E. J. Cuskelly MSC: CON UN CORAZÓN HUMANO
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Editorial
AMIGO DEL HOGAR
Apartado
1104 Santo
Domingo,
República Dominicana
CONTENIDO
CAPITULO 1
CON UN
CORAZÓN HUMANO,
E. J.
Cuskelly, M.S.C
CAPITULO 2
CRISTO,
MODELO DE “LA RELIGIÓN DEL CORAZÓN”,
L. Dunlop,
M.S.C.
CAPITULO 3
DEL
CONTRATO A LA ALIANZA — UNA ESPIRITUALIDAD DEL CORAZÓN,
E. J. Cuskelly, M.S.C.
CAPITULO 4
EL CORAZÓN
EN LA BIBLIA: SÍMBOLO DE LA PERSONA,
Alejandro
Diez-Macho, M.S.C.
CAPITULO 5
CORAZÓN DE
CRISTO: ENCUENTRO ENTRE DIOS Y EL HOMBRE,
José
Lescrauwaet, M.S.C.
CAPITULO 7
CONTEMPLACIÓN COMPASIVA,
Juan Flynn,
M.S.C.
CAPITULO 8
UN CORAZÓN
QUE AFIRMA,
Tomás A.
Kane
CAPITULO 9 GUERRILLEROS” DEL AMOR
CAPITULO
10
LO QUE
MUEVE A JESUCRISTO,
Norberto
Strotmann, M.S.C.
CAPITULO
11
RESURGIR
DE UNA DEVOCIÓN O RENACIMIENTO DE UNA ESPIRITUALIDAD,
E. J. Cuskelly, M.S.C.
CAPITULO
12
UN ESTUDIO
SOBRE LA RENOVACIÓN,
Elizabeth Smith, R.S.C.J.
CONCLUSIÓN:
LA MADRE
DEL DIOS—HECHO-HOMBRE,
Andrés
Tostain, M.S.C.
Los Misioneros del
Sagrado Corazón (M.S.C.) nos complacemos en
presentar la versión al castellano
del libro “With a Human Heart”
(Con un
Corazón
Humano) del que fue hasta hace unos meses nuestro Superior General, P. Eugenio Cuskelly.
Creemos que los temas estudiados pueden
beneficiar a muchos
asociados y amigos nuestros, incluidos religiosos y
religiosas,
sacerdotes
y
obispos.
Con esta publicación queremos identificamos
como somos y
compartir
nuestra
lectura
del Evangelio.
Vemos
en
el
Corazón de
Jesús.
—Al Buen Pastor que va a la búsqueda
de quienes se
han perdido, que
conoce
a los
suyos y
da su
vida por
salvarlos.
—Al que abrió su costado dándonos su Espíritu para difundir en los
corazones el
amor y la
voluntad de
servir.
—Al modelo perfecto
de
la vida consagrada de los Misioneros del Sagrado Corazón.
Al que nos da ejemplo de
cómo llevar
los hombres hacia Oíos
mediante
la
bondad
y
la
dulzura. Al
que nos da
ejemplo de
cómo
unir
los hombres con Dios
mediante lazos de amor, librándolos mediante lazos de amor, librándolos del
espíritu de temor.
—
Al que
inspiró, en
sus orígenes, que el
espíritu de nuestra Congregación esté
hecho de caridad, de bondad, de humildad y de
sencillez.
Finalmente, vemos al Jesús cuyo corazón es traspasado para que la
Iglesia sea
el signo por
excelencia del
Amor de Dios encarnado.
“El culto
de/ S agrado Corazón, tal como lo
enseña la lglesia, es, pues, la
devoción al Amor con que Dios nos ha amado en Jesucristo. Expresa, al
mismo tiempo, nuestro amor a Dios y a
los hermanos. Fieles al espíritu de
nuestro Fundador,
procuramos reservar a este culto un
lugar de verdad
especial en nuestra espiritualidad y en
nuestro apostolado” (Const. de los
Misioneros del
Sagrado Corazón/.
P. Darío
Taveras, M.S.C.
Superior Provincial
Santo Domingo,
Rep. Dom.
18
de junio
de 1982,
Fiesta del Sagrado Corazón
de Jesús.
Este es el
libro que desde hace algunos años deseaba ver escrito, aunque me encontraba
imposibilitado de escribirlo yo mismo. Pero, por fortuna tuve la oportunidad
de contar con la valiosa cooperación de otras personas que poseían el
talento necesario. Como Superior General tuve In ocasión de contactar con
cierto número de personas bien dotadas dentro de mi propia Congregación
religiosa:
P.A. Diez
Macho, un español erudito, especializado en temas bíblicos y de renombre
universal;
P.J.
Lescrauwaet, miembro de la Comisión Teo lógica Pontificia y profesor de
Teología en Lovaina;
P. L.
Dunlop y P. J. Flynn, profesores de Sagrada Escritura y Teología, en
Australia;
P.
Norberto Strotmann, un joven teólogo alemán, que trabaja hoy día en el Perú;
P. Andrés
Tostain, un mariólogo francés.
Otros
amigos cedieron también a mi insistencia y aportaron su colaboración:
P. Pedro
Arrupe, Superior General de los Jesuitas;
P. Tomás
Kane, Director Ejecutivo de las Casas de Afirmación.
Desafortunadamente, la mayoría de las presuntas colaboradoras se excusaron
alegando inhabilidad para escribir o falta de tiempo para sumarse al
proyecto. La Hermana Elisabeth Smith, de la Sociedad del Sagrado Corazón, es
mi única colaboradora femenina. Actualmente es Consejera Provincial de la
Provincia Inglesa y una historiadora consumada.
A todas
estas personas les quiero expresar mi sincera gratitud y aprecio, y confío
que la luz de la vida de Cristo arderá de un modo más intenso y brillante en
las vidas de los que lean este libro. Y si fuera así, los que hemos
participado en su composición nos sentiríamos ciertamente muy satisfechos y
honrados.
E.
J. Cuskelly, M.S.C. Roma