CON UN CORAZÓN HUMANO
CAPITULO 9:
'GUERRILLEROS DE AMOR'
1. Gaspar García
Laviana fue sacerdote, poeta y misionero. Como misionero dejó su España
nativa para ir a Nicaragua a trabajar. Allí, como sacerdote sintió las
injusticias, la pobreza y la opresión que sufría la gente. Como poeta sintió
estas cosas con una sensibilidad especial y escribió:
"Sentí en mi
carne
entubados
y tu eterna
tu pobreza
en pieles
tristeza.
como un látigo
sedientas.
de fuego...
Me hieren
Campesino,
Me hieren
tus plantas
abrasaste mis
entrañas
tus ojos
desnudas
como lava
derretida
humillados
cuando pisan
en el seno de la
tierra... '
hendiendo la tierra
las piedras,
"Me hieren
Todo tu yo
tus mortajas
Me hieren
me hiere
prematuras
tu duro trabajo
campesino,
de hambre
y tus malas
pero me hiere
serena.
cosechas
sobre todo
tu impotencia'
Me hieren
Me hieren
tus huesos
tu ignorancia
En diciembre de
1977, sintiendo su propia impotencia para ayudar a sus amados campesinos —a
no ser por el camino de la violencia— escribió a sus Superiores que iba a
unirse a la guerrilla. Juzgó que la situación de Nicaragua era tal que pedía
el uso justificable de la violencia permitida por el Papa Pablo VI en la
Populorum Progressio (n. 31).
Sintió que el
amor evangélico que predicaba le obligaba en conciencia a tomar esta
decisión para la liberación de su pueblo. Creía que los rebeldes tendrían
éxito en quitarse el yugo de la opresión; pero, también, presentía
intuitivamente que se le pediría su propia vida como parte del precio por la
liberación del pueblo. Escribió una poesía titulada: "Cuando muera"'
'Cuando ganemos
la guerra,
no vengáis compungidos a mi tumba
con rosas y claveles rojos,
como mi sangre derramada.
Os juro que me
levantaré
y os azotaré con ellos.
Sólo admitiré
violetas
como mi carne macerada,
como el dolor de mi madre,
como el hambre campesina
de mi América Latina' .
La muerte le
llegó en una emboscada el día 13 de diciembre de 1978. Su causa obtuvo la
victoria no mucho después, y hoy se le llevan flores a su tumba en Tola como
tributo de un pueblo agradecido.
2. Al reflexionar
sobre estos hechos, un joven compañero nicaragüense de la misma Congregación
de Gaspar escribió:
"Quiero ser
guerrillero, pero no de fusil,
Quiero ser
subversivo, pero no de órdenes pre-establecidos, Quiero dar mi vida, pero no
a costa de la de los demás.
Mi guerrilla no
tiene líderes, no tiene campos de entrenamientos, no tiene Estado Mayor, ni
nombres rimbombantes, ni falsas ideólogas.
Mi guerrilla no
se presta a manipulaciones internacionales, no es del centro, ni de la
izquierda, ni de derecha, no le interesan los territorios ni las posiciones
de poder estratégico.
Mi guerrilla no
divide al mundo en áreas de influencia, ni en continentes para dominar, no
quiere ser oportunista de situaciones políticas o económ icas.
Mi guerrilla
pretende minar las ambiciones de poder, de riqueza, de sexo; quiere destruir
los cotos cerrados de pobreza, de injusticia, de soledad, de amargura, de
remordimiento.
Quiere llevar al
hombre a su verdadera libertad, a la única revolución posible, a una
revolución violenta y difícil, más mortal aún que las pseudo-revoluciones de
moda, pues pretende acabar con millones de hombres viejos llenos de miseria
y podredumbre humana, para dar vida a hombres nuevos, constructores de una
historia nueva. Es la revolución del amor.
Las armas para mi
guerrilla no son fusiles ametralladores, ni misiles intercontinentales, ni
bombas de neutrones, sino algo más explosivo: El hombre: como ser pensante y
forjador de su destino, el hombre como responsable de sí mismo, de sus
semejantes, del mundo y del cosmos que habita.
El hombre, en una
confrontación constante con sus inclinaciones deshumanizantes, a la luz de
una Palabra viva, de una Palabra dinámica, de una Palabra evangélica, de la
Palabra del Señor Jesús.
Mi guerrilla es
dura y difícil, de ataques cuerpo a cuerpo, de lucha hombre a hombre, de
conquistas a base de sangre y dolor, de destruir falsas posiciones y falsas
imágenes del hombre.
Pero, cuando mi
guerrilla triunfa produce remansos de justicia, remansos de libertad,
remansos de fraternidad, produce la verdadera solidaridad humana y lazos
indisolubles de cooperación y hermandad, y su más grande fruto es el de
hacer del hombre un verdadero co-creador del mundo en una conjunción
armónica con su Dios y Creador.
Por todos estos
frutos de mi guerrilla, por mí y por mis hermanos del mundo entero, yo
quiero ser guerrillero, guerrillero del Amor".
Rodrigo.
3. Pasó el tiempo
y Nicaragua ganó su revolución. Otro sacerdote compañero de Gaspar escribió:
"Querido Gaspar:
Sabés que muchas
veces platico con vos. También sabés que no soy el único que lo hago. Hoy
pensé mandarte unas letras, para compartir con vos, como lo hacemos siempre.
Vos sabés mejor
que nadie que Nicaragua está de fiesta. Celebra esa alegría, ese gozo, esa
pascua. Es también nuestra alegría, nuestro Gozo, nuestra Pascua de
Resurrección.
En esta Pascua he
pensado mucho en vos, y en tantas personas que, como vos, la hicieron
posible. Vos, Gaspar, has sabido comprender la dimensión y la profundidad
del Evangelio y lo hiciste VIDA.
Sé que muchos no
comparten esto que digo, y se escandalizarán al leer estas líneas. Porque
eres signo de contradicción. Pero Alguien lo fue antes que vos. Alguien fue
la razón de tu vida, a quien vos seguiste, a quien veías en el campesino
oprimido, en las muchachas esclavizadas del tugurio "Luz y Sombra", en el
pobre y marginado.
Alguien que te
motivó a escribir cuando tomaste tu opción radical: "Mi fe y mi pertenencia
a la Iglesia me obligan a tomar parte en el proceso revolucionario, porque
la liberación de un pueblo oprimido es parte integrante de la Redención de
Cristo. Mi contribución activa en este proceso es un signo de solidaridad
cristiana con el pobre y oprimido y con los que luchan por liberarlos. Es
también un nexo entre la justa revolución y la Iglesia..."
Vos, Gaspar, me
has hecho reflexionar y profundizar el Evangelio:
- No he venido a
ser servido, sino a servir... y vaya si serviste.
- Aquel que
guarda su vida la pierde, y quien da la vida por sus amigos... y vos la
entregaste toda.
- Nadie tiene
amor más grande que el que da la vida por sus amigos... y tú amaste hasta
morir.
- Si el grano de
trigo no muere, no da fruto... y hoy cosechamos porque vos, y muchos como
vos, murieron.
Gracias, Gaspar,
por tu vida y por tu muerte. Por tu Resurrección. Gracias porque tu opción
cuestiona muchos egoísmos y comodidades. Gracias por la amistad de siempre.
Termino
diciéndote que nos ayudéis a tener el coraje y la valentía de morir, para
que otros resuciten, como vos hiciste.
Un abrazo.
Tino.
Tino juzgó que
Gaspar fue también un guerrillero del Amor.
Para muchos en
nuestros días, una antigua oración cristiana asume una agonizante dimensión
actual:
'Enséñanos cómo
amarte y servirte mientras vivimos'
"En situaciones
concretas, y tomando en cuenta la solidaridad en la vida de cada persona, se
tiene que reconocer una legítima variedad de posibles opciones. La misma fe
cristiana puede conducir a compromisos diferentes. La Iglesia invita a todos
los cristianos a asumir el doble papel de inspirar e innovar, a fin de hacer
evolucionar las estructuras para adaptarlas a las necesidades de nuestros
días. A los cristianos que, a primera vista aparentan estar en posiciones
opuestas, por haber partido de opciones diferentes, nos pide un esfuerzo de
mutua comprensión en las diversas posiciones y motivaciones" (Pablo VI .
Octogesimi Adveniens, n. 50).
4. En Guatemala,
el 4 de junio de 1980, un compañero del P. Gaspar, el P. José María Gran
Cirera, fue asesinado a la edad de 35 años, cuando volvía de celebrar una
Misa en un lejano distrito de su parroquia. Fue solamente un guerrillero del
Amor (como lo fueron también sus hermanos de Congregación PP. Faustino
Villanueva y Juan Alonso asesinados igualmente en Guatemala), en el sentido
de que su delito consistió en estar con los pobres y oprimidos, provocando
así una violenta reacción de los opresores. Así escribió la Conferencia de
Religiosos de Guatemala:
"Desde el momento
en que llegó a nuestro país, este sacerdote decidió trabajar con los pobres,
en concreto con los indígenas del departamento de El Quiché. A este pueblo
anunció la Buena Nueva de que Dios está con ellos, de que Dios es el Dios de
los pobres... Conocía el hambre que los indígenas sufrían y fue testigo
también de los sufrimientos de las familias campesinas... Compartió con
ellos la represión que la zona quichelense está sufriendo desde hace años. A
esta realidad integral trajo la luz y la fuerza del evangelio para evitar
que los enemigos de Dios siguieran sembrando la muerte en nuestra patria...
Este fue el gran crimen del P. José María: predicar a todos los hombres su
derecho a vivir con dignidad e igualdad según la voluntad de Dios".
Sus compañeros
misioneros escribieron:
"Nuestro espíritu
misionero está más fuerte que nunca. Experimentamos el miedo normal sentido
por cualquier hombre; sin embargo, estamos dispuestos a morir por el amor de
Dios y de nuestro prójimo... Es maravilloso ver el espíritu general de
sacrificio. Sin excepción, todos se ofrecen para irse a los lugares más
peligrosos... Nuestro compromiso con los pobres nos ha hecho tan pobres que
ni siquiera podemos protestar contra las injusticias. Como Cristo, estamos
clavados en la cruz, y pase lo que pase, creemos que estamos cumpliendo
nuestro deber... Y, paradójicamente, sentimos una gran alegría que es, sin
duda, don de Dios..."
5. "No os
extrañéis, hermanos, si el mundo os aborrece.
Nosotros sabemos
que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien
no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un
asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él.
En esto hemos
conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros. También
nosotros debemos dar la vida por los hermanos.
Si alguno que
posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su
corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?
Hijos míos, no
amemos de la palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad..." (1 Jn.
3,13—18).
6. En los
primeros siglos cristianos, las Iglesias locales se escribían entre sí de
vez en cuando, contándose las dificultades que tenían que sufrir y sobre la
manera en que sus miembros daban testimonio de Cristo. Estas experiencias
servían como fuente de apoyo e inspiración mutua.
La Iglesia en
Centroamérica está viviendo un momento dramático de su historia en la que
están involucrados sacerdotes, religiosos y laicos. Estas líneas señalan
algunos aspectos de su compromiso para nuestro apoyo y mutua inspiración.
Su experiencia
puede tocar nuestras vidas más prosaicas con orgullo y agradecimiento, con
gozo y tristeza, con resolución... con algo...
"Dentro de
nosotros
nuestros
corazones arden
al mirar el pan
fracturado
de las vidas de
los hermanos; cómo añoramos,
también nosotros, caminar con ellos
como tú
caminabas.
Nuestros corazones arden.
En el amor
derramado de nuestros hermanos el Señor Resucitado se acerca;
El amor vence al
miedo.
Señor Jesús, te
invitamos a acompañarnos
en nuestro
caminar más humilde.
Acepta con bondad
la ofrenda a los ciegos y cojos,
el vaso de agua
brindado en tu nombre".
"Como bien sabéis, Jesucristo miraba con especial afecto a
los enfermos, a los afligidos, los pobres, los inválidos y sufrientes,
reservando para ellos el cariño más tierno en su corazón, los más grandes
milagros de su poder y la seguridad de un lugar especial en su Reino:
"Bienaventurados los que lloran, porque ellos encontrarán consuelo".
Juan Pablo ll, 16
de enero de 1980