), Pp.  31 7 —318; MaIoney, George, Bright Darkness: Jesus Lover of Mankind  ( Denville,  N.J.:  Dimension  Books.  1971), Kern, Walter, The Lover of Mankind and His Sacred Heart (Bomiletic & Pastoral Review, June 1980).

2.Dieterich von Hildebrand, The Heart – Source of Christian affectivity (Franciscan Press, Chicago, IL  1977) p. 11.

3.Thomas Aquinas, as quoted by Etienne Gil son, History of Christian Philosophy in the Middle Ages î New York: Random House, Inc., 1955).

4.    Martin Buber, “Distance and Relation”,  Psychiatry (London: Allan and Unwin 1957)

5.       Thomas A. Kane, The Healing Touch of Affirmation (Whitinsville, MA: Affirmation Books, 1976).

6.       Thornas A. Kane, Who Controls Me? (Hicksville, New York: Exposition Press, 1974).

7. Josef Pieper, About Love, trans. Richard and Clara Winston (Chicago: Franciscan Herald Press, 1975).

8.       Jack Dominian, Cvcles of Affirmation. Psychological ESSa'yS ( Lond on: Darton, Long- rn• ^ Todd, Ltd., 1975).

9.       John Powell, S.J., The Secret of Staying in Love {Niles, IIIinois: Argus Communications, 1974).

10.     John  Dalrymple, The Christian  Afirmation  (DenviIle, N.J.: Dimension Books, 197 1).

11. Bernard J.  Bush,  S.J.,  Living  In  His  Love  (Whitinsville,  MA :  Affirmation  Books, 1978).

12 Thomas A. Kane, Happy Are You Who Affîrm (Whitinsville, MA' Affirmation Books, J 980).

13.     Thomas A. Kane, Psychotheological Therapy (Washington, D.C.: New Catholic Encyclopedia, Volume XV II, 1979).

 

 

 

 

 











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